ISSN 0719-6016

Literatura para infancia, adolescencia y juventud

COLECCIÓN DE PROPUESTAS CRÍTICAS

N° 7 – AÑO 2 – JULIO 2016

umbral
COLECCIÓN DE PROPUESTAS CRÍTICAS
CIEL CHILE
Centro de Investigación y Estudios Literarios:
discursos para infancia, adolescencia y juventud

ISSN 0719-6016
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© 2015, CIEL CHILE

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EDICIÓN GENERAL: Claudia Andrade Ecchio.

EDICIÓN DE ESTILO: Camila Valenzuela León.

EDICIÓN DE PRUEBA: Anahí Troncoso Araya.

ÍNDICE

PAOLA PIACENZA

La representación romántica de la adolescencia en la literatura para adolescentes y jóvenes………………………………………..... 4

VANESSA EAST CARRASCO

Letras en Género III: experiencias lectoras de jóvenes usuarios y usuarias de la Biblioteca de Santiago

desde una perspectiva de género………………………………………………………………………………………………………... 14

PERFILES COLABORADORES-AS UMBRAL………………………………………………………………………………………………. 27

N° 7 – Año 2 – Julio 2016
LA REPRESENTACIÓN ROMÁNTICA DE LA

ADOLESCENCIA EN LA LITERATURA PARA

ADOLESCENTES Y JÓVENES

PAOLA PIACENZA.
DOCTORA EN HUMANIDADES Y ARTES
(CON MENCIÓN EN LITERATURA).
PPIACENZA@GMAIL.COM

4
LA REPRESENTACIÓN

ADOLESCENCIA EN LA
ROMÁNTICA

LITERATURA
DE LA

PARA
I ndependientemente de la controversia en torno al
dominio y a las propiedades que puedan definir a la llamada
ADOLESCENTES Y JÓVENES
“literatura para adolescentes y jóvenes”, el único hecho
incuestionable es que se trata de un producto cultural de la
segunda mitad del siglo XX. Esto no significa, claro está,
RESUMEN
En este artículo ensayamos una reconstrucción histórica de que no pueda reconocerse la existencia de obras destinadas

la representación romántica del personaje adolescente que
predomina en la literatura para adolescentes y jóvenes,
desde su surgimiento como oferta editorial en la segunda
mitad del siglo XX, a partir de la hipótesis de su
desplazamiento del centro del canon crítico al sistema de la
literatura escrita para los más jóvenes. El personaje
romántico dominó la representación de esta edad en el seno
de la novela biográfica y el llamado “Bildungsroman tardío”
(Moretti, 2000) o “novela adolescente” (Neubauer, 1989)
desde el fin de siglo XIX hasta los años sesenta del siglo
a los-as lectores-as más jóvenes desde mucho tiempo antes
sino que aquí nos interesa referirnos a cierto tipo de
literatura cuyos rasgos pueden identificarse con una
especialización del mercado que nace en los años sesenta.
Una literatura que no solo tiene a adolescentes y jóvenes
como destinatarios-as sino que construye cierta retórica que
la vuelve reconocible e incluso, en la mayoría de los casos,
adecuada para su circulación en el ámbito escolar. Es
durante esa década que a la invención de la edad

XX cuando pasó a protagonizar la narrativa destinada a los- adolescente le siguió la constitución de una “cultura
as lectores-as adolescentes bajo los presupuestos de la juvenil”, como consecuencia de la cristalización de los
identificación como condición esencial de las lecturas de procesos de cambio que caracterizaron al período. En otras
iniciación. palabras, prácticamente en forma simultánea, los
adolescentes fueron reconocidos como sujetos al tiempo que
PALABRAS CLAVES: PERSONAJE ADOLESCENTE, LITERATURA
como “mercancía” (Piacenza, 2002) en el seno del creciente
PARA ADOLESCENTES Y JÓVENES, REPRESENTACIÓN
desarrollo de la cultura de masas. Enzo Petrini (1958), en su
ROMÁNTICA.
clásico Estudio Crítico de la Literatura Juvenil, sostiene por

5
aquellos años «La literatura juvenil ha salido ya de su
minoría de edad, ha ensanchado su espacio vital, se articula
en filones y sectores […]» (216).
Durante los años sesenta, la adolescencia se volvió
visible en su diferencia y devino metáfora de una ética e
identidad a partir de la constitución de cierta representación
que se volvió hegemónica producto de las exigencias de la
reproducción industrial y cultural. De hecho, el desarrollo
de este nuevo producto editorial, es decir, de una literatura
escrita para un público adolescente (escolarizado, de clase
media) fue solo una parte de una oferta cultural amplia (que
incluyó desde programas de televisión hasta indumentaria)
orientada al consumo de los más jóvenes. Sin embargo, en
la configuración de cierta representación literaria debemos
considerar no solo lo que proveen las “otras series”, para
decirlo en términos de Tinianov, sino las determinaciones
inherentes al propio sistema, en este caso, la memoria de la
tradición literaria: personajes, “motivos”, obras, figuras. En
este sentido, la literatura para adolescentes y jóvenes que se
escribe desde el último siglo hasta nuestros días reproduce,
con variaciones, una representación romántica de la
adolescencia.
De acuerdo a Even-Zohar (1999), el sistema literario
funciona como un polisistema en el que, a pesar de ser un
6
todo estructurado, pueden reconocerse varios sistemas
interdependientes. Así planteado, se producen
desplazamientos o migraciones de elementos de un sistema
a otro que definen o redefinen, para mayor precisión, las
tradiciones y repertorios involucrados. En este contexto, lo
que nos interesa plantear es que, durante los años sesenta
(que, para América Latina, refieren al período comprendido
entre 1955 y 1968 aproximadamente) se puede reconocer un
desplazamiento de la representación romántica del
personaje adolescente del sistema “mayor” (canónico) del
sistema literario al sistema (por entonces emergente) de este
tipo de literatura definida por sus destinatarios.
Para empezar, es necesario recordar que la literatura
(como institución) y la adolescencia, como edad de la vida,
aparecen a mediados del siglo XIX como uno de los pocos
casos en que los valores creativos olvidados en la sociedad
del capitalismo pueden celebrarse y reafirmarse. Definidas
ambas “al margen” de los valores de productividad propios
del desarrollo industrial de la época, era esperable que los
personajes adolescentes dominaran las páginas literarias y
que, por lo mismo, la edad se pensara como una etapa
“literaria” de la vida, asociada a la fabulación, la aventura y
el romance. El romanticismo engendró un nuevo modelo de
juventud idealista, rebelde, conquistadora; símbolo de la
“tragedia” del individuo —su afirmación— frente a la muchas otras cosas que irás descubriendo a
sociedad. La literatura encarnó estas ideas en personajes medida que avances en la lectura e
inolvidables como Werther o Julien Sorel y la eficacia de interpretación (Lacau-Rosetti 56).
esta representación fue tal que terminó por “confundirse”
con la naturaleza misma de la condición adolescente. No es Sin embargo, estos personajes decimonónicos no
casual que el primer estudio científico integral sobre la vivirán, paradójicamente, una “experiencia adolescente”
adolescencia, escrito en los Estados Unidos por Stanley Hall sino hasta el cambio de siglo. En la novela romántica, el
en 1904 —Adolescencia. Su psicología y relaciones con la interés en las historias está puesto en el mundo adulto y el
fisiología, antropología, sociología, sexo, crimen, religión y modo en que se presenta a estos jóvenes “neutraliza” los
educación—, el autor defina a la edad en términos de storm peligros de la edad porque el ideal es la madurez. Por el
and stress por analogía al sturm und drang alemán. En contrario, para el cambio de siglo (Spacks, 1981; Neubauer,
1970, en la Argentina, las profesoras María Hortensia Palisa 1999) se desarrollará una “novela adolescente” (Moretti,
de Lacau y Mabel Manacorda de Rosetti, en uno de los 2000; Neubauer, 1999; Nitschack, 1996) en la que las
libros de textos de mayor impacto editorial de la época, biografías ficticias mostrarán el conflicto entre la
justificaban la enseñanza del Romanticismo, como realización individual de la felicidad y la realidad. Son los
contenido escolar, por su afinidad con los-as destinatarios- casos del estudiante Törless de Musil (1904), Tonio Kröger
as estudiantes de escuela media. Decían Lacau y Rosetti en de Thomas Mann (1903), los protagonistas de América de
Antología I: Kafka (1911-1914) y Retrato del artista adolescente de
James Joyce (1916), para nombrar los ejemplos
[…] hemos elegido el romanticismo, emblemáticos. Esta configuración de la edad será la que
movimiento que tiene mucho que ver contigo, “heredará” en forma preminente la literatura
por tus ideales, por tu inclinación a sentirte latinoamericana de los años sesenta, cuando, al atravesar un
protagonista de las situaciones que vives, por el período de modernización (Nitschack, 1996) y desarrollo
espíritu de aventura propio de tu edad y por (Latinez, 2006) semejante al europeo, también pondrá al

7
adolescente en el centro de un relato de formación
(Piacenza, 2012) que comprenderá al entero discurso social
(Angenot, 1989, 2010) de la época.
Después de la II Guerra Mundial, esta representación
comienza a declinar conforme se profundiza la pérdida de
las ilusiones de la modernidad y será paulatinamente
reemplazada por la construcción de un personaje que
fracasa en su integración en la sociedad, la rechaza o exhibe
las miserias que supone esta aspiración. Algunos ejemplos,
para nombrar solo a los paradigmáticos, son los escolares
ingleses de El señor de las moscas de William Golding
(1954), Holden Caufield de El cazador oculto (o Guardián
en el centeno) de Salinger (1951), Mahlke de El gato y el
ratón de Günter Grass (1961). Este personaje que “no
crece”, que fracasa, que vive al margen de las posibilidades
de progreso, el del Bildungsroman fracasado, como lo
llama D. H. Miles (1974), también formará parte del
repertorio de la literatura latinoamericana de los años
sesenta pero en las narrativas que se escriben por fuera del
boom (Piacenza, 2009), la constelación de obras que
conforman la literatura “de collera” en Perú (Oswaldo
Reynoso, Julio Ramón Ribeyro), la literatura “de la onda”
en México (José Agustín, Gustavo Sainz) y los autores que
se inscriben en la línea inaugurada por El juguete rabioso de
8
Roberto Arlt (1926) en Argentina: Daniel Moyano, Haroldo
Conti, Miguel Briante.
Finalmente, a partir de la última década del siglo
XX, la impronta irónica1 de la modernidad tardía extremará
la alienación del sujeto adolescente del colectivo social con
la representación de un “adolescente absoluto” (Nitschack,
2005) que podemos reconocer, por ejemplo (entre otros
casos), en la novela de Fernando Vallejos en Colombia,
Paulo Lins en Brasil, en algunos cuentos de Sergio Bizzio y
Fabián Casas en la Argentina; pero también en la reciente
crónica latinoamericana (desde Pedro Lemebel, en Chile,
hasta Cristián Alarcón y Selva Almada, en Argentina, o
Jorge Eslava, en Perú).
Mientras el personaje adolescente de la literatura del
canon crítico (Fowler, 1988) seguía un curso que puede
reconstruirse aproximadamente en los términos que
acabamos de resumir, la narrativa para adolescentes y
jóvenes —con sus muchas variaciones de géneros y
lenguas— continúa escribiéndose a partir de la
configuración romántica de un sujeto que lucha por su
integración social , aunque esta implique una pérdida o,
1
Seth Lerer (2008), cuando caracteriza a las obras de difícil inscripción
dentro de la literatura infantil contemporánea, afirma: «Irónica es la
condición de la anomia urbana, la de chicos que han crecido demasiado
rápido, la de comedias de situación en donde nadie toma en serio nada
ni a nadie» (307). (La traducción es mía).
incluso, en el seno de una trama en la que la pérdida está en
el centro de la diégesis, porque de esta manera nombra la
experiencia de crecimiento o maduración, según se prefiera.
El fenómeno parece obedecer a más de una causa y
origen. En primer lugar, insistimos en la hipótesis ya
formulada acerca de la constitución conjunta de un saber
disciplinar sobre la adolescencia y una representación
literaria romántica. Más recientemente, y como
consecuencia de este origen común, contribuye la
popularidad de la falsa etimología, sin embargo sumamente
popular, que reúne la idea de “adolescencia” con la de
“adolecer” y que naturaliza al sufrimiento como parte de
este período de transición. En el mismo campo, el discurso
médico y de la psicología evolutiva legitima esta teoría con
la instauración de un cierto fatum del cuerpo que las
conclusiones de Margaret Mead (1928) sobre la condición
cultural de la crisis adolescente no han podido corregir.
Por otro lado, las expectativas depositadas sobre las
generaciones más jóvenes por parte de los adultos inhiben la
posibilidad de transmisión de una visión “apocalíptica” en
una literatura que se distingue por el hecho de estar escrita
“a medida”. Esto puede comprobarse en productos muy
disímiles. En principio, define especialmente a la narrativa
para adolescentes y jóvenes que circula, en general, como
9
parte de la oferta de las colecciones escolares (por ejemplo,
los títulos de las editoriales SM , Loqueleo, etc.2), de los
planes de lectura nacionales o colecciones abocadas a la
“promoción” de la lectura. En estos casos no es menor la
importancia que asume el hecho de que sean obras que los
editores imaginen como consumos escolares y no
necesariamente porque suscriban a un didactismo literario
sino porque la literatura tiene en la escuela “usos”
inalienables al hecho de su circulación en el currículum. Los
ejemplos que podrían proponerse para ilustrar este caso son
muy numerosos y diversos y exigirían un tratamiento in
extenso que excede las limitaciones de este artículo, pero
para citar un caso de la literatura chilena podemos evaluar
las distancias y proximidades que median entre dos títulos
publicados con cincuenta años de diferencia. Por un lado,
Gracia y el forastero, de Guillermo Blanco, editada por Zig-
Zag en 1964 y, por el otro, Al sur de la Alameda. Diario de
una toma, de Lola Larra y Vicente Reinamontes publicado
por Ediciones Ekaré en 2014. Se trata de obras muy
diversas desde la perspectiva de las historias contadas y de
2
Pueden señalarse pocas excepciones a esta serie pero un caso singular,
por ejemplo, es el de la crónica urbana Navajas en el paladar del
escritor peruano Jorge Eslava, publicado en el año 2007 por Alfaguara
Perú. Se trata de la historia de una “mancha” o grupo de muchachos en
situación de calle en la que la representación “absoluta” de su
adolescencia contraría, en principio, la legalidad de la escuela o las
lógicas más tradicionales de la enseñanza literaria.
su escritura. Sin embargo, los personajes adolescentes
permanecen constantes en su configuración en relación con
la representación que aquí exploramos. Los protagonistas de
ambas novelas luchan por sus ideales contra la norma
instituida que representa el mundo adulto (en un caso está
en juego el derecho a elegir a quién amar; en el otro, la
historia de amor es parte de la pasión por la verdad y la
justicia). Asimismo, son historias realistas que tributan la
mayoría de los tópicos de la adolescencia romántica: el
tiempo de amistad, la prevalencia del ideal por sobre la
conveniencia, el descubrimiento de la propia identidad en el
momento en que se revela el mundo. Por otro lado, es
importante destacar que en los dos casos cumplen con uno
de los principales ritos editoriales de la literatura para
adolescentes y jóvenes: los paratextos (el prólogo de la
primera edición de Gracia y el forastero y el sitio web
exclusivo de la novela gráfica) establecen una interlocución
con el-la lector-a en los que la referencia a la adolescencia
—de los lectores y de los personajes— ocupa un lugar
prioritario.
La vigencia de esta representación romántica de la
adolescencia literaria que alcanza al propio lector puede
advertirse, por ejemplo, en el listado de lecturas
recomendadas que, en 1999, el Centro Internacional del
10
Libro Infantil y Juvenil de la Fundación Germán Sánchez
Ruipérez (Salamanca)3 presentaba para lectores-as mayores
de trece años en términos de “Lecturas con efectos
secundarios”. El artículo estaba escrito a modo de una
“terapia” para distintas “afecciones adolescentes” de los-as
lectores-as en cuestión que se correspondían directamente
con los atributos románticos. A partir de un catálogo de
pseudopatologías (pruritos, ataques, epidemias,
infecciones), el listado repasaba los principales atributos del
personaje romántico: la sensación de soledad, la inclinación
al viaje, el amor apasionado, el tiempo de amistad, el
vértigo de la aventura. En 1762, Jean Jacques Rousseau en
su Emilio había reconocido las mismas características en el
“segundo nacimiento” que representaba la adolescencia para
el filósofo. Bajo la hipótesis de una lectura atractiva por
identificación, la recomendación de lectura construía como
personaje romántico al propio lector adolescente.
De todos modos, este personaje puede también
reconocerse en otros productos de la literatura para
adolescentes y jóvenes que forman parte de las “prácticas
letradas vernáculas” (Cassany, 2008), es decir, de aquellas
lecturas que los adolescentes eligen como parte de su
3
Crf. «Lecturas con efectos secundarios»:
http://www.imaginaria.com.ar/00/6/efectos.htm
tiempo libre, fuera de la escuela. Es el caso de los últimos lógica de la propia serie, en otras palabras, un complejo
bestsellers (y éxitos de taquilla en sus versiones sistema de influencias. Lo cierto es que, cualquiera sea la
cinematográficas) que ponen en escena un sujeto acuciado naturaleza de la explicación, la adolescencia romántica
por el carácter disfuncional de su familia o entorno (Las expresa una determinada concepción del tiempo según la
ventajas de ser invisible, de Stephen Chbosky, 1999), la cual las edades —de la vida individual y de la vida en
enfermedad (Bajo la misma estrella, de John Greene, 2009) sociedad— no solo se suceden sino que se “superan” unas a
o las recientes sagas distópicas como la trilogía de James las otras. En ese sentido, es esperable que el paso del tiempo
Dashner, The Maze Runner (2012) o la exitosa serie que no contradiga los supuestos de una adolescencia romántica
iniciara Los juegos del hambre (2008), de Suzanne Collins sino, antes bien, los corrobore en tanto que, de otro modo, la
llevada al cine. Los-as adolescentes constituyen, una vez extenuación del mito dejaría la imaginación occidental sin
más, la última esperanza de una épica en tiempos de posibilidades de renovar la esperanza en un futuro mejor.
desasosiego.
Frecuentemente, la evaluación de un fenómeno
histórico está asociada a las razones que explican un cambio
pero en este caso hemos preferido preguntarnos por los
fundamentos de una permanencia: por la persistencia y
resistencia de una representación a los avatares del paso del
tiempo. Una lectura materialista seguramente sugeriría que
las condiciones sociales y económicas que vieron nacer al
personaje adolescente todavía dominan el escenario del
mundo, con las reservas que hemos señalado en el
tratamiento del tema en este artículo. No obstante, también
hemos propuesto una lectura que comprende este fenómeno
en los términos de una historia literaria dominada por la

11
BIBLIOGRAFÍA
Angenot, Marc. El discurso social. Los límites históricos de
lo pensable y lo decible. Trad. Hilda H. García.
Buenos Aires, Argentina: Biblos, 2010. Impreso.
De Lacau, María Hortensia y de Rosetti, Mabel. Antología
I. Buenos Aires, Argentina.: Kapelusz, 1970. Impreso.
Eslava, Jorge. Adolescentes en la ciudad. Una visión de la
narrativa peruana del siglo XX. Tesis para optar al
Grado Académico de Doctor en Literatura peruana y
latinoamericana. Lima. Universidad Mayor de San
Marcos. Facultad de Letras y Ciencias Humanas.
Unidad de Posgrado. 2002. (Inédita).
Even-Zohar, Itamar. «Teoría de los polisistemas». Primera
versión publicada bajo el título «Polysystem Theory».
Poetics Today I.1-2 (1979): 287-310. Esta versión es
la traducción de «Polysystem Theory», Poetics Today
11.1 (Primavera 1990): 9-26. Traducción de Ricardo
Bermudez Otero. Digital.
http://www.tau.ac.il/~itamarez/works/papers/trabajos/
EZ-teoria-polisistemas.pdf
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Gallardo, Miguel (comp.) Teoría de los géneros
literarios. Madrid, España: Arco Libros, 1988. 95-
127. Impreso.
12
Latinez, Alejandro. «Narrativas de aprendizaje, narrativas
de crecimiento: el personaje adolescente y los límites
del discurso del desarrollo en Latinoamérica entre
1950 y 1971». Dissertation Submitted to the Faculty
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(May 2006). Digital.
http://etd.library.vanderbilt.edu/available/etd-
04132006-
153514/unrestricted/ALatinez_Dissertation.pdf
Lerer, Seth. Children´s Literature. A reader´s history from
Aesop to Harry Potter. Chicago-London: The
University of Chicago Press, 2008. Print.
Mead, Margaret. Adolescencia, sexo y cultura en Samoa.
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Impreso.
Miles, David. «The Picaro´s Journey to the Confessional:
The Changing Image of the Hero in the German
Bildungsroman». PMLA 89.5 (1974): 980-992.
Impreso.
Moretti, Franco. The way of the world. The Bildungsroman
in European Culture. London-New York: Verso,
2000. Impreso.
Neubauer, John. The fin-de-siécle culture of adolescence.
New Haven & London: Yale University Press, 1989.
Impreso.
Nitschack, Horst. «El héroe adolescente en las literaturas
alemanas y latinoamericanas». Rall, Dieter y Rall,
Marlene (eds.). Letras comunicantes. Estudios de
Literatura Comparada. México: UNAM, 1996 (1995,
en alemán). Impreso.
Nitschack, Horst. «“Cidade de Deus” de Paulo Lins y “La
virgen de los sicarios” de Fernando Vallejo: el
adolescente como sujeto absoluto». Potthast, Bárbara
y Carreras, Carreras (eds.). Entre la familia, la
sociedad y el Estado. Niños y jóvenes en América
Latina (siglos XIX-XX). Frankfurt, Madrid, Vervuert:
Iberoamericana, 2005. 311-331. Impreso.
Petrini, Enzo. Estudio crítico de la literatura juvenil.
Traducción de Manuel Carrión Gútiez. Madrid,
España: Rialp, 1958. Impreso.
13
Piacenza, Paola. «Lectura, adolescencia y canon escolar en
la Argentina (1966-1976)». Revista de Letras 8
(2002): 152-165. Impreso.
---. Narrativas de aprendizaje adolescente y renovación de
los medios de representación en la literatura de los
años sesenta (Argentina, México y Perú). 2009.
Digital.
http://www.celarg.org/int/arch_publi/piacenza.pdf
---. Tesis Doctoral en Humanidades y Artes (con Mención
en Literatura). Subjetividad adolescente, literatura y
formación en los años sesenta en la Argentina.
Facultad de Humanidades y Artes, Universidad
Nacional de Rosario. 2012. (En prensa).
Spacks, Patricia. The adolescent idea: myths of youth and
the adult imagination. New York: Basic, 1981.
Impreso.
N° 7 – Año 2 – Julio 2016
LETRAS EN GÉNERO III: EXPERIENCIAS

LECTORAS DE JÓVENES USUARIOS Y

USUARIAS DE LA BIBLIOTECA DE SANTIAGO

DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO

VANESSA EAST CARRASCO.

PSICÓLOGA.
LETRASGENERO@GMAIL.COM

14
LETRAS EN GÉNERO III: EXPERIENCIAS LECTORAS

DE JÓVENES USUARIOS Y USUARIAS DE LA

BIBLIOTECA DE SANTIAGO DESDE UNA
PERSPECTIVA DE GÉNERO*
RESUMEN
Indagar en las prácticas lectoras de las y los jóvenes desde
una perspectiva de género permite comprender cómo
construyen y significan su propia experiencia lectora, cuáles
son los criterios con los que escogen preferencias literarias,
hasta dónde dichos textos elegidos son fuente de
identificaciones de género y si es así, cuáles son esas
configuraciones, de qué manera permiten espacios de
reflexión, deconstrucción y no solo de reproducción de un
sistema sexo-género hegemónico. El artículo que
presentamos a continuación es la síntesis de un proceso
investigativo que articula una perspectiva de género
comprensiva en relación con la experiencia lectora de un
grupo de mujeres y varones jóvenes usuarios de la
Biblioteca de Santiago, junto al esfuerzo por problematizar
este campo del saber entendiendo que “leer” es un acto
plurisignificativo y un campo complejo tensionado por
múltiples factores y perspectivas.
PALABRAS CLAVES: EXPERIENCIAS LECTORAS, JUVENTUDES,
GÉNERO.
15
L etras en Género III es parte de un esfuerzo sostenido
por comprender los fenómenos lectores desde una
perspectiva de género en la Biblioteca de Santiago. Este
estudio contempló el análisis del comportamiento lector
obtenido a través de la información cuantitativa entregada
por el Sistema Integral para la Automatización de
Bibliotecas Aleph, la implementación de una encuesta con
perspectiva de género y el desarrollo de entrevistas a un
grupo de jóvenes usuarios y usuarias. Estos instrumentos
nos permitieron obtener información relevante para dar
respuesta a preguntas relativas a las prácticas lectoras, a las
experiencias de vida que las involucra, lo que les gusta e
incentiva a las y los jóvenes para escoger una publicación y
no otra, lo que están leyendo, lo que les atrae y apasiona de
los libros que leen, cómo se relacionan con las lecturas
obligatorias de la educación secundaria, qué construcciones
de género aparecen en estos libros y cómo ellos y ellas las
comprenden desde su propia subjetividad.
El esfuerzo por comprender los modos de leer de
estas y estos jóvenes representa también una forma de
escapar de las tipologías de lectores y lectoras que son
definidos según la cantidad de libros que hayan leído. Si
bien este es un aspecto a considerar, creemos que hablar de
“buenos” o “malos” lectores tiende a reducir el universo
comprensivo de los fenómenos asociados a la lectura y
también el lugar que ocupan las bibliotecas públicas, su
visión y misión en la construcción de espacios que acojan,
contengan y escuchen las demandas y necesidades de su
público, así como también propicien un espacio de
encuentro e interacción con la comunidad.
Este estudio ha puesto al centro del debate el
cuestionamiento al denominado adultocentrismo y al
sistema sexo-género hegemónico tanto en relación con
nuestra “caja de herramientas” como al proceso mismo que
involucra a las y los investigadores.
LA EXPERIENCIA LECTORA DESDE UNA PERSPECTIVA DE
GÉNERO Y JUVENTUD
La primera pregunta desde la que somos interpelados a la
hora de hacer un estudio sobre las y los jóvenes lectores se
relaciona con la vigencia de la premisa que asume la
importancia de leer. Para la especialista Teresa Colomer
(1998), la relevancia de la literatura radica en que abre una
puerta a lo imaginario humano, como una forma de entender
el mundo y las relaciones con los demás. Esta forma de
ampliar la propia experiencia permite además ponerse en el
16
lugar del otro-a y distanciarse de la realidad en la que se
está inmerso o sorprenderse con aquello que no se ha
observado o sobre lo que no se ha reflexionado. Leer o
escuchar literatura supone que las y los jóvenes puedan
acceder a la realidad del lenguaje, como un espacio
imaginario junto al juego. Configuran su mundo interior, lo
enriquecen y aprenden de lo que los rodea. La literatura
para infancia, adolescencia y juventud, ofrece una
representación articulada del mundo, que sirve como
instrumento de socialización de las nuevas generaciones. Si
bien una vertiente didáctica se ha ido perdiendo con el
tiempo en pro de la función literaria, también es cierto que
en este corpus literario hay un conocimiento que dice
relación con cómo es el mundo y cómo se espera que sea, o
cómo una cultura se ve a sí misma.
La lectura de los y las jóvenes, tiene un importante
impacto en tal sentido, puesto que en este período del ciclo
vital las preguntas por las identidades, las sexualidades, el
deseo, el cuerpo, comienzan a ser las principales
interrogaciones existenciales. El concepto de identidad lo
entendemos como un campo de construcción política, de
agenciamientos1, que ha sido parte de una construcción
1
El
agenciamiento
es
uno de los conceptos
fundamentales
del
trabajo
en
colaboración
de Gilles
Deleuze
 y
Félix
 Guattari, el que
cartesiana de lo uno y lo otro, lo diferente y lo igual. Desde
esa perspectiva, y buscando descentrar ese sujeto unívoco,
se habla de las identidades como constructos culturales,
donde las lógicas que las regulan responden a una
tecnología del “yo” que responde a un determinado
material, histórico y social (Oyarzún, 1992).
En los textos literarios existen discursos para un
público lector o una comunidad interpretativa, que son
necesariamente políticos, en tanto implican relaciones de
poder. Van Dijk (2004) señala que para entender un texto es
necesario comprender el contexto, el cual no se encuentra
fuera del lector, sino que es todo el entramado subjetivo que
se requiere elaborar para comprenderlo. Los discursos
generan representaciones sociales, es decir,
representaciones mentales que son socialmente compartidas
puesto que dan cuenta de un momento cultural y social
determinado.
La idea de la lectura como espacio socializador nos
lleva a preguntarnos por el lugar que ocupa en las
construcciones de género y de qué manera los libros son
ha sido retomado por distintos intelectuales. Guattari y Rolnik (2006) se
refieren a una «[…] noción más amplia que la de estructura, sistema,
forma, etc. Un agenciamiento incluye componentes heterogéneos, tanto
de orden biológico como social, maquínico, gnoseológico, imaginario»
(365). Se entiende que todo agenciamiento es colectivo y que atraviesa
diversas multiplicidades (territoriales y afectivas, por ejemplo),
conformándose como un entramado que sostiene las relaciones sociales.
17
parte del sistema sexo-género vigente, el que es construido
por diferentes tecnologías sociales, discursos
institucionalizados y prácticas de la vida cotidiana (De
Lauretis, 1989) los que producen y reproducen a nivel
subjetivo y material un complejo entramado de relaciones
que se asientan en la desigualdad social.
Tanto la lectura como la escritura son espacios
asediados por las relaciones de poder. Por lo tanto, en ellos
se juegan aspectos conservadores a veces, transformadores
otros y en ocasiones, conviven ambos. Las mujeres, tanto
receptoras como emisoras de los libros, aparecen muy tarde
en nuestra historia y normalmente lo hacen desde los
márgenes. A través de la historia, la mujer empezó a
aparecer como sujeto de la enunciación unas veces
perpetuando los mandatos de género a través de sus
personajes y otras, menos favorecidas por la crítica,
desmontando los estereotipos y rebelándose ante un sistema
sexo-género opresivo. El cuestionamiento al androcentrismo
y el heterosexismo es posible encontrarlo desde autoras
como Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y muchas más en
el escenario latinoamericano de principios del siglo XX2.
2
Diversas investigaciones han indagado en rupturas y reflexiones
críticas presentes en las escrituras de autoras latinoamericanas en la
primera mitad del siglo XX. En Modernidad en otro tono. Escritura de
mujeres latinoamericanas. 1920-1950 (2004), se exploran los recorridos
 Décadas antes, teóricas como Nelly Richard se
preguntaban por el lugar de la escritura de mujeres, si es que
esta tenía o no sexo3. Con esta pregunta, que da pie a la
nuestra, la autora quería poner de manifiesto que el lenguaje
no es neutro. Para las mujeres, ingresar al mundo de la
escritura ha significado ingresar a un espacio que ha sido
históricamente dominado por reglas masculinas. La
hegemonía patriarcal en este sentido no está ajena al acto de
producción y de recepción de los textos. Hoy nos parece
válido preguntarnos, aunque sea en un primer acercamiento
exploratorio, si es que tiene sexo la lectura. Distintos
estudios señalan que las mujeres son más lectoras que los
varones, pero ¿a qué se debe esto?
Es indudable que el acceso a la lectura, que es la
principal puerta de ingreso al mundo de la cultura
letrada, supuso un gran avance para la mujer,
como para cualquier otro colectivo étnico o
de seis escritoras, develando en sus textos subjetividades femeninas y
modos particulares de experimentar una modernidad emergente.
3
Femenino/Masculino: prácticas de la diferencia y cultura democrática.
Esta pregunta es acuñada por Nelly Richard y da nombre al segundo
capítulo del libro «Femenino/Masculino: prácticas de la diferencia y
cultura democrática» (1993). En él se revisan las interrogantes
planteadas en el «Primer Congreso Internacional de Literatura Femenina
Latinoamericana» realizado en Chile en 1987 y que fue organizado por
Lucía Guerra, Carmen Berenguer, Diamela Eltit, Eliana Ortega y la
mencionada Nelly Richard.
18
social en posición de desventaja y de
dependencia. Le dio mayor confianza en su
propio valer, la hizo más autónoma, la ayudó a
pensar por sí misma, le abrió nuevos horizontes
[...]. Estudios realizados en las escuelas muestran
que los niños dan menos valor a la lectura, se
mueven más, escuchan menos. Creo que lo
fundamental es esto: escuchan menos. Los
varones se interesan menos por las historias de
los otros (Aguilar 2).
Esta categórica aseveración, que enmarca diferencias
circunscritas a los estereotipos culturales y mandatos de
género también se puede relacionar con la configuración de
gustos literarios según el género de quien lee. Es posible
pesquisar las predilecciones femeninas por textos
románticos, en lo que se replica la figura de la mujer que
espera a “su príncipe azul” y cuya construcción como sujeto
se funda en las relaciones afectivas que establece con otros.
Según algunos críticos, actualmente las heroínas responden
a versiones modernizadas, recubiertas de otros aspectos
fantásticos. Sin embargo, se reproduciría aun la tradicional
dicotomía Ética del cuidado/Ética de justicia. Esta última,
más próxima a los héroes que luchan por restablecer un
orden perdido o buscan un lugar en su comunidad, es
legitimada desde lo público en pro de unas luchas por el
bien superior de la humanidad.
¿CUÁNTO SE DESCENTRAN LOS MODELOS DE GÉNERO EN
LOS LIBROS LEÍDOS POR LAS Y LOS JÓVENES?
Un estudio realizado por Teresa Colomer (1998) sobre los
150 mejores libros publicados en España, según la crítica,
tiene entre las conclusiones obtenidas, que en los textos para
niños, niñas y adolescentes, entre los 5 y los 15 años, el
62% de los protagonistas son hombres y solo un 29,5% son
mujeres, mientras que un 7,7% tiene como protagonistas
personajes de ambos sexos. Los roles y ocupaciones que
desempeñan son mayoritariamente tradicionales: los
personajes varones se caracterizan por ser aventureros y
proveedores, mientras que las mujeres, especialmente en los
libros para niños y niñas pequeñas, sean estas personas o
animales personificados, representan un protagonismo
asociado a los cuidados maternales.
Las conclusiones del estudio de Colomer son
lapidarias. Si bien han pasado cuatro décadas desde la
publicación de sus resultados, y el panorama editorial se ha
ido transformando, persisten muchos de los elementos allí
19
descritos. Concluir que existe un descentramiento en las
construcciones de los sujetos femeninos y masculinos de la
literatura para adolescencia y juventud requiere de nuevos
estudios capaces de dar cuenta de los distintos sistemas
sexo-género conviviendo en esas representaciones. El
estudio de Colomer analiza un importante grupo de textos
que representan aspectos innovadores respecto de los
modelos de género femeninos, sin embargo, estos siempre
se encuentran más limitados que para los varones.
Lo que habría ocurrido en algunos textos es que los
personajes mujeres han tendido a masculinizarse asumiendo
mayor diversidad de roles, sin embargo, pareciera ser que
este cambio releva dichos roles en menoscabo de los
tradicionalmente femeninos. En otro grupo de los textos
analizados por la autora, es posible ver lo complejo que
resulta mostrar diferentes modelos de género sin hacerlos
perder verosimilitud o sin caer en discursos didácticos o
moralizantes asumidos por el narrador o narradora. La
autora resalta el desafío literario que implica mostrar con
destreza aspectos inexistentes en la realidad de los niños,
niñas y jóvenes, para quienes un texto puede volverse
extraño y remoto. También resulta relevante la persistencia
de ciertos moldes genéricos textuales, los cuales tienden a
mantener regularidades, como por ejemplo, los libros de
ciencia ficción y aventura están más asociados a
protagonistas masculinos. Las mujeres leen más sin tener en
consideración, entre otras cosas, si el protagonista es un
varón; a la inversa, el peso del prejuicio y el temor a lo
femenino por parte de los varones se imponen en muchos
casos.
A través de los acercamientos a la lectura de
jóvenes desde una perspectiva de género es posible apreciar
que se continúa frente a un campo fértil para reproducir
estereotipos. Desde este enfoque, la literatura para
adolescencia y juventud es comprendida como parte del
dispositivo que legitima el sistema sexo-género dominante,
lo que es reafirmado por agencias editoriales, educativas y
mediáticas. Resulta urgente indagar críticamente cómo los y
las jóvenes construyen y significan su propia experiencia
lectora, cuáles son los criterios con los que escogen
preferencias literarias, hasta dónde dichos textos elegidos
son fuente de identificaciones de género y, si es así, cuáles
son esas configuraciones resistentes o bien emergentes.
PRINCIPALES HALLAZGOS Y REFLEXIONES DEL ESTUDIO
Leer es reconocido como una actividad de gran valía, un
hábito deseable al que como sociedad debiéramos aspirar y
20
sobre el que poco se sabe y del que mucho se habla en
distintos ámbitos. Desde el sentido común hasta discursos
académicos, se enfatiza la pérdida y el desplome del libro y
la lectura como actividad de un mundo que otrora la
generación de adultos hubiera ejercido con mayor
acuciosidad que los jóvenes contemporáneos.
Junto a este discurso bastante consolidado y de larga
data, se escucha que las y los jóvenes han comenzado a leer
más, que habría un boom editorial y un aumento de la
producción y consumo por parte de este segmento de la
población. Ambas generalizaciones resultan vacías de
sentido si es que no se les explora y mira en detalle,
atendiendo a las diferencias tanto socioeconómicas como a
las intergeneracionales.
Avanzar en el planteamiento de ciertas conclusiones
sistematizables del estudio hace necesario, en primer lugar,
señalar las implicancias que este campo del conocimiento
produce como efecto de la propia temática y la población
escogida. Consideramos fundamental un diseño teórico-
metodológico dialógico que posibilite la generación
expansiva y multiplicadora del estudio. Dicha expansión,
que si bien enriquece el proceso de investigación, obliga
también a volver una y otra vez sobre los planteamientos
teóricos y la caja de herramientas con la cual se fue
planteando el estudio.
Una primera y fundamental discusión a la que
convoca el estudio exige preguntarse por la necesidad de
atribuirle a la lectura una función edificante o acaso
moralizante en una etapa de la vida que, precisamente,
coincide con la formación en la educación escolar y con la
formación de la propia vida como proyecto de autonomía.
Michelle Petit (2001) señala que «[…] el objetivo de
mis investigaciones no es tanto cómo podemos “construir”
lectores […] sino más bien cómo la lectura ayuda a las
personas a construirse, a descubrirse, a hacerse un poco más
autores de su vida, sujetos de su destino» (31). Se ha visto
cómo este propósito de la lectura adquiere un profundo
sentido en etapas claves del ciclo vital y las preguntas
formuladas en el marco de este estudio han estado
inspiradas en dicho deseo. Mirar además en clave de género
pretende observar la densidad de la experiencia, los
mecanismos diferenciadores que allí se perpetúan y,
paradójicamente, los espacios de libertad y autonomía
identitaria que también allí se inauguran.
¿Existe un auge de la literatura juvenil o es este solo
un fenómeno mediático y comercial? La hipertextualidad
llevada a la propia vida exige ir más allá de la pantalla del
21
computador, pasar del libro a la película, al fetiche que
representa el ser parte del fenómeno o viceversa, en una
lógica que se retroalimenta. ¿Qué hace que las y los jóvenes
lean más allá de la obligatoriedad del contexto escolar?
¿Existen diferencias de comportamiento lector en estos
jóvenes que den cuenta de diferencias de género relevantes?
A través de este estudio exploratorio (2014), la
realización de las entrevistas, el análisis de Sistema
Integrado de Información Aleph de la Biblioteca de
Santiago y la encuesta aplicada, es posible señalar algunas
cuestiones que parecen relevante problematizar.
Entre las y los jóvenes entrevistados, es posible
apreciar una relación con la lectura que les permite alejarse
de la vida y del realismo agobiante de ella, a la vez que
establecen nexos solo en la medida que los personajes,
muchas veces fantásticos, aparecen como alter egos desde
los cuales logran identificarse. Aunque no es objeto de este
estudio generar un perfil de las y los lectores, creemos
relevante la relación que se pudo observar entre jóvenes
cuyo mundo social se tramita a través de los libros y para
quienes existe una dificultad para buscar en el entorno las
experiencias que comienzan a hacer parte del mundo de las
y los jóvenes adolescentes. Sea como vía de conocimiento,
búsquedas de respuestas, satisfacción de deseos
imaginarios, la lectura crea un espacio de intimidad para
las-os jóvenes en el que es posible el encuentro con el otro u
otra.
Pareciera ser que uno de los principales elementos
que permiten el enganche con la práctica lectora es la
presentación de un lenguaje y una cierta trama que facilite
una lectura fluida y una comprensión de argumentos
relativamente simples. En el grupo etario estudiado, se
observa la existencia de una distancia respecto del mundo
de los adultos la que se aprecia por las dificultades para leer
textos presentes en la bibliografía escolar, por ejemplo,
clásicos de la literatura latinoamericana como La tregua de
Mario Benedetti, El túnel de Ernesto Sábato o Crónica de
una muerte anunciada de Gabriel García Márquez. La
distancia frente a textos como los mencionados también es
posible apreciarla respecto a las dificultades comprensivas
de textos que requieren un-a lector-a con herramientas
interpretativas para las cuales muchas veces los y las
jóvenes no se encuentran preparados-as. Este elemento
resulta importante de considerar en la medida que se
convierte en una barrera hacia una determinada literatura,
pero que también refuerza la idea de pensar más que en la
cantidad de libros que se lee, en los niveles comprensivos
que se logran alcanzar o hacia la que es posible avanzar: la
22
lectura como un proceso virtuoso, pero no solo en claves
textuales o gramaticales, sino sobre todo por la capacidad de
ahondar en experiencias que se alejan de lo inmediato o de
lo conocido y que tienden puentes entre experiencias y
mundos distintos a los propios.
A diferencia de lo que sugiere el estudio de
CERLALC-20124 respecto de la motivación lectora en
Chile, las y los jóvenes que respondieron la encuesta
(asociada a lectores asiduos), refieren mayoritariamente la
entretención como la principal motivación lectora. La
pérdida de la asociación entre lectura y placer se ha resuelto
en favor de la funcionalidad y el rendimiento académico, lo
que parece ir en desmedro del incentivo por la lectura per
se. La disociación entre entretención y aprendizaje parece
ser entonces un modelo probadamente fallido en el ámbito
de la experiencia lectora.
Por ejemplo, en el caso de las y los entrevistados
lectores, comienzan a discriminar y hacer juicios con
elementos metaliterarios a la hora de referirse a ciertos
títulos de consumo masivo como ocurre con la saga
Crepúsculo (Meyer, 2005), en la cual es posible ver confluir
4
El estudio referido («Comportamiento Lector y hábitos de lectura»)
presenta un estudio comparativo entre once países en relación con la
lectura. En cuanto a las motivaciones lectoras, en Chile, la más
recurrente, con un 33% es la actualización cultural y la adquisición de
conocimientos generales.
las críticas literarias así como las marcas genérico sexuales
que están presentes en ella. Los tres libros de literatura
fantástica en los cuáles la protagonista es Bella, son
referidos por los entrevistados como de mala calidad
literaria, resultado de un interés comercial luego del éxito
obtenido con el primer libro de la saga. Existe además un
rechazo a la figura estereotipada de un personaje
protagónico femenino atrapado por las emociones y los
afectos.
En nuestro estudio se confirma el hecho de que las
principales lectoras son mujeres, corroborándose los datos
que, tanto a nivel nacional como internacional, señalan que
las mujeres leen más que los hombres. Este fenómeno, se
cree, hace parte de la construcción de la subjetividad
femenina en relación con otro-a, que es incorporado desde
la temprana infancia. Los mundos posibles de la literatura,
más allá de todo juicio de valor respecto de la calidad,
plantean la construcción de espacios donde lo íntimo juega
un papel fundamental. Lo íntimo del acto de la lectura, lo
íntimo de la relación entre personajes y entre estos y la o el
propio lector. La encuesta realizada refuerza la idea de la
relevancia de esta relación, y son las mujeres las principales
transmisoras del gusto por la lectura: la madre, luego la
23
profesora y las amigas aparecen como las figuras que
destacan5.
No es casual decir que la literatura romántica sea
predilecta entre las jóvenes, a la vez que los varones
aparecen con más préstamos ligados a las ciencias sociales.
Ética de cuidado y ética de justicia (Gilligan, 1985) parece
replicarse entre las y los jóvenes lectores6. Se puede decir
que, de algún modo, se mantiene aquella lógica dicotómica
de lo público y lo privado; en este sentido, el desarrollo
moral del héroe es el modelo a imitar por las mujeres que
aspiran a ocupar roles protagónicos y descentrar en alguna
medida el modelo tradicional. El sistema sexo-género
cambia, se adapta, se reinventa y, en ese proceso de cambio,
se instala una nueva estabilidad: la meta estabilidad del
sistema sexo-género imperante. Para que esto sea posible,
5
Este elemento no es propio de las juventudes lectoras, sino que también
es posible de ver en otros rangos etarios, como lo demuestran otros
estudios de esta colección, especialmente en el primer número
«Estudios de Colecciones Bibliográficas en la Biblioteca de Santiago»
(2009).
6
«Los hombres presentan una orientación ética a la justicia y los
derechos, y las mujeres, una orientación ética al cuidado y la
responsabilidad. La ética de la justicia que orienta el razonamiento
moral masculino, busca aplicar principios morales abstractos en el
respeto a los derechos formales de los demás. Valora la imparcialidad,
el mirar al otro como otro genérico, sin tener en cuenta los detalles de la
situación o los involucrados, para no dejarse influir por la simpatía o el
sentimiento. La adopción de este punto de vista imparcial, hace suponer
que todas las personas racionales coincidirán en la solución de un
problema moral» (Fascioli 44).
las mujeres han hecho propios algunos de los modelos
masculinos prevalentes y se ha producido rechazo tanto de
hombres como de mujeres hacia la figura femenina
estereotipada. De ahí entonces, se entiende que algunas
jóvenes lectoras de la Biblioteca de Santiago realicen
críticas a los personajes femeninos tipo Marie Sue, figura
literaria idealizada que se roba la atención de la historia y
sus personajes. Al contrario, Gary Stu o Marti Stu, el símil
masculino, no es mencionado en este estudio.
Las representaciones de lo íntimo en la lectura
atraviesan los caminos del género sin escapar de las lógicas
dicotómicas. Claramente hay incursiones donde las historias
así como en la realidad, los límites y los roles son
transgredidos. No por nada es una mujer la protagonista de
Los juegos del hambre (Collins, 2008 ), quien haciendo uso
de un atributo como la fuerza y el uso de la violencia física,
exclusivamente masculino, se instala como heroína capaz de
ser además una mujer que cuida, que se preocupa por los
otros y que se enamora sin perder la cabeza. Si decimos que
las mujeres jóvenes leen de preferencia la llamada literatura
fantástica7 y ponemos en otra categoría la llamada literatura
7
Nos referimos a Literatura Fantástica, según a la clasificación que
realizan las editoriales, en muchos casos con intereses puramente
publicitarios dada la relación existente entre un aumento del consumo
del libro y las y los jóvenes que son los principales consumidores de
24
romántica, es posible que estemos sobreponiendo elementos
de análisis. ¿Cuánta de la literatura Fantástica no tiene en su
argumento fundamentalmente elementos de romance? ¿No
debiéramos preguntarnos cuántos de esos libros no replican
roles y jerarquizan en virtud de la figura del héroe varón y
supeditan la figura de la mujer a la historia de amor? La voz
de las y los jóvenes entrevistados reconoce una sobrecarga
de los personajes femeninos estereotipados. Rechazan esas
figuras, pero no así la de los varones que aparecen mucho
menos cuestionadas.
La encuesta aplicada reafirma esta línea
argumentativa. Las mujeres mayoritariamente prefieren leer
novelas, cuyas temáticas predilectas en orden decreciente
son fantasía, ciencia ficción y romance, en contraste con los
varones que señalan como primera preferencia la lectura de
temáticas asociadas a filosofía y política, seguido de crítica
y ensayo, y luego fantasía.
Al contrastar tales resultados de la encuesta con los
datos emanados de las bases de datos de préstamos del
Sistema Integrado de Información Aleph, constatamos un
este género en la actualidad, aunque en muchos casos son fenómenos
crossover, es decir transversales en términos etarios. En términos
literarios lo fantástico se relaciona con la irrupción de algo que no
podemos explicar con las lógicas y explicaciones racionales. En este
sentido y como señala Todorov (1999) eso inexplicable produce un
sentimiento de vacilación en el lector que hace imposible decidir.
tránsito más amplio en las lecturas de las mujeres que en las
de los hombres. Observamos que las jóvenes entre 14 y 18
años se mueven más libremente entre novelas románticas
y/o literatura fantástica y los títulos de ciencias sociales e
historia. La flexibilidad de sus intereses literarios les
permite movilizarse dentro, fuera y entre los estereotipos
asociados a su sexo, no así en el caso de los varones que se
mantienen en una posición más rígida en torno a los
patrones esperados. En este caso, hay una ausencia de
lecturas asociadas a romance mientras que se mantiene la
tendencia a lecturas generizadas en torno a temas
tradicionalmente asociados a intereses masculinos
(principalmente temáticas de no ficción).
¿Por qué las novelas aparecen como el género
preferido por las mujeres? ¿Qué pasa en la educación
formal con la lectura? ¿Qué esperamos de los libros?
¿Acaso esperamos que transformen la realidad más allá de
lo que la realidad misma es? ¿Será necesario pensar en dejar
a un lado la lectura en su función utilitaria y edificante para
dar paso a una práctica más enfocada en la lectura por la
lectura? ¿Es la lectura por placer la que parece carecer de
prestigio social?
Quienes en este estudio se han encontrado con los
libros a la manera de la “lectura por placer” a través de
25
diversas trayectorias imposibles de homogeneizar, lo han
hecho en búsquedas personales, gatilladas en distintos
momentos de su desarrollo personal. Más allá de lo popular,
de moda o no de sus lecturas, son capaces también de hacer
reflexiones metaliterarias producto del desarrollo de una
capacidad lectora que les permite un mayor grado de
abstracción y crítica respecto de lo que leen, en algunos
casos también cuestionando las representaciones de género
que aparecen y que son reconocidas como mayoritariamente
normativas.
Las reflexiones realizadas en este estudio acerca de
las preferencias lectoras de los y las jóvenes plantean
preguntas respecto a cómo fomentar la lectura crítica e
inclusiva en el espacio bibliotecario. En este sentido, es
necesario interrogarse respecto de cómo las bibliotecas
públicas pueden ser lugares abiertos y democráticos, o
pueden reproducir lógicas de mercado y jerarquías similares
a las instituciones educativas tradicionales.
Resulta necesario seguir explorando qué leen los que
leen en otras tribus urbanas, subjetividades proliferantes
desde sus respectivas trincheras estéticas y culturas
poéticas. ¿Qué sentido adquiere ahí la lectura y los libros?
¿Qué se busca en los libros y en los muros de las ciudades
para encontrar las comunidades de pertenencia? ¿Cuál es el
rol de los y las mediadores en esta etapa y qué preguntas
deben hacerse? ¿Para quiénes y para qué? ¿Qué estrategias
se deben levantar desde espacios de lecturas libres y
autónomas, desde la escucha y el respeto de las opiniones
de lectores y lectoras y también desde el maravilloso lugar
del compartir los libros?
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http://www.discursos.org/oldarticles/Discurso%20y%
20dominaci%F3n.pdf
*La investigación Letras en Género III se encuentra
disponible en http://patrimonioygenero.dibam.cl/651/w3-
article-58982.html
 PERFILES COLABORADORES-AS
UMBRAL
N° 7 – AÑO 2 – JULIO 2016
PAOLA PIACENZA
Doctora en Humanidades y Artes (con mención en
Literatura) y Magíster en Enseñanza de la Lengua y la
Literatura, de la Universidad Nacional de Rosario,
Argentina. Profesora y Licenciada en Letras. Docente en la
Facultad de Psicología y en la Facultad de Humanidades y
Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en la
Diplomatura de Estudios Avanzados en Literatura Infantil y
Juvenil de la Universidad Nacional de San Martín
(UNSAM), Buenos Aires. Ha sido becaria del
C.O.N.I.C.E.T (2003-2006), del Fondo Nacional de las
Artes (1999) y de la Secretaría de Cultura de la Provincia de
Santa Fe (1995 y 1997). Sus áreas de investigación son la
teoría literaria y la enseñanza de la literatura.
27
VANESSA EAST CARRASCO
Psicóloga, egresada del Magíster de Estudios de Género y
Cultura de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad de Chile. Colaboradora del Centro de Estudios
de Género CEGECAL de la misma Facultad, a cargo de la
profesora Pilar Errázuriz, desde el 2011. Ha participado en
numerosas capacitaciones e investigaciones en diferentes
temáticas de género en el sector público desde 2009 para
GENERAM, Unidad de Género y Equidad a cargo de la
profesora Kemy Oyarzún. Colabora y coordina estudios
relativos a las prácticas lectoras desde una perspectiva de
género para la DIBAM y la Biblioteca de Santiago entre el
2012 y el 2015.
De publicación mensual, Umbral es una colección de propuestas críticas en torno a textos narrativos, poéticos u otros,
chilenos, latinoamericanos y españoles, que han sido destinados para niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Asimismo,
incorpora revisiones teórico-críticas actuales respecto de la literatura escrita y/o pensada para estos-as destinatarios-as
desde una perspectiva abierta y dialógica. Nuestra finalidad con esta publicación es crear una instancia de reflexión y
diálogo multidisciplinario que contribuya a la construcción de conocimiento, tanto para la comunidad académica como al
público en general.

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