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Cuando echamos una mirada hacia el pasado, sin duda, nos damos cuenta que hemos

perdido gran parte de lo que alguna vez fue nuestro, ¿lo hemos perdido o nos lo han

quitado? La memoria, el recuerdo, el olvido ocuparan ahora gran parte de este análisis

con el fin de llegar a comprender cuán importante es para nosotros y para nuestro

presente estas tres palabras, después de todo muchas veces las entendemos desde una

lógica muy simple, para algunos, como es mi caso, se ha vuelto un tanto innecesario

hablar de historia y de este tema complejo de la memoria, el recuerdo y el olvido ya si

revisamos los trabajos de muchos historiadores dedicados a recordarnos los hechos esto

no ha permitido solucionar tantos males que nos aquejan hasta el momento.

Seguramente a muchos otros el tema de la memoria les quita el sueño en virtud de

conseguir acercar a las personas a la re apropiación de esquemas culturales sean estos

costumbres, tradiciones entre otras prácticas que a lo largo del tiempo se han perdido y

como a partir de la desaparición y de esta pérdida de memoria, la identidad de nuestros

pueblos latinoamericanos ha sido construida.

Pero que tan importante es la memoria en este asunto de la identidad latinoamericana

pues bien muchos autores hasta el día de hoy no llegan a un acuerdo sobre si

Latinoamérica o nuestros pueblos han alcanzado una identidad propia, muchos están

interesados en descubrir si el retomar a través de la memoria las prácticas de los valores

de nuestros pueblos originarios permitirán encaminarnos a la posible solución de los

problemas que actualmente aquejan a nuestra región se expande la idea que existe una

esencia o matriz cultural sepultada y olvidada que hay que recuperar.


Para partir de la explicación adecuada deberemos remontarnos a la época de la llegada

de los españoles al continente americano hecho que, sin duda, ha dejado un gran daño

colateral así lo afirma Jorge Larraín “La constitución de una cultura latinoamericana

comienza en el momento que la cultura española del siglo XVI se encuentra con las

culturas indígenas en América. En este encuentro de culturas existe claramente un

problema de asimetría de poder, ya que la cultura española poseía una base militar,

económica y tecnológica más desarrollada.1 . lo que conlleva a pensar que la invasión

española trajo consigo la sepultura de las costumbres propias de cada pueblo originario

para que con el paso del tiempo insertar en los pueblos nacientes una nueva forma de

cultura una nueva forma de pensamiento no necesariamente positivo para las actuales

poblaciones del continente.

Deseo sostener en este ensayo mi critica férrea sobre la identidad única de los pueblos

es así que rechazo rotundamente el pensar que América Latina debe tener una

cosmovisión similar pero en el caso de Ecuador es también imposible creer que los

habitantes de un pueblo acepten una forma de cultura que los entendidos recogen a

través de sus trabajos sobre memoria para aplicarla como única a un pueblo. En

ocasiones, el recurso al pasado como forma de creación de una identidad colectiva y la

activación de la memoria crea conflictos en el interior de un mismo grupo social, o entre

diferentes grupos, que defienden versiones diferentes de sus memorias y, por tanto, de

esas identidades. Un ejemplo muy decidor está en la aun presente en la aplicación de la

justicia indígena que es un hecho si lo miramos desde Latinoamérica fuertemente

condenable pese a que se trata de un acto de rescate d identidad ancestral.

Pero como construir una memoria colectiva si no son los grupos, asociaciones o las

instituciones las que recuerdan sino es el individuo y lo hace de manera “individual”

1
Jorge Larraín, LA IDENTIDAD LATINOAMERICANA TEORÍA E HISTORIA, ensayo, pag. 33
ellos son los que recrean el pasado y lo reviven desde su forma de ver el mundo. Pero de

regreso a este asunto de la conquista. La cultura ibérica en 1492 no era propiamente

moderna y racionalista, sino que estaba profundamente influenciada por la religión, los

valores morales absolutos y la intolerancia contra cualquier cosa diferente. España era

todavía un país semifeudal. Dada la estrechez e intolerancia de la cultura española de

ese tiempo no es sorprendente que los conquistadores quisieran imponer sus ideas desde

el principio y sin mayores consideraciones. No podían sino mirar a los indios a través de

su estrecho prisma cultural. Las primeras impresiones de Colón sobre los indios fueron

de algún modo positivas si bien teñidas de paternalismo: los indios eran físicamente

hermosos, pacíficos y generosos; pero también estaban desnudos y eran primitivos,

cobardes y desprovistos de toda cultura. Tenían que ser convertidos a la religión

verdadera, pero a cambio debían entregar su oro y sus tierras, así como estar dispuestos

a trabajar para los conquistadores.2

Es en este momento que diremos que los hechos históricos han marcado nuestra forma

de ver el mundo por que, sin duda alguna, los pueblos originarios han sido protagonistas

de la historia, poro otros la han contado lo que ha conllevado a que nuestra memoria sea

alimentada desde la visión de los conquistadores y no de los conquistados hablamos en

este momento entonces de que no hemos conseguido ser sujetos de esta historia

originada en 1492 obligados a ser objetos de la misma ya sin oportunidad para la

reivindicación.

El problema de la identidad y de la cultura en el pensamiento latinoamericano tiene

larga prosapia (todos aquellos que, en diferentes momentos, se han planteado y ocupado

de revalorizar la identidad cultural latinoamericana mediante su transformación

revolucionaria o por alcanzar un Estado plural, democrático y autónomo),10 por lo que

2
Jorge Larraín, LA IDENTIDAD LATINOAMERICANA TEORÍA E HISTORIA, ensayo, pag. 35
resulta ser marco teórico fundamental para todo análisis que aspire a comprender el

impacto que ha tenido el proceso de globalización planetaria en la América Latina del

siglo XXI. Entre los más descollantes pensadores latinoamericanistas a tomar en cuenta,

figuran José Julián Martí y Pérez (1853-1895) y Luis Villoro Toranzo (1922). Sus

reflexiones sobre la identidad cultural y, sobre todo, la cuestión étnico-indígena como

fundamento de la latinoamericanidad, resultan, hoy día, esenciales para el conocimiento

de la historia cultural, social y política de las formaciones sociales de América Latina y,

a la vez, un marco de referencia fundamental para interpretar el significado del

resurgimiento de los movimientos indígenas latinoamericanos en el inicio del siglo

XXI.

Así José Martí lo indica señalado fuertemente y describió, un concepto de identidad

latinoamericana verdaderamente avanzado y crítico para su tiempo y su época.

“Interrumpida por la conquista, la obra natural y majestuosa de la civilización

americana, se creó con el advenimiento de los europeos un pueblo extraño, no español,

porque la savia nueva rechaza el cuerpo viejo; no indígena, porque se ha sufrido la

injerencia de una civilización devastadora, dos palabras que, siendo un antagonismo,

constituyen un proceso; se creó un pueblo mestizo en la forma, que con la reconquista

de su libertad desenvuelve y restaura su alma propia [...] nuestra América robusta [...]

Toda obra nuestra, de nuestra América robusta, tendrá, pues, inevitablemente el sello

de la civilización conquistadora; pero la mejorará, adelantará y asombrará con la

energía y creador empuje de un pueblo en esencia distinto, superior en nobles

ambiciones”.3

3
J. Martí, "Nuestra América", en Antología mínima, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales/Instituto
Cubano del Libro, 1972, tomo I
En efecto, el análisis del pensamiento del cubano y del mexicano constituye un

elemento clave y necesario en la definición y afirmación de la esencia del ser de los

pueblos y de la identidad cultural latinoamericana y, sobre todo, una mayor

comprensión histórica de las luchas de los actuales movimientos indígenas de América

Latina y sus derroteros en el siglo XXI por la construcción y reconocimiento de un

Estado multiétnico y pluricultural latinoamericano en la era de la globalidad. Más

específicamente, las ideas de Martí y Villoro devienen en crítica y rechazo al modelo

económico y político del capitalismo mundial de su tiempo y su impacto en las

sociedades y las culturas de América Latina. Martí censura el capitalismo en su fase

imperialista; Villoro el capitalismo neoliberal en su fase de globalización. Sus

reflexiones se vinculan estrechamente al plantear, ambos, caminos alternativos de

construcción y afirmación de la identidad latinoamericana, así como de la

transformación del Estado a partir de lo nacional, de lo singular, de lo propio del pasado

y presente latinoamericanos. Tanto uno como otro construyen así un enfoque crítico-

analítico desde la dimensión de la singularidad y la especificidad cultural e identitaria

de América Latina y se proyectan y se constituyen como referentes teórico-

metodológicos alternativos a los esquemas analíticos eurocéntricos que durante décadas

dominaron y explicaron la realidad social latinoamericana a través del tamiz

económico-político, modelo que, en el siglo XXI y bajo el resurgimiento de las

identidades culturales, resulta ya insuficiente y limitado.

La cuestión de la identidad cultural es un proceso histórico-social de una gran

complejidad, pues no sólo es, en efecto, simplemente la acumulación de ideas,

costumbres, tradiciones, lenguas, formas de comer y vestirse, cosmovisión de la

existencia y el ser que es transmitido de generación en generación, sino un proceso de

construcción en el que individuos y grupos sociales se van definiendo a sí mismos en


estrecha vinculación de interacción con sus diferentes y semejantes y en un contexto

social de relaciones de dominación internacionales. Se trata, en suma, de un proceso

dialéctico, contradictorio y complejo que implica concebirlo y explicarlo como la

unidad de la diversidad, como deconstrucción y recreación, como continuidad y ruptura

y, sobre todo, como liberación en un mundo cada vez más global y cada vez más

desigual.

Bibliografía:

"Sobre la identidad de los pueblos" en Universidad Nacional Autónoma de México

(ed.), América Latina, historia y destino: homenaje a Leopoldo Zea, México, UNAM,

1992. http://www.librosdehumanidades.unam.mx/libro.php?id=PUB-001410

Ricoeur, P. (2004),La memoria, la historia, el olvido, 1. ed. en español Buenos Aires:

Fondo de Cultura Económica. http://www.redalyc.org/pdf/1471/147112816011.pdf

TODOROV, Tzvetan, Los dilemas de la memoria, Cátedra latinoamericana Julio

Cortazar, Conferencia magistral, 25 de marzo de 2002, (Documento en pdf), en:

http://www.jcortazar.udg.mx/sites/default/files/TODOROV.pdf

Martí y Pérez, José Julián, "Agrupamiento de los pueblos de América", en Obras

completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975

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