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Patrimonio Arqueológico. M3.

2008-2009 1

2.4 Los documentos: las cartas internacionales y de ámbito


regional y nacional.

Las Cartas Internacionales (véase documento, listado).


La Carta de Atenas (1931)
La Carta de Atenas fue el resultado de la Conferencia de Atenas de 1931 (ese
mismo año también se redactó la carta italiana del restauro). En su elaboración
tuvieron parte activa, especialmente el italiano Gustavo Giovannoni y otros europeos
como el francés Paul León y el español Leopoldo Torres Balbás. Muchos de los
aspectos que se incluyeron en ella fueron decisivos para toda la política de conservación
y restauración así como para la redacción de los documentos posteriores. Entre algunos
de los aspectos más importantes que se concluyeron en lo que respecta a la conservación
y restauración, especialmente de arquitectura y patrimonio urbano cabe destacar los
siguientes puntos:
- Importancia de la conservación frente a la restauración, destacando la
necesidad de que tareas constantes de mantenimiento la hagan factible.
- Necesidad de respetar todos y cada uno de los estilos y épocas.
- Conveniencia de dotar a los monumentos de un uso acorde con su carácter.
- En lo referido a la administración y legislación de los monumentos se
destacará el derecho a la colectividad sobre la propiedad privada.
- En los mecanismos de puesta en valor de los monumentos se señala la
necesidad de respetar el carácter y fisonomía de las ciudades.
- Se recomienda asimismo una actuación prudente con materiales de
restauración y empleo de los recursos de la técnica moderna.
- Sobre la degradación de los monumentos se ve necesaria la colaboración con
otras disciplinas científicas (física, química) que puedan hacer aportaciones
fundamentales.
- Llama la atención sobre la descontextualización de la obra con respecto a los
elementos de su entorno. Aunque en la carta se refiere fundamentalmente a la
escultura, hoy puede hacerse extensivo a buen número de elementos muebles
e, incluso, inmuebles.
- En lo que se refiere a la conservación, sus criterios y técnicas:
? Se aconseja la anastilosis (que consiste en la reincorporación en las
restauraciones cuando sea posible de los propios elementos antiguos).
? Necesidad de hacer ostensibles los nuevos materiales empleados en
las restauraciones y su clara diferenciación con los antiguos.
? Minucioso estudio de los monumentos antes de comenzar cualquier
intervención que suponga reintegración o interpretación.
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? Necesidad de cubrir los yacimientos y restos arqueológicos si, una


vez realizada la investigación pertinente, no se ve viable su
conservación.
? Necesidad de una cooperación técnica y de concienciación de
principios de aplicación de carácter internacional.
? Importancia de llevar a cabo una labor educativa sobre el respeto a
los monumentos (que habría que ampliar al más amplio concepto del
Patrimonio).
? Elaboración de documentación y divulgación de carácter
internacional.

En 1938, debido, entre otras cosas a que, a pesar de las medidas teóricas
elaboradas, se sucedían las intervenciones con escaso rigor, se crea el Istituto Centrale
del Restauro, cuya labor formativa y normalizadora estuvo en buena medida bajo la
responsabilidad del crítico de arte Cesare Brandi, director del centro. En ese mismo año
aparecen asimismo las “Instrucciones para la Restauración de Monumentos”.
- Carta de Venecia de 1964
Redactada como conclusión del II Congreso de Arquitectos y Técnicos en
Monumentos Históricos, bajo los auspicios de la UNESCO. Se observa ya una
evolución con respecto a la de Atenas, fundamentalmente porque se supera el concepto
de monumento para abarcar otros más amplios como los ámbitos urbanos y rurales, así
como, incluso, elementos más modestos que con el tiempo hayan adquirido significado
cultural.
Otros puntos de interés:
- Necesidad de la concurrencia de todas las ciencias y las técnicas para el estudio
y la protección del patrimonio monumental.
- Respecto a los criterios de Conservación:
- Necesidad del mantenimiento continuado, considerando siempre las
necesidades de la sociedad para evitar modificar los valores de los
monumentos.
- Se insiste en el carácter inseparable de monumento de su historia y de su
medio, aunque eventualmente, y con carácter excepcional podría ser
trasladado.
- Los elementos muebles tales como pinturas, esculturas y otros elementos
ornamentales no podrán ser separados del contexto arquitectónico
correspondiente, a no ser que sea por necesidades de su propia
conservación.
- Respecto a los criterios de Restauración:
- La restauración como operación excepcional y solución última,
potenciando las intervenciones preventivas previas.
- Necesidad de estudios históricos y arqueológicos previos.
- Cautela con los materiales y técnicas a aplicar.
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- Necesidad de hacer evidente la reintegración con nuevos materiales.


- Respecto al mantenimiento de las incorporaciones de diferentes épocas
en un monumento, se veía la necesidad de recurrir a una opinión
colegiada de expertos entre los que no se incluiría el autor del proyecto,
cuando se creyera oportuna la eliminación de algún elemento o fase.
- En sitios monumentales se recomiendan medidas especiales para su
salvaguarda y puesta en valor.
- En los yacimientos arqueológicos se excluyen los trabajos de
reconstrucción, si bien se admite la anastilosis como operación
excepcional de recomposición de piezas caídas existentes.
- Necesidad de documentar las obras en todas sus fases históricas.
- Necesidad de publicación de acciones y resultados.
La Carta de Venecia de 1964 trata, por tanto, de impedir las reconstrucciones
basadas en la hipótesis; en su artículo 15 permite tan sólo la anastilosis, entendida por
recomposición de partes auténticas que estén fuera del edificio, obtenidas del subsuelo y
puedan reponerse con garantías en él, mientras que en los anteriores puntos 11 y 12,
prohíbe las reconstrucciones tendentes a la unidad de estilo, con el fin de salvaguardar
los añadidos de otras épocas y señala que, cuando se complete un edificio, las
aportaciones deben distinguirse plenamente de las antiguas para asegurar la autenticidad
de éstas, aunque se integren con ellas en armonía. Los puntos y principios de este texto
fueron asumidos en su mayor parte en la posterior Carta del Restauro de 1972. Como
puede observarse de sus textos, buena parte de estos documentos asumen casi en su
totalidad los principios de los previos, buscando, especialmente, renovar los
compromisos ya adquiridos. Del mismo modo, estas reuniones y los documentos que de
ellas se extraen tienen también como fin recordar a las instituciones y profesionales
encargados de la conservación y restauración de los bienes las directrices a seguir, en
muchos casos, aunque ya establecidas, nunca llevadas a la práctica o tan sólo de manera
parcial. Hoy en día continúan las reflexiones y discusiones al respecto de estas
cuestiones porque ha resultado siempre muy difícil poner en la práctica estos principios,
especialmente cuando se mezclan –sobre todo en arquitectura monumental- otros
intereses como la puesta en valor impulsada por necesidades de desarrollismo o de
crecimiento sostenible, fines turísticos, políticos, etc. Así, por ejemplo, en octubre de
2004 hubo un encuentro en Siracusa para discutir sobre los criterios a seguir en la
intervención en edificios teatrales grecorromanos que, precisamente, por esa búsqueda
de reutilización y puesta en valor, han sido de los edificios antiguos más maltratados por
los criterios de restauración.

- La Carta de Cracovia (2000) (véase documento).


Así como la Carta de Venecia surge como revisión de la Carta de Atenas, en los
últimos años se han pretendido actualizar sus contenidos con este nuevo documento,
redactado en Cracovia en el año 2000. Surge impulsada por el proceso de unificación
Europea y la entrada del nuevo milenio, a fin de actualizar la Carta de Venecia y
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adecuarla al nuevo marco cultural. En su texto se incorporan nuevos elementos como lo


adecuado de una composición multidisciplinar en los equipos encargados de trabajos de
conservación y restauración, la necesidad de incluir en la misma nuevas tecnologías y
estudios científicos a la hora de realizar cualquier proyecto de restauración y también
aporta un glosario de términos en los que se definen conceptos como monumento,
identidad, restauración, a la luz de los nuevos métodos e investigaciones.

Otras reuniones y documentos ámbito internacional:


- “Convención de La Haya de 1954, para la protección del patrimonio cultural en
caso de conflicto armado” (ya había habido intentos al respecto, a través de los
tratados de Bruselas de 1874, y La Haya de 1899 y 1907). En cualquier caso, el
masivo expolio sufrido recientemente, por ejemplo, por el Patrimonio iraquí
viene a demostrar la ineficacia práctica de muchas de estas reuniones y
documentos, sin carácter de normativas de aplicación legal.
- La “Recomendación Internacional en materia de Excavaciones Arqueológicas”,
de 1956.
- La “Convención sobre las medidas que deban adoptarse para prohibir e impedir
la importación, exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de bienes
culturales”, París 1970 (ya nos referimos a ella en el módulo 1 al hablar del
expolio de bienes).
- La “Recomendación sobre la conservación de los bienes culturales que pueden
poner en peligro la ejecución de obras públicas o privadas”, de París 1970, por
la preocupación ante del desarrollismo y el gran crecimiento de las ciudades
europeas.
- La “Convención para la protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural”,
de París 1972.
- “Recomendación relativa a la salvaguardia de los Conjuntos Históricos y su
función en la vida contemporánea”, Nairobi 1976.
- “Recomendación sobre la protección de los bienes culturales muebles”, París
1974.
- “Coloquio sobre la preservación de los Centros Históricos ante el crecimiento
de las ciudades contemporáneas”, Quito 1977.

Documentos de ámbito regional (europeo).

Dentro de la política regional, europea, destaca la Declaración de Ámsterdam


de 1975 y la Carta del Patrimonio Arquitectónico Europeo, ambos documentos
obtenidos del Congreso sobre Patrimonio Arquitectónico Europeo.
Carta del Patrimonio Arquitectónico Europeo, Ámsterdam 1975
La Carta tiene como idea básica la conservación integrada (esto es un
importante salto cualitativo en la medida en la que afecta no sólo a los monumentos sino
también por los conjuntos y a sus entornos naturales o construidos), por lo que se
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recomienda a los diferentes países “la adopción de las medidas legislativas,


administrativas, financieras y educativas necesarias para llevarla a cabo y para
desarrollar el interés del público, de acuerdo con los resultados de la campaña del Año
Europeo del Patrimonio Arquitectónico (1975)”. Se insistía, además, en que la
conservación de dicho patrimonio “depende ampliamente de su integración en el marco
de la vida de los ciudadanos”. Esto es muy importante en la medida en la que el
patrimonio para que pueda tener sentido y no se quede fosilizado como un decorado
debe formar parte de la vida y de la evolución de los ciudadanos. Esto es lo que en
muchas ocasiones crea dificultades a la hora de intervenir sobre un conjunto, un
monumento, etc. que no se sabe hasta que punto no se va a actuar de modo que se
paralice la evolución del edificio subjetivamente en un momento elegido por el autor del
proyecto, falseando la idea original.
En dicha Carta se señalaban aspectos tales como que “la estructura de los
conjuntos históricos favorece el armónico equilibrio de las sociedades”, que el
“patrimonio arquitectónico tiene un valor educativo determinante”, que se encuentra
en peligro, por lo que era necesario llevar a cabo una conservación integrada, resultado
de conjugar las técnicas de la restauración con la búsqueda de funciones apropiadas, por
lo que es preciso adoptar una serie de medidas de muy distinto signo y de contar con la
colaboración de toda la sociedad europea, puesto que “el patrimonio arquitectónico es
el bien común de nuestro continente”.

Documentos de ámbito nacional (redactadas por diferentes estados para


aplicación interna).
Existe toda una serie de documentos de carácter nacional que han tenido, sin
embargo, una enorme trascendencia internacional, especialmente los italianos, como
pueda ser la tan citada Carta del Restauro italiana de 1972.
(I) Carta del Restauro de Venecia de 1972 (véase documento)
En ella el Ministerio de Educación italiano intentó establecer unos criterios
uniformes en la labor desarrollada por la administración en materia de conservación del
Patrimonio. El texto se dirigía a los responsables de los centros de restauración y a los
propios profesionales de la restauración, y tenía valor de norma de obligado
cumplimiento en todo el Estado italiano. Será éste, por tanto, el primer documento con
verdaderas implicaciones de cumplimiento con vigilancia y tutela por parte del Estado,
y de trascendencia fundamental en todo el ámbito europeo posterior.
La organización de la Carta consiste en una presentación, doce artículos sobre
salvaguardia y restauración y cuatro anexos. En la presentación destaca la necesidad de
elaborar una serie de normas que evitaran actuaciones incontroladas y arbitrarias. En los
artículos se hace referencia a numerosos casos independientemente de su procedencia y
datación. Destaca la distinción entre salvaguardia (más próxima al concepto de
conservación preventiva) y restauración, siendo fundamental la planificación de
programas para los que era necesaria la elaboración previa de informes técnicos. Se veía
también como un aspecto fundamental el registro de la intervención, con todo el
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material gráfico que reflejara el proceso. Se especifica asimismo qué operaciones


estaban prohibidas, cómo podría ser el añadido de complementos estilísticos y cuáles
eran válidas, como los añadidos accesorios con fines estructurales y/o estáticos.
Se consideraba también fundamental la reversibilidad de las intervenciones
(aquí por ejemplo, el caso del teatro de Sagunto que aunque por resolución del Tribunal
Constitucional se tendría que eliminar son demasiado altos los costes patrimoniales
sobre el edificio antiguo) y el mantenimiento de las pátinas generadas por el paso del
tiempo. Del mismo modo era imprescindible recurrir a disciplinas científicas y a los
métodos analíticos aportados por la física, la química o la biología. Se permitía el uso de
nuevos materiales con fines estáticos siempre y cuando se comprobara que los
tradicionales resultaban insuficientes. Para la adopción de numerosos de estos criterios
resultaba fundamental la decisión del ya citado Istituto Centrale del Restauro.
Los anexos eran los siguientes (a modo de instrucciones o recomendaciones):
A. Instrucciones para la salvaguarda y restauración de objetos arqueológicos
B. Instrucciones para la dirección de las restauraciones arquitectónicas.
C. Instrucciones para la ejecución de restauraciones pictóricas y escultóricas.
D. Instrucciones para la tutela de los centros históricos.
La Carta del Restauro, a pesar de tratarse de un documento en principio
nacional, pronto trascendió sus límites geográficos y pasó a ser un documento
reconocido internacionalmente. Posteriormente se elaboró en 1987 otra nueva Carta del
Restauro, en esta ocasión: “Carta de 1987 de la Conservación y Restauración de los
objetos de arte y cultura”.
(II) Carta del Restauro de 1987 (véase documento)
Este nuevo documento trataba de renovar y sustituir al de 1972. Aunque fue
coordinada por el Ministerio de Bienes Culturales y Ambientales de Italia, tomaron
parte en su redacción un buen número de expertos de diferentes procedencias. Posee
doce epígrafes y seis anexos:
A. Instrucción para la tutela de los centros históricos.
B. Instrucciones para la conservación, mantenimiento y restauración de las
obras de interés arquitectónico.
C. Instrucciones para la conservación y restauración de antigüedades.
D. Instrucciones para el desarrollo de intervenciones de conservación y
restauración de obras de carácter plástico, pictórico, gráfico y artes aplicadas.
E. La conservación y restauración del libro.
F. La conservación y restauración de los bienes de archivo.
Entre los aspectos más interesantes y novedosos de esta nueva carta:
- Se incorpora el patrimonio documental y bibliográfico en anexos
independientes.
- Se muestra gran preocupación por definir con claridad los términos:
“conservación”, “prevención”, “salvaguardia”, “restauración”, “mantenimiento”.
- Se señala la necesidad de atender a las condiciones medioambientales así como
la conveniencia de obtener un microclima idóneo para los bienes, para lo que se
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recurrirá a los medios técnicos necesarios en cada momento y que signifiquen


una garantía en la actuación sobre el Patrimonio.
- En los bienes inmuebles se aconseja el empleo de materiales tradicionales, en la
medida en la que los modernos, especialmente en determinadas adiciones
ocultas resultan contraproducentes cuando no nocivos.
- Mayor permisividad hacia la reintegración de imagen en los edificios pero
siempre partiendo de indagaciones y estudios profundos, evitando aleatorias
opciones personales.
- Importancia dada a los tratamientos preventivos, el gran reto de la intervención
actual sobre el Patrimonio, a fin de no tener que realizar a posteriori acciones de
alcance excesivo.

La ley de Patrimonio Histórico Español del 1985 sigue estas mismas bases, en el
artículo 39 se reconoce claramente que se refiere a anastilosis aunque no la cite
directamente por su nombre. Dirá al respecto que se prohibirá todo tipo de
reconstrucción “salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos (bienes
inmuebles) y pueda probarse su autenticidad”.
Como instituciones españolas encargadas de la conservación y restauración del
PHE destacan:
- El Instituto de Patrimonio Histórico Español, dependiente del Ministerio de
Cultura:
http://www.mcu.es/patrimonio/iphe/institutoPatrimonioHistorico.jsp
- El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, dependiente de la Consejería de
Cultura de la Junta de Andalucía: www.juntadeandalucia.es/cultura/iaph

(Véase el decálogo del Instituto de Patrimonio Histórico del MEC, en documento


adjunto)

Documentos:
- Texto de la Carta del Restauro de 1972.
- Texto de la Carta del Restauro de 1987.
- Texto de la Carta de Cracovia de 2000.

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