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ORTEGA Y GASSET (1883-1955)

Ortega y Gasset fue uno de los filósofos más importantes de inicios del siglo XX en España y uno de
los que tuvo mayor proyección internacional. Su postura filosófica se caracteriza por considerar al
«yo» y su «circunstancia» como dos elementos imprescindibles de toda epistemología y metafísica.
Ambos aspectos se encuentran enraizados en la vida, categoría fundamental de toda su filosofía. Entre
sus obras más importantes están La rebelión de las masas (1929), El tema de nuestro tiempo (1923) y
¿Qué es filosofía? (1957).
Teoría del conocimiento
La teoría del conocimiento de Ortega tendrá como punto de partida su crítica a los dos
grandes sistemas gnoseológicos que habían dominado el pensamiento hasta entonces, a saber, el
realismo y el idealismo. Para el realismo las cosas existen de manera independiente del sujeto y la
realidad es vista como algo fijo. Para el idealismo la realidad solo es tal en cuanto que es pensada por
el sujeto, y se considera al sujeto como una sustancia invariable. Ortega tomará un poco de cada uno
de estas dos visiones diciendo que la realidad implica tanto al yo como a las cosas y que ambos
lados de la experiencia del conocimiento son interdependientes. Ambas dimensiones se unifican y
tienen su base en la vida, a la que Ortega llama realidad radical.
Una vez descubierta la vida como realidad radical, Ortega estudia sus categorías. Estas
categorías son la autoconciencia, todo ser humano es consciente de sí mismo; la circunstancia, en
cuanto que todo yo siempre se halla inmerso en una situación; la imprevisión, lo cual significa que la
vida no puede controlarse; la vida como problema, es decir, ella es algo complejo ante lo cual hay que
tomar una decisión dirigida por un proyecto. A su vez, toda la vida está atravesada por la temporalidad.
Para resolver la incógnita que es la vida hace falta la razón. Esta razón no es algo
independiente de la vida, sino que se encuentra inmersa en ella. Por eso Ortega la denomina razón
vital. Y, como toda vida y razón siempre implica un contexto histórico, esta razón es, además, razón
histórica.
Antropología
Como quedó de manifiesto en la teoría del conocimiento, para Ortega, el hombre se encuentra
en una relación insoslayable con su entorno, con su circunstancia. Él y la circunstancia están
enraizados en la vida, la cual, permite desarrollar al hombre un haz infinito de posibilidades. Estas
posibilidades el hombre las realiza a través de su acción orientada hacia la realización de un proyecto.
Esta es la característica fundamental del hombre: ser acción dirigida a la consecución de un
proyecto. Para realizar su proyecto el hombre debe superar las circunstancias que le han sido dadas al
venir al mundo, y forjarse su propia circunstancia. Esto exige que el hombre haga uso de todo lo que
encuentra a su paso. Así, satisface sus necesidades biológicas, pero también, crea cultura.
Religión
Unidas a la perspectiva del yo y de la circunstancia, Ortega señala el valor de que tiene la
perspectiva trascendente en el ser humano. Además, Dios vendría a ser la suma de la perspectiva del
yo y de la circunstancia. Así, sería el fundamento último de toda la realidad. Ortega no desarrolla
mucho el tema de la religión.

Ética

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Para Ortega, el filosofar es fundamentalmente un ejercicio ético ya que el ser humano filosofa
porque busca saber a qué atenerse ante sí mismo y ante lo que le rodea. Cada ser humano debe
ocuparse de su vida. Aquí Ortega se aparta de la moral tradicional para la cual la responsabilidad
consistía en ser coherente con una serie de normas. Para Ortega la responsabilidad consiste en vivir
auténticamente. Esto es, que las acciones respondan a la vida, a quien el sujeto es en verdad. De eso
es que cada sujeto es responsable. Por otro lado, afirma Ortega que aunque el sujeto es libre de realizar
o no lo que le pide la vida, si no sigue lo que esta le dicta terminará atormentado.
Ortega rechaza que la moralidad venga dada por unas leyes abstractas, fijas e inmutables
determinadas por la razón. Cada persona debe seguir lo que crea oportuno según sus circunstancias y
aquello que guía el actuar no es una razón pura y etérea sino todo el yo con sus ideas, creencias,
sentimientos, y pasiones. En este sentido, Ortega distingue entre dos tipos de hombre: el hombre de
acción que sigue su propio camino, al que él llama héroe, y el hombre moralista, que sigue las normas
morales.
Por otro lado, Ortega distingue dos movimientos de la vida humana. Uno hacia detrás que
hace que el pasado se prolongue en el presente y otro hacia delante que busca hacer que el futuro de
adecue a un proyecto. Ortega le da mucha importancia a este segundo movimiento, pues, para él, el
sentido de la vida se juega ahí. Es así como construimos nuestro yo. La vida nos es dada (primer
movimiento), pero somos nosotros los que construimos la vida (segundo movimiento). El yo se hace
a sí mismo en la medida en que construye su proyecto. Es un actor que realiza un drama con su
propia vida y no con la de un mero personaje.
Sobre el tema de los valores dice Ortega que entre el subjetivismo de que cada uno actúe solo
por sus gustos y el objetivismo de que solo actúe guiado por normas, se encuentra el camino
intermedio del valor.
Un último aspecto a destacar es que para Ortega la ética es eminentemente descriptiva. Es
decir, busca señalar qué es el bien y qué es el mal. Esto frente a éticas normativas que dicen lo que
debe hacerse y meta-éticas que dicen cómo deben ser los mandatos morales. El bien, para Ortega, es
una cualidad que hallamos en las cosas y que fuerza nuestra aprobación. El mal es aquello que fuerza
nuestra reprobación. Finalmente, cada individuo tiene que respetar y facilitar el proyecto de los demás.
En estos consiste la bondad moral.
Política
Ortega ve que toda sociedad y contexto histórico está marcado por las generaciones. Para
Ortega siempre se hallan en convivencia varias generaciones cada una de las cuales tiene una diferencia
de 15 años. Hay, fundamentalmente, dos tipos de generaciones. Las establecidas, que son las de
mayor edad y que tienen el control social, y las emergentes, que son las más jóvenes y aún no dominan.
Cuando ambas concuerdan a nivel teórico no hay graves problemas en la sociedad, en cambio, si se
hallan en desacuerdo se da la crisis social.
Para Ortega, su época era un período de crisis caracterizada por la masificación. Aunque la
mayoría de las personas en esa sociedad pertenecían a la masa había algunos que formaban una minoría
selecta. La diferencia entre ambos estratos de la sociedad es que la masa se encuentra satisfecha de sí
misma y quiere recibirlo todo a cambio de nada, la minoría selecta, por el contrario, es exigente
consigo misma. La crisis consiste en que la generación que gobierna pertenece a la masa y no a la
minoría selecta.

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