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de Ana Frank
Reseña: El diario de Ana Frank
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Por: Mariana Margal
No solo porque El Diario de Ana Frank es uno de mis
libros favoritos, sino por la situación mundial actual, recomiendo ver esta grandiosa obra de teatro.
Referente al libro;
Como muchos de ustedes saben, El Diario de Ana
Frank es resultado de los escritos de la adolescente judía de 14 años de edad que vivió en la década de los cuarenta del siglo pasado. Escritos que se relacionan directamente con el periodo en el que Adolf Hitler gobernaba Alemania. Ana Frank narra el encierro que ella, su familia, la familia Van Pels y el dentista Fritz Pfeffer, ocultos en la misma casa, tuvieron que tolerar para que no fueran asesinados por el partido Nazi a causa de su ideología religiosa, el judaísmo. También menciona algunos anécdotas más, como su sueño de ser escritora y su primer amor: Peter Van Pels.
Estos textos salen a la luz después de que Ana y su
familia fueron encontrados y llevados a un campo de concentración, donde muere víctima de la epidemia de Tiffus, debido a la extrema falta de higiene en el sitio; según testifica la historia.
Su padre, Otto Frank, único sobreviviente de la familia
Frank y del grupo de personas escondidas, recibe los escritos de su hija por parte de Miep Gies, hombre que ayudó a mantenerlos ocultos durante dos años en “La Casa de Atrás”, nombre como también se le conoce a los cuartos que fungieron como su refugio.
Al terminar de leer el diario de su hija, el señor Otto
cumple su deseo y lo publica en 1947 con la editorial Contact.
Finalmente para 1955, Frances Goodrich y Albert
Hackett, matrimonio de guionistas y dramaturgos estadounidenses, le proponen llevar El Diario de Ana a una puesta en escena.
Tal adaptación es la que hoy nos ofrece el grupo de
teatro Alejandro Medina, con la dirección de David Tort y Alejandra Ortega como asistente.
En mi opinión, es de vital importancia tener presente
aquellas situaciones que ya no deben regresar o que no deberían seguir permaneciendo en nuestro sistema social; como por ejemplo, la exclusión e intolerancia.
Ahora que podrían ser tiempos de “muros” y que se tiene
una percepción de incertidumbre en algunos sectores, suma volver a recordarnos que la segregación nunca ha sido el camino porque que en el nombre de Dios, de la razón absoluta, del poder y de la poca inclusión, han muerto miles de personas, en su mayoría inocentes, a lo largo de la historia.