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¿CÓMO ELABORAR UNA TEORÍA DEL CASO GANADORA?

Por Frank Suriel Osorio Hernández

La audiencia de juicio propiamente dicha es aquella fase dentro del proceso penal en la que
el inculpado ya ha sido vinculado a proceso y no se ha podido resolver o concluir el litigio a
través de los medios alternativos de solución de conflictos o de procedimientos abreviados.
En consecuencia, se ha citado a las partes a la audiencia de juicio en la que se presentarán
todas las evidencias anunciadas durante la fase previa, con la única finalidad de persuadir
al juez sobre la validez de nuestra teoría del caso.

Para lograr el objetivo principal del juicio —persuadir al juez sobre la validez jurídica y real
de los argumentos que constituyen nuestra teoría del caso— tenemos cuatro herramientas
básicas:
1) argumentos de apertura y de cierre,

2) testimonio en examinación directa y en contraexaminación,

3) ofrecimiento de pruebas físicas o documentales y

4) absolutamente todo lo demás que suceda en el juzgado, incluida la forma de


conducirse del abogado, es decir, su comportamiento en general durante la
celebración de la audiencia.

En este contexto, ¿qué es la teoría del caso?

El término se refiere a la adaptación de los hechos que dieron origen al asunto o la


investigación con la norma jurídica que rige o regula dicha conducta.

Es evidente que tal ejercicio tendrá un resultado o una aproximación distintos desde la
perspectiva del Ministerio Público y desde el punto de vista de la defensa. Por ejemplo,
mientras el Ministerio Publico diseña su teoría del caso tratando de convencer al juez de
que ciertos hechos deben ser considerados como “homicidio doloso”, la defensa, partiendo
exactamente de los mismos hechos, alegará que la conducta desplegada por su defendido
encuadra en uno de los supuestos que originan la inexistencia del delito por haber actuado
en “legítima defensa”, de tal suerte que nuestra teoría del caso deberá expresar de manera
breve los hechos encuadrados en la norma jurídica que nos lleve a la única conclusión de
que nuestro representado tiene la razón y de que es a quien le debe asistir el derecho.

Para poder identificar correctamente nuestra teoría, debemos responder a la siguiente


pregunta: ¿al término del juicio, que conclusión debe articular el juez, después de analizar
los hechos y la evidencia, y de escuchar nuestros argumentos?
La teoría del caso no es más que la estrategia que ha de adoptar cada parte para afrontar
el asunto en litigio. Esta teoría es la que planteamos en nuestra oficina de manera particular
o por medio de una lluvia de ideas con nuestros socios. Es la idea que el abogado debe
seguir durante el juicio. Es una historia simple y lógica sobre lo que sucedió realmente.

Una vez que se ha seleccionado la “estrategia”, ésta se va a implementar en el juicio. Dicha


estrategia equivale a nuestra teoría del caso, la cual no debe sustituirse ni modificarse
durante el juicio, a menos que sea inminentemente necesario, pues el mensaje que recibe
el juzgador cuando los abogados sustituyen la teoría del caso durante el juicio es el de que
no seleccionaron cuidadosamente su estrategia, con lo cual muestran un desconocimiento
del asunto.

Por este motivo la preparación de nuestra defensa o de nuestra acusación debe ser lo
suficientemente exhaustiva para poder elegir correctamente una estrategia sólida. Para
tener más claro este asunto: en un caso de homicidio las pruebas de la fiscalía probarán
que, después de una discusión, un sujeto disparó contra la víctima y existen testigos que
observaron el hecho.

La teoría del caso puede asumir las siguientes posturas en relación con el inculpado:

a) El inculpado no fue la persona que disparó (identificación).

b) El inculpado disparó, pero lo hizo por repeler una agresión actual e inminente
(legítima defensa).

c) El inculpado disparó, pero las circunstancias de tiempo modo y lugar constituyen


elementos de homicidio preterintencional y no calificado (atenuante).

Una teoría del caso exitosa deberá contener los siguientes elementos:

1) Lógica: una teoría ganadora debe estar articulada de tal forma que tenga una fuerza
creíble y basada en hechos no controvertidos o en hechos probables que puedan
conducirnos a una sola dirección. Cada uno de los hechos sobre los que se sustenta la
teoría deberán reforzarse unos con otros, pero nunca contradecirse; de hecho, cada
uno deberá guiarnos al siguiente, y así sucesivamente, hasta alcanzar de manera
inevitable la conclusión deseada; es decir, debe tratarse de una cadena lógica de
hechos no controvertidos, que se refuercen unos con otros sin contradicción alguna.

2) Conclusión legal: es claro que el elemento lógico recomendado en el inciso anterior


debe conducirnos a una conclusión “legal”. La teoría no sólo deberá demostrar que
nuestro representado es un buen ser humano, incapaz de cometer determinada
conducta, o que fue la víctima de un delito, sino que deberá mostrar con claridad qué
norma jurídica le da la razón a nuestra posición en el juicio, de manera que la teoría
del caso deberá probar cada uno de los elementos necesarios para justificar una
sentencia a nuestro favor o para preservar los elementos indispensables para una
eventual apelación.

3) Simpleza: una buena teoría generalmente se basa en hechos primordialmente no


disputados, incontrovertidos, y no en pruebas inadmisibles o en hechos altamente
impugnados y difíciles de probar.

4) Credibilidad: a veces incluso teorías “verdaderas” son difíciles de creer porque


parecen contradecir la vida cotidiana, o porque para creerlas se requieren opiniones
radicales, de manera que es necesario dejar de lado los elementos subjetivos que
dependan de cierta prueba de la cual no sabemos con exactitud qué resultado se va
a obtener durante el juicio.

Una teoría sólida y exitosa será capaz de beneficiarse aun de los resultados inesperados de
ciertas pruebas de nuestro adversario en el juicio, como consecuencia de que la lógica que
fue utilizada para su elaboración permite conducir la mayor parte de la evidencia hacia un
sólo fin: la victoria. Tal como se afirmó arriba, es necesario que la teoría del caso que se
eligió en un principio se mantenga durante todo el juicio. Independientemente de que haya
sido la mejor o la peor, debemos defenderla hasta el final, dado que si en el transcurso del
litigio decidimos sustituirla o modificarla, será en detrimento del caso, pues el juez se habrá
dado cuenta de que el abogado no conoce el asunto a fondo.

Imaginemos que el abogado defensor ha decidido que su estrategia será probar que su
cliente no se encontraba en el lugar de los hechos el día que ocurrió el homicidio; ésta será
su teoría del caso y tendrá que desarrollarla durante el juicio; sin embargo, durante el
argumento de apertura asentó lo siguiente: “Esta defensa pondrá de manifiesto durante el
juicio que mi defendido no se hallaba en Querétaro el día en que el pasivo fue agredido con
un arma de fuego y perdió la vida; sin embargo, si la fiscalía logra probar que mi cliente
estuvo en Querétaro el día de los hechos, esta defensa probará que mi cliente no estuvo en
el bar donde el pasivo perdió la vida. Y suponiendo que la fiscalía pruebe que mi cliente
estuvo en el bar donde el hoy occiso perdió la vida, esta defensa probará que mi cliente no
portaba ningún tipo de arma, y para el caso de que la fiscalía logre establecer que mi cliente
portaba un arma de fuego, nosotros probaremos que el arma de fuego no fue disparada
por mi cliente.

Ahora bien, para el caso de que la fiscalía probara que mi cliente disparó el arma de fuego
sobre el hoy occiso, esta defensa probará que los disparos tenían como objetivo el repeler
una agresión actual e inminente, y para el caso de que la fiscalía probara que los disparos
no fueron en legítima defensa, esta defensa solicitará a su señoría que se imponga la pena
mínima a mi cliente por considerarse primodelincuente”.
En este ejemplo el abogado utilizó seis teorías del caso, lo cual lo coloca en desventaja dado
que no es contundente con su línea de defensa y facilita el trabajo del fiscal al no guardar
orden ni establecer con precisión cuál es su objetivo. En consecuencia, es clara la
importancia que tiene decidir correctamente sobre la línea de defensa o de acusación que
se empleará en el juicio, dado que sólo se podrá poner en marcha una sola estrategia.

Finalmente, es necesario precisar que las herramientas con que cuenta el abogado para
mostrar y probar su teoría del caso frente al juez, no son otras que los argumentos de
apertura y cierre y los interrogatorios, los cuales deberán ser planeados de tal manera que
den cuerpo a la estrategia que sustenta la teoría del caso. Estos elementos son los que nos
permitirán elaborar una teoría del caso efectiva para mostrar al juez que el derecho le asiste
a nuestra parte. Es aquí donde se inicia el trabajo técnico-jurídico que nos permitirá
transmitir a la autoridad jurisdiccional la idea que hemos acogido para sustentar nuestra
teoría del caso.

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