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Ernesto soñaba con ir de

vacaciones a la playa, a la
montaña, pero… cuando
llegaron las notas de junio se
encontró con cuatro cates.
Fue terrible, su padre se puso rojo, luego echaba chispas y entonces cogió
del brazo a Ernesto, y le llevó a su cuarto. Le dijo que hasta el mes de
septiembre no se movería de la silla de su habitación.
Ernesto estaba estudiando y
se cansó de estudiar.
Buscó comida, no había.
Llamó a la gente, y como nadie
respondía, se fue a la calle.
Ernesto se dirigió al aparque de la
arboleda, para recordar lo que hacía
con su abuelo de pequeño…
Vió que la arboleda
había cambiado y la
vía del tren ya no
estaba.
Ernesto se encontró
a Marijuli que era su
compañera de
colegio, que le dijo
que unos obreros se
habían llevado la vía
del tren.
Ernesto le contó una
historia a Marijuli para
burlarse de ella, porque
Marijuli es muy repipi y
se burla casi siempre de
todos.
Se inventó que en un
árbol de la arboleda vivía
un hada buena, pero cuál
fue su sorpresa cuando
fueron a ese árbol para
llamar al hada, y ésta les
abrió la puerta,
diciéndoles que se llamaba
Rufina y que era el hada
del bosque.
En esos momentos,
Ernesto se desmayó.
Ernesto y Marijuli están en casa de Rufina. Ernesto abrió los ojos, y
vio a Marijuli sentada en una mecedora, leyendo una revista. Y a
Rufina con una bata de casa de color mostaza, preparando a Ernesto
una manzanilla.
Ernesto dijo:-¡Ejem! Y Marijuli se asustó, a Rufina se le cayó la
manzanilla y se manchó la bata.
Rufina dijo a Ernesto y a Marijuli que no tenía una visita desde hacía
60 años.
Sólo tenía a Carlota. Marijuli preguntó: -¿Quién es Carlota?. Rufina
contestó: ¡Es mi lavadora automática!
Rufina le ofreció chocolate con churros, y Ernesto y Marijuli
aceptaron su invitación. Pero como a Rufina se le había olvidado cómo
se hacen los churros, les puso tostadas.
Ernesto y Marijuli seguían
pasando el verano más
divertido que habían tenido
hasta ahora con el Hada
Rufina y sus chocolates con
churros.El hada ayuda a
una niña llamada Margarita
que le pide ayuda porque se
había perdido.

Como la casa de
Margarita estaba muy
lejos, decidieron coger el
autobús, que de repente
se queda sin frenos. El
hada, a última hora y para
evitar un choque, lo
convierte en gomaespuma
y así nadie se lastimó. Al
contrario, la gente se lo
pasó genial saltando,
brincando…
Y así, de esta
forma, llevaron a
Margarita sana y
salva a su casa
Estando Ernesto y
Marijuli en casa de
Rufina, llamaron a
la puerta. Eran los
pajes de los Reyes
Magos, que
estaban de
vacaciones. Venían
a pedirle a Rufina
ayuda para poder
repartir los
regalos, porque
con los camellos no
podían. Y tuvieron
una idea…
Se fueron a unas cocheras, donde se guardaban las locomotoras y vagones. Y se
llevaron la “1,2,3”. Como el abuelo de Ernesto fue maquinista, el niño sabía cómo
funcionaba y les enseñó.
La locomotora funcionó
cogiendo el carbón que
les iban a dar a los niños
malos. Cuando
consiguieron que
arracancara, los pajes y
los chicos llegaron a 100
km. por hora. Los pajes
terminaron su viaje
aparcando el vagón en la
orilla del río, se
despidieron de los
chicos, y les dieron las
gracias por haberles
ayudado.
Al terminar el verano, y con las clases particulares que dio Rufina a Ernesto, él
aprobó todo. Pero una mañana que los chicos fueron a ver al hada, se la
encontraron en la puerta de su casa con las maletas a su lado. Les estaba
esperando para despedirse de ellos.
Rufina se iba a otros lugares
para hacer cosas buenas y
ayudar a otras personas.

Rufina les dio un beso a cada


uno y con los ojos llorosos se
marchó. Ernesto se pensaba que
iba a ser un verano aburrido y
sin amigos, y al final resultó el
mejor verano de su vida y con
dos amigos más.

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