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II.

RELACION DE AYUDA1

2.1. CONCEPTO

Cuando un orientador, un profesor jefe o un trabajador social utilizan la


expresión "relación de ayuda" se refieren a sus esfuerzos para contribuir, a través de la
interacción con otra persona, al mejoramiento de ésta de un modo positivo, de modo que se facilite
su adaptación y desarrollo personal.

La persona que ayuda no concibe a los individuos como personas con


"problemas de conducta" sino como personas que tratan de descubrir el sentido de la vida, que
buscan sentirse cómodas consigo mismas y con los demás y responder productivamente a las
exigencias del vivir.

Rogers (1969), define la relación de ayuda como toda relación en la que, al


menos una de las partes, intenta promover en el otro el crecimiento, el desarrollo, la maduración y
la capacidad de funcionar mejor y enfrentar la vida de manera más adecuada. El otro, en este
sentido, puede ser un individuo o un grupo. En otras palabras, se podría definir la relación de
ayuda como aquélla en la que uno de los participantes intenta hacer surgir, en el otro, una mejor
apreciación y expresión de sus recursos latentes y un uso más funcional de ellos.

2.2. CARACTERISTICAS

1. La relación de ayuda tiene sentido. La valoran quienes participan en ella, y tiene sentido
porque es personal e íntima, porque guarda relación con la situación dada, porque al mismo
tiempo provoca ansiedad y la reduce y porque implica un compromiso recíproco.

2. En la relación de ayuda se expresa afecto. El afecto está presente porque quienes participan
en la relación revelan su yo, lo sienten comprometido en ella y son sensibles a las
manifestaciones del otro. La exteriorización de percepciones, informaciones o actitudes propias
e íntimas produce tensión y ambigüedad. Si bien actúan en la relación factores cognitivos y
afectivos, se suele dar mayor importancia a los últimos.

3. En la relación de ayuda se manifiesta la persona total. Los participantes se proponen ser


mutuamente honestos, intelectual y emocionalmente. Se respeta a cada individuo porque
es una persona valiosa. Hay en la relación una cualidad reparadora que excluye la impostura,
el fingimiento y el engaño. Los participantes se relacionan mutuamente como personas
auténticas y dignas de fe.

4. La relación de ayuda tiene lugar por consentimiento mutuo de los individuos


participantes. El consentimiento se otorga explícita o implícitamente, por elección, tradición,

1
Shertzer y S.Stone: Manual para el Asesoramiento Psicológico. México, Edit.Paidos.II.Edic.1982
deferencia o necesidad. Aún en las relaciones entre hijo y progenitor o maestro y alumno se
requiere el acuerdo y/o la aquiescencia de los participantes para que la relación sea útil. Si
bien es posible ejercer coerción sobre los individuos para que establezcan ciertas relaciones, la
ausencia de presión es lo importante de una relación de ayuda. El punto parece muy claro: no
es posible obligar a alguien a ayudar con eficacia o a recibir ayuda porque la noción misma de
fuerza está reñida con la idea de buscar o prestar ayuda. La obligación desgarra la delicada
tela de la comprensión recíproca y crea desconfianza en lugar de promover una situación mejor.

5. La relación tiene lugar porque el individuo que va a ser ayudado necesita información,
instrucción, consejo, ayuda, comprensión y/o tratamiento por parte del otro. El que busca
ayuda lo hace porque carece del conocimiento o la competencia necesarios, porque se siente
angustiado, inepto, ansioso o ineficaz. Quien proporciona ayuda lo hace porque tiene una
madurez mayor, posee algún conocimiento o competencia especiales y/o la confianza que el
otro deposita en él. El asesor manifiesta un grado suficiente de poder personal, atractivo,
autoridad, destreza, energía o penetración como para provocar y mantener la confianza del otro
en la medida necesaria para que el individuo que va a ser ayudado crea que se lo preparará
bien para enfrentar y resolver sus problemas y que de alguna manera se sentirá luego mejor
que antes. La confianza en el asesor es una característica decisiva de la relación.
6. La relación de ayuda se lleva a cabo mediante comunicación e interacción. Cada uno de
los participantes se ve afectado por la comunicación verbal y no verbal del otro. Quien ayuda y
quien es ayudado observan y reciben mutuamente el interés y la atención del otro. Cada uno
habla, reacciona, responde al otro en forma verbal y no verbal y ambos tipos de conducta tienen
valor actual y residual. La conducta no verbal -expresiones faciales, gestos, movimientos
corporales- puede referirse directamente al contenido verbal o a la experiencia afectiva.

Ambas partes transmiten conocimiento, información y/o sentimientos, los intercambian, los
transfieren o los imparten. Axiomáticamente, cuanto más lúcida y articulada sea la
comunicación entre ellos, tanto más significativa será la relación. La comunicación y la
interacción serán tanto cognitivas como afectivas y contendrán al mismo tiempo experiencias
positivas y negativas, es decir, el individuo ayudado no sólo desarrolla conductas nuevas sino
que puede dejar de lado respuestas que implican rivalidad o desacuerdo.

7. La relación de ayuda es una situación estructurada. El ordenamiento funcional que orientará


la relación comienza cuando se reúnen la persona que ayuda y la que será ayudada.
Invariablemente, esta última comienza por concebir a la primera como una autoridad o un
experto que debe tomar la iniciativa, al mismo tiempo que siente de antemano que su propio rol
es el de un "colaborador". Ambos participantes introducen en la relación la experiencia
total de sus vidas. Sus actitudes surgen de estas experiencias y determinan cómo se
relacionan mutuamente. Se espera -y frecuentemente así ocurre- que quien ayuda ofrezca
explicaciones o definiciones (a veces provisorias y ambiguas) sobre lo que puede ocurrir en la
relación, y tanto las explicaciones como las definiciones constituyen instrumentos útiles para
predecir los resultados. Los indicios y las señales que cada uno recibe del otro determinan la
manera de trabajar conjuntamente. Aunque a la persona ayudada se le dan grados de libertad
variables, es preciso que tenga la oportunidad de responder y de manifestarse expansivamente.
La estructura varía, según el tipo de relación de ayuda, pero sus características esenciales -las
pautas de estímulo y respuesta- están siempre presentes. La estructura permite que la
relación se desarrolle y rinda frutos. En realidad, la responsabilidad por la estructura es
recíproca. Tanto la persona que ayuda como la que es ayudada tienen necesidades -tener
éxito, ser reconocido, actuar en forma adecuada- que determinan la estructura y desencadenan
respuestas que la persona que ayuda debe estar preparada para enfrentar si se propone
realmente crear una relación de ayuda.

8. El esfuerzo cooperativo es lo que caracteriza la relación de ayuda. Los participantes


trabajan juntos para arribar a una meta aceptable. Buscan las contribuciones y los recursos que
les sean útiles para alcanzarla. El que debe recibir ayuda se siente libre para rechazar las
prácticas, sugerencias o contribuciones que no le parezcan apropiadas o para aceptar sin
resistencia las que crea adecuadas. Quien ayuda pone a disposición del otro su repertorio de
técnicas y de información al mismo tiempo que trabaja para poner en libertad las aptitudes
propias del individuo y prestarles su apoyo. Respeta del mismo modo a la persona a quien
debe ayudar tanto si ella acepta como si rechaza la ayuda. Este esfuerzo cooperativo
intensifica la relación y garantiza su eficacia. La persona que ayuda debe cumplir su tarea de
tal manera que permita a la otra alcanzar la fortaleza emocional y la seguridad necesarias para
expresar su punto de vista, su problema o su situación.

9. La persona que ayuda es accesible y se muestra segura. Es accesible en el sentido de que


los demás se sienten en libertad de aproximarse a ella. Tiene una actitud de aceptación de los
demás, de sus ideas, sus acciones y sus sugerencias. Está libre de temores, dudas y
ansiedades y se muestra constante y estable.

10. El objeto de la relación de ayuda es el cambio. Los participantes aprenden el uno del otro y
la experiencia da por resultado el cambio. Al finalizar la relación, el individuo no es el mismo
que antes de entablarla. Ya no sufre tanto; no está tan indefenso; se conoce mejor a sí mismo;
se comporta de modo más satisfactorio; se convierte en una persona mejor. El cambio interno y
externo se manifiesta en las actitudes, las acciones y la manera de percibirse a sí mismo, a los
demás y al mundo en general.

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