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zacién hipotética y construccién teérica» en las ciencias empiric carece de fundamento; en la estructuracién del conocimiento cien tifico ambas estén inseparablemente eslabonadas. Y segundo, es si milarmente infundado y fil tratar de delimitar con una linea preci salos diferentes campos de la investigacién cientifica y el desarroll auténomo de cada uno de ellos. La necesidad en la investigacion t6rica de emplear con amplitud las hip6tesis universales de las cua~ les, por lo menos, la inmensa mayoria provienen de campos de in vestigaci6n distinguidos por tradicién de la historia, es s6lo uno los aspectos de lo que puede denominarse unidad metodologi de las ciencias empiticas. 324 Capitulo X LA LOGICA DE LA EXPLICACION! Inrropucci6Nn Uno de los objetivos primordiales de toda ciencia empirica es ex- plicar los fenémenos del mundo de nuestra experiencia y responder no s6lo a los «gqué?», sino también a los «zpor qué?» Si bien por un Jado hay coincidencia general sobre este punto, por el otro existen considerables diferencias de opinién acerca de la funcién y las ca~ racteristicas esenciales de la explicacién cientifica. Este capitulo in- a arrojar alguna luz sobre estos problemas, mediante una revi- in elemental de la pauta bésica de la explicacién cientifica, y realiza un andlisis subsiguiente més riguroso del concepto de ley y de la es- tructura l6gica de los argumentos explicativos. 1. Este trabajo fue publicado previamente en Philosophy of Science, vol. 15, pigs. 135-175 (Copyright © 1948 por The Williams and Wilkins Co., Baltimo- re 2, Md., E.U.A). Lo reproducimos, ligeramente modificado, con la debida autorizacién, Se originé en una serie de discusiones que sostuvo el doctor Hempel con el doctor Oppenheim. Luego lo publicaron en colaboracién; las contribuciones individuales no pueden discriminarse en detalle. Sin embargo, la esencia de la parte IV y la formulacién definitiva de todo el texto se deben al autor mencio- nado en primer lugar. Algunas ideas desarrolladas en la parte II fueron sugeri- «das por el amigo comiin de ambos autores, el doctor Kurt Grelling, en la profu- sa correspondencia mantenida. Grelling, junto con su mujer, fue victima del terror nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Al incluir en este texto por lo menos algunas de las contribuciones de Grelling, que seidentifican de modo ex- plicito, queremos hacer realidad su deseo de que sus conceptos ¢ ideas sobre el tema no cayeran completamente en el olvido. Los autores expresan su deuda de gratitud a los profesores Rudolf Carnap, Herbert Feigl, Nelson Goodman y W. V. Quine, por sus estimulantes discusio- nes y eriticas constructivas. 325 La parte I de este capitulo esta dedicada a un examen element laparte II contiene un andlisis del concepto de emergencias en la p te III se busca manifestar y esclarecer, de modo més riguroso, algu- nos de los problemas I6gicos singulares y desconcertantes que s originan en el andlisis elemental corriente de la explicacién. La p: 1V, finalmente, trata sobre la idea del poder explicativo de una teo: ria. A este respecto, desarrolla una definicién explicita y present una teoria formal para el caso de un lenguaje cientifico de estruct Igica simple. I. EXAMEN ELEMENTAL DE LA EXPLICACION CIENTIFICA 1. Algunos ejemplos Si sumergimos répidamente un termémetro en agua caliente produce una caida transitoria de Ja columna mercurial, seguida ‘una repentina elevaci6n. :Cémo explicar este fendmeno? El aumen: to de temperatura, al principio afecta s6lo al vidrio del termémet que se dilata y proporciona un espacio mayor al mercurio, cuyo nit ‘vel baja en consecuiencia. Pero tan pronto como el aumento de tem= peratura alcanza al mercurio, éste se dilata y como su coeficiente d dilacacién es considerablemente mayor que el del vidrio, determi una elevacién del nivel mercurial. Esta explicacién consta de dos tipos de enunciados. Los del pri mer tipo indican ciertas condiciones que se manifiestan antes d fenémeno que se ha de explicar; nos referiremos brevemente a ell como condiciones antecedentes. En nuestro ejemplo, estas con ciones abarcan, entre otros, el hecho de que el termémetro sea ti tubo de vidrio que contiene en su interior mercurio, y que se lo st merge en agua caliente. Los enunciados del segundo tipo expres: ciertas leyes generales; en este caso estén incluidas las leyes de la di latacién termal del mercurio y del vidrio, y un enunciado sobre escasa conductividad termal del vidrio. Ambos conjuntos de em ciados, cuando se los formula de manera completa y adecuada, ex plican el fendmeno que se estudia: infieren la consecuencia de qu el mercurio descendera primero para elevarse después. Por con: siguiente el hecho analizado se explica por las leyes generales, decir, demostrando que se produjo de acuerdo con esas leyes y 326 vireud de la realizacién de ciertas condiciones antecedentes espe- cificas. Consideremos otros ejemplos. Desde un bote, la pala del remo sumergida se ve quebrada hacia arriba. El fenémeno se explica me- diante leyes generales, en especial por la ley de refraccién y la de que | agua es un medio dpticamente mas denso que el aire, haciendo re- ferencia a ciertas condiciones antecedentes, 0 sea que parte del remo esté en el agua, parte en el aire y que el remo es practicamente un tro- zo de madera recto. Asi, la pregunta «Por qué sucede el fenéme- no?» deberé interpretarse como «De acuerdo con qué leyes genera- i les y condiciones antecedentes se produce el fendmeno?> Hasta ahora hemos considerado sélo la explicacién de hechos i particulares que ocurren en cierto tiempo y en cierto lugar determi- | nados, Pero la pregunta «;Por qué?» puede formularse también con | respecto a leyes generales. Asi, en nuestro timo ejemplo, podria } preguntarse «¢Por qué la propagacién de la luz se acomoda ala ley se fracciGn’>. La lisicaclésiea responde en funcién de la teoria on- | dulatoria de la luz, es decir, afirmando que la propagacin de la luz ) es un fenémeno de onda de cierto tipo general, y que todo fené- | meno ondulatorio de ese tipo satisface la ley de refraccién, De este | modo, la explicacién de una regularidad general consiste en subsu- | mirla dentro de otra regularidad més inclusiva, o sea una ley més ge- | neral. I ‘De manera similar, lavalidez dela ley de Galileo sobre la caida de los cuerpos en la superficie terrestre, puede explicarse a partir de un conjunto mas inclusivo de leyes, tales como las del movimiento y | de la gravedad de Newton, ademis de otros emunciados acerca de \ hechos particulares, como la masa y el radio terrestres. 2. Panta bisica de la explicaci6n cientifica De los ejemplos anteriores podemos ahora extraer algunas carac- | teristicas generales de la explicaci6n cientifica. Dividimos la explica- cin en dos componentes principales: explanandum y explanans? 2. Estos dos términos derivados del latin explanare, se prefirieron a los quizd mis corrientes de , «« L, que representan leyes generales. d Para que una explicacién sea solida, sus componentes deben sa tisfacer ciertas condiciones de adecuacién, que pueden dividirse en condiciones I6gicas y empiricas. Para el anilisis que sigue, sera sufi= ciente formular estos requisitos de modo ligeramente impreciso; a parte II se presentard un anélisis y un replanteamiento més rigu- ros0 y preciso de estos conceptos. 2.1. Condiciones légicas de la adecuacién (R1) El explanandum debe ser una consecuencia légica del ex: planans; expresado en otras palabras, el primero debe s Idgicamente deducible de la informacién contenida en explanans, porque de lo contrario este dltimo no pod constituir una base adecuada para el explanandum. (R2) El explanans debe contener leyes generales exigidas real mente para la derivacién del explanandum. Sin embargo, n consideramos necesario para una explicacién firme que explanans deba contener por lo menos un enunciado no sea tna ley, puesto que, para mencionar sélo una raz6i seguramente deseariamos considerar como explicacién I deduccidn de las regularidades generales que gobiernan movimiento de las estrellas dobles a partir de las leyes de mecénica celeste, aun cuando todos los enunciados del ¢ planans sean leyes generales. (R3) El explanans debe tener contenido empirico; es decir, qui por lo menos en principio sea posible comprobarse m diante el experimento 0 Ia observaci6n. Esta condicién es implicita en (R1), pues, desde que se supone que el exp do o anilisis. Acerca de la explicacién en este sentido, véase Carnap, 19533, pi 513. 328 nandum describe cierto fenémeno empirico, se puede con- cluir a partir de (R1) que el explanans entrafia por lo menos una consecuencia de indole empirica, y este hecho le otorga Ja condicién de ser verificable y de tener contenido empi- rico. Pero el punto merece una mencién especial porque, como se verd en el pardgrafo 3, ciertos argumentos que se ‘ofrecen como explicaciones en las ciencias naturales y so- ciales violan esta exigencia. 2.2. Condicién empfrica de la adecuacién (R4) Las oraciones que constituyen el explanans han de ser ver- daderas. Es obvio que en una explicacién correcta los enun- ciados que constituyen el explanans deben satisfacer cierta condicidn de correccién fictica. Pero pareceria més adecua- do estipular que el explanans ha de ser confirmado en alto grado por todos los elementos relevantes disponibles, antes que deba considerarse verdadero. No obstante, esta estipu- Tacién conduce a consecuencias embarazosas. Supdngase que en una etapa primitiva de la ciencia un determinado fe- némeno fuera explicado mediante un explanans verificado con las pruebas de que se disponia en ese momento, pero que descubrimientos empiricos més recientes lo hubieran rnegado. En ese caso, deberiamos decir que originariamente Ia explicacidn fue correcta, pero que dej6 de serlo cuando se descubrieron elementos de prueba desfavorables. Esto. no parece concordar con el saludable uso comtin, que nos lle- Yaa decir que basada en los elementos limitados de prueba iniciales, la verdad del explanans —y, por ende, la solidez de la explicacién— habia sido bastante probable, pero que la mayor evidencia ahora disponible hizo muy probable que el explanans no fuera verdadero; de ahi que la explica~ cidn no era ni habia sido nunca correcta? (Expondremos ¢ 3. (Agregada en 1964.) El requisito (R4) caracteriza lo que denominamos una explicacién verdadera o correcta. En el andlisis de la estructura Iégica de los, argumentos explicativos, por lo tanto, el requisito puede omitirse. Esto es, en efecto, lo que se ha hecho en la seccién 6 donde se introduce el concepto de ex- plieacién potencial. 329 ilustraremos un punto similar con respecto al requisito de verdad para las leyes, al comenzar el pardgrafo 5.) Algunas de las caracteristicas de la explicacién que hasta ahora hemos indicado pueden resumirse en el siguiente esquema: Enunciados de condiciones — antecedentes } Explanans Cy Coy Cy Deducciéa Ly LyenL, Leyes generales Nghe [ee pia Deseri del fendmeno ‘empirico que Explanendum, se explica Se ha de sefialar aqui que el mismo anilisis formal, incluidas las cuatro condiciones necesarias, se aplica tanto a la prediccién cientifi- ca como a la explicacin. La diferencia entre ambas es de cardcter pragmatico. Dado £, es decir, si sabemos que ha ocurrido el fenéme- no descrito por E, y si se proporciona luego un conjunto adecuado de enunciados Cj, Cy 5 Cjy Liy Lay «ey Ly hablamos de una explicacién del fenémeno que estudiamos. Si se proporcionan los tiltimos enun- ciados mencionados y se infiere E antes de que suceda el fenomeno que describe, hablamos de prediccién, En consecuencia, puede decir- se que la explicacién de un hecho no es enteramente adecuada a me- nos que su explanans, considerado a tiempo, hubiera podido funda- mentar el pronéstico del hecho que se analiza. Por lo tanto, lo expresado aqui sobre las caracteristicas légicas de la explicacién, sera aplicable a ambas, aunque s6lo se mencione una de ellas.' Sin embargo, por lo general —y en especial en el razonamiento precientifico— se brindan muchas explicaciones que carecen de esa fuerza potencial predictiva. Por ejemplo, puede decirse que un auto- mévil voleé en el camino «porque» uno de los neumiticos estallé cuando la velocidad del vehiculo era alta. Estd claro que con esta tini- 4. (Agregada en 1964.) Esta afirmacién se examina en detalle, y se reafiema ‘con ciertas calificaciones, en el capitulo IV. 330 ca informacién no hubiera podido predecirse el accidente, puesto que elexplanans no suministra leyes generales explicitas por medio de las cuales se podria realizar la prediccién, ni tampoco establece de mane- 1a adecuada las condiciones antecedentes que serfan necesarias para ello. Idéntico punto puede ilustrarse haciendo referencia al criterio de W.S. Jevons de que toda explicacidn consiste en sefialar una similitud entre hechos, y que a veces este proceso no necesita referirse a leyes enabsoluto, y «tal vez no implique otra cosa que una nica identidad, como cuando explicamos la aparicién de estrellas fugaces sefialando que son idénticas a las porciones de un cometa>.° Pero es evidente que esa identidad no proporciona una explicacién del fenémeno de las es- trellas fugaces, a menos que presupongamos las leyes que gobiernan el desarrollo del calor y de la luz. como efectos de la friecién. La ob- servacién de semejanzas posee un valor explicativo sdlo si implica por Jo menos alguna referencia tacita a las leyes generales. En ciertos casos, los argumentos explicativos incompletos del tipo que ilustramos, simplemente suprimen partes del explanans por de un explanandum bajo un conjunto de le- yes, de las cuales por lo menos algunas son del tipo estadistico. El andlisis de la estructura l6gica peculiar de esa clase de subsuncién entraiia problemas especiales y dificiles. El presente capitulo se limi- tard al examen del tipo deductivo de explicacién, que todavia man- tiene su significacién en grandes sectores de la ciencia contempora- nea, y aun en ciertas zonas donde una explicacién mas precisa exige referirse a leyes estadisticas.?” 7, La descripcién dada en el texto sobre las caracteristicas generales de la explicacién y de la prediccién en la ciencia, no es de ningiin modo novedosa; simplemente resume y enumera explicitamente algunos puntos fundamentales ya reconocidos por muchos cientificos y metodélogos.. ‘Ast, por ejemplo, Mill afirma: «Se dice que un hecho individual se explica al sefialarle su causa, vale decir, al formularse la ley 0 leyes causales de las cuales la produccién del hecho es un ejemplo», y «se dice que una ley 0 uniformidad en a naturaleza se explica cuando se sefala otra ley o leyes de las cuales aquella constituye sélo un caso, y de las cuales puede deducirse» (Libro III, cap. XII, sec. 1, 1858). De modo similar, Jevons, cuya caracterizacion general de la expli- cacién fue examinada criticamente en el texto, destaca que «el proceso mas im- portante de explicacién consiste en mostrar que un hecho observado es un caso dena ley 0 tendencia general» (1924, pag, 533). Ducasse afirma el mismo pun- to del modo siguiente: «La explicacidn consiste, esencialmente, en ofrecer una hip6tesis acerca de un hecho, la cual se encuentra, respecto de éste, como ante- cedente de un caso consecuente de alguna ley conectiva ya conocida» (1925, pags. 150-151). 332 3. La explicaci6n en las ciencias no fisicas. Enfoques teleolégicos y motivacionales ‘Nuestra caracterizacién de la explicacién cientifica se ha basado hasta ahora en el estudio de casos tomados de las ciencias fisicas. Pero los principios generales asi obtenidos se aplican igualmente fue- rade este campo.’ Asi, en psicologia se explican varios tipos de con- ducta en animales de laboratorio y en seres humanos subsumiéndolos bajo leyes o aun teorias generales de aprendizaje o condicionamien- tory mientras con frecuencia las regularidades invocadas no pueden establecerse con la misma generalidad y precisién que en fisica 0 en quimica, al menos es evidente que el eardcter general de aquellas ex- plicaciones concuerda con nuestra primera caracterizacin. Consideremos un ejemplo que incluya factores sociol6gicos y econdmicos. En el otofio de 1946 se produjo en los mercados algo- doneros de los Estados Unidos una baja tan aguda del precio, que los mercados de Nueva York, Nueva Orleans y Chicago tuvieron {que suspender sus actividades transitoriamente. En la tentativa de explicar este hecho, la prensa norteamericana lo investigé hasta des- cubrir que un especulador en gran escala de Nueva Orleans, temien- do que sus acopios fuesen excesivos, habia comenzado a venderlos; los especuladores menores, presas del pinico, habian seguido su ejemplo, con lo cual precipitaron la crisis. Sin proponernos evaluat los méritos del argumento, sefialamos que la explicacién que aqui se Popper realiz6 un hicido andlisis de la estructura fundamental de la explica~ y de la prediccidn (1935, sec. 12, yen una versién mejorada de 1945, espe~ cialmente en el capitulo 25 y en la nota 7 de ese mismo capitulo). Para una ca~ racterizacién de la explicacién como subsuncidn en teorias generales, véase por ejemplo el estudio sucinto de Hull (1943a, cap. 5). Un examen claro y elemen- tal de ciertos aspectos de la explicacién lo da Hospers (1946), y un examen con- ‘iso de muchos puntos esenciales en la explicacién cientifica, que se consideran en las dos primeras partes del presente capitulo, se halla en Feigl (1945, pags. 284 sigs.) 7 Sobre el tema de la expicacin en las cencias sociales, especialmente en Ja historia, véanse también las siguientes publicaciones, que pueden servir para completar y ampliar el beeve andlisis que aqui se presenta: Hempel (1942), Pop- per (1945), White (1943); y los articulos Cause y Understanding en Beard y Hook (1946). 333 sugiere, nuevamente implica enunciados sobre condiciones antece- dentes y el supuesto de regularidades generales. Las primeras incluyen los hechos de que el primer especulador tena mucha produccion de algodén, que habia especuladores menores con considerables aco- pios del material, que existian instituciones tales como los mercados algodoneros con su modo especifico de operar, etc. Las regularida- des generales referidas —seguin suele ocurrir en las explicaciones se- mipopulares— no se mencionan explicitamente, pero hay una im- plicacién obvia de alguna forma de la ley de la oferta y la demanda que explica la baja de los precios del algodén en funcién del gran aumento de Ia oferta con una demanda practicamente estable; ade- iis, es necesario contar con ciertas regularidades en la conducta de los individuos que tratan de mantener o mejorar su posicién econd- mica. Por ahora tales leyes no pueden formularse con precision y ge- neralidad satisfactorias y, por ende, la explicaci6n sugerida es con se- guridad incompleta; pero su intencién es sin lugar a dudas explicar el fenémeno integréndolo a una pauta general de regularidades econé- micas y socio-psicoldgicas, Nos ocuparemos ahora de un argumento explicativo tomado del campo de la lingiiistica.’ Al norte de Francia existe una variedad de sin6nimos de la palabra ; los monosilabos tienden a eliminarse, en especial si contienen pocos ele- ‘mentos consonénticos, porque suelen provocar confusién. Asi, se seleccionaron otros vocablos para evitarla, Pero «apicula», reducida a «abelho», permanecié suficientemente clara y se mantuvo para lue- g0 incorporarse al lenguaje comiin bajo la forma de «abeille>. Si bien [a explicacién que se describe aqui es incompleta en el sentido carac- terizado en la seccidn anterior, es evidente que hace referencia a con- diciones antecedentes especificas tanto como a leyes generales." 9. El ejemplo esté tomado de Bonfante (1946, sec. 3). 10. Mientras en cada uno de los dos ilkimos ejemplos, incuestionablemen= te ciertas regularidades confian en el argumento explicativo, no es posible argu- rmentar de modo convincente que esas leyes a que se ha querido hacer referen- 334 Mientras que los ejemplos de este tipo tienden a apoyar l crite- rio de que la explicacién en biologfa, en psicologia y en las ciencias sociales tiene la misma estructura que en las ciencias fisicas esta bas- tante difundida la opini6n de que, en muchos casos, el tipo causal de explicacién es esencialmente inadecuado en otros campos que no sean la fisica y la quimica, y especialmente en el estudio de la con- ducta intencional. Examinemos con brevedad algunas de las razones que se han aducido en apoyo de este concepto. Una de las més familiares entre ellas es la idea de que los hechos que implican actividades humanas, realizadas de manera individual © en grupo, tienen una singularidad peculiar y sin repeticién que los hace inaccesibles a la explicacién causal porque ésta, al confiar en uniformidades, presupone la repetibilidad de los fenémenos en con- sideracién, Este argumento que incidentalmente también se utiliz6 para sostener la afirmacién de que el método experimental es ina- plicable en psicologia y en las ciencias sociales, implica una falta de comprension del cardcter I6gico de la explicacién causal. Todo hecho individual es tinico, sea en las ciencias fisicas, en psicologia o cen ciencias sociales, en el sentido de que no se repite con todas sus caracteristicas peculiares. Sin embargo, los hechos individuales pue- den acomodarse a leyes generales del tipo causal y ser explicados por ellos, porque todo lo que afirma la ley causal es que todo hecho de indole especifica, es decir, que retina ciertas caracteristicas determi- nadas se acompatia de otro que, a su vez, tiene ciertos rasgos espe- cificos. Por ejemplo, todo hecho que implique friccién genera calor. Y todo lo que se requiere para que esas leyes puedan comprobarse y medirse su aplicabilidad es la repeticion de hechos con esas mismas caracteristicas, pero no de casos individuales. Por consiguiente, el argumento no es concluyente. in embargo, nos brinda la ocasién de destacar un punto importante relacionado con nuestro andlisis ante- ia y que hoy no pueden formularse explicitamente, tengan un carter causal antaa que eftadistco, Es bien posble que la mayoria o teas ls eegularidades {que serin descubiertas con el desarrollo de la sociologia, sean de carécter esta- distico. Véanse sobre este tema las sugestivas observaciones de Zilsel (1941, sec. By 1941a). Este problema no afecta, sin embargo, al punto principal que quere- mos sefalar aqui, es decir, que en las ciencias sociales no menos que en ls ff ‘as, la subsuncién en regularidades generales ¢s indispensable para la explica- cin y la comprensién te6rica de todo fendmeno. 335 rior: cuando hablébamos de la explicacién de un hecho singular, el término «hecho» se referia al suceso de cierta caracteristica mas 0. menos compleja en una localizacién espacio-temporal especifica 0 en un objeto individual determinado, y no a todas las caracteristicas de ese objeto, 0 a todo lo que ocurre en esa regiGn espacio-tiempo. Un segundo argumento que debemos mencionar aqui" afirma que es imposible establecer generalizaciones cientificas —y por ende principios explicativos— acerca de la conducta humana porque las reacciones de un individuo en una situacién dada dependen no sélo. de esa situacidn, sino también de los antecedentes personales del in- dividuo. Pero sin duda no hay raz6n a priori por la cual no puedan, lograrse generalizaciones que tomen en cuenta esta dependencia con- ductal del pasado del sujeto. Es evidente que en realidad el argumen= to dado «prueba» demasiado y constituye, por lo tanto, un non se~ quitur, debido a la existencia de ciertos fendmenos fisicos, tales como la histéresis magnética y la fatiga elistica, en los cuales la mag- nitud de un efecto depende de los antecedentes del sistema implica~ do, y para el cual se han establecido, no obstante, ciertas regularida- des generales. Un tercer argumento insiste en que la explicacién de todo fen meno que implique una conducta intencional exige hacer referencia a motivaciones y, en consecuencia, a un andlisis teleolégico antes que causal. Por ejemplo, para una enunciacién més completa de la explicacién sugerida en el caso de la baja de los precios del algodén, habria que indicar las motivaciones del especulador en gran escala como uno de los factores determinantes del hecho en cuestién. Por lo tanto, tenemos que remitirnos a las metas buscadas, lo cual —dice el argumento— introduce un tipo de explicacién ajeno a las ciencias fisicas. Es cuestionable que muchas de las explicaciones, general- ‘mente incompletas, que se ofrecen para las acciones humanas, impli- can referencia a propésitos y motivos; pero, gacaso esto las hace fun- damentalmente distintas de las explicaciones causales de la fisica yla quimica? Una diferencia que se sugiere por si sola reside en la cir~ cunstancia de que en la conducta motivada, el futuro parece afectar el presente de una manera que no se encuentra en las explicaciones causales de las ciencias fisicas. Pero es evidente que cuando la accién 11. Véase, por ejemplo, la presentacién de F. H. Knight sobre este argu- mento (1924, pags. 251-252). 336 de una persona esta motivada, digamos, por el deseo de alcanzar cierto objetivo, no es el hecho futuro, ain inadvertido, de obtener esa meta lo que determina su conducta presente, puesto que en realidad Ja meta bien pudiera no alcanzarse nunca; antes bien, digimoslo cru- damente, es a) su deseo, presente antes de la accién, de alcanzar ese objetivo particular, y b) su creencia, también presente antes de la ac- in, de que tal y cual curso de accién tenga probablemente el efecto deseado. Por consiguiente, los motivos y las creencias determinantes deben clasificarse entre las condiciones antecedentes de una explica~ cién motivacional, y aqui no existe diferencia formal alguna entre la explicacién causal y motivacional. : "Tampoco constituye una diferencia esencial entre ambas clases de explicacién, el hecho de que los motivos sean inaccesibles a la ob- servacién directa de un observador exterior, porque los factores de- terminantes que se aducen en las explicaciones fisicas, con mucha frecuencia resultan inaccesibles a la observaci6n directa. Este es el caso, por ejemplo, cuando se seftalan cargas eléctricas opuestas para explicar la atraccin mutua de dos bolas de metal. La presencia de esas cargas, aunque escapa a la observacién directa, se la puede in- vestigar mediante diversas pruebas indirectas, y eso es suficiente para garantizar el cardcter empirico del enunciado explicativo. De manera similar, es posible indagar la presencia de ciertas motivacio- nes solamente por métodos indirectos, lo cual puede incluir referen- ciasa la expresion lingiistica del sujeto estudiado, a los deslices dela Tengua o de la pluma, etc. pero hasta tanto estos métodos sean «de- terminados funcionalmente» con razonable claridad y precisi6n, no habré diferencia esencial, en este aspecto, entre la explicacién moti- vacional y la explicaci6n causal, en fisica. sey ‘Un riesgo potencial en Ia explicacién apoyada por motivos resi- de en el hecho de que el método conduce por si solo a la fécil cons truccién de explicaciones ex post facto que carecen de fuerza predic tiva. Una accidn a menudo se explica atribuyéndola a motivos que se conjeturan sélo después que la accién se ha llevado a cabo. Mientras este procedimiento no es de por sf objetable, su solidez requie requisitos con frecuencia priva a la explicacion motivacional decla- rada de su significacién cognitiva 337 Algunas veces, a explicacién de un acto en funcién de los moti- vos del agente se considera como una clase especial de explicacién teleol6gica. Como ya se seftalé antes, la explicacién motivacional, si se formula adecuadamente, conforma las condiciones de la explic cién causal, de modo que el término «tcleolégica> es inadecuado si se quiere significar ya un cardcter no causal de la explicacién, ya una determinacién peculiar del presente por el futuro. No obstante, sise tiene presente esta condicién, el término «teleolégico» puede consi- derarse en ese contexto como referido a explicaciones causales en las cuales algunas de las condiciones antecedentes son motivos del agen- te cuyos actos habré que explicar.” ' Las explicaciones teleoldgicas de esta clase deben diferenciarse de otro tipo de més vasto alcance, que ha sido considerado por ciertas escuelas filoséficas, indispensable especialmente en biologia. Con- siste en explicar las caracteristicas de un organismo remitiéndolas a ciertos fines 0 propésitos, a cuyas caracteristicas dicen servir. En contraposicién a los casos que examinamos antes, no se presume aqui que el organiemo perrgd fof, ca conaciente 0 suboonsciente- mente. Asi para explicar el fenémeno del mimetismo, se dice que éste sive al propésito de proteger al animal con él dotado de ser des- cubierto por sus perseguidores, y que asi tiende a conservar la espe- cie. Antes de que pueda apreciarse la fuerza potencial explicativa de las hip6tesis teleoldgicas de este tipo, debe aclararse su significado. Si de algiin modo intentan expresar Ia idea de que los propésitos a que se relieren son inherentes al plan del universo, entonces es obvio que no pueden comprobarse empiricamente y por lo tanto violan el requisi- to (R3) de la seccién 2. Sin embargo, en ciertos casos, las afirmacio- nes acerca de los propésitos de las caracteristicas bioldgicas pueden trasladarse a enunciados de terminologia teleol6gica que afirmen que esos rasgos funcionan de manera especifica, imprescindible, para conservar vivo al organismo o para preservar la especie.” El in- 12, Para un andlsslégico detallado del concepto de motivacin en la teorfa psicolégica, vase Koch (1941), El articulo de Rosenblueth, Wiener y Bigelow 5 una estimulante exposicin de la conducta teleoldgica desde el punto de vis- ta de a fisica y de la Biologia contemporineas. La explicacién ldgica por razo- nes motivacionales se examsina con més detalleenel capitulo IV. 13, Ena obra de Woodger (1928), especialmente las pigs. 423 y sigs, pue- de hallarse un anilisis de los enunciados teleol6gicos en biologia segiin estos 338 tento de afirmar con exactitud el significado de la aseveracién anterior wt la similar de que si no fuera por esas caracteristicas, dejando inv Fables las demas circunstancias, el organismo o Ia especie no sobrevi Virfan-— se enfrenta con dificultades considerables. Pero no necesita nos discutitlas aqui. Porque aunque supusiéramos que los enunciados biologicos de forma teleol6gica pudieran traducirse adecuadamente en enunciados descriptivos sobre la funcién conservadora de vida de Glertas caracteristicas bioldgicas, es obvio que 1) en estos contextos no ts esencial el empleo del concepto de intenci6n, puesto que el térmi- rho puede eliminarse de esos enunciados por completo, y 2) los su- pucstos teleol6gicos, aunque dotados ahora de contenido empirico, ho pueden servir como principios explicativos en los contextos co- ‘unes. Por ejemplo, el hecho de que determinada especie de maripo- ‘x posea un tipo particular de colorido no puede inferrse y, por ende, explicarse a partir de esa enunciacidn de que ese tipo de color tiene el facto de proteger las mariposas de las aves que las persiguen ni tam- poco puede inferirse la presencia de glébulos rojos en la sangre hu- perma del enunciado de que tengan la funciGn especifica de asimilar Oxigeno, que es esencial para la conservacién de a vida, ‘Uns de las tazones de la perseveracidn de las consideraciones te- leoldpicas en biologia, reside probablemente en lo fructifero del en- foque teleol6gico como recurso heuristico; indagaciones biolégicas ue estaban motivadas psicologicamente por una orientacién teleo~ TGeica, por un interés en los objetivos naturales han conducido con frecuencia a importantes resultados que pueden formularse con ter~ minologia no teleol6gica, y que acrecientan nuestro conocimiento entifico de las conexiones causales entre los fenémenos biol6gicos. ‘Otro aspecto que atrae la atencién hacia las consideraciones te- Jeol6gicas es su cardcter antropomérfico. Una explicacién teleol6gi- catiende a hacernos sentir que verdaderamente «comprendemos» el fendmeno en cuestidn porque esté explicado en funcidn de propési~ tos, con los cuales estamos familiarizados por nuestra propia expe- Hencia de conducta intencional. Pero es importante distinguir aqui entre la comprensién en el sentido psicoldgico de una sensacién de familiaridad empatica, y la comprensién en el sentido tedrico 0 cog- nitivo de exhibir el fenomeno que se debe explicar como un caso ¢s- presupuestos; Kaufmann, en su obra (1944, cap 8) defiende en exenci, la mis- ‘ma interpretacién. 339 pecial de cierta regularidad general. La frecuente insistencia en que la explicacién significa reducir algo desconocido a ideas 0 experien- cias familiares, conduce por cierto a error. Pues si bien algunas ex- plicaciones cientificas tienen este efecto psicolégico, en modo algu- no es universal: la libre caida de un cuerpo fisico puede decirse que es un fenémeno més familiar que Ia ley de gravedad, mediante la cual puede explicarse; y con toda seguridad las ideas bisicas de la teoria de la relatividad resultaran, para muchos, menos familiares que los fenémenos que explican la teoria. ~> La familiaridad> del explanans no sélo no es necesaria para una explicacién seria como acabamos de sefalar, sino que tampoco es suficiente, Esto se demuestra en tna cantidad de casos en que el ex- planans propuesto suena sugestivamente familiar, pero un examen ‘més detenido prueba ser una mera metéfora, o que carece de capaci~ dad para verificarse, 0 que no incluye leyes generales y, por lo tanto, no tiene poder explicativo. Un ejemplo que viene al caso es el inten- to neovitalista de explicar los fenémenos biolégicos con referencia a una entelequia o fuerza vital. El punto crucial no es aqui, como se ha pretendido algunas veces, el hecho de que las entelequias no puedan verse u observarse directamente; pues también esto es verdad res- pecto de los campos gravitacionales y, no obstante, es esencial refe- rirse a esos campos para explicar varios fenémenos fisicos. La dife- rencia decisiva entre ambos casos reside en que la explicacion fisica proporciona: 1) métodos de prueba, aunque indirectos, de asevera~ ciones sobre campos gravitacionales, y 2) leyes generales relaciona~ das con la fuerza de los campos gravitacionales y la conducta de los objetos que se mueven en ellos. Las explicaciones por medio de en- telequias no satisfacen ninguna analogia de estas condiciones. No cumplir con esta primera condicién comporta una violaci6n de (R3); hace inaccesibles a la comprobacién empirica todos los enunciados sobre entelequias y, en consecuencia, desprovistos de significacién empirica. Faltar aia segunda condicién implica la violacién de (R2). Despoja al concepto de entelequia de todo valor explicativo, porque el poder explicativo nunca reside en un concepto sino en las leyes generales dentro de las cuales funcionar. Por consiguiente, no obs tante la sensacién de familiaridad que evoca, el enfoque neovitalista no puede proporcionar comprensién teérica. observaciones precedentes sobre la familiaridad y la com= prensién pueden aplicarse, de manera similar, al criterio sostenido 340 por algunos pensadores de que la expicacién —o a comprensién— de las acciones humanas requiere una comprensién empatica de las personalidades de los sujetos.* Esta comprensin de otra persona se gfinel propio funcionamiento psicol6gco puede ser un recurso hen- Fstco ttl en la bésqueda de principios psicolbgicos generale capa ces de proporcionar una expicaion teres; pero Ia exstencia de empatia por parte del centfico no constituye uma condicin necese set sufciente para la explicacin, o la comprensi6n cienific, de ningtn acto humano. No es necesaria, porque — se Lae : explicarsey predecrse en funciéa de principios generales I conduc ta de psicoticos o de gente que pertenece a culeuras muy diferentes dela del cientifico, aun cuando aquel que establece o aplica esos prin cipios no pueda entender empaticamente a los sujetos. Y la empatia tno es suficiente para garantizar una explicacién seria, puesto que puede existr un fuerte sentimiento de empatia aun en ocasiones que estamos completamente errados al juzgar una personalida dada, Ademés, como lo ha sefialado Zilsel, la empatia conduce fécil mente a resultados incompatibles; por ejemplo, cuando la poblacié dena ciudad ha estado sometid a bombardeos aéreos pesados du rante mucho tiempo, en el sentido empético podemos entender qu sehaya desmoralizado totalmente; pero con igual facilidad podemo Comprender también que haya desarrollado un espiritu de resist desafiante. Los argumentos de este ipo a menudo parecen muy con vincents, pero son de cardcer ex post facto y carecen de significa cién cognitiva, a menos que se los complete con principios exp cativos verificables en forma de leyes 0 teorias. é En consecuencia, la familiaridad con el explanans, no importa ; selogea mediante el uso de una terminologia teleol6gica 0 de met foras novialstas 0 por otros medios,no india el contenido cogn {iront la fuerza predictiva de una explicacién propuesta. Adem, furado en que una idea es considerada familiar varia de una persona btray de un momento a otro, yun factor psicologico de est ipo puede servir de normas para evaluar el mérito de una explicaci propuesta. El requisito decisivo para toda explicacién sélida es q Subsuma el explanandum en leyes generales. i fe los pri |. Para un andlisis més detallado de este concepto sobre la base de los p spon pee “que se boxquejaron en el texto, véase Zilsel (1941, secs. 7 y 8) Hempel (1942, sec. 6) 341 TL. SOBRE LA IDEA DE EMERGENCIA 4. Niveles de la explicacion. Andlisis de la emergencia Segiin se seital6 anteriormente, un fenémeno puede explicarse por un conjunto de leyes de diferentes grados de generalizacion. Las posiciones cambiantes de un planeta, por ejemplo, pueden explicar- se mediante la subsuncién en las leyes de Kepler, o por derivacion de la ley general de la gravedad, que es mas inclusiva, en combinacién conllas leyes del movimiento; o, finalmente, por deduccidn de la teo- ria general de la relatividad que explica y modifica apenas el conjun- to de leyes precedentes. De igual manera, puede explicarse la dilata- cién de los gases a temperatura creciente y presiOn constante por medio de la ley de los gases o de la teoria cinética del calor, que es mucho més inclusiva. Esta iltima explica la ley de los gases y, por lo tanto, de modo indirecto el fenémeno mencionado, por medio de: 1) ciertos supuestos que conciernen a la microconducta de los gases (mas especificamente, a las distribuciones de las disposiciones y ve- locidades de las moléculas gaseosas), y 2) ciertos macro-micro-prin- cipios que vinculan las macro-caracteristicas de un gas, tales como su temperatura, presién y volumen, con las micro-caracteristicas mencionadas. Basada en estos ejemplos, con frecuencia se hace una distincién entre los diversos niveles de explicacién.”* El primer nivel esté repre- sentado por la subsuncién de un fenémeno bajo una ley general que conecta directamente las caracteristicas observables; los niveles supe riores requieren el empleo de constructos tebricos mas o menos abs- tractos que funcionan dentro del contexto de alguna teorfa mas in- clusiva. Como lo demuestran los ejemplos anteriores, el concepto de explicaci6n de nivel superior cubre procedimientos de carécter més bien diferente; uno de los més importantes consiste en explicar una clase de fenémenos mediante una teoria concerniente a su microes- tructura, Son ejemplos de este método la teoria cinética del calor, la teorfa atémica de la materia, la teoria electromagnética y cudntica de laluzy la teoria genética de la herencia. A menudo se cree que s6lo el descubrimiento de una microteoria posibilita una real compren- 15. Para una breve y clara expos 284-288), in de esta idea, véase Feigl (1945, pigs. 342, ipo de fenémeno porque, para decirlo asi, s6lo ella nos permite un insight del mecanismo interior del fend- meno. En consecuencia, se ha considerado que las clases de hechos para las que no se disponia de una microteoria, no estaban realmente entendidas; y todo lo relacionado con el estatus teérico de los fend- menos que carecen de explicacién, se sefiala como rafz de la doctrina de emergencia. Hablando en términos generales, se ha utilizado el concepto de ‘emergencia para caracterizar ciertos fendmenos como «nuevos» y no en el simple sentido psicoldgico por ser inesperados,* sino en el sentido tedrico por ser inexplicables e impredecibles de acuerdo con I informacién referente a las partes espaciales u otros componentes de los sistemas en los cuales ocurren los fenémenos, a los que en este contexto, se denominan con frecuencia «totalidades». Ast, por ejem- plo, las caracteristicas del agua tales como su transparencia y estado liquido a la temperatura y presin atmosférica ambientes, 0 su capa- cidad para saciar la sed, se han considerado emergentes fundadas en que no hubiese sido posible pronosticarlas a partir del conocimien- to de las propiedades de sus componentes quimicos, hidrégeno y ‘oxigeno. Por el contrario, se ha dicho que el peso del compuesto no es emergente sino una simple eresultante» de sus componentes y po- dria haberse pronosticado por una suma sencilla, aun antes de que el compuesto estuviese formado. Las concepciones de explicacién y pronéstico que subyacen a esta idea de emergencia exigen varias ob- servaciones criticas y los cambios correspondientes en el concepto de emergencia. 1. Primero, el problema de que una determinada caracteristica de una «totalidad» w, sea 0 no emergente, no podré plantearse con sen- tido hasta que se haya establecido lo que ha de entenderse por parte ‘© componentes de w. El volumen de una pared puede inferirse, por cjemplo, de la suma de sus ladrillos, pero no es inferible de los vol ments de los components moleclars dela pared. Porlo tanto anes de preguntarnos sila caracteristica W de un obj eto tw es emergente, de- beremos establecer el sentido del término «parte de», mediante la definicién de una relaci6n especifica Pt y la afirmacién de que aque- 16, Con respecto al concepto de novedad en sus significados légico y psi- col6gico véase también Stace (1939). 343 llos objetos, y s6lo aquellos, que estén en relacién Pr con respecto a w seran partes o componentes de w. Puede definirse «Pr» como «la- drillo integrante de» (con respecto a compuestos quimicos o a un objeto material cualquiera), 0 , segtin la expresién de C. L. Mor- gan. Las observaciones presentadas en la discusién anterior despojan. ala idea de emergencia de estas connotaciones infundadas: la emer- gencia de una caracteristica no constituye un rasgo ontol6gico inhe- rente de algunos fenémenos; més bien es un indicio de la amplitud de nuestro conocimiento en tun momento dado. Por lo tanto, no po- see un caracter absoluto sino relativo, y lo que hoy es emergente res~ pecto de las teorias disponibles, puede muy bien perder en el futuro Ia condicién emergente. 347 Las consideraciones precedentes sugieren la siguiente redefini- cién de emergencia: la aparicién de una caracteristica W en un obj to w es emergente en relacién con una teoria T, una relaci6n de par- te Pt, y una clase G de atributos, siempre que esa ocurrencia no pueda deducirse mediante T'a partir de una caracterizacién de las partes Pt de w respecto de todos los atributos de G. Esta formulacion explica el significado de emergencia con res~ pecto a hechos de un cierto tipo, tales como la ocurrencia de algunas caracteristicas W en un objeto w. Con frecuencia se atribuye emer- gencia a las caracteristicas antes que a los hechos; este empleo del concepto de emergencia puede interpretarse como sigue: una carac- terfstica W es emergente en relacién con T, Pt y G si su ocurrencia en un objeto cualquiera es emergente en el sentido indicado. En lo que concierne a su contenido cognitivo puede interpretar- se de manera aproximada la afirmaci6n emergentista de que los fe- némenos de la vida son emergentes, como una formulacién eliptica de este enunciado: ciertos fenémenos biolégicos especificables no pueden explicarse mediante las teorfas fisico-quimicas de hoy, basa das en datos referentes a las caracteristicas fisicas y quimicas de los componentes atémicos y moleculares de los organismos. De mane- ra semejante, la tesis de un estatus emergente de la mente deber‘a to- marse para afirmar que las teorias fisicas, quimicas y bioldgicas de hoy no son suficientes para explicar todos los fenémenios psicolégicos fundados en los datos referidos a las caracterfsticas fisicas, quimicas y biol6gicas de las células o de las moléculas o étomos que forman los organismos estudiados. Pero en esta interpretaci6n, la naturaleza emergente de los fenémenos bioldgicos y psicolégicos se convier- te en trivial, pues la descripcin de varios fenémenos biolégicos requiere términos que no pertenecen al vocabulario de la fisica y de Ja quimica contemporaneas; entonces no podemos esperar que todos los fenémenos especificamente biol6gicos sean explicables, es decir, deductivamente inferibles, por medio de las teorias fisico-quimicas disponibles, segin las condiciones iniciales que a su vez se describen con la terminologfa exclusivamente fisico-quimica. Con el objeto de obtener una interpretacién menos trivial de la afirmacién de que los fenémenos de la vida son emergentes, debemos incluir, por ende, en Ja teoria explicativa todas aquellas leyes presuntivas que pronto se han de aceptar y que vinculan el «nivel» fisico-quimico con el biol6- gico; en otras palabras, que contiene, por un lado ciertos términos fi- 348 sicos y quimicos, incluso aquellos requeridos para describir estruc- turas moleculares; y por otro lado, ciertos conceptos de biologfa. Una observacién andloga se aplica al caso de la psicologia. Si se in- terpreta en este sentido la aseveracién de que la vida y Ia mente tie- nen un estatus emergente, entonces su significacién puede sintetizar- se de modo aproximado en el enunciado de que en funcién de teorias microestructurales no se dispone hasta el momento de explicacién alguna para vastas clases de fendmenos estudiados en biologia y psi cologia.” Las afirmaciones de este tipo, entonces, parecen representa el iiicleo racional de la doctrina de la emergencia. En su forma revisa- da, la idea de emergencia ya no lleva consigo la connotacién de ab- soluta impredictabilidad —noci6n que es objetable no sélo porque implica y perpetiia ciertos errores I6gicos, sino también porque pro- mueve y de manera similar a las ideas del neovitalismo, una actitud de resignacién que asfixia Ia investigacién cientifica. Sin duda esta caracteristica, agregada a la esterilidad te6rica, explica el rechazo de Jadoctrina clisica y absolutista de la emergencia por parte de la ma- yoria de los cientificos contemporineos.” 20. El siguiente pasaje tomado de la obra de Tolman (1932) puede servir para apoyar esta interpretaci6n: «.."los actos conductales”, aunque sin duda en. absoluta correspondencia univoca con los hechos moleculares subyacentes dela fisica y de la fisiologia, tienen como totalidades “molares” ciertas propiedades cemergentes propias... Ademés, estas propiedades molares de los actos de con- ducta, en el estado actual de nuestros conocimientos —¢s decir, previamente a la construccién de muchas correlaciones empiticas entre la conducta y sus co- relatos fisioldgicos— no pueden ni siquiera conocerse por inferencia desde un mero conocimiento de los hechos —moleculares— subyacentes dela fisicay la fisiologfa» (op. ct, pigs. 8). De manera similar Hull utiliza la distinci6n en- tre teorias molares y moleculares, y seiala que actualmente no dispone la psico- logfa de teorias de este tltimo tipo. Véase 1943a, pags. 19 y sigs. 1943, pag. 275. 21, Esta actitud del hombre de ciencia es expresada, por ejemplo, por Hull, 1943a, pags. 24-28. 349 IIL. ANALISIS LOGICO DE LA LEY Y LA EXPLICACION: 5. Problemas del concepto de ley general De nuestra revisién general de las caracteristicas de la explicacién cientifica, emprendemos ahora un examen més detenido de la es- tructura légica. La explicacién de un fendmeno, sefialamos, consiste en su subsuncién dentro de leyes o una teor‘a. Pero gqué es una ley? Qué es una teoria? Mientras el significado de estos conceptos pa- rece intuitivamente claro, el intento de construir definiciones ex- plicitas y adecuadas se obstaculiza de manera considerable. En esta seccin describiremos y analizaremos algunos problemas bésicos del concepto de ley; en la siguiente, intentaremos proponer, sobre la base de las sugerencias asi obtenidas, definiciones de la ley y de la explicacién para un lenguaje formalizado modelo, de una estructura logica simple. ‘Aqui interpretaremos el concepto de ley de manera que se apli- que s6lo a enunciados verdaderos. El procedimiento alternativo apa~ rentemente plausible de requerir un alto grado de confirmacién an- tes que la verdad de una ley nos parece inadecuado: conduciria aun concepto relativizado de ley que podria expresarse con la frase «la oracidn S es una ley relacionada con los elementos de prueba E». Esto concuerda con la significacién que se asigna habitualmente, tanto en la ciencia como en la investigacién metodolégica, al concepto de ley. ‘Asi, por ejemplo, no diriamos que la formula general de Bode para la distancia de los planetas desde el Sol era una ley relacionada con Jas pruebas astronémicas disponibles hacia 1770, cuando Bode la propuso, y que perdié su caracter de ley después del descubrimien- to de Neptuno y la determinacién de su distancia al Sol; antes po- driamos decir que las pruebas limitadas originales habfan sefialado tuna gran probabilidad de certeza a la suposicién de que la f6rmula era una ley, mientras que una informacién adicional posterior redu- jo tanto aquella probabilidad como para que se tuviese practicamen- tela seguridad de que la férmula de Bode no era verdadera en senti- do general, y por lo tanto no era una ley. 22, La exigencia de que las leyes sean verdaderas trae como consecuencia {que jamas pudo conocerse definitivamente si un enunciado empitico dado E es una ley; puesto que la oracidn que afirma la verdad de E es Igicamente equiva- 350 ‘Ademés de ser verdadera, una ley debe cumplir una cierta cant dad de condiciones adicionales que pueden estudiarse de modo in- dependiente del requsito féctico de verdad, porque se refieren, por asi decirlo, a todas las leyes logicamente posibles, sean fécticamente verdaderas o falsas. Adoptando un término propuesto por Good- ‘man® diremos que una oracién parece legal si posee todas las carac~ tetisticas de una ley general con la posible excepcién de la verdad. De ahi que toda ley sea una oracién legal, pero no viceversa. ‘Nuestro problema de analizar la nocién de la ley se reduce asi al de explicar el concepto de esta , «todos los metales son conductores de la electricidad», «a presién constante, todo gas se dilata con el aumento de temperatura». Como estos ejemplos lo ilustran, la oracién legal no sélo tiene forma uni- versal sino también condicional; formula una afirmacién universal en el sentido de que si cumple un conjunto de condiciones, C, se cumplira también otro conjunto especificamente de condiciones, E. lente a E y, por lo tanto, capaz sélo de adquirir una probabilidad, 0 grado de confirmacién més o menos elevado, respecto de las pruebas experimentales dis- ponibles en un momento determinado. Sobre el tema véase Carnap (1946). Para ‘una excelente exposicién no técnica del concepto seméntico de verdad, que aqui se invoca, se remite al lector a Tarski (1944). 23, 1947, pig, 125. 24, Este procedimiento fue sugerido por el enfoque de Goodman en 1947. De manera similar, Reichenbach en un examen detallado del concepto de ley, construye su concepto de enunciado nomolégico de modo que incluye tanto las oraciones analiticas como sintéticas; véase 1947, cap. 8. 351 La forma estandar de la expresi6n simbélica de una oracién legal es, por ende, un condicional universal, Sin embargo, puesto que todo enunciado condicional puede transformarse en otro no condicional no se consideraré esencial para la oraci6n legal, mientras que sera in- dispensable mantener el eardcter universal. Pero el requisito de la forma universal no es suficiente para ca- racterizar las oraciones legales. Supongamos, por ejemplo, que una cesta b contenga en cierto momento t una cantidad de manzanas ro- jas y nada més." Entonces, el enunciado (E,) Toda manzana de la cesta b en el momento ¢ es roja es verdadero y a la vez de forma universal. No obstante, esta oracién no esté calificada como una ley; rehusariamos, por ejemplo, explicar por medio de la subsuncién del hecho de que una manzana determi- nada, elegida al azar en la cesta, sea roja. ¢Qué diferencia a E, de una oracién legal? Dos puntos, que trataremos de manera sucesiva, se sugieren por si mismos: el alcance finito y la referencia a un objeto especificado. Primero, la oracién E, formula, en efecto, una afirmacién respec- to de un ntimero finito de objetos, y esto parece irreconciliable con la pretensi6n de universalidad que se asocia comiinmente a la nocién de ley.” Pero, ¢no se consideran «legales» las leyes de Kepler aunque se refieran sdlo a un conjunto finito de planetas? Y zno estariamos ;puestos a considerar como oracién legal a la siguiente?: 25. La dificultad que ilustra este ejemplo fue enunciada concisamente por Langford (1941), quien se refirié a ella como el problema de distinguir entre universales de hecho y universales causales. Para un anilisis eilustracign més amplios de este punto, véase también Chisholm (1946), especialmente las pags. 301 y sigs. Goodman realiz6 un andliss sistematico del problema (1947, parte ITI) Si bien no concierne al tema especifico en discusidn, el examen de~ tallado de los condicionales contraficticos y sus relaciones con las leyes de la naturaleza, en el capitulo 8 de la obra de Lewis (1946), contiene importantes observaciones sobre varios de los problemas planteados en la presente sec~ 26. Popper (1935, sec. 13) y Reichenbach (1947, pag. 369) expresaron el cri- terio de que las leyes deben interpretarse como no limitadas a un Ambito finito. 352 (E,) La totalidad de los 16 cubos de hielo de la bandeja del refri- gerador tienen una temperatura inferior a 10 grados centi- grados. Podemos conceder este punto; pero existe una diferencia esencial entre E,, por un lado, y las leyes de Kepler y también E,, por el otros sabemos que estas tiltimas, si bien de extensién finita, son conse- cuencia de leyes mas inclusivas cuyo alcance no es limitado, mien- tras que éste no es el caso de E. ‘Adoptando un procedimiento sugerido recientemente por Rei- chenbach® distinguiremos, por lo tanto, las leyes fundamentales de las derivadas. Denominaremos ley derivada a un enunciado que ten- ga cardcter universal y se origine de ciertas leyes fundamentales. El concepto de ley fundamental requiere mayor esclarecimiento; por ahora, diremos que las leyes fundamentales deben satisfacer una de- terminada condicién: alcance ilimitado. Seria excesivo, no obstante, negar el estatus fundamental de la ora~ ci6n legal a todos los enunciados que afirman, en efecto, s6lo acerca de una clase finita de objetos, porque ello excluiria una oracién tal como «todos los huevos de petirrojo son de color azul verdoso», puesto que, presumiblemente, la clase de todos los huevos de peti- rrojo (pasados, presentes y futuros) es finita. Pero otra vez. vemos aqui una diferencia esencial entre esta oracién y, digamos, E,. Para establecer la finitud de la clase de los huevos de petirrojo se requiere conocimiento empirico, mientras que si se concibe la oracién E, de manera intuitivamente ilegal, los términos «cesta b» y «manzana» se comprenden como que implican la finitud de la clase de las manza- ras que estan en la cesta en el momento t. De esta manera, y por asi decirlo, el significado de sus términos constitutivos, por si solo—sin informacién féctica adicional—, implica que E, tiene extensién fi- rita. Las leyes fundamentales, entonces, debersn interpretarse de modo que satisfagan Ia condicién de alcance no limitado; nuestra formulacién de esta condicién, sin embargo, que remite a lo que est implicado en «el significado» de ciertas expresiones, es demasiado vvaga y deberd ser reexaminada mas adelante. De paso sefialamos que 27. 1947, pag. 361. No obstante, nuestra terminologia asi como las defini- ciones que se propondrén més adelante para los dos tipos de ley no coinciden con las de Reichenbach. 353 Ia estipulaci6n referida también excluye de la clase de las oraciones legales fundamentales a candidatos tan indeseables como «Todos los objetos urdnicos son esféricos», en que «urdnico» designa la propie- dad de ser el planeta Urano; por cierto que, aunque posee forma uni- versal, esta oracién no satisface la condicién de alcance no limitado. En nuestra brisqueda de una caracterizacién general de las ora- ciones legales, tomaremos ahora en cuenta un segundo indicio que proporciona la oracién E\. Ademés de violar la condicién de exten- sién no limitada, tiene la peculiaridad de referirse a un objeto parti- cular, la cesta b; y al parecer, esto también viola el cardcter universal de una ley. La restriccién que parece indicarse aqui debiera apli- carse nuevamente sdlo a las oraciones legales fundamentales, porque un enunciado general verdadero sobre la caida libre de los cuerpos fisicos en la Luna, si bien se refiere a un objeto particular, constitui- ria atin una ley, aunque fuese derivada. En consecuencia, parece razonable estipular que una oracién legal fundamental debe ser de forma universal y no ha de contener ocu- rrencias esenciales (es decir, no eliminables) de designaciones de ob- jetos particulares. Pero esto no es suficiente; realmente en este punto se presenta una dificultad especialmente seria. Considérese la oracién (B)) Todo lo que sea una manzana de la cesta b en el momento una muestra de éxido férrico, seré rojo. Si empleamos una expresién especial, por ejemplo «x es una man- fer» como sinénimo de «x es o bien una manzana de la cesta b ent 0 bien una muestra de éxido férrico», entonces el contenido de Ey puede expresarse como sigue: (E,) Todo lo que es «manfer» es rojo. El enunciado que asi se obtiene es de forma universal y no con- tiene designaciones de objetos particulares, ¢ igualmente satisface la 28. En fisica, la idea de que una ley no debe referirse a ningiin objeto parti- cular ha hallado su expresién en la maxima de que las leyes generales de la fisica no deben contener referencia a puntos espacio-temporales especificos, y que las coordenadas espacio-temporales deben ocurrir en ellas solamente en la forma de diferencias o diferenciales. 354 condicién de alcance ilimitados pero sin embargo es evidente que Ey no puede calificarse como una oracién legal fundamental del mismo modo que E. Mientras , «verde», «mas caliente que», «mientras», «li- quido», «con carga eléctrica», «mujer», «padre de», constituyen pre~ dicados cualitativos puros, mientras que «més alto que la torre Eif- fel», «medieval», «lunar», «értico», «Ming» no lo son.” 29. El punto ilustrado por las oraciones F, y E, fue sefalado por Goodman, quien también destacé la necesidad de imponer ciertas restricciones a los pre- dicados cuya ocurrencia pueda ser admisible en las oraciones legales. Estos predicados son esencialmente los mismos que Goodman llama proyectables. Goodman ha sugerido que los problemas para establecer criterios previsos de proyectabilidad, para interpretar condicionales contrafécticos y para definir el concepto de ley estan tan intimamente relacionados, que son virtualmente as- pectos de un sinico problema. (Véanse sus articulos, 1946 y 1947.) Carnap hizo tuna sugerencia para el anilisis de la proyectabilidad en 1947, La nota de Good- ‘man (1947a) comtiene observaciones criticas sobre las propuestas de Carnap. 30. Popper argumenté (1935, secs. 14 y 15) que las leyes, ademas de ser de forma universal, deben contener sélo predicados universales puros. Nuestra ex- presién «predicado cualitativo puro», de indole alternativa, se eligié por ana~ Jogia con cl sérmino de Carnap «propiedad cualitativa pura» (véase 1947). La caracterizacidn dada en el texto de los predicados universales puros parece pre- ferible a una més simple y tal vez. mas connin, para que el enunciado del signif cado del predicado no tenga que referirse a objetos particulares. Esta formula- mn podria ser demasiado excluyente, puesto que podria argiirse que enunciar 355 Excluir de las oraciones legales fundamentales los predicados que zo sean cualitativos puros, aseguraria al mismo tiempo el cumpli- miento de la condicién de alcance ilimitado, porque el significado de un predicado cualitativo puro no requiere una extension finitas y, en realidad, todas las oraciones consideradas antes que violan la condi- cién de alcance ilimitado hacen referencia explicita o implicita a ob- jetos especificos. No obstante, la estipulacién que acabamos de proponer sufre de vaguedad del concepto de predicado cualitativo puro. La pregunta de si indicar el significado de un predicado en inglés exige 0 no hacer referencia a algiin objeto especifico, no siempre permite una respuesta inequivoca, puesto que el inglés, siendo un lenguaje natu- ral, no proporciona definiciones explicitas u otras explicaciones cla~ xas de significado con respecto a sus términos. Por consiguiente, pa- rece razonable intentar definir el concepto de ley, no con respecto al inglés o a cualquier otro idioma natural, sino més bien con respecto a un lenguaje formalizado —llamémoslo lenguaje modelo L— go- bernado por un sistema bien determinado de reglas ldgicas, y en el cual todo término esté caracterizado como primitivo o introducido por medio de una definicién explicita en funcidn de los primitivos. Esta referencia a un sistema bien determinado es habitual en la investigacién légica y, por cierto, muy natural en el contexto de todo intento para desarrollar criterios precisos para ciertas distincio- nes légicas. Pero por si solo no es suficiente para vencer la dificultad especifica que se analiza. Pues si bien ahora es posible caracterizar fécilmente como no cualitativos puros todos aquellos predicados entre los definidos en L, cuyo definiens contenga una ocurrencia esencial de algiin nombre individual, nuestro problema atin no esta resuelto para los términos primitivos del lenguaje, cuyos significa~ dos no estan determinados por definiciones dentro del lenguaje sino el significado de términos cualtativos puros, tales como «azul» 0 «caliente», re- {quiere tomar como ejemplo algtin objeto particular que tenga la cualidad sefia~ ada. El punto esencial es que no es necesario elegir ningtin objeto especificos cada uno de los objetos azules o calientes del conjunto ldgicamente ilimitado puede servir. Sin embargo, al explicar el significado de «mas alto que la torre Eiffel», «ser una manzana de la cesta en el momento t», «medieval», etc, hay {que hacer referencia a un objeto especifico o a alguno que pertenezca a un con- junto limitado de objetos. 356 més bien por reglas semAnticas de interpretacién. Porque queremos permitir I interpretacién de los primitivos de L mediante atributos tales como azul, duro, sdlido, mas caliente que, etc., pero no por me- dio de la propiedad de ser un descendiente de Napoleén, un animal Artico o una estatua griega. Y Ia dificultad reside precisamente en es- tablecer criterios rigurosos para diferenciar las interpretaciones ad- misibles y las no admisibles. Asi se plantea nuevamente el problema de encontrar una definicién adecuada para los atributos cualitativos puros, es decir, para los conceptos del metalenguaje en que se for- ‘ula la interpretacién semantica de los términos primitivos. Podemos postergar enrentarmos con esa dficutad mediante la suposicén de a calidad formal del metalenguaje semédntico, del metalenguaje, etc., pero enalgn panto deberemosdetenemos ante un metalenguae no formalizado, y para él se necesitaré una caracterizacién de los predi- cados cualitativos puros que presentaré en alto grado los mismos problemas que los del idioma inglés no formalizado con el cual habiamos comenzado. La caracterizacién de un predicado cualitati- yo puro como aquel cuyo significado puede hacerse explicito sin re- ferencia a ningtin objeto concreto sefiala el significado que se inten- ta pero no lo explica con precisién, y queda en pie el problema de una definicién adecuada de los predicados cualitativos puros. Sin embargo, no cabe duda de que existe una gran cantidad de predicados que generalmente se reconocerian mas bien como cuali- tativos puros en el sentido aqui sefalado, y como admisibles en la formulacién de oraciones legales fundamentales; ya hemos dado al- gunos ejemplos y la lista podria ampliarse con facilidad. En adelan- te, cuando hablemos de predicados cualitativos puros, tendremos en mente los predicados de este tipo. En la seccion siguiente se describira un lenguaje modelo L de es- tructura logica més bien simple, cuyos términos primitivos se supon- drén cualitativos en el sentido ya indicado. Se definirén los conceptos de ley y explicacién para este lenguaje, de modo que se tomen en cuenta las observaciones generales expuestas en la presente secci6n. 6. Definicin de ley y explicacién en un lenguaje modelo Respecto de la sintaxis de nuestro lenguaje modelo L sefialare- ‘mos los siguientes supuestos: L tiene la estructura sintactica del cdl- 357 culo funcional inferior, sin signo de identi al inferior, sin signo de identidad. Ademis de los sig- posde nea, _{teranci lsyuncién, conjuncione implicacign , y de los simbolos de cuantificacién universal y exis, fencial respecto de variables individuales, el vocabulario de L poses constanes indvidvales (, , Gr} ug expresan propiedades de individuos, y predicados de grado 2 («R>, «S»..) que expresan relaciones diddieas entre indivi, Para mayor simplicidad suy Pata mplicidad suponemos que todos los predicad: teios quese desarolan acontinuacién se apliquen a una oracion, los predicados definidos que é nga serdn eliminados tr Era que ésta contenga serén eliminados as reglas sintécticas de Z para la formacién de Las regls sin oracione la inferencia légica son las del célculo funcional inferior, ‘Ninduna coracién puede contener variables libres, de modo que la genereidad se eprese siempre mediante cuantfiacin universal ara referencia posterior, definiremos ahor és , 7 Fa, en términos pura- mente sintécticos, algunos conceptos ausiliares, En las definicence sigvines 2 es entendida siempre como una oracidn, 1a) E es formalmente verdadera (formalmente f ( : rmalmente falsa) dentro d. Ee siE = negacién de E) puede probarse dentro de L, a ae anes ls telasformale de la inferencia legia para L. Si dos orm. ae Eiten ciones de 1 pueden leducirse reciprocamente se las denominard (6.1b) Se dice que E es una oracién acidn singular o, alternat nol as ew pom heaven, oa enunciados conectivos se denomina también atémica. E jempes: oraciones «R(a, b) > [Pla) - ~ Qla))», «~ Olan, SR bb, Pla)» son todas singulares 0 moleculares; as dos snes 358 les, Se dice que E es esencialmente universal y no equivale a una ora~ cién singular. E se denomina esencialmente generalizada si es gene- ralizada y no equivale a una oracién singular. Ejemplos: «(x) (P(x) D Q(x)}>, «(x) Rla, x)», «(x) [P(x) v Pla)]>, «(x) (P(x) v ~ Px)», (Ex) [P(x) » ~ Q(x)», «(Ex) () [Ria x) + S(@ > son todas oraciones generalizadas; las cuatro primeras tienen forma ‘universal, la primera y la cuarta son universales puras; la primera y la segunda son esencialmente universales; la tercera es equivalente a la oracién singular . Puesto que la explicacién cientifica utiliza de modo esencial las oraciones generalizadas, deben excluirse los conjuntos de leyes de esta naturaleza; esto se logré antes combinando todas las oracio- nes generalizadas del explanans en una sola conjuncién, T, y estipu- 34, En (6.6) (2) es necesario estipular que Tes una teorfa y no simplemente que sea verdadera, porque sein se ha visto en la secién 5, las orsciones genera lizadas que ocurren en un explanans deben constitur una teoriay no toda oracién esencialmente generalizada que sea verdadera es realmente una teoria, es decir, ‘una consecuencia de un conjunto de oraciones generalizadas puras verdaderas, 362 lando que T debe ser esencialmente generalizada. Nuevamente, pu‘ to que la explicacién cientifica utiliza de manera esencial las oracio- nes generalizadas, E no debe ser consecuencia de C sola: la ley de gravedad combinada con la oracién singular «Maria es rubia y de ojos azules», no constituye un explanans para «Maria es rubia>. La tlti- ‘ma estipulacién en (6.5) introduce la restriccién requerida, y prohibe asi la autoexplicaci6n completa del explanandum, es decir, Ia deriva- cién de E de una oraci6n singular que tenga a E por consecuencia. Esa misma restriccién elimina también la necesidad de un requisito especial en el sentido de que T debe tener un contenido féctico si (T, C)ha de ser un explanans potencial de una oracién empirica E. Pues si E es féctica, entonces como E es una consecuencia de T'y C uni- das y no de C sola, T también debe ser factica. Sin embargo, nuestras estipulaciones en (6.5) no excluyen lo que podria denominarse autoexplicacién parcial del explanandum. Con- sidérense las oraciones T, = «(x) (P(e) > Q(x)}»s C, = «Ra, b) + Pla)», E, = «Q(a) * R(a, b)>. Estas oraciones satisfacen todos los re- quisitos establecidos en (6.5), pero no parece intuitivamente adecua~ do decir que (T;, C;) explique potencialmente a E,, porque la ocu- rrencia del componente «R(a, b)» de C; en la oracién E, importa una explicacién parcial del explanandum por si misma. No seria posible excluir, mediante una estipulaci6n adicional, todos aquellos casos en que E comparte parcialmente su contenido con C, es decir, donde C y E tienen una consecuencia comtin que no es formalmente verda- dera en L? Esta estipulacién seria equivalente al requisito de que C y E tienen que ser alternativamente exhaustivas, en el sentido de que su disyunci6n es formalmente verdadera pues el contenido que dos oraciones cualesquiera tienen en comtin se expresa mediante su dis- yuncién, Pero la restriccién propuesta, sin embargo, seria demasia- do severa, ya que si E no comparte por lo menos algo de su contenido con C, entonces C es completamente innecesaria para la derivacién de Ea partir de Ty C, es decir, E puede inferirse de T sola. Por con- siguiente, en toda explicacién potencial en que no se pueda presci dir del componente singular de! explanans, el explanandum esta aplicado parcialmente por sf mismo. Témese, por ejemplo, la expli- cacién potencial de E, = «Q(a)» mediante T, = «(x) [P(e) > Q(x)}> y C, = «P(a)», que satisface a (6.5) y que con seguridad es intuitiva- mente inobjetable. Sus tres componentes pueden expresarse de modo equivalente por las siguientes oraciones: 363 «(x) [~ P(e) v Q@e)}>5 C2= [P(a) v Q(a)] - [P(a) v ~ Q(a)}>s E%= «{P(a) v Q(a)] * [~ Pa) v Qa)}>. Esta reformulacién demuestra que parte del contenido del expla- nandum esta incluido en el contenido del componente singular del explanans y, en este sentido, se explica por sf mismo. _ Nuestro andlisis ha legado aqui a un punto en que la idea co- rriente ¢ intuitiva de explicacién es demasiado vaga para proporcio- nar més orientaci6n hacia una reconstruccién racional. En realidad, el:iltimo ejemplo sugiere de modo muy claro que tal vez.no haya un limite definido que separe los tipos de autoexplicacién parcial intui- tivamente admisibles de los que obstaculizan la intuicidn, pues has- ta la explicacién potencial recién considerada —que es aceptable en su formulacién original— podria juzgarse segiin bases intuitivas cuando se transforma en la versién equivalente que se acaba de dar. El punto ilustrado por el iiltimo ejemplo se expone de manera mis explicita en el teorema siguiente, que formulamos aqui sin de- mostracién: (6.7) Teorema. Sea (T, C) un explanans potencial de la oracién singular E. Existen entonces tres oraciones singulares, E,, Ey y Cj,en L tales que E equivale a la conjuncién E, + E,3 C equivale a la con- juncién C, » E, y E, puede derivarse en L de T sola. En términos més intuitivos, esto significa que si representamos la estructura deductiva de una explicacion potencial dada mediante el esquema (7, C} ~ E, entonces este esquema puede reexpresarse en la forma {7, C, » E,) > E, * Ey donde E, se deduce de T sola, de modo que C; es totalmente innecesaria como premisa; en conse- cuencia, el esquema deductivo que estamos considerando puede re- ducirse a {T, E,] > E, + Ey que puede descomponerse en los dos es- 35. En la formulacién del teorema dado y en el texto siguiente, los simbo- los de enunciados conectivos se emplean no slo como signos en L sino tambi de manera auténoma al hablar acerca de expresiones compuestas de L. Asi, cuando «S» y «7> son nombres o variables nominales de oraciones en L, su con. juncién y disyuncién se designarén por «S « T> y «S v T>, respectivamente; el condicional cuyo antecedente es Sy el consecuente T serian designados por «S 3 To, y la negacién de $ por «~ S». (A propésito, esta convencién ya ha sido utilizada una ver, de modo técito, en la nota 33.) 364 quemas deductivos {7} — E; y {Ei} - E;. El primero de estos es- quemas podria denominarse una explicacidn te6rica pura de E, por T,y el segundo, una autoexplicacién completa de E,. En otras pala- bras: el teorema (6.7) demuestra que toda explicacién cuyo expla- nandum es una oracién singular puede descomponerse en una ex- plicacién puramente teérica y en una autoexplicacién completa. Y cualquier explicacién de esta clase en que el componente singular del explanans no sea completamente innecesario implica una autoexpli- cacién parcial del explanandum. Prohibir la autoexplicaci6n parcial significarfa por lo tanto, la li- mitacién de la explicacin a una explicacién teérica pura. Esta medi- da parece una restriccién excesivamente severa. Por otra parte, no parece que esté justificado el intento de delimitar el grado admisible de autoexplicacién mediante alguna regla especial, porque, como hemos visto, el uso corriente no proporciona ninguna orientacién para tal delimitacidn, y porque al parecer no se obtiene ninguna ven- taja sistemética mediante el trazado de una linea divisoria arbitraria. Por estas razones, nos abstenemos de introducir estipulaciones que prohiben la autoexplicacién parcial. Las condiciones establecidas en (6.5) fracasan en excluir otro tipo inaceptable de argumento explicativo que esté estrechamente vincu- lado con la autoexplicacion completa, y que debera proscribirse por medio de una estipulaci6n adicional. En suma, el punto es que si aceptéramos (6.5) como una definicién de la explicacién potencial, en lugar de considerarla como una enunciacién de las condiciones 36, La caracteristica a que nos hemos referido como autoexplicacién parcial debe distinguirse de lo que a veces se denomina la circularidad de la explicacién cientifica. Esta frase ha sido empleada para expresar dos ideas distintas: a) una de ellas es la aseveracién de que los principios explicativos aducidos al explicar ‘un fendmeno especifico se infieren del mismo fendmeno, de modo que todo el proceso explicativo es circular. Esta ereencia es falsa, ya que las leyes generales no pueden inferirse de oraciones singulares; b) también se ha argiido que en una explicacién seria el contenido del explanandum esta contenido en el del ex- planans. Esto es correcto, pues el explanandum es una consecuencia légica del explanans; pero esta peculiaridad no hace trivialmente circular a la explicacién cientfica, puesto que la leyes generales que ocurren en el explanans van mucho sds alld del contenido del explanandum especfico. Para un andlisis més com- pleto de la objecién sobre la circularidad, véase Feigl (1945, pags. 286 y sigs.) en donde se trata con mucha claridad este punto. 365 necesarias, entonces, y como consecuencia de (6.6), cualquier hecho concreto dado podria explicarse por medio de una oracién legal ver- dadera, cualquiera que fuese. Expresado de manera més explicita: si E es una oraci6n verdadera —«L.a cima del monte Everest esta cu- bierta de nieve», por ejemplo— y T es una ley —como «Todos los metales son buenos conductores del calor»—, entonces siempre existird una oracién singular verdadera C tal que E es deducible de T ¥.C, pero no de C sola; en otras palabras, que (6.5) sea satisfecho. En efecto, sea T, un caso particular de T elegido arbitrariamente, tal como «Si la torre Fiffel es metilica seré buena conductora del calor». Ahora bien, puesto que E es verdadera, también lo seré el condicio- nal Ts E, y si hacemos que éste sea la oracién C, entonces T, Cy E satisfardn las condiciones establecidas en (6.5). ‘A fin de aislar las caracteristicas distintivas de este tipo engafioso de explicacién, examinemos un caso especialmente sencillo de este ipo objetable. Sea 7; = «(x) P(x)» y Ey = «R(a, b)», entonces la ora- cién C, = «P(a) 3 R(a, b)» esta formada segtin las instrucciones pre- cedentes y 7;, C; y E; satisfacen las condiciones de (6.5). Pero, como hemos visto con el ejemplo anterior, no dirfamos que (7', C,) cons tituye un explanans potencial de E;. El fundamento te6rico del vere- dicto puede exponerse como sigue: sila teoria T; sobre la que se apo- ya la explicacidn es realmente verdadera, entonces la oracién C,, que también puede ponerse en la forma «~P (a) v R (a, b)», sélo puede verificarse —esto es, demostrarse que es verdadera— por medio de «R(a, b)», es decir, E,. En este sentido mas amplio, E, resulta aqui ex- plicada por si misma. Y, por cierto, la peculiaridad que se sefala pri- va claramente a la explicacién potencial propuesta para E, del aleance predictivo que, como seftalamos en la parte I, es esencial para la ex- plicacién cientifica: no es posible predecir E, sobre la base de T,y Cy, pues la verdad de C, no puede investigarse de otra manera que no in cluya la verificacién de E;. Por lo tanto, seria preciso complementar a (6.5) por la estipulacién de que si (7, C) puede ser un explanans potencial de E, entonces el supuesto de que T'es verdadera no debe implicar que la verificaci6n de C requiera la verificacién de E.” 37. Es importante distinguir claramente entre los dos casos siguientes: a) si Tes verdadera, entonces C no puede ser verdadera sin que E sea verdadera, yb) si T es verdadera, C no puede verificarse sin que E sea también verificada. La condicién a) debe satisfacerse por toda explicacién potencial; la condicién b), 366 Cémo podria expresarse esta idea de modo més preciso? El es- tudio de un ejemplo nos sugerira una definicién de la verificacién para las oraciones moleculares. La oracién M = «{~P(a) - Q(a)] v R(a, b)» puede verificarse de dos maneras distintas, sea determinan- do la verdad de las dos oraciones que la componen, «~P(a)» y «, «~P(b)», «~ Qh)», s «Q(a) * ~ Pb)», «Q(o», «~P(d)»), T, tendrfa un valor s igual a 1/4, y asi su- cesivamente. Pero lo que buscamos es una medida del grado en que tuna teoria dada sistematiza deductivamente un conjunto dado de in- formacién factica, es decir, un cierto contenido al margen de la es- structura y agrupacién particulares de las oraciones en que ese conte~ nido esté expresado. Emplearemos, por lo tanto, un método que representa el contenido de toda oracién singular o clase de oraciones singulares como compuesto de ciertas porciones minimas de infor maci6n determinadas tnivocamente. Si aplicamos nuestra idea gene- ral a estas porciones, obtendremos una medida del poder sistematico de T en K que es independiente de la manera en que esta formulado el contenido de K. Las oraciones que expresan esas porciones mi- nimas de informacién se llamaran oraciones minimas, y una defi cidn explicita de este concepto auxiliar hard posible una formulacién exacta del procedimiento propuesto. Ahora desarrollaremos este punto. Si, como supondremos aqui, el vocabulario de L contiene niime- +08 fijos y finitos de constantes individuales y de constantes predica~ tivas, entonces s6lo se puede formular en Lun cierto ntimero finito —digamos n— de oraciones atémicas distintas. Por oracién minima en L entenderemos una disyuncién de cualquier mimero de k (OS k Sn) de oraciones atémicas diferentes y las negaciones de las n - k restantes. Resulta claro que las oraciones atémicas n determinan ora~ 370 ciones minimas 2°. Asi un lenguaje L; contiene exactamenté una constante individual , «~Pla) v Qa)», «Pla) ¥ ~Qla)e Si otto lenguaje, L>, contiene ademas del vocabulario de L,, una segunda constante individual, de grado 2, entonces L, contiene ocho oraciones atémicas y 256 oraciones minimas tales como «P(a) v P(b) v ~Q(a) v Q(L) v R(a, a) v R(a, b) v ~ R(b, a) v ~R(b, b)>. La expresi6n «oraci6n minima» indica que los enunciados estu- diados son las oraciones singulares en L de menor contenido dife- rente de cero, lo que significa que toda oracién singular en L que se deduce de una oracién minima equivale a esa oraci6n minima 0 for- malmente verdadera en L. Las oraciones minimas tienen, por cierto, consecuencias diversas de ellas mismas que no son formalmente ver- daderas en L, pero éstas no son de forma singular; «(Ex) (P(x) v QG))» es una consecuencia de «P(a) v Qa)» en el lenguaje L, al que nos hemos referido. ‘Ademés, no hay dos oraciones minimas que tengan ninguna con- secuencia comtin que no sea formal o légicamente verdadera en L; en otras palabras, los contenidos de dos oraciones minimas cuales- quiera son reciprocamente excluyentes. En virtud de los principios del célculo oracional, toda oracién sin- gular que no sea formalmente verdadera en L puede transformarse en tuna conjuncién de oraciones minimas univocamente determinadas; esta conjuncién se denominaré forma minima normal de la oraci6n. Asi, por ejemplo, en el lenguaje L.;, al que nos referimos més arriba, las oraciones + “[Pa) v~Qla))> y «[P(a)v Q(@)] - [~P(a) v Qa)», respectivamente; en Z., cada una de esas mismas oraciones tiene for- mas minimas normales consistentes en 128 oraciones minimas con- juntivas. Si una oracién es formalmente verdadera en L, su contenido €s cero, y no puede representarse por una conjuncién de oraciones ‘minimas. Ser conveniente, sin embargo, decir que la forma minima normal de una oracién formalmente verdadera en L es la conjuncién vacua de oraciones minimas, que no contiene ningiin término. ‘Como consecuencia del principio mencionado, cualquier clase de oraciones singulares que no sean todas formalmente verdaderas pue- 371 de representarse por una oracién de forma minima normal. Pode- ‘mos expresar ahora la idea basica ya esbozada para la explicaci6n del concepto de poder sistematico mediante la siguiente definicién: (7.1) Sea T cualquier oracién en L y K cualquier clase finita de oraciones singulares en L que no son todas formalmente verdaderas, Si K’es la clase de oraciones minimas que ocurren en la forma mini- ‘ma normal de K, consideremos todas las divisiones de K’ dentro de dos subclases reciprocamente excluyentes, K’, y K’y de modo que toda oracién K’, sea deducible de K’, por medio de 7: Cada divisién de este tipo determina una relacién n (K’;) / n (Kes decir, la canti- dad de oraciones minimas en K’; dividida por el niimero total de oraciones minimas en K’, Entre los valores de estas relaciones, debe haber uno que sea mayor; s(T, K) debe ser igual a esa relacién méxi- ma. [Nétese que si todos los elementos de K fueran formalmente verdaderos, n(K’) seria Oy la raz6n a que nos referimos no se podria definir.] Ejemplo: Supongamos que L; contiene una sola constante indivi- dual, «a», y s6lo dos predicados,

» «Qe, ambos de grado 1. En L, hagamos T'= «(x) [P(x) > Q(x)]», K = {«P(a)», «Q(a)»). Entonces tenemos K’= {«Pla) v Q(a)», «P(a) v ~Q(a)», «~ Pla) v Qla)»} A partir de la subclase K’,, que consiste en los dos primeros elementos de K’—que juntos equivalen a «P(a)»— podemos deducir, por me- dio de T, la oracién «Q(a)», y de ahi por pura légica, el tercer ele- mento de K’; éste constituye el tnico elemento de K’;, No es posible ninguna sistematizacién «mejor», de donde s(T, K) = 1/3. Nuestra definicién es independiente del problema, que deja sin resolver, de si para una K’ dada no podrian existir diferentes divisio- nes, cada una de las cuales darfa el valor maximo para n(K’,)/n(K’). En realidad, esto nunca puede suceder: si existe exactamente una subdivisién éptima de K’dada. Este hecho es un corolario de un teo- rema general, del que nos ocuparemos ahora, Se advertiré que en el Lltimo ejemplo, K’; puede deducirse de T sola, sin emplear K; como premisa; por cierto, «~P(a) v Q(a)» no es més que un caso de susti- tucién de la oracién «(x) [~P(x) v Q(x)}, equivalente a T. El teore- ‘ma que ahora formularemos y que puede parecer sorprendente al principio, muestra que esta observacién se aplica de manera andloga en todos los otros casos. 372, (7.2) Teorema. Si T es una oracién cualquiera, K’ una clase de orasiones minimas,y K’ una subelase de K’tal que toda oracién en K’, sea deducible por medio de T de la clase K - K’, entonces toda oracién de K’, es deducible de T sola. La demostracién, en sintesis, es como sigue: puesto que los con- tenidos de dos oraciones minimas diferentes cualesquiera son reci- procamente excluyentes, deben serlo también los contenidos de K’, y K’, que no tienen ninguna oracién minima en comiin. Pero puesto {que las oraciones de K’, se deducen de K’, y T juntas, deben por lo tanto deducirse de 7 sola. Sefialamos las siguientes consecuencias de nuestro teorema: (7.2a) Teorema. En cualquier clase K’ de oraciones minimas, la mayor subelase deducible de las restantes por medio de una oracién Tes idéntica a la clase de aquellos elementos en K’ que son deduci- bles de T'sola. (7.2b) Teorema. Si T es cualquier oracién, K una clase de oracio- nes singulares, K’la clase equivalente de oraciones minimas, y K’,la clase de aquellas de entre estas iltimas, deducibles de T sola, enton- ces el concepto s definido en (7.1) satisface la siguiente ecuacién: 3(T, K) = n(K')/n(K) 8. Poder sistemdtico y probabilidad légica de una teoria. Generalizacién del concepto de poder sistematico El concepto de poder sistematico esta estrechamente vinculado con el grado de confirmacién, o probabilidad légica, de una teoria. El estudio de esta relaci6n esclarecera la definicién de s propuesta, sugerird ciertas maneras de generalizarla y conducira finalmente a tuna teorfa general de poder sistematico que es formalmente andloga ala de la probabilidad l6gica. El concepto de probabilidad logica, o grado de confirmacién, es el concepto central de la I6gica inductiva. Carnap,” Helmer, Hem- pel y Oppenheim’ han propuesto diferentes definiciones explicitas 39. Véanse especialmente 1945, 1945a y 1947. 40. Véanse Helmer y Oppenheim (1945); Hempel y Oppenheim (1945). Ciertos aspectos generales de la relacién entre la confirmacién de una teoria y 373, de este concepto, para lenguajes de estructura similar a la de nuestro lenguaje modelo. ‘Mientras que la definicién de s propuesta en la seccién anterior se apoya en el concepto de oracién minima, el concepto bisico en la construccién de una medida de la probabilidad ldgica es el de la des- cripcién de estado 0, como también dijimos, el de la oracién maxi- ma. Una oracién méxima es el dual* de una oracién minima en L; es una conjuncién de oraciones atémicas diferentes k(0 = k Sn), y de las negaciones de las oraciones atémicas restantes m - k. En un len- guaje con oraciones atémicas 7, existen 2" descripciones de estado. Asi, por ejemplo, el lenguaje L, repetidamente mencionado en el pa~ ragrafo 7 contiene las cuatro siguientes oraciones méximas: «P(a) + QUa)», «P(a) > ~ Qa)», «~ Pla)» Qa)», «~ Pla)» ~ Qa)». El término y la forma normal maxima «{P(a) + QXa)] v [Pla) * ~ Qa)}»; la oracién «P(a) D Q(a)» tiene la forma normal minima «~ P(a) v Q(a)> y la forma normal maxima <{P(a) + QXa)] v [~ Pla) - Qla)] v [~ Pla) + ~ Q(a))>s la forma normal mini- ma de una oracién formalmente verdadera es la conjuncién vacua, mientras que su forma normal méxima es la disyuncién de la totali- dad de las cuatro descripciones de estado en Z;. La forma normal su éxito predictivo o sistemstico se examinan en Hempel, 1945, parte II, secs. 7 y 8. La definicién de s desarrollada en este volumen establece una contraparte ‘cuantitativa de lo que en este trabajo se caracteriza, en términos no numéricos, como el criterio predictivo de la confirmaci6n. 41, Para una definicidn y andlisis de este concepto véase, por ejemplo, (Church (1942, pag. 172) 374 minima de cualquier oracién formalmente falsa es la conjuncién de todas las cuatro oraciones minimas en L,, en tanto que su forma nor- mal maxima es la disyuncién vacua, La forma minima normal de una oracién singular es un indice adecuado de su contenido, pues representa a la oracién como una conjuncién de componentes estandares cuyos contenidos son mini- ‘mos y reciprocamente excluyentes. La forma normal maxima de una oracién es un indice adecuado de su amplitud, es decir, expresado de un modo intuitivo, de la variedad de sus diferentes realizaciones po- sibles, 0 de la variedad de aquellos estados posibles del mundo que, si se realizaran, harian verdadero ese enunciado, En realidad, cada oracién maxima se puede considerar como la descripcién, tan com- pleta como sea posible en L, de un probable estado del mundo; y las descripciones de estado que constituyen la forma normal maxima de una oracién singular dada no hace sino registrar aquellos estados, entre todos los posibles, que harian verdadera la oracién. Del mismo modo que los contenidos de dos diferentes oraciones minimas cualesquiera, las amplitudes de dos oraciones méximas cua- lesquiera son reefprocamente excluyentes: ningiin estado posible del mundo puede hacer verdaderas dos oraciones maximas diferentes, porque dos oraciones maximas cualesquiera son obviamente incom- patibles entre si.” Laamplitud y el contenido de una oracién varian en proporcién inversa, Cuanto més expresa una oracién, menor es la variedad de sus posibles realizaciones, y a la inversa, Esta relacion se refleja en el hecho de que cuanto mayor sea el ntimero de componentes de la for- ‘ma normal minima de una oracién singular, menor es el ntimero de componentes de su forma normal méxima, ya la inversa. En efecto, tila otma hora msi de una Gracin giles ponte mode m =2* oraciones minimas en L, entonces su forma normal maxima contiene ly = m ~ my de las oraciones méximas m en L. Esto que~ da ilusteado por aucstros cuatro tltimos ejemplos, donde m = 4, y my = 2, 1, 0,4, respectivamente. Las observaciones anteriores sugieren que el contenido de toda oracién singular U puede medirse mediante el correspondiente nti- 42, Se puede encontrar un anilisis més detallado del concepto de amplitud en Carnap (1945, sec. 2 y en 1942, secs. 18 y 19) donde se examina extensamen- te la relacién entre amplitud y contenido. 375 mero my o por medio de alguna magnitud proporcional a él. Ahora bien, ser4 conveniente restringir los valores de la funcién que expre- sa la medida del contenido al intervalo de 0 a1 inclusive; y por lo tanto, definimos una medida, g,(U) por el contenido de cualquier oraci6n singular en por medio de la formula (8.1) g(U) = my/m ‘A cualquier clase finita K de oraciones singulares le asignamos, como medida g,(K) de su contenido, el valor g,(S), donde S es la con- juncién de los elementos de En virtud de esta defini cién del teorema (7.2b): in podemos volver a escribir la ecua~ 3(T, K)= g(K4)/ (Kk) ‘Aqui, K’ es la clase de todas aquellas oraciones minimas de K’ que son consecuencias de T. En el caso especial en que 7 sea una ora~ cién singular, K’, serd, en consecuencia, equivalente a Tv S, donde $ es la conjuncién de todos los elementos de K’. Por lo tanto, la ecua- cin anterior puede transformarse en (8.2) s(T, 8) = g(TvS)/ gi(S) Esta formula es vilida cuando T'y S son oraciones singulares, y $ no es formalmente verdadera. Tiene una semejanza sorprendente con el es- quema general para definir la probabilidad légica de T con respecto a S: (83) PT, S) = {T+ $)/ 15) Aqui r(U) es, para cualquier oracién U en L, una medida de la amplitud de U; Tes cualquier oracién en L, y $ cualquier oracién en Loon r(S) #0. Las diversas definiciones especificas del concepto de probabili- dad légica que se han propuesto concuerdan esencialmente con la pauta general exhibida en (8.3), pero difieren en la selecci6n de una 43. Ena teoriade la probabilidad logica de Carnap, p(T, S) se define en cier- tos casos como el limite que asume la funci6n r(T = S) / 1(5) en condiciones es- 376 funcién de medida especifica para las amplitudes, es decir, difieren en la definicién de r. Una idea que surge por s{ misma es la de asi nar, a cualquier oraci6n singular U cuya forma maxima normal con- tiene oraciones maximas ly, la medida de la amplitud: (84) 1(U)=ly/_m definida, evidentemente, en estricta analogia a la medida del conte- nido g, aplicable a oraciones singulares, que se ha introducido en (8.1), Para toda oracién singular U la suma de las dos medidas es igual a la unida (8.5) r(U) + g(U) = (ly + my) / m= 1 Como lo ha demostrado Carnap, sin embargo, la medida de la amplitud r, confiere al correspondiente concepto de probabilidad légica, es decir, al concepto P; definido mediante ella segiin el es- quema (8.3), ciertas caracteristicas que son incompatibles con el sig- nificado de la probabilidad logica intentados" tanto Carnap como Helmer y los autores de este capitulo han sugerido ciertas funciones de medida de amplitud que pueden servir de alternativa, y que con- ducen a conceptos de probabilidad y de grado de confirmacién mas satisfactorios. Aunque no es necesario entrar en detalles, las obser~ vaciones generales que mencionamos a continuacién parecen indica~ das para preparar el analisis subsiguiente. La funcidn r, mide la amplitud de una oracién singular esencial- mente mediante el recuento del ntimero de oraciones maximas en su forma normal méxima; asi, concede igual peso a todas las oraciones méximas [la definicién (8.1) trata de manera andloga las oraciones mi- nimas). Las definiciones alternativas a las que nos referimos se basan en-un procedimiento diferente. Carnap, en particular, formula la re gla que asigna un peso especifico, es decir, un valor especifico ra cada oracidn maxima, pero estos pesos no son iguales para todas las oraciones méximas. Luego define la medida de la amplitud de cual- {quier otra oracién singular como la suma de las medidas de las ora~ pecificadas (véase Carnap, 1945, pag. 75); pero nosotros nos abstendremos aqui de considerar esta generalizacién del tipo de definicin representado por (8:3). 44, 1945, pags. 80-81. a7 ciones maximas que la componen. Segtin la funcién asi obtenida —llamémosla ry— Carnap define el correspondiente concepto de probabilidad I6gica, que llamaremos p,, para oraciones singulares T, § de acuerdo con el esquema (8.3): p(T, S) = 1 (T + $)/ 175(5). Las definiciones de r, y p, se extienden luego, mediante ciertos procesos limitadores, a los casos en donde T'y S ya no son ambas singulares.'* Se puede advertir facilmente que asi como la funci6n r, definida en (8.5) no es sino una de entre una infinidad de posibles medidas de Ja amplitud, del mismo modo la funci6n andloga g, definida en (8.1) ‘no es sino una de entre una infinidad de posibles medidas del con- tenido; y asi como cada medida de la amplitud puede servir para de- finir, segiin el esquema (8,3), una medida de la probabilidad légica correspondiente, del mismo modo cada funcién de medida del con- tenido puede servie para definir, por medio del esquema ilustrado en (8.2), una medida correspondiente del poder sistematico. Un méto- do que se sugiere para obtener otras funciones de medida del conte~ nido consiste en seleccionar alguna medida de amplitud r distinta de ny luego definir una medida de contenido correspondiente g, en funcién de aquélla, mediante la formula (86) aU) U) 45. El enfoque alternativo sugerido por Helmer y los autores de este capi- tulo implica el uso de una funcién de medida de amplitud r, que depende, de ‘manera especificads, de la informacién r disponible; en consecuencia, la medida dela amplitud de cualquier oracidn U esté determinada s6lo si se da una oracién I que exprese la informacién empitica disponible. De acuerdo con esta funcién de medida de la amplitud, el concepto de grado de confirmacién, de, puede de- finirse por medio de una férmula similar a (8.3). El valor de de(7, S) no se defi- ne, sin embargo, en ciertos casos en donde S esta generalizado, como lo ha se- fialado McKinsey (1946); ademas, el concepto de no satisface todos los teoremas de la teoria elemental de la probabilidad (véase el andlisis de este punto en los dos primeros articulos mencionados en la nota 40); por lo tanto, el grado de confirmacién de una teorfa con respecto a una comprobacién dada no es una probabilidad en el sentido estricto de la palabra. Por otra parte la definicidn de dea que nos referimos aqui tiene ciertos rasgos metodolégicamente deseables y, ‘en consecueencia, podria ser interesante para interpretar un concepto vinculado, al poder sistemético mediante la funcién r, de medida de la amplitud. En este ca- pitulo, sin embargo, no nos ocuparemos de este problema. 378 de modo que g y r satisfagan el andlogo de (8.5) por definicién. La funcién g asi definida conducirs a su vez, por via de una definicién andloga a (8.2), a un concepto g correspondiente. Consideremos este procedimiento con més detalle. Supongamos que se da una funcién r que satisfaga los requisitos habituales de las medidas de amplitud: (8.7) 1. r(U) esta univocamente determinada para todas las ora~ ciones U en L. 2. 0Sr(U) 3 1 para toda oracién U en L. 3. 1(U) = 1 sila oracién U es formalmente verdadera en L y de esa manera tiene amplitud universal. 4. (U; v U;) = r (U,) + r(U;) para dos oraciones cuales- quiera U; y U; cuyas amplitudes son recfprocamente excluyentes, es decir, cuya conjuncién es formalmente falsa. En funcién de la medida de amplitud dada, definamos la corres- pondiente medida de contenido g por medio de (8.6). Entonces se puede demostrar que g satisface las siguientes condiciones: (8.8) 1. g(U) esté univocamente determinada para todas las ora~ ciones U en L. 2. 05 g(U) 5 1 para toda oracién U en L. 3. g(U) = 1 sila oracién U es formalmente falsa en L y tie- ne asf contenido universal. 4. g(U; + U,) = g(U;) + g(U;) para dos oraciones cuales- quiera U; y U; cuyos contenidos son reciprocamente ex- cluyentes, es decir, cuya disyuncién es formalmente ver- dadera. En analogfa con (8.2) podemos definir a continuacién, por medio de g, una funcién s correspondiente. (8.9) s(T,5) = g(Tv5)/g(S) Esta funcién esta determinada por toda oracién T’y por toda ora- cién S siendo g(S) # 0, mientras que la definicién de poder sistema- tico dada en el paragrafo 7 estaba limitada a aquellos casos en que S 379 es singular y no formalmente verdadera. Por iltimo, nuestra medi- da de amplitud r determina una funcién de probabilidad correspon- diente, en virtud de la definicién (8.10) PUT, S)= (T+ 8) 48) Esta formula determina la funcién p para cualquier oracién T y Para toda oracién S, siendo r(S) # 0. Deesta manera, toda medida de amplitud r que satisfaga (8.7) de- termina unjvocamente una medida de contenido g correspondiente, que satisface (8.8), una funcién s correspondiente, definida por (8.9), y una funci6n p correspondiente, definida por (8.10). Como conse” cuencia de (8.7) y de (8.10), se puede demostrar que la funcién p sa- tisface las leyes elementales de la teoria de la probabilidad, especial- mente las que se mencionan en (8.12), a continuacién; y en virtud de ellas, es posible establecer una relacién muy simple que se obtiene, para cualquier medida dada de amplitud r, entre los conceptos p(T.S) y(T, 5) correspondientes. Tenemos (8.11) s(7,S) = g(Tv S$) / gS) =nTvS)]/[1—7(5)] [~(T v S)]/ r(~S) S)/1(~S) (~T, ~S) Pasamos a enunciar, sin demostrarlos, algunos teoremas que aluden ap y s, y que son consecuencia de nuestros supuestos y de- finiciones; son validos en todos los casos en que los valores de p y 4 que se mencionan existen, es decir, donde el valor-r del segundo argumento dep, y el valor y «v» se sustituyen reciprocamente. La misma sustitucién, y el reemplazo de « que puede deducirse de a ley (putativa) «Todas las manzanas Winesap son rojas» en conjuncién con la premisa «Cada manzana que se en- cuentra ahora en esta canasta es de la variedad Winesap>. Nagel ilustra este punto con la frase «Todas las tuercas del automévil de Smith estén oxidadas» que puede deducirse de la ley «EI hierro expuesto al oxige- no se oxida» en conjuncién con premisas particulares adecuadas. Lo que excluye a generalizaciones como las dos recién mencio- nadas de la categoria de leyes potenciales pareceria ser su alcance li- mitado: cada una pertenece slo a un niimero finito de objetos. Esta observacién sugiere que el requisito de no limitar el alcance (que en la seccién 6 se impone a las frases fundamentales con carécter de ley) deberia extenderse también a las frases derivativas con caracter de ley. En efecto, Nagel exige que las frases con cardcter de ley en ge~ neral sean y «Cualquier objeto que no sea oxidable no es un tuerca en el automévil de Smith». 48, Obra citada, pig. 59. 383 Esta dificultad se evita si al requerimiento del alcance se le da la siguiente forma. Exceptuando las verdades puramente l6gicas (que son equivalentes de «Pa v ~Pa»), los enunciados con caracter de ley no deben tener un aleance finito en el sentido de ser I6gicamente equivalentes a alguna conjuncién finita de frases aisladas sobre casos particulares (como en «la manzana a es roja y la manzana b es roja y lamanzana ces roja»). O bien, para decirlo con mayor precisién y su- cintamente: en esencia, deben ser universales. Es evidente que si una frase satisface esta condicién, también lo hard cualquier equivalente I6gico de la misma. Esta condicién, que las definiciones (6.3a) y (6.3b) realmente im- ponen a las frases fundamentales y derivativas con cardcter de ley, es tratada més a fondo en la secci6n 2.1 de «Aspects de la explicacion cientifica». Pero si bien es una condicién necesaria para las frases con cardeter de ley, es demasiado débil para evitar en su totalidad la di- ficultad sefialada por Nagel. De hecho, no descarta las dos generali- zaciones indeseables recién consideradas: ninguna de ellas puede trans- formarse de manera equivalente en una conjuncién finita de frases singulares sobre determinadas manzanas 0 tuercas, ya que las frases ni siquiera indican cudntas manzanas hay en la canasta o cuantas tuer~ cas en el automévil de Smith. Tampoco proporciona una lista de de- nominaciones para cada uno de los objetos nombrados, como lo exi- giria la transformacién, De ahi que seria un desiderétum importante encontrar una versidn satisfactoria de la condicién del alcance que exige més bien una frase con carécter de ley que la de ser esencial- mente universal. (2) Torno ahora a las deficiencias de la definicién (6.8) de un ex- planans potencial. Esa definicién, como ya lo advirtiera hace unos cuantos afios, es demasiado incluyente ya que, en cierto sentido que pasaré a ejemplificar, favorece por si sola la explicacién de cualquier hecho y posibilita la generacién de una teorfa potencialmente expli- cativa para cualquier hecho dado a partir de cualquier frase esencial- mente generalizada. Considérese, por ejemplo, el argumento (x) Px Ts (2a) Qa obien, resumiendo c Qa c 384 ‘Toma la forma de ser completamente autoexplicativa y por lo tanto queda descartada por la condicién (3) en la definicién (6.8). Pero su explanans puede volver a formularse de un modo equivalen- te en la forma aceptada en (6.8), que arroja el siguiente argumento: (x) (Px + Qa) ee. (2) Qav~ Qa obien, resumiendo Ch Qa a Este argumento claramente satisface las condiciones (1) y (2) en (7.8). Pero también satisface la condicién (3); dado que T’ es compa- tible con la clase que contiene la frase basica «Pb» como tinico ele- ‘mento; que ademas esa clase tiene a C’ y no a C como consecuencia légica. Fete defecto puede eliminarse limitando Ten la definicién (6.8) a frases puramente generalizadas. Sin embargo, ésta es una restriccién, poco conveniente ya que la definicién también estaba destinada a abarcar la explicacién por medio de leyes y teorias derivativas. (3) Aun si estuviéramos dispuestos a pagar ese precio, la versién modificada de (6.8) igual arrojaria consecuencias bastante inacep- tables. Un agudo estudio critico de Eberle, Kaplan y Montague” destaca este punto y demuestra que virtualmente cualquier teoria fundamental prove¢ una explicaci6n en el sentido de (6.8) para vir- tualmente cualquier hecho. Los autores lo establecen por medio de inco teoremas, cada uno de los cuales presenta tales relaciones de explicabilidad para alguna gran clase de casos en los cuales nor- malmente la teoria se consideraria irrelevante para el hecho que debe ser explicado. El primero de esos teoremas, por ejemplo, es el siguiente: Sea T’ una ley fundamental y £ un frase singular verdadera, ninguna de las cuales puede ser probada desde un punto de vista I6gico en el idio- ma L, Ademés: que las dos frases no tengan ningiin predicado co- iin, de modo que, hablando intuitivamente, T opera con un tema totalmente diferente de E. Entonces, dada solamente la disponibili- dad de un abastecimiento adecuado de otras constantes y predica- 49, R. Eberle, D. Kaplan y R. Moitague, «Hempel and Oppenheim on Ex- planation», Philosophy of Science, 28 (1961), pigs. 418-428. 385, vA ~~ dos en L, existe una ley fundamental 7’ que es Iégicamente deriva- ble de 7 y por la cual E es explicable en el sentido de la definicién (6.9). Por ejemplo, asumamos que Tes «(x) Fr» y que E es «Ha»; considérese entonces la frase T's (x) (9) [Fx v (Gy 3 Hy)] Su forma es puramente universal y es derivable de 7; entonces, es verdadera, dado que por hipétesis T'es una ley y por lo tanto verda~ dera. En consecuencia T’ es una ley fundamental. Considérese ahora Ia frase C: (Foy ~ Ga) > Ha Esta frase es singular y consecuencia de E; por lo tanto es verda- dera dado que por hipétesis E es verdadera. Como podrs facilmente verificarse ahora (T’,C) forma un explanans potencial (que es verda- dero) para E en el sentido de (6.8). Es una satisfaccién para mi poder decir como conclusién que es posible modificar las definiciones (6.8) y (6.9) para prevenir estas consecuencias inhabilitantes. Uno de los métodos ha sido sefialado por D. Kaplan, uno de los autores del estudio critico que recién comentéramos. Una modificacién alternativa ha sido esbozada por J.Kims* La parte crucial de la revisi6n de Kim es un requisito que debe agregarse a aquellos especificados en (6.8) a los efectos siguientes: dése a C la forma normal conjuntiva completa en aquellas frases ato- micas que esencialmente ocurren en C; entonces, ninguno de los miembros de esa forma normal debe ser lgicamente derivable de E. En nuestra ilustracién del primero de los cinco teoremas criticos, se viola este requisito, ya que

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