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El anarquismo en los
orígenes del movimiento
obrero argentino Ilustraciones: Sergio Cena

Hernán Camarero
Historiador, docente de la UBA, investigador del CONICET. Autor de A la
conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la
Argentina, 1920-1935.

En una anterior nota publicada en Ideas de Iz- las primeras expresiones significativas de agru- mitad de la década de 1970 y publicada origi-
quierda advertíamos acerca de la necesidad de pamiento de los trabajadores en el momento de nalmente en 1978 en México. El libro, aún hoy,
estudiar los programas y objetivos, las estrategias la lucha: para ellos, implicó la adopción de una sigue constituyendo uno de los estudios más ri-
y tácticas, y las formas de organización y lucha conciencia de su propia conformación como su- gurosos y documentados acerca de “las raíces y
sindical, política y electoral, que el movimiento jeto social emancipatorio. las etapas” del despliegue del proyecto sindical
obrero y la izquierda exhibieron en su existencia Una reflexión en este sentido parece hoy muy anarco-comunista, es decir, sobre los inicios de
de más de un siglo en la Argentina. Asimismo, se- oportuna, a propósito de la reedición realizada la influencia y el crecimiento del anarquismo en
ñalábamos que al encarar una incursión hacia el en Buenos Aires en 2013 de una obra muy valio- el mundo obrero y sindical de la Argentina.
pasado, la del anarquismo podía ser señalada co- sa sobre el tema. Se trata de El anarquismo y el Tengamos en cuenta que, hasta la aparición
mo una estación inicial de ese proceso, en tan- movimiento obrero en Argentina, del historiador de este texto, la cuestión permanecía insuficien-
to esta corriente ideológico-política fue una de israelí Iaacov Oved, escrita durante la primera temente explorada. Por cierto, se contaba con »
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todo lo que ya había publicado el gran militan- ampliada”, en la que el PS sí se dispuso a interve-
te e historiador libertario Diego Abad de Santi- nir, le resultó indiferente. En cambio, fue la ten-
llán, a lo largo de varias décadas de labor, entre dencia más dinámica en el conflicto social y la
los cuales sobresalían sus libros ya clásicos: El asociación de los explotados en el momento de
movimiento anarquista en la Argentina y La la lucha. Especialmente, luego del progresivo oca-
F.O.R.A. Ideología y trayectoria del movimien- so de las expresiones individualistas y antiorgani-
to obrero revolucionario en la Argentina. A ello zadoras (algunas de ellas, partidarias de la acción
se sumaban relatos autobiográficos, libros, folle- terrorista o “propaganda por el hecho”), que se
tos o notas periodísticas aparecidos en medios oponían a la consolidación de formas organiza-
anarquistas, que sirvieron para una descripción tivas para la acción ácrata y no diferenciaban la
primera, en general desde una perspectiva au- propaganda general de aquella dirigida a la agru-
tocomplaciente. Desde el espacio académico, pación específica de los trabajadores, al tiempo
apenas se contaba con algunos estudios sobre que criticaban la lucha reivindicativa –por ejem-
la clase trabajadora durante el auge del modelo plo, la huelga– por considerarla escasamente radi-
agroexportador, en el que se esbozaban algunas calizada para enfrentar al sistema. Los periódicos
observaciones sobre la presencia anarquista en El Perseguido y El Rebelde fueron los principales
las organizaciones obreras del periodo (como aglutinantes de estos sectores (y también otros
los de José Panettieri, Hobart Spalding o Jor- más efímeros como La Anarquía, La Liberté o
ge Solomonoff). Quien sí estaba realizando una Cyclone). Este proceso fue luego también muy
obra de envergadura fue el historiador español bien examinado en una obra de carácter más
Gonzalo Zaragoza Rovira, que mucho tiempo contextual, Los orígenes del movimiento obrero
después produjo una obra clave sobre los tiem- (1857-1899), elaborada por el historiador Ricar-
pos más embrionarios del movimiento ácrata: do Falcón.
Anarquismo argentino (1876-1902). A pesar de este dominio inicial de los sectores
Inspirados en algunos de los resultados que antes mencionados, ya hacia mediados de la dé-
aporta la valiosa investigación de Oved sobre los cada de 1890 pudieron imponerse las concep-
anarquistas y su lugar en la constitución del mo- ciones de los “organizadores”, que se afirmaron
vimiento obrero, pero también en base a consi- un par de años después con el lanzamiento del
deraciones más amplias y diversas que van más gran periódico La Protesta Humana, luego con-
allá de los límites de esa obra, encararemos una vertido en diario bajo el título La Protesta. No
reflexión de conjunto sobre el tema. casualmente es la fecha de aparición de este ór-
gano de prensa, exactamente en junio de 1897,
El anarquismo surge como una la que Oved elige para marcar en buena medida
corriente de lucha de los trabajadores un punto de inflexión en el despliegue de la ex-
Comencemos señalando que las corrientes periencia histórica del anarquismo. Como bien
ácratas emergieron en la Argentina con la con- señala el autor, aquel hecho “hizo un aporte de-
solidación de una moderna economía capita- cisivo en lo que concierne a la consolidación
lista agroexportadora y la conformación de un de la tendencia que llevó a integrar el anar-
régimen burgués oligárquico, en el último cuarto quismo en las luchas sociales de la clase tra-
del siglo XIX. Anidaron dentro de una clase tra- bajadora argentina”, precisamente, el objetivo
bajadora en formación, cuya variedad y hetero- fundamental trazado en su libro. Fue a partir de
geneidad reprodujeron: clase aún fragmentada, allí cuando los militantes libertarios formaron
inmadura, sometida a la estacionalidad y movi- aguerridas organizaciones de las clases obreras
lidad de la fuerza de trabajo, surcada por el uni- y populares, lo que, en lo sucesivo, les permi-
verso de los oficios, el espíritu corporativo y la tió proyectar su hegemonía en los movimien-
extrema dispersión étnico-lingüística. En térmi- tos reivindicativos. En este sentido, resultó muy
nos ideológicos, las izquierdas presentaban una importante la incorporación al movimiento de
oferta bifronte: el espacio conformado en torno los españoles Antonio Pellicer Paraire, Grego-
a los principios anarquistas –que conocieron un rio Inglán Lafarga y José Prat y del italiano Pie-
fuerte impulso desde la década de 1880, con el tro Gori, entre otros cuadros militantes.
arribo al país de destacados teóricos y activistas
italianos como Ettore Mattei y Enrico Malates- El apogeo de una experiencia
ta–, y la menos variopinta corriente que se orien- Desde ese entonces, los anarquistas se con-
tó a la organización obrera y a la fundación de virtieron en una corriente orgánica del movi-
un partido de clase, el Partido Socialista (PS). El miento obrero, pero a la vez constituyeron a
contenido programático y posicional de estas iz- su alrededor un significativo tejido socio-cultu-
quierdas fue también dual. Un sector, el articu- ral, en torno a centenares de centros, círculos
lado sobre la base de las propuestas libertarias, y agrupamientos, bibliotecas y escuelas, grupos
expresó una cultura y una práctica de orientacio- teatrales y nucleamientos feministas, antimili-
nes revolucionarias. El otro actor, el PS, derivó taristas y anticlericales; además, una densa red
hacia el planteo de la reforma social y la integra- de órganos de prensa, especialmente en Bue-
ción al sistema político desde la conformación nos Aires y Rosario, aunque también presen-
de un partido que pretendidamente era a la vez te en pequeñas y medianas ciudades y pueblos
moderno, de ideas y obrero, apto para pugnar en del Interior del país. En las últimas décadas, va-
la lucha electoral y las lides parlamentarias. rias investigaciones, entre las que se destacan
El anarquismo careció de posicionamiento las de Dora Barrancos y Juan Suriano, atendie-
frente a los cambios y dilemas que se dirimían ron a estas dimensiones de análisis, explorando
en el campo político: la contienda entre un mo- las concepciones teóricas, ideológicas y morales
delo oligárquico y otro de “democracia burguesa existentes detrás de aquellas experiencias. Uno
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de los rasgos característicos de la cultura polí- la recurrente imposición del estado de sitio y la Nos parece que para pensar el progresivo de-
tica anarquista señalados es el cosmopolitismo sanción de dos grandes leyes: la de Residencia bilitamiento anarquista en el movimiento obre-
radical que la afectó y su extrañamiento y des- (fines de 1902), que permitía expulsar de mo- ro deben sopesarse otros elementos. El fuerte
conocimiento de la realidad nacional, factores do expeditivo a los extranjeros que perturbaran revés en la lucha de clases ocurrido en 1910 y
que le impusieron ciertos límites para una más el “orden público”; y la de Defensa Social (junio la indisposición ácrata para adaptarse a la nue-
profunda inserción en el medio local. En par- de 1910), que incluía la prisión o deportación a va etapa político-institucional iniciada en el
te, esto fue matizado con la emergencia de una quien hiciera propaganda a favor de una huelga, país no lo explica todo. Existían otros proble-
nueva generación de militantes, como Pascual utilizara banderas rojas, difundiera ideas anar- mas. En verdad, los anarquistas habían logrado
Guaglianone, Eduardo Gilimón, Arturo Mon- quistas o insultara a los símbolos patrios. un fuerte ascendiente en un período embriona-
tesano, Félix Basterra y Alberto Ghiraldo. Con rio del proletariado, en el que muchos de sus
ellos su inserción en el mundo plebeyo local se Las explicaciones del declive integrantes todavía resistían a la lógica del tra-
hizo aún más relevante. La derrota del Centenario fue un duro golpe bajo industrial, no lo aceptaban plenamente y
En 1901 fueron los libertarios quienes más para la FORA y el anarquismo. Asimismo, la pugnaban por encontrar márgenes de libertad
consecuentemente impulsaron la primera gran apertura del sistema político ensayada por el o, incluso, por abandonar su condición trabaja-
central de trabajadores del país, la Federación régimen, a través de la reforma electoral plas- dora. A partir de los años diez y, más claramen-
Obrera Argentina, luego de 1904 renombrada co- mada en la Ley Sáenz Peña de 1912, descolo- te, desde los veinte, esa situación fue variando:
mo Federación Obrera Regional Argentina (FO- có a un movimiento libertario encorsetado en el disciplinamiento se fue haciendo inapelable
RA). La organización, en su V Congreso (agosto rígidos planteamientos antiestatalistas. Uno en una sociedad urbana en creciente industriali-
de 1905), quedó estatutariamente embandera- de los historiadores que más reflexionó acer- zación, en la que comenzaban a imponerse nue-
da en los principios del comunismo anárquico, ca de las consecuencias de este proceso fue vas formas de explotación laboral que, merced a
por lo que de hecho se comportó como una enti- Juan Suriano, un destacado especialista en el cambios tecnológicos y un mercado de trabajo
dad de claros fines políticos. Esa fecha es la que tema, sobre todo a partir de la publicación en cada vez más competitivo, cercenaban la auto-
Oved eligió para cerrar el período de análisis de 2001 de su obra Anarquistas. Cultura y políti- nomía a los obreros y liquidaban los oficios ar-
su obra, pues entendió que fue entonces cuan- ca libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. En tesanales. Iba surgiendo una clase obrera más
do se aseguró el pleno triunfo de la orientación su visión, esta corriente no podía considerar- moderna y carente de legislación laboral siste-
anarco-comunista en el interior de aquella orga- se como una “tendencia obrera más”, pues era mática. Los incentivos estaban dados para la
nización obrera y se preparó una nueva fase de un movimiento cultural-ideológico menos po- generalización de las luchas reivindicativas en
expansión dentro del universo proletario hasta sible de ser entendido en términos clasistas y base a un poderoso sindicalismo industrial por
1910. La FORA, tal como lo analizó también el más bajo una característica popular indefini- rama. La negativa de lo que ya se conocía como
historiador Edgardo Bilsky tiempo después (en da. Expresado de otro modo, que el sujeto in- FORA V Congreso (tras la división de 1915) a
La FORA y el movimiento obrero, 1900-1910), terpelado por los libertarios habría sido más el aceptar esta realidad y a reconvertirse en esa di-
tuvo un desarrollo impetuoso durante esos años, de “pueblo oprimido” en un sentido amplio y rección, para preferir, en cambio, continuar co-
llegando a reunir durante sus momentos de au- heterogéneo que el de “proletariado”. Se trata- mo entidad federativa de débiles sociedades de
ge a varios miles de activistas y simpatizantes ba de una definición de raigambre culturalis- resistencia y gremios por oficio exclusivamente
dentro de sus sociedades de resistencia y otros ta que descentraba al anarquismo del universo anarquistas, fue condenando a esa corriente a
organismos populares. Desde 1902 acaudilló laboral-gremial, como si la FORA, por ejem- una creciente irrelevancia.
combativas huelgas generales, manifestaciones y plo, no hubiera sido el eje articulador de toda La voluntad revolucionaria de los anarquistas
luchas populares (como la huelga de inquilinos la experiencia ácrata. Por otra parte, en esta fue incuestionable: la heroica FORA y sus ague-
de 1907). Si bien ha sido mucho menos indaga- visión, ¿por qué era el año 1910 el del inicio rridas huelgas generales son un testimonio. Pero
do que este desarrollo urbano, hay que apuntar del “inexorable declive” de la empresa liber- también lo fue el hecho que diluyeron la poten-
que también hubo oportunidad, con el transcur- taria? Pues porque ésta habría mantenido su cialidad de los trabajadores como actor unificado
so de los años, para el despliegue de un anarco apogeo como expresión confrontacionista en en una orientación que no fue consecuentemen-
comunismo rural, a través de sindicatos de obre- tanto se ofrecía en respuesta a una sociedad te clasista ni logró sortear la intrascendencia del
ros agrícolas, colonias y cooperativas (tal como donde imperaba la cultura del conflicto, el movimientismo organizativo y que acabó blo-
lo evidencian los estudios de Adrián Ascolani y desarraigo, la explotación y la oclusión polí- queando la posibilidad de un desenvolvimiento
Jorge Etchenique, entre otros). tica. Decaídas estas improntas, el ocaso de es- político independiente de los trabajadores. Su de-
La amenaza anarquista al poder de la burgue- ta corriente ideológica habría sido inevitable. clamada lucha contra el poder del Estado se dis-
sía sufrió una constante represión estatal. Ello Es obvio que esta interpretación empalmaba persó en conflictos descoordinados, espontáneos
pudo verse en varios momentos de la lucha de con una posición que llegó a ser dominante y carentes de una estrategia revolucionaria eficaz.
clases, pero con mucha claridad durante la Se- en la historiografía referida a los años vein- El declive mencionado no excluyó, en los tiempos
mana Roja de 1909 o en los días del Centena- te y treinta. Es la que sostenía que expresiones siguientes, algunos fenómenos de resurgimiento y
rio, cuando el gobierno conservador permitió revolucionaristas como el anarquismo habían efímera recuperación de experiencias libertarias
que una turbamulta de civiles y policías narcoti- muerto en la sociedad de entreguerras al que- en geografías y períodos puntuales (por ejemplo,
zados por un patriotismo xenofóbico y antipro- dar virtualmente anuladas por una dinámica en la Semana Trágica o en las huelgas de Santa
letario aplastara la convocatoria de la FORA de ascenso e integración social: unos “sectores Cruz sangrientamente reprimidas durante el go-
a la huelga general del 18 de mayo, atacando populares urbanos” ganados por el ánimo de bierno radical). Ellas llegaron a prolongarse más
las sedes del movimiento obrero, en especial las la reforma social habrían desplazado las iden- débilmente hasta los años treinta y principios de
anarquistas. Los obreros libertarios también co- tidades obreras, así como a toda conciencia y los cuarenta, pero sin alterar la dinámica global
nocieron la persecución legal del régimen, con subjetividad antagonistas. de un retroceso constante.

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