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RECUPERADO EL 22-6-17

RESPONSABILIDAD DEL ABOGADO


Mosset Iturraspe, Jorge
Publicado en: LA LEY 01/01/2006 , 5 • LA LEY 2006-B , 1 • LLP 2006 , 747 • Responsabilidad Civil Doctrinas
Esenciales Tomo V , 1073
Sumario: SUMARIO: I. Por los errores científicos. — II. Por no informar sobre los riesgos del proceso. — III. Por no
analizar, al tiempo de demandar, la fuerza de convicción de los medios probatorios disponibles. — IV. Una solución
ingeniosa frente a la caducidad operada.
Cita Online: AR/DOC/40/2006

Una solución ingeniosa frente a la caducidad operada

Los casos de caducidad o perención de la instancia, atribuibles a la desidia del abogado interviniente, constituyen

uno de los capítulos más poblados de la responsabilidad de los abogados (10).

Precisamente la causa que motiva la sentencia que comentamos se funda en una caducidad de instancia. La

cuestión central es, en el terreno aludido, la prueba acerca del éxito de la acción perdida —realmente frustrada—

cuando ya no puede volver a iniciarse por haberse operado la prescripción de la acción. El abogado negligente o

sospechado de abandono pretenderá excusarse invocando que "se dejó estar", no activó la instancia, por cuanto la

demanda iba fatalmente hacia una sentencia de rechazo. El cliente alegará que el daño sufrido es equivalente a la

pérdida de "todo lo pretendido en el juicio". Y los jueces, por lo común, como no cabe esperar una sustanciación a

ese solo objeto —comprobar éxito o fracaso—, fallarán "salomónicamente", otorgando, como reparación del

perjuicio, la mitad de lo peticionado.

En el caso que nos ocupa —perención seguida de prescripción liberatoria—, el abogado supuestamente desidioso

logró convencer a los jueces que la causa no tenía destino favorable, marchaba al fracaso y de ahí su abandono.

Como consecuencia de ello, el tribunal lo liberó de la responsabilidad por la pérdida de la "chance" de lograr el

objetivo perseguido. Empero, y aquí estriba otro acierto destacable, juzgó que el abogado debía cargar con las

costas del juicio mal emprendido, por no contar con las pruebas necesarias, no haberlas evaluado en su momento,

antes de actuar, y no haber informado al cliente de la sinrazón del reclamo (11).

Reiteramos nuestra coincidencia y deseamos que, en los aspectos puestos de resalto, sirva de ejemplo como fallo

justo y equitativo.

(10) Basta consultar las obras corrientes en la materia: Trigo Represas, Alonso Pérez, Morello, Andorno, Acuña

Anzorena, Zannoni, Kemelmajer de Carlucci, entre otras.

(11) Sin dejar de señalar que, semejante alegación por parte del abogado, importa contradecirse, volver sobre sus

propios actos.

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