Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Coloquio.
Eje 1. Ley Nacional de Salud Mental
Eje 2. La práctica
Eje 3. Lo Público
Eje 4. Las instituciones y la Salud Mental
Eje 5. Dispositivos institucionales
Básicamente está orientada a proteger y garantizar el derecho a la salud mental de todas las
personas y el goce de los derechos humanos de aquellas con PADECIMIENTO MENTAL.
Antecedentes:
+ Principios de Brasilia (1990) rectores para el desarrollo de la atención en salud mental.
+ Declaración de Caracas y Principios de las Naciones Unidas.
Capítulo 10
(artículo 38 en adelante)
Órgano de Revisión
El Órgano de Revisión debe ser multidisciplinario, y estará integrado por representantes del
Ministerio de Salud de la Nación, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, del
Ministerio Público de la Defensa, de asociaciones de usuarios y familiares del sistema de salud,
de los profesionales y otros trabajadores de la salud y de organizaciones no gubernamentales
abocadas a la defensa de los derechos humanos. funciones a) Requerir información a las
instituciones públicas y privadas que permita evaluar las condiciones en que se realizan los
tratamientos; Supervisar y evaluar las condiciones de internación por razones de salud mental,
en el ámbito público y privado, que las internaciones involuntarias no se prolonguen más del
tiempo mínimo necesario, pudiendo realizar las denuncias pertinentes en caso de
irregularidades y eventualmente, apelar las decisiones del juez. Controlar el cumplimiento de
la ley, en particular en lo atinente al resguardo de los derechos humanos de los usuarios del
sistema de salud mental.
Antecedentes:
Antes había 7 leyes provinciales + 1 de CABA
- Principios de las Naciones Unidas para la protección de los enfermos mentales (1991)
- Declaración de Caracas de la Organización Panamericana de la Salud (1990)
- Principios de Brasilia para el desarrollo de la atención en Salud mental en las Américas
(1990)
Todas coinciden en que el mejoramiento de la atención era posible por medio de la superación
del modelo asistencial basado en el hospital psiquiátrico y su reemplazo por alternativas
comunitaria de atención y por acciones de salvaguarda de los derechos humanos e inclusión
social de las personas afectas por trastornos mentales.
En este punto, sostiene que la psiquiatría hace un abuso del procedimiento diagnóstico de la
medicina, la cual al buscar la causa biológica de una enfermedad, construye una verdad y le da
racionalidad al tratamiento. Esto lleva a la psiquiatría a la búsqueda de la causalidad biológica y
a considerar al cerebro como órgano responsable de la vida psíquica.
“debemos aceptar que respecto del cuerpo biológico y sus mecanismos, con respecto a la
información genética, rige la semejanza y no la diferencia. En esto es verdadero lo UNIVERSAL
del género humano. Pero en la vida psíquica y en la existencia humana rige la desigualdad y la
diferencia, en la existencia y los sufrimientos mentales del vivir no rige lo universal, y la verdad
sólo debe buscarse y entenderse en las condiciones de la cultura y la sociedad en que
habitamos.”
No es posible ninguna verdad universal sobre el sufrimiento mental, hay que respetar la
singularidad de cada sujeto, su territorio de vida, su historia, y las condiciones reales de su
existencia.
Galende sostiene la importancia de realizar una crítica a la psiquiatría, a los supuestos éticos de
su práctica, para reintegrar el sufrimiento mental al campo de lo humano.
La pretensión de conocer el sufrimiento mental del hombre con los métodos de las ciencias
naturales no sólo ignora las cualidades complejas de la vida psíquica, sino que genera grandes
fallas éticas en el comportamiento de los especialistas.
A partir de las nuevas legislaciones, se abren nuevos desafíos para el conocimiento de esta
experiencia del sufrimiento mental. Todas estas políticas modifican el panorama, el campo
concreto de la concepción, la atención, los resguardos éticos de la práctica, la perspectiva de
preservación de los derechos humanos y el respeto a la dignidad de las personas con
padecimiento mental.
Acá resalta que la relación terapéutica es en su esencia un modo concreto de relación social,
que incluye el amor como forma primaria de vínculo social (por lo cual Freud habló de amor de
transferencia) y decide sobre todos los aspectos de la ética y el resguardo de los derechos
humanos. Por eso es importante pensar la cuestión de la alteridad, ya que ésta no sólo se pone
en juego en la constitución subjetiva sino que es inherente al sufrimiento mental a lo largo de
toda la vida.
No existe sufrimiento mental, en todas sus maneras de expresión, que no ponga en juego el
problema de la alteridad y los conflictos de la vida psíquica en nuestras relaciones con los otros
con quienes vivimos y nos relacionamos.
Posteriormente, Galende intenta desarrollar lo que considera como los intentos más rigurosos
y éticos en el abordaje de la salud mental. El Psicoanálisis y la fenomenología han contribuido al
avance en salud mental de un conocimiento racional, devolviendo a las personas con
padecimientos un papel protagónico en la construcción de la verdad de sus dolencias y una
participación activa en el proceso terapéutico.
Como sabemos, ninguna relación puede considerarse terapéutica cuando se trata de teorías
abstractas que tratan de construir explicaciones para sostener una práctica basada en la sola
autoridad y el ejercicio del poder disciplinario sobre el otro, negado como un semejante y
tratado como un objeto para su tratamiento.
Alicia Stolkiner – Derechos humanos y derecho a la salud en América Latina: la doble faz
de una idea potente
Objetivación vs. Subjetivación la tendencia a la objetivación condice con una rasgo estructural
inherente a la forma mercantil, tal como lo desarrolla Marx en El Capital. Se trata de ese efecto
estructural por el cual las relaciones sociales aparecen como “relacion propias de cosas entre
personas y relaciones sociales entre las cosas”. En la extrema mercantilización de nuestra época
todo lo que tiene sentido para la vida humana, e inclusive los seres humanos o sus órganos,
pueden adquirir “situación mercantil”, es decir, ser colocado en el lugar de “cosa”, objetivado n
función de la producción de ganancia. Este fenómeno se extiende más allá de la
intercambialidad concreta de cada caso para transformarse en prácticas desubjetivantes que
anulan el sujeto de derecho. La metáfora de toda objetivación es la anulación del sujeto por los
dispositivos de Terror del Estado, que se materializa en el campo de concentración. Nexo entre
terror y mercantilización.
Kant define a la dignidad como la no intercambialidad mercantil... “las cosas tienen precio, pero
el hombre, en cambio, tiene dignidad.”
Entonces, el límite de la dignidad es la objetivación. De manera indirecta, la objetivación ligada
a lo mercantil reaparece en todos los dispositivos de dominación que sostienen la apropiación
de la vida y la naturaleza en aras de la acumulación.
En Brasil, y con el impulso del movimiento de salud colectiva, se estableció la salud como
derecho constitucional y se fundó el Sistema Único de Salud (SUS), que aspira a prestaciones
universales y gratuitas.
El escenario de la primera década del siglo XXI es complejo, el estado de guerra constante ha
llevado la lógica del Estado de excepción a un nivel global en la lucha contra el “terrorismo y el
narcotráfico”. Simultáneamente, hay una expansión de la idea y de la construcción jurídica de
derechos, aspirando a compromisos de los Estados.
En América Latina hay una polarización entre países y dentro de ellos.
- Eje 2 . La práctica
Configuraciones de las prácticas en la carrera de Psicología (Silvia Grande, Masueco,
Olga Waisman, etc)
La escisión entre teoría y práctica, se visualiza por un lado, en las dificultades de inserción de los
alumnos en el campo laboral a partir de los requerimientos sociales, y por otro, en las
dificultades de argumentación de dicha práctica.
La falta de herramientas para pensar la práctica, muestra que la tensión entre teoría y práctica
no se problematiza, en desmedro de la profundización del método. De la misma manera no se
logran ubicar preguntas respecto de lo social, homologándose la clínica a lo que ocurre entre los
muros protegidos del transcurso de una cura, sustraída de los marcos en los cuales se lleva a
cabo. Se identifican dificultades en sostener la interrogación respecto de las condiciones de
posibilidad de la práctica clínica.
< La formación del psicólogo y su relacion con los futuros campos de su queahcer profesionales,
son puestos en discusión, a partir de distintas variables a tener en cuenta en estos momentos.
En primer lugar: la sanción de las Leyes Provincia y Nacional de Salud mental, incluyendo ejes en
torno al derecho de las personas, a la interdisciplinariedad de los abordajes y de la habilitación
de intervenciones – antes delegadas en el médico – al profesional psicólogo. En segundo lugar,
los requerimientos desde las instituciones públicas de salud y de políticas sociales, junto a la
definición de problemáticas ligadas a lo que podríamos llamar la “actualidad” de nuestra
civilización, produciendo una inscripción particular del malestar y del sufrimiento de los sujetos.
En varios autores y publicaciones, se ubica una contradicción entre lo clínico y la Salud Pública
en la formación del psicólogo. Se plantea la existencia de une resistencia por parte de estos a
modificar la práctica predominantemente asistencial, individual y privada.
En la investigación que estas autoras llevan a cabo, relevaron en los estudiantes de la facultad
de psicología de la UNR la dificultad para pensar en las prácticas clínicas más allá de las
fronteras del tratamiento de un síntoma que trae a un sujeto a consulta en demanda de
asistencia. Además, constataron la percepción dominante de que fuera de la dirección de una
cura, se trataría de otro quehacer que no se problematiza ni se argumenta desde la clínica. Dicha
idea o ideal de la clínica aparece aislada de los contextos y condiciones de su práctica. Esta idea
pareciera confirmarse cuando en la formación no se hace lugar a la historización de los procesos
por los cuales tanto la disciplina como los profesionales lograron la legitimidad de sus prácticas
en ámbitos públicos. Los alumnos plantean escasa y hasta ausencia de transmisión acerca de la
historia de las prácticas. Esto pareciera tener consecuencias que van más allá de la
contextualización necesaria a toda práctica. La ausencia de una lectura genealógica no permite
leer los momentos en que se construyen distintas prácticas y cómo esto incide reconfiguración
de los campos.
Entre algunos de los problemas centrales, identifican: la ausencia de interrogación acerca de las
implicancias sociales de la práctica y de la responsabilidad de la Universidad respecto de las
problemáticas de la sociedad. Las dificultades para conceptualizar y transmitir la propia
experiencia, la dicotomía entre individual y colectivo y entre lo público y lo privado. La teoría
aparece disociada de la práctica y ésta identificada con el tratamiento dentro de un encuadre
que se supone garantiza su condición ética. El encuadre funcionaria como reaseguro ético, en
términos de lo que se debería o no hacer. Esto conduce a la moralización de las prácticas.
Resulta necesario despejar una confusión entre campo de las prácticas y clínica. La clínica, a la
que se ubica en el lugar de obstáculo en las transformaciones de la prácticas, aparece referida
como un campo de práctica, casi al modo de una aplicación en condiciones encuadradas.
Proponen detenernos a pensar esto como un deslizamiento que no interroga el lugar de la clínica
en los campos de la práctica. Este desplazamiento no es sin consecuencias. ¿Consideraremos a
la clínica como un campo de la práctica?
Clínica
En la práctica, la reflexión sobre el método muchas veces no precede, sino que viene en el lugar
en el que interrogamos los obstáculos con los que nos encontramos. Es en esa reflexión donde
se ponen en juego las concepciones, no sólo los conceptos sobre los que se apoya y construye
una problemática a abordar. “En contra de lo que suele creerse, el método, de hecho, comparte
con la lógica la imposibilidad de estar del todo separado del contexto en el que opera. Toda
obra, sea esta de arte, de ciencia o de pensamiento, es su capacidad de ser desarrollada.” Es el
método, lo que permite ese desarrollo, en contra de la formación del conocimiento bajo las
formas del dogma.
Sin esta direccionalidad que proporciona el método, permitiendo trabajar la tensión entre teoría
y práctica, se nos dificulta pensar la subjetividad en la construcción de los problemas a los que
nuestra inserción en los campos de prácticas, nos confronta. El método implica una construcción
de los problemas en su particularidad y de nuestros obstáculos y de las posibilidades de
intervención que dichos obstáculos nos señalan. Cuando el método, posibilitador del
tratamiento de la experiencia, se propone como modelo de tratamiento, como modelo clínico,
favorece la impostura y la obediencia a reglas que no permiten una producción crítica.
El método, que atraviesa la obra freudiana, es lo que permite tanto el tratamiento del síntoma,
de la organización libidinal, del olvido, así como la reflexión sobre la iglesia, el estado, la historia.
Campos de prácticas
Pensamos el ámbito de lo público, como un campo de prácticas en el que se insertan los
practicantes. Allí, “la institucionalización de los saberes y su organización en practicas dará se
mediante la conformación de núcleos y campos. Núcleo, como una aglutinación de
conocimientos en un saber y como la conformación de un determinado patrón concreto de
compromiso con la producción de valores de uso. El núcleo demandará la identidad de un área
de saber y de práctica profesional; el campo, un espacio de límites imprecisos donde cada
disciplina o profesión buscará en las otras el apoyo para cumplir sus tareas teóricas y practicas”
DE SOUSA CAMPOS, G., Gestion en salud. En defensa de la vida , Buenos Aires: Lugar Editorial,
2006,pp. 164- 165.
Esto supone al campo y al núcleo de saber en relacion, y no como concentración de saberes
disciplinares, formados en cuerpos, monopolizando el saber y la gestión de las prácticas por el
agrupamiento de especialidades. Los ámbitos de intervención del psicólogo los precisaremos
como campos de prácticas. La legislación de incumbencias profesionales es mucho más vasta
que las representaciones de prácticas que tienen los alumnos.
Las practicas de los mismos psicólogos fueron quienes permitieron fundar y constituir campos
de prácticas. Vezzetti plantea que al psicología constituiría un campo disciplinar caracterizado
por la dispersión de sus objetos, problemas prácticas. La llegada del psicoanálisis a la carrera de
Psicología, plantea el autor, es un movimiento que no nace en la Universidad sino que se trata
de una expansión que tiene diversos focos: a) un movimiento de renovación del campo
psiquiátrico (discursos y prácticas de Salud Mental); b) surgimiento de una psicología social y
movimiento grupalista (Pichón Riviere), no sólo se relacionan con el punto anterior sino que
interviene sobre otros espacios sociales; c) proyecto de una nueva psicología (Bleger) un
profesional psicólogo formado desde el psicoanálisis y el materialismo dialectico con un rol para
actuar en el espacio público; d) lugar de los estudiantes como actores que presionan, en
ausencia de un grupo académico o profesional preexistente, identificado con el interés de
fundar un perfil formativo y profesional nuevo.
Todos estos focos “se caracterizaban por una notoria vocación pública en la definición de
problemas y estrategias de intervención”
Se trata de la confluencia del psicoanálisis (como corpus teórico y modelo de práctica/ética) con
los problemas que la nueva Salud Mental plantea y con experiencias grupales, institucionales,
que ponen en tensión los conceptos del psicoanálisis con las formaciones institucionales y
sociales. Lo público parece habilitar esta conferencia.
Así, la psicología como campo de saber aparece fundada por una profesión. Pagina 257
A modo de conclusión
La constitución de campos de prácticas implica la lectura de las demandas sociales y la
recuperación en prácticas que pondrán en juego luchas entre distintos sectores sociales que
disputan cuotas de poder. Para trabajar esa complejidad que los campos de practicas plantean,
se requiere de la posibilidad de problematizar las demandas sociales y las respuestas
institucionales (corporativas). La problematización que posibilita interrogar diversas
dimensiones de una demanda, de un tema planteado nos incluye en la apuesta de interrogar
nuestras propias certezas, de radicalizar nuestro pensamiento y de confrontarnos con otros, ya
que los problemas no vienen clasificados disciplinariamente y diversos discursos producirán sus
propias enunciaciones definiendo el problema en una lucha por la enunciación, al decir de
Grüner.