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Leonora, de Elena Poniatowska


La vida: Manual de desobediencia
Guillermo Vega Zaragoza

Como lo ha señalado la propia Elena Po- Hasta no verte Jesús mío (1969), siguiendo
niatowska, Leonora es, ante todo, una no- con Angelina Beloff, la pintora rusa prota-
vela. No se trata de una crítica de la pintura gonista de Querido Diego, te abraza Quie-
de la recientemente fallecida Leonora Ca- la (1978), hasta Las siete cabritas (2000),
rrington, ni es propiamente una biografía. donde aparecen retratadas Frida Kahlo, Pita
Es una obra basada en una amplia investi- Amor, Rosario Castellanos, Nahui Ollin,
gación documental y periodística, en cientos María Izquierdo, Elena Garro y Nellie Cam-
de testimonios, en los libros escritos por la pobello, sin olvidar la ya mencionada Tina
propia pintora y en otros que se han escrito Modotti en Tinísima. En todos estos casos,
sobre ella, como el de Whitney Chadwick se ha tratado de semblanzas entrañables que
(Leonora Carrington, la realidad de la imagi- buscan hacer justicia a las aportaciones de
nación), Susan L. Alberth (Leonora Carring- esas mujeres a la vida, al arte y a la cultura,
ton, Surrealismo, alquimia y arte) o Julotte además de que fueron escritas cuando ellas
Roche (Max y Leonora, relato biográfico), así ya habían muerto, mientras que Leonora fue
como en conversaciones que ambas sostu- escrita y publicada en vida de la pintora.
vieron durante múltiples encuentros a lo Sin embargo, en Leonora, Poniatowska
largo del tiempo, desde los años cincuen- va más allá: la protagonista, una mujer real,
ta, cuando Poniatowska la entrevistó para verdaderamente existente, se transmuta en
el hoy extinto periódico Novedades. un auténtico personaje de ficción fantásti-
Sin embargo, se trata de una novela bio- ca. Esto se debe a la forma en que la autora
gráfica (o biografía novelada, como quiera ha decidido contar la historia de esta pin-
llamársele) fuera de lo común, debido a la tora singular: internando al lector, directa-
propia naturaleza del personaje: Leonora mente y sin mayores preámbulos, en su rica
Carrington, talentosa pintora que desde lidad de Leonora Carrington. A diferencia y desaforada vida interior, que nunca fue
muy joven obtuvo el reconocimiento a su de otras novelas, donde se ha tomado su común ni corriente, como se puede entrever
gran talento, relacionándose estrechamen- tiempo para describir minuciosamente el con el simple relato de los aspectos más so-
te con el grupo de artistas del movimiento mundo de sus personajes, como en el caso bresalientes de su biografía: “Leonora cree
surrealista en Francia, que vendría a revo- de su celebrada Tinísima, en esta ocasión en las apariciones, no en las de la Virgen
lucionar la concepción del arte contempo- Poniatowska no se demora en demasiadas de Lourdes sino en las de seres que surgen de
ráneo, rompiendo tabúes, abriendo cami- descripciones ni explicaciones: muestra las pronto en la primera esquina y te dan la ma-
nos y experimentando con nuevas ideas y acciones de los personajes de manera tre- no o te asaltan”, nos cuenta la autora.
conceptos. pidante y de un momento a otro, de un pá- Hija de un rico y poderoso aristócrata
La novela, que fue galardonada con el rrafo a otro, ya estamos en el siguiente esce- inglés, Leonora se destacó desde pequeña
Premio Biblioteca Breve 2011 de Editorial nario, en la siguiente situación, haciendo por su imaginación desbordada y su carácter
Seix Barral, consta de cincuenta y seis capí- que la acción avance, vertiginosa, como la indomable, pues siempre se caracterizaría
tulos, de corta extensión. Con un narrador existencia misma de la mujer excepcional por romper las reglas y cuestionar el status
en tercera persona, pero siempre cercano al que fue Leonora Carrington. quo. Obsesionada por los caballos (un leit-
punto de vista de la protagonista, la prosa A lo largo de su carrera literaria y pe- motiv, el de los animales, que estará pre-
de Poniatowska es, en esta ocasión, vibrante riodística, Elena Poniatowska se ha dedi- sente permanentemente en su vida y en su
y nerviosa. A grandes pinceladas —precisa- cado a contarnos la vida de mujeres admi- obra, como símbolo de libertad e imagina-
mente como si la estuviera pintando—, des- rables, empezando por la ya célebre Jesusa ción), la pequeña Leonora se creía a sí mis-
cribe la vida de la volátil y etérea persona- Palancares, la narradora-protagonista de ma una desbocada yegua —a night mare,

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LA VIDA: MANUAL DE DESOBEDIENCIA

la “yegua de la noche”, como nos recuerda


Borges que es la etimología de “pesadilla”
en inglés—, y se convirtió en una verdade-
ra pesadilla para sus padres, que quisieron,
infructuosamente, meterla en el redil para
que fuera una señorita “decente y distin-
guida”, cosa que estaba muy alejada de lo
que quería Leonora, quien desde entonces
se abocó a hacer de su vida un verdadero
“manual de desobediencia”. Así, Leonora,
nos dice Poniatowska, “transforma su liber-
tad en una fuerza viva”.
Un día, la pequeña Leonora le comu-
nica a la madre superiora del colegio de
monjas en el que la han recluido sus pa-
dres, que acaba de levitar y le pregunta que
si podría llegar a ser santa si entra al con-
vento a hacer sus votos. La monja, escan-
dalizada, le responde: “¡Imposible que una
niña fantasiosa y desobediente como tú sea
Leonora Carrington con Max Ernst
una santa!”. A lo que Leonora, muy quita-
da de la pena, le espeta: “Juana de Arco es
mi inspiración, ardo como ella”. Más ade- mor negro (1940) —, aunque (contrariamen- no de Peggy Guggenheim, Leonora con-
lante, le dirá a su madre Maurie: “No quie- te a la creencia común y que ha sido repe- quistaría Nueva York con sus pinturas, para
ro que los esqueletos me asfixien; yo soy tida hasta el hartazgo por los medios de convertirse en una de las más grandes artis-
mi propia madre, mi propio padre. Soy un comunicación al dar a conocer su deceso) tas del orbe. En 1943, Leonora llega a Méxi-
fenómeno aislado”. De esta forma, como nunca se consideraría parte del grupo ni co, donde encuentra a las que se converti-
señaló Elena Urrutia en una semblanza de suscribiría abiertamente los postulados del rían en sus amigas inseparables, la pintora
la pintora: “En vez de someterse, aceptar y movimiento surrealista, a pesar de que en Remedios Varo y la fotógrafa Kati Horna.
responder a las expectativas convenciona- su vida y en su obra fuera absolutamente Se casa con el fotógrafo húngaro Emérico
les que se cifraban en ella, su ira se convir- consecuente con ellos, pues, como se ha se- “Chiki” Weisz, con quien concibe a sus hijos
tió en rebeldía que la empujaba a volcar esa ñalado acertadamente, Leonora Carring- Gabriel y Pablo. Por cierto, los niños apare-
enorme energía en una rica vida interior”. ton “parece haber sido invitada al planeta cen en uno de sus cuadros, Y entonces vimos
Expulsada de cuanto colegio la inscri- sólo para encarnar al surrealismo”. a la hija del Minotauro, de 1953. Convive
bían sus padres, siendo apenas una ado- Sin embargo, la realidad de la guerra se con los artistas e intelectuales mexicanos,
lescente Leonora consiguió que su padre encargaría de separar a la pareja. Por su ori- que no dejan de verla como una extraña,
la dejara viajar a París para estudiar pin- gen alemán, Max Ernst fue detenido y en- un fenómeno, no sólo por la inmensidad
tura. Allí conocería al pintor alemán Max carcelado en Francia durante la Segunda de su talento sino por su personalidad li-
Ernst, quien le lleva veintiséis años de edad. Guerra Mundial. Desquiciada, inmersa en bre e iconoclasta, que no parece encajar en
El flechazo es instantáneo. Ernst la intro- el infierno de la locura, Leonora huyó a Es- la sociedad mexicana, aunque la belleza del
duce al círculo de la élite surrealista, que paña. En Santander, a instancias de su fa- país la subyuga y la hace decidir quedarse
de inmediato reconoce su talento y admi- milia, fue recluida en un hospital psiquiá- aquí para siempre.
ra su belleza. trico y sometida a infames tratamientos de Leonora no pretende ser —no puede
Se codea con André Breton, Pablo Pi- “curación”. Alguna vez le dijo André Bre- serlo— una exhaustiva biografía de Leo-
casso, Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Joan ton, según nos cuenta Poniatowska: “El nora Carrington. Muchos aspectos de su
Miró: la crema y nata del grupo que se en- miedo a la locura es la última barrera que vida ya los había contado ella misma en sus
cargaría de dinamitar el mundo del arte a debes vencer. Las mentes heridas son infi- libros y gran parte de su agitada vida esta-
principios del siglo XX. Apunta Poniatowska: nitamente mejores que las sanas. Una men- ba ampliamente documentada. Sin embar-
“A las pintoras surrealistas nadie las reco- te atormentada es creativa”. go, la novela, como lo ha señalado la propia
noce. Lo que en los hombres es creatividad, Sería gracias a un encuentro salvador Poniatowska, es no sólo un acto de amor,
en ellas es locura”. Sin embargo, debido a en una sala de baile de Madrid con el poe- sino “un homenaje a la vida y a la obra de
su genio libre e independiente, Leonora se ta Renato Leduc, con quien se casaría, que esta mujer que ha hechizado a México con
ganaría el respeto del mismísimo Breton Leonora pudo escapar junto con él, vía la sus colores, sus palabras, sus delirios, sus
—quien la incluiría en su Antología del hu- embajada mexicana en Portugal. Y de la ma- arranques, sus historias”.

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