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PIAGET, Jean, BETH, E.W, Relaciones Entre La Lógica Formal y El Pensamiento Real
PIAGET, Jean, BETH, E.W, Relaciones Entre La Lógica Formal y El Pensamiento Real
_ ,
__
E. W. BETH
JEAN PIAGET
Relaciones entre .
la lógica formal
y el pensamiento real
- ,-·, L"
-•·-~~~=>'
iguales entre sí, los otros individuos del escaleno y del isósceles, que
habíamos pasado por alto inicialmente, se agolpan inmediatamente so-
bre nosotros, haciéndonos percibir la falsedad de esta proposición ...
A E
13 DESCARTES, 1842, págs. 491-92 [vers. cast.: Reglas ... , págs. 82-3].
24 RELACIONES ENTRE LA LÓGICA
han sido sobre todo ciertos estudios algo más recientes en di-
versos dominios los que han suscitado tal debate: cf. el capítu-
lo 3, §§ 17-19.
b es menor que a
e es menor que b
luego ...
o bien
todos los i pertenecen al género o
todos los z pertenecen al género i
luego ...
8 1923.
HEYMANS,
9Aun cuando el método genético al que Heymans se opone es muy
distinto del que preconiza Piaget, conviene subrayar que las ideas de
aquel autor tampoco constituyen anticipación alguna de la epistemología
genética.
FORMAL Y EL PENSAMIENTO REAL 41
tomados de la psicología; y, hablando globalmente, tal es la
forma en que, de hecho, procede Heymans en la primera fase
de su investigación.
En cuanto a la segunda fase prevista, no se advierte cla-
ramente si exige una investigación separada llevada a cabo
por un método distinto. A menudo parece que, según Heymans,
una vez que se conozca el contenido exacto de los axiomas o
principios, éstos adquirirán tal evidencia que toda justifica-
ción ulterior será inútil.
... hay una parte importante de las matemáticas que no puede pres-
tarse a semejante aplicación: la teoría matemática de los conjuntos
infinitos. Todo lo concerniente a los conjuntos infinitos y a los con-
juntos vacíos -dicho de otro modo, todo lo que no pueda definirse va-
liéndose de la negación excluyente- no es capaz de tener nada físico
que corresponda a ello, por la sencilla razón de que la negación ex-
cluyente se distingue de la negación electiva por su valor emotivo (de
defensa) ... De ahí que el infinito tenga en las matemáticas una signi-
ficación puramente formal, y en la lengua viva una significación pura-
mente emotiva (volitiva); y, por consiguiente, el «principio del tercio
[excluso]» no puede encontrar aplicación en la física. El hecho de no
haber distinguido entre estas dos significaciones ha provocado grandes
confusiones: la cuestión del infinito actual, por ejemplo, tantas veces
planteada, es consecuencia de tal confusión.
1 PASCAL, 1658.
FORN.L~L Y EL PENSAMIENTO REAL 51
bre general, idénticas, porque parece que no hacen más que repetir la
misma cosa, sin enseñarnos nada.
4 MANNOURY, 1947.
FORMAL Y EL PENSAMIENTO REAL 63
V (x-x') +
2
(y-y') 2 + (z-z')l + ( w-w')2•
que, además, no contiene sino puntos P" = <x", y", z", w">
tales que
x" = s . x + (1-s ).x',
y"= s . y + (1-s).y',
z" = s . z + (1-s).z',
w"= s . w + (1-s).w',
siendo s un número real cualquiera.
,11
= s.z + t.z + u.z " + 0-s-t-u).z"',
w = s.w }
te la fórmula
(a)
demostrable en T.
(d) (nc) ~X
demostrable en T.
Ut Vt K L
o
Uz Vz
K L K L
U-+V U-+V
(iia)
(i)
l(ii~ (i) 1 (ii) u V
u
Premisas Conclusiones
K L
(iii)
u u
5 Nota del editor.-Hemos conservado la notación original del autor
(cifras romanas minúsculas, i, ij, iij, iv, ... ) en estos esquemas de
reducción y en los cuadros semánticos, lo mismo que se hacía en el
FORMAL Y EL PENSAMIENTO REAL 81
Premisas Conclusiones
(1) A (4) e
(2) c~cA~B)
(3) A~ (B~ C)
K, U 1- L, U K, U 1- L, iJ
K, U 1- L K 1- L, U
K, U -+ V 1- L, U y K, U -+ V, V 1- L
K, U-+ V 1- L
K, U 1- L, U -+,V, V
(iib) - - - - - - - - (iii) K, U 1- L, U
K 1- L, U-+ V
será.
II) Sin embargo, es imposible que tanto V(p como 0
)
teorema de limitación.
Ahora bien, esta conclusión hace patente el carácter inade-
cuado de MP en cuanto aparato semántico: si V(p no es de- 0
)
(1') (II')
Ningún manatí es un peti- Algunas pitones no son mirlos.
rrojo.
Toda sardina es un manatí. Algunos mirlos no son serpien-
tes .
··. Ningún petirrojo es una sar- .·.Algunas pitones no son ser-
dina. pientes.
(JO)
Ningún M es un P Algunos P no son M.
Todo S es un M. Algunos M no son S.
:, Ningún P es un S. :. Algunos P no son S.
6) A(a), A(b), A(c), ... , A(x), A(y), ... , B(a), B(b), ... , B(x), ... ,
C(a), ... ,M( a), M(b), ... , M(x), ... , P(a), ...
Verdadero Falso
(7) P(a)
(12) M(a) & P(a)
(8) S(a)
(9) S(a) -+M(a) (13) M(a) \ (14) P(a)
1
(11) M( a)
1
Verdadero Falso
(15) S(a)
(19) S(b)
Verdadero Falso
K
(S) Tr(A, B, C)
(6) U(A, B, C)
(4) Tr(A, B, C)-+ U(A, B, C)
(3) (Z)[Tr(A, B, Z)-+ U(A, B, Z)]
(2) (Y)(Z)[Tr(A, Y, Z)-+ U( A, Y, Z)]
(1) (X)(Y)(Z)[Tr(X, Y, Z)-+ U(X, Y, Z)]
K L
Para resolver este problema podrán utilizarse los esquemas
de reducción que siguen:
Verd. Falso Verd. Falso
K L K L
u u
u u
FORMAL Y EL PENSAMITENTO REAL 103
K L K L
u_,v u_,v
(i) (ii) (i) (ii) u
V U
Verd. Falso
K L
u u
(iii)
Verd. Falso
K Z
Verd. Falso
FORMAL Y EL PENSAMaENTO REAL 107
consistirá ahora en evaluar el conjunto
H(Vt) · H(V2) · ... · H(Um) - H(Vt) - H(V2) - ... - H(Vn)
.'. (z)A(z, z)
FORMAL Y EL PENSAMIENTO REAL 109
Verdadero Falso
(1) (x)(Ey)[A(x, y)~ A(x, x)] (2) (z)A(z, z)
(4) (Ey)[A(a, y)~ A(a, a)] (3) A(a, a)
(S) A( a, b) ~ A( a, a)
(6) A(a, b)
·. 1 (7) A(a, a)
(lO) A(b, e)
(8) (Ey)[A(b, y)~ A(b, b)]
(9) A(b, e) ~ A(b, b)
/01) A(b, b)
4 HADAMARD, 1945.
FORMAL Y EL PENS.A.l"\1:IENTO REAL
Continúa Poincaré:
Con el señor Hermite ocurre todo lo contrario: sus ojos parecen
1o PoiNCARÉ, 1913, págs. 160-1.
11 PoiNCARÉ, 1905, págs. 14 y 32 [vers. cit., págs. 21 y 31].
128
huir el contacto del mundo: no fuera, sino dentro, es donde busca la
visión de la verdad.
2 BROUWER, 1907.
FORMAL Y EL PENSAMIENTO REAL 137
servaciones de J. de Groot 3 • Este autor presupone, en cuanto
datos fenoménicos, unas experiencias, B, que -diciéndolo con
la terminología cotidiana- posean cierta duración; es natu-
ral que sólo se admitan experiencias conexas, esto es, despro-
vistas de toda interrupción temporal consciente; ahora bien,
las partes de cualquier experiencia, B, admiten un orden par-
cial: si Bt y B2 son partes de B, puede suceder que Bt se sienta
como precedente a B2, que sea ésta la que se sienta como pre-
cedente a Bt o que no ocurra ninguna de las dos cosas.
La intersección de dos experiencias de este tipo, B y B', o
bien será vacía o constituirá la experiencia B"; y si no es vacía
caben aún cuatro posibilidades: que B" = B' forme parte de
B, que B" = B forme parte de B', que B - B' preceda a B" y
B" preceda a B'- B, o que B'- B preceda a B" y B" preceda
a B-B'.
Estos principios se toman de una fenomenología de la per-
cepción temporal, y las matemáticas abstractas proporcionan
los medios de establecer el orden temporal en el sentido co-
rriente. En efecto, partiendo del orden parcial que se presupo-
ne en el conjunto de las experiencias y de sus partes, cabe cons-
truir cierta relación de orden entre ciertos subconjuntos de este
conjunto: por ejemplo, si no se tienen en cuenta más que los
subconjuntos del conjunto de todas las partes de una y la mis-
ma experiencia, el orden obtenido es un orden lineal; pero si
lo que se toma en consideración son subconjuntos de un con-
junto más amplio, los principios que hemos presupuesto no
garantizan la obtención de este tipo de orden; y si postulamos
que el orden que resulte de la construcción descrita ha de ser
lineal, no es necesario que sea un orden continuo, ya que exis-
ten otras muchas posibilidades.
Ahora podemos volver a la cuestión del recurso a la intui-
ción espacial o la temporal. Este recurso es posible de hecho,
pero no de derecho, mientras no se refiera sino a propiedades
globales de un continuo intuitivo: por ejemplo, las propieda-
des globales del continuo espacial se vuelven a encontrar en
el espacio euclídeo lo mismo que en los espacios no euclídeos,
luego tales propiedades están expresadas, de manera explícita
3 DE GROOT, 1952.
138 RELACIONES ENTRE LA LÓGICA
1) La fórmula A V B V B es deductible.
Demostración. La deducción de esta fórmula es la siguiente:
AV AVA [ax.]
(ii)
A
(i)
AVE
(i)
AVB'\IB
II) La fórmula B no es deductible.
Demostración. Tratemos de deducir tal fórmula.
1) Si empezamos aplicando la regla (i) llegaremos a la
140 RELACIONES ENTRE LA LÓGICA
7 GODEL, 1944.
144
tas; y, por otra, hemos admitido la existencia real de una in-
tuición de lo infinito; intuición que, en general, es vaga y va-
riable, pero ello no excluye, en modo alguno, la posibilidad de
que Cantor haya tenido, en especial durante ciertos períodos
de esfuerzo concentrado, unas imágenes de precisión, claridad
y estabilidad extraordinarias. Cabe pensar, a este respecto, en
imágenes de conjuntos bien ordenados de tipo elevado; sin em-
bargo, es difícil de creer en la posibilidad de una imagen in-
tuitiva más o menos adecuada del conjunto bien ordenado for-
mado por todos los números ordinales de la clase z.a *.
Por consiguiente, es harto plausible que ciertas imágenes
apropiadas hayan estimulado la formación de la teoría de con-
juntos, pero apenas cabe creer en una visión intuitiva más o
menos adecuada de la totalidad de las entidades cuya existen-
cia exige esta teoría; y si Cantor creyó tener semejante visión,
es totalmente probable que fuese víctima de una ilusión.
11
NOTA SOBRE LA IDEA DE LA «MAQUINA DE PENSAR»
materia. La razón de que así haya sucedido es, sin duda algu-
na, que se sienten ciertas dificultades para considerar necesa-
ria la experimentación en una esfera en la que cada cual cree
conocer directamente el pormenor de los fenómenos por simple
introspección (razón que sigue gravitando muy pesadamente,
ya no sobre los psicólogos mismos, pero sí sobre la idea que
de la psicología se hacen los no especialistas). Y a ello se debe
que la psicología científica no haya aparecido hasta el siglo xrx,
en tanto que se puede hacer remontar a Aristóteles la lógica en
cuanto disciplina sistemática, por más que la lógica simbólica,
en el sentido en que hoy la entendemos, tampoco empezara a
tomar vuelos hasta el siglo xrx; pues si se siente la tentación
de sincronizar las dos historias sosteniendo que la lógica si-
guió siendo filosófica hasta el siglo pasado de igual modo que
la psicología era instrospectiva, y que la primera se volvió ma-
temática en la misma época en que la segunda se hizo experi-
mental, queda el hecho de que la lógica griega no estaba man-
chada por error alguno (pues, contra lo que se ha supuesto al-
gunas veces 1, para Aristóteles era obvia la necesidad de pre-
misas existenciales para darapti, felapton,. bamalip y fesapo),
sino que, simplemente, era incompleta, en tanto que ninguna
de las tesis de las múltiples psicologías filosóficas habidas con-
tinúa siendo utilizable en psicología experimental. Y así ha su-
cedido que durante muchísimo tiempo se ha considerado como
acabada la lógica griega, sin sospechar su carácter parcial y
atendiendo sólo a su validez.
Ahora bien, este adelanto de la lógica sobre la psicología,
juntamente con el hecho del carácter tardío del simbolismo y
de la formalización, en el sentido contemporáneo de esta pa-
labra, han tenido como resultado una indiferenciación inicial
de las dos disciplinas, indiferenciación relativa que duró, de
hecho, hasta los comienzos de la constitución del álgebra de la
lógica y de los trabajos de psicología experimental.
Cabe asignar dos razones complementarias a esta indife-
los una (así, AC, CB, BE, EA) se habrá andado tanto de A a E
como de E a A si es que el móvil ha partido de A y se encuentra
al final en este mismo punto. Así_ pues, el grupo a base de ope-
raciones mentales (incluso unas tan simplificadas como son los
trayectos recorridos sobre una recta) es una cosa enteramente
distinta que el grupo de acciones. Y, por fin, es preciso esperar
a que se constituya un escalón superior de operaciones (de los
once a los doce años) para que pueda resolverse un problema en
el que intervengan movimientos relativos: por ejemplo, los des-
plazamientos de un caracol sobre una tablilla y de ésta con res-
pecto a una referencia inmóvil, A (así, prever la posición del
caracol con respecto a A si se desplaza de izquierda a derecha
20 centímetros sobre la tablilla, mientras que ésta se desplaza
de derecha a izquierda otros 20 centímetros, etc.).
En una palabra, cualquier estructura (e incluso, en un caso
particular, una representación muy sencilla y limitada del sub-
grupo de las traslaciones sobre una recta) no se constituye más
que muy gradualmente, y es preciso reconstituirla otra vez des-
de el principio en tres escalones sucesivos al pasar del plano
de las acciones (desplazamiento del propio cuerpo) al de las
operaciones con un solo sistema de referencia y al de las ope-
raciones con dos sistemas combinados.
Está claro, pues, que una psicología de las conductas que se
vea así obligada a colocarse en una perspectiva genética se en-
contrará, por ese mismo hecho, frente a problemas de explica-
ción causal. Por ejemplo: ¿cómo se puede explicar que aquellos
desplazamientos sensoriomotores tiendan hacia una estructura
que involucre la composición directa de los desplazamientos
(AB + BC = AC, no estando ABC en línea recta), una composi-
ción inversa (retornos) y una asociativa (rodeos)? ¿Es innata
tal estructura (acabamos de ver que no lo es)?; y si no lo es,
¿es asimilable a una simple sumación de experiencias físicas o
procede de una equilibración progresiva de coordinaciones sen-
soriomotrices? ¿Por qué, una vez adquirida tal estructura, no
se impone de golpe al pensamiento en cuanto éste es capaz de
imaginar los desplazamientos? ¿Cómo se reconstruye en el pla-
no del pensamiento, y por qué semejante reconstrucción exige
una reelaboración de las intuiciones más elementales? (por
ejemplo, entre los cuatro y los cinco años ni siquiera hay seguri-
198 RELACIONES ENTRE LA LÓGIC~
II. Dicho esto, el primer punto en que hay que parar mien-
tes (para poder comprender luego las analogías existentes entre
los datos genéticos y las estructuras bourbakistas) es el de que
en las actividades del sujeto existen estructuras en el doble
sentido 1) de sistemas de conjunto que presentan leyes de com-
posición propias al sistema como tal, y 2) de sistemas capaces
de presentar las mismas formas con independencia de la varie-
dad de contenidos.
1) El hecho de que haya sistemas que presenten leyes de
composición propias del sistema como tal es una trivialidad
en psicología; pero queda aún por determinar qué sistemas
nos interesan ahora. La psicología de la forma (o Gestaltpsy-
chologie) nos ha acostumbrado a reconocer el hecho de que
las percepciones, los recuerdos, etc., no aparecen corno com-
puestos aditivos a partir de elementos previos (sensaciones, et-
cétera) simplemente asociados entre sí, sino que siempre y
por donde quiera se tiene desde el principio una totalidad: por
ejemplo, una forma geométrica organizada inmediatamente y
destacada sobre un fondo. Tal existencia de totalidades cons-
tituye, pues, un hecho general, pero es menester que distin-
gamos de raíz -frente a la hipótesis «gestaltista'> de una uni-
dad de naturaleza de todas las estructuras mentales- dos cla-
ses de totalidades irreductibles una a otra y de las cuales sólo
la segunda nos concierne aquí. Por una parte tenemos las es-
tructuras que podemos continuar llamando «Gestalten», que
se caracterizan por su composición no aditiva 4 y por su irre-
versibilidad (así, las ilusiones perceptivas constituyen transfor-
maciones no compensadas), las cuales, por regla casi general,
4 Por ejemplo: si prolongamos un segmento de recta, A, mediante
otro, A', más corto que A, este último se sobreestima con respecto a A',
y, por consiguiente, no es igual a A aislado. Tendremos, pues, que
A(A') >A, en donde 'A(A')' significa A comparado con A'.
212 RELACIONES ENTRE LA LÓGICA
(G6) Y~ X+ (Y-X).
(G1) X~1Y.:::>.X~Y-(Y-X).
Clases Relaciones
asimétricos. I V
Aditivos ......... ¡
simétricos. II VI
Multipli-¡ counívocos. III VII
cativos ....... biunívocos. IV VIII
218 RELACIONES ENTRE LA LÓGICA
R (A<B) = B<A
R' (A<B)=A>B
R" (A < B) = B > A
Por consiguiente, se cumplen R=R' y R."=RR'=R'R.
nes, todavía muy tosco entre los dos y los siete a ocho años,
se desarrolla luego mucho más, primeramente de forma bas-
tante general, y luego de manera desigual según los individuos
(dependiendo de sus aptitudes especializadas); y de él pro-
cede lo que ordinariamente se llama «intuición geométrica»,
es decir, la capacidad de imaginar visualmente las figuras y
sus transformaciones.
Pero si quiere construirse la teoría de esta forma de intui-
ción, es esencial comprender que ésta no constituye la fuente
de nuestro conocimiento «natural» del espacio; pues si no se
hace así sería demasiado fácil -y, por consiguiente, ocasión
para diversos malentendidos- oponer a esta categoría particu-
lar de la intuición por imágenes el espacio formalizado de los
sistemas axiomáticos, y concluir que éstos se mueven a contra-
corriente del espacio natural. A este respecto es menester que
advirtamos lo que sigue:
a) En primer lugar, la imagen mental no es nunca otra
cosa que un símbolo, y no un conocimiento en sí misma 15 : to-
dos sabemos, por ejemplo, que la imagen de un punto es in-
adecuada, ya que engloba una superficie, y que la de una línea
también lo es, dado que conlleva cierto grueso; pero desde el
punto de vista del geómetra no son sino símbolos que desig-
nan o representan los conceptos correspondientes, sin consti-
tuirlos. Ahora bien, lo mismo sucede a todos los niveles, inclu-
so cuando el sujeto se engaña acerca de su simbolismo: en
cuanto imitación interiorizada, la imagen no es más que el sím-
bolo de una acción, que o bien consiste en constituir una figu-
ra (siguiendo los contornos del objeto, etc.) o en transformar-
la. Lo importante en la formación del espacio es, por tanto, el
sistema de acciones u operaciones, respecto del cual la imagen
no representa sino un simbolismo derivado.
b) Es preciso, sobre todo, repetir con respecto a la intui-
ción por imágenes lo que ya hemos dicho de las actividades
§ 55.
En qué sentido pueden colaborar los métodos gené-
tico y axiomático en una formalización del pensamiento reaL-
El proyecto de formalizar ciertas estructuras del pensamiento
natural tropieza con dos clases de objeciones. Unas vienen a
sostener, en definitiva, que semejante proyecto es irrealizable,
ya que al pensar natural le falta el rigor imprescindible para
que quepa axiomatizarlo: Tarski ha hecho ver, por ejemplo,
que no es posible establecer un isomorfismo entre las teorías
formales y las <<teorías ingenuas>>, lo cual, naturalmente, exclu-
ye que se puedan formalizar estas últimas siguiendo el modelo
de las primeras. Las objeciones del segundo tipo, por el con-
trario, equivalen a admitir que, puesto que la diferencia entre
el pensamiento natural y el pensamiento lógico reposa precisa-
mente en el hecho de que el segundo está formalizado, y no el
primero, si también se formalizase éste se llegaría al pensa-
miento lógico científico, y se haría perder al pensamiento na-
tural sus propiedades específicas. Pero estas dos objeciones
no nos parecen válidas más que si se admiten previamente o la
FORMAL Y EL PENSAMIENTO REAL 317
(Def. 2)
332 RELACIONES ENTRE LA LÓGICA
(Ns) y=x+z.==.y-x=z.
G6 da ahora lugar a un teorema, y, por lo tanto, se vuelve
inútil en cuanto postulado; en cuanto a G1 lleva a:
(A+B)=(A'uB')= [(a, o), (b, o), (e, o), (o, a), (o, d)]
m+ n = snm,
te, independiente del sujeto (ya que éste no logra conferir una
no contradicción demostrable a los sistemas a que tiene acceso
en primer término) y, por otra, está suspendido de su ápice (si
es que se puede hablar así), puesto que los escalones inferio-
res adquieren coherencia únicamente a partir de los estadios
superiores.
Sólo que, en este caso particular, la interpretación platónica
choca con su dificultad constante en forma todavía más grave
de la ordinaria. La dificultad general del platonismo consiste
en que difícilmente puede concebirse como algo acabado un
edificio que hemos aprendido a conocer por construcc~ones
aparentes progresivas, salvo que estas construcciones se tra-
duzcan como descubrimientos, como ~i fuesen encuentros con
una realidad exterior; pero entonces ¿por qué tales descubri-
mientos obedecen a reglas de sucesión análogas a las de cons-
trucción? Ahora bien, en este caso particular no mejoran las
cosas al subordinar la no contradicción de los estadios inferio-
res a su sometimiento a los superiores, dado que éstos, a su
vez, no gozan de ninguna no contradicción que fuese demos-
trable por sus propios medios, sino que se hallan subordinados
a unos escalones todavía más elevados, y así sucesivamente. Por
otra parte, cabe comprender que el platonismo apoye una su-
cesión infinita en un ente infinito que la contenga de antemano
en el caso de que tal sucesión consista en una jerarquía de en-
tes ·parciales, tales como los ordinales transfinitos, por ejem-
plo; pero cuando la sucesión consiste en hacer que la no con-
tradicción de un sistema repose en otro sistema superior, es
más difícil concebirla sin un dinamismo operativo, ya que si
un sistema existe como ser independiente del sujeto, no puede
existir sino en el estado de no contradictorio, y ello a todos los
niveles; mas si el rasgo de no contradictorio proviene de su
subordinación a los sistemas superiores, ¿en qué consiste ésta,
fuera de la cual el sistema inferior se vería amenazado de con-
tradicción? Dicho sucintamente: en la perspectiva platonizan-
te, habría que concebir la noción godeliana de la no contradic-
ción subordinada al sistema superior como algo relativo a nues-
tra manera humana y limitada de aprehender los entes mate-
máticos, más que como expresión de los caracteres intrínsecos.
FORMAL Y EL PENSAMIENTO REAL 339
sus propias acciones más que por sus resultados; es decir, cuan-
do construye éstos, primeramente mediante una experiencia ló-
gico-matemática profundamente distinta de la del empirismo,
y luego deductivamente.
Págs.
Introducción . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
3. La tradición logicista ... ... . .. . .. ... ... ... ... .. . .. . ... ... ... . .. 47
§ 13. Opiniones de Aristóteles: su acuerdo con la práctica
de las matemáticas griegas ... .. . . .. . .. . .. .. . . .. .. . .. . ... 47
394 ÍNDICE
Págs.
Introducción .. . .. . .. . .. . . . . .. . .. . .. . 165
(Nota autobiográfica, p. 165, n. 1).
Págs.
Bibliografía .. . .. . .. . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . .. . . . .. . . .. . . . 385