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1. Visionario
Visionario es una palabra que está gastada en los medios de tanto usarla, pero en
el caso de Steve Jobs es la mejor para definirlo. Él sabía antes que los otros hacia
dónde iba la tecnología y tenía una gran intuición para predecir qué desearía el
mercado.
Fue Jobs quien entendió que el Apple I, el computador creado por Steve
Wozniak en 1976, podía llegar a ser un éxito en el naciente mercado de los PC.
Wozniak admite que solo lo había creado por diversión y para ‘descrestar’ a sus
pares. Ese mismo año fundaron Apple, que funcionó en el garaje de los padres
de Jobs. Tenían solo 1.300 dólares, pero luego Jobs consiguió un inversionista
que inyectó 250 mil dólares (Mike Markkula). Las ventas se dispararon a dos
millones de dólares en 1977 y a 600 millones en 1981 tras el éxito del Apple II.
Pero Jobs también comprendió que debían dejar atrás el exitoso Apple II para
embarcarse en la creación de PC basados en interfaces gráficas (con íconos y
ventanas), y así nació el Mac.
Jobs sentía una verdadera pasión por los productos, y la transmitía y la exigía a
la gente que trabajaba con él. Pensaba que los grandes productos solo pueden
salir de gente y equipos apasionados. Sentía que uno debía hacer su trabajo lo
mejor posible porque, como dijo en una famosa conferencia, “solo puedes hacer
un número limitado de cosas en la vida”.
Jobs asumía riesgos constantemente. Lo hizo desde muy joven, como el día en
que abandonó la universidad en primer semestre porque sentía que su carrera
estaba acabando con los ahorros de sus padres adoptivos. Era una gran decisión:
los padres biológicos pusieron como condición para la adopción que sus nuevos
padres le garantizaran una carrera a su hijo.
Jobs decidió quedarse en el campus tomando cursos libres, y en esa época se vio
obligado a dormir en el piso de los dormitorios de sus amigos, a recoger y
vender botellas de Coca Cola para conseguir dinero y a caminar 10 kilómetros
todos los domingos para obtener una buena comida gratuita a la semana en un
templo Hare Krishna. Pero le fue bien pese a no tener carrera; al poco tiempo
entró a trabajar a Atari y cuatro años después de retirarse de la universidad fundó
Apple.
Cuando el Apple II era un hit a finales de los años 70, él decidió arriesgarse y
apostó por un nuevo concepto, el de las interfaces gráficas, con Lisa y el Mac.
Con el primer computador fracasó, pero el Mac cambió la historia.
4. Perfeccionista
Steve Jobs buscaba la perfección en sus productos. Para él, el bienestar no se
logra al acumular cosas, sino a partir de la creatividad y la innovación, y en la
búsqueda implacable de la perfección. Y en esto el diseño jugaba un papel
preponderante.
Jobs veía los productos como una parte personal e íntima en la vida de la gente.
Cuando él diseñaba un dispositivo para sí mismo sentía que lo estaba creando
para todo el mundo. Y para cada producto exigía ciertas condiciones: que fuera
fácil de usar, elegante en su diseño y que generara una experiencia tan
satisfactoria en el usuario que este creara un vínculo emocional con el equipo.
5. Persistente
Jobs no se detenía hasta alcanzar lo que buscaba. Y opinaba que la persistencia
es lo que separa a los empresarios exitosos de los que no lo son.
Jobs no dio marcha atrás pese a los problemas, y cuando la película apareció en
1995 partió en dos la historia del cine animado, produjo 362 millones de dólares
en ventas y recibió cuatro nominaciones al premio Oscar.
Gracias a esa jugada a largo plazo, en el 2006 Jobs vendió la empresa que había
comprado por 10 millones de dólares en 7.400 millones a Disney, y se convirtió
de paso en el mayor accionista individual de esta última. Hoy, las acciones que
tenía Jobs en Disney valen el doble (4.400 millones de dólares) que las que
poseía en Apple (2.100 millones de dólares).
Sin embargo, su dureza para negociar también lo hizo perder grandes tratos,
como uno que estuvo a punto de cerrar con IBM para que el ‘Gigante Azul’
empacara el sistema operativo NextStep en sus computadores; Jobs insistió tanto
en imponer sus condiciones que IBM se alejó y dejó a la empresa NeXT al borde
de la desaparición.
7. Inspirador y carismático
“Las democracias no generan grandes productos; necesitas a un tirano
competente“. Así resumió Jean-Louis Gassé, un ejecutivo de Apple, el estilo
gerencial de Jobs. Él era un tirano, pero uno con ideas tan claras y con una
pasión tan grande que la gente lo seguía, pese a lo duro que podía ser trabajar
con él.
Jobs tenía fama de ser implacable, de ofender en público a las personas cuando
algo no le gustaba, de exigir jornadas de trabajo abrumadoras y de ser intolerante
cuando algo le parecía estúpido o poco informado, pero con todo y eso Apple
siempre ha exhibido una de las tasas de rotación de personal más bajas de la
industria.
La razón: los empleados de Apple sienten que todo lo que hacen es de un nivel
superior, que es arte. Él los había convencido de que lo que estaban haciendo era
histórico y “haría una marca en el universo“, como solía decir, y por eso todas
sus exigencias eran simplemente pasos hacia un gran resultado.
“Sé que se quejan de mí, pero más adelante van a ver esto como la mejor época
de sus vidas. Ellos no lo saben, pero yo sí“, le dijo alguna vez a Jay Elliot,
ejecutivo de Apple. Su teoría era que si uno realmente creía que estaba
cambiando el curso de la historia, trabajaría las horas que fuera necesario y
renunciaría incluso a su vida personal, ya que se consideraría uno de los
elegidos, un privilegiado.