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NACIONALIDAD Y CIUDADANIA

Carlos Maturana T.
Universidad de Concepción
2015

En el Capítulo II, la Constitución regula la nacionalidad y la ciudadanía, y se refiere


a algunos elementos esenciales de lo que denomina el sistema electoral público. Para
nuestro estudio, a esas materias agregaremos lo relativo a la Justicia Electoral, consagrada
en el Capítulo IX de la Carta.

A) NACIONALIDAD.

La nacionalidad puede definirse como el “vínculo específico que une a una


persona determinada con un Estado en particular, fija su pertenencia a dicho Estado,
le da derecho a reclamar la protección del mismo y la somete a las obligaciones
impuestas por sus leyes”1.

De esta manera, la nacionalidad es un vínculo jurídico y político que vincula a una


persona y a un Estado, y en virtud del cual se establecen derechos y obligaciones
recíprocas.

En nuestro sistema jurídico, y al igual que bajo constituciones anteriores, la


nacionalidad se regula en la propia Carta Fundamental, contemplándose en ella,
taxativamente, tanto las fuentes de la nacionalidad como los modos en que esta se
pierde, de manera tal que al legislador sólo queda desarrollar la preceptiva constitucional,
cuando así se dispone, y regular los procedimientos correspondientes, en su caso.

El mismo esquema utilizado por el constituyente es el que emplearemos en el


tratamiento de esta materia, es decir, distinguiremos entre las fuentes de la nacionalidad
chilena y las causales de pérdida de la misma.

Antes de continuar el desarrollo de la materia, debemos hacer presente que, en


materia de nacionalidad, existen determinados principios que se han ido estructurando, a
partir fundamentalmente del Derecho Internacional Público, y que resultan de particular
importancia. Así, entre los principales principios aplicables encontramos los siguientes:

- Toda persona tiene derecho a contar con una nacionalidad. El Derecho rechaza la
situación de las personas apátridas, es decir, que carecen de nacionalidad. Por ello se
consagra como derecho fundamental precisamente el derecho a una nacionalidad y, en caso

1
Enciclopedia Jurídica Omeba. Tomo XX, 1963, Buenos Aires, página 34. Citado por Verónica PASTORINI
RIQUELME, Pluralidad de nacionalidades en Chile y su comparación con otras legislaciones. Memoria de
prueba, Universidad de Concepción, 2004, pág. 16.

1
de no ser aplicable ninguna otra fuente de nacionalidad, el derecho a la nacionalidad del
Estado en cuyo territorio se nació2.

- Toda persona tiene derecho a cambiar de nacionalidad3.

También se señalaba, como principio, que toda persona tenía derecho a una sola
nacionalidad, es decir, en general no se aceptaba la pluralidad de nacionalidades. No
obstante, en nuestro sistema, y a partir de la reforma constitucional de la ley Nº 20.050, ese
principio se ha relativizado bastante, como tendremos oportunidad de examinar.

1. FUENTES DE LA NACIONALIDAD CHILENA.

El concepto de “fuentes” alude a los modos o formas en que la nacionalidad se


atribuye u obtiene.

No obstante que en doctrina se reconocen muchas clasificaciones de las fuentes


de nacionalidad (originarias y derivadas; individuales y colectivas; voluntarias, semi
voluntarias y forzadas, etc.), sólo haremos referencia a aquella clasificación que resulta
más directamente aplicable a nuestro sistema normativo, y que distingue entre fuentes
originarias y derivadas.

Las fuentes originarias, también llamadas naturales o biológicas, son aquellas que
atribuyen la nacionalidad por el hecho del nacimiento, distinguiéndose el jus (ius) soli (o
derecho del suelo) y el jus (ius) sanguinis (o derecho de la sangre). El jus soli atribuye a la
persona la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nace; en cambio, el jus sanguinis
atribuye a la persona la nacionalidad que los padres tienen al momento del nacimiento,
independientemente del lugar en que este último ha ocurrido.

Las fuentes derivadas, legales o adquiridas, por su parte, asignan a una persona la
nacionalidad de un Estado en razón de circunstancias posteriores al nacimiento. En nuestra
Constitución se consagran la nacionalización por carta y la nacionalización por ley.

Debe tenerse presente que la Constitución chilena sólo puede determinar quienes
tienen la nacionalidad chilena, pero no le es posible atribuir la nacionalidad de terceros
Estados. Quienes no tengan la condición de chilenos para nuestro derecho serán
simplemente extranjeros, y su nacionalidad efectiva, si la tienen, deberá ser determinada
por aplicación de los otros ordenamientos jurídicos que resulten pertinentes. Por ello, el
artículo del Código Civil prescribe que “Son chilenos los que la Constitución del Estado
declara tales. Los demás son extranjeros”. De este modo, entonces, los apátridas son
también extranjeros para nuestro sistema normativo.

2
Pacto de San José de Costa Rica, artículo 20, números 1 y 2.
3
Pacto de San José de Costa Rica, artículo 20, número 3.

2
1.1. Fuentes originarias en la Carta de 1980.

a) Jus soli.

El artículo 10 de la Constitución dispone que son chilenos:

“1º.- Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de


extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los
hijos de extranjeros transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán optar por
la nacionalidad chilena”.

De este modo, para adquirir la nacionalidad chilena por esta fuente es necesario que
se cumplan los siguientes requisitos:

1.- Nacimiento. Según el artículo 74 del Código Civil, el nacimiento se produce


cuando la criatura se ha separado completamente de su madre y ha sobrevivido a esa
separación al menos un momento4.

2.- Que el nacimiento se haya producido en el territorio de Chile.

El concepto territorio debemos entenderlo en el sentido que se le da usualmente en


el Derecho Internacional, es decir, comprensivo de todos aquellos espacios donde el Estado
ejerce plena soberanía, donde aplica íntegramente su ordenamiento jurídico.

De esta manera, el territorio nacional comprende la superficie terrestre y su


subsuelo; el mar territorial, el lecho marino y el subsuelo del mar territorial; y el espacio
aéreo situado sobre la superficie terrestre y el mar territorial5.

Ahora bien, junto a los espacios anteriormente indicados, que en su conjunto se


denominan territorio real o físico, la doctrina internacional reconoce ciertos bienes a los
cuales designa como “territorio ficto o ficticio”, por cuanto se asimilan al territorio real, sin
serlo. Hoy en día esta teoría del territorio ficticio tiende a ser sustituida por la doctrina
4
La citada disposición establece que “La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al
separarse completamente de su madre.
La criatura que muere en el vientre materno, o que perece antes de estar completamente separada de su madre,
o que no haya sobrevivido a la separación un momento siquiera, se reputará no haber existido jamás”.
5
El artículo 593 del Código Civil dispone que El mar adyacente, hasta la distancia de doce millas marinas
medidas desde las respectivas líneas de base, es mar territorial y de dominio nacional. Pero, para objetos
concernientes a la prevención y sanción de las infracciones de sus leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de
inmigración o sanitarios, el Estado ejerce jurisdicción sobre un espacio marítimo denominado zona contigua,
que se extiende hasta la distancia de veinticuatro millas marinas, medidas de la misma manera.
Las aguas situadas en el interior de las líneas de base del mar territorial, forman parte de las aguas interiores
del Estado”.
Y el artículo 596 agrega que “El mar adyacente que se extiende hasta las doscientas millas marinas contadas
desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, y más allá de este último,
se denomina zona económica exclusiva. En ella el Estado ejerce derechos de soberanía para explorar,
explotar, conservar y administrar los recursos naturales vivos y no vivos de las aguas suprayacentes al lecho,
del lecho y el subsuelo del mar, y para desarrollar cualesquiera otras actividades con miras a la exploración y
explotación económica de esa zona”.

3
de las inviolabilidades diplomáticas y de la inmunidad de jurisdicción 6, no obstante lo
cual, en la materia que tratamos, los efectos de una y otra son los mismos.

Así, se consideran como parte del territorio nacional:

- Las naves y aeronaves públicas, es decir, del Estado, en cualquier lugar en


que se encuentren7.
- Los edificios de las embajadas y legaciones diplomáticas.
- Las naves y aeronaves privadas, de bandera chilena, que se encuentren en
el territorio del Estado o en, o sobre, según el caso, la alta mar8.

Debe señalarse que el jus soli es una fuente imperativa, por cuanto, concurriendo los
requisitos indicados, se atribuye al recién nacido la nacionalidad chilena
independientemente de la voluntad de los padres, y sin que pueda rechazarse.

Excepciones al jus soli.

Según lo dispuesto en la norma antes transcrita, hay ciertas personas que, no


obstante nacer en territorio nacional, no se van a considerar por ese sólo hecho como
chilenos.

En esa situación se encuentran:

1.- Los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su


Gobierno.

Para configurarse la excepción se requiere, en consecuencia, que se haya producido


el nacimiento en el territorio nacional; que ambos padres sean extranjeros; y que al menos
uno de ellos se encuentre prestando servicios a su Gobierno.

Todos estos requisitos deben darse al momento del nacimiento, sin importar las
situaciones anteriores o posteriores al mismo.

Ahora bien, se ha señalado que el extranjero debe encontrarse prestando servicios al


Gobierno del Estado cuya nacionalidad posee; ese sería el sentido de la expresión “su
Gobierno”9.

Además, se sostiene que la voz Gobierno debe entenderse referida a los órganos
encargados de las sub funciones ejecutiva, administrativa y política, es decir, en el mismo
sentido que la emplea el Capítulo IV de nuestra Constitución; y no como referencia a todos
los órganos del Estado10.
6
MOLINA GUAITA, Hernán. Derecho Constitucional, edición 2006, obra citada, página 107.
7
Seguimos en este punto a José Luis CEA EGAÑA, Derecho Constitucional Chileno, obra citada, Tomo I,
página 294.Según algunos autores, el concepto se restringe sólo a las naves y aeronaves de guerra.
8
Id. anterior.
9
MOLINA GUAITA, Hernán. Derecho Constitucional, edición 2006, página 109.
10
CEA EGAÑA, José Luis. Derecho Constitucional Chileno, obra citada, Tomo I, página 295.

4
2.- Los hijos de extranjeros transeúntes.

En esta excepción se exige también el nacimiento en el territorio y que ambos


padres sean extranjeros, al igual que en la situación anterior, pero se agrega que los
padres sean transeúntes.

La calificación de transeúntes alude a aquellos extranjeros que sólo se encuentran de


paso en el país, cuya estadía es meramente transitoria o accidental, sin el ánimo real o
presunto de permanecer en el territorio del Estado de Chile.

Derecho de opción.

No obstante lo expresado, en cuanto a que las personas nacidas en las condiciones


indicadas no tienen la nacionalidad chilena, a quienes se encuentran en alguna de las
situaciones de excepción mencionadas la Carta les reconoce el derecho a optar por la
nacionalidad chilena, es decir, les permite invocar su nacimiento en el territorio como
fuente de nacionalidad chilena.

Esta opción es un derecho para la persona, por lo cual la adquisición de la


nacionalidad chilena no queda sujeta a la decisión de la autoridad, y, además, es de libre
ejercicio.

Ahora bien, para que se adquiera la nacionalidad chilena, la opción debe ser ejercida
en ciertas condiciones, previstas en el D. S. Nº 5.142, de 1960, del Ministerio del Interior,
que fija el texto refundido de las disposiciones sobre nacionalización de extranjeros, y que
son las siguientes:

- El interesado debe hacer una declaración expresa en el sentido que opta por la
nacionalidad chilena.

- La declaración debe efectuarse dentro del plazo fatal de un año, contado desde que
la persona cumple los 21 años de edad.

- La declaración debe hacerse ante el Intendente o Gobernador respectivo, en Chile,


o ante el Agente Diplomático o Cónsul de la República en el extranjero.

- El interesado debe acreditar fehacientemente que se encuentra en alguna de las


situaciones de excepción.

Efectuada la opción, la persona adquiere la nacionalidad chilena por jus soli.


Cabe precisar que, en nuestra opinión, la persona es chilena por nacimiento, pero no desde
el nacimiento, sino desde la opción, es decir, la adquisición de la nacionalidad no opera
con efecto retroactivo11.

11
En sentido contrario, es decir, que se es chileno desde el nacimiento, José Luis CEA EGAÑA, Derecho
Constitucional Chileno, Tomo I, obra citada, página 295.

5
Además, por el hecho de adquirir la nacionalidad chilena entendemos que no se
pierde cualquier otra nacionalidad que la persona pudiere haber adquirido con anterioridad
a la opción, ya que la Carta no exige renunciar a la eventual otra nacionalidad que se
tuviere.

b) Jus sanguinis.

Se encuentra consagrado en el artículo 10 Nº 2 de la Carta, que dispone que son


chilenos “los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero. Con todo, se
requerirá que alguno de sus ascendientes en línea recta de primer o segundo grado, haya
adquirido la nacionalidad chilena en virtud de lo establecido en los números 1º, 3º ó 4º”.

Esta redacción fue fijada por la reforma constitucional del año 2005, que sustituyó
las dos fuentes de jus sanguinis que reconocía el texto original por la fuente única que
acabamos de transcribir.

En cuanto a los requisitos para que opere, tenemos los siguientes:

1.- La persona debe nacer en el extranjero, es decir, fuera del territorio del
Estado de Chile, ya que en caso contrario se aplicaría la fuente del jus soli.

2.- Se requiere que cualquiera de los padres sea chileno, por cualquier fuente.

3.- Se exige, además, que cualquiera de sus ascendientes en línea recta, en


primer o segundo grado, haya adquirido la nacionalidad chilena por jus soli, por carta
o por ley, es decir, por una fuente distinta del jus sanguinis.

Cabe señalar que este último requisito lo puede cumplir uno de los padres y, en caso
de no ser así, se recurre a los ascendientes.

Todos estos requisitos deben existir al momento del nacimiento, siendo irrelevante,
para efectos de la nacionalidad, las situaciones de sus padres y abuelos antes y después de
dicho evento.

La finalidad del tercer requisito mencionado es evitar que la nacionalidad chilena


se pueda transmitir en el extranjero, por el solo jus sanguinis, de manera indefinida,
limitándose esta posibilidad hasta la segunda generación nacida fuera del país, como
máximo.

La norma en comentario consagra el jus sanguinis en forma más pura que el texto
original, dado que el único elemento que considera, para atribuir la nacionalidad chilena, es
la nacionalidad de los padres y, eventualmente, de los abuelos12.

12
Antes de la reforma del 2005, el jus sanguinis, además del nacimiento en el extranjero y la nacionalidad
chilena de uno de los padres, exigía la prestación de servicios a la República, por uno cualquiera de los
padres, o el avecindamiento por al menos un año en Chile.

6
Concurriendo los requisitos señalados, la persona adquiere la nacionalidad chilena
desde el nacimiento, independientemente de la que pueda corresponderle por aplicación del
sistema jurídico vigente en el país de nacimiento.

1.2. Fuentes derivadas en la Carta de 1980.

a) La nacionalización por carta.

Según el artículo 10 de la Constitución, en su numeral 3º, son chilenos:


“Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización en conformidad a la ley”.

Debe destacarse que, en relación con el texto original de la Constitución, la reforma


introducida por ley Nº 20.050, de 2005, suprimió la exigencia de renunciar a la
nacionalidad anterior, que se imponía a todo extranjero que obtenía la nacionalidad chilena
por esta vía.

La Constitución no regula la forma de solicitar y obtener la nacionalidad por


Carta, sólo consagra la fuente y encomienda al legislador su desarrollo.

En la actualidad, la regulación pertinente se encuentra contenida en el D. S. Nº


5.142, de 1960, del Ministerio del Interior, ya referido. De acuerdo a esta normativa, para
obtener carta de nacionalización se requiere cumplir con los siguientes requisitos:

1.- Haber cumplido 21 años de edad. De manera excepcional si el padre o la madre


se hubiesen, a su vez, nacionalizados, el interesado puede solicitar la nacionalidad chilena
al cumplir 18 años de edad.

2.- El extranjero debe tener más de cinco años de residencia continuada en Chile.

Este requisito busca garantizar que el extranjero ha permanecido el tiempo


suficiente para crear vínculos con el Estado, que justifiquen el otorgamiento de la
nacionalidad.

3.- Se exige, además, ser titular del permiso de residencia definitiva. Este permiso
es una autorización otorgada por el Estado a un extranjero, a través del Ministerio del
Interior, que le permite radicarse indefinidamente en el país y ejercer actividades
remuneradas13.

El D. S. Nº 5.142, ya citado, mantiene la exigencia impuesta al extranjero que desee


nacionalizarse chileno, de renunciar a la nacionalidad que tuviere. Entendemos que tal
circunstancia sólo se explica por la inadecuación de la norma legal a lo preceptuado en el
texto constitucional, de manera tal que, suprimida la exigencia en la Constitución, debe
entenderse también suprimida en el D. S. Nº 5.142.

13
Ver artículo 41 de la ley de extranjería (D. L. Nº 1.094).

7
Como aparece de la normativa expuesta, esta fuente opera a solicitud del interesado,
debe haber una manifestación expresa del extranjero en orden a querer obtener la
nacionalidad chilena, y, consecuencialmente, la concesión de la nacionalidad no es un
derecho del extranjero, sino que un privilegio, beneficio o gracia que otorga el Estado14.

Desde un punto de vista material, la nacionalidad chilena se otorga mediante un


decreto supremo15.

Ahora bien, el mismo D. S. Nº 5.142, en su artículo 3º, establece que son inhábiles
para nacionalizarse:

1. o Los que hayan sido condenados y los que estén actualmente procesados por
simples delitos o crímenes, hasta que se sobresea definitivamente a su respecto.
2. o Los que no estén capacitados para ganarse la vida.
3. o Derogado.
4. o Los que practiquen o difundan doctrinas que puedan producir la alteración
revolucionaria del régimen social o político o que puedan afectar a la integridad nacional.
5° Los que se dediquen a trabajos ilícitos o que pugnen con las buenas costumbres,
la moral o el orden público y, en general, aquellos extranjeros cuya nacionalización no se
estime conveniente por razones de seguridad nacional.

A lo anterior habría que agregar que son también inhábiles para nacionalizarse los
que hayan perdido la nacionalidad chilena por cualquier causa, ya que ellos, conforme al
artículo 11 de la Constitución, sólo pueden recuperar la nacionalidad chilena por ley.

Por último, debemos señalar que si bien la concesión de la nacionalidad es


facultativa para el Estado, la decisión no puede ser arbitraria, por lo cual se exige que el
decreto que deniegue la solicitud debe ser fundado.

b) La nacionalización por ley.

Según el artículo 10, en su numeral 4º, son chilenos:


“Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por ley”.

Como se aprecia de la simple lectura del precepto, también esta es una fuente
graciosa, se concede a voluntad del Estado de Chile, pero, a diferencia de la anterior, no es
necesaria solicitud del extranjero ni está sujeta al cumplimiento de requisitos específicos.

14
En forma excepcional, según lo dispuesto en el artículo 11 del DFL Nº 69, de 1953, del Ministerio de
Hacienda, los extranjeros con visa de inmigración, tienen derecho a la nacionalidad chilena, si durante cinco
años hubieren permanecido ininterrumpidamente en el país, demostrando buenas costumbres, ejercitando
actividades lícitas y siempre que no se encuentren procesados ni hayan sido condenados por delito que
merezca pena aflictiva.
15
Conforme lo dispuesto en la ley Nº 16.436, de 1966, los decretos que otorgan y deniegan la nacionalidad
chilena se firman por el Ministro del Interior bajo la fórmula “Por orden del Presidente de la República”.

8
Al respecto, se ha señalado que “como se trata de un honor, se concede a quienes
han prestado grandes servicios al país. Estos servicios pueden ser de cualquier naturaleza.
Pero la doctrina está conteste, que puede tratarse de servicios prestados también a la
Humanidad, los que motivan el honor de la nacionalización por ley”16.

La Constitución no señala más elementos en esta fuente, dejando entregado a


los poderes co-legisladores el decidir cuándo y a quién otorgar la nacionalidad chilena
por esta vía.

Finalmente, podemos agregar que la ley a que se alude en la norma en análisis, es


una ley ordinaria o común.

1.3. Diferencias según la fuente de adquisición de la nacionalidad.

En general no hay diferencia entre los chilenos, en razón de la fuente por la cual
hayan adquirido la nacionalidad.

Sin embargo, en algunos aspectos específicos, vinculados al ejercicio de derechos


políticos, el constituyente efectúa algunas diferencias, a saber:

- Sólo los chilenos por jus soli o jus sanguinis pueden ser candidatos a Presidente
de la República (artículo 25).

- Los chilenos por jus sanguinis y los nacionalizados por ley sólo pueden ejercer
los derechos derivados de la ciudadanía después de un año de avecindamiento en
Chile (artículo 13).

- Los nacionalizados por carta tienen opción a cargos públicos de elección popular
sólo después de 5 años de estar en posesión de sus cartas de nacionalización
(artículo 14).

1.4. La doble nacionalidad.

La reforma del año 2005 eliminó la regulación de la doble nacionalidad, por lo que,
hoy en día, esa materia queda entregada exclusivamente a los tratados internacionales
suscritos o que, a futuro, pueda suscribir Chile17.

Cabe agregar que ya no se observa en la Carta un rechazo a la pluralidad de


nacionalidades, lo que se manifiesta tanto en la supresión de la exigencia de renunciar a su
nacionalidad que se imponía a los extranjeros que se nacionalizaban en Chile, como en la
circunstancia que a los chilenos que se nacionalizan en el extranjero tampoco se les obliga a
16
MOLINA GUAITA, Hernán, Derecho Constitucional, 2007, obra citada, página 118.
17
El único tratado sobre nacionalidad suscrito por Chile, y que se encuentra vigente, es el del año 1958, con
España.

9
renunciar a la nacionalidad chilena. Lo dicho, sin perjuicio que, por aplicación de distintas
fuentes originarias, una persona pueda tener, por su nacimiento, más de una nacionalidad
simultáneamente.

2. CAUSALES DE PÉRDIDA DE LA NACIONALIDAD.

Al igual que ocurre con las fuentes, el constituyente señala taxativamente las
circunstancias que provocan que una persona pierda la nacionalidad chilena, y se
encuentran contempladas en el artículo 11.

Según el precepto citado, la nacionalidad chilena se pierde:

a) Por renuncia voluntaria manifestada ante autoridad chilena competente.


Esta renuncia sólo producirá efectos si la persona, previamente, se ha nacionalizado
en país extranjero (art. 11 Nº 1).

En consecuencia, se pierde la nacionalidad chilena por el hecho de obtener una


nacionalidad extranjera, unido a la circunstancia de renunciar expresamente y
voluntariamente a la nacionalidad chilena. La adquisición de una nacionalidad extranjera
viene a ser la condición necesaria para que la posterior renuncia a la nacionalidad chilena
produzca efectos jurídicos.

Entendemos que este es el orden correcto de los elementos señalados en el artículo


11 Nº 1, por cuanto la sola renuncia a la nacionalidad no tiene efectos jurídicos. Una
persona no puede renunciar a su nacionalidad chilena, si previamente no ha obtenido
una nacionalidad de reemplazo.

Por otra parte, la exigencia de haberse “nacionalizado” en país extranjero debemos


entenderla referida a la obtención de una nacionalidad extranjera por fuente derivada,
sin que pueda configurarse esta causal por el simple reconocimiento de una nacionalidad
extranjera obtenida en forma originaria, es decir, por nacimiento (jus solis o jus sanguinis).

Además, la Carta dispone expresamente que la renuncia debe ser voluntaria. De


esta manera, no produce efecto en Chile la renuncia impuesta en país extranjero, como
condición para nacionalizarse en él. Y, por lo mismo, tampoco puede exigirse, en Chile,
que un chileno nacionalizado en el extranjero renuncie a su nacionalidad chilena, es decir,
conforme a la normativa actual, un chileno puede nacionalizarse en el extranjero
manteniendo su nacionalidad chilena.

La Constitución no asigna un efecto específico, sobre la nacionalidad chilena, al


hecho que un chileno obtenga la nacionalidad de un Estado extranjero, sino que deja ese
efecto entregado a la voluntad de la persona.

La renuncia a la nacionalidad chilena debe efectuarse por escrito y ante el


Cónsul chileno, si el interesado se encuentra en el extranjero, o en el Departamento de

10
Extranjería y Migración del Ministerio del Interior o en la Oficina de Extranjería de
la Gobernación Provincial correspondiente, si la persona se encuentra en Chile.

b) También se pierde la nacionalidad chilena “por decreto supremo, en caso de


prestación de servicios durante una guerra exterior a enemigos de Chile o de sus
aliados” (art. 11 Nº 2).

En esta situación estamos claramente frente a una sanción; se priva de la


nacionalidad chilena como castigo por haber faltado al deber de lealtad básico con el
Estado. Y como se trata de una causal gravísima, ocurrida en circunstancias
extraordinarias, el constituyente permite que la indicada sanción se imponga por la
vía administrativa, y no judicial.

El hecho que configura la causal es la prestación de servicios a enemigos de Chile o


de los aliados de Chile, durante una guerra externa, y la forma de materializar la sanción es
la dictación de un decreto supremo que disponga la pérdida de la nacionalidad chilena
respecto de una o más personas determinadas. No es necesario que se haya seguido un
juicio previo contra los afectados, basta la decisión del Presidente de la República,
sobre la base de los antecedentes de que disponga. Evidentemente que si los hechos
configuran, además, un ilícito penal, la persona podrá ser condenada por el tribunal
que corresponda a las sanciones fijadas por la ley penal.

La situación de guerra a que alude la norma en comentario está referida a la guerra


externa, es decir, al conflicto bélico entre nuestro país y otro u otros Estados, esté o no
formalmente declarada.

Por su parte, los servicios pueden ser de cualquier naturaleza, no sólo bélicos
(venta de armas y suministros, espionaje, provisión de tecnología e insumos, etc.), aunque
estimamos que deben excluirse aquellos servicios humanitarios que siempre corresponde
prestar, aunque se trate de enemigos.

Esta causal es aplicable al chileno que lo sea por cualquier fuente y,


eventualmente podría dejar a la persona en condición de apátrida, lo que, en le caso de
los chilenos por jus soli, pugnaría con lo dispuesto en el artículo 20 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, o pacto de San José de Costa Rica, que reconoce
a toda persona el “derecho a una nacionalidad”, agregando que si no tiene otra, la
persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació.

c) Asimismo, se pierde la nacionalidad chilena por cancelación de la carta de


nacionalización (art. 11 Nº 3).

Esta causal se aplica exclusivamente a los chilenos nacionalizados por carta, es


decir, los del artículo 10 Nº 3, y también se configura por la vía administrativa, ya que la
cancelación de la carta de nacionalización se dispone mediante un decreto supremo.
La Constitución encomienda al legislador regular el procedimiento para la
cancelación de las cartas de nacionalización, según lo prescrito en el inciso final del

11
artículo 10, regulación que hoy se encuentra contenida en el D. S. Nº 5.142, de 1960, ya
citado con anterioridad.

El decreto supremo que dispone la cancelación de la carta de nacionalización debe


cumplir con las siguientes exigencias:

- debe ser fundado en una causa legal, y


- debe ser acordado previamente por el Consejo de Ministros.

Según el D. S. Nº 5.142, en su artículo 8, puede fundarse la cancelación de la carta


de nacionalización en alguna de las siguientes circunstancias:

- En haberse otorgado la carta de nacionalización a persona inhábil para


nacionalizarse, es decir, a una persona que se encontraba en alguna de las
situaciones indicadas en el artículo 3º del mismo texto legal.
- En haber acaecido ocurrencias que hagan indigno, al poseedor de la carta, de
mantener la nacionalidad chilena.
- En haber sido condenado, el nacionalizado por carta, por alguno de los delitos
contemplados en la ley Nº 12.927, de 1958, sobre seguridad del Estado.

En cuanto al Consejo de Ministros, cabe acotar que éste no existe como órgano en la
estructura del Ejecutivo, por lo que la referencia debemos entenderla efectuada al conjunto
de Ministros de Estado. El acuerdo de los Ministros es previo a la emisión del decreto, y no
implica que dicho decreto deba ser firmado por todos ellos.

d) Por último, se pierde la nacionalidad chilena por ley que revoque la


nacionalización concedida por gracia (art. 11 Nº 4).

La Carta no define requisitos específicos para esta forma de privación de la


nacionalidad, por lo que queda entregado a los poderes colegisladores precisar, en cada
caso, las circunstancias que sirven de fundamento a la decisión, las que, en todo caso, por la
naturaleza y efectos de la decisión, deben consistir en hechos graves que hagan indigna
a la persona de mantener la nacionalidad chilena.

La ley a que elude el precepto es una ley ordinaria o común, ya que no se exige
quórum especial para su aprobación18.

Recuperación de la nacionalidad.

Dispone el artículo 11, en su inciso final, que los que hubieren perdido la
nacionalidad chilena por cualquiera de las causales establecidas en ese artículo, sólo podrán
ser rehabilitados por ley.

18
Ver ley N° 20.826 que revoca la nacionalidad chilena concedida por gracia a don John Joseph Reilly
(nacionalidad que se le había concedido por ley N° 20.311).

12
Quien fue chileno y perdió la nacionalidad, por cualquiera de las causales
examinadas, sólo puede recuperarla mediante una ley, que también será ordinaria o común.

3.- RECURSO DE RECLAMACIÓN.

El artículo 12 de la Carta contempla un recurso especial para la protección


jurisdiccional de la nacionalidad chilena, al disponer que “La persona afectada por acto o
resolución de autoridad administrativa que la prive de su nacionalidad chilena o se la
desconozca, podrá recurrir, por sí o por cualquiera a su nombre, dentro del plazo de treinta
días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como jurado y en tribunal pleno. La
interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o resolución recurridos”.

De este modo, el recurso, que en realidad es propiamente una acción, se concede


frente a dos hipótesis distintas, a saber:

a) Cuando un acto o resolución de autoridad administrativa priva a una


persona de su nacionalidad.

Por su redacción, esta situación alude exclusivamente a las causales de pérdida de la


nacionalidad chilena establecidas en el artículo 11 Nos. 2 y 3, dado que son las únicas en
que la privación de la nacionalidad se produce por un acto de la autoridad administrativa, y
más específicamente mediante un decreto supremo.

b) Cuando un acto o resolución de autoridad administrativa desconoce a una


persona su nacionalidad chilena.

Se trata aquí de cualquier actuación de una autoridad administrativa que implique


negar a una persona la nacionalidad chilena que posee, desconocer su condición de chileno,
sea porque, equivocadamente, no se acepte que se ha configurado la fuente de nacionalidad
invocada por el interesado o, por el contrario, que se estime, erróneamente, que se ha
configurado una causal de pérdida de la nacionalidad.

El titular de la acción es el chileno a quien se le ha privado o desconocido su


nacionalidad, quien puede interponer el recurso por sí o por cualquiera a su nombre.

El plazo para interponer el recurso es de 30 días corridos, y tiene carácter fatal.

El tribunal competente es la Corte Suprema, en pleno, la que conoce como


jurado.

Un elemento importante de este recurso es que su interposición suspende los efectos


del acto o resolución, siempre que ello sea procedente en la práctica, de modo tal que la
actuación impugnada sólo va a poder cumplirse si, en definitiva, la Corte Suprema rechaza
el recurso de reclamación.

13
B) CIUDADANIA.

La ciudadanía podemos definirla como el conjunto de condiciones que el derecho


público exige, a las personas naturales, para ejercer derechos políticos dentro del Estado.

1. REQUISITOS.

En el artículo 13 se establecen las condiciones exigidas para ser ciudadano y que


son las siguientes:

a) Nacionalidad. Se exige ser chileno, independientemente de la fuente. En todo


caso, la fuente de nacionalidad determina algunas diferencias al momento de ejercer
derechos políticos, como ya tuvimos oportunidad de comentar.

Esta exigencia encuentra su fundamento en que “la ciudadanía otorga los derechos
políticos, y la nacionalidad es la mayor garantía de fidelidad en el ejercicio de esos
derechos”19.

La expresión “chilenos”, que emplea el artículo 13, debe entenderse comprensiva


tanto de hombres como de mujeres20.

b) Edad. Se exige haber cumplido 18 años de edad.

c) Por último, la Carta exige un requisito negativo, esto es, no haber sido
condenado a pena aflictiva21.

Se atiende a la pena efectivamente impuesta, y no a la pena asignada al delito.

Respecto de las personas que reúnan los dos primeros requisitos mencionados, la
condena opera como una inhabilidad, como un impedimento que obsta a la atribución de la
ciudadanía.

19
MOLINA GUAITA, Hernán. Derecho Constitucional, 2006, obra citada, página 131.
20
La Carta de 1925 utilizaba la misma expresión, sin embargo en un principio se entendió que comprendía
sólo a los hombres y que el constituyente había habilitado al legislador para determinar, en el futuro, la
incorporación de las mujeres a la ciudadanía. De hecho, el voto femenino en las elecciones municipales se
consagró recién en 1934 (ley 5.537) y el sufragio en las elecciones presidenciales y parlamentarias se
reconoció en 1949 (ley 9.292).
21
Según el artículo 37, del Código Penal, “Para los efectos legales se reputan aflictivas todas las penas de
crímenes y respecto de las de simples delitos, las de presidio, reclusión, confinamiento, extrañamiento y
relegación menores en sus grados máximos”.

14
Ahora bien, se señala que el artículo 13 es incompleto en este último punto, por
cuanto, posteriormente, el artículo 17 de la Carta establece como causal de pérdida de la
ciudadanía el haber sido condenado por delito que la ley califique como conducta terrorista,
sin atender a la entidad de la pena. De lo anterior se concluye que si la condena por delito
de terrorismo configura una causal de pérdida de la ciudadanía, aún cuando se trate de
una pena no aflictiva, también debe ser considerada como un impedimento para
adquirirla.

De acuerdo a lo dicho, entonces, y en una interpretación armónica de los preceptos


constitucionales, se entiende que el tercer requisito de la ciudadanía exige no haber sido
condenado a pena aflictiva o por delito que la ley califique como conducta terrorista 22.

Cumplidas todas las exigencias reseñadas, la persona adquiere la condición de


ciudadano de pleno derecho, sin que sea necesario que manifieste su voluntad de adquirirla
ni que realice ninguna otra actuación.

En relación con lo anterior, debe señalarse que la inscripción electoral, a diferencia


de lo que ocurría bajo la Carta anterior, no es un elemento integrante de la ciudadanía.

Además, debe recordarse que la Ley de Reforma Constitucional Nº 20.337,


publicada en el Diario Oficial de fecha 4 de abril de 2009, agregó un nuevo inciso segundo
al artículo 18 de la Carta Fundamental, en virtud del cual se ordena al legislador
orgánico establecer “un sistema de registro electoral (...) al que se incorporarán, por el
solo ministerio de la ley, quienes cumplan los requisitos establecidos por esta
Constitución”.

Este sistema de inscripción automática se materializó mediante la reforma


introducida por la ley N° 20.568, de 31 de enero de 2012, al sistema de inscripción
electoral previsto en la ley N° 18.556, Orgánica Constitucional sobre Sistema de
Inscripciones Electorales y Servicio Electoral.

Derechos que otorga la ciudadanía.

Conforme al artículo 13, en su inciso segundo, la ciudadanía otorga los derechos de


sufragio, de optar a cargos de elección popular y los demás que la Constitución o la ley
confieran.

De esta manera, la ciudadanía otorgar el derecho de sufragio activo, es decir,


permite la participación como elector en las votaciones populares y plebiscitos.

Además, otorga el derecho de sufragio pasivo, esto es, el derecho a optar a los
cargos de elección popular. En todo caso, en este aspecto hay que tener presente que para
los cargos de elección popular no basta la sola condición de ciudadano, sino que la
22
Se discute por algunos autores la actual pertinencia de esta exigencia. Por ejemplo, ver Pablo MARSHALL
BARBERÁN, “La pena y la ciudadanía: problemas constitucionales”. En “Estudios Constitucionales”, K.
Cazor y C. Salas, coordinadores, Librotecnia, 2010, página 249 y siguientes.

15
Constitución incorpora mayores exigencias. Así, por ejemplo, para ser candidato a
Presidente de la República es necesario tener 35 años de edad y ser chileno por jus soli o
jus sanguinis.

Estos son los principales derechos que otorga la ciudadanía, no obstante que pueden
mencionarse otros, como el derecho a formar partidos políticos o a actuar como apoderado
de una candidatura en una elección o plebiscito de reforma constitucional.

No obstante lo señalado, recordemos que existen algunas diferencias entre los


chilenos, en razón de la fuente de su nacionalidad, precisamente para el ejercicio de algunos
de los derechos que otorga la ciudadanía. Así, sólo los chilenos por jus soli o jus sanguinis
pueden ser candidatos a Presidente de la República (artículo 25), los chilenos por jus
sanguinis y los nacionalizados por ley sólo pueden ejercer los derechos derivados de la
ciudadanía después de un año de avecindamiento en Chile (artículo 13); y los
nacionalizados por carta tienen opción a cargos públicos de elección popular sólo después
de 5 años de estar en posesión de sus cartas de nacionalización (artículo 14).

Sufragio de los chilenos en el extranjero.

La reforma constitucional introducida por ley N° 20.748, publicada el 3 de mayo de


2014, agregó el siguiente inciso tercero:

"Los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren fuera del país podrán
sufragar desde el extranjero en las elecciones primarias presidenciales, en las elecciones de
Presidente de la República y en los plebiscitos nacionales. Una ley orgánica constitucional
establecerá el procedimiento para materializar la inscripción en el registro electoral y
regulará la manera en que se realizarán los procesos electorales y plebiscitarios en el
extranjero, en conformidad con lo dispuesto en los incisos primero y segundo del artículo
18."

2. LOS EXTRANJEROS Y LA CIUDADANÍA.

Conforme a lo dicho anteriormente, los extranjeros nunca pueden llegar a ser


ciudadanos.

No obstante, la Carta otorga a los extranjeros el derecho de sufragio, cumplidas las


siguientes condiciones:

- que se encuentren avecindados en Chile por más de 5 años; y


- que cumplan los requisitos señalados en el inciso primero del artículo 13 de la
Constitución, es decir, hayan cumplido 18 años de edad y no hayan sido
condenados a pena aflictiva.

16
En relación con la primera exigencia, hacemos presente que la expresión
“avecindados” no tiene un entendimiento uniforme en doctrina. Para algunos autores el
avecindamiento es equivalente a una permanencia estable, aunque no se identifica con el
domicilio civil23; para otros se refiere al domicilio propiamente tal, pues “se trata de un
extranjero cuyo arraigamiento en la sociedad chilena tiene que ser indubitable”24.

En cuanto a la segunda exigencia, y en una interpretación armónica de los preceptos


constitucionales, estimamos que a los extranjeros también les resulta exigible el no haber
sido condenados por delito que la ley califique como conducta terrorista, porque mal
podría pensarse que la Carta es más exigente con los chilenos que con los extranjeros para
el ejercicio del derecho de sufragio.

3. CARACTERÍSTICAS DE SUFRAGIO.

Algunas de estas características están expresadas en el propio texto constitucional,


en su artículo 15; otras, en cambio, se desprenden del contexto normativo. Señala la citada
disposición que “En las votaciones populares, el sufragio será personal, igualitario, secreto
y voluntario”.

Así, el sufragio en nuestro país tiene las siguientes características:

- Es personal, es decir, el elector debe concurrir por sí mismo a emitir su sufragio,


sin que pueda sufragar por intermedio de otra persona.

- Es igualitario, en el sentido que todos los votos tienen el mismo valor.

- Es secreto, en cuanto la voluntad manifestada en el sufragio sólo puede ser


conocida por el sufragante. Esta característica tiene plena aplicación en el momento de la
votación, y en el tiempo inmediatamente anterior y posterior a la emisión de su sufragio
(desde que recibe el voto en la mesa y hasta que lo deposita en la urna), sin que pueda
renunciarse al secreto ni por el propio elector. Es una garantía para la libre expresión de la
voluntad del votante.

- Es voluntario.

Para entender cabalmente característica resulta necesario hacer un breve comentario


acerca de su desarrollo histórico en la Carta de 1980.

En el texto original de la Constitución el sufragio era obligatorio para los


ciudadanos, teniendo carácter de voluntario exclusivamente para los extranjeros con
derecho a voto.

23
MOLINA GUAITA, Hernán. Derecho Constitucional, 2006, obra citada, página 134.
24
CEA EGAÑA, José L. Derecho Constitucional Chileno, Tomo I, obra citada, página 328.

17
No obstante, por el desarrollo que de estas materias se hiciera por el legislador
orgánico, específicamente en la ley sobre inscripciones electorales 25, finalmente el sufragio
resultó obligatorio exclusivamente para los ciudadanos inscritos en los registros
electorales, ya que la citada ley no estableció sanciones para los ciudadanos que no se
inscribieran. Es decir, y en la práctica, para los ciudadanos rigió un sistema de inscripción
voluntaria y sufragio obligatorio sólo para los inscritos.

Ahora bien, la ley de reforma constitucional Nº 20.337 26 modificó el artículo 15


de la Constitución estableciendo expresamente la voluntariedad del sufragio y, además, en
el artículo 18 incorporó un sistema automático de inscripción electoral. Sin embargo, la
vigencia de estas disposiciones sobre voluntariedad del voto e inscripción electoral
automática, quedaron sujetas a la dictación de las correspondientes leyes orgánicas
constitucionales (ver Vigésimo Tercera Disposición Transitoria)27. Como ya se dijo, con la
promulgación de la ley N° 20.56828 se cumplió la condición indicada y el nuevo sistema de
inscripción automática y voto voluntario entró en plena vigencia.

Otras características del sufragio, que no aparecen expresas en el artículo 15, son las
siguientes:

- Es universal, en cuanto las restricciones para concederlo son mínimas,


permitiendo que un amplio porcentaje de la población puedan ser electores.

- Es directo, dado que en todas las elecciones populares que contempla la Carta, y
en los plebiscitos, el elector vota de un modo inmediato por alguno de los candidatos o de
las opciones en disputa.

4. SUSPENSIÓN DEL DERECHO DE SUFRAGIO.

El artículo 16 de la Constitución contempla tres situaciones en que se suspende el


derecho de sufragio, no la ciudadanía, y que son:

1.- Por interdicción en caso de demencia.

Esta causal está referida a la enajenación mental declarada judicialmente, y que,


junto con privar de la administración de los bienes, obsta al ejercicio del derecho de
sufragio. Parece razonable que, siendo la gestión de los asuntos públicos un tema del mayor
interés y responsabilidad, se excluya de participar en la vida ciudadana a quienes no tienen
capacidad legal para administrar sus propios asuntos. En todo caso, no se trata de una
sanción, sino de un efecto derivado de la constatación judicial de ser una persona incapaz

25
Ley N° 18.556, Orgánica Constitucional sobre Sistema de Inscripciones Electorales y Servicio Electoral.
26
Publicada en el Diario Oficial del 4 de abril de 2009.
27
Señala esta disposición transitoria: “Las reformas introducidas a los artículos 15 y 18 sobre voluntariedad
del voto e incorporación al registro electoral por el solo ministerio de la ley, regirán al momento de entrar en
vigencia la respectiva ley orgánica constitucional a que se refiere el inciso segundo del artículo 18 que se
introduce mediante dichas reformas”.
28
Publicada en el Diario Oficial del 31 de enero de 2012.

18
de obrar libre y reflexivamente. Es, en este sentido, una institución del Derecho Civil que
produce efectos en el orden constitucional, y por lo mismo su regulación se encuentra en el
código del ramo29.

La expresión “demencia” no se refiere a una enfermedad mental específica, sino a


cualquier trastorno mental que, en concepto del juez, impida el debido discernimiento.

A objeto de dar precisión a la causal, y evitar posible abusos, se optó por exigir que
la demencia, en los términos indicados, fuera declarada por resolución judicial, evitando así
la intervención de cualquier otra autoridad. Es decir, no basta la sola demencia para
suspender el derecho de sufragio, sino que debe estar declarada judicialmente.

Cabe consignar que la suspensión derivada de esta circunstancia, por la propia


naturaleza del hecho que la motiva, no tiene señalado un tiempo determinado de duración,
sino que se va a mantener mientras subsista la interdicción. Como consecuencia de la
anterior, para recuperar el ejercicio del derecho, la persona debe ser previamente
rehabilitada por sentencia judicial.

2.- Por hallarse la persona acusada por delito que merezca pena aflictiva o por
delito que la ley califique como conducta terrorista.

La causal transcrita debemos entenderla referida a la etapa procesal en que el Fiscal


del Ministerio Público formula acusación por estimar que la investigación proporciona
fundamento serio para enjuiciar al imputado contra quien se hubiere formalizado la
misma30.

Ahora bien, para que se produzca la suspensión del derecho de sufragio es necesario
que, alternativamente:

a) La persona sea acusada por delito que merezca pena aflictiva. Se atiende aquí a la
pena asignada al delito.

b) La persona sea acusada por delito que la ley califique como conducta terrorista.
En esta situación sólo importa la naturaleza del delito, sin considerar la pena asignada por
la ley al mismo, la cual podrá ser aflictiva o no aflictiva.

La suspensión del derecho de sufragio va a cesar cuando se encuentre firme la


sentencia definitiva que se dicte en la causa. Dependiendo del contenido de esa sentencia,

29
Ver Título XXV, del Libro I, del Código Civil, artículos 456 y siguientes.
30
El artículo 248 del Código Procesal Penal dispone, en lo pertinente, que “Practicadas las diligencias
necesarias para la averiguación del hecho punible y sus autores, cómplices o encubridores, el fiscal declarará
cerrada la investigación y podrá, dentro de los diez días siguientes: a) Solicitar el sobreseimiento definitivo o
temporal de la causa; b) Formular acusación, cuando estimare que la investigación proporciona fundamento
serio para el enjuiciamiento del imputado contra quien se hubiere formalizado la misma, o c) Comunicar la
decisión del ministerio público de no perseverar en el procedimiento, por no haberse reunido durante la
investigación los antecedentes suficientes para fundar una acusación.”

19
podrá recuperarse el ejercicio del derecho de sufragio o bien configurarse una causal de
pérdida dela ciudadanía, según veremos posteriormente.

3.- Por haber sido sancionado por el Tribunal Constitucional en conformidad al


inciso séptimo del número 15º del artículo 19 de la Constitución.

Esta causal se refiere a las personas que han sido sancionadas por el Tribunal
Constitucional por haber tenido participación en los hechos que motivan la declaración de
inconstitucionalidad de un partido, movimiento u organización, según estudiáramos al
analizar el pluralismo ideológico.

Agrega el artículo 16 que “los que por esta causa se hallaren privados del ejercicio
del derecho de sufragio lo recuperarán al término de cinco años, contado desde la
declaración del Tribunal. Esta suspensión no producirá otro efecto legal, sin perjuicio de lo
dispuesto en el inciso séptimo del número 15º del artículo 19”.

5. CAUSALES DE PÉRDIDA DE LA CIUDADANÍA.

Conforme al artículo 17 de la Constitución, la ciudadanía se pierde:

1.- Por pérdida de la nacionalidad chilena.

Si uno de los requisitos de la ciudadanía es la nacionalidad chilena, su pérdida, por


cualquiera de las causales del artículo 11, evidentemente debe acarrear también la pérdida
de la ciudadanía.

2.- Por condena a pena aflictiva. Se atiende aquí a la pena efectivamente


impuesta en la sentencia condenatoria, la cual debe encontrarse, evidentemente, firme o
ejecutoriada. No importa la naturaleza del delito, sólo la pena.

3.- Por condena por delitos que la ley califique como conducta terrorista y los
relativos al tráfico de estupefacientes y que hubieren merecido, además, pena aflictiva.

La nueva redacción de este precepto fue fijada por ley Nº 20.050, y resulta
francamente deficiente.

Para entender el precepto deben distinguirse las dos hipótesis que contempla.

Así, respecto de los delitos de terrorismo, la sola condena implica la pérdida de la


ciudadanía, cualquiera sea la pena efectivamente impuesta. Es la naturaleza del delito, y no
su penalidad, la que determina la sanción en comentario.

En cambio, en los delitos de tráfico de estupefacientes el constituyente impone la


pérdida de la ciudadanía sólo cuando la pena impuesta es aflictiva, de modo tal que
corresponde a una causal equivalente a las del número dos anterior. No obstante, se

20
incorporan al numeral tercero para someter a los condenados por estos delitos al
procedimiento agravado de rehabilitación en la ciudadanía, y no al procedimiento general.

6. REHABILITACIÓN EN LA CIUDADANÍA.

Según la causal que haya operado, la ciudadanía se recupera por alguno de los
siguientes modos:

1.- Si se perdió como consecuencia de haber perdido la nacionalidad, para


poder recuperar la ciudadanía, es necesario recuperar primero la nacionalidad
mediante ley y cumplir con los demás requisitos exigidos por la Constitución,
básicamente, el no haber sido condenado a pena aflictiva o por delito calificado por la
ley como conducta terrorista.

2.- Los que hubieren perdido la ciudadanía por condena a pena aflictiva, la
recuperarán en conformidad a la ley, una vez extinguida su responsabilidad penal.

La Constitución no señala un procedimiento determinado, ni la autoridad llamada a


resolver, sino que se limita a encomendar la regulación de estos aspectos al legislador. La
única exigencia que impone es que se encuentre extinguida la responsabilidad penal por
algunos de los medios legales (cumplimiento de la pena, indulto, prescripción de la pena,
etc.).

3.- Por último, los que hubieren perdido la ciudadanía por condena por delito
calificado por ley como conducta terrorista o por condena a pena aflictiva por delito de
tráfico de estupefacientes, podrán solicitar su rehabilitación al Senado una vez cumplida la
condena.

Cabe agregar que no es obligatorio para el Senado el otorgar la rehabilitación, sino


que deberá resolver caso a caso si accede a lo solicitado, en función de las características y
circunstancias específicas invocadas en cada solicitud.

Además, no se admite cualquier forma de extinción de la pena, sino que debe


haberse cumplido efectivamente la sanción impuesta.

Finalmente, debemos consignar que, en nuestra opinión, si ha operado la amnistía


como causal de extinción de la responsabilidad penal, no es necesario someterse a los
procedimientos de rehabilitación señalados en los números 2 y 3 anteriores, porque
precisamente el efecto dela amnistía es eliminar el delito en sí mismo, de modo tal que el
amnistiado se entiende que nunca ha delinquido.

21
C) SISTEMA ELECTORAL PÚBLICO.

El artículo 18 de la Constitución dispone que “Habrá un sistema electoral


público. Una ley orgánica constitucional determinará su organización y
funcionamiento, regulará la forma en que se realizarán los procesos electorales y
plebiscitarios, en todo lo no previsto por esta Constitución y garantizará siempre la
plena igualdad entre los independientes y los miembros de partidos políticos tanto en
la presentación de candidaturas como en su participación en los señalados procesos.
Dicha ley establecerá también un sistema de financiamiento, transparencia, límite y
control del gasto electoral.
Una ley orgánica constitucional contemplará, además, un sistema de registro electoral,
bajo la dirección del Servicio Electoral, al que se incorporarán, por el sólo ministerio
de la ley, quienes cumplan los requisitos establecidos por esta Constitución.
El resguardo del orden público durante los actos electorales y plebiscitarios
corresponderá a las Fuerzas Armadas y Carabineros del modo que indique la ley”.

De la norma transcrita aparece que el objeto principal de la regulación es el sistema


electoral público, pero sin especificarse su contenido o el alcance de la expresión utilizada.

En doctrina normalmente la expresión “sistema electoral”, en un sentido estricto, se


emplea para referirse al mecanismo que “tiene por finalidad determinar las reglas según las
cuales los electores pueden expresar sus preferencias políticas en votos y según las cuales
se pueden convertir votos en escaños parlamentarios (en el caso de elecciones
parlamentarias) o en cargos de gobierno (en el caso de elecciones de presidente,
gobernador, alcalde, etcétera)31.

No obstante lo anterior, el concepto de “sistema electoral” aparece utilizado en la


Constitución en un sentido amplio, como se desprende de las actas del Consejo de Estado y
de la interpretación que, al respecto, ha realizado el Tribunal Constitucional32.

Debemos agregar, por otra parte, que el adjetivo de “público” que califica el sistema
electoral nos indica que la normativa que el constituyente ordena establecer se refiere
exclusivamente a las elecciones políticas, o votaciones populares al decir de Silva
Bascuñán, excluyendo los procesos electorales realizados en “la infinidad de grupos
intermedios que conforman la trabazón de la sociedad civil”33.

31
NOHLEN, Dieter. Sistemas Electorales parlamentarios y Presidenciales. En Tratado de Derecho Electoral
Comparado, Dieter NOHLEN, Sonia PICADO y Daniel ZOVATTO, compiladores, México, 1998, página
145.
32
Ver sesión Nº 100, celebrada el 8 de enero de 1980.
33
SILVA BASCUÑAN, Alejandro. Tratado de Derecho Constitucional, obra citada, Tomo IV, página 274.

22
De esta manera, por sistema electoral, en el artículo 18 de la Carta, debemos
entender el conjunto de normas que estructuran los procesos electorales del Estado,
abarcando los distintos aspectos relacionados con una elección o plebiscito, desde la
conformación del cuerpo electoral hasta la proclamación de los candidatos electos. Lo
anterior incluye la organización del proceso, los procedimientos jurisdiccionales de control
y de resolución de conflictos, y los mecanismos específicos de asignación de cargos
públicos.

Por otra parte, el Tribunal Constitucional estimó que la expresión “una ley orgánica”
que emplea el artículo 18, “no expresa la idea de cantidad sino de calidad, es decir, que
todas las materias regidas por ese precepto son de naturaleza orgánica constitucional y
pueden estar contenidas en una o más leyes de ese carácter” 34. En el mismo sentido señaló
que “para dar fiel cumplimiento al mandato constitucional, el legislador no sólo está
facultado sino, más aún, obligado a legislar sobre todas estas materias, en uno o más textos
legales, pero todos ellos con el carácter de leyes orgánicas constitucionales”35.

Este parecer, en todo caso, no es compartido unánimemente por la doctrina. Al


respecto, Alejandro Silva Bascuñán sostiene que, atendida la redacción del precepto, no
todo el contenido del sistema electoral público es materia de ley orgánica, sino sólo
aquellos aspectos referidos a su organización y funcionamiento, y a la forma en que se
realizarán los procesos electorales y plebiscitarios, de manera que, fuera de ese ámbito,
subsiste la competencia del legislador común36.

Actualmente, el sistema electoral público se encuentra regulado, de manera


principal, en los siguientes textos orgánicos constitucionales:

1.- Ley Nº 18.460, sobre Tribunal Calificador de Elecciones;


2.- Ley Nº 18.556, sobre Sistema de Inscripciones Electorales y Servicio Electoral,
y su complemento, la ley Nº 18.583, que fija la planta del Servicio Electoral37;
3.- Ley Nº 18.700, sobre Votaciones Populares y Escrutinios; y
4.- Ley Nº 19.884, sobre Transparencia, Límite y Control del Gasto Electoral.
5.- Ley N° 20.640, Establece el sistema de elecciones primarias para la nominación
de candidatos a presidente de la república, parlamentarios y alcaldes.

Lo dicho, sin perjuicio de las regulaciones contempladas en otras leyes y que, por su
contenido, deben también considerarse parte del sistema electoral público. Así, por
ejemplo, lo dispuesto en la ley Nº 18.695, Orgánica Constitucional de Municipalidades, en
materia de elección de alcaldes y concejales, y de plebiscito comunal; en la ley N° 19.175,
Orgánica Constitucional sobre Gobierno y Administración Regional, en cuanto a la elección

34
Sentencia del Tribunal Constitucional de 8 de septiembre de 1986, rol Nº 38, considerando 8.
35
Sentencia del Tribunal Constitucional del 5 de abril de 1988, rol Nº 53, considerando 3º.
36
SILVA BASCUÑAN, Alejandro. Tratado de Derecho Constitucional, obra citada, Tomo IV, página 275 a
278. A ello habría que agregar las materias específicas incorporadas por la ley Nº 20.337, como todo lo
relativo al financiamiento y gasto electoral.
37
A la ley Nº 18.583 el Tribunal Constitucional le reconoció expresamente su carácter orgánico constitucional,
por formar parte del sistema electoral público. Ver sentencia de fecha 18 de noviembre de 1986, rol Nº 41.

23
de los consejeros regionales; en la ley Nº 18.603, Orgánica Constitucional de los Partidos
Políticos, en cuanto a la participación de estas organizaciones en elecciones y plebiscitos; y
en la ley Nº 19.885, sobre donaciones, en materia de donaciones a candidatos a cargos de
elección popular38.

Debemos recordar lo señalado con anterioridad, en el sentido que la ley N° 20.568,


modificando la ley N° 18.556 y otros textos legales, implementó el sistema de inscripción
electoral automática.

Tribunales Electorales Regionales y sistema electoral público

Especial referencia merece la situación de los Tribunales Electorales Regionales, en


cuanto integrantes o no del sistema electoral público a que alude la Carta Fundamental.

Cabe señalar, en primer lugar, que en el diseño original de la Constitución, los


Tribunales Electorales Regionales se concebían fundamentalmente como un órgano
destinado a calificar las elecciones realizadas en grupos intermedios, es decir, en
asociaciones privadas de distinta naturaleza, pero claramente no pertenecientes al ámbito
estatal. De esta manera, y atendida su competencia, los Tribunales Electorales Regionales
no formaban parte del sistema electoral público. Por lo mismo, su desarrollo normativo no
se encomendó a una ley orgánica, sino a una ley ordinaria o común. Sin embargo, a partir
de la reforma constitucional introducida por ley Nº 19.097, de 1991, se abrió la posibilidad,
para el legislador, de ampliar la competencia de estos tribunales a elecciones distintas de las
señaladas, lo que efectivamente se concretó en materia de elecciones municipales. Así, en
nuestro concepto, los tribunales electorales regionales hoy en día forman parte del sistema
electoral público, al menos en aquellos aspectos vinculados al desarrollo de los procesos
electorales referidos39.

La igualdad en materia electoral


Otro aspecto que nos interesa destacar, en relación con el contenido del artículo 18
de la Constitución, es el mandato al legislador de garantizar la plena igualdad entre
independientes y miembros de partidos políticos, tanto en la presentación de candidaturas
cuanto en la participación en los procesos electorales.

Para determinar el sentido de esta norma no es posible acudir a la historia de su


establecimiento, habida consideración a que, en esta parte, corresponde a una redacción

38
Sobre esta última norma, ver la sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 18 de junio de 2003, rol Nº
377.
39
El artículo 85 original, de la Constitución, disponía en lo pertinente que “Habrá tribunales electorales
regionales encargados de conocer de la calificación de las elecciones de carácter gremial y de las que tengan
lugar en aquellos grupos intermedios que determine la ley”. En su redacción actual, el texto dispone que
“Habrá tribunales electorales regionales encargados de conocer el escrutinio general y la calificación de las
elecciones que la ley les encomiende, así como de conocer de las reclamaciones a que dieren lugar y de
proclamar a los candidatos electos. Sus resoluciones serán apelables para ante el Tribunal Calificador de
Elecciones en la forma que determine la ley. Asimismo, les corresponderá conocer de la calificación de las
elecciones de carácter gremial y de las que tengan lugar en aquellos grupos intermedios que la ley señale”.

24
formulada por la Junta Militar de Gobierno y respecto de la cual, por ende, no hay
constancia en actas u otros documentos40.
No obstante, el sentido natural de las palabras empleadas nos lleva a concluir que la
voluntad expresada por el constituyente se traduce en la obligación para el legislador de
establecer normas sustantivamente similares, para los independientes y los militantes de
partidos políticos, en las distintas etapas de los procesos electorales y plebiscitarios, de
manera tal de no ser admisible el establecimiento de regímenes más gravosos o más
beneficiosos para unos u otros, sino en aquellos aspectos en que, limitadamente, la
condición de independiente o de militante justifica, conforme a la razón, un tratamiento
diferenciado. Así entendido, esta norma encuentra su fundamento en el deber impuesto al
Estado, en el artículo primero de Carta, de “promover la integración armónica de todos los
sectores de la nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de
oportunidades en la vida nacional”, y se relaciona, en forma directa con el artículo 19 Nº 2,
que consagra la igualdad ante la ley, y con el artículo 19 Nº 15, inciso quinto, en cuanto
prohíbe a los partidos políticos “tener privilegio alguno o monopolio de la participación
ciudadana”. La Constitución de 1980 se aleja así, al menos en teoría, de aquellos sistemas
jurídicos que privilegian la participación de los partidos políticos en el acceso a los cargos
de elección popular.

Así planteadas las cosas, los problemas concretos en la aplicación del principio de
igualdad en comentario, se han suscitado a medida que se han ido dictando las leyes de
desarrollo del sistema electoral público, por cuanto se ha estimado, en distintas época y por
distintos actores, que algunas normas perjudican injustificadamente la posición de los
candidatos independientes en los procesos electorales.

Sin pretender agotar el tema, podemos sí mencionar tres aspectos en que se aprecia
claramente el conflicto planteado:

a) En el sistema electoral diseñado para las elecciones parlamentarias. En efecto,


según la fórmula electoral contemplada en el artículo 109 bis de la ley Nº 18.700, sobre
Votaciones Populares y Escrutinios, el elemento determinante para asignar los cargos
parlamentarios son los votos obtenidos por la lista o nómina de candidatos. Así, si la lista
que obtiene mayor cantidad de sufragios reúne más del doble de los votos de la que le sigue
en número de preferencias, a esa lista mayoritaria se le asignan los dos cargos en disputa.
En caso contrario, las dos listas más votadas obtienen un cargo cada una. Más allá de las
críticas que podamos manifestar respecto del sistema electoral mismo, lo cierto es que la
desigualdad manifestada en perjuicio de los candidatos independientes se expresa en la
circunstancia que los partidos políticos, o las alianzas de partidos, pueden llevar dos
candidatos en cada distrito o circunscripción, en cambio los independientes deben competir
solos, sin que puedan establecer listas con otros candidatos independientes 41. Ello significa
que al caudal de votos de los partidos, o alianzas de partidos, los candidatos independientes
40
Si bien no podemos afirmar con certeza el objetivo pretendido por el constituyente al contemplar esta
disposición, creemos no errar demasiado si buscamos la explicación en la evidente valoración negativa que,
de los partidos políticos, tenía el gobierno militar de la época y muchos de los que participaron en la
redacción de los distintos proyectos de constitución.
41
Un candidato independiente puede incorporarse a una lista de partido, o de una alianza de partidos, pero no
puede formar una alianza con otro candidato independiente al margen de las listas de partido.

25
sólo pueden oponer su votación personal. Esta misma situación se mantiene en la
recientemente aprobada reforma al sistema electoral, y que aún no ha sido publicada.

b) En las candidaturas a concejales. En el ámbito municipal, en las elecciones de


concejales, se produce una situación similar, aunque más grave, que la señalada
anteriormente, ya que los candidatos independientes que no se incorporen a un pacto
electoral con uno o más partidos políticos, figuran solos en la papeleta de votación, sin
poder formar alianza con otros candidatos independientes. En estas circunstancias, los
independientes deben competir con su votación personal contra listas de seis, ocho o diez
candidatos42.

c) En la propaganda electoral televisiva. En un ámbito distinto, pero en nuestro


concepto igualmente discriminatorio, se observan diferencias sustanciales en los tiempos
asignados a los candidatos de partidos y a los independientes, en la propaganda electoral
televisiva que se contempla para las elecciones parlamentarias. Así, mientras a cada partido
político corresponde un tiempo proporcional a los votos obtenidos en la última elección de
diputados o, en caso de que no haber participado en ella, el mismo tiempo que le
corresponda al partido político que hubiere obtenido menos votos; al conjunto de las
candidaturas independientes corresponde un tiempo equivalente al del partido político que
hubiere obtenido menos sufragios en la última elección, el que se distribuye entre ellas por
iguales partes43.

En todo caso, y en un criterio que no compartimos, el Tribunal Constitucional ha


estimado que las normas establecidas para las elecciones no vulneran el principio de
igualdad consagrado en el artículo 18 de la Carta44.

La inscripción electoral automática.

Recordando lo ya señalado con anterioridad, debemos destacar que, a partir de la


reforma introducida por la ley Nº 20.337, el actual artículo 18 de la Carta, en su inciso
segundo, ordena al legislador orgánico implementar un sistema de inscripción electoral
automática, lo que se cumplió mediante la dictación de la ya citada ley N° 20.568.

Elecciones y orden público.

Finalmente, debe hacerse presente que el inciso tercero del artículo 18 permite al
legislador encomendar a las Fuerzas Armadas labores que escapan a las habituales de estas
instituciones, asignándole funciones de resguardo del orden público durante las elecciones
y plebiscitos. Esta norma de excepción resulta necesaria, toda vez que, de no haberse
incluido, la colaboración que históricamente han prestado las Fuerzas Armadas al desarrollo
42
En las elecciones de concejales se utiliza un sistema proporcional de cuociente electoral. El número
máximo de candidatos que puede presentar cada partido, o pacto electoral, es igual al número de concejales
que se trata de elegir, y que es de 6, 8 o 10, según el número de electores de cada comuna (hasta 70 mil
electores; más de 70 mil y hasta 150 mil, y sobre 150 mil). Las candidaturas independientes sólo pueden
presentar un candidato, cualquiera sea el número de concejales a elegir.
43
Artículo 31, incisos cuarto y quinto, de la ley Nº 18.700.
44
Ver sentencia del Tribunal Constitucional, de fecha 5 de abril de 1988, rol Nº 53.

26
de los procesos electorales, no habría sido posible por lo dispuesto en el artículo 101 de la
Constitución.

D) JUSTICIA ELECTORAL

En el Capítulo IX de la Carta Fundamental, en los artículos 95 a 97, bajo el epígrafe


de “Justicia Electoral”, se encuentran regulados el Tribunal Calificador de Elecciones y los
Tribunales Electorales Regionales45.

El término “Justicia Electoral”, con los contenidos referidos, tiene en la


Constitución una significación fundamentalmente orgánica, es decir, relativa a las entidades
de naturaleza jurisdiccional -tribunales- que van a intervenir en los procesos electorales,
tanto en lo concerniente a las votaciones populares (elecciones políticas y plebiscitos)
cuanto en lo atinente a las elecciones realizadas al interior de asociaciones privadas, y que
el constituyente denomina en forma genérica como grupos intermedios.

La expresión “justicia”, en consecuencia, designa a los tribunales llamados a


conocer, en sede jurisdiccional, de las elecciones y plebiscitos.

El adjetivo “electoral” nos remite al contenido de la competencia que la


Constitución encomienda a los aludidos órganos, o que autoriza al legislador a fijar, y que
está constituido, en lo esencial, por la calificación de los procesos electorales, o
plebiscitarios, en su caso.

Por otra parte, cabe destacar que la preceptiva constitucional en la materia es


relativamente breve, limitándose a regular los principales aspectos relativos a la
configuración y competencia de los tribunales electorales.

1. TRIBUNAL CALIFICADOR DE ELECCIONES.

Integración.

El Tribunal está constituido por cinco miembros designados en la siguiente forma:

a) Cuatro ministros de la Corte Suprema, designados por ésta mediante sorteo, en la


forma y oportunidad que determine la ley orgánica constitucional respectiva, y

b) Un ciudadano que hubiere ejercido el cargo de Presidente o Vicepresidente de la


Cámara de Diputados o del Senado por un periodo no inferior a los 365 días, designado por
45
La Constitución de 1925, que creó por primera vez en Latino América la institución de un tribunal
autónomo y especializado en materias electorales, con rango constitucional, reguló esta materia en su
Capítulo VI, bajo el título, precisamente, de Tribunal Calificador de Elecciones. La Carta de 1980, en cuanto
no sólo contempla al Tribunal Calificador, sino también a tribunales electorales de carácter regional, optó por
emplear la denominación genérica de Justicia Electoral.

27
la Corte Suprema en la forma señalada en la letra a) precedente, de entre todos aquellos que
reúnan las calidades indicadas.

Se agrega que las designaciones a que se refiere la letra b) no podrán recaer en


personas que sean parlamentario, candidato a cargos de elección popular, ministro de
Estado, ni dirigente de partido político.

Además, resultan aplicables a los ministros del Tribunal Calificador de Elecciones


lo dispuesto en los artículos 58 y 59 de la Carta, que regulan las incompatibilidades e
incapacidades parlamentarias.

Duración en el cargo.

Los miembros de este Tribunal durarán cuatro años en sus funciones.

Procedimiento.

Se dispone que el Tribunal Calificador procederá como jurado en la apreciación de


los hechos y sentenciará con arreglo a derecho.

José Guillermo Guerra, ilustre doctrinador de la Carta de 1925, de la cual se toma la


fórmula en comentario, entendía que, al conocer como jurado, el Tribunal Calificador goza
“de entera libertad para juzgar en conciencia, cómo han debido realizarse los
acontecimientos y las consecuencias que han podido producir” 46. Es decir, hay una
asimilación del concepto de jurado al sistema de apreciación de la prueba en conciencia. En
el mismo sentido, Núñez Vásquez opina que “al estatuir la Constitución y la ley que ‘el
Tribunal procederá como jurado en la apreciación de los hechos’, faculta a dicha
magistratura para valorar los antecedentes de las reclamaciones electorales ‘en conciencia’,
es decir, sin necesidad de someterse a las normas reguladoras de la prueba establecidas para
los tribunales ordinarios”47.

El resto de su regulación se encomienda a una ley orgánica constitucional,


actualmente la ley Nº 18.460, de 15 de noviembre de 1985.

Competencia.

Según la Constitución, corresponde al Tribunal Calificador de Elecciones:

1.- Realizar el escrutinio general de las elecciones de Presidente de la República, de


diputados y senadores.
Esto significa que al tribunal corresponde determinar los resultados generales, con
indicación del número de sufragios obtenido por cada candidato.

46
GUERRA, José Guillermo. La Constitución de 1925. Establecimientos Gráficos Balcells & Co., Santiago
de Chile, 1929, página 423.
47
NÚÑEZ VASQUEZ, J. Cristóbal. Tratado de los Recursos Jurisdiccionales y Administrativos. Ediciones
Jurídicas La Ley, Santiago de Chile, 1997, Tomo II, página 667.

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2.- Efectuar la calificación de estas mismas elecciones, y resolver las reclamaciones
a que dieren lugar.

Es decir, el Tribunal debe verificar que las elecciones se han desarrollado en


conformidad a la Constitución y a la ley.

3.- Proclamar a los candidatos electos.

4.- Conocer del escrutinio general y de la calificación de los plebiscitos, así como de
la proclamación de sus resultados.

5.- Designar dos miembros de cada Tribunal Electoral Regional.

6.- Conocer de las apelaciones deducidas en contra de las sentencias dictadas por los
Tribunales Electorales Regionales, en conformidad a la ley.

7.- Las demás que le encomienden las leyes.

2. TRIBUNALES ELECTORALES REGIONALES.

Dispone el artículo 96 que “habrá tribunales electorales regionales encargados de


conocer el escrutinio general y la calificación de las elecciones que la ley les encomiende,
así como de resolver las reclamaciones a que dieren lugar y de proclamar a los candidatos
electos. Sus resoluciones serán apelables para ante el Tribunal Calificador de Elecciones en
la forma que determine la ley. Asimismo, les corresponderá conocer de la calificación de las
elecciones de carácter gremial y de las que tengan lugar en aquellos grupos intermedios que
la ley señale”.

De acuerdo al precepto constitucional, los tribunales electorales son de carácter


regional, de modo tal que en cada región debe crearse a lo menos un Tribunal. Siguiendo
esta premisa, la ley Nº 18.593 dispuso la existencia de un Tribunal Electoral Regional en
cada región y de dos en la Región Metropolitana de Santiago.

Integración.

La normativa constitucional dispone que cada uno de los Tribunales Electorales


Regionales está constituido por tres miembros, correspondiendo uno de ellos a un ministro
de la Corte de Apelaciones respectiva, elegido por ésta, y siendo los dos restantes de
designación del Tribunal Calificador de Elecciones.

La nominación que corresponde a la Corte de Apelaciones debe recaer en uno de sus


ministros en ejercicio y, por ende, la única exigencia constitucional para servir el cargo en
el Tribunal Electoral Regional es tener la condición de ministro del tribunal de alzada que
efectúa el nombramiento.
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Respecto de los miembros de designación del Tribunal Calificador de Elecciones se
requiere, alternativamente, haber ejercido la profesión de abogado o desempeñado la
función de ministro o abogado integrante de Corte de Apelaciones por un plazo no inferior
a tres años.

Como puede apreciarse de su simple lectura, estos últimos requisitos no guardan


una debida equivalencia entre sí, por cuanto en el primero de ellos basta el ejercicio de la
abogacía por un plazo menor, y en los restantes se demanda el haber desempeñado
funciones de ministro de Corte o de abogado integrante, que suponen una experiencia y
calificación profesional sustancialmente mayor.

Cabe agregar que la ley creó la figura de los miembros suplentes, designados por los
mismos órganos que designan a los titulares.

Duración en el cargo.

Los miembros de los Tribunales Electorales Regionales duran cuatro años en sus
cargos.

Procedimiento.

Estos tribunales procederán como jurado en la apreciación de los hechos y


sentenciarán con arreglo a derecho.

Competencia.

Corresponde a los Tribunales Electorales Regionales:

1.- Conocer el escrutinio general y la calificación de las elecciones que la ley les
encomiende, así como de resolver las reclamaciones a que dieren lugar y de proclamar a los
candidatos electos. Por ejemplo, los Tribunales Electorales regionales cumplen estas
funciones en las elecciones municipales y en las elecciones de consejeros regionales.
Sus resoluciones serán apelables para ante el Tribunal Calificador de Elecciones en
la forma que determine la ley.

2.- Conocer de la calificación de las elecciones de carácter gremial y de las que


tengan lugar en aquellos grupos intermedios que la ley señale.

3.- Las demás que determine la ley. Entre estas se cuenta, por ejemplo, declarar las
inhabilidades que se deriven de la aplicación del artículo 23 de la Constitución.

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