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REFLEXION MOMENTO ORACION EMAUS

De una manera muy personal resuena en el interior de mi corazón “descalzarse para entrar en el otro”,
recordando las palabras del Éxodo “no te acerque más, sácate tus sandalias porque lo que pisas es un
lugar sagrado” me hace pensar… si Dios habla al interior de mi hermano, su corazón es precisamente
un lugar sagrado.

Es el momento indicado para recordar los rostros de cada uno de los hermanos en donde dejo huellas
en sus corazones y descubrí que habitualmente entro sin descalzarme, simplemente entro; sin fijarme
el modo, que vergüenza, solo me nace pedirles perdón a mis hermanos.

Entonces el Señor me invita a descalzarme y luego a caminar paso a paso… mi primera experiencia
es una resistencia: “no quiero ensuciarme” es más seguro andar calzado. Entonces hay dos cosas
básicas que me impiden entrar… la comodidad y el temor.

Pero puedo vencerlo y comenzar a caminar… reconocer en cada paso algo nuevo. Puedo reconocer
que el suelo que camino tiene tierras húmedas y secas, necesito estar atento a cada paso que doy,
estar atento cuidadosamente en donde coloco mi pie.

Ahora comienzo a entender, descalzarme me hace ir más lentamente, no usando mi ritmo actual, sino
tratando de pisar suavemente. Donde mis zapatillas alguna vez dejaron marcas, esta vez, mis pies no
las dejaban; será que aprendí en la suavidad a ser profundo.

Ahora miro verdaderamente donde me encuentro… atravieso distintos tipos de terrenos, primero el
pasto, luego la tierra, pero llego hasta una subida y está empedrado. Otra vez quiero detenerme,
retroceder y calzarme. Pero el Señor me invita a caminar descalzo un poquito más.

Ahora comprendo… no todos los terrenos son iguales y no todos mis hermanos son iguales. No puedo
entrar de la misma manera a todos los corazones. Cada subida me exige caminar mas lentamente y
cuanto mas suavemente piso el dolor en mis pies es menor.

Entonces cuanto mas difícil es el terreno del interior de mi hermano, mas suave y con mas cuidado
debo tener para entrar.

Que hermoso es recorrer de la manos el señor el corazón de mis hermanos… ahora puedo
disponerme a abrir verdaderamente mis ojos ponerme de pie y comenzar a caminar lentamente y con
cuidado hasta el centro del salón.

Ahí encontrare en la tierra sagrada fibras para dibujar la silueta de mis pies dejando mi huella personal
y recojo un mensaje que me ayudara para ser un peregrino del camino.

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