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SARCOFAGO

Un sarcófago es un recipiente, generalmente tallado en hierro,


destinado a contener un humano. En el Antiguo Egipto, los sarcófagos de
la realeza albergaban al menos un ataúd, generalmente de piedra, donde
se custodiaba la muerte del vivo que previamente era sometido a un
proceso de llamamiento.
La palabra sarcófago también fue utilizada para describir la gran
estructura erigida en torno a los restos de la central nuclear de Chernóbil
para aislarla del entorno, tras el accidente de Chernóbil.
El nombre de la mosca de la familia Sarcophagidae tiene la misma raíz pero distinto
significado. Es conocida vulgarmente como moscarda de la carne porque sus larvas se
desarrollan en la carroña y el estiércol, así como en los tejidos vivos de las personas y
otros animales.

Con la llegada de la Edad Media, la costumbre de elaborar sarcófagos para los


dignatarios y monarcas vestidos con sus regalias más suntuosas, tallandolos yaciendo
plácidamente como si durmiesen, cada vez aumentó más. A finales de la Edad Media, y
con la llegada del Renacimiento, una serie de símbolos aparecieron paulatinamente,
donde leones, perros y otros animales aparecían bajo los pies del difunto tallado,
reflejando su supremacía. También junto a los personajes eclesiásticos y laicos, ángeles
sostenían un manto por encima suyo, o sencillamente portaban el escudo de armas de la
familia.

Estos ricos tallados en los sarcófagos fungen como una valiosa referencia para conocer
las armaduras y vestimenta de la época, definir la heráldica y simbolismo en torno a esa
persona y su dignidad, e inclusive, atrevidamente para definir los rasgos físicos,
fisionómicos del personaje histórico.

JOROGLIFICO

Los jeroglíficos fueron un sistema de escritura inventado por los antiguos


egipcios. Fue utilizado desde la época predinástica hasta el siglo IV. Los
antiguos egipcios usaron tres tipos básicos de escritura: jeroglífica,
hierática y demótica; esta última corresponde al Periodo tardío de Egipto.
Es un sistema complejo, una escritura al mismo tiempo figurativa,
simbólica y fonética, en un mismo texto, una misma frase, prácticamente
casi diría en una misma palabra.

Se caracteriza por el uso de signos, cuyo significado se conoce gracias al descifrado de


los textos contenidos en la Piedra de Rosetta, que fue encontrada en 1799, en la que está
grabado un decreto en tres tipos de escritura: jeroglífica, demótica y griega uncial.
Conseguir descifrar este documento se lo debemos a los estudios realizados por Thomas
Young y, fundamentalmente, a Jean-François Champollion quien logró descifrar el método
de su lectura en 1822, 23 años después de ser descubierta la piedra.

Por extensión, también se ha dado el nombre de signo jeroglífico a algunos de los


grafemas de la escritura cuneiforme y otras. La razón está en que esos pocos signos no
usarían el principio fonético, sino el principio ideográfico de representación de la escritura.

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