Revisto Colombione
‘Volumen 24 eer dcemtve 1998
DESAPARICION DE POBLADOS oo
caribenos en el siglo dieciséis
Ja informaci6n sobre la cuantiosa poblacion que habi-
taba el Caribe colombiano a comienzos del siglo dieciséis, cuan-
do legaron los invasores europeos', la documentacion y las
' crénieas, en especial 18s pep genres
tempranas,reitera puntosde ,cicaroscbeureroners pects ypuiesnadCok
Vista opuestos®. Calculos e-_ faowdncrasinconantongptrwns cop
Contes sonolen ate hacia amessGueieatnnasrgrem sets
Tendo coisa nersen ladda
1500¢n laregion Caribe ha- Sor Cots oman ela conan nope
bia, por lo menos, dos y _teamerm dune ogee a onion cometary
medio millones de habitan-_gteverdeeripig: ee Cleercefontetsools
| tes (Tovar et a, 1994: 22).
Esta cifaglobel es impor. Se ix wiry nd ri po
pesar del escepticismo con que algunos autores miran
Maka Herrera ANGEL
Resumen
uronle ls primeras décodas del siglo diecis6ies un cuantioso némero \
de poblados existentes en buena pare de la region caribe de la actual \
Colombia sufié una impresionante y raplda disminucin de la poblacin.
El estudio de este fendmeno permite vslumbrar la gran complefidad del
entramado espicial y politico que exstia al momento de la iavasi6n. Lo 1
observado cuesiona algunos planteamients sobre las pautas de asenta-
inlento vigentesen esta zona en especial las que sefialan que ala legada de
Jos europeos predominaba un tipo de asentamientodisperso. En términos ace Biba os impor nl ones amelie
rmetodolégicos, a velocidad del proceso realza la necesidad de considerar ‘ errr
estos cambios, para no extrapolar fendmenos que se observan avanzando el fommape a dea dee eee rane ae Sane
a moment del contacto, com sla invasin en poco hl desastre demogré- Extn osu 17-2, rol i964 2402097 Se
Fras nero oiiaa ' fico que tuvo lugaren elCa- Yeisen 9a 38 y Cone
Se ribe durante las primers ,, es
: décadas de la invasion eu- 314.726); Lsper de Gemora |1552/1985: 1, 1171 y
i ropea. Sin embargo, no 52 fern: ie Oredo 1505 1997.1 Wi, 151.159) EL
Abstract Cuenta com estimalivos que Soames lesconoo por es (155-1950) a
i ran ‘rclrronrerso cena os parop 5
Pormitan precisar paracada $385,105.10, 202260, 7296, 91°00 0,72,
frea de esta region el proce 265.208, 2%, 247268, 26a, ¥ 51, i 215216)
‘s0 demografico seguido por
95: cp. 8
uring the eon decades of the XVI century a large number of villages
located in avast area ofthe Caribbean region of what is today Colombia,
suffered an abrupt population decrease. The study ofthis phenomenon allo-
ws to glance at the complex spatial and political web that existed at the
time of the invesion. This examination questions same assumptions about
settlement patterns present in this area, in particular, arguments about ani
i Calne (1983: 196.108 ce ne gue
: apoblacién durante los pri-_sesreseton sock lnptlvsn al Coiba raoporeino
i metos sesenta afios de la ‘ronertsdelomentnycorcye ele peoces nove do
: “cin rine eo cone andes 280 rf geet
invasion, es decir entre 1500 aay 150% Casio[|904 18 conicow ogee ore
i 1y1560'. En relacion con 6po- sro Colneaes.
Scatored tp ef setlement ot the te of the aval ofthe Buropeans In ' cas posteriores, aunque S04 sate. jousode omit Cate done we
terms ofthe methodlos the rpiiy ofthe proces highlights the neo 0 ' presentan vacios, se cuenta dusist ace boo nisEiri 078) HN
cxamine these change, in orr not extrapolate these phenomena, obser \ con informacién que indica
Table theend of the XT century, athe tne of contact, a ifthe invesion ( «que se continu la vertiginosacafda de la poblacion (Colmenares,
1983: 108; Gonzlez, 1998: 39; Borrego Pl
Rivera, 1996: 59-65; Melo, 1996: 76-78; Blanco, 1987: 57 y 61-64).
La reversién demografica que siguié a la invasién implicé
severas modificaciones en la organizacién social de las comu-
nidades nativas, que se vieron reflejadas en su organizacion
\ espacial. Los datos disponibles ponen en evidencia que en ol
would have not altered patterns of indigenous settlements.
Velomen 34, enero-diciembre 1998, op. 124-165
Caribe, junto con la répida disminucién de la poblacién, se126
‘Devnaricin de plage corbefor onal no cai
produjo una dramética desaparicién de los poblados indigenas (Col-
menares, 1978; 107), Se trata de un fendmeno cuyos efectos no se
han estudiado sistematicamente, en parte porque su comprensién
presenta serias dificultades, dados los vacios documentales y lo
contradictories que resultan las fuentes, pero también porque se ha
subvalorado la organizaciOn econdmica, social y politica de los gru-
‘pos que habitaban el Caribe’. De ahi que, sin tener en cuenta las
descripciones de los cronistas y la evidencia documental se proce-
daa afirmar, por ejemplo, que:
La gran dispersin de los poblados indigonasfuo una de las primeras
‘aucstiones von las que ttopead Arteaga al comenzar su labor. Esta
‘lspersion cue provenia ya dela época prehispénica, no era exclusiva
‘de Cartagems, y habia sido objeto de atencion prioritaria por parte dela
‘Corona desde ol inicio del siglo XVI. Se pensaba quo la concentracion
de indigenas en poblados sera ol medio més idéneo para incorporar de
‘modo efectvo la poblacién aborigen (Borego Pls, 1989: 100),
. Coneste tipo de plantea-
[5 Pople ote a camunidades ingens de pov
Cade Conayers Borepshs(I963 aB}setolqeennde —-mientos lo que se hace es
Shoe pecarnst rin sobre prow de Carag
Masel (0980, 231) ero nga fos delcor
justificar la politica de re-
ducciones 0 de concen-
tracién de la poblacion in-
digona en poblados dise-
ados en forma de da-
‘mero, quo adelant6 la co-
‘ho dabsor onde yoga sea de eas ns So
Foca sen-namndos yore, suri dese
Ebi corona emanate an moyoe comelcode
6, Sole les congtegocionsadelanodas ena sled
saison alterna pares de hegoncamieen, vez! Coho
(99S sy oy 190lh Caterer 1990, ares {199801
ESI. cine eee tS EE omaenelCanbehain15
SEEN en cesses SaaS gy uname ae eT
stds Ut liga ue
7 imptinatosbaaaiennuy intone grace stelle age
LESNEaLakne amen” Galil dst Dees
forma, los esfuerzos inves-
tigativos llevan a reforzar cierto tipo de prejuicios, tales como la
supuesta inferioridad cultural de los indigenas de América frenteala
de los nativos de Europa, on lugar de aportar elementos para com-
render mejor los procesos histéricos que se vivieron como resultado
de la invasién. En relacién con el problema de los poblados, se termi-
zna por perderde vista la importancia y las implicaciones de establocer
o destruir determinado tipo de ordenamiento espacial. Ast, se subva-
lora tanto el patron de ordenamiento espacial que existfa, como el
que se bused implantar, en el caso de las reducciones’. Tal perspecti-
va pierde de vista la importancia que tiene el ordenamiento espacial
Revista Calambiona
34, eneo-dicmb 1998
en términos de la conservacién de un determinado sistema de orga-
nizacion social’, Se trata de una apreciacién, que al parecer, no
compartié la corona espatiola, al impulsar su politica de redueciones
en América desde los primeros afios del dominio colonial, como ele-
mento central para “que los Yndios sean bien ystruydos y ensesiados
en las cosas de n{uestJra santa fee catolica y en las umanas y polit
cas” (AGN. (Bogota), Caciques ¢ Indios, 49, 778r), es deci, como un
importante mecanismo para ejercer un efectivo control politico so-
‘bre la poblacién recientemente sometida.
Pero, ademés, conviene llamar la atencién sobre el problema de
Ja dispersién o de los llamados asentamientos dispersos. Sin recu-
rir las cr6nicas 0 a la evidencia
documental, se afirma, por ejem- 6 Ouncan 1990 17) bxewo aun ol oso
plo, que en la provincia de satel londcooe) conte in stene de a
Cartagena “Predominaba la dis-
persién” (Meisel, 1980; 231). En
‘otras oportunidades se descalifi-
cala informacién de los cronistas
yyse concluye “que el poblamien-
to era disperso” (Jaramillo, 1964:
261), En términos metodolégicos,
clasificar un patron de asenta-
miento como disperso resulta
peligroso y poco itil, ya que im-
plicitamente se daaentender que
carece de un orden’. Dado que tal
afirmaci6n con frecuencia se hace,
no como una conclusién a la que
se llega después de haber realiza-
do el estudio respectivo, sino
como un punto de partida que in-
dicaquenoes necesariocontinuar
el camino, su uso termina por ex-
Seearows del cyte cornea apenas
Yrepedice un somo rca. Sobe oder
tsoncol como maconaragYovs del cul no soo
‘ws, sno que bio ene un orden sce,
‘axe, odemar deo ob indo lane (1974
Foucault (1975); Duncon [1989 Conroe [1995
1519} ona (1994 226299) Cara (1974)
traf cena sober macoaes de teen
‘ue evra agar cam’ exc sobee the
innumerable practices by means of which sere
reospepre the space gone by tecngues oh
‘eceahvel prods (
9 Nese quedsperaar sgn “Separory dan
nor lo gun eno 0 soho rien Drie
leer la tenonolvacin, olin descr
Saondament sn mils dress. orp Js
ter al enomigo hails har y duane
fomplie desader.Onplgar en oan aba de
buco una ona” el Acasemin spool, 192,
boyodor ao
10 Pore vn irtane dics bre slnorde
let lacoree que eden on endsnco deen pe
socal econlamnars ne craormenicenceodoa te
se Foro (1978),
presar un prejuicio. De esta forma se omite el andlisis del patron de
asentamiento clasificado como disperso y, a la vez, se justifica tal
cevasi6n, indicando, implicitamente, que es innecesario cualquier
esfuerzo por entender su logica y dindmica, porque no la tiene”.
En este articulo se estudia la informacion relativa a la abundan-
cia de poblados que existia en una extensa Area de la region Caribe
de la actual Colombia durante las primeras décadas del siglo dieci-
séis y sobre su impresionante y répida disminucién en el curso de
127128
‘Detoporiin de pbledsconbeos en lige dnc
ese siglo. Para el efecto se tomé como base la visita de 1560, que
ofrece informacién discriminada sobre los poblados adscritos juris-
diccionalmente alas ciudades y villas de las provincias de Cartagena
y Santa Marte, en las que qued6 comprendido buena parte del teri-
‘orio caribeiodesde las primeras décadas dela invasidn", Esta visita,
a pesar de serardia, proporciona un punto de partida paraestablecer
ciertas comperaciones, con datos fragmentarios previos aella y con
informaci6n de aos posteriores. Con base en estos datos, mas com-
pletos para la provincia de Cartagena que para la de Santa Marta, se
‘muestra la dixémica del proceso en las jurisdicciones de la villa de
‘Mompox, la ciudad de Cartagena y la Villa de Told. Especial énfasis
se hace en los poblados de la ciudad de Cartagena, sobre los cuales el
‘ronista Fernéndez de Oviedo (1535/1959) proporciona descripciones
de gran interés yuna enumeracion de los pueblos por los que pas6 la
Iueste de Fieredia en 1533, que inexplicablemente ha sido omitidaen,
Jos andlisis de varios historiadores y arquedlogos, que lo han utiliza
docomo fuente de informaci6n (por ejemplo, Escalante, 1956;Castillo,
1986; Blanco, 1977, 1987 y 1995 y Angulo 1981, 1983 y 1988)". Poste-
riormente se considera la informacién disponible para la provincia de
Santa Marta, en algunos aspectos menos completa que la de Cartage-
na, pero que también pone en evidencia la acelerada disminucién de
los poblados que, en buena medida, se
11. B6ecomante ze exude lo tertorios
fut gundaonconpredider nor pro
de Cooper Some Mere. No toc:
SSoersale Cutie oprowne del Rode
istact, qvecurore pecs go deanes
‘a depend desonanane de Sone
1978: 328 yale jase
lol de Oat, cup sino
‘Sn ncn con province se Sora
Wao slo we dein boos 1570 Movor
1999-1996, 205.207,
12. Relerencias ate nod erceriton
nal 1996: 140), tomer (
Gomes 1984: 36 Vor non
Thao en la decipin y enmeacén
publ do Fees do Cid en Te
fh99a.19960 1, 344)
13 Sobre dope a ar 193
Wen 7799,
present6 como corolario de la abrupta
caida de la poblacién indigena del Cari-
be. De esta forma, se llama la atencién
sobre la velocidad con que se transformé
el entramado social y politico en el Cari-
be colombiano desde los primeros afios
del siglo dieciséis, hasta casi desaparecer
en extensos territorios. Se trata de un fe-
‘nomeno que debe ser objeto de mayores
reflexiones, por lo que implicé para la po-
blacién que vivi6 ese proceso, por las
consecuencias que tuvo en términos del
ordenamiento econdmico, social y poli-
tico que se cimont6 sobre esas bases y
porque desde el punto de vista metodo-
logico Hama la atencién sobre la
importancia de tener en cuenta esos dramdticos cambios, al momen-
todeextrapolarfenémenos que se observan avanzado el siglo dieciséis
al momento del contacto".
‘Vaunen 34, enero 1998
Poblacién y poblades segun le visita de 1560
F |,cuada fesume Ia informacion, que suministra
Ia visita de 1560 sobre poblacion y poblados:
Cuanno 1
Visira ne 1560
Pow.anos nDiceNAs ¥ FOSLADONES EN I. CARIBE NZOGRANADIND
Guwomi —Nawoos Navowans — Prenonememace No ann
Senta Mares sae ea a
Villedupar sd a
“Tenerife 1500 sd. n 7
‘Tamalameque iw
agen
Mompox
28
uy
2,
0 3 ve) 10
w
Fuerte: Tovar om), 1988: 103-117. Ri (196: 19-22 inns lok todos dance
‘mcs con les nombres d los pueblos de Conogero y Tali comespondioner 0 deed
te 1560, curve no indica con gud bass dermis la fcho, yo que, como di rs Io
Shel, el documento roel echo. Lor dlr de exe lado sow a rcs de os
{ue cpreen en Vio de 1560 epsroron cna comix en Coragera, cn
2.489 indostbwaios yon Tol 72 publasy 2.974 indigenor mbar, omeablemen
to, vor gorece na habe eid on cue lo dte pbicodos dena de 1560 yo
tna relexorr sobre ls teers cues preserion y ue, evenhoimen,podion ear
‘laconedor con la aca del decunais
+ Lavndiasde Santas etaton belo,
lesinosde Valedunorn enon ae serene
IGenertve dele pueio, sin lool nino de blo de
En el cuadro se observa que va que en 1560 una extensa érea del
territorio caribefio de la actual Colombia se habia dividido en dos
provincias: Cartagena y Santa Marta (véase ol mapa 1)". Estas, a su
‘vez, se habfan subdividido, cada una, en
cuatro jurisdicciones. En Cartagena, la de
Ja ciudad, que incluia lo que en siglo
ieciocho seria el partido de Tierradentro,
ces decir, el extremo norte dela provincia; —lesdosgovncos id: 48 Sor
14 noses dental sodas
settles conolintoern os poeros
‘bs Sors Moy eneieleabo dela le
Fever de Ovo, 1938/1959 76
(ue doligore dapat wialeonalec rte
129130 | Moro Herrero Anget
: Descpartn de
== amp, 19931996 35.122, Com tes de
“Treo Catogero i eben os Mogens yDarn
Ghote yal tts tno csnoccl (Somes, 1984-12). so
‘rete del soo aces, bina de etalins oganoccel
(Shobocer ce con dl arb sare cere
Jreseobodelscemnde;ueelcorinevearercato en
erro de los de tama rca. En 1597 y 1599 se
‘Sonabe cue ov nano deeb, ces ele desnbocc
‘ecatohran ounpecoriaseb ltedrate) easton aie
(flo Ine equnccl por haber ol vers y ngs de
1961: 9499.
ladelavillade Maria, quedes-
aparecié en el sig siguiente;
“TolG, sin Ia segregacion de
‘Ayapely, por timo, Mom-
pox. En Santa Marta, si se
cexomptiala ciudad de Valen
cia de Jestis, la division
jurisdiocional fue similarala
que perduré durante los dos
siglos siguientes: comprendia las de las ciudades de Santa Marta,
Valledupar y Tamalameque y la de la villa de Tenerife, Lamentable-
mente no se ha encontrado informacién sobre los criterios que dieron
‘base a esas divisiones jurisdiccionales tempranas. En otras éreas se
presenté ciertatendencia a seguir las divisiones teritoriales nativas
al momento de defini ciertos limites e incluso los territorios juris
diccionales de las provincias (Deler, 1996: 34-35 y Herrera, 1996:
26-81), Sin embargo, tal fendmeno debe ser estudiado con mayor
dotenimiento en el Caribe colombiano, ya que, por ejemplo, el esta-
blecimiento del rio Magdalena como limite entre las provincias de
Cartagena y Santa Marta no siguié las pautas nativas del érea, en
particular ias de los malebu, para quienes el rfo Magdalena no divi-
di, sino que integraba sus territorios (Friede (comp.), 1955-1960: VI,
179; Tovar (comp.), 1993-1996: Il, 297-304 y 311-352; Reichel-Dol-
matoff, 1991: 14-15 y 1951: 105-108).
‘También conviene llamar la atencién sobre los vacios de informa-
cién que se aprecian en el cuadro, va que refljan las dificultades que
se tenfan en 1560, cuando se hizo ia visita, para controlar el teritorio
de la provincia de Santa Marta, Estos vacios contrastan con la infor-
‘macién més completa que se recopilé sobre la provincia de Cartagena
yy reflejan el mayor control que se tenfa sobre la poblacién nativa. Sin
‘embargo, al mirar el cuadro con més detalle, se observa que en los
temitorios de Santa Marta ubicados en ls iberas del io Magdalena, la
situacion presentaba mayores semejanzas con la de la vecina provin-
cia de Cartagena. Esta situacion resulta hasta cierto punto explicable
sise considera que ya por entonces el ro Magdalena se constitufa en
‘una importante via de comunicaciGn entre a costa yel interior (Ybot,
11952: 35) y que el control sobre la mano de obra indigena del érea
resullaba fundamental, dados os requerimientos de bogas paral trans-
porte por elo. Esta actividad se vinculé estrechamente con la répida
provincia de Cartagena y en Tama- cual llegaba hasta el suelo y tenfan dos puertas (Tovar (comp.),
Ser"mcat Esuibeesidnscaneotecade lameque, se mencionan tos pueblos 11993-1996: Il, 369). En las excavaciones arqueoldgicas realizadas
1987-260) be lornadin eco ole ends que. Pl aque
‘domogrfca de lo pobleciér, las descripcones con varios barrios (Fernandez de en el area se han encontrado superficies circulares aplanadas,
selscontesyedsemenctesebeds Qyiedo, 1595/1950: Il, 11-12, 102, {dentificadas como pisos de vivienda, de ocho a diez metros de
hueneshocenqueteameydiclocepurd pen. 158 y 161). Aunque a partir de las didmetro, en las cercanfas de la ciénaga de Guajaro y de forma
‘comievodequepocshatiasonsodocimer- descripciones resulta dificil formarse eliptica de dieciocho por once y medio metros es decir unos 160
emir Spoeenslsman, una doa de la estructura espacial de ‘m2 aproximadamente, en el valle de Santiago (Angulo, 1988: 132
(980-230), To que se consideré un barrio, pare- y 1983: 31). De cualquier forma, se presentaban variaciones, que
‘ce que entre uno y otro habia cierta en algunos casos el cronista vinculé con la organizacién politica
48. Unolagaeniil opranatorere 5k
distancia, ya que cuando Heredia se
indigné por el poco oro que le daban y ordend poner fuego a un,
pueblo cuyo nombre no se indica, las tropas quemaron el barrio
de Lehulali, sin que el incendio se extendiera al de Tuvirigoaco,
€ pesar de que el material del que estaban construidos los bohios
permitia que el fuego se extendiera facilmente (Ibid.: 158).
El tamafio de los pueblos parece haber sido muy variable, ya
que mientras algunos como el de Goana s6lo tenfan ocho 0 nue-
ve bohfos, otro como Canapot, que no se caracteriz6 como
srande, tenta hasta treinta casas. Los que fueron calificados de
grandes o mvy grandes, como Calapa o Cocapia, debieron tener
un néimero mayor de bohios (Ibid.: 157, 145 y 154-155). Sobre
uno de estos pueblos grandes, ubicado al sur de Cartagena y
dividido en tres barrios, se indicé que ocupaba casi media legua
y tenfa “los bahifos muy espesos” (Ibid.: 161)”. Heredia, rfirién-
ose al gran tamafio de uno de los asentamientos seiialé que
“Bra el pueblo tal que habia dos horas que andébamos peleando
con ellos y no habiamos llegado a la mitad del pueblo” (Friede
{comp.), 1955-1960: Mf, 22). En las excavaciones arqueol6gicas
realizadas en las cercanias de la ciénaga de Gudjaro, se encontra-
ron evidencias de una aldea nucleada, cuya maxima expansién
habria sido de aproximadamente 1 km2 en tiempos cercanos ala
conquista. En el érea se encontraron pisos de vivienda separa-
dos entre sf unos veinte-treinta o mas metros (Angulo, 1988: 132).
‘También se encontraron evidencias de otro asentamiento nuclea-
do de similartamaiio y de otros menores, en el valle de Santiago
(Angulo, 1983: 175).
En cuantoal tamaiio de los bohfos, es probable que en general,
fueran relativamente grandes y albergaran familias extensas, ya
«que se indica que cuando llovia Heredia pedfa uno o dos bohfos
religiosa de las comunidades. En el pueblo de Taragoaco habia
‘ciertas casas suntuosas e mucho mayores que las otras”, que se
decia eran de los caciques. Frente a ellas “estaba una estacada a
manera de seto, y en cada estaca una cabeza de un hombre, que
decfan ser de enemigos indios que habian muerto en sus bata-
lias. Y era muy grande el mtimero de estas cabezas,..”. Alli, ol
prestigio del jefe estaba dado por el ntimero de cabezas que pu-
diera exhibir (Fernandez de Oviedo, 1535/1959: Ill, 148). En
Migagar, un prisionero sobre el que no se indica la posicién je-
rérquica que ocupaba, adomaba su cuerpo con los dientes y
muelas de los hombres que habia muerto para comer (Ibid.:156).
Practicas como las descritas muestran cémo tanto en el espa-
cio del poblado como en el corporal, se
oo 44 eaetatniao be coce
reflejaron las continuas guerras que sostenian 33, 1istcemerosebecems.
entre silos pueblos del drea. Indican no s6lo _meros puntos ev plo 16
el esfuerzo por estimular la agresiGn contra (frre mrdren tea rede
los que eran considerados como enemigos, 2
mediante la valoracién de los testimonios simbélicos de esas
acciones, sino que se constituyen en expresiones de una ideolo-
gia moldeada por los requerimientos de la guerra, Mientras que
en las murallas y en los esfuerzos por dificultar el trénsito por
Jos caminos se aprecia una accién directa para defenderse de los,
ataques, el uso de los restos del enemigo como adorno y setial
de prestigio refleja la importancia de la guerra, la valoracién que
se hacfa de las actividades guerreras y el establecimiento do jo-
rarqufas en funcién a la actividad bélica, cuya préctica ocupaba
tun papel importante en las relaciones que establecian entre si
los grupos que poblaban el érea.
Pero la jerarquia no sélo se marcaba mediante la exhibicién
de los despojos del enemigo en el espacio del poblado. También148
Mara Herrero Angel
Desopariin de blades coubeos en liga Socata
se construfan chozas pequefias delante de las casas o bohios prin-
cipales, en las que se enterraba a los caciques. Era frecuente que
Jas casas fueran utilizadas para colocar los despojos de los muer-
tos, ya fuera enterrandolos o colocdndolos en hamacas.
Posteriormente, “e desque despiden los huesos de la carne e que-
dan limpios, embijanlos ¢ meten los huesos e cabezas asi
embijados en ollas e tinajas, e asi los guardan en casa, o de fuera
junto a la casa” (Ibid.: 161), Las excavaciones arqueoldgicas rea-
lizadas en ol érea confirman varias de las descripciones de
Fernandez de Oviedo, como la prictica de entierros primarios y
secundarios, los enterramientos en ol piso de los bohios y la
inexistencia de cementerios (Angulo, 1983: 39-40; 1988: 121-123
1981: 44-56), En los restos correspondientes a entierros secun-
arios no se han encontrado, sin embargo, evidencias de uso de
pinturas, tl como lo sefala el cronista (Angulo, 1988: 121 y 1981:
56). Las précticas de enterramiento descritas, que guardan una
impresionante similitud con las utilizadas por los malebuies, con-
trastan con la construccién de cementerios, usual entre los
zomties, ubicedos en la parte sur de la provincia de Cartagena,
‘Un elemento cuya ausencia sorprende en las descripciones que
hace Fernéndez de Oviedo, es la plaza. A lo largo de la narracion
sobre el desplazamiento de la hueste de Heredia en 1833 no se
hace referencia a ellas, Esto resulta
Volomen 34 enero: dcombe 1998
presente en otros asentamientos nucleados del
Caribe, como por efemplo en Thamara ~al sur
‘en el érea de Tamalameque-, donde en ese es-
pacio se sembraban érboles para adornar yhacer
sombra (bid. 11). Tampoco se repistré en el oa
de lo que seria la jurisdiccion de la ciudad de
Cartagena la existencia de asontamientos nu-
cleados que ocuparan un papel central en la
produccién y el mercadeo y frente al cual otros
asentamientos operaran como satélites, como
si se registré en Thamara (Ibid. 12)".
‘Ahora bien, aunque muchos de los pueblos
mencionados por Fernéndez. de Oviedo no se
‘vuelvan a encontrar en los registros, un listado
de las encomiendas y encomenderos que habia
hhabido en la jurisdiccion de las ciudad, desde
Jos primeros repartos hasta 1610, proporcioné
el nombre de setenta pueblos, sin incluirlos de
Ja villa de Marfa (Gutiérrez, 1889: 98-103). Ese
listado registra més pueblos que los que apare-
cenenelrepartimiento del obispo Loayza, hecho
en 1540, en el que se mencionaron 56 pueblos
(Gémez, 1964: 368-391)". Estos asentamientos,
Reviste Colombians
46 En olgunos panes, coma por
tiempo ena wale te Sontoge se
‘preson ndcos deca de
Scere hecho de qe sus
Sox ro hub prenads dees
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