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En un rincón del escenario se encuentran los hombres y al frente las mujeres; estas últimas en un
instante deciden recorrerlo con aire provocador, lo que resulta llamativo para los primeros. Éstos ni
cortos ni perezosos según su caracterización, pronuncian sus nombres terminando con piropos con
los cuales buscan enamorarlas. Éstas respondiendo al “llamado” presentándose, agregan sus
respectivos ademanes, mientras se les aproximan y luego los rodean con el fin de “observarlos” de
mejor manera, momento crucial para cautivar y dejar pactada la primera cita.
En el centro del escenario se encuentran los hombres discutiendo sobre cuál es la mejor manera de
“conquistar” a una mujer (mientras tanto las mujeres asumen una postura de “chismosas” y hacen
gestos de sorpresa, burla, ironía); cada uno de ellos lo expresa según su caracterización. Terminada
dicha conversación, lo mismo hacen las mujeres manifestando cómo quieren ser conquistadas (por
su parte los hombres éstas asumen una postura de “chismosos” y hacen gestos de dominio,
menosprecio, control, manipulación). Al terminar tales “condiciones” se encuentran y se demuestran
todo lo contrario a lo expresado inicialmente. Posterior a ello los hombres se reúnen y se comporten
cómo les fue con el botín, lo mismo hacen las mujeres.
Tras declararse como “parejas”, cada hombre manifiesta sus “verdaderas” intenciones según su
caracterización, lo mismo hacen las mujeres asumiendo la condición establecida por su
caracterización; acto seguido los hombres proceden a convalidar su condición de “macho” en torno a
que “as mujeres no las entiende nadie”, las mujeres su condición de “hembra” sobre “lo difícil que es
entender a los hombres”.
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