Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
en Correas y Quevedo
Manuel MAÑAS NÚÑEZ
Universidad de Extremadura
2 Francisco Sánchez «El Brocense» publica en Salamanca en 1600 la primera traduc- PALABRAS
CLAVE
w
• chin española con comentarios del Manual de Epicteto. El segundo traductor espa-
ñol del Manual fue Gonzalo Correas (Salamanca 1630). Finalmente, en 1635 publica Humanismo
W Quevedo su Epicteto y Phocilides en españot una traducción en verso del Manual de del
Renacimiento.
Epicteto. «El Brocense» es el introductor del movimiento neoestoico en España y la
NeoestoiciSfllO
fuente directa de Correas y Quevedo. español.
Mañas Núñez, M.: «Neoestoicismo español: el Brocense en Correas y Quevedo»,
Cuad. fi/of chis. Estad. lot., vol. 23 núm. 2 (2003) 403-422.
1— Francisco Sánchez «El Brocense» publishes in Salamanca in 1600 the first Spanish KEY
U WOIIDS
< transíation with commentaries of Epictetus Manual. The second Spanish transíator
of the Manual was Gonzalo Correas (Salamanca 1630). Finally, in 163S Quevedo Humanism of
edits its Epicteto y Phocilides en español, a transíation in verse of Epictetus’ Manual. the
«El Brocense» is the introductor of the neostoic movement in Spain and the direct Renaissance.
Spanish
source of Correas and Quevedo. Neostoicism.
Mañas Núñez, M .:« Spanish neostoicism: Sanctius in Correas and Quevedo», Cuad.
ti/of clás. Estud. IaL, vol, 23 núm. 2<2003) 403-422.
o. lutrodueejón
SoLr< lps¡<í ~ <1 \coc-sroic-ísrr¡íí, cf. Fi. Iiiiirigfl:-íi<scí-í, tran<-ísr:- de Quc<-ecíoun U mho yeoij<,ic- :¶-loí’en,.cnÁ.
Oxford ‘9 t< \ Blók<.r.Sr~rrc’<-o Qn. Espicho. Madrid, i cí82, pp tí~o 40t.
-- 1<. \ Pií,líí r cr.v,
(4 E BIoY <te tít.
Fue en í6oo, año mismo de su muerte, cuando culminaba Francisco Sánchez de las
Brozas su larga y fructífera vida profesional y académica con la publicación de su últi-
t,
ma obra, la Doctrina del estoico jilásopho Epicteto, que se llama comúnmente Errchiridión
pero según declaraba en la epístola muncupatoria a D. Alvaro de Carvajal, abad de Santa
Leocadía de Toledo y limosnero mayor del rey, la traducción y anotaciones del Manual
de Epicteto debía tenerlas ya finalizadas en 1593:
«Siete años hace agora que se comenzó a imprimir Epicteto y por falta, aora de dineros.
de papel, dora de oficiales, ha estado sepultado hasta que Dios fue servido traer a U.M.
a Salamanca. donde informándose del pobre estado de Epicteto y aun de su traductor, acu-
dió luego con su limosna, para que saliese a la luz después de tantas tímieblass’5.
No obstante, tenemos certeza de que por el año 1589 estaba ya El Brocense embar-
cado en tan magma empresa de traducir y comentar en vernáculo a Epicteto, pues al
final de la anotación al capítulo VIII leemos lo siguiente:
«Sólo tengo algún renjordimíento de que vine tarde a tan buen puerto. que teniendo
agorasesentaysevs años, no ha más de diez o doce que vivo como hombre...
Doctrina del ¿goteo fiiásopho Epicteto. que se llama comúnmente Enchiridión. traducido del gnego por el Maestro
Francisco Sánchez. Catedrú¡h.-o de Retórica ¿ Griego en la Universidad de Salamanca. Con las anotaciones del mismo, en
Salamanca, en casa de Pedro tasso, Loo. Utilizamos la edición comprendida en los Opera onsnia del Brocense
publicados porO. Mayan». Ci¡íebra 1766. Som. III. pp. 499-592 (según ia edición de Pamplona >612).
-S Francisco Sánchez. Laquindión, p. 5o2.
Francisco Sánchez. Eo-qu¿n-dián, p. 53o.
Cf KA. Bloher. op. cg.. p. 3qo.
No debe, entonces, extrañarnos que su última obra publicada tenga que ver con la
filosofía estoica. Si en muchas de sus teorias iíngúísticas. corno por ejemplo en la del
t, rechazando las tesis aristotéli-
origen del lenguaje, manifiesta una postura platónica
cas: sj, asjnjcsnío, erj el problema teórico dc las virtudes éíicas se adhiere a posiciones
platónicas para combatir la doctrina aristotélica de la virtud como punto medio; si en
lógica arí.ertí.et:c con dureza, contra Porfirio ye1 Organon aristotélico, parece razonable
pensar que su filiación estoica respecto a la ética práctica supone un implícit.o despre-
ci o por ia Ileologia triora 1 dc la Neoescolástica. que todavia a finales del siglo XVl tenía
generalizada pujanza en España y se desarrollaba con especial fuerza en Salamanca.
Bítiber lo lía explicado muy bien:
<Y es que eiFncheir¿d¿on de Epiercio íe ofrecía una ideología racional devida que se apo-
yaba por con> pl eto Crí la interna autono ni a de la decisiórs, una ética píáct i ca de observarm—
cía p <ira ¡ncnt e iíbje diva. q nc mio necesi m:aba dc aquella expres.af-u udanie rl tac iún metafísica
que caracje rizaba a la ~‘e()lo<Ii~a moral de la Escolástica y que. por otra parte. se podía armo-
rl] zar en casi tod O CO rl la le crtsti.ana ‘~‘.
dad. Pero hay otras rayo raes que le pudieron animar a realizar esta trad ncc ió rl anotada
de la obra de Epicteto. Ya señalamnos en otra ocasión que los mno,nentos turbulentos y
atribulados por los que atravesaba su-persona por culpa de uit doble proceso inquisito-
rial que no cotíelu iría si ito con su -miíe- ríe~. ~loscorúzrusos ataques y críticas que recibía.
(le parte de enemigos personales como el níaestro Cuadrado y las repetidas multas de
que fue objeto durante toda su vida académica, también pudieron favoreccí su irjterés
Cf. Nl Mañas Nimes. «Ej jmj;iíon¡smíío clet Brocense» cml &iarc5mes dc la Encomienda cf clrr (cdi, Fi fionia—
íí.í-sni-rr ¡ lees <vI eh o IV Jrrrrr-odas - 1 níj ¡ ¡ to 00 m . - <y> — 1-79.
- -- 1/ 1 t ( <¡>/ rlcl U c la Ca Ile, lúcsrs-y-rr lrir-r~ráJic-r, Vida- profn¿rrmi-aí -y acrmdemico- te tYo.n-cílcrí Sá-rí-ch-cz de lo-a 5ro--
za . Madrid irt.r pp. 29<. 304. 314. 329. 33~ crí>
año tenemos certeza de que lee y comenta en clase a Epicteto: ahí está, en última ins-
tancia, eí germen del trabajo de traducción y anotaciones que consigue publicar al fin
en 1600. Tampoco habremos de olvidar, pues así lo manifiesta el traductor en la epís-
tola al Dr. D. Alvaro de Carvajal, que su última pretensión era presentar el hermana-
miento de las doctrinas estoica y cristiana en lengua vulgar para que tuvieran mayor
ámbito de difusión y, en sus propias palabras, «porque tan gran bien fuesse a muchos
comunicado»t y no sólo a los profesores y eruditos que leíany entendían las lenguas
clásicas.
Nos ofrece, en fin. El Brocense un «Epicteto cristiano». Es en el prólogo de su tra-
bajo y en las anotaciones propiamente dichas donde el humanista extremeño intenta
sienípre explicar las doctrinas estoicas de Epicteto maridándolas con las cristianas; se
trata de encontrar pata cad-a precepto estoico y pagano un texto bíblico, evangélico o de
alguna autoridad cristiana que demuestre que Epicteto fue un filósofo estoico, pero
también cristiano. Estaba siendo Sánchez de las Brozas extraordinariamente moderno
y demostrando, como en tantas otras parcelas del conocimiento, que esiaba en la van-
guardia del pensamiento filosófico y científico europeo. En eí prólogo, en efecto, cla-
ramente prográmatico, leemos las siguientes afirmaciones que, de algún modo, supo-
nen un avance de cuál va a ser su método de trabajo y~ en definitiva, una declaración de
intenciones;
«Nuestro Epicleto más sigue a los Stoicos y conforma mucho con las sagradas letras, y
tantoque. sí. de su doctrina sólo se Tntasse el hablar de los Dioses en plural, se parece al
Eclesiastés de Salomón ya las epístolas deS. Pablo y de los otros apóstoles. Ello es verdad,
que la verdadera felicidad humana no la pudo nadie entender en esta vida sin lumbre de Fe
infusa, como la tuvieron aquellos santos padres en el viejo testamentoy después los buenos
rhrístíanos en eí malevo. y utás clara. La bienaventuranza es la que esperamos: no la bus-
quemos en este niurído, como los filósofos antiguos. No obstante, que en la Iglesia militar
hay bienaventumados. pero todo va enderezado a la bienaventuranza futura y no dirá que se
llanje humana y desí.e mundo, Bien se declara esto en el Salmo que comienza Beati ínmacu-
latí rn viet qn.> amhníc,-rit ma lege dominé caminantes que caminan por la ley del Señor limpia-
mente, bien se pueden llanjar dichosos y bienaventurados. A este fin apunta Epicteto» Ir
ciente la lilosofía. como pensaban otras escuelas filosóficas, sino que se necesita tam—
bién la lu-z de la fe: estoicismo y fe cristiana es el tándem necesario para alcanzar la
auténtica felicidad, que. además, u-o será la de esta vida. sino la de la vida ultraterrena,
El propio Sánchez de las Brozas se alegra de haber sabido conjugar en su vida la fe cris--
tjana con eí sabe,r estoico d.c Epictei 0. lo que. según afirmación expresa. le ha llevado a
despreciar rodas las vatjidades de este niundo.a saber, las cosas que no dependen de
nosotros. jnuv e u la línea de las enseñanzas de Cristo y Epicteto:
«Dice [Epicteto) que son perfectamente eruditos los que en lodo avieso que les sstceda.
ni echa mí la culpa a si, rji a otros. Desros poco debe ayer y, sí ay algunos. soy yo uno delIos,
porcíue use sé revr después q>>e íeo a Epicteto de qs>anros pretenden cáthedeas. plazas. obis-
pados, preside <cias: y sé claro que todos estás> fuera d.e razón y véese claro por el pesar que
mmm estran q uan do caen de lo preí endí do. Lo cual no verátj Crí ini sólo tengo ¿migó rl reínord i —
micrmto de que vine <arde a lamí buen puerto. que teniem>elo agora sesenta y seys anos, río ha
más ele diez o d cree que vivo cd>m o ijonil>re: los damida años, aunqrse río han shlír rríuy perdí -
dos, t odaví a rl o se elile ren cia u nos clin del vulgo tic obispos y mímsisi ros dcl Rey, que, como
dice Horacio. 1 c>dos soíjjos irIsan-os y desea rríi nados»>.
Y esq u e, efect i “aro ente, aso> que abc> ca --val> esnos dicto que eslas lineas las debió de
escribir hacia 1589-- SC considera El Brocense un verdadero sabio, en el semjtído esioi-
Co y cristiano del término, por Ijabe r conseguido la tranquilidad. libertad y felicidad
supremas recuerda todavia, con cierto resquemor, los a ños y esfuerzos etrípleados en
conseguir su ansiada y sicmnpre esquiva cátedra dc gramnálica o en. eoujbatir los ataques
de sus enconados enemigos y las acusaciones, baladíes en su mayoría, de la Inquisí-
cíorj. Ya señaló Quevedo. qite tanto apreciaba la inteligencia del Brocense xs tan bien
conocía stts obras, que e>-> esí.e capitulo presumia el itumanísta extresneño de haber
conseguido ser un auténtico estoico:
«-El doctor Francisco Sámiehez de las Brozas, blasón de España en la Universidad de Sala-
rnarica, sc pree a de es terco er> cl corrí etuo que hizo al ca pi t rsí o Vii de Epicteto. Él lo di ¡O; YO
no mise atrevo a referir ss>s pal abras «‘Y
(jr,,<rlern-os-áe FI-kiup-¿j-(Yiásic<-
57 Escurriiov l;atívíos 408
2003. Vol - 23 Nñrri - 2 4o3 ---192
ManiveiMami-as Núñez Neoc,sro¿cis,uo español: el Brocense en Correar e Quevedo
de Epicteto. Para esta labor de traducción señala Bloher que El Brocense, aun sin dudar
de que tuviera delante el original griego, utiliza y sigue en numerosas ocasiones la sóli-
da traducción latina del Manual de Epicteto realizada en la segunda mitad dcl siglo XVI
63)<, sobre todo en los epígrafes que enca-
por ci humanista Jerónimo Wolf (Basilea, m5
bezan cada capítulo, tomados normalmente de esta traducción. No obstante, ello no
resta mérito a la excelente versión del profesor salmantino, que, como hemos señala-
do ya, tiende más a la traducción literaria que literal, siendo el texto resultante bastan-
te más amplío que eí original, precisamente por intercalar dobletes y glosas que acla-
ren eí sentido de Ial o cual término. Veamos cómo comienza el Enquiridión en la
traducción latina dc Wolf y cómo lo traduce El Brocense, sin duda del original griego.
para comprobar que. aunque en algún momento se pueda ayudar de dicha traducción
latina, en general ei trabajo de Sánchez es original, meritorio y hasta de prosa elegan-
te. Así dice la traducción latina deWolf:
Partitio recorte Pes quaedarn in potestate nostra sunt, quaedam non sunt. In nostra
potestate est opínio. appetítío. desiderím.í.m. auersatio et. ut uno complectar uerbo, quaelí-
bet nostrae actiones. Nostrí arbitrii non sunt corpus. pecunia, gloria. imperia; ad sumam,
ea quae ipsí non agiutus omnia -.
«Capitulo priutero.
De la división-, naturaleza y condición de las cosas y del uso deUas.
De todas quantas cosas ay, y se pueden considerar, unas son en nuestra mano y a otras no
sc estiende nuestrer poder. Están erj nuestra mano la opinión y el juycio de las cosas. y eí
apetecerías y procurarías, o el aborrecerías y huirías: y, para decirlo en una palabra. todas
las acciones que cern propiedad se pueden decir nuestras. No penden de nuestra voluntad el
cuerpo. la hacienda, r>í las honras ~ dignidades. y en suma aquellas obras que no proceden
de nosotros mismos
del texto de Epicteto. En ellas introduce Sá.r>chez de las Brozas conceptos y pensammen-
tos del humna.nist.a valencia no Jr>an Luis Vives y, por tanto, del Humar, ismo de cuño eras--
mrar~o’>: o criticas corjtra los «malos» gramáticos de su época y contra los lógicos deca-
demjtes de la Neoesco]ástica. como por ejemplo en la anotación al capitulo 54:
El caso es que Epicteto, por más que siguiera doctrinalinente a Crisipo, eí principal
sísternatizador del estoicismo, lógico ssatil e ingenioso polemista contra el escepticis-
mo de los académicos, no comnulgaba con su estilo pesado, oscuro y de difícil intelee-
crosj, lleno de prolijas dívisíonesy subdivisiones. detecnicismosyde neologismos. En
el original griego de Epicteto sólo se menciona el nombre de Crisipo; en cambio, en la
traducción del Brocense leemos lo siguiente:
«Si alguno. porque cuí iemsde y explica los libros dc Crisipo o de .árístóteles, tiene grave-
dad y fantasia, di tú Cutre ti: si Aristóteles no escribiera oscuro, no tuviera éste gravedad ni
arrogancia...»
~. Gonzalo Correas
Cf A. López Eirc. «l.:í mraduccióo quevcdesca del Manual de Epicteto». Actas de la IlÁcademia Liierana
Renacenii-sia, Salamanca 1982. PP 233 --243-
Don Francisco de Qucved.o y-Villegas. Obra> compleras. cd. E. Buendia, Madrid 1967.11. p. Sííb.
>4 Pmotomup¡ Qn Craicaro lcngímaro-gtamm-cmtici canonea ... autore Gonzalo Correa Ignigo, ininclutai Salmanticen-
sic Academiai gumnasil> Graicaroecí literanimn doctore.,., Salrnanticae, Excudcbat Petrus banus, areno í6oo.
«El Eríkiridión ele EpiL-teto lía Fabla dc Kcbcs. filósofos estoikos. traduzidos de Griego
en Kasíellarío por eí M - Gonzalo Korreas, karcdrátiko de propiedad de lenguas en la [ini--
versidad de Salarnanka, fronfornie al <irixinaí kc el rnesíj>o sakó Greko-Latirio, korrexido
enmendado, kon unas breves del<lar;í,ioííes i notas ¡U. e,eleremisi»co 5. Konde Duke.,. Ls>
63o ~
Salartíaímka. por Xaei mo [abc rrí e r. i>npreso r de la Uriiversidad, año de
Esta inistría noticia que plasmaba crí la portada. la vuelve a repetir cocí epigrafe «De
la traduzión» . que sigue a la «Vida tic Lp cl eto< . de contenido programnátíco:
~Q.Por esto i porke tiene buenos konscxos y rra,or>cs para anínjar 1 consolar a los onbres
de sus trabaxos, íe volví en kasíellano, para ke íe gozasen en Broníanze los freno saben Grie-
go ni Latín, mui a la letra, koríformc al. Griego. ke ió ennjendé de rímuxos orixinales ke xunte
para eíío i hí-ze ittpririiir Grcko—Latino fron rjjís anotaciones
C¡k <‘1 - tic AiiU cdi, Heleví-is ii--a- es¡ío-ñ-o les del siglo XV!!. ½l
a dr; U. Fond;íciít í; It» ¡ce ms ¡ la ría Español a mil 813. F>P -
rs.; Id T ebea da Cid Gíenzalo Correos, Arme CSssvetlo ‘yo Ci da 1 introd -. eU - y rsotamí. - .. It n¡versi Usid dv Sant ¡ago de
Comrpostel a 9134 pp >5 a6 Re> >cm>te níeol.e se lía publ>cado o os biografia de Correas dc puco taterés por M.
Si nche , 1 o pc ¡ ~Íaescro oazo lo Korreas- Pl rccri- li-iííisecn isia de ¿a Vero., .1 a ra¡ ¿ de la Ve rs .Asoei ac ¡ O o Socio -- ci; Ifí> ra 1
tlbispee Marie *00 t99
9
-‘ </ M Tsboeda t,íI op iii filo- 2< 5S.
%eibre 1 t ma>’> (<sin aa 1íííedc verse M. i ab>> íd it md op. cii-. pp A-isa-La tr;sd;ícciíiií sísotatia de Vpíc—
<cmo sc p cii>lico < iniCie (oc> su t <rl íímjio-ftíí- Cíí-.s rellane, (3> tcíízrícjmo c~a meílímnem oimevo- i pemfr>o . dikemga al Prieecípe Do,> Bol
£o-ao-r \ 5 ¡ e 1 tI0 O ce cml di Lp>
tiizIdem
es> ro
o e t<oo-zoleí
lo. lUdioKeirreím
U-e Sedes ~fclosa¡o
cia isisnc
s e esmíírcos.
cm; frasa
al dv Y51 ini>; señor
ilimstrii¡ino IsIícicíi e e. msp
Korciíe Duje,
res>:>
meadr dc
iízií¡-cei
ja Umoi
del—
Coegeí Co Cíefluí
versídaíl 63o
sí ella río píír
Sega¡ííiiísl;eedic¡íiu
el (scsi ini lar de 5~-taUn U, i 97<.
t¡ E Ile Xiidne$s. op. cá -. pp - 3~z-3~6; Lii. Pí;drigucz—San Pedro Be-canes. «El humnams¡sta Conemelcí Correas y
sim burí miel, e > salma; mOna (m 63>). Ap sra ce vale; a;- ¡ so » , Studi-o Ir-e scesr¿os. cm - 3. [fiarona Moclcevía., IV Cm 986) 93--> o> -
1, C <mm cas Lnkmríámeen ele Fp;kie>o, p -
El caso es que esta edición greco-latina que. según Correas, realizó e hizo imprimir.
resulta hoy día desconocida. Conjetura Taboada que «es posible pensar que el original
estuviese preparado para la imprenta, incluso con las licencias pertinentes, como
sucedió con el>4rte de ía lengua española castellana aunque, como éste, no se llegase a
imprinhir nunca»Sc,
Volviendo a la traducción anotada del Errquiridión. Correas reflexiona sobre la utili-
dad de este librito de forma, similar al Brocense, señalando la conformidad de sus con-
tenidos con las doctrinas cristianas:
«Desde ke io era íníui mozo i estudiava eí Griego antes de entrar en el kolexio Trilingue,
kc vino a mis mamas esle Manual en su lengua Griega, fui muí aficionado a Epicteto, pare-
c>endome su dotri iia muí konforme a la ke leía en los santos Evanxelios, ke para ser Xentil
ínepareziakeavía dicho mucho, 1 sise kítase del lo ke es Xentilidadihablar de la multitud
de Dioses i Xñpiter i lo duro de la Seta Estoica, no se diferenzíaria de lo ke pudiera decir
-le
~<Nuestro Epicteto más sigue a los Stoícos y conforma mucho con las sagradas letras, y
<anto que, si de su doctrina sólo se qxmítasse el hablar de los Dioses en plural. se parece al
5<.
Eclesiastés de Salomónyalas epístolas deS. Pabloyde los otros apóstoles>~
«Sí dicen que al cabo de mi vejez escrivo una obrecilla tan tenue yen romance, digo que
de poca o menos edad o de tanta devia ser Epicteto, quando sacó a la luz este tesoro de per-
las preciosas hablando en su lengua materna, que entonces era la más usada que avía en eí
mundo, aunque escribió en Roma, Ansi yo quise escrívír en mi lengua, porque tan gran bien
fuesse a muchos cornunicado»íí,
Porke 0< ro ke sc ¡ np ri cílió días a en vulgar fron glosas va jan apa rtaclo del orixinal Grie-
troharido . kc mío sí parc~c ¿el ve rda eje ro Epit em-u: i kreo ke ma>ás
go. ia ;ínidiei>díí. ¡U kitanído ~‘
se traduxo del Latín fre dcl Griego, pues no kareze dc los errores de los intérpretes lati --
ríos»
Y repite de nuevos las misereas opiniones al final de las anotaciones areles de comen-
zar la tra tIucció mí pro pian>ere te Cli cha:
«No e kerido notar los ierros de otras versiones. ni la gran diferenzia del he sahó el
Maestro Sáiichez, kuíí glosas, porke en hacia hapit ulo avía mucho ke enn>enda r i no fuera al
let urde provecho, ni si ivicra de más he cíe n>ostrar ió mi verdad i Fidelidad, Bastará kc se e
decíe os puro í verdadero. ¡ Sl. ¡ fi sic re. podrá lot esa r íaí ¡ diligencia lo n Le de los otros,
verá la diferencia i desengaño»
Y mao le fab aba razón a Gorízalo Correas. Si se> teoría de la traducción consistía, corno
él se> i suco nííarjil’icsta . Cn «decir puramente kon propiedad en nuestra lengua lo ke dice
la otra. sine a ñ edir ni hita r kosa ni regur>a » >, está claro que su traducción es mucho más
respetuosa con eí urigiríal griego que la del Brocense e incluso más correcta Filológica-
mc r> te desnie el pum <1<) dc mi sta de la anoderrja teoría dc la traducción. Así lo jeja ni Fiesta
En riquet a de ájidrés «es mejor traduccióra la de éste [Correas], se aje>sta exactamente
al texto griego, lijuitárídose a añadir exclusivamente lo que es irmaprescindible para que
(raed e claro en caslelia n o » . No obsrante. es ja r>í is nnea Leí crí i sta moderna pu ratital iza
«Sin embargo, y a pesar de que nos inclinemos por la traducción de Correas, no pode-
mnos negar que con frecuencia, en su afán de ajustarse al texto original, nos da una ver-
sion castellana poco fluida. y desde luego, nada literaria. Sin duda era un filólogo, no un
3~. Si a eso añadimos la peculiar ortografía que por convicción y deseo expreso
poeta»
del traductor presenta la versión de Correas, concluiremos que resulta realmente difí-
cilleerycomprenderel texto resultante. Veamos. como ejemplo, igual que hicimos con
la versión del Brocense, la traducción que ofrece Correas del primer capitulo y las ano-
taciones pertinentes, para valorarlas en su justo punto:
«Kapitulo pnimíecro.
De las kosas ke soma, unas están en nosotros, otras no están en nosotros, En nosotros
están la opinión, eí Apetito, eí Deseo, la Huida, í eíí una palabra, todas nuestras ovras, No
están en nosotros cl kucrpo, la posesión. las onrras, los mandos, i en una palabra. todas las
kosas he no son nuestras<~,
Esta versmon, en verdad, es mucho más ajustada al original y está más cercana a las
formas actuales de traducción; es más filológica y~ enfrentada con el texto griego y para
alguien que se inicia en la tarea de traducir a Epicteto al español, la traducción de
Correas, al ser tan literal, ayuda mucho más que la del Brocense. Asimismo, a los dis-
tintos capítulos, no a todos. les acompañan anotaciones; pero donde Correas cree
aportar verdadera originalidad y a lo que más importancia le da es al carácter literal de
su traducción, pues la anotaciones, en primer lugar. van todas juntas antecediendo al
texto de Epicteto y no tras el capitulo correspondiente, como ocurría con la edición del
Brocense; en segundo Iugary como muestra de que Correas no pone especial énfasis ni
interés en las anotaciomaes, suelen atender más bien a cuestiones filológicas y de realia
y rara vez exponen docirína filosófica: son, pues. más superficiales que las del Brocen-
se y carecen de la hondura filosófica que caracterizan a estas últimas. Leamos la anota-
ción que realiza al capítulo primero, una, por cierto, de las más largas:
«Komienza Epicteto dividieí>do las kosas í díze ke son nuestras propias las ke dependen
de nuestra libre voluntad. í las rreduze a fruatro, ke sonia opinión buena u mala de las kosas.
eí Apetito. el Deseo, la Huida. 1 diciendo de otra manera, están en nuestro poder el opinar
bien o mali xuzgarde las kosas, el apetecer, el desear, el huiro evitar lo ke nos pareze malo
y dañoso, Aunke en Castellano akellas dos, Apetito i Deseo, se podían rreduzir a una. porke
seabrazanyconticncnuna enotra, EnelGríego. ke son HorméyOreksis. aídíferencia, por-
que Hormé. ke volvimos Apetito. sinifika el movimiento kon ke nos arroxamos í avalanza-
ivCf. E. DeAndrés, Helee> ismas españoles riel siglo XVII. Msdrtd m 1313. ji 2i9.
~ U. Correas, Enkirídiórc, [e 3o, 9
3. Francisco Quevedo
Quien sí entendió >eclarneneíe las pretensiones del Brocense al publicar esta obra fue el
lúcido Francisco de Quevedo. Aparte de que Quevedo sintiese adnjiración íncondicional
por la grata talia intelectual de Sánchez de las Brozas. también es verdad que su Liotctetoí’
U. Correas.Enkceidcoo, lolo- í3 -
i- Epicteto e Pleocelrdes ea español íeen consonanres, con el origen de los Fstot cas y sí> de/inca cotí mro Plívmarco r lcr
deíji’ risa ele Fpmce;ríe eeíve ira la común opm rc¡n - Autor do>a Frsiai;iscu de Quevedo Villegas. - - A costa de Pedro Coellce,
Id ere:ed <e de libros. Madrid e Cí3~
sigue muy de cerca al del Brocense y por tanto se ve obligado a hacer una encendida
defensa de la tradtjceión de Sánchez frente a las objeciones y críticas de su paisano
Correas, Quevedo. en efecto, siguiendo la estela de sus antecesores, nos da las razones
que le han impulsado a hacer esta traducción y la opinión que le merecen las otras dos
versmones publicadas en España en poco njás de treinta años (la del Brocense y la de
Correas):
=sCondeseo de acertar en lección tan importante. y con el recato de quien trata joyas. he
vmsto el original griego. la versiónlatina, la francesa, la italiana, que acompañó el Manual con
eí comento de Sin>plicío. la que en castellano hizo el maestro Francisco Sánchez de las Bro-
zas, con argumentees y notas; la última, que hizo el maestro Gonzalo Correas, que en la diví-
smon de los capítulos sigue a Simplicio, que numera 79, empero el maestro Sánchez, cuya
división sigo. ínclm>yó los 19 y numeró úo capítulos, ami parecer con buena advertencia,
1 original
El maestro Correas blasona haber ordenado y enmendado muchos lugares ene
griego, que no reconoció Sánchez; en alguno se justifica; en otros se atribuye la razón que
no tiene. En esto remmdto eí juicio del letor a lo que le informan las dos versiones: hallará más
rígurosa y menos apacible la de Correas, y la de Sánchez docta y suave, y rigurosa en lo
importante. no en lo inepertineníe. En qué manera be usado de la inteligencia de todas estas
versmones, conocerá quien atendiere a la disposición de la mía. Micela en versos de conso-
nantes, porque el ritmnoyla armonía sea golosina ala voluntadyfacilidadala memoria»4,
Y deforma mucho njás breve y concisa, pero no menos exacta, declara en la epístola
dedicada a Don Juan de Herrera y que antecede a la traducción de su Epicteto:
«Hanle traducido en todos los idiomas doctisínjos varones, y en nuestra habla el maes-
tro Francisco Sámxcljez de las Brozas, y~ poco después, eí maestro Gonzalo Correas, con algún
rigor, más ajíastado al original, y por eso menos apacible. De las advertencias de todos he
procurado adornar esta versión, que hago en versos con la suavidad de consonantes, para
que sea a la menmoria apetito la armonia»4<,
Era lógico que Quevedo prefiriera la traducción más parafrástica de Sánchez de las
Brozas y sus comentarios filosóficos, mucho más ricos y profundos que los de Correas,
pues las aspiraciones del poeta no iban encaminadas a ofrecer al lector una traducción
fiel de Epicteto; ni siquiera aparece en el título el nombre de «traducción», tan sólo
Epicteto yPhoeilides en español con consonantes,,, Es decir, Quevedo no se propone una
traducción, lo que hace es una obra literaria nueva a partir de un modelo antiguo, en
este caso el Manual de Epicteto. esto es, una íínrtatio o. incluso, una acertiuíatio, pues
parece que quiera superar a su modelo, pero sin traicionare1 sentido y significado un--
ginales del texto tíente. Para ello, conjo nos anuncia en el capítulo «Razón de esta tra-
ducción», se hijo con buena parte de las traducciones y comentarios de la época.
incluidas las de Sánchez y Correas. El trabajo íiz>ai de Quevedo es lo que en la teoría
literaria clásica llamamos un «poema didáctico», Cilla idea de que los preceptos estom--
cos en conjunción con la doctrina cristiana suponen mío remedio para todos los vicios y
defectos hísmnanos, como íe dice a Don juamj de Herrera en la epistola ijicial:
~cEstos errores corrige la hiosolia esmoica. s¡ los perCecciona la cr¡stiasea,.. i.o que fervo -
rosarmíente encargo a van, es clac icse este tratado con asistencia de la Cro, de Crismo, mcdi -
tada por la doct ni mía de 1*» Saretos Padres, nivelándose por eí ejercicio por la Introducción o
/o- <¿do decotesr del Beato Franecisco de S;íles, . - o
-ti «Cierísmsecmstc cato tanm>poco parece acomitecer sin; razón algona sino que. como los médicos, cuando inten-
tan hacen Sornar a los ni ños cl asmiargo ajenjo, primero unían los bordes del vaso con el dulce y dorado licor de la
mmsiel para que la ingenua ceÑid dcl n>srchacho, hsrrlada sólo basta los labios, apurc cr>tre tanjo el amargo jugo del
ajcn]o, y engañada »o se> ma ejíeflo, amirca bicn dc csta manera resiablecida sc vigorice: sri yo ahora, ya que esta
doctrim>a parece ammeememsdee elemnasiado árida a quienes mus la Liare practicado, ye1 vuigo huye atemorizado lejos de
ella. he qsrerido expunerte eceestra filosofia con el armonioso canto pierio y. por así decir, ontario con la dulce
miel eje lsr poesia por ver si dc esta torma puedo cautivar tu ánimo con mis versos mientras contemplas cuál es la
figura que compoir y adunes temcla la ,íatsrralcza». traduccidm de 1. Roca Meliá. r. Leícrecio Caro, La naturaleza,
Madrid. 990.
Le (jf~ KA. BIchen, Op. e4., pp. 427-4’9.
<e- C¿/. 1.1.. Abellán, tlm~sio,-ia crítica miel pensamiento español. Tomo III. Del Barroco a la Ilustración <siglos XVII»
XVIII). Madrid >91313<. pp. 209 233, correspomsdiearees al capitulo titulado «El Neoestoicismo; Francisco de Que-
vedo». tij? también; l’tI, tiiimizález de la Calle, Quevedo píos dos Sénecas, México 5965: Raimundo Ltda. Prosas de
Quevedo Barcelona, m
913m ; A. Roíhe, Quevedo unel Seneca, Ginebra 1965; K. Krshbenhoft, Neoermo¿císmo y-género
popular. Salsrnsnca, Ediciosaes Universidad 200>,
t~ Ql el carteo entre íiresiim y Quevedo en A. Ramirez. Épi-smolario de Justo Liprio y los españoles (eS?’máod),
Madrid i 966.
« Qué ocupadas están las nísiversidades en enseñar retórica, dialéctica y- lógica. todas artes
para saber decir bien! Y qeJe cosa tan cm]lpahle es que no haya cátedras de saber hacer bien, y
donde se enseñe! los nítaesí ros (según esto) erese fiase lo cíue no sabe n.y los discipulos apren-
de» les que no les imníporta =-asi read e liare lo que babia de hacer. y el tiempo sne
1or se pasa
que}oso y mal gastado. y las canas baIlan tan >nocente el juicio como el primer cabello, y la
vejez se coí>oce más en las cnsfcrníedades y amigas que en eí consejo y puidencia. Pocos son
los ej<se hoy est<ni iaíe alg(i por si y por la razón>, y deben a la expe rienecia algomía verdad; que cao —
t¡vos en las cosas naturales de la autoridad de los griegos xdatinos, no nos preciamos sino de
creer lo <jeme dijeron; y asi niemecen los modernos nombres de creyentes corno e re los antiguos
de docicís, Coríteutárnoneos cori que ellos hayan sido diligentes, sin procurar ser nosotros >nás
que irnos testigos de lo qeie cllcss estud arone. Cualquier cosa qíse Aristóteles o Plaíórí dijeron
en filc,sofia, defendemos, no pr>rqmse sabeísmos que es así - sirio porque eílos lo dije romí, y aun
los neás río saben eso, sitio qese oven decir, o leen en otros que lo dijeron eííos,
Sea que esté versado en todos los libros degeneración, alnía y cielo y meteoros. y que
sabes defender todas las cuestiones problenreáticamnserete, di nne, ¿de qué te puede aprove-
char a ti sahce, si la geste ración es al te ración>. y si a la alteración se da íríovimnsierito; si la
níateria prima puede estar sin torma o no, y qué es, Y cuál; Y toda la confusa cuestión de los
ínstlivisilsles y entes de razón y universales, siendo cosas imaginarías, y fuera del uso de las
cosas no tocantes a las costeansbres ni república interior ni exterior, universal ni particular.
ye ere cuando las sepas, neo sabes tíada que a ti ni a otro importe a las mejoras de la vida, si
bien sirven a la cuestión escolástica? »
-e lo. Ynduráin. «Siebrc el pensamiento de Quevedo.>, en Beleccián de clásicos, Madrid 1969. p. m99.
Cf N Ala» nrc. «Qurvesdo, Erasnío vel Dr. Co nstanti no», en Nueva Revista dc Filología tlíspáísíea <m 953).
- Cf. KA. Bluiser, op. Ci>. pp. 4Am -432-
-- ¡<Quevedo. Lo nimio ,> Lo s-vpíeliiiro ted <‘Y Biícíie]ia), <ji 1009 el>
Enlaza. por tanto, Quevedo con la tradición humanística de Luis Vives y. sobre todo.
con la de Francisco Sánchez de las Brozas, que en sus Scholae dialecticae (1588) se había
pronunciado contra el principio ciego de autoridad, contra la ignorancia de los maes-
tros escolásticos, contra la problemática cuestión de los Universales, contra la llamada
logica modemorurít de la Neoescolástica y, en geríeral, contra toda la tradición aristoté-
lícaV. Nada de esto interesaba mucho al Brocense en su vejez ni a Quevedo, sino que
buscaban una moral práctica que ayudara al hombre al bien vivir y al bien morir: ello lo
encontraban en Sénecay. sobre todo, en el Manual de Epicteto.
Asimismo, ha señalado Ettinghausen, Quevedo se adhirió al Neoestoicismo, entre
otras razones, debido a diversas crisis emocionales, de concienciay de sentimiento de
culpabilidad que sufrió a lo largo de su vida: los ataques de sus enemigos literarios,
1 Indice de í63z,
principalmente los de Juan de jáuregui. la inclusión de su nombre ene
el período de su encarcelamiento en León entre 1639-1643. Consuelo y firmeza ante
todo esto debió encontrar Quevedo enel pensamiento Neoestoico. Yvolvemos a encon-
trar de nuevo concomitancias palpables con las circunstancias vitales que, según diji-
mos más arriba, llevaron al anciano Brocense a su afiliación neoestoica.
4. Conclusiones
- 14? Manuel Mañas Núñez, France-seo Sánchez de los Brozos, Lecciones de crítica díaléctica. Esiudro, ed. crittca,
erad,, míot cía e indices.., thi i-c rism 996.
«VM. tarríbién irme rasandará adísisa r si se inspríírse el Plauto de justo Lípsio. porque acá
es mesv deseado y n;imbión n]e mandará aduisar VM. en qué opinión es tenido allá la Mine
ron dcl Kl i2 Francisco Sánchez »
Es probable qiae sea el piopio J3roeeresc el que está jísteresado por los conienítarios dc
Lipsio a autores clásicos y que. entre estas remesas de libros que llegaban de la Europa
[suntíanista. le vinsiera a l¿es manos el escrito De constancio del Itolandés, que por estas fechas
disfrutaba va e rs España de gí-an lama. El caso es que río parece que El Brocense se carleara
cot> Li psi mI, si bies] a mijos co taucían reeiprocaruení e sus esbras. Creernos, e rí fis], que El Ero
ce<sse. con su traducción] Y come reíario de Epscteto, río sólo posibilitó al póblico en> general
el cesne oc it]siemi <O ti iretvt e, dcl Mtimt acm) en lttn>goa español ¿e. sino que con sus comentarios esta
b;5 crisí:iareizand o el siste srIa 1>30 cal estcsi cee, ere cos]sotianc>a COre la corrí ere te Ecoestoica
abarulerada ea> el restss (le Lo ropa por justo Lipsio. Esíaba, por tameto, bit rudtse endo cii
España el Necees t oiei s mo. «la va neguard i a» europea en nrí;tt eria étic¿e. Quiere nunca salió a
Eurcs pa. traia a España las míoveelad es doct fi siales y cie re ti ficas qís e estaba,> de nnod a en
Líe ropa. Y es sego ríe que amiles de consigí Lar por ese rito sus ideales neoestoi cos ere los
cori> e otarios a Lp i el eto. los llevaba entsefiasído en las as>las sal nuanítinasd tara nt e años. Abrió
las p ¡serías dc E te ropa a las rntesil es españolas, por más que mochos de sías enen] igos. rostí -
lrancisevnmsiz SI semveimsns Broeenesevrri San> Iminii mello seinit, cunss 5>0v>. antes, eolo. Pí-obitas et
eruditieí i>sri stiercr>eur ce te- cogí> imoní saltitare- tanse uncí, serÁ eollum ilí i irtutadevre ei pro <<<e
arsupíccci, lite Nl ereuriris. i liv ApcsUo ese Hispania e.uescivae atqíee. tÁt2uans-zmsuhosqsxecíet t
leatque ad sp/cutidas nerasqiíe sirtes: nec
1msc arnutis tamessírss, oC senísper. sed inugemí mis et>ane, isí
oh ree, Ile,re;ií líe e racteis! -
Pro u <use ia ba este el mígio 1 Ipsto e re e 6oo, año mii Sn] es en> el ijo e salió impreso el Ep~c-
teto cesIni e nl arIce del ane;ia n es exc renteñ is, ¿Qué meo d iria a ños más tarde cmi anido leyera la
última obra, y ej laizá s 1 ;e de más fa usa a corte> plazo. del Brocecese?