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Escrito por: Santiago Daniel Kemmerer

UNA NOCHE EN EL
ALCANTARILLADO
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Todos los personajes, hechos y suceso de este libro son pura ficción, cualquier
semejanza con la realidad es mera coincidencia

En una solitaria noche en la ciudad de Font, un joven llamado Nicolás, caminaba


tranquilamente, el era un chico, del que podría considerarse “normal”.
Claro que para su época, “normal” no existía, que si el racismo, si la inclusión, etc, etc.
El volvía de la casa de su mejor amigo, se reunieron a tomar algunas cervezas, ver una
película, hacer un asado, un torneo de PES®,lo de siempre, era una noche fría, su aliento se
volvía humo en las heladas calles, la luna estaba tapada por las nubes grises de la noche, el
viento no era el más gentil, las ráfagas frías chocaban contra la cara del pobre Nicolás,
mientras el solo se limitaba a respirar el frio aire que había en esas calles, mientras que la
llegada a su casa parecía eterna.
Nicolás poco a poco se quedaba sin batería en su celular por lo que decidió enviarle un
mensaje a su novia de que pronto estaría en su casa, y apagarlo.
Paso un rato y el silencioso sonido del viento se veía interrumpido por el sonido lejano de
unos pasos pesados, unos pasos que parecían acercarse cada vez mas y mas rápido hacia
él, siente como el sonido de la escarcha de la calle se va rompiendo mientras “eso” se
acercaba mas y mas, mirándolo fijamente, corriendo hacia él.
Nicolás apresuraba el paso, sabiendo que eso no sería suficiente, el viento se hacía más
fuerte y los pasos también, blanco denso empezaba a cubrir el césped.
La nieve contrastaba con la campera oscura de Nicolás, hasta que el ruido de los pasos
cesa, Nicolás, paralizado de miedo, decide darse la vuelta.
Delante de él, ve una de las escenas más horrendas que un ser humano apenas puede
concebir.
Una calle oscura, con farolas poco iluminadoras, y una intersección que da origen a 3 calles
más, pero no había nadie detrás de el.
Entonces… ¿Qué eran esos pasos que el oía acercarse cada vez más?
Nicolás empieza a correr como alma que lleva el diablo hasta su casa, mientras intentaba
tranquilizarse a si mismo pensando y repitiendo incesantemente a su cabeza:

—Nada de esto es real, no hay nadie detrás de mí, estoy solo, todo está bien —

Para el bien mental de Nico, llego a su apartamento, ya dentro de su departamento,


encuentra la luz prendida y una nota sobre su mesa, era una nota de su novia, en ella estaba
escrito:
-Amor, me vuelvo a mi casa, surgió un problema con mi madre, te quiero-

Nico, ya cansado, decide tomar un poco de agua y apagar la luz, cruzando el pasillo de su
comedor hasta su habitación, una extraña sensación lo hace mirar hacia la ventana.
Esta de mas decir, cuan horrida fue la sensación que le recorría por la espalda, al ver parado
en la calle, a un “hombre”, mirándolo directamente a los ojos.
Nico, decide enllavar su puerta y trabar las ventanas, y para mayor seguridad, ir a dormir
Junto con su perro.
A la mañana siguiente, Nicolás se despertó tranquilo, su perro dormía junto a él,
brindándole calor junto con su calefactor, la habitación estaba cálida, y el único frio,
provenía de la ventana que él había cerrado la noche anterior.
De ella, se podía observar a la calle, cubierta de un manto blanco de nieve, y el humo del
caño de escape de los autos, la gente abrigada y su aliento que se condensaba con el frio
del ambiente, y también, podía observarse una pequeña hoja marrón, aferrada a la rama de
un árbol, la ultima que había.
Sin querer abandonar aquel lugar del que surgió, aquella pobre hoja siendo forzada por el
gélido viento de fines de otoño.
Después de una intensa lucha, cedió ante la fuerza bruta del viento. Mientras se alejaba
volando, Nicolás comenzó a vestirse, al terminar acaricia a su perro, desconecta la
calefacción y se dirige a su baño.
Buscando en su botiquín, encuentra su enjuague bucal, su crema de dientes, su cepillo,
entre otras cosas.
Mientras se cepillaba, se empieza a sentir voces, voces… ¿de niños?
—Debo estar entre dormido — Se dijo a sí mismo.
—Nico… — — ¡Nicolás! — — ¡Aquí dentro! —
-¿Qué?- dijo en voz alta - ¿Quién es? —
-¡Aquí abajo!- Proveniente de dentro del lavabo.

Confundido, Nicolás, decide tomar una cinta métrica y comenzar a medir la profundidad, la
cinta toca fondo en los 30 CM, tocando algo viscoso, la sorpresa de Nicolás fue mayúscula
al ver que lo viscoso, eran un conjunto de coágulos sanguíneos con pelos y lo que parecía
ser… un pedazo de diente. Aunque, era demasiado, demasiado viscoso para que eso sea
sangre, o hasta un coagulo, mas parecía un pedazo de órgano…no se podría decir cual,
estaba muy deteriorado, parcialmente… ¿comido?
Nicolás empezó a desesperarse, el ataque de pánico era muy fuerte.
Demasiado, Las paredes se oscurecían, el piso se desvanecía y se volvían abismos
enormes, pura negrura, con manchas de rojo sangre muy intenso.
En lo que poco a poco, de su lavabo, una gran catarata de sangre y pedazos de lo que
parecía ser carne, explotaba hacia arriba, manchando las paredes y el techo, los ya no
gritos, sino ALARIDOS, de terror que daba Nicolás, podían escucharse a varias cuadras, y
probablemente kilómetros de donde vivía, su perro empezó a ladrar hacia la puerta del
baño, pero por desgracia estaba trabada, la garganta de Nico parecía que iba a romperse de
lo fuerte que gritaba, cuando las cortinas de la bañera se abren bruscamente, la rejilla se
rompe, saliendo de ella lo que parecían ser intestinos chorreando sangre y pus, los cuales
se encontraban en un avanzado estado de putrefacción, arrastrando a Nicolás hacia la tina,
empujando y manchando de sangre los brazos y piernas de Nicolás, creando en el ambiente
un olor nauseabundo, no solo a sangre, sino a alcantarillado, aguas grises, un olor a
podrido que por poco le hace perder la conciencia a Nicolás, de la nada, los brazos empujan
a Nicolás hacia la pared, sacudiendo todo su interior, haciéndolo escupir sangre, una sangre
muy oscura, algo se había roto dentro de Nicolás, cuando de la nada un brazo de lo que
parecía ser un hombre sale del lavabo, bloqueando la sangre, parecía una caricatura antigua
de la Warner Bros©, la boca del lavabo se abría estirándose de una forma físicamente
imposible, de la boca del lavabo, chorreaba cada vez mas y mas sangre y pedazos de
órganos junto con extremidades, algunas completas y otras con claras mordidas, algunos
les faltaban tantos pedazos de carne, que uno puede asumir que algo se los había estado
comiendo, extremidades de un color negro carbón, putrefactas y sulfurando tanto sangre
como pus, y algunos gusanillos que se retorcían en ellos, cuando del lavabo una figura
humanoide surgía, mientras que al mismo tiempo, el golpe que Nicolás recibió, no le
permitía moverse, ni siquiera decir nada, algo le impedía reaccionar, algo duro, a nivel del
abdomen, el alarido de miedo, paso a escupitajos de sangre. Cuando en la puerta empieza a
sentirse golpes y voces llamándolo, la mente de Nicolás se nublaba cada vez mas y mas, la
criatura se acercaba cada vez más, los escupitajos de sangre se volvían poco a poco
vómitos de lo que ya eran prácticamente coágulos muy oscuros, la cosa que se dirigía a
Nicolás, se acerco a su oído y le dijo, muy suavemente…

-Miedo-
Cuando de la nada la criatura vuelve a introducirse en el lavabo con una velocidad
vertiginosa, sin antes despedirse con una macabra sonrisa.
*La puerta es abierta por la patada alguien*.
Uno de los vecinos de Nicolás escucho los gritos y vino a ayudar.
-¡NICOLÁS!, ¡¡¿¿PERO QUE CARAJO TE PASO??!!-.
Ignacio (así se llamaba su vecino) descubrió que Nicolás tenía un pedazo de concreto
Incrustado en su abdomen.
-Por favor resiste, llamare al 911-

---30 MINUTOS DESPUES---

Doctor: - Mire, le seré franco, no tenemos la más mínima idea de cómo le sucedió esto,
ninguna de nuestras hipótesis, ni siquiera de la policía, puede explicar como Nico tiene ese
pedazo de concreto atravesado, o el estado de su interior.
Cuando vi su radiografía casi me retiro, tiene casi toda su caja torácica rota, creo que nunca
nadie sobrevivió a eso, las costillas le perforaron los pulmones, no podemos entender cómo
puede hablar, esto debería ser imposible, es como si algo hiciese que Nicolás no tuviera
nada, uno lo ve y no creería como esta por dentro. Dijo el doctor.
—Con respecto a su abdomen… —
Ignacio: — Por favor dígame que pasó… —

Doctor: — Pudimos remover el pedazo de concreto, por suerte ninguna de sus órganos o

huesos fueron afectados, solo su carne y algunos músculos —

Ignacio: — ¿Puedo entrar a verlo? —

Doctor: —Adelante, puede pasar —


(Ignacio camina por el frio pasillo del hospital).
—Agh, odio los hospitales — (decía con enojo y preocupación)-son muy deprimentes-
Decía Ignacio, mientras el aire acondicionado enfriaba los blancos pasillos del hospital,
mientras una enfermera y un doctor corrían presurosos a sala de emergencia.
Nacho, al fin llegaba a la sala de Nicolás

(Se abre la puerta de la sala de Nico)


Ignacio: —Por favor, Nico, decime algo — Nicolás: -Miedo… —
FIN Introducción.

Capitulo 1: eso está ahí…


Ya habían pasado 2 semanas desde que Ignacio había ido a visitar a Nicolás al hospital y lo
único que llegaba eran noticias de que su estado empeora y algunas indolentes gotas de
lluvias que caían en la ventana del dpto. de Ignacio, Ignacio aun intentaba encontrar una
explicación de lo que le sucedió a Nicolás aquel día, nada tenía sentido viéndolo desde el
punto de vista de un accidente, ni siquiera de un asalto, ¿que ladrón pudo haber sido tan
estúpido de haber entrado a su departamento, atacarlo, y no llevarse nada?, ¿además…
Ningún humano tiene la fuerza suficiente como para incrustar semejante pedazo de
concreto en el abdomen de una persona? ( ¿ o sí ? ).
Algo no cuadraba con todo esto, a Ignacio lo comenzaba a invadir una sensación extraña,
una mezcla entre odio, extrañez y miedo. Aunque, es mejor que sintiese eso, que sentir, lo
que hubiese sentido si llegaba tan solo 5 minutos antes. Lo malo, es que él no lo sabía.
Al otro lado de la ciudad había un joven llamado Frank, un joven huérfano, de tez un poco
morena, esbelto y con un largo cabello negro, el cual sus padres habían muerto, en extrañas
circunstancias, Frank, había crecido prácticamente solo, desde pequeño, fue criado por su
abuelo, y su abuelo, murió cuando el tenia 17 años, y lo único que había heredado de su
abuelo, era una vieja casa en el campo, la cual, usaba como lugar para inspirarse al
momento de escribir, pues él, soñaba con algún día, ser un escritor.
Constantemente tenia pesadillas con lo que parecía ser, un gigante en carne viva sulfurando
sangre por cada poro de su cuerpo y con ojos formados por sangre, pus y cadáveres, el
cual lo seguía por un campo mientras de fondo, se oían los gritos de los que él creía, eran
sus padres, los cuales le suplicaban que los ayudara, el gigante intentaba golpearlo con
cadenas gigantes oxidadas, algunas veces, el gigante lo atrapaba, a veces lo aplastaba con
sus cadenas y otras lo comía y destruía sus huesos poco a pocos y tomaba su sangre como
si un jugo Baggio se tratara, las pocas veces que el escapa en su sueño, se refugiaba en la
casa de su abuelo, en la cual era emboscado por un espantapájaros.
Ese sueño se sentía muy real, por lo que siempre despertaba sudado y agitado, algunas
veces, hasta llorando. El constantemente recordaba las palabras de su abuelo.

—En este pueblo, existe algo malo, este pueblo atrae las desgracias y la maldad, no puedo explicarlo,
pero siempre recuerda…la maldad, siempre es vencida, por el amor y la amistad —
Aunque no entendía a que se refería su abuelo, sabía que tarde o temprano, le serviría, no
sabía porque, el solo lo intuía.

En mismo instituto que Frank e Ignacio, estudiaba una chica llamada Carolina.
Carolina no era huérfana, Pero sus padres Vivian lejos, de vez en cuando los visitaba, pero
no era muy seguido. Más aun con la situación económica de su país, vivía en la residencia
de su escuela, no necesitaba pagar las cuotas, pues había conseguido una beca.
Ella, a diferencia de Ignacio, no era sociable en la escuela y no tenia amigas, se concentraba
mas en pensar sobre a que se dedicaría, ella pensaba en seguir ciencias políticas, una
carrera la cual la mantenía interesada de una forma particular, era una chica un poco baja,
de pelo negro y ojos verde esmeralda, con pecas, (algo que volvía loco a Nicolás).
Ellos estaban en la misma clase, pero solo Frank, Ignacio y Nicolás se conocían.
Se pasaban la mayor parte del día riendo y no prestando atención a las clases, excepto a la
de arte, en la cual enseñaba, Mrs.Dorothy, una mujer joven, de curvas pronunciadas, piel de
color bronce y un largo cabello castaño, demás esta decir que era la clase favorita de la
mayor parte de los chicos, ya finalizada las clases, se dirigían a un riachuelo que quedaba
cerca del campo de Frank, donde solían reunirse para matar el tiempo, beber y escuchar
música. En el caso de Carolina… bueno… ella solo volvía a la residencia a estudiar, y solo
se limitaba a ver a los chicos pasar en sus bicicletas atreves de la ventana.
Carolina, sufría constantes bromas pesadas y apodos de sus compañeras, que la tildaban
de asocial, e, irónicamente, zorra.
A lo que siempre contestaba: — O soy una zorra, o soy una asocial, decídanse —.

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