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RELATO HOMENAJE
“Manos cruzadas”
De Edgardo Ávila Singh dillas negras de carbonilla por la za-
fra, René con su cajón de lustra bo-
Cuando cerraba los ojos para dor- tas y otros, que como yo, esperába-
mir siempre estaban allí sus manos. mos con ansias verlo sentado con
Manos enormes, cruzadas entre sí, sus manos cruzadas, manos sana-
yo dormía tranquilo porque esas doras, ágiles de magia. Manos con
manos eran la mejor muestra de su tesoros traídos de otras tierras.
presencia. Pasaron algunos minutos y nos
En las tardes de invierno, cuando dábamos cuenta de que él no llega-
el viento silba entre las hojas y de ba. El silencio comenzó a ser el úni-
apoco se abraza a las ramas de los co sonido en aquella larga galería.
lapachos que, sin sus vestiduras sir-
ven de escenario cada día a la hora
No recuerdo mucho más, solo
que mis ojos comenzaban a nublar-
Melitón Jaramillo,
del encuentro, estaba ÉL, con las
manos cruzadas, aquellas manos
se por un mar que los llenaba.
Busque sus manos cruzadas, pero
pionero y luchador
llenas de historias fantásticas. no estaban. Por Oscar d´Oliveira
En esas tardes estábamos todos y Aquel fue el último encuentro
él, convocándonos en ronda, donde diario, y las ausencias se fueron no- El 12 de marzo de 2012, dejaba de
todos nos hacíamos por unas ho- tando más. existir un periodista de nuestro
ras, contemporáneos de aquellas Ya pasaron 30 años y en algunas diario Melitón Jaramillo, a los 78
historias que solo él sabía contar, tardes de verano, me siento en su años de edad en esta ciudad, se de-
ante el asombro de quienes, por sillón y de apoco llegan los niños de sempeñó en la Secretaría de
momentos, creíamos sentir el ru- la casa, mis ahijados, mis sobrinos, Gobierno de Jujuy, y luego brindó
mor de soldados listos a atacar. No ellos como hace tiempo, también se todos sus esfuerzos y su gran capa-
faltaba quien en algunas tardes, sientan en ronda para escuchar una cidad periodística, desde su co-
confundía cañones con truenos o nueva historia, cruzo las manos y lumna de nuestro diario, luchando
sombras con figuras extrañas. traigo las palabras y las historias de por causas nobles, como fueron el
Es cierto que él sabía cómo hacer de las mujeres de la casa), dando Y fue una tarde de aquellas que mi abuelo. Paso de Jama, el ferrocarril a La
para que vivamos con intensidad precisas órdenes de lo que debía- todos, a la misma hora, nos encon- A veces, a lo lejos, creo verlo Quiaca y el Monumento al Papa
cada historia a tal punto que, con mos hacer mientras él contaba la tramos en la larga galería perfuma- mirándonos con sus duendes y ha- Juan Pablo II ( éstos últimos a eri-
sus manos, tomaba a alguno de no- historia del día. Fueron esas tardes da de azahares, de piso rojo ladrillo das, con sus dioses milenarios. A ve- girse en el complejo fronterizo de
sotros para ponernos en el papel de donde seguro comencé a escribir en contraste de a poco, en bici, ca- ces, a lo lejos, me parece ver sus ma- Jama, sin que se hayan concretado
un legendario Maharajá, vistiéndo- mis propias historias de dioses mi- minando. Armando, el mayor, con nos cruzadas. pero, que sin duda, desde las estre-
nos con turbantes y adornos de pie- lenarios, de personajes místicos, un picolé casi derretido, el gordo (Fuente: “Otras vivencias-Autores llas, seguirá alumbrando para que
dras y metales preciosos (bijouteri conviviendo con otros, no tanto. Sergio con su pelota de cuero y ro- ledesmenses”) puedan ser realidad en un futuro
próximo).
Quienes compartieron sus horas,
EN PRIMERA PERSONA lo recordaremos, cuando al termi-
nar cada jornada, limpiaba prolija-