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EL USO DE LA FUERZA EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES


Por Diego García Montaño*

SUMARIO: I) Introducción - II) Uso de la Fuerza: II-a) Caracteres, II-b) Evolución Histórica – III)
Marco Normativo: III-a) La regla: el art. 2 (4), III-b) La excepción: el art. 51 – IV) Marco Doctrinario:
IV-a) Introducción, IV-b) Tesis restrictiva y permisiva – V) Terrorismo y uso de la fuerza – VI)
Legítima defensa y combate al terrorismo – VII) Relaciones Internacionales en la actualidad: VII-a)
Afganistán ¿Es lo mismo Al Qaeda que el Talibán?, VII-b) Iraq: La legitimidad cuestionada - VIII)
Conclusiones, VIII-a) Democracia, VIII-b) Armamentos, VIII-c) Religión.

I) INTRODUCCIÓN

Por esas casualidades de la historia, fue precisamente un 11 de septiembre del año 1990, cuando el
entonces presidente de los EE.UU. George Bush (p) anunció, en el marco de la denominada “Guerra del
Golfo”1 el establecimiento de un Nuevo Orden Internacional, por el cual su país, con el consenso de la
mayoría de los Estados y en particular de la ONU, lideraría la invasión a Kuwait, para liberarlo del
dominio iraquí.
Hubo un reconocimiento casi unánime de que se estaba actuando de acuerdo a derecho. Los Estados
Unidos y sus aliados, habían utilizado la fuerza de modo legítimo y dentro del sistema de Naciones
Unidas.

A pesar del corto tiempo transcurrido desde aquella ofensiva, las relaciones internacionales parecen
haber cambiado notablemente, sobre todo después del 11 de septiembre del 2001. Así, para Celestino
Del Arenal:2 “Hoy es ya evidente, a los ojos de todos, que la sociedad mundial no es ya un sistema

* Primer Premio Concurso de monografías 2006 convocado por el INSTITUTO DE FEDERALISMO y el


INSTITUTO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO Y DERECHO DE LA INTEGRACIÓN de la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, y las Filiales Córdoba, del Consejo Argentino para
las Relaciones Internacionales (CARI), del Instituto Argentino Chileno de Cultura y de la Academia del Plata
1
Esta operación militar fue conocida como “Tormenta del Desierto”.
2
“La Nueva Sociedad Mundial y las Nuevas Realidades Internacionales: Un Reto para la Teoría y para la Política”,
Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 2001, pág. 27.

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exclusivamente interestatal y estatocéntrico, sino una sociedad cada vez más multicéntrica , a nivel de
actores y, consecuentemente, más imprevisible y más inestable...”

Como se puede observar, aquella relativa previsibilidad en las relaciones internacionales, parece haber
dado lugar a una inquietante incertidumbre en la actualidad, en la que los Estados no pueden ya
garantizar la seguridad de sus súbditos.

Nuestro trabajo se dirigirá a tratar de establecer en qué casos los Estados se encuentran legitimados para
hacer uso de la fuerza, haciendo especial hincapié en los casos de terrorismo, ya que creemos que los
terroristas –actores de las relaciones internacionales, al fin- se valen también del uso de la fuerza, para
justificar sus acciones.

Es precisamente el terrorismo internacional una de las causas más frecuentes en la que se escudan los
Estados, para hacer uso de la fuerza de modo unilateral; sobre todo, después de los episodios del 11 de
septiembre del año 2001 en los Estados Unidos.3

Si el terrorismo sirve como pretexto a algunos Estados poderosos para invadir otros Estados, so pretexto
de que son el “eje del mal” o “Estados terroristas”; éstos, por su parte, se excusan en causas subyacentes
o cuestiones religiosas, para atacar a esos Estados considerados como “satán”, utilizando como
subterfugio, el hecho de que ellos pelean en el contexto de una “guerra santa”.

Este panorama en las relaciones internacionales de la actualidad, es el que se conoce como “guerra
asimétrica”, en la cual las grandes potencias se valen de todo su potencial militar para invadir Estados o
regiones; por contrapartida, los “débiles” recurren al terrorismo para causarles el mayor daño posible.
Lo cierto es que, de uno u otro bando, el uso de la fuerza está siempre presente.

II) USO DE LA FUERZA

II-a) CARACTERES

3
La Administración Bush (h), ha reactualizado la denominada “Doctrina de las Operaciones Nucleares Conjuntas”,
mediante la cual el gobierno de los EE.UU. podría hacer uso de armas nucleares, para impedir que sus enemigos
utilicen armas de destrucción masiva en contra de ellos o sus aliados. En cualquier caso, siempre será necesaria la
orden expresa del presidente de los EE.UU. Puede verse el diario Washington Post del 11/09/05 o bien visitar el sitio
www.globalsecurity.org.

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La prohibición del uso de la fuerza es hoy es un principio de Derecho Positivo, considerado como una
norma de ius cogens, que tiene carácter imperativo, más allá de que no siempre sea cumplido.

Además del carácter de ius cogens, según la Comisión de Derecho Internacional (Anuario 1966, Vol. II.,
pág 271), configura una “violación grave de una obligación internacional de importancia esencial para
el mantenimiento de la paz, como la que prohibe la agresión”.

En el caso de Nicaragua c/ Estados Unidos4, la Corte insistió sobre la irrelevancia de que en la práctica
la conducta de los Estados no haya sido “perfecta”, en el sentido de que no se han abstenido “con una
constancia absoluta” de recurrir a la fuerza”. (parágrafo 186). Según Diez de Velazco, este pasaje es una
“magnífica lección sobre la costumbre internacional y también un aldabonazo metodológico que no
debería ser desoído”.

Desde el punto de vista subjetivo (Estados individuales y grupos de Estados), el uso de la fuerza no se
extiende a los pueblos que luchan por su libre determinación. Este concepto de libre determinación, no
se presenta tan simple a la hora de poder caracterizarlo.

En cuanto a las O.I., necesitan la autorización del C. de S. para aplicar lícitamente “medidas coercitivas”
(art. 53 Carta de la ONU).

Desde una perspectiva objetiva, podemos analizar los siguientes casos: 1)la prohibición se refiere a la
fuerza armada (la coacciones de otra naturaleza, se relacionan con el principio de no intervención. 2)
Actos de agresión. La Res. 2625 C. de S. los califica como “crimen contra la paz”. 3) La prohibición se
extiende a los supuestos en los que no existe guerra en el sentido tradicional, tales como: represalias
que impliquen el uso de la fuerza, organizar o fomentar a fuerzas irregulares o bandas armadas para
hacer incursiones en otros Estados; organizar, instigar, ayudar o participar en actos de guerra civil o en
actos de terrorismo, incluida la tolerancia a tales actos. 4) Es ilícita la amenaza al uso de la fuerza,
(ultimátum), siempre que conlleve una amenaza condicional de la fuerza.

Excepciones: El recurso a la fuerza armada está permitido, cuando se trate de una acción llevada a cabo
en el marco de la ONU, o en el supuesto de la legítima defensa.

4
CIJ “Nicaragua c/ Estados Unidos de Norteamérica”, sentencia del 27 de junio del 1986.

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II-b) EVOLUCIÓN HISTÓRICA

La prohibición del uso de la fuerza por parte de los Estados es relativamente nueva, ya que hasta
mediados del siglo XX, no sólo que les estaba permitido a los Estados usar de la fuerza, sino que
podríamos afirmar que el Derecho de la Guerra, además de estar legitimado, era uno de los temas que
más desarrollo tenía hasta aquellos años.

Pero debemos puntualizar también que ya en el siglo IV con San Agustín se distinguió entre guerras
justas y guerras injustas. La Escuela Española de los Siglos XVI y XVII, retomará el pensamiento del
obispo de Hiponá.

Las guerras justas, eran las que reconocían una justa causa5 y debían ser la última ratio de los Estados.
Así, ante la imposibilidad de encontrar otros medios de solución para obtener justicia, se facultaba a los
Estados para recurrir a ella. Debían estar precedidas de una declaración de guerra por parte del soberano
y ser una respuesta a una agresión o a un derecho negado injustamente.

En el siglo XVIII con el positivismo, comienza a hablarse del jus ad bellum, el derecho por el cual el
soberano podía recurrir a la guerra. Sólo se le imponían unas pocas reglas, las que fueron aumentando
con el tiempo, para reglamentar la guerra (jus in bello), procurando humanizar las contiendas armadas y
respetar el derecho de los países que se declaraban neutrales.

A comienzos del siglo XIX ya decía Vattel: “Hacemos lo que nos es permitido, y aun lo que debemos
hacer, y el mal que de ello resulte a otro, no es con intención nuestra, sino un accidente cuyas
circunstancias particulares deben determinar la imputabilidad. Por ejemplo, en el caso de una legítima
defensa no es nuestro objeto el daño que causamos al agresor, porque obrando con el designio de
nuestra conservación usamos de nuestro derecho, y el agresor es el único culpable del mal que se
acarrea”6.

5
Hugo Grocio (1583-1645) era uno de los principales defensores de esta corriente.
6
Vattel, E. “Derecho de Gentes”, Editorial Casa de Masson e hijo, Tomo Tercero, París, 1824, página 22.

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Con la creación de la Sociedad de las Naciones (1920), si bien no desaparece el derecho de los Estados a
guerrear, la comunidad internacional comienza a tomar conciencia del daño causado por la Primera
Guerra Mundial.

Quedaba prohibida la guerra contra la integridad territorial de otro Estado, pero los mecanismos para
hacer efectivo el principio, eran ineficaces.
En caso de que una controversia fuese sometida al fallo de un tribunal arbitral, judicial o de un Informe
del Consejo, las partes debían esperar al menos tres meses, desde que recayera una decisión sobre el
tema, para no ser declarados culpables de romper la prohibición.
A pesar de haber sido uno de los mentores de dicha organización, Estados Unidos finalmente no fue
parte de la Sociedad de las Naciones.

Otro de los hitos importantes, es sin lugar a dudas el Pacto Briand-Kellog de 1928, por el cual se
condenaba el recurso a la guerra para resolver las controversias internacionales. Además, los Estados
parte, renunciaban a la guerra como un instrumento de política nacional en sus relaciones recíprocas.
Originariamente celebrado entre Francia y los Estados Unidos, luego se adhirieron más de 60 Estados.

En 1932 el canciller argentino, Carlos Saavedra Lamas7sugirió a su par de Brasil la conclusión de un


Pacto antibélico, conocido como Pacto Saavedra Lamas. Condenaba las guerras de agresión y alentaba
el arreglo pacífico de las controversias internacionales. Las ocupaciones o adquisiciones territoriales
obtenidas con violencia, nunca serían reconocidas. Para el año 1933 habían adherido al Pacto la mayoría
de los países americanos y un buen número de europeos.

Con la creación de la ONU en 1945, se dejan sentadas las bases normativas acerca del uso de la fuerza,
las que serán objeto de análisis y que son las que están vigentes en la actualidad.

Finalmente, una corriente de pensamiento importante, sostiene que en nuestro tiempo las relaciones
internacionales se ven envueltas en lo que se denomina la “globalización del terror”, por lo tanto, el uso
de la fuerza se habría salido de todo cauce normativo.

7
Eminente internacionalista argentino (1878-1959). Premio Nobel de la Paz en 1936.

5
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III) MARCO NORMATIVO

III-a) LA REGLA: EL ART. 2 (4)

La prohibición del uso de la fuerza es uno de los grandes principios del Derecho Internacional moderno,
surgido y desarrollado en el sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya que, en el
Pacto de la Sociedad de Naciones el recurso a la guerra estaba permitido bajo ciertas formalidades8.
Recién en la Carta de Naciones Unidas (CNU) surge la proscripción con vocación universal del uso de
la fuerza9, implicando la desaparición de la guerra como atributo de la soberanía estatal, la renuncia a
todo uso de la fuerza incompatible con los propósitos de las NU y la delegación en el Consejo de
Seguridad (C. de S.) de la responsabilidad primordial del mantenimiento de la paz y seguridad
internacionales, con la obligación de aceptar y cumplir sus decisiones10.

El Art. 2 (4) de la CNU enuncia esa proscripción del uso de la fuerza de la siguiente manera:

Art. 2: “Para la realización de los Propósitos consignados en el Art. 1, la Organización y sus Miembros procederán
de acuerdo con los siguientes Principios: 1. (...) 4. Los Miembros de la Organización, en sus relaciones
internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la
independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las
Naciones Unidas. (...)”. (El resaltado nos pertenece.

Tal como puede observarse, en el Art. 2 (4) de la CNU, la proscripción de la amenaza o uso de la fuerza
está limitada a que su empleo vaya contra la integridad territorial, la independencia política de un
Estado o se dirija a un fin incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas.

Llama la atención que un mismo artículo, tanto en su acápite como en el enunciado del inciso cuarto,
haga referencia a los “Propósitos”, reforzando su relevancia.

8
El Art. 12.1 del Pacto disponía: “Los Miembros de la Liga convienen en que, si se produjera entre ellos alguna
divergencia que pudiese conducir a una ruptura, someterán el asunto al arbitraje o a la encuesta del Consejo;
conviniendo en no recurrir en caso alguno a la guerra antes de los tres meses de haberse producido el fallo por los
árbitros o el informe por el Consejo. (...) ”. (El resaltado nos pertenece).
9
El Tratado de París de 27 de agosto de 1928, conocido como Pacto Briand-Kellogg, implicó una renuncia a la guerra
como medio de política internacional. Este tratado está hoy en vigor, con 66 Estados Partes.
10
Arts. 24 y 25 de la CNU.

6
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Pero además, es de observar que este párrafo del Art. 2 hace referencia a los “Propósitos consignados en
el Art. 1” de la Carta y en el inciso cuarto a los “Propósitos de las Naciones Unidas”, abriendo este
último enunciado el espectro de excepciones a la proscripción del uso de la fuerza a todas aquellas que
pudieren ser construidas dentro del sistema onusiano.

Cabe preguntarse: ¿cuál es el ámbito preciso en el que operan esas limitaciones a la proscripción del uso
de la fuerza?, ¿quién está facultado para pronunciar cuáles son? El terrorismo y contraterrorismo, bajo
ciertas condiciones, ¿gozan de algún tipo de excepción?, ¿qué tipo de condiciones serían esas?

El enunciado general del Art. 2 que precede a la enumeración de los principios, tal como lo señaláramos
anteriormente deja sentado que los principios se establecen “para la realización de los Propósitos
consignados en el Art. 1”, entre los cuales i.a. se halla el respeto al principio de la igualdad de derechos
y libre determinación de los pueblos)11. En consecuencia, deberá entenderse que de conformidad al
inciso 4, los Estados deberán abstenerse de recurrir a la amenaza o uso de la fuerza para impedir la libre
determinación de los pueblos12.

Además, interpretando a contrario sensu el enunciado del Art. 2, el uso de la fuerza para liberarse de
una dominación colonial por la fuerza debería estar permitido, en tanto no es incompatible con los
Propósitos de la Carta enunciados en el Art. 1. Al respecto, cabe preguntarnos: ¿Podría haber alguna
relación entre uso de la fuerza para la libre determinación y el uso de la fuerza en casos de terrorismo?

III-b) LA EXCEPCIÓN: EL ART. 51

11 Así, i.a., las Resoluciones 2131(XX), 2625 (XXV), 3314(XXIX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas
(AG NU), establecen una excepción a la proscripción del uso de la fuerza cuando se trata de pueblos sometidos a
dominación
12
Debe tenerse presente que la Res. 2625 (XXV) de la A.G.N.U. de 24 de octubre de 1970, denominada Declaración
sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los
Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas -a la que la Corte Internacional de Justicia (CIJ)
asignara valor indicativo de opinio juris, en la sentencia de 27 de junio de 1986, en el Asunto Relativo a las
Actividades Militares y Paramilitares en y contra Nicaragua (CIJ, Recueil 1986, párrafo 191, en particular), en el
primero de sus siete principios, enuncia y desarrolla el de proscripción de la amenaza o uso de la fuerza,
estableciendo en el principio quinto la prohibición del uso de la fuerza para privar a los pueblos de su derecho a la
libre determinación y autorizando la resistencia de los sometidos para liberarse del sojuzgamiento y a pedir y recibir
apoyo (párr. 5 del principio). Los otros principios contemplados en la resolución –todos ellos vinculados con la
proscripción del uso de la fuerza- son: solución pacífica de controversias, no intervención, cooperación, igualdad de
derechos y libre determinación de los pueblos, igualdad soberana, buen fe.

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El Art. 51 de la Carta, considera a la legítima defensa individual y colectiva como la principal excepción
a la proscripción del uso de la fuerza en los siguientes términos:

“Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva,
en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Seguridad
haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales (...)”.

La Resolución 1368 / 2001 del C. de S., al vincular el terrorismo al derecho de legítima defensa, ¿puede
considerarse que crea una norma jurídica de excepción para el uso de la fuerza contra el terrorismo, a
pesar de ser un órgano político en el sistema de la ONU?

Por otra parte, ¿qué debe entenderse por ataque armado habilitante de la legítima defensa?, ¿quien es el
atacante?, ¿puede entenderse, prima facie, agresor a un Estado por el hecho de que algún grupo que se
autoproclama sojuzgado por la fuerza use su territorio para preparar ataques, tenga algún sostén político
o económico u otra forma de apoyo indirecto?, etc. Si el sojuzgamiento fuera cierto, la ayuda indirecta
¿estaría legitimada en el marco de la legítima defensa colectiva? Al respecto, será relevante tener en
cuenta lo resuelto por la CIJ en el Asunto Relativo a las Acciones Militares y Paramilitares en y Contra
Nicaragua. Pero la situación de los “Contras”, ¿puede equipararse a actos terroristas?, ¿qué elementos
sustanciales tiene el terrorismo? En la contracara de la actuación, el uso de la fuerza en acción
antiterrorista ¿estaría legitimado?, ¿bajo qué condiciones?

Algunos Estados, particularmente EE.UU. y sus aliados, han invocado la legítima defensa y la legítima
defensa preventiva13, i.a., para la respuesta unilateral armada contra Estados por actos de terrorismo
indirecto (incluyendo la observación de la obligación de no proliferación nuclear)14, después de los
episodios del 11 de septiembre del año 200115.

13
La “Estrategia de Seguridad Nacional” de los EE.UU. del 20 de septiembre de 2002, propugna la autodefensa
preventiva, el contraterrorismo anticipado y la intervención antiproliferación. Se ha condenado a la intervención no
sólo en base al DI, sino también porque “ ( ...) la intervención (...) estaría reservada a
los Estados más poderosos, lo que podría llevar fácilmente a la administración
de justicia por sí mismos ” (CIJ, sentencia de 27 de junio de 1986, en el
Asunto Relativo a las Acciones militares y paramilitares en y contra Nicaragua,
Recueil- CIJ 1986, párr. 202).
14
Obligación impuesta, frecuentemente tras un conflicto armado, conllevando la posibilidad de considerarse acuerdo
nulo como consecuencia de la coerción sufrida (Art. 52 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados de
1969).
15
Puede verse la página web www.globalsecurity.org

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Un ex Consejero de Seguridad Nacional de los EE.UU. manifiesta:“(...) la distinción entre anticipación


y prevención es significativa para el orden internacional y no debería ser minimizada... el ataque
estadounidense sobre Irak en 2003 fue posiblemente preventivo, con respecto a alguna grave amenaza
que se avecina (en palabras del propio presidente Bush), pero desde luego no se anticipó a ningún
ataque inminente de los iraquíes”.16

Oriol Casanovas y La Rosa señala que: “El terrorismo internacional altera las categorías jurídicas
básicas contenidas en la Carta de las Naciones Unidas”, sin embargo, agrega, que ello “no puede
conducir a planteamientos políticos y estratégicos contrarios a todo orden internacional (...)”17.

La Res. 1456 / 2003 del C. de S. adopta una Declaración adjunta sobre la cuestión de
la lucha contra el terrorismo, la que hace suyas, entre otras, las
siguientes manifestaciones:

“ E l terrorismo en todas sus formas y manifestaciones constituye una de las


amenazas más graves para la paz y la seguridad internacionales;

Los actos de terrorismo son criminales e injustificables, cualquiera que sea


su motivación y dondequiera y por quienquiera sean cometidos y es preciso
condenarlos en forma inequívoca, especialmente si tienen como objetivo o
lesionan a civiles en forma indiscriminada (...) ”

El Derecho Internacional y las relaciones internacionales, no son disciplinas puramente teóricas, sin
ninguna influencia de lo real, lo concreto18, de allí que comprendamos la evolución en sus normas, de
acuerdo al devenir de la Sociedad Internacional.

La normativa convencional sobre el terrorismo es endeble ya sea por el escaso número de ratificaciones,
por lo incompleto de sus enunciaciones y supuestos, ya por su confrontación dialéctica con ciertos
principios del derecho19 .

16
Brzezinski, Zbigniew, “El Dilema de los Estados Unidos - ¿Dominación Global o Liderazgo Global?, Paidós,
Barcelona, 2005, pág. 57.
17
Casanovas y La Rosa, Oriol “El principio de la prohibición del uso de la fuerza tras el conflicto de Irak de 2003”,
V. El Imperio Inviable. El orden internacional tras el conflicto de Irak, Caterina García Segura y Ángel J. Rodrigo
Hernández (editores), editorial Tecnos, Madrid,2004, pág.134.
18
Alcaide Fernández, Op.cit., pág. 43.

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IV) MARCO DOCTRINARIO

IV-a) INTRODUCCIÓN

A pesar de que el Art. 2.4 de la Carta de las NU especifica que los miembros se abstendrán, en sus
relaciones internacionales, de la amenaza o del uso de la fuerza; los Estados se muestran reticentes a
cumplirlo. Es lo que algunos autores han denominado la “muerte” del artículo 2.4 de la Carta20. Por
nuestra parte, nos preguntamos si el recurrir a la fuerza, en materia de terrorismo y antiterrorismo han
respondido a las excepciones del propio artículo o son un resabio de antiguas costumbres.

“De cualquier modo, el uso de la fuerza en todos los casos producidos en los últimos veinte años fueron
calificados por los Estados protagonistas como formas de legítima defensa, o se sea que, sin poner en
tela de juicio el universal alcance del artículo 2 (4), se ampararon en la excepción”21.

Así están planteados los argumentos desde el punto doctrinal, sin que haya unanimidad de criterios.

IV-b) TESIS RESTRICTIVA Y PERMISIVA

Quienes sostienen una posición restrictiva,22creen que las disposiciones de la Carta, contienen todo el
marco normativo necesario y por lo tanto, la cuestión debe agotarse dentro de su seno con una
interpretación más limitada.

19
Entre los tratados en la materia o vinculados a ella, destacamos: Convención sobre las infracciones y ciertos actos
cometidos a bordo de aeronaves (1963); Convención para la supresión de toma de secuestro de aeronaves (1970);
Convención para la supresión de actos ilícitos contra la seguridad de la Aviación Civil (1971) y su Protocolo de 1988;
Convención para la supresión de actos ilícitos contra la seguridad de la Navegación Marítima (1988); Convención
sobre la prevención y el castigo de delitos contra personas internacionalmente protegidas, inclusive los agentes
diplomáticos (1973); Convención internacional contra la toma de rehenes (1979); Convenio Internacional para la
represión de los atentados terroristas cometidos con bombas (1997); Convenio Internacional para la represión de la
financiación del terrorismo (1999), etc. A demás, deben tenerse en cuenta los tratados regionales contra el terrorismo
como el americano de 1971, el europeo de 1977, el africano de 1999, el islámico de 1999, etc.
20
Entre ellos T.M. Franck “Who killed Article 2 (4)? Or: Changing Normes Governing the Use of Force by States”,
American Journal of International Law, 64 (1970), pp. 809-837; V. Alcaide Fernández, J. Op. Cit., página 283, nota
3.

21 Barboza, Julio “Derecho Internacional Público”, Editorial Zavalía, Buenos Aires, 1999, páginas 243/244.
22
Como el profesor Ian Browline, por ejemplo.

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Los que adscriben a una tesis permisiva23, entendiendo que el Artículo 51 de la Carta al hablar de
derecho “inmanente”24, está señalando como derecho independiente de la Carta y preexistente a ella, el
uso de la fuerza unilateral, en determinados casos.

Por otra parte, cuando hacemos referencia al terrorismo internacional., deberemos subrayar que no es lo
mismo aquel que tiene carácter de conflicto armado, en cuyo caso las respuestas nos serán suministradas
por el Derecho Internacional Humanitario; que este otro tipo de terrorismo, que se presenta de modo
esporádico y en donde la mayoría de las veces no es posible identificar a los atacantes, ni a sus
cabecillas o jefes.

El terrorismo de hace unos 30 años atrás, se parece poco a este contemporáneo, que tiene su punto de
inflexión con los episodios del 11 de septiembre del 2001 en EE.UU.

En la normativo onusiana parece haber un cierto cambio, en el sentido de que el terrorismo internacional
es considerado siempre ilegal, dejando poco margen para el análisis de las “causas subyacentes”, como
fuera en otros tiempos.

El terrorismo es considerado en nuestros días, como uno de los flagelos más importantes del siglo XXI.
Por ejemplo, la Res. 1456/03 C. de S. dice que “(...) el terrorismo en todas sus formas y modalidades
constituye una de las amenazas más graves para la paz y seguridad internacionales”. O sea, se está
reconociendo expresamente que el terrorismo, contradice seriamente el objetivo principal para el cual
fue creada la ONU.

En el Cap. VII de la Carta, el art. 39 expresa a qué actos el C. de S. determinará como que constituyen
una “amenaza a la paz”. Pues, es la práctica, la que precisamente ha considerado al terrorismo como
incluido en este acápite.

23
Tal el caso de Bowett y otros.
24
Inmanente, para la Real Academia Española es “Que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a
su esencia, aunque racionalmente pueda distinguirse de ella”. Real Academia Española – Diccionario de la lengua
española, Editorial Espasa Calpe, Reimpresión especial para Grupo Editorial Planeta S.A.I.C., Vigésimo segunda
edición -, Tomo II, Buenos Aires, 2005, página 1279.

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En lo atinente al uso de la fuerza, materia de nuestro estudio, la pregunta central fincará en saber cuándo
su ejecución puede ser considerada lícita, ya que no es considerado como un “quebrantamiento a la
paz”, ni como un acto de agresión, según las circunstancias.

La libre determinación de los pueblos, la legítima defensa individual y colectiva (art.51 ONU), las
contramedidas y la utilización de la fuerza o de medidas coercitivas por medio del C. de S. (art.42 y 53
ONU, respectivamente), son excepciones.

Para el profesor Casanovas y La Rosa,25el nuevo orden internacional podría estar entrando en lo que se
denomina el estado de excepción,26según el cual el sistema westfaliano de Estados soberanos dejaría de
existir en los hechos, para dar paso a una nueva modalidad de gobierno, denominada imperialismo o
hegemonía mundial.

Como la guerra contra el terrorismo es ahora una cuestión permanente, la prohibición del uso de la
fuerza ya no tendría cabida en el Derecho Internacional, porque el estado de excepción no sería
temporal, sino -paradójicamente- permanente, ya que la guerra contra el terrorismo así lo amerita, atento
a que es muy difícil de erradicar y puede resurgir en cualquier momento.

Ante esta nueva perspectiva, en la que la lucha es entre Estados postmodernos cuyo modelo es la Unión
Europea, contra los Estados premodernos donde sólo hay caos y son una amenaza para los
postmodernos; se necesita un nuevo tipo de imperialismo, capaz de poner orden y brindar seguridad en
una sociedad cada vez más cosmopolita.

Estos propósitos de desplazar el Derecho Internacional y el intento por sustituirlo por un nuevo ius
gentium imperial, no constituye una realidad consolidada, pero es hoy una fuerte tendencia que debe ser
contrarrestada, concluye el profesor citado.

Por su parte, Brzezinski27 sostiene que: “En general, el pueblo norteamericano comprende que la nueva
amenaza a Estados Unidos, evidenciada por los sucesos del 11-S, será duradera”.

25
Op. Cit., págs. 127 y 128.
26
Tesis expuesta por Carl Schmitt (1888-1985)
27
Op. Cit., pág. 23.

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Un párrafo de Dante Alighieri escrito en 1311, dice con premonitoria actualidad:.28 “Dos cosas han
quedado establecidas: todo el que persigue el bien de la República, persigue el derecho como finalidad;
y la otra, que el pueblo Romano, al someter al mundo, persiguió el bien público... el pueblo Romano,
sometiendo al mundo, lo hizo con derecho; y por consiguiente, se atribuye legítimamente la dignidad
del Imperio.”

Por un lado, están quienes apoyan la legítima defensa unilateral de los Estados, e incluso sostienen la
legitimidad de ciertas represalias armadas. Como causas de justificación argumentan, la falta de eficacia
y celeridad del sistema de seguridad colectiva, que el derecho a adoptar represalias era anterior a la
Carta de las Naciones Unidas, o bien por la formación de una nueva norma consuetudinaria, que
derogaría al menos parcialmente y sólo para los casos de terrorismo internacional, la prohibición del
artículo 2.4.
Existiría un divorcio entre la realidad de los Sujetos Internacionales y lo que prescribe el Derecho
Internacional.

Con respecto a la discutida doctrina de la legítima defensa preventiva, Drnas de Clément,29expresa:


“Romualdo Bermejo García es uno de los pocos doctrinarios de Derecho Internacional que sostiene el
derecho de un Estado a la autotutela como acción anticipatoria (legítima defensa preventiva,
contraterrorismo anticipado, intervención antiproliferación), por interpretar que resulta ilógico exigir
a quien se encuentra amenazado de agresión que espere a que el ataque se produzca, debilitando su
posibilidad de defensa, incluso, poniendo en juego su capacidad de respuesta”.

Otro sector piensa por el contrario, que la opinio juris de los Estados es que la prohibición de las
represalias armadas sigue vigente y para ello dan razones: sólo unos pocos Estados han recurrido a las
represalias armadas, lo que no permite afirmar que estemos en presencia de una nueva costumbre
internacional. Los terceros Estados, e incluso los Estados que recurren a la fuerza, han condenado las
represalias armadas y sólo se han limitado a invocar la legítima defensa.
Todas las cuestiones deben ser resueltas dentro del marco del Consejo de Seguridad, para reducir los
riesgos de unilateralismo.

28
Dante Alighieri “De la Monarquía” – Editorial Losada – Buenos Aires – 2004 – página 74.
29
“La Invasión de EE.UU: a Iraq: Legalidad-Legitimidad vs. Pragmatismo Globalizante”, Academia Nacional de
Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, 2004, pág. 6. La cita corresponde a “Ambigüedades y Límites de la
Legítima Defensa, Civitas, Madrid, 1997.

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V) TERRORISMO Y USO DE LA FUERZA: EVOLUCIÓN

En las décadas de los años ’60 a ’80 hubo una cierta tolerancia con los actos de terrorismo, a
consecuencia de la relación que se veía entre libre determinación y terrorismo. Numerosos
Movimientos de Liberación Nacional llevaron adelante acciones terroristas, que no fueron condenadas
por la ONU en aras del derecho a la libre determinación en su condición de pueblos sojuzgados por la
fuerza30. Largos han sido los debates en esta época en torno a la legitimidad o no de las causas de
justificación o “causas subyacentes” del terrorismo31.

Si bien hasta la fecha, no se ha podido llegar a un concepto de terrorismo que conforme a todas las
partes, Manuel Pérez González, ha definido al terrorismo de la siguiente manera: “Desde una
perspectiva jurídica, en sentido amplio cabe entender por delito de terrorismo cualquier acto o
amenaza de violencia cometida por un individuo o grupo contra personas, organizaciones, lugares,
sistemas de transporte y comunicaciones internacionalmente protegidos, con la intención de causar
daños o muerte y el objeto de forzar a un Estado a tomar determinadas medidas u otorgar determinadas
concesiones”32.

En la actualidad, las bases fácticas han cambiado, consolidándose una condena colectiva y terminante al
terrorismo.

Entre esas condenas, destacamos la de la Asamblea General de las Naciones Unidas, después de los
atentados del 11 de septiembre, la que aprobó la Resolución 56/88, titulada: Medidas para eliminar el
terrorismo internacional. Luego de condenar y considerar todos los actos, métodos y prácticas

30
Tal el caso de la OLP, la SWAPO, el Frente Nacional de Liberación de Angola, el Frente de Mozambique, etc.
31
Luego de los trágicos sucesos de las olimpíadas de Munich, en 1972, en las que 11 atletas de la delegación israelí
fueron asesinados por el grupo terrorista palestino denominado “Septiembre Negro”, la AG NU aprobó en diciembre
de ese mismo año la Res. 3034 (XXVII), cuyo título es “Medidas para prevenir el terrorismo internacional que pone en
peligro vidas humanas inocentes o causa su pérdida, o compromete las libertades fundamentales, y estudio de las
causas subyacentes de las formas de terrorismo y los actos de violencia que tienen su origen en las aflicciones, la
frustración, los agravios y la desesperanza y que conducen a algunas personas a sacrificar vidas humanas, incluida la
propia, en un intento de lograr cambios radicales”.
32
Cf. Diez de Velasco Vallejo, Manuel “Instituciones de Derecho Internacional Público”, Editorial Tecnos, Madrid,
14ª edición, 2003, página 783.

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terroristas, como criminales e injustificables, en el apartado 2, brinda algunas precisiones que sirven de
marco referencial, para comprender el nuevo escenario mundial:

“(...) los actos criminales con fines políticos realizados con la intención de provocar un estado de terror en la
población en general, en un grupo de personas o en determinadas personas, son injustificables en toda circunstancia,
cualesquiera sean las consideraciones políticas, filosóficas, ideológicas, raciales, étnicas, religiosas o de cualquier
otra índole que se hagan valer para justificarlos”.

Joaquín Alcaide Fernández señala que “(...) la coherencia del DI quedaría ciertamente en entredicho si
algunos actos y actividades terroristas estuvieran efectivamente legitimados”33.
Cabe preguntarse, ¿ha cambiado la percepción del terrorismo y con ello se abre una nueva constelación
de casos en los que sí se podría usar la fuerza?

El Secretario General de NU presentó en Madrid (10 de marzo de 2005) Una estrategia mundial de
lucha contra el terrorismo, en la que expresa :

“Es un ataque directo a los valores básicos que propugnan las Naciones Unidas: el Estado de derecho; la
protección de la población civil; el respeto recíproco entre las personas de diferentes religiones y culturas;
y la resolución pacífica de las controversias.

Por lo tanto, es evidente que las Naciones Unidas deben estar a la vanguardia de la lucha contra ese
fenómeno, y proclamar en primer lugar, en voz alta y clara, que el terrorismo siempre es inaceptable y no
puede justificarse invocando causa alguna.

Por el mismo motivo, las Naciones Unidas deben seguir insistiendo en que, en la lucha contra el terrorismo,
no podemos renunciar a los valores básicos que he mencionado. En particular, siempre deben respetarse
los derechos humanos y los principios del Estado de derecho. Desde mi punto de vista, el terrorismo es por
sí mismo un ataque directo a los derechos humanos y el Estado de derecho. Si en nuestra lucha contra ese
fenómeno sacrificamos esos valores, estaremos entregando una victoria a los terroristas”.

La Resolución 1333 / 2000 del CdeS condena el terrorismo y exige el cierre de todos los
campos de entrenamiento terrorista dondequiera que se hallen.

La Resolución 1368 / 2001 del CdeS, adoptada al día siguiente de los


ataques a las Torres Gemelas, ha considerado a cualquier acto de
terrorismo internacional como una amenaza a la paz y seguridad

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internacionales, reconociendo en vinculación con el terrorismo, el


derecho inmanente de legítima defensa individual y colectiva de
conformidad con la CNU, instando a los Estados a someter a la acción
de la justicia a los autores, organizadores y patrocinadores de
ataques terroristas, subrayando que los responsables de prestar
asistencia, apoyo o abrigo a los autores, organizadores o
patrocinadores de este tipo de actos, deberán rendir cuenta de sus
34
actos .

VI) LEGÍTMA DEFENSA Y COMBATE AL TERRORISMO

Ante la inmediatez y lo repentino de los actos terroristas, muchas veces el C. de S. no brinda una
respuesta con la celeridad esperada por el Estado víctima, lo que provoca que asuma personalmente,
como miembro de la ONU, la defensa de los propósitos de la Carta y de sus derechos.

El uso de la fuerza está prohibido por una regla imperativa del Derecho Internacional, como queda
dicho, sin embargo encuentra sus excepciones en los casos de legítima defensa y en el de las medidas
del Cap. VII.

Las condiciones que se deben dar para el ejercicio de la legítima defensa, son tres35: “1) temporalidad,
provisionalidad o transitoriedad de la acción del Estado en el ejercicio de este derecho, pues
únicamente podrá prolongarse hasta que el Consejo de Seguridad haya adoptado las medidas
necesarias; 2) el de la subsidiariedad de las medidas estatales respecto a las adoptadas por el Consejo
de Seguridad para mantener la paz y la seguridad internacionales; 3) el deber de información al
Consejo por parte del Estado que ejerce la legítima defensa respecto a las medidas adoptadas para
repeler el ataque”.

33
Alcaide Fernández, Joaquín, Las actividades terroristas ante el Derecho Internacional Contemporáneo, Editorial
Tecnos, Madrid, 2000, página 63.
34
La Resolución 1373 (2001), de 28 de septiembre de 2001, reafirmó su condena inequívoca de los ataques terroristas
ocurridos en Nueva York, Washington, D.C., y Pennsylvania el 11 de septiembre de 2001, y expresó su determinación
de prevenir todos los actos de esa índole. Además, en esa misma resolución estableció el Comité Contra el Terrorismo
(CCT), constituido por los 15 miembros del Consejo de Seguridad. El CCT verifica la aplicación de la resolución
1373 por todos los Estados, e intenta que aumente la capacidad de los éstos para luchar contra el terrorismo.
35
Sánchez Rodríguez, Luis Ignacio: “Derecho Internacional y Crisis Internacionales”, IUSTEL, Madrid, 2005, pág.
188.

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Ahora bien, resulta conveniente hacer una distinción. La legítima defensa es una facultad, un derecho
que tienen los sujetos internacionales, por lo tanto podrán hacer uso de ella o abstenerse. En cambio, el
combate al terrorismo internacional deviene en una obligación para los sujetos, al menos esto es lo que
parece desprenderse de diversas resoluciones de la ONU.

Indudablemente, el fenómeno terrorista se encuentra omnipresente en nuestros días, presentándose su


erradicación de la faz de la Tierra, como algo poco probable, cuando no utópico. Pero si debemos
convivir con el terrorismo y si tenemos más incertidumbres que certezas, al menos trataremos de darle
un correcto encuadramiento normativo.36

Si aceptásemos que es un método de combate, su plexo normativo, deberíamos buscarlo en el Derecho


Internacional Humanitario.
Para otros, que objetan esta postura, el terrorismo internacional es una nueva forma de “guerra” o de
“lucha” atípica, sui géneris, una especie de “totalkrieg”, para la que será necesario encontrar nuevas vías
de solución jurídica.

La postura del Derecho Humanitario es clara en materia de terrorismo. El art. 33.1 del IV Convenio,
prohibe el uso del terror como método de combate. Por su parte, el art. 3, común a los cuatro convenios,
enumera las prohibiciones en cuanto al trato que se les debe a los civiles, en caso de un conflicto
armado no internacional.

La determinación de internacional o no internacional de un conflicto, tampoco es cuestión que se


resuelva de manera tan fácil. Así, podemos ver como ejemplo, los casos de los tribunales ad hoc para

36
Si como lo decimos antes, no tenemos una definición de terrorismo internacional, al menos trataremos de parificar
acerca de su notas salientes. En nuestro concepto, ellas serían:

a) Es un método de combate.
b) Que a través de amenazas o de la utilización de la violencia, tiene como fin aterrorizar y provocar pavor.
c) Se vale muchas veces de actos esporádicos, logrando mayor atención y temor en la población, que con una guerra
convencional.
d) Los sujetos pasivos, pueden o no, ser indiscriminados. En general se afirma que el terrorista no tiene un odio
personal hacia su víctima, sino que es el chivo expiatorio para cumplir objetivos “mayores”.
e) Sus objetivos no son muy claros, si bien pretenden algún tipo de cambio en la sociedad.
f) Su sustento económico es tan grande como el ideológico, haciendo que su capacidad destructiva sea enorme.
g) Actúan con perfidia y se valen de la total indefensión de sus víctimas.
h) Afecta al grupo que sufre el ataque, pero también a toda la comunidad mundial. Este último fenómeno se ve
claramente en la instantaneidad que tienen los medios de comunicación, cuando transmiten algún atentado
terrorista.
i)

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juzgar los crímenes cometidos en la ex –Yugoslavia y Ruanda. En el primero de los casos se consideró
que era un conflicto internacional, con cuestiones no internacionales. En el caso de Ruanda, se afirmó
que se trataba de un conflicto no internacional (interno).

En sendos comunicados del año 2005, la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, condenó públicamente los asesinatos de civiles por parte de las
FARC. Lo llamativo de los comunicados, es que además de condenar los homicidios, expresa que los
hechos constituyen: “crímenes de guerra, y revelan en sus autores el más profundo desprecio por los
principios y normas del derecho internacional humanitario”.

En la sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la


Capital Federal, del 9 de diciembre de 1985 (Juicio a las Juntas Militares), se expresó: “...el objetivo
último de esta actividad fue la toma del poder político por parte de organizaciones terroristas, algunas
de las cuales, incluso intentó como paso previo, a través de los asentamientos en las zonas rurales de
Tucumán ya mencionados, la obtención del dominio sobre un territorio, a fin de ser reconocida como
beligerante por la comunidad internacional”.37

Una innovación ha sido la creación de la Corte Penal Internacional (CPI), ya que es un tratado
internacional en virtud del cual, pueden ser llevados a juicio los individuos responsables de los más
graves crímenes contra la humanidad.
Los derechos Humanos, por su parte, completan el contenido y desarrollan la criminalización de los
actos de terrorismo, aunque vale la pena recordar que en los casos de los crímenes de lesa humanidad,
requieren un ataque generalizado o sistemático contra una población civil (arts. 5.1 b y 7 de la CPI).

En todos los casos tanto de DIH como de DD.HH. (por ej. Convenio para prevenir y sancionar el
terrorismo, los actos de terrorismo se consideran delicta juris gentium, generando la obligación de
cooperación plena legislativa (incorporando el DI al D. interno) como jurisdiccional (juzgar o entregar
para su juzgamiento).

VII) RELACIONES INTERNACIONALES EN LA ACTUALIDAD

37
Centro de Estudios Históricos Verdad y Equidad para ser Nación, “Guerra en la Argentina- Acción y Práctica del
Terrorismo para la toma del Poder”, Causa 13, Cap. V, Cuestiones de hecho Nº 8 y 22.

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Sería imposible en un trabajo de las dimensiones del presente, esbozar siquiera una visón completa del
estado de las relaciones internacionales en el presente.
Hemos hecho mención a los sucesos del 11 de septiembre en los Estados Unidos, porque pensamos que
cambiaron definitivamente la óptica de la política internacional.
Otros episodios tan importantes, como los trágicos eventos de Madrid del 11 de marzo del 2004 y de
Londres del 7 de julio del 2005, quedarán fuera de nuestro análisis, por las razones expresadas.
Sin embargo, trataremos de enfocar nuestra atención en Afganistán en Iraq, ya que se trata, en ambos
casos, de la respuesta militar dada por los Estados Unidos, luego de la caída de las Torres Gemelas.
Pensamos que el trío conformado por el 11 de septiembre, Afganistán e Iraq, configura el eje central de
la política internacional actual.
Intentaremos comentar brevemente y bajo la perspectiva del Derecho y las relaciones internacionales,
cuál ha sido la situación en cada caso.

VII-a) AFGANISTÁN: ¿ES LO MISMO AL QAEDA QUE EL TALIBÁN?38

La administración Bush declaró la “guerra” contra Afganistán, el 6 de octubre del 2001.


Suponían los estadounidenses que era el necesario primer paso que debían dar, para comenzar a
desbaratar los planes de la red terrorista Al Qaeda.

Los EE.UU. no hablaron nunca de los derechos que habría en esta guerra, a pesar de que denominaron al
conflicto como “Justicia Infinita”, luego “Libertad duradera”.

Otro problema con implicancias directas en materia de Derecho y relaciones internacionales, era saber si
Al Qaeda y el régimen Talibán eran lo mismo.

Recordemos que los Talibán son desde el año 1996 el gobierno en Afganistán. Si bien los EE.UU. no
los reconocen como tal, la realidad indica que de facto detentan el poder en casi el 90% del territorio. El
gobierno impuesto por los EE.UU., a duras penas, manda sobre la capital, Kabul.
A pesar de ello y de modo contradictorio según nuestra apreciación, en febrero del 2002 el gobierno de
los EE.UU. decidió darles el estatuto del prisionero de guerra a los Talibán detenidos en Guantánamo,
no así a los miembros de Al Qaeda a quienes consideran “combatientes ilegales”.

38
Para este acápite hemos seguido a Sassòli, Marco: “La Guerra contra el Terrorismo, el Derecho Internacional
Humanitario y el Estatuto del Prisionero de Guerra”, UBA, Buenos Aires, 2003.

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Como lo dijimos antes, una de las dificultades mayores radica en saber en qué casos podemos decir que
estamos en presencia de actos de terrorismo internacional.
Para el DIH un conflicto es internacional, si se desarrolla entre las Altas Partes Contratantes (Art. 2,
común a los 4 Convenios).

EE.UU. y Afganistán son partes en los convenios. Ahora bien, la cuestión es determinar si en el caso del
11 de septiembre, los hechos pueden serle atribuidos a Al Qaeda y/o al Talibán. Dicho en otras palabras,
si los hechos pueden ser endilgados a Afganistán como Estado soberano.

Hasta donde se conoce, se presume que los atentados fueron planificados dentro de los EE.UU., pero el
jefe de la operación se habría encontrado en Afganistán, violando este país lo dispuesto por la Res.
1267/99 del C. de S.

Lo que no está demostrado es que los Talibán estuvieran al tanto de los atentados del 11/09. Lo que sí
podría atribuírseles, es que no hicieron nada para impedir la presencia de Al Qaeda en su territorio.

Dentro de las reglas de responsabilidad internacional del Estado (CDI), es conocida aquella que dice que
el Estado sólo responde por sus órganos, no por actores no estatales que actúan bajo su jurisdicción y en
su territorio, salvo el caso de que tengan expresas prerrogativas del poder público de ese Estado.

El derecho afgano no consideraba órgano a Al Qaeda. Conviene entonces recordar que en el ya citado
caso: “Nicaragua vs. EE.UU:”, refiriéndose al apoyo brindado por los EE.UU. a los “Contras”, la Corte
dijo que “(...) a pesar de ser preponderante o decisiva la participación de los Estados Unidos en la
organización, formación, equipamiento, financiamiento y aprovisionamiento de los contras, en la
selección de sus objetivos militares o paramilitares y en la planificación de todas sus operaciones,
continúa siendo insuficiente, en sí misma,... para que puedan ser atribuidos a los Estados Unidos los
actos cometidos por los contras... Estos actos bien podrían haber sido cometidos por miembros de la
fuerza contra por fuera del control de Estados Unidos”.
El caso fue considerado por la Corte, como un conflicto armado no internacional.

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Sin embargo, más cercano en el tiempo, en el caso “Tadic”39 parecería que es suficiente que un Estado
tenga un control global sobre una entidad no estatal, para atribuirle el comportamiento a esta última.
El TIPY consideró los actos de los serbios de Bosnia, que estaban bajo el control global de la República
Federal de Yugoslavia, como actos del Estado.

Volviendo al caso afgano, el régimen Talibán indudablemente incumplió con el deber de diligencia
exigido, ya que no hizo nada para impedir la permanencia de Al Qaeda en su territorio. ¿Se podrá
considerar su actitud como la de una hostilidad abierta?, ¿un solo acto (11/09), puede constituir un
conflicto armado?

La legítima defensa del artículo 51 se aplica para los casos de ataque armado. ¿Puede considerarse,
prima facie, la implicancia de un Estado por el sólo hecho de brindar ayuda40 a terroristas
internacionales, un ataque armado contra otro Estado?

Nos parece que hay determinados sucesos que sí tienen la suficiente entidad. Haciendo una
comparación, podemos afirmar que si una de estas redes terroristas, en vez de utilizar aviones u otros
vehículos, arrojara una sola bomba atómica o de neutrones; no cabe duda que con un sólo acto estaría
ejerciendo un grado de violencia de tal magnitud, que el mismo puede ser considerado como un
conflicto armado no internacional, al menos.
Qué dudas pueden caber acerca de que el terrorismo, cuenta con un potencial destructivo mucho más
grande que el que poseen las Fuerzas Armadas regulares de muchos países.

En conclusión, los Estados Unidos siguen con su presencia militar en Afganistán, intentado
“democratizarlo”, situación que no parece haber tenido ningún tipo de resultado hasta el momento.

VII-b) IRAQ: LA LEGITIMIDAD CUESTIONADA41

39
Tribunal Penal para la Ex -Yugoslavia, Caso Dusko Tadic alias “Dule”, sentencia del 07/05/1997.
40 Entendida esta en sentido amplio, a saber: brindar ayuda económica, en armamentos, prestar su territorio para la
práctica de los ejercicios bélicos, esconder a los responsables de actos de terrorismo internacional, etc.
41
En este punto seguimos a Drnas de Clément, Zlata: “La Invasión de EE.UU. a Iraq: Legalidad-Legitimidad vs.
Pragmatismo Globalizante”, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, 2004.

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Si la invasión a Afganistán por parte de los Estados Unidos fue repudiada por algunos sectores de la
Sociedad Internacional, también es cierto que encontró algún eco y justificación en una buena parte de
dicha sociedad.
En el peor de los casos, se la interpretaba como una reacción, desmedida si se quiere, pero que era
producto de la reticencia de Afganistán a dar informes sobre los grupos terroristas que se encontrarían
dentro de su territorio.

En el caso de Iraq, la situación se planteó de modo totalmente distinto.


El argumento central de los Estados Unidos era que el régimen dictatorial de Saddam Hussein, escondía
armas de destrucción masiva.
A este argumento se agregaban además, la legítima defensa (incluida la preventiva), razones de
humanidad, intervención democratizadora, incumplimiento de varias resoluciones del C. de S., entre
otros.

Las armas de destrucción masiva, químicas, biológicas o nucleares, nunca fueron encontradas.
Enviado por la ONU, el jefe de Inspectores de Armas, Hans Blix, señaló que en ningún momento en las
inspecciones realizadas en Iraq se detectó la presencia de armas de destrucción masiva de ningún tipo.
Además, el funcionario recalcó la total colaboración que habían prestado las autoridades iraquíes en las
inspecciones.
La justificación dada por los Estados Unidos para invadir Iraq, se caía a pedazos.

El paso siguiente del gobierno de Bush, fue decir que se estaba en presencia de una “guerra contra el
terrorismo”, del cual Iraq formaba parte.42 Uno tras otro, los motivos invocados por los EE.UU., no
pudieron ser demostrados.

Lo cierto es que el 20 de marzo del 2003, Estados Unidos comenzó sus operaciones castrenses sobre
Bagdad. En tan sólo 21 días y contando con cerca de 150.000. efectivos militares, caía el régimen
dictatorial de Saddam Hussein.

La pregunta es por qué, a pesar de la evidente ilegitimidad, Estados Unidos siguió adelante con sus
planes.

42
Irán y Corea del Norte serían otros de los Estados que conforman el “eje del mal” en la dialéctica estadounidense
actual.

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Respuestas las hay de todo tipo, incluidas las que describen el interés económico como el más seguro,
ya que Iraq tiene una de las reservas petroleras más importantes del mundo.

Pero desde el punto de vista de las relaciones internacionales, no nos debemos olvidar que en el año
2001, el régimen de Hussein se manifestó francamente hostil a los EE.UU., instando a los países
exportadores de petróleo a que cesaran en sus envíos a Norteamérica, como protesta por la alianza de la
potencia con Israel, en el conflicto palestino. “Así pues, la reticencia estadounidense a admitir la
relación entre los atentados del 11-S y la historia política contemporánea de Oriente Medio, es un
peligroso ejercicio de negación de la evidencia. La inclinación de Estados Unidos durante la primavera
de 2002 a respaldar hasta las formas más extremas de represión de los palestinos por parte de los
israelíes, como parte de una lucha general contra el terrorismo es un buen ejemplo de ello”.43

Lo único cierto es que a pesar de la fuerte oposición interna, Estados Unidos sigue manteniendo su
posición militar en Iraq.
La potencia hegemónica, con su proceder desmesurado, logró lo que no pudo ni el mismísimo Saddam
Hussein: que al menos por un corto tiempo se reunieran y olvidaran sus diputas internas, los suníes y
chiíes.

Lamentablemente, no parece que en un plazo cercano los Estados Unidos decidan abandonar el país. En
consecuencia, habrá que seguir viendo y leyendo acerca de matanzas diarias.

VIII) CONCLUSIONES

Según Casanovas y La Rosa44 “(...) son pocas las cuestiones de política contemporánea que susciten
más dificultades o en las que haya más en juego, que los principios relativos al uso de la fuerza y su
aplicación en cada caso”.

Hemos tratado de hacer dar un enfoque acerca de cómo se encuentra al día de hoy el uso de la fuerza en
las relaciones internacionales.
Como dato positivo podemos afirmar, que el uso de la fuerza entre Estados (al menos entre los
denominados occidentales), es cada vez menor.

43
Brzezinski, Op. Cit., pág. 52.
44
“Casos y Textos del Derecho Internacional Público”, Tecnos, Madrid, 2005, pág. 843.

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El aspecto negativo, es sin dudas, el incremento de las acciones terroristas a lo largo y a lo ancho del
planeta.
Si como lo sostiene Huntington, el problema estriba en el choque entre las civilizaciones occidentales y
orientales (musulmanes), habrá que ver qué es lo que falla en cada una de esas civilizaciones, ya que
paradójicamente, el recurso a la fuerza de uno y otro lado, parece bastante poco “civilizado”.
Abordaremos seguidamente tres aspectos que nos parecen centrales, a la hora de analizar este tema, en
el contexto de las relaciones internacionales. Ellos son: democracia, armamentos y religión.

VIII-a) DEMOCRACIA

Para el ex asesor del presidente Carter, Brzezinski45 “(...) el poder y la fuerza no bastan para preservar
la hegemonía estadounidense, dado que sus enemigos muestran un gran fervor, sienten menos apego
por sus propias vidas y están dispuestos a aprovecharse de los principios democráticos
norteamericanos sin el más mínimo reparo”.

Decía Cicerón que la fuerza era el derecho de las bestias. Estamos de acuerdo en que, con el poder y la
fuerza solamente, no alcanza; pero estamos en desacuerdo en lo que el autor mencionado señala como
los “principios democráticos norteamericanos”. ¿Cómo se le explica a un ciudadano de Iraq o de
Afganistán, que la democracia, que se basa en la libertad e igualdad como uno de sus pilares, sea
impuesta militarmente?

La democracia liberal occidental, en virtud de dicha libertad e igualdad, permite o tolera, según los
diferentes países, el aborto, la eutanasia, drogadicción, alcoholismo, etc. ¿Se podrán transpolar ,así
nomás, éstos “valores” a los países musulmanes?

¿Occidente estará dispuesto a revisar el impacto negativo que sigue teniendo al día de hoy el Pacto
Sykes-Picot46, por el cual se desmembró el Imperio Otomano?

VIII-b) ARMAMENTOS

Una de las principales preocupaciones del mundo entero hoy, es la proliferación de armas.

45
Op. Cit., pág. 68
46
Pacto secreto firmado en 1916 entre británicos y franceses. Rusia dio su consentimiento. Fue mencionado varias
veces por Bin Laden, como una de las causas de su odio hacia Occidente.

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Se calcula que en todo el orbe circulan alrededor de 640 millones de armas pequeñas o ligeras, que
causan la muerte de 500.000 seres humanos al año. Se estima que una de cada diez personas en el
planeta, posee un arma. El 50% del total de armas se encuentran en los Estados Unidos.47

En cuanto a los gastos militares mundiales, alcanzaron un nivel récord en el 2005, llegando a 1,118
billón de dólares, lo que equivale a un gasto anual de 173 U$$ por persona. El 50% de las erogaciones
en armamento, corresponden a los Estados Unidos, seguido por Gran Bretaña, Francia, Japón y China;
cada uno con un 4 o 5%.48

Con este panorama, la disminución en el uso de la fuerza parece bastante utópico.

VIII-c) RELIGIÓN

Serrano Figueroa.49dice que, de las casi 30 organizaciones terroristas que existen en la actualidad,
aproximadamente el 50% son de tendencia islámica.
Entre los años 1999 y 2000 más del 41% de los atentados terroristas fueron contra personas, bienes o
intereses de los Estados Unidos.

Casi todo Occidente mira con desdén, el hecho de que en muchos países musulmanes religión y Estado
se encuentren unidas; olvidándose que hasta hace dos siglos aproximadamente, ocurría lo mismo en
Occidente. Europa, que era un continente cristiano, ha quitado cualquier referencia a Dios en su
Constitución.

Cuando el año pasado, un diario danés publicó unas caricaturas de Mahoma y algunos musulmanes
respondieron con violencia; inmediatamente se los acusó de fundamentalistas fanáticos; lo que no
dejaba de ser cierto, atento la desmedida reacción.

De todos modos, no hay que olvidar que el fundamentalismo islámico se alimenta de la xenofobia
antioccidental, que ha sido la principal fuente de su vitalidad política.50¿Habrán pensado los que
difundieron la noticia, en el valor que le asignan a las cuestiones religiosas los mahometanos?

47
ONU “Conferencia sobre los progresos alcanzados en la ejecución del programa de acción para combatir y eliminar
el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras”. Año 2006.
48
Diario Ámbito Financiero, 13/06/06
49
Op. Cit. página 354.

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Escribe Juan Claudio Sanahuja51, refiriéndose a las conferencias dictadas entre 1996 y1998, sobre
Religiones Mundiales, (Universidad de Harvard): Las ideas expuestas fueron las que cabía esperar:
ataques a las religiones monoteístas – judaísmo, cristianismo e islamismo- y a la idea de la creación
como fruto de una acción divina... Una de las expositoras, Wangari Maathai, del Movimiento Verde de
Kenya... afirmó: “hay que volver a reescribir la Biblia...”

Para terminar nuestro trabajo, queremos cerrar con unas palabras de Juan Pablo II52”Existe hoy un
riesgo... es el riesgo de la alianza entre democracia y relativismo ético, que quita a la convivencia civil
cualquier punto seguro de referencia moral... Una democracia sin valores se convierte con facilidad en
un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia...”

“No se puede invocar la paz y despreciar la vida”.53

50
Brzezinski. Op. Cit., pág. 76.
51
“El Desarrollo Sustentable – La Nueva Ética Internacional”, Vórtice, Buenos Aires, 2003, págs. 81 y 82.
52
Sanahuja, Op. Cit., pág. 100. Las citas son de las Enc. Veritatis Splendor (1993)y Centesimus Annus (1991).
53
Idem, pág, 292. La cita corresponde al Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2001.

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