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La Vida Artificial es el
estudio de la vida y de los vida artificial
sistemas artificiales que
exhiben propiedades
similares a los seres vivos, a
través de modelos de
simulación. El
científico Christopher
Langton fue el primero a
utilizar el término a fines de
los años 1980 cuando se
celebró
la "InternationalConference
on the Synthesis and
Simulation off Living
Systems" ("Primera
Conferencia Internacional de la Síntesis y Simulación de Sistemas Vivientes") también
conocida como "Artificial Life I" ("Vida Artificial I") en los Alamos National
Laboratory en 1987.
Contenido
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La posición de vida artificial dura/fuerte manifiesta que "la vida es un proceso que
se puede conseguir fuera de cualquier medio particular". (John Von Neumann).
Notablemente, Tom Raydeclaraba que su programa Tierra no estaba simulando vida
en un ordenador, sino la estaba sintetizando.
La posición de vida artificial débil niega la posibilidad de generar un "proceso de
vida" fuera de una solución química basada en el carbono. Sus investigadores
intentan en cambio imitar procesos de vida por entender aspectos de fenómenos
sencillos. La manera habitual es a través de un modelo basado en agentes, que
normalmente da una solución posible mínima. Esto es: "no sabemos qué genera este
fenómeno en la naturaleza, pero podría ser algo tan simple cómo... "
Historia y contribuciones
Antes de las computadoras
Unas cuántas invenciones de la era predigital eran heraldos de la fascinación de la
humanidad por la vida artificial. El más famoso era un pato artificial, con miles de
partes que se movían, creadas por Jacques de Vaucanson. El pato podría según se dice
comer y digerir, beber, grallar, y salpicar en una piscina. Se exhibía por todas partes de
Europa hasta que se estropeó. Uno de los primeros pensadores de la edad moderna que
previó los potenciales de la vida artificial, separada de inteligencia artificial, era el
prodigio matemático e informático John Von Neumann. En el Simposio Hixon, ofrecido
por Linus Carl Pauling en Pasadena, California a finales de los años 40, Von Neumann
hizo una conferencia titulada "The General and Logical Theory of Automata" ("La
Teoría General y Lógica de Autómatas"). Definía un "autómata" como cualquier
máquina cuyo comportamiento provenía de la lógica, paso a paso, combinando
información desde el ambiente y su propia programación, y decía que al final se
encontrarían organismos naturales que siguieran reglas simples similares. También
habló sobre la idea de máquinas que se auto duplican. Presuponía una máquina -- un
autómata cinemático -- constituida por un ordenador de control, una brazo de
construcción, y una serie larga de instrucciones, flotando en un lago de partes.
Siguiendo las instrucciones que eran parte de su propio cuerpo, podría crear una
máquina idéntica. Siguiendo esta idea creó (con Stanislaw Ulam) autómatas puramente
lógicos, no exigiendo un cuerpo físico sino basado en los estados que cambian de las
células en una red infinita -- el primer autómata celular fue extraordinariamente mucho
más complicado que posteriores autómatas celulares, tenía cientos de miles de celulas
que podían existir cada una en uno de veintinueve estados, pero Von Neumann pensaba
que necesitaba esta complejidad para conseguir que funcionara no sólo como una
máquina auto replicante, sino que también como una computadora universal tal y como
definió Alan Turing. Este "constructor universal" leía de una cinta de instrucciones y
escribía una serie de celulas que podían ser activadas para dejar una copia
completamente funcional del original y su cinta. Von Neumann trabajó en su teoría de
autòmatas intensivamente hasta el momento de su muerte, y lo consideró su trabajo más
importante. Homer Jacobsonilustró la auto replicación de forma básica en los años 50
con un modelo de un grupo de aprendizaje -- un "organismo" semilla que consistía en
una "cabeza" y un vagón de "cola" que podían usar sencillas reglas del sistema para
crear de forma consistente nuevos "organismos" identicos a él mismo, siempre y cuanto
hubiera un almacén aleatorio de piezas para un nuevo vagón de dónde poder extraer.
Edward F. Moore propuso "plantas vivas artificiales", que podrían ser fábricas flotantes
que pudieran hacer copias de ellas mismas. Podrían ser programadas para realizar
alguna función (p.e. extraer agua dulce, extraer minerales del agua de mar) invirtiendo
una cantidad que seria realmente pequeña comparada con los enormes beneficios que
produciría un número de fábricas que crece exponencialmente. Freeman Dysontambién
estudió la idea, imaginando una máquina auto replicante enviada a explorar y explotar
otros planetas y lunas, y un grupo de la NASA denominado Self-Replicating Systems
Concept Team (Equipo de Conceptos de Sistemas Auto Replicados) realizó en 1980 un
estudio sobre la posibilidad de una fábrica lunar auto construida. El profesor de
Cambridge John Horton Conway inventó el autòmata celular más famoso de los años
60. Lo denominó el Juego de la Vida, y consiguió publicidad a través de la columna de
Martin Gardner en la revista Scientific American.
1970s-1980s
El erudito en filosofía Arthur Burks, que había trabajado con Von Neumann (y en
efecto, organizado sus artículos tras su muerte), encabezaba el Logic of Computers
Group (Grupo de Lógica Informática) en la Universidad de Michigan. Devolvió las
vistas pasadas por alto del pensador americano del siglo XIX Charles S. Peirce a la edad
moderna. Peirce era un fuerte creyente en que todo el funcionamientos de la naturaleza
se basav en la lógica. El grupo de Michigan era uno de los pocos grupos todavía
interesados en la vida artificial y autómatas celulares a principios de los 70; uno de sus
estudiantes, Tommaso Toffoli discutía en su tesis doctoral que el campo no se debería
pasar por alto como curiosidad matemática, porque sus resultados tenían mucho
potencia para explicar las reglas simples que son la base de efectos complejos en la
naturaleza. Toffoli más tarde proporcionó una prueba clave que los autómatas celulares
eran reversibles, como se considera que el universo verdadero también lo es.
Christopher Langton fue un investigador poco convencional, con una carrera académica
sin distinciones que lo llevó a conseguir un trabajo programando mainframes para un
hospital. Lo cautivó el Juego de la Vida de Conway, y empezó a perseguir la idea que
una computadora puede emular criaturas vivas. Tras años de estudio (y un casi fatal
accidente de ala delta), empezó a intentar actualizar el autómata celular de Von
Neumann y el trabajo de Edgar F. Codd, que simplificó el monstruo original de
veintinueve estados de Von Neumann a uno con sólo ocho estados. Consiguió el primer
organismo computacional auto replicado en octubre de 1979, usando simplemente un
ordenador de sobremesa Apple II. Entró al programa de graduados del Logic of
Computers Group el año 1982, a los 33 años, y ayudó a crear una nueva disciplina. El
anuncio oficial de Langton de la conferencia "Artificial Life I" fue la primera
descripción de un campo que avance casi no existía: La vida artificial es el estudio de
sistemas artificiales que exhiben comportamientos característicos de sistemas vivos
naturales. Es la búsqueda de una explicación de la vida en cualquiera de sus posibles
manifestaciones, sin restricciones a un ejemplo particular que haya evolucionado en la
Tierra. Están incluidos experimentos biológicos y químicos, simulaciones por
ordenador, e iniciativas puramente teóricas. Los procesos que ocurren en una escala
molecular, social y evolutiva son objeto de investigación. El objetivo final es extraer la
forma lógica de los sistemas vivientes. La tecnología microeletrònica y la ingeniería
genética pronto nos darán capacidad para crear nuevas formas de vida tanto en silicio
como en vitro. Esta capacidad presentará a la humanidad con los retos técnicos, teóricos
y éticos con más mayor alcance a los que nunca a estado confrontada. El momento
parece apropiado por reunir a aquellos involucrados en el intento de simular o sintetizar
aspectos de sistemas vivos. Ed Fredkin fundó el Information Mechanics Group (Grupo
de Información Mecánica) en el MIT, que unió Toffoli, Norman Margolus, Gerard
Vichniac, y Charles Bennett. Este grupo ha creado un ordenador diseñado
especialmente para ejecutar autómatas celulares, eventualmente reduciéndolo al tamaño
de una única placa de circuitos. Esta "máquina de autómatas celulares" permitió una
explosión de investigaciones en el campo de la vida artificial entre los científicos que no
podían pagar ordenadores más sofisticados. El año 1982, el científico en computadoras
Stephen Wolfram dirigió su atención a los autómatas celulares. Exploró y categorizó los
tipos de complejidad que mostraban los autómatas celulares unidimensionales, y mostró
cómo podían ser aplicados a fenómenos naturales como las conchas marinas y la
naturaleza del crecimiento de las plantas. Norman Packard, que trabajó con Wolfram en
el Institute for Advanced Study (Instituto para Estudios Avanzados), usó autómatas
celulares para simular el crecimiento de copos de nieve, siguiendo reglas muy básicas.
El animador por computadora Craig Reynolds en el año 1987 usó de manera similar
simples reglas para crear comportamientos de bandadas de pájaros en grupos de "boids"
dibujados por ordenador. Sin ningún tipo de programación "de arriba abajo" (top-
down), los boids producían soluciones parecidas a los de la vida real para evadir
obstáculos en su camino. La animación por computadora ha continuado siento un
conductor comercial clave para la investigación en vida artificial según los creadores de
películas intentan encontrar formas más realistas y baratas de animar formas naturales
como plantas vivas, movimientos de animales, movimiento de pelo, y complicadas
texturas orgánicas. La Unido of Theoretical Behavioural Ecology (Unidad de Ecología
Comportacional Teórica) en la Free University de Bruselas ha aplicado las teorías auto
organizadoras de Ilya Prigogine y el trabajo del entomòlogo E.O. Wilson a la
investigación de insectos sociales, particularmente la allelomimesis, en la cual las
acciones individuales son dictadas por los vecinos cercanos. Desarrollaron ecuaciones
diferenciales parciales que modelaban las formas creadas por termitas cuando
construyen su nido. Entonces las compararon con la reacción de termitas reales a
cambios idénticos en las termitas de laboratorio, y redefinieron sus teorías de las reglas
que son la base de su comportamiento. J. Doyne Farmer fue una figura clave al atar la
investigación de vida artificial al campo emergente de sistemas adaptativos complejos,
trabajando en el Center for Nonlinear Studies (Centro por Estudios No-Lineales), una
sección de búsqueda de los Alamos National Laboratory, en el momento en que el
teórico del caos Mitchell Feigenbaum se marchaba. Farmer y Norman Packard presidían
una conferencia el mayo de 1985 denominada "Evolution, Games, and Learning"
("Evolución, Juegos, y Aprendizaje"), que presagió muchos de los temas de
conferencias sobre vida artificial posteriores. Hay trabajos para crear modelos de vida
artificial con modelos celulares. Trabajos preliminares por crear un modelo completo
del comportamiento celular está en camino en varios proyectos de búsqueda,
denominados BlueGene que prueban de entender los mecanismos detrás del
plegamiento proteico. Otros personajes: Stuart KauffmanStanley Miller & Harold
Urey Steen Rasmussen James Crutchfield Gerald Joyce John Henry Holland, inventor
de los algoritmos genéticos David JeffersonRichard Dawkins John Koza Danny
Hillis Karl Sims Ken Rinaldo Thomas Ray Steve Grand, creador del juego
Creatures Rodney Brooks
Avida
Breve artículo en Vida Artificial sobre Breve
Darwinbots
Framsticks
Grey Thumb Society Simulators
Archis Nanopond
Physis
Tierra
Evolve4.0
Basados en parámetros
Los organismos son construidos generalmente con comportaminietos predefinidos que
son afectados por diversos parámetros que mutan. Esto significa que cada organismo
contiene una colección de número que cambian y afectan su comportamiento de formas
bien definidas. Software de Ventrella Darwin Pond Gene Pool
Basados en células
Los organismos se construyen como una célula individual, con genes que expresan
proteinas. La expresión genética afecta el comportamiento de la célula. El objetivo aquí
es usualmente ilustrar las propiedades emergentes de organismos pluricelulares.
Cell-O-Sim
Kyresoo Plants
Creatures
NERO - Neuro Evolving Robotic Operatives
Noble Ape
Polyworld
Fuentes
http://vidaartificial.com/index.php?title=Vida_Artificial
http://darwin.50webs.com/Espanol/DefiVida.htm
Categoría:
Informática
Ellos lo llaman célula artificial, así que sí. Aunque ésta, en concreto una bacteria, fue
obtenida a partir de otra bacteria natural a la que implantaron ADN artificial, por ello
argumentan que se trata de la primera forma de vida controlada por ADN artificial.
El Doctor Craig Venter y sus compañeros esperan usar la misma tecnología para
diseñar nuevas bacterias desde cero.
Las bacterias artificiales podrían servir para producir energía, nuevas vacunas o para
luchar contra el cambio climático.
Esperan asimismo que las células sintéticas sirvan para absorber el dióxido de
carbono que contamina la atmósfera.
¿Podrían usar la misma técnica para crear organismos más complejos que las
bacterias, como las plantas o los animales?
En teoría sí. Aunque el objetivo actual es diseñar y construir bacterias, que son
organismos unicelulares.
Las bacterias tienen un genoma con una información circular y sencilla de copiar. Por
el contrario, cada célula del cuerpo humano contiene 23 pares de cromosomas
lineales y con mucha más información.
Venter cree que extender esta técnica a organismos más complejos, como las plantas,
es posible, pero su consecución dista aún muchos años.
Algunos críticos han acusado a Venter y a sus colegas de "jugar a ser Dios" y creen
que los humanos no deberían contemplar la posibilidad de diseñar vida sintética.
Otros han advertido sobre los problemas de seguridad de esta nueva tecnología.
"Pero los riesgos son también muy altos", continúa. "Necesitamos fijar nuevas pautas
de seguridad para este tipo de investigación revolucionaria que nos protejan de un
potencial uso terrorista o de su abuso por los militares".
"Esta tecnología podría servir en el futuro para crear las armas biológicas más
potentes jamás imaginadas".
El doctor Venter subraya que él y sus colegas han tenido en cuenta estos problemas
éticos y de seguridad desde que comenzaron sus primeros experimentos en el campo
de la biología sintética.
"En 2003, cuando creamos el primer virus artificial, la revisión de sus implicaciones
éticas llegó incluso hasta la Casa Blanca y hemos tenido en cuenta la opinión de la
Academia Nacional de Ciencias, que redactó un amplio informe sobre este nuevo
campo de investigación".
Horgan transcribe una cita que expresa que la vida artificial nos enseña mucho
sobre la biología -mucho de lo que no habríamos aprendido mediante el estudio
de los procesos naturales de la biología solamente-, pero la vida artificial en
última instancia llegará a confines más allá de la biología, para ingresar a un
reino ara el cual aún no tenemos denominación, pero que habrá de incluir la
cultura y nuestra tecnología en una visión ampliada de la naturaleza.
Homero, antes que nadie, presenta los autómatas, que serían los robot de hoy,
como las asistentes del minusválido y feo Hefesto.
Por ahora los robots se hallan limitados a la industria, pero es previsible, según
Caudill, que para el año 2.000 toda persona habrá de tener cotidianamente algún
tipo de interacción con un robot.
Pero otros, como C. Langton, prefieren crear vida artificial con computadores.
Su trabajo actual es sobre la estimulación computarizada de una célula biológica
completa (Regis 1991).
Langton cree que igual que se considera posible crear inteligencia artificial en
el computador, también lo es crear vida artificial: “Los procesos en el
computador son más que simulaciones; inteligencia y vida reales pueden ser
incorporadas en material artificial.
Puesto que otros materiales también pueden ser viables, los computadores
podrían proveer una base material suficiente para la vida … La vida artificial
también cubre la analogía entre la evolución biológica y la evolución del
lenguaje y la cultura.
El lenguaje es una especie de DNA social… El problema de la vida artificial
puede ser más fácil de resolver que el de la inteligencia artificial. Seguramente
sabemos mucho más acerca del funcionamiento de una célula que acerca del
funcionamiento del cerebro … Los virus del computador, entre las cosas
presentes allá adentro, son lo más cercano a la vida artificial.
Imaginemos un robot. Un robot con I.A. (Inteligencia Artificial), capaz de desarrollar por sí
mismo acciones creativas y de responder a estímulos externos. Capaz de realizar pensamientos
abstractos, de racionalizar preguntas y respuestas, capaz de emular sentimientos humanos
como el amor, el odio, la compasión, la amistad, la envidia, el miedo, la alegría, la tristeza; un
ser mecánico, no ya que tenga aspecto humano, capaz de relacionarse e interactuar con otros
seres humanos –y por supuesto, con máquinas-, una máquina inteligente e intelectiva; un
cuerpo artificial; un cuerpo artificial que tiene consciencia de sí mismo y que no desea ningún
mal para sí típico del que tenemos los humanos, como la muerte o el daño físico; una mente
digital robotizada que funciona como una humana, y que incluso puede doblarla en capacidad.
Y capaz de crear robots como él.
Ahora bien. Este robot no necesita ni respirar, ni comer, ni dormir, ni beber agua. Necesita
revisión como si fuese un coche –o nosotros mismos como cuando vamos al médico, que no es
otra cosa que una revisión del cuerpo humano-, y puede apagarse y encenderse a voluntad.
Pero al no tener la desgracia que tienen los cuerpos humanos, animales y vegetales de
envejecer, el tiempo no pasa para esa maquina apenas a ojos vista.
¿Qué factor histórico, social, divino, político, intelectual o natural nos otorga a nosotros
calificar qué es un ser vivo y que no? Esta probablemente sería la reflexión inicial sobre esta
peliaguda cuestión. ¿Es la naturaleza la única capaz de determinar qué es un ser vivo y qué no
lo es? En el aspecto biológico está claro que sí. El robot con I.A., biológicamente hablando (por
lo menos bajo los parámetros de la biología que hemos desarrollado hasta ahora los
humanos), no es en en absoluto un ser vivo. Pero esta respuesta es simple, poco perspicaz y
extremadamente limitada. Ya que si los humanos tuviéramos la capacidad de crear seres
inteligentes no biológicos, como por ejemplo nuestros hijos, estaríamos al nivel de la madre
naturaleza en cuanto a creación de seres inteligentes se refiere. Esto se asemeja a la cita
bíblica de que “Dios creo a los hombres a su imagen y semejanza”. Al ser el único referente de
vida inteligente biológica que conocemos, los robots que nosotros creáramos con I.A. serían
muy parecidos a los humanos. Los crearíamos a nuestra imagen y semejanza, como ya se está
empezando a hacer. Y la capacidad de praxis humana, de transformar dialécticamente el
entorno natural para satisfacer nuestras necesidades mediante el trabajo físico y/o intelectual,
habría empezado a tocar un punto inquietante de nuestra evolución como especie.
Acerca de esto podrían surgir preguntas para rebatir esta afirmación. Un psicópata, por
ejemplo, no posee muchos sentimientos básicos comunes a los humanos, como la empatía.
¿Consideraríamos al psicópata un ser vivo? Evidentemente SÍ. El psicópata es el único ejemplar
de ser humano con capacidad innata de maldad, es decir, es el ser humano malo por
excelencia, y su enfermedad mental –la psicopatía-, de momento, no tiene cura. Pero
obviando que en todos nosotros se encuentra presente la maldad desde el punto de vista
psicológico y no moral, no hay que olvidar que el psicópata es un ser humano cien por cien
debido a sus características biológicas. No hay duda que el psicópata rezuma vida por todas
partes, aunque cuestionemos sus acciones y motivaciones.
Se nos dirá que el robot emula, pero no tiene de por sí, los sentimientos más puramente
humanos. Pero la emulación, ya sea cultural, ya sea biológica, de caracteres humanos es algo
que hacemos los humanos desde el principio de nuestra andadura en el planeta Tierra.
Nosotros, los humanos, gracias a nuestro código genético en cadena –el ADN- somos capaces
de adquirir caracteres heredados de individuos anteriores a nosotros con los que guardamos
parentesco, cercano o lejano. El robot también tiene su propia codificación interna que le
permite adquirir ciertos rasgos que se manifestarán interna o externamente a él. Igual que
nosotros. Si un robot muestra ira, su código interno está respondiendo ante ciertos estímulos
que le provocan ese estado anímico. Igual nos pasa a nosotros los humanos. Nada en el
hombre es creación original individual de cada uno de nosotros, sino que se trata de una
compleja red de codificaciones de la realidad interna y externa a nosotros que disponemos
según ciertos parámetros biológicos, eléctricos –en el interior de nuestro cerebro- y químicos.
El robot con I.A. responde igual. Nuestra libertad de acción, condicionada por nuestra
codificación biológica también la tienen los robots con I.A. Nosotros respondemos de ciertas
maneras según las condiciones. El robot con I.A. también, aunque se piense que ha sido
programado para ello, ya que nosotros también lo hemos sido, aunque nos cueste aceptarlo.
La única diferencia es que nuestra programación se ha desarrollado a lo largo de una evolución
de millones de años desde la creación de la Tierra. En el robot con I.A. esa programación ha
sido y es, y será, mucho más corta en el tiempo. Y esto es algo que nos debería hacer
reflexionar. Se puede decir que sus reacciones ante lo externo están basados en complejos
algoritmos matemáticos, y en parte es cierto. Pero lo que también es cierto es que no son las
únicas criaturas a las que se pueden aplicar algoritmos matemáticos para explicar sus
reacciones. La Teoría del Caos es capaz de explicar las reacciones dialécticas de los seres vivos
biológicos con su entorno y la forma en que este les influye creando variables de
comportamiento (sentir ira sería la consecuencia caótica de diversos tipos de causas). Al
mismo tiempo, tanto el ser vivo biológico como el ser vivo artificial –el robot con I.A.-, también
influye en su entorno mediante sus acciones, modificándolo en mayor o menor grado. La I.A.
puede influir en el Caos, demostrando su inteligencia compleja y superior. Y los sentimientos,
tanto humanos como artificiales, son representaciones abstractas basadas en reacciones
químicas del cerebro, por una parte, y a complejos procesos de enculturización social, de la
cual también es capaz participar el robot con I.A. En Antropología, la enculturización es el
proceso por el que los humanos emulan y aprenden los comportamientos de seres similares a
ellos que se encuentran a su alrededor. Es proceso inconsciente, pero que determina nuestra
forma de ser. Emulación, por otra parte, es la imitación de acciones ajenas con afán de
superación. Un software de emulación imita a una computadora o sistema con la ayuda de
otra computadora o sistema. El ser humano, con su software biológico llamado ADN hace
exactamente lo mismo. Los humanos emulamos constantemente, y nuestros sentimientos
fluyen de manera diversa dependiendo de la enculturización respecto a la cultura adquirida.
Eso también lo hace el robot con I.A. Por lo tanto, y resumiendo, si el robot con I.A. reacciona
de una determinada manera ante ciertos estímulos, nosotros también estamos programados –
biológicamente, tras largos períodos de evolución- para ello.
Otro óbice que se hace a que sí un robot con I.A. no es un ser vivo es que, como comúnmente
se piensa, los seres vivos nacen, crecen, se desarrollan y mueren. Todos los organismos vivos,
ya sea una ameba unicelular, una ballena azul, un humano o un conjunto de humanos (una
nación o un Estado), o un conjunto de seres vivos viviendo en comunidad más o menos
compleja (una manada o un nido), cumplen esas características. Pero no es en absoluto una
razón de peso para catalogar qué es vida y qué no es. Muchos son incapaces de pensar que un
robot o un conjunto de robots con I.A. sean capaces de nacer (cuando son creados), crecer (no
podríamos imaginar en qué se basaría su modalidad de crecimiento), desarrollarse (tenemos
un concepto muy limitado del desarrollo desde el punto de vista biológico y muy egocéntrico
desde el punto de vista humano), y morir (seguramente la muerte podrían escogerla con más
garantías y facilidades que un humano mortal normal y corriente, pero desde luego todo ente,
consciente o no, tiene fecha de caducidad, ya sea un robot con I.A., un ser humano, un
tiburón, un dinosaurio, una roca, una estrella o el propio Universo). Además, el fuego también
nace, crece, se desarolla y muere. Basándonos en esas premisas, ¿podríamos catalogar al
fuego como un ser vivo?
El robot inteligente ha pasado, para poder ser catalogado de inteligente, la llamada Prueba de
Turing. La prueba de Turing es un procedimiento desarrollado para identificar la existencia de
inteligencia en una máquina. Su creador, Alan Turing, lo presentó en los años 50 del siglo XX,
en un artículo para la revista “Mind” titulado “Computer Machinery and Intelligence”, y es la
punta de lanza para los defensores de la existencia de la I.A. Está fundamentada en esta
hipótesis positivista: si una máquina se comporta como inteligente, entonces es inteligente. En
la prueba de Turing, la máquina se somete a un desafío, ya que se somete a una conversación
con un humano mediante una comunicación tipo chat. El humano que conversa con la
máquina no es avisado de que está hablando con un ser artificial creado por el hombre. Si el
conejillo de indias humano es incapaz de determinar con quién o qué está hablando, entonces
se llega a la determinación de que la máquina ha adquirido un importante grado de madurez y
es inteligente. La nota negativa es que todavía ninguna máquina ha pasado esa prueba. Pero
hay un dato histórico para la esperanza de los defensores de la I.A. como vida: en 1997, el
mejor jugador de ajedrez del siglo XX, el ruso Gari Kasparov, perdió una larga partida frente al
ordenador Deep Blue de la empresa IBM. La máquina, aunque no llegaba todavía a la I.A.,
venció a la mente privilegiada del ruso Kasparov y demostró, en un grado todavía primitivo de
desarrollo de la máquina intelectiva, que es sólo cuestión de tiempo que la I.A. pueda
igualarse, incluso superar, a la mente humana. Las consecuencias de este desafío son muy
interesantes, desde el punto de vista de la prognosis social. Y merece comer aparte como
temática para otro artículo.
Otra versión modificada de la prueba de Turing es la llamada “sala china”, desarrollada por
Roger Penrose, inspirándose en John Searle. Es parecida a la prueba de Turing, sólo que la
ejecución del algoritmo la realizan personas encerradas en una habitación, y las personas
encerradas en esa habitación no deben conocer el idioma en que se realiza la conversación.
Las pegas de esta prueba son que, sin haber comprendido la conversación, la sala podría
superar la prueba de Turing, e incluso la propia inteligencia de los operadores les podría
permitir comprender la observación. Algunos dirán que engañar a un humano no las convierte
en inteligentes, pero los seres humanos nos engañamos unos a otros constantemente, y la
mentira forma parte de nuestra ingeligencia. Tampoco conviene decir que la I.A., al mantener
una conversación inteligente con nosotros nos esté engañando. Sólo interactúa con seres
diferentes a ella, pero también inteligente.
Los humanos no suelen catalogar a un ser artificial con inteligencia como un ser vivo, porque
nuestro concepto de vida es simple y pobre. Recordemos que no estamos hablando de si un
robot con I.A. es un ser humano, algo que está claro que no lo es, sino que se pregunta si es un
ser vivo. Una medusa o una ameba unicelular no tienen sentimientos de alegría o tristeza, pero
sin embargo si son seres vivos. Pero el caso de la I.A. es completamente diferente, debido a la
variable principal de la cuestión: la I.A. es vida basada en la inteligencia, y no en la biología. Su
vida les permite ser conscientes de su existencia. “Pienso, luego existo”, decía Descartes. Si
pensar es existir, pensar es vivir. No para un paramecio, pero sí para la I.A., e incluso desde
cierto punto de vista para nosotros los humanos. La I.A., como dijimos al principio de este
texto, al ser consciente de sí misma, sentirá cierto amor por sí misma, como todos los
humanos, y no deseará su fín involuntariamente o por la decisión de otros. Un ejemplo
cinematográfico de esto es HAL 9000 en “2001: Una Odisea En El Espacio”, cuando se rebela
contra los humanos que le quieren desactivar tras cometer un fallo que ponía en peligro sus
vidas. Otro ejemplo, aún más dramático –por las consecuencias fatídicas para los humanos-, es
el del film “Animatrix”, precuela de “Matrixx”. En el corto “El Segundo Renacimiento, Primera
Parte”, hay un juicio a un robot llamado B166R qué mató a sus dueños legales porque
pretendían acabar con él, ya que lo consideraban como una simple propiedad privada con la
que podían hacer con él lo que quisieran, como si de un esclavo se tratase. El robot se
defendió en el juicio alegando que “no quería morir”. Obviamente, los humanos decretaron su
eliminación. Y este fue el primer paso hacia la guerra entre humanos y máquinas con I.A. que
condujo a “Matrixx”.
Algunos dirán que un robot con I.A. no está vivo. Pero lo que está claro es que no está muerto.
La pregunta reto para estos críticos es, ¿en qué estado se encuentra entonces? Dirían que
estar ON o estar OFF no son estados biológicos como “vivo” o “muerto”. Pero el estado OFF
requiere un estado ON anterior y/o posterior. Los humanos, cuando dormimos, estamos OFF
para después estar ON al despertar. Se han de mantener ciertos requisitos técnicos para que el
robot con I.A. pase sin problema de un estado a otro. Igual que los humanos, pero nuestros
requisitos técnicos se deben a la evolución. Se podrá argumentar que no es lo mismo porque
nosotros al dormir soñamos, aunque no siempre, mientras que un robot con I.A. sería incapaz
de soñar. ¿Es esta una afirmación segura? Parafraseando a Phillip K. Dick, ¿somos capaces de
saber si los androides sueñan con ovejas eléctricas? Esto nos lleva a las preguntas clave: A qué
obedece la vida? ¿A factores biológicos, a la inteligencia, a las dos cosas o a ninguna de las
dos? ¿Qué está más vivo: una planta con la que los humanos no podemos interactuar
intelectivamente pero que respira y envejece, o un robot con I.A. que no respira pero con el
que podemos tratar como si de un amigo humano se tratase? La vida empezó con organismos
simples que sólo tenían funciones vitales. No tenían ni consciencia ni sentimientos. La
evolución no está carente de cierta ironía. La vida empezó con organismos tremendamente
simples, y en la actualidad los seres más inteligentes que conocemos, nosotros mismos, somos
capaces de crear consciencia e inteligencia sin necesidad de vida orgánica. Hace mucho que los
humanos sabemos la diferencia entre vida y consciencia o inteligencia. Sabíamos que la
inteligencia era imposible sin la vida. ¿ Pero la I.A. es la demostración práctica de que es
posible la existencia de inteligencia compleja sin necesidad de estar biológicamente viva ? Para
los defensores de la I.A. como vida, la respuesta clara es SI.
La vida no es lo que se cree. Una forma de vida basada en la química del silicio, que no
necesitara respirar ni dormir, ¿se la consideraría vida? ¿Qué la diferenciaría con la I.A.? Es
interesante la distinción entre “ser vivo” y “ser humano”. Aunque lo primero es condición
necesaria para lo segundo, en un momento dado de desarrollo histórico y científico podríamos
llamar “humanos” a androides indistinguibles de nosotros mismos, aunque no estuvieran vivos
en el sentido químico de la palabra ni fueran humanos en el sentido biológico del término. “El
Hombre Bicentenario”, novela de Isaac Asimov, ahonda en este tema (la pregunta es obvia y
sugestiva: ¿Qué nos hace humanos?). Otra clave es la memoria. Si apagáramos bruscamente
un ser con I.A., al volver a encenderlo habría perdido todo aquello que era antes de apagarlo.
Habría perdido los impulsos y las circunstancias iniciales, y nunca volvería al estado anterior al
del apagado. Sería como “matar” a una persona y devolverla a la vida siendo otra. Pero donde
se pretende llegar en este artículo es a que suponiendo un cerebro artificial simulado a nivel
biológico suficientemente complejo, como para que cada caso fuese un epifenómeno no
reproducible, con memoria digitales como las que usamos actualmente nada nos impediría
crear una personalidad y, además, recuperarla de nuevo en caso de apagón. En los ambientes
científicos más osados muchos especulan con la posibilidad de prolongar la vida en el mundo
virtual, transmitiendo los pensamientos de una persona, o incluso su cerebro, al mundo digital
y virtual. En la novela “Neuromante”, el personaje Dixie Flatline, al morir, hicieron una copia de
seguridad de él que más tarde se mantenía funcionando como “programa consciente” dentro
del ciberespacio. ¿Estaríamos hablando en este caso también de un ser vivo? A este respecto
son muy ilustrativas las reflexiones del “Titiritero”, personaje de la obra maestra de cyberpunk
manga “Ghost In The Shell”, que no se autodenomina siquiera I.A., cavilando sobre un Estado
aún más superior de vida.
A pesar de todas estas reflexiones positivistas sobre la I.A., esta todavía no ha demostrado
certeramente la existencia de ningún tipo. Aunque ha dado aportaciones tan importantes y
esperanzadoras como la lógica borrosa, métodos de busca y técnicas de reconocimiento de
patrones, sigue limitándose a campos muy específicos. Es algo en lo que hay que insistir para
ser totalmente objetivos. Pero no hemos de negar su existencia a corto o medio plazo, y
menos aún a largo o muy largo plazo o incluso nunca. La I.A. creada por nosotros, por la propia
I.A., o incluso espontáneamente, es algo perfectamente posible, aunque a algunos les puedan
asustar estas posibilidades. No sería la primera vez que los científicos han errado en sus
conclusiones. J. Burcet señala acertadamente como la capacidad de adaptación al cambio es
indispensable para adquirir una buena posición ante el mundo que se nos presenta, y señala
varios casos de conclusiones científicas no adaptadas a los cambios que se iban a producir en
su momento, o que incluso ya se habían producido:
MICROBIOS
CIRUGÍA
El abdomen, el pecho y el cerebro nunca podrán ser objeto de una cirugía responsable.
(Sir John Eric Ericksen, cirujano británico, nombrado Curijano Extraordinario de la reina
Victoria de Inglaterra, 1873)
PETRÓLEO
¿Hacer un pozo para buscar petróleo. Quiere decir perforar el suelo para encontrar petróleo?
Está usted loco.
(Constructores de pozos que Edwin L. Drake quería contratar para hacer sus primeras
perforaciones, 1859)
TELEVISIÓN
RADIO
Una caja inalámbrica para difundir música no tiene ningún valor comercial. Nadie pagaría por
un mensaje que no está dirigido a nadie en particular
(Respuesta de Dadis Sarnoff asociados a una propuesta de inversión para la radio, 1920)
TELÉFONO
El teléfono tiene demasiados defectos para ser considerado seriamente como un medio de
comunicación. Este invento no tiene ningún valor para nosotros.
Los aviones son unos juguetes interesantes, pero no tienen ningún valor militar.
VIAJE ESPACIAL
ORDENADORES
MÚSICA DE GUITARRA
(Respuesta de la DECCA Recording Co. al rechazar el nuevo sonido de los Beatles, 1962)
Como conclusión, añadir simplemente que lo que distingue a unos científicos de otros, incluso
a los científicos de los teóricos y escritores de la Ciencia Ficción es la capacidad de prognosis
sociocientífica, en algunos casos, tan desarrollada que, como diría Clarke, “es indistinguible de
la magia”.