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1.

Las semejanzas entre los dos hombres


Los dos tienen el mismo deseo, pues ambos deseaban construir una casa como
así hicieron. Ambas construcciones se vieron sometidas a las mismas pruebas y
según parece no estaban lejos una de la otra porque fueron objeto de las mismas
condiciones adversas. Sin embargo, había algo que las diferenciaba: el
fundamento.

Vistas desde afuera no había distinción entre ellas, la diferencia se hallaba


debajo de la superficie. En realidad, lo que pretende Jesús no es mostrarnos la
semejanza, sino la diferencia, aunque aparentemente no era obvia a pesar de
existir. No se puso de relieve hasta que la construcción fue sometida a prueba.
En la actualidad cuando los ingenieros construyen un puente calculan el peso
que puede soportar, pero no lo abren al tráfico hasta que han comprobado que
realmente aguanta el paso de camiones cargados.

Lo mismo ocurre aquí, no se vio la diferencia hasta que llegó la lluvia torrencial
y el fuerte viento. La lección es clara: la desigualdad entre un verdadero
cristiano y otro que lo es en apariencia no es algo obvio externamente, ya que
sólo se evidencia cuando vienen las pruebas.

2. Las diferencias entre los dos hombres


Nos va a ser de ayuda observar lo que nos dice el pasaje paralelo de Lc. 6:47-49.
El hombre prudente excavó hondo para echar el fundamento, mientras que el
insensato no excavó nada, ni se ocupó de poner el fundamento.

1. Características del insensato.


La primera es que tenía prisa. Las personas insensatas siempre desean
hacerlo todo al instante porque no pueden esperar. El insensato es
impaciente, nunca se toma el tiempo necesario porque está más
interesado en los resultados inmediatos. Debía decir: "quiero disponer de
la casa en seguida, no tengo tiempo para hacer los fundamentos".
Tampoco está dispuesto a escuchar las instrucciones, no presta atención a
las normas que rigen para la construcción:

Lo mismo ocurre con las cosas espirituales que en este caso es no hacer
caso de las enseñanzas del Sermón que había dado Jesús. El insensato no
solamente tiene prisa o no quiere atender a las normas, sino que además
considera todo esto innecesario, porque lo que le importa son sus propias
ideas y no quiere ser instruido por nadie. Por último, el insensato nunca
examina las cosas en detalle ni se detiene a contemplar las posibles
eventualidades.

Construyó su casa sin fundamentos, sobre la arena, y no se preguntó por


los peligros que podría haber si se producía una eventualidad, como una
lluvia torrencial. ¿Os acordáis de aquel verano en que una fuerte lluvia se
llevó un camping en el Pirineo? ¿Cómo se les ocurrió poner un camping
en un torrente?

2. Características del prudente. El contraste es total con el anterior.


Cuando decide construir lo hace de manera sólida y duradera. Busca a
los expertos que le ayuden. Se toma tiempo y averigua todo lo que puede
sobre la mejor manera de tener una casa segura. No le importó prestar
una atención especial a los fundamentos porque no se contentó
solamente en cavar una zanja para cubrirla con piedras que sostuvieran la
casa o en buscar un terreno rocoso sobre el que edificar su hogar, sino
que ahondó y después de mucho trabajo tuvo terminado el fundamento.

Era la parte que no se veía, pero era lo más importante de todo el


edificio. Así ocurre también en la vida cristiana, donde nadie puede
poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo (1 Co.
3:11). Hoy más que nunca debemos señalar las diferencias entre aquellos
que llevan el nombre de cristianos, pues aunque externamente parecen
iguales, hay algo que les distingue: el fundamento sobre el que han
edificado sus vidas. Unos han edificado su cristianismo sobre una
determinada iglesia, otros sobre sus obras, otros sobre sus experiencias
personales, otros sobre sus emociones y prácticas espectaculares. Pero
solamente es un verdadero cristiano el que ha edificado su vida espiritual
sobre Cristo
.

3. Las pruebas someten a examen nuestra vida Contra aquellas casas vinieron el
mismo tipo de adversidades: la lluvia, los torrentes y el viento, los cuales
pusieron a prueba la robustez con que habían sido construidas. Mientras una
soportó todos los embates de las inclemencias, la otra no aguantó la prueba y se
vino a pique. Tanto si nos gusta como si no, seamos creyentes verdaderos o sólo
en apariencia, la evidencia de que nuestra vida tiene un sólido fundamento, sólo
es posible averiguarla cuando nuestra fe es puesta a prueba (1 P. 1:6-7).

Cuando vivimos vidas fundamentadas sobre Cristo y su obra en obediencia a su


palabra, practicando sus enseñanzas tal como están expresadas en estos
capítulos, seremos probados con muchas aflicciones o tentados con diversas
pruebas, pero aunque la virulencia de los embates sea muy fuerte, el edificio de
nuestra vida cristiana permanecerá firme. En ocasiones, serán los deseos de la
carne, los deseos de los ojos o la vanagloria de la vida los que intentarán
infiltrarse para destruirnos, los cuales serán usados por Satanás para derribarnos.
En otros casos, serán las enfermedades, los accidentes o el daño moral que nos
causen otras personas. Para resistir es necesario haber edificado nuestra vida
sobre Cristo.

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