Estado ambiental del Golfo de California: una revisión de las respuestas al cambio
climático y la variabilidad climática
El Golfo de California (GC) es un ecosistema
marino grande único que se caracteriza por su rica
biodiversidad, alta productividad biológica y
endemismo de vida marina, que son la base de las
pesquerías más importantes de México. Sin
embargo, como muchos otros grandes ecosistemas
en todo el mundo, está sujeto a diversas presiones
antropogénicas (sobrepesca, pérdidas de
biodiversidad y hábitats, contaminación,
variabilidad climática y cambio climático (CC)).
Revisamos más de 180 estudios que tratan sobre
los impactos del CC y la variabilidad climática en la
región GC. Los temas principales sobre el impacto
de los eventos ENOS, la acidificación, el aumento
del nivel del mar y la disponibilidad de agua se
discuten para el GC en un contexto global. Los
impactos de los eventos ENSO en el GC son
geográficamente heterogéneos, la afloración tiende
a ser suprimida, y esto a su vez influye en la
distribución y abundancia de mamíferos marinos,
peces, camarones, especies bentónicas, algas
marinas y fitoplancton. Los eventos del ENOS
tienen un gran impacto en los peces pelágicos
pequeños, componentes clave del ecosistema del
GC, lo que afecta a las pesquerías en general, así
como a las especies no cosechadas, como los
mamíferos marinos y las aves marinas.
Probablemente, el fenómeno más conocido
relacionado con el impacto del ENOS en el GC sea
el blanqueamiento de corales, un proceso mediante
el cual los corales expulsan la mayor parte de sus
endosimbiontes de microalgas para volverse
pálidos o blancos (decolorados). Además de los
cambios en los límites de distribución de los
organismos bentónicos, también ocurren
invasiones de especies exóticas. Las floraciones de
algas nocivas (HAB) son comunes y recurrentes en
el GC. Se han registrado catorce especies
formadoras de HAB, siendo Gymnodinium
catenatum la más frecuente. Los HAB son inhibidos
por El Niño y promovidos por La Niña. Durante los
eventos de El Niño, el tamaño y la biomasa de las
floraciones de macroalgas tienden a disminuir.
Finalmente, se proponen varios aspectos que
requieren mayor investigación.
1.- Introducción
Es evidente que la temperatura de la tierra ha
cambiado de manera impresionante a lo largo de su
historia. Los estudios de muchas disciplinas han
desarrollado estrategias ingeniosas mediante el
uso de registros ambientales (corales, hielo y
núcleos de sedimentos) y han utilizado diversos
proxies para regímenes de temperatura, que se
complementan con registros escritos e
instrumentales a largo plazo, representan un
cambio climático global (CC). A partir de la
evidencia acumulada, ha sido posible reconstruir
los regímenes de temperatura durante décadas,
siglos y miles de años antes del presente (Valiela,
2006). Por otro lado, las respuestas de los
organismos a los cambios de temperatura,
radiación UV, precipitación y clima en general son
muy variables e incluyen dislocaciones en la
geografía y el tiempo, y aquellas asociadas a la
alteración del sistema de carbonatos y CO2 en el
agua de mar.
Está bien documentado que el CC afecta a
las comunidades marinas de todo el mundo a
diferentes escalas espaciotemporales y de
diferentes maneras (Walthe et al., 2002). Cambios
en los límites de distribución, desajustes entre
depredadores y presas, eventos de mortalidad
masiva y aumento de enfermedades son algunos
de los efectos biológicos atribuidos a CC (Helmuth
et al., 2002; Edwards y Richardson, 2004). Uno de
los eventos climáticos más estudiados es El Niño-
Oscilación del Sur (ENSO), que representa la señal
más fuerte en la variación interanual del sistema
océano-atmósfera (Latif y Keenlyside, 2009), y
cuyo ciclo consiste en fases climáticas calidas (El
Niño) y frias (La Niña).
El Golfo de California (GC) es un cuerpo de
agua alargado (1200 km), con ancho variable (90-
222 km), 40 lagunas costeras y 922 islas e islotes
(Figura 1). Su extensa costa y sus alrededores
incluyen una gran diversidad de paisajes con
arroyos, ríos, acuíferos, humedales, lagunas,
marismas, pantanos, salinas, valles, dunas y
desiertos. El GC y sus alrededores (definidos aquí
como la ecorregión GC) están poblados con una
multiplicidad de mamíferos marinos y terrestres,
aves (residentes y migratorias), reptiles y una gran
variedad de peces y mariscos.
Fig. 1. Mapa del Golfo de California que muestra las comunidades
pesqueras marinas más importantes y los sitios de desembarco
en los cinco estados del CG: 1, Golfo de Santa Clara; 2, Puerto
Peñasco; 3, Puerto Libertad; 4, Bahía de Kino; 5, Guaymas; 6,
Yavaros; 7, Topolobampo; 8, La Reforma; 9, Navolato; 10,
Mazatlán; 11, Escuinapa; 12, San Blas; 13, Cruz de Huanacaxtle;
14, Cabo San Lucas; 15, La Paz; 16, Loreto; 17, Santa Rosalía;
18, Bahía de Los Ángeles; 19, Puertecitos; y 20, San Felipe.
Además, la ecorregión GC sostiene importantes
actividades de pesca, turismo, agricultura intensiva,
minería y acuicultura de camarón (Páez-Osuna et
al., 2003). La ecorregión GC es compleja en
términos de variabilidad climática, porque además
de la influencia de CC, se encuentra en la transición
entre los regímenes climáticos tropicales y
subtropicales, y está expuesta a modos de
variabilidad natural a gran escala, como el ENSO y
el La Oscilación Decenal del Pacífico (PDO) y sus
interacciones en el tiempo y el espacio (Lluch-Cota
et al., 2013).
Como en otras partes del mundo, cuatro
importantes problemas ambientales importantes
están presentes en la ecorregión GC: (i)
sobrepesca de algunas especies; (ii)
contaminación; (iii) alteración y / o alteración del
hábitat; y (iv) variabilidad climática y CC. El objetivo
principal de esta revisión es sintetizar la información
sobre la variabilidad climática y CC en esta región.
La revisión incluye una descripción general de la
literatura, una breve caracterización del CG, los
impactos del CC y la variabilidad climática en el
contexto global, y finalmente los impactos
específicos del CC en las floraciones de algas,
manglares, comunidades bentónicas y pesquerías.
2. Visión general de la literatura
Para examinar los documentos publicados en el
GC, se analizaron los artículos en revistas
registradas en la base de datos Scopus de Elsevier.
Primero, al usar "Golfo de California" en "título del
artículo, resumen y palabras clave", desde 1970
hasta el 5/05/2016, el número de publicaciones fue
de 4243. La cantidad ha aumentado a lo largo de
los años (figura 2): durante el 1970's la media anual
fue de 15; durante la década de 1990, fue 77;
durante la década de 2000 fue 154; y durante los
últimos cinco años, la media anual fue de 204
documentos. Sin embargo, la tasa de publicación
en el GC es relativamente baja en comparación con
las generadas para otros mares marginales.
Para el Mar Mediterráneo, los documentos
acumulados publicados para el mismo período
(1970-2016) fueron 36.732; para el Golfo de
México, 23,256; para el Mar Báltico, 15,698; y para
el Mar del Norte, 86.826 documentos, es decir,
varias veces mayor que para el GC. De las
publicaciones de GC, la base de datos Scopus
clasifica 1044 (24.6%) dentro del tema de "Ciencias
Ambientales"; al buscar "clima" y "Golfo de
California", Scopus registró un total de 782
documentos durante los últimos 47 años. Es
interesante que el >83% se publicó durante los
últimos quince años (Fig. 2).
3. Caracterización del Golfo de California
3.1. Descripción general
El GC se encuentra entre la península de Baja
California, en su mayoría rocosa y árida, y los
estados costeros de Sonora y Sinaloa, también algo
desiertos, aunque al sur de Sinaloa la precipitación
es alta (N400 mm año-1). Sonora y Baja California
sufren una aguda escasez de agua; la mayoría de
los ríos están represados para uso agrícola,
ganadero y urbano (Álvarez-Borrego, 1983), por lo
tanto, el suministro del río al GC solo tiene impactos
locales, principalmente durante la temporada de
lluvias.
La parte norte de la ecorregión GC tiene
extensos valles de riego, y el desierto de Altar, una
de las zonas áridas más áridas de América
(Moctezuma-Barragán y Serrato-Tejeda, 1988). La
península de Baja California tiene alrededor de 3
millones de habitantes concentrados en algunas
ciudades y pueblos, principalmente en los extremos
norte y sur. En el lado este del CG, las llanuras
costeras de Sonora y Sinaloa tienen extensos
valles agrícolas, ranchos ganaderos, instalaciones
de estanques para el cultivo del camarón, una gran
flota pesquera y una población de 7 millones de
habitantes distribuidos principalmente en diez
ciudades y numerosas aldeas. El GC tiene una
actividad pesquera rica y diversa, una floreciente
industria turística, especialmente en el sur, en la
punta de la península (Los Cabos) y en el sur de
Sinaloa (Mazatlán).
Las masas de agua características del GC
son (Álvarez-Borrego y Schwartzlose, 1979;
Torres-Orozco, 1993; Lavín et al., 1997; Lavin y
Marinone, 2003):
1) PDW, las aguas profundas del Pacífico
ubicadas desde debajo de 1200 m de
profundidad, delimitada por la isoterma de 4
° C con una salinidad de 34.56 a 34.68,
ocupa el 41% del volumen de GC;
2) PIW, el agua intermedia del Pacífico
comprende el 33% del volumen del GC y
cubre desde 1200 hasta 500 m de
profundidad, con una salinidad mínima de
34,50 centrada a aproximadamente 900 m;
3) SSW, el agua subsuperficial subtropical está
justamente en el PIW y su límite superior
está definido por S b 35 y T b 18 ° C, y se
encuentra a 150 m;
4) ETPSW, el agua superficial del Pacífico
oriental tropical, del Pacífico tropical
nororiental, justo al sur del Golfo, es una de
las aguas superficiales del Golfo. Esta agua
también se ha denominado agua superficial
ecuatorial (ESW), pero según Lavín
(comunicación personal, CICESE) no hay
aguas superficiales en el GC procedentes
del ecuador;
5) GCW, el agua GC, arriba de 150 m, se
localiza principalmente en la parte norte del
Golfo, y en verano alcanza la cuenca
Guaymas (ETPSW + evaporación = GCW)
(Roden y Groves, 1959);
6) Finalmente, CCW, procedente de la
corriente de California, frío y con una
salinidad b34.6, a veces no se considera
debido a su volumen relativamente pequeño
dentro del GC.
Los vientos provenientes del sudeste en verano
generan lluvias en Sonora, Sinaloa y Nayarit y
causan surgencias en la costa occidental del GC
(Roden, 1972). Durante el invierno y la primavera,
los vientos son del noroeste causando surgencia y
floraciones de fitoplancton en el este de la GC.
Durante diciembre-mayo los vientos del noroeste
generan fuerte surgencia en la costa este del GC
(Roden, 1964), el enriquecimiento de nutrientes
tiene un marcado efecto en las comunidades de
fitoplancton, y debido a la circulación de remolino la
biomasa de fitoplancton es grande en el Golfo
(Santamaría-Del- Ángel et al., 1994a). Durante
julio-octubre, la surgencia de la costa de Baja
California con vientos del sudeste tiene un efecto
débil sobre la biomasa del fitoplancton debido a i) la
fuerte estratificación causada por altas
temperaturas superficiales, causando un pequeño
incremento de Chl (hasta ~ 0.5 mgm-3)
(Santamaría -del-Ángel et al., 1999) y ii) circulación
superficial que tiene una dirección opuesta a los
vientos (Lluch-Cota, 2000). Junio y noviembre son
períodos de transición (Roden, 1964). En general,
la diferencia entre los dos períodos de afloramiento
es dramática, ya que las concentraciones de
clorofila a satelital (Chlsat) son tan altas como N10
mg m-3 durante diciembre-mayo y tan bajas como
b0.1 mg m-3 durante julio-octubre ( Santamaría-
Del-Ángel et al., 1999). Los datos de satélites del
color del océano muestran que durante julio y
octubre la mayor parte del golfo tiene bajas
concentraciones de pigmentos fotosintéticos, pero
se mantienen relativamente altos en las aguas
alrededor de las islas Midriff y en el Alto Golfo
(Álvarez-Borrego, 2002). Los principales centros de
afloramiento en el CG parecen estar al abrigo de
promontorios, islas y puntos. Se ha estimado que la
productividad del CG es comparable a mares
altamente productivos, como el Golfo de Bengala,
con 99-194 g C m-2 año-1 (Zeitzschel, 1969). Bray
(1988) propuso una circulación simplificada de tres
capas para el GC, con masas de agua entrante
entre 250 y 500 m, aguas de salida entre 50 y 250
m, y una capa superficial (0-50 m) tendiendo a
revertir la dirección con la estacionalidad vientos.
Marinone (2004) utilizó un modelo tridimensional
para concluir que el calor y la sal fluían al GC a
profundidades de 200 a 600 my fluían fuera del GC
dentro de los primeros 200 m. Este patrón de
circulación tiene profundas implicaciones
ecológicas y ambientales, porque las aguas
profundas tienen mayores concentraciones de
nutrientes inorgánicos que las aguas superficiales
(Álvarez-Borrego y Lara-Lara, 1991) y la circulación
termohalina es muy lenta (Roden, 1958). El GC
tiene tres mecanismos principales de fertilización
natural: surgencia inducida por el viento, mezcla de
mareas e intercambio de agua entre el Golfo y el
Océano Pacífico (Álvarez-Borrego, 2010).
3.2. Biodiversidad
Desde la apertura del CG hace unos 4.5-5.6
millones de años, la acumulación y biodiversidad de
especies produjo una de las regiones
biológicamente más ricas del mundo. Sus aguas
costeras (lagunas costeras, estuarios, marismas),
regiones bentónicas y aguas pelágicas son
reconocidas no solo por su extraordinaria
biodiversidad sino también por su alta productividad
y grandes poblaciones de todos los taxones
marinos y estuarinos, como invertebrados, peces y
cetáceos. , tortugas y aves (Brusca, 2010). El CG
oriental también abarca diversos ecosistemas con
una flora y fauna de humedales muy rica y diversa,
que desempeñan un papel ecológico importante e
incalculable y mantienen numerosas formas de
vida, incluida, por supuesto, la pesca.
El GC alberga más de 4900 especies de
invertebrados (Lluch-Cota et al., 2007; Brusca y
Hendrickx, 2010); 911 especies de peces (Hastings
et al., 2010); 5 especies de tortugas marinas; 36
especies de mamíferos marinos (Urbán, 2010); 26
especies de aves marinas nacen y se reproducen
en el GC; los humedales del GC son parte del
corredor de migración del Pacífico Norte-Sur que
sostiene 530 especies de aves; 580 especies de
macroalgas (Zertuche-González et al., 1995) y al
menos 418 taxones de diatomeas (especies,
variedades y formas) (Moreno et al., 1996).
Excluyendo la captura incidental, se estima que
anualmente se generan más de medio millón de
toneladas métricas de mariscos en el GC (Lluch-
Cota et al., 2007).
Biogeográficamente, el GC está dividido en
14 regiones, que están relacionadas con la
distribución geográfica o los ciclos de vida de
grupos faunísticos importantes. Por ejemplo, el Alto
Golfo es un área de reproducción y cría de muchas
especies de peces; los mamíferos marinos y las
aves son especialmente abundantes en el canal de
Ballenas; el desove de la sardina ocurre
principalmente en el Golfo central en primavera; y
el camarón es abundante fuera de México
continental (Fig. 1).
A pesar de su rica biodiversidad, tasas
relativamente altas de productividad biológica y
endemismo de peces, aves, mamíferos marinos y
especies de macroinvertebrados, el GC, como
muchos otros ecosistemas en el mundo, enfrenta
numerosas amenazas resultantes principalmente
de la sobrepesca y la degradación de las costas
hábitats (Lluch-Cota et al., 2007). El GC es
considerado uno de los ecosistemas con mayor
prioridad para la conservación en el planeta; y de
hecho, 39 de sus especies marinas han sido
incluidas en la lista roja de la UICN (Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza
y los Recursos Naturales) como especies
vulnerables o en peligro (Carvajal et al., 2010).
4. Impactos del cambio climático
La Tierra ha experimentado en el pasado
grandes cambios planetarios debidos a causas
naturales, especialmente glaciaciones /
desglaciaciones provocadas por el cambio de los
ciclos orbitales durante al menos el último millón de
años (Milankovitch, 1941; Imbrie et al., 1992).
Desde el inicio del Holoceno, hace
aproximadamente 12,000 años, las temperaturas
globales y el nivel del mar han aumentado a valores
actuales. Sin embargo, el cambio global reciente
(Vitousek, 1994; Peñuelas y Boada, 2003) ahora
está dominado por la intervención humana, como la
transformación o destrucción del hábitat, la pérdida
de biodiversidad, la contaminación marina, el
agotamiento de la capa de ozono y el aumento del
dióxido de carbono atmosférico y otros gases de
efecto invernadero (Stern et al., 1992). La causa
principal de estos cambios es la gran aceleración
de la población desde la década de 1950 (Steffen
et al., 2007) que lleva a la propuesta de un nuevo
término para este nuevo período geológico
(Anthropocene, Crutzen y Steffen, 2003). La
emisión de CO2 a la atmósfera es uno de los
aspectos mejor estudiados del cambio global, ya
que se supone que es el principal impulsor del CC
reciente (Stocker et al., 2013). Los principales
impactos del CC en los ecosistemas marinos
incluyen el aumento del nivel del mar, la
acidificación de los océanos y la escasez de agua
dulce.
4.1. Gases de efecto invernadero y acidificación
Los océanos juegan un papel fundamental en el
clima de la Tierra, especialmente al transportar
energía y CO2. Los océanos han absorbido
aproximadamente el 30% del CO2 antropogénico y
el >90% de la energía acumulada desde 1990
(Stocker et al., 2013), mitigando así los impactos
del CC (Le Quéré et al., 2010). Por lo tanto, es
fundamental evaluar global y regionalmente el
destino del CO2 oceánico, que se puede lograr a
través de la medición de los valores de pCO2
(Siegenthaler y Sarmiento, 1993). El flujo global de
carbono atmósfera-mar se ha estimado en -2,0 ±
1,0 Pg C año-1 en 2000 (1 Pg = 1015 g), aunque se
estima que el Pacífico ecuatorial es la fuente más
grande de CO2 atmosférico y el Pacífico mexicano
es neutral o una fuente pequeña (Takahashi et al.,
2009).
Debido a su relevancia en la circulación
oceánica mundial, y debido a su menor temperatura
y por lo tanto mayor potencial de disolución de CO2,
la mayoría de los estudios en la región se han
centrado en la Corriente de California (por ejemplo,
Feely et al., 2008). Aunque los mares de plataforma
(shelf seas) son un sumidero global de CO2
atmosférico, este no es generalmente el caso de los
ecosistemas costeros, que en su mayoría son
fuentes de CO2 (Chen y Borges, 2009; Cai, 2011).
Debido a la escasez de datos del ciclo inorgánico
del carbono en el GC, Rodríguez-Ibáñez et al.
(2013) estimaron el flujo aire-mar de CO2 utilizando
un enfoque de balance de masa, mostrando que el
Golfo es probablemente una fuente neta de C, en
forma de CO2, a la atmósfera, es decir, 7,66 ± 2,65
Pg C año-1, aproximadamente el 1.5% de la
emisión total de los ecosistemas costeros (Chen y
Borges, 2009).
Sin embargo, los balances globales deben
tomarse con precaución debido a la compleja
estructura de la masa de agua y los procesos de
transporte. La región de las Islas Midriff se
caracteriza por una fuerte mezcla vertical, que
causa un alto contenido de nutrientes y bajas
temperaturas superficiales, con condiciones
similares a la surgencia, lo que provoca una alta
productividad (Robinson, 1973; Alvarez Borrego et
al., 1978). Aunque se ha informado de una elevada
pCO2 superficial en la región (Hidalgo-González et
al., 1997), parece ser un sitio específico (Gaxiola-
Castro et al., 2002).
Las aguas profundas generalmente están
enriquecidas en carbono inorgánico disuelto (DIC)
y pCO2, lo que favorece un flujo de CO2 positivo
(es decir, del mar a la atmósfera), pero esta
transferencia ocurre con diferentes intensidades
entre las masas de agua, haciendo el equilibrio más
complejo (Hernández -Ayón et al., 2013).
La absorción de CO2 por los océanos
cambia el ciclo del carbono, causando una
disminución del pH, conocida como acidificación
oceánica (Caldeira y Whiticket, 2003). Se prevé
que, para fines del siglo XXI, el pH mundial podría
disminuir en 0.3 (Stocker et al., 2013), lo que
equivaldría a un aumento del 50% de la
concentración de hidrógeno en el agua de mar. Sin
embargo, se espera que la disminución del pH sea
más pronunciada en los polos, ya que el CO2 es
más soluble en aguas más frías.
En 1985, el pH varió de 8.1 en el GC central
y meridional, a 7.9 en la región de las islas Midriff
(en la escala NBS) (Zirino et al., 1997), muy
probablemente debido a la fuerte mezcla vertical y
afloramiento de aguas ricas en CO2 en lo ultimo. En
el sistema de la laguna Navachiste (Sinaloa), el pH
varió de 7.4 (en el área de influencia de manglar) a
8.3. La acidificación del océano puede alterar el
comportamiento de los contaminantes, modificando
su biodisponibilidad y toxicidad; por lo tanto, el
monitoreo del pH, el sistema de carbono inorgánico
marino y la interacción contaminantes-acidificación-
biota se necesitan con urgencia en la eco-región del
GC.
El segundo gas de efecto invernadero más
importante es el metano (Stocker et al., 2013) y, en
el contexto del calentamiento global, existe cierta
preocupación sobre la posibilidad de grandes
emisiones de metano desde la pendiente
continental, donde se almacena como hidratos de
metano sólidos, a medida que las aguas del océano
se calientan (Judd et al., 2002). En la cuenca de
Guaymas, las ventilas hidrotermales convierten la
materia orgánica en los sedimentos en metano,
entre otros hidrocarburos termogénicos (Simoneit
et al., 1988) que pueden liberarse de los
sedimentos en forma de penachos (Merewether et
al., 1985). En las Islas Midriff, una combinación de
alta productividad debido a una fuerte mezcla
vertical y actividad hidrotermal, conduce a aguas
supersaturadas de metano, tanto como 100 veces
en aguas superficiales, y el flujo mar-aire promedio
reportado (21.1 ± 5.0 μmol CH4m-2 d-1) es uno de
los mayores reportados a nivel mundial (Macías-
Zamora et al., 2013).
4.2. Subida del nivel del mar
El reciente aumento del nivel del mar, una de las
manifestaciones más importantes de CC, se debe
a varios factores, como el transporte de agua dulce
continental a los océanos (principalmente del hielo
en la Antártida y Groenlandia) y la expansión
térmica del agua de mar debido al calentamiento
oceánico (Stocker et al. al., 2013). El nivel medio
del mar también se ve afectado por factores locales
y regionales, como el movimiento vertical de la
corteza terrestre, el hundimiento costero, la
extracción de agua subterránea y los cambios en la
circulación oceánica, la temperatura del agua y la
presión atmosférica (por ejemplo, tormentas). Los
mareómetros miden el nivel relativo del mar hasta
un punto fijo en tierra, mientras que la altimetría
satelital mide la altura de la superficie del mar, lo
que proporciona un nivel medio global del mar,
independiente del movimiento vertical de la corteza
terrestre. En el GC, un total de 5 estaciones de
mareógrafos tienen registros a largo plazo (N15
años) para estimar las tendencias del nivel del mar
(Tabla 1). Aunque todas las estimaciones se
obtienen a partir de los mismos conjuntos de datos,
las diferencias numéricas se deben al uso de
diferentes períodos de tiempo y los procedimientos
estadísticos utilizados, que no están
estandarizados. Sin embargo, debido a las grandes
incertidumbres reportadas, las diferencias de
tendencias para cada estación no son
estadísticamente significativas. Las tendencias del
nivel del mar en las estaciones cercanas a la
entrada del GC (Cabo San Lucas, La Paz y
Mazatlán) son inferiores a las 2 estaciones GC
internas (Guaymas y Topolobampo), lo que sugiere
la presencia de un cierto gradiente geográfico. Si
las tendencias se promedian por estación, y
suponiendo que las tendencias son constantes, el
aumento del nivel del mar medio regional estimado
es de 2,5 ± 1,1 mm año-1, compatible con el
aumento del nivel medio del mar global de 2,0 [1,7
a 2,3] para el período de 1971 -2010 (Stocker et al.,
2013). La reconstrucción de las tendencias del
aumento del nivel del mar (SLR) en Mazatlán,
utilizando registros de sedimentos fechados 210Pb
recogidos de marismas tropicales, indicó
tendencias SLR que varían desde un mínimo de
0.73 ± 0.03 mm año-1 entre 1886 y 1940, hasta
3.87 ± 0,12 mm año-1 durante los últimos 22 años
(1990-2012). La tendencia SLR estimada para el
período 1950-1970 (1.99 ± 0.07 mm año-1) también
está de acuerdo con la tendencia media de SLR
obtenida del mareógrafo de la ciudad de Mazatlán
para el mismo período (1.9 ± 3.3 mm año-1; Zavala
-Hidalgo et al., 2010). Estas tendencias de SLR son
similares a la media mundial estimada de
mediciones de mareógrafos y datos de altímetría
satelital (Church and White, 2006, 2011) y esto
indica que el nivel del mar aumentó en 1,1 ± 0,7
mm año-1 entre 1880 y 1935, 2,4 mm año-1 entre
1967 y 1982, y 2.8 ± 0.8 mm año-1 (mareógrafos)
o 3,2 ± 0,4 mm año-1 (datos satelitales) entre 1993
y 2009.
La altimetría satelital permite observar la altura del
nivel del mar en todo el mundo y, por lo tanto,
estimar tendencias independientes de los puntos
de referencia continentales. Las tendencias del
nivel del mar basadas en satélites para el GC
(1993-presente, datos de UC - Grupo de
investigación del nivel del mar de la Universidad de
Colorado, 2015; Fig. 3) mostraron un amplio rango
de -0.7-2.5 mm año-1 y un valor medio general de
0.8 ± 0.8 mm año-1. Estos valores son más bajos
que el aumento global del nivel del mar observado
durante el período 1993-2010, es decir, 3.2 [2.8 a
3.6] mm año-1 (Stocker et al., 2013) y los valores
observados por los mareógrafos (Tabla 1). Las
diferencias observadas pueden deberse a
diferencias metodológicas, incluida la calibración
de satélites para el GC y / o movimientos de tierra
verticales en la región; pero esta contradicción
refleja la necesidad de una investigación local y
regional intensiva para comprender mejor el cambio
no uniforme en el nivel del mar en las zonas
costeras del mundo (Ruiz-Fernández et al., 2016).
A pesar de la posible inexactitud de los
valores SLR, y suponiendo que las discrepancias
son homogéneas a lo largo del GC, las tendencias
basadas en satélites permitieron la identificación de
tres regiones bien definidas, posiblemente
siguiendo la batimetría general de GC y los
patrones de circulación. La tendencia media más
grande se observó en el área norte (media: 2.0 ±
0.4 mm año-1), un ambiente de plataforma
continental, donde las aguas poco profundas son
más propensas a la expansión térmica ya que el
calentamiento ocurre preferentemente en las aguas
superficiales. En la región central, las tendencias
del nivel del mar son las más bajas (media: 0.1 ±
0.3 mm año-1), especialmente en su parte norte
donde se observó el mínimo (-0.7 mm año-1),
sugiriendo que la temperatura del agua ha
disminuido debido a la intensificación de la mezcla
vertical, una característica bien conocida de la
región. Finalmente, el área sur (media: 0.8 ± 0.8
mm año-1), en intercambio directo con las aguas
oceánicas, mostró una transición desde la entrada
del Golfo a la región central.
4.3. Disponibilidad de agua dulce
Debido a su latitud y a la influencia climática de las
aguas frías de la corriente de California, la
disponibilidad de agua dulce en la ecoregión GC es
baja. La principal fuente de agua en el noroeste de
México es el monzón de América del Norte, que
proporciona alrededor del 70% de la precipitación
anual y el 80% de la escorrentía superficial
(Douglas, 1995, Anderson et al., 2000).
Además, los aumentos de humedad del GC
explican hasta 70% de las precipitaciones en el
sudoeste de EE. UU. (Pascale y Bordoni, 2016).
Por lo tanto, la variabilidad climática, como la
causada por ENSO y eventos extremos, es básica
para comprender y predecir la disponibilidad de
agua dulce. Aunque los impactos modelados del
CC sobre la precipitación del GC son bastante
inciertos, y generalmente dentro de su variabilidad
natural, las proyecciones regionales del IPCC en el
GC tienden a indicar una reducción media del 0-
10% en la precipitación en la región bajo el
escenario moderado RCP4.5 (Stocker et al. al.,
2013), lo que probablemente agrava la escasez de
agua dulce.
Debido a su gran explotación agrícola,
Sonora y Sinaloa tienen grandes demandas de
agua (Tabla 2). En el caso de Sinaloa, la fracción
de agua utilizada en la agricultura es el 94% del
consumo estatal y representa el 14% del agua total
utilizada por la agricultura en México. Por lo tanto,
la disponibilidad de agua en la región es de
primordial importancia. La presión del desarrollo
urbano y las actividades económicas aumenta
continuamente y, como consecuencia de la
ausencia o el tratamiento limitado de las aguas
residuales, la contaminación disminuye aún más la
disponibilidad de agua, especialmente para el
consumo humano. Un impacto importante es la
reducción de los humedales (por ejemplo, en las
granjas camaroneras, Páez-Osuna et al., 2003;
Berlanga-Robles et al., 2011).
 Recientemente, Sinaloa sufrió el impacto de La población en México todavía está
eventos extremos que comprometieron las creciendo. En la ecorregión GC, se estima que la
actividades económicas. La helada extrema que población crecerá de 10.3 a 12.5 millones de
ocurrió en febrero de 2011 causó graves impactos personas (alrededor del 30%) de 2010 a 2030, con
en la agricultura: 750,000 hectáreas de maíz fueron el mayor aumento (70%) en Baja California Sur y la
devastadas y no pudieron recuperarse ese año mayor población proyectada en Sonora (3.5
debido a la escasez de agua. Las pesquerías millones de personas).
también disminuyeron, pero esto no se cuantificó.
En la península de Baja California, para el
Durante enero-agosto de 2012, una grave sequía
año 2030, el agua per cápita disponible será de 907
afectó al estado. Las reservas de agua de las
m3 por persona-1 año-1, lo que se considera un
presas mostraron mínimos históricos (15%) y
grave déficit hídrico (CONAGUA, 2014). No solo
afectaron gravemente la agricultura. En 2013, el
aumentarán las necesidades de agua, sino que en
huracán Manuel causó inundaciones y afectó miles
el escenario actual de CC, la escasez de agua será
de hectáreas en el centro de Sinaloa.
una preocupación creciente. Es probable que la
Debido a la escasez de agua, los acuíferos combinación de crecimiento de la población y CC
subterráneos se utilizan intensamente para el reduzca la disponibilidad de agua dulce en el futuro.
suministro de agua. En la región, 27 de los 174
acuíferos (16%) se consideran sobreexplotados
(CONAGUA, 2014). En la región de Sonora,
aunque la recarga anual acuífera es de 250 × 106
m3, de los cuales solo 150 × 106 m3 en acuíferos
de agua dulce, el consumo anual es del orden de
450 × 106 m3 (Rodríguez et al., 2010). La zona
costera de Hermosillo en Sonora (2833 km2)
alberga una de las principales áreas agrícolas
mexicanas, que en gran parte está irrigada con
aguas subterráneas del acuífero superior,
explotadas por la operación de 489 pozos con un
volumen de agua anual de 566 × 106 m3, lo que
conduce a la sobreexplotación y a la salinización
parcial, a veces severa (N10 g L-1; INEGI, 1993).
Esto ha llevado, en <30 años, a una
disminución progresiva de las prácticas agrícolas
en el área (Castellanos et al., 2005). Una estrategia
de mitigación en desarrollo es el uso de aguas
continentales para el desarrollo combinado de
acuicultura y agricultura de especies tolerantes a la
baja salinidad y los estudios piloto han mostrado
resultados positivos (Mariscal-Lagarda et al., 2012,
2014).