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Selección Estoicos y Plotino 2014 PDF
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I. FILOSOFÍA ESTOICA
1. DL, VII.39-42 (SVF, I.41; FDS, 189)
Dicen que el discurso filosófico es tripartito. Pues de él una <parte> es la física, otra la ética y otra
la lógica. Así dividió el primero Zenón de Citio en <su> Acerca de la razón, y Crisipo en el primer
libro de Acerca de la razón y en el primero de las Cosas Físicas (…). A estas partes Apolodoro las
llama ‘lugares’, Crisipo y Eudromo ‘especies’, y otros, ‘géneros’. Comparan la filosofía con un
animal: la lógica corresponde a los huesos y nervios, la ética a las partes carnosas y la física al alma.
También con un huevo: la parte exterior es la lógica, la que viene después de ésta es la ética y la
interior es la física. O con un campo fértil: el muro es la lógica, el fruto es la ética y la tierra o los
árboles la física. O con una ciudad bien fortificada y gobernada racionalmente. Y ninguna parte está
separada de la otra, según dicen algunos de ellos, sino que están unidas, y hacían su enseñanza
mezclándolas. Otros ponen primero a la lógica y segundo a la física y tercero a la ética. Entre éstos
está Zenón en el Acerca de la razón y Crisipo, Arquedemo y Eudromo. Diógenes de Ptolemais
comienza por la ética, pero Apolodoro <coloca> segunda a la ética, mientras Panecio y Posidonio
comienzan por la física (…). Cleantes dice que hay seis partes: dialéctica, retórica, ética, política,
física y teología. Pero otros no llaman a éstas partes de la doctrina, sino de la filosofía misma, como
Zenón de Tarso. Y dicen algunos que la parte lógica se divide en dos ciencias, la retórica y la
dialéctica. Algunos <dicen que se divide> en especie de la definición y sobre cánones y criterios,
pero algunos suprimen la teoría de la definición. Ellos consagran la parte sobre cánones y criterios
para descubrir la verdad. Pues en ella precisan los diferentes tipos de representaciones. Consagran
igualmente la teoría de la definición al conocimiento de la verdad, pues las cosas se captan por
nociones.
3. Sexto Empírico, Contra los profesores, X.218 (SVF, II.331; FDS, 720)
Los Estoicos dicen que de los “algos” algunos son cuerpos, otros incorpóreos, y listan cuatro
especies de incorpóreos: enunciable (lektón), vacío, lugar y tiempo.
5. Sexto Empirico, Contra los profesores, IX.11 (SVF, I.301; FDS, 130)
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(…) los de la Stoa, al decir que hay dos principios, dios y materia sin cualidad, han supuesto que la
divinidad actúa y que la materia, en cambio, padece y es transformada.
9. Galeno, Sobre las doctrinas de Hipócrates y Platón 5.2.49, 5.3.1 (SVF, II.841; FDS 278)
[Crisipo] Hay partes del alma a partir de las cuales se constituye en ella la razón. (...) Tal vez nos
recuerdas lo que escribiste en tu libro sobre el lógos donde afirmaste que es una colección de ciertas
nociones y preconceptos.
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por la razón. (2) Por otro lado, el conocimiento es un sistema que parte de este tipo de cogniciones,
como la cognición de particulares que existe en el hombre virtuoso. (3) Además, es un sistema que
parte de conocimientos técnicos, que tiene intrínseca estabilidad, como tienen las virtudes. (4)
Además, es una disposición de recepción de impresiones incontrovertible operada por la razón (...).
14. Jámblico, Sobre el alma, citado por Estobeo 1.368,12-20 (SVF, II.826; FDS, 836)
(1) ¿Entonces cómo distinguen <las partes o facultades del alma>? Algunas, de acuerdo con los
estoicos, por una diferencia en los cuerpos subyacentes. (...) Otras por una cualidad propia en ese
mismo sustrato. (2) Pues así como la manzana tiene en un mismo cuerpo dulzura y fragancia, así
también el hegemonikón tiene en sí impresión, asentimiento, impulso, razón.
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17. Estobeo Ecl. 2,86-88
Dicen que lo que mueve (tò kinoûn) el impulso (tèn hormén) no es más que la presentación
impulsiva (phantasía hormetiké) directa de lo que es debido. El impuso es, en sentido genérico, un
movimiento (phorá) del alma hacia algo; y el impulso que se produce en los animales racionales y
el que se produce en los irracionales se considera que son sus especies. (...) Todos los impulsos son
asentimientos (synkatathéseis), y los impulsos prácticos (praktikaí) contienen además factor motor
(kinetikón).
23. Plutarco, Sobre las contradicciones de los estoicos, 1034b (SVF, I.264)
Es una doctrina de Zenón no construir templos a los dioses, dado que un templo que no es valioso
no es sagrado y nada hecho por constructores y trabajadores es valioso.
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25. Clemente, Miscelanea, 5.9.58.2 (SVF, I.43)
Los estoicos dicen que Zenón fue el primero en escribir ciertas cosas que son reacios a dar a sus
alumnos para leer a no ser que prueben que son genuinos filósofos.
26. Plutarco, Sobre las contradicciones de los estoicos, 1044f-1045a (SVF, 3.753)
En uno de sus libros de Protrépticos, Crisipo dice que el intercambio sexual con madres, hijas o
hermanas, el comer cierta comida y el ir directamente de la cuna o lecho de un muerto a un templo
debe ser desacreditado sin razón. También dice que deberíamos mirar a las bestias e inferir de su
comportamiento que nada de este tipo está fuera de lugar o es no natural.
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la posesión y la subordinación.
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permanece siempre en su propio puesto, mientras que lo que le sigue nace, por así decirlo, de una
potencia extraordinaria, presente entre las realidades inteligibles, potencia que no se debe detener
ni, como si fuera por envidia, limitar. Ella debe avanzar continuamente, hasta que toda la realidad
haya alcanzado el último confín posible, en virtud de esa inmensa potencia que ejerce su acción
sobre todas las cosas y que nada puede dejar sin parte de sí misma. Nada puede impedir que una
cosa, cualquiera sea, participe de la naturaleza del Bien en la medida en que ello le es posible. En
consecuencia, si la naturaleza de la materia existe eternamente, para poder existir debe participar de
aquel que prodiga al bien a todas las cosas, conforme a la capacidad de cada una de ellas para
recibirlo. Y si la generación de la materia es una consecuencia necesaria de las causas que la
preceden, ella no podría existir separada, como si aquel que le otorga, como una gracia, el ser se
detuviese por impotencia antes de haber llegado a ella. Resulta así que la máxima belleza de lo
sensible es manifestación de lo más excelso que hay en lo inteligible, de su poder y de su bondad.
Todo, lo sensible y lo inteligible, se mantiene unido por siempre; las realidades inteligibles existen
por sí mismas; las sensibles, en cabio, obtienen eternamente el ser por participación de aquellas,
porque imitan, en la medida e que lo pueden, a la naturaleza inteligible.
5) V, 3, 16 (49) Sobre las hipóstasis cognitivas y sobre lo que está más allá
Que debe existir algo después de lo Primero y que lo Primero es potencia, una extraordinaria
potencia, es algo que ya hemos dicho en otras ocasiones. Una prueba de ello –también dijimos—lo
ofrece la consideración de las demás cosas, porque ninguna de ellas, ni siquiera de las inferiores,
carece del poder de generar. Agreguemos ahora que, si las realidades generadas no pueden ascender,
sino que, por el contrario, descienden y van adquiriendo una multiplicidad cada vez mayor, el
principio de cada cosa debe ser más simple que ella. Lo que produce el universo sensible no puede
ser, él mismo, universo sensible, sino Inteligencia y universo inteligible; lo anterior a él y lo que lo
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genera no será, pues, ni Inteligencia ni universo inteligible, sino más simple que la Inteligencia y
más simple que el universo inteligible. Lo múltiple, en efecto, no procede de lo múltiple, sino que la
multiplicidad de este mundo sensible proviene de lo que no es múltiple. Pues si su punto de partida
fuera, a la vez, múltiple, éste ya no sería principio sino que habría aún otra cosa anterior a él.
Debemos, así, concentrarnos en lo que es realmente uno, extraño a toda multiplicidad y extraño
también, puesto que es realmente simple, a ésta o aquélla particular simplicidad.
6) V, 4, 1 (7) De qué manera lo posterior al Primero procede del Primero. Sobre lo Uno
Si existe algo después de lo Primero, es preciso que de él provenga directamente o bien que a él se
remita a través de intermediarios; debe haber realidades de segundo y de tercer orden, de modo tal
que lo segundo se remita a lo primero y lo tercero a lo segundo. Lo Primero debe ser, pues, algo
simple, anterior a todas las cosas, diferente de todo cuanto viene después de él, algo que está en sí
mismo, que no está mezclado con lo que de él proviene, aunque, en otro sentido, puede estar
presente en las demás cosas. Él es verdaderamente uno: no es una cosa que, además, es uno; en
consecuencia, es falso aun decir que él es uno. De él no hay discurso ni ciencia, lo cual, por cierto,
equivale a decir que está más allá del ser. Si no fuese simple, si no escapase a todo accidente y a
toda composición, si no fuese verdaderamente uno, no podría ser principio. Por ser simple y
primero es lo más autosuficiente. Pues lo que no es primero necesita de los componentes simples
que hay en él para constituirse a partir de ellos. Por cierto, algo tal debe ser algo único; pues si
hubiera alguna otra cosa de tal tipo, ambas serían una. (…) Si, entonces, después de lo Primero
existe alguna otra cosa, ella no puede ya ser simple; ella debe ser, en consecuencia, uno-múltiple.
¿De dónde proviene, pues, este uno-múltiple? De lo Primero. Si surgiera de algún encuentro
fortuito, lo Primero no sería ya principio de todas las cosas. ¿Cómo proviene, entonces, de lo
Primero? Si lo Primero es perfecto, lo más perfecto de todo, y es potencia primera, ha de ser lo más
poderoso de todo cuanto existe, y las demás potencias habrán de imitarlo en la medida en que les
sea posible. Si consideramos las demás cosas, vemos que aquella que ha alcanzado la perfección,
genera y no soporta permanecer en sí misma, sino que produce otra cosa; y así se comporta no sólo
aquello que posee voluntad consciente, sino también cuanto produce sin poseer esa voluntad, y aun
las cosas inanimadas, que dan de sí mismas todo cuanto pueden: el fuego, por ejemplo, calienta, la
nieve enfría, los remedios, en virtud de su propia naturaleza, ejercen también su acción sobre algo
diferente; todas las cosas, en fin, en tanto les es posible, imitan al principio en eternidad y bondad.
¿Cómo, entonces, lo más perfecto, que es el bien primero, podría permanecer inmóvil en sí mismo,
como si experimentase envidia, o fuera impotente, precisamente él, que es potencia de todas las
cosas? ¿Cómo podría seguir siendo principio? Es necesario, en efecto, que algo provenga de él, para
que pueda existir, porque las demás cosas obtienen de él su existencia, (y que la obtengan de él es
algo necesario). El principio generador debe ser también lo más valioso, mientras que lo que ocupa
el segundo puesto, después de él, ha de ser superior a todo lo restante.
7) V 3, 13, 1-12 (49) Sobre las hipóstasis cognitivas y sobre lo que está más allá
Y por eso es también verdaderamente inefable. Porque digas lo que dijeres, dirás algo. Pero la
expresión “más allá de todas las cosas y más allá de la inteligencia más augusta” entre todas es sólo
verdadera no si es una denominación de aquél sino si aquel no es uno entre todos ni hay “nombre de
él”, porque nada se predica de él. Pero nosotros tratamos de designárnoslo a nosotros mismos como
podemos. Pero cuando dijéramos perplejos: “Entonces, no se percibe a sí mismo, no tiene
conciencia de sí mismo, no se conoce a sí mismo”, es menester tener en cuenta que, al decir estas
cosas, estamos moviéndonos en direcciones contrarias. Al hacerlo conocido y conocimiento, lo
pluralizamos; y al atribuirle el pensamiento, le hacemos tener necesidad del pensamiento. Y aun
suponiendo que le pensamiento sea consustancial con él, será algo sobrante en él.
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8) V 3, 14, 1-15 (49) Sobre las hipóstasis cognitivas y sobre lo que está más allá
-- Entonces, ¿cómo es que hablamos acerca de él?
-- Decimos, sí, algo acerca de él, empero a él mismo no lo expresamos, ni tenemos conocimiento ni
intelección de él mismo.
-- Entonces, ¿cómo es que hablamos acerca de él, si a él mismo no lo tenemos?
-- ¡Cómo! Si no lo tenemos por el conocimiento, ¿quiere decir que no lo tenemos en modo alguno?
Lo tenemos para poder hablar acerca de él, pero no como para poder expresar a él mismo. Y es que
decimos lo que no es, pero lo que es, no lo decimos. Así que hablamos acerca de él a partir de los
posteriores. Con todo, no se nos impide que lo tengamos aunque no lo expresemos, sino que del
mismo modo que los endiosados y los posesos pueden llegar a saber ni más ni menos que esto: que
tienen en sí mismos alguien superior a ellos aun cuando no sepan quién es, pero por las mociones
que experimentan y por las palabras que pronuncian tienen un barrunto del autor de esas mociones,
siendo ellos distintos de él. Así también, por las trazas, es nuestra relación con aquél cuando
estamos en posesión de la inteligencia pura: adivinamos que ésta es la inteligencia interior, la que
suministra la esencia y todas las demás cosas del nivel de la esencia.
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11) I 3, 4 (20) La dialéctica
Pero ¿qué es la dialéctica? Es la disposición intelectual que acerca de cada cosa permite expresar
racionalmente qué es cada una, en qué difiere de las otras y qué tiene en común con ellas; a qué
clase de cosas pertenece y cuál es su lugar dentro de ella y si es realmente lo que es, y cuántas son
las cosas que son y cuántas las que no son, es decir, otras que las que son. La dialéctica trata
asimismo sobre lo bueno y lo no bueno y sobre lo que subordina al Bien y lo que subordina a su
contrario; claramente trata también sobre lo que es eterno y sobre lo que no lo es, procediendo en
todos los casos con ciencia y no por opinión. Habiendo cesado su marcha errante por lo sensible, se
instala en lo inteligible y ejerce allí su actividad. Aparta la falsedad y nutre a nuestra alma en la
llamada “llanura de la Verdad”; usa el método platónico de división para discernir las Formas, lo
usa para llegar al que es y lo usa también para llegar a los géneros supremos entretejiendo
intelectualmente todo lo de que ellos deriva, hasta haber recorrido lo inteligible en su totalidad;
retrocediendo nuevamente por medio del análisis hasta llegar a su punto de partida, permanece allí
en quietud –pues se está quieta cuando allí está—sin desplegar ya ninguna actividad y, llegada allí,
contempla; cede a otra arte la llamada actividad lógica, que se refiere a las proposiciones y
silogismos, como si cediese a otro el saber escribir. Considera que algunas de esas cuestiones
lógicas son necesarias y anteriores al arte, pero examina críticamente tanto a esas como a las otras,
considerando a las unas útiles y a las otras superfluas y propias de la disciplina que se ocupa de
ellas.
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que sea un solo género, el de la sustancia, común a la inteligible y a la sensible; algo distinto,
predicado de ambas, que no sería ni cuerpo ni incorpóreo; de lo contrario, o el cuerpo sería
incorpóreo o lo incorpóreo, corpóreo.
Más aún, con respecto a las sustancias mismas del mundo sensible, hay que inquirir qué hay de
común a la materia, a la forma y al compuesto de ambas. Porque dicen que todas estas cosas son
sustancias, y que, sin embargo, no tienen igual derecho a serlo, dado que la forma se dice ser más
sustancia que la materia. Y tienen razón. Pero habrá otros que digan que la materia lo es más.
Por otra parte, las llamadas “sustancias primeras”, ¿qué pueden tener en común con las “segundas”
dado que las segundas reciben de las primeras su denominación de “sustancias”? Y, en general, es
imposible decir en qué consiste la sustancia, pues no porque uno dé cuenta de la propiedad de la
sustancia, ya ha captado su quididad. Tal vez, ni siquiera lo de que es “una sola cosa y la misma
numéricamente, susceptiva de los contrarios”, convenga a todas las sustancias.
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