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sólo puede disponer para lo futuro y no tendrá jamás efecto retroactivo. Ello con la
sola limitación de que las leyes interpretativas, que se limitan a declarar el sentido
de otras leyes, se entienden incorporadas en las leyes que interpretan (y tienen
ficticiamente la fecha de vigencia de éstas), con la reserva de que no pueden
afectar en manera alguna los efectos de las sentencias judiciales ejecutoriadas en
el tiempo intermedio (art. 9º ; Constitución, art. 73)
En circunstancias que el principio es la irretroactividad de la ley, la retroactividad,
esto es el efecto excepcional de que una ley rija hechos acaecidos con
anterioridad a su entrada en vigencia, es siempre de derecho estricto y por
consiguiente debe ser establecido expresamente por el legislador.
La retroactividad es una institución excepcional que afecta la seguridad jurídica.
En efecto, el derecho establece las consecuencias de nuestros actos y, como es
obvio, nuestra conducta está determinada por un cálculo de dichos efectos, de
modo que si la ley altera con posterioridad esas consecuencias altera el marco de
previsiones que ha determinado nuestro actuar. La previsibilidad de las
consecuencias de nuestros actos es una condición para el actuar responsable,
que se ve alterada por la retroactividad. Por eso, la retroactividad no se presume y
en casos límites, como en materias penales y de garantías constitucionales, ella
no es procedente ni siquiera bajo norma legal expresa. Atendido el principio de
irretroactividad de la ley, los jueces tienen el deber de interpretar y aplicar las
leyes de una manera que no resulte retroactiva.
Efectos de la ley
Son varios los factores a considerar: el tiempo, a quién se aplica, al territorio, etc.
El conjunto
de esos tópicos es lo que se denomina teoría de los efectos de la ley.
Efectos de la ley en cuanto al tiempo
La ley comienza a aplicarse desde que comienza a regir y hasta el día en que
cesa su vigencia.
La ley comienza a regir desde su promulgación y publicación, reglamentado ello
en el Art. 6,7
y 8 CC y en otras normas específicas (CPR, DL Nº 991). La promulgación tiene
por objeto dar
existencia a la ley y fijar su texto, y se hace mediante el decreto promulgatorio
emanado del
Presidente de la República; la promulgación tiende a dar a conocer la ley y se
realiza mediante
la inserción de la misma en el Diario Oficial.
Art. 6. La ley no obliga sino una vez promulgada en conformidad a la Constitución
Política del
Estado y publicada de acuerdo con los preceptos que siguen.
Art. 7. La publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario Oficial, y
desde la
fecha de éste se entenderá conocida por todos y será obligatoria.
Para todos los efectos legales, la fecha de la ley será la de su publicación en el
Diario
Oficial.
Sin embargo, en cualquiera ley podrán establecerse reglas diferentes sobre su
publicación y sobre la fecha o fechas en que haya de entrar en vigencia.
Art. 8. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después de que ésta haya entrado
en vigencia.
De esta manera, publicada que sea la ley está vigente, a menos que, según el
supuesto del Art.
7 Inc. 3º la ley entregue un plazo o fecha en la que haya de entrar en vigencia, que
es el supuesto
de la vacancia legal. De esta manera, la ley comienza a regir para el futuro y,
excepcionalmente,
de manera retroactiva, como se verá más adelante.
Por otra parte, la vigencia dura hasta su derogación, ello es la supresión de la
fuerza obligatoria
de una disposición legal, ya sea por su reemplazo por otra o por su simple
eliminación.
Corresponde siempre al legislador (quien puede hacer, puede deshacer). La no
aplicación o no
uso de la ley en largo tiempo no implica su derogación. La única derogación que
procede por
sí es la de aquella ley que ha fijado en su texto un plazo, es decir, una época de
cesación de su
eficacia, las que por ello se denominan como leyes temporales.
Se trata la derogación en los Art. 52 y 53 CC.
Art. 52. La derogación de las leyes podrá ser expresa o tácita.
Es expresa cuando la nueva ley dice expresamente que deroga la antigua.
Es tácita, cuando la nueva ley contiene disposiciones que no pueden conciliarse
con las
de la ley anterior.
La derogación de una ley podrá ser total o parcial.