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SENTAOS,
ANDAD, ESTAD
FIRMES

WATCHMAN NEE

Contenido:
Introducción
Sentaos
Andad
Estad firmes

Introducción:

Si la vida del creyente ha de agradar a Dios, es


necesario que ésta se ajuste enteramente a Él. Con
excesiva frecuencia, en la aplicación de este principio a
nuestras vidas, enfatizamos sólo algún detalle de nuestra
conducta o de nuestro servicio a Dios. Por consiguiente,
muy a menudo no logramos apreciar la magnitud del
ajuste que tenemos que hacer, y el punto en que
deberíamos comenzar. Pero Dios juzga todo, el principio y
el fin, por las perfecciones de su Hijo. Las Escrituras
afirman claramente que a Dios le ha placido «reunir
todas las cosas en Cristo. . .en quien asimismo tuvimos
herencia" (Ef. 1:9-11). Es mi sincero ruego que, en las
páginas de este libro, sean nuevamente abiertos nuestros
ojos y veamos que sólo acentuando debidamente este
punto, podremos esperar la realización del propósito de
Dios para nuestras vidas, a saber, "que seamos para
alabanza de su gloria" (1:12).
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Servirá de fondo a nuestras meditaciones la epístola


de Pablo a los Efesios.
Como tantas de las otras epístolas del apóstol, ésta
también tiene dos partes: una doctrinal y otra práctica.
La parte doctrinal, que abarca los capítulos 1 al 3, trata
principalmente de los grandes hechos de la redención
que Dios ha obrado para nosotros en Cristo.
Luego, la sección práctica, que encierra los capítulos 4
al 6, nos presenta, a la luz de esta redención, las
demandas de Dios en lo que se refiere a la conducta y al
celo.
Ambas partes están íntimamente ligadas, pero, como
se verá, el énfasis en cada caso es distinto.
Además, la segunda mitad, la parte práctica, puede
ser, a su vez, convenientemente subdividida según su
tema en una sección larga, que corre desde el 4:1 hasta
el 6:9, y una segunda y más breve, que se extiende desde
el 6:10 hasta el final. La primera parte se relaciona con la
vida que llevamos en medio del mundo; la segunda, con
el conflicto que sostiene el creyente con el diablo.
De modo que tenemos, en total, tres subdivisiones de
la epístola a los Efesios, presentando: 1) la posición que
ocupa el creyente en Cristo (1:1-3:21); 2) su vida en el
mundo (4:1-6:9); y 3) su actitud hacia el enemigo (6:10-
24). Podríamos resumirlo de la siguiente manera:

Efesios
A. Doctrinal (capítulos 1-3)
1. Nuestra posición en Cristo (1:1-3:21)
B. Práctica (capítulos 4-6)
2. Nuestra vida en el mundo (4:1-6:9)
3. Nuestra actividad frente al enemigo (6:10-24)
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De todas las epístolas de Pablo, es en la de Efesios que


encontramos los valores más altos en lo que a la
conducta del creyente se refiere. La carta abunda en
riquezas espirituales, sin embargo, es intensamente
práctica. La primera mitad de la carta revela que nuestra
vida en Cristo es una de unión con Él en lugares
celestiales. La segunda mitad nos enseña, en términos
muy prácticos, cómo hemos de vivir esa vida, los que
estamos sobre la tierra. No es nuestro propósito dar un
estudio detallado de la epístola; sólo examinaremos
algunos de los principios céntricos que en ella se
encuentran. Para este fin emplearemos una palabra clave
que, creemos, expresa la idea central de cada sección.
En la primera división de la carta notaremos la
palabra sentar (2:8), clave de esa sección, que contiene el
secreto de una verdadera experiencia cristiana. Dios nos
ha hecho sentar con Cristo en lugares celestiales, y todo
creyente tiene que comenzar su vida espiritual desde ese
punto de descanso.
En la segunda división tomamos la palabra andar
(4:1), como expresiva de nuestra vida en el mundo, que
es, justamente, el tema de esta parte. En ella se nos
exhorta a manifestar en nuestro andar una conducta que
esté a la par con nuestra elevada vocación.
Finalmente, en la tercera división, hallamos la clave de
nuestra actitud frente al enemigo en las palabras estar
firmes (6:11), que expresan nuestro lugar de victoria al
fin.
De manera que tenemos:
PALABRAS CLAVES EN EFESIOS
1. Nuestra posición en Cristo — "SENTAR" (2:6)
2. Nuestra vida en el mundo — "ANDAR" (4:1)
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3. Nuestra actitud frente al enemigo — "ESTAR


FIRMES" (6:11)
La vida del creyente siempre presenta estas tres
actitudes: hacia Dios, hacia el hombre, y hacia los
poderes satánicos. Para ser un instrumento útil en las
manos de Dios el hombre debe estar en buen ajuste: en
su posición, en su vida diaria, y en el combate contra las
fuerzas del mal. No satisface las exigencias de Dios, si
resta importancia a cualquiera de ellas, porque cada una
es una esfera en que Dios desea expresar "la gloria de su
gracia, con la cual nos agradó en el Amado" (1:8, VHA).
Tomaremos entonces estas palabras, "Sentaos",
"Andad", "Estad firmes", como índices de la enseñanza de
esta epístola, y como texto de su presente mensaje a
nuestros corazones. Será de mucho provecho observar
tanto el orden como la relación en que aparecen.

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Sentaos

El Dios de nuestro Señor Jesucristo. . . le levantó de


entre los muertos, y le sentó a su diestra en las regiones
celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad
y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra no
sólo en este siglo, sino en el venidero (Efesios 1:17-21,
VM).
Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús… ,
porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
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no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para
que nadie se gloríe (2:6-9).
“Dios . . . le sentó . . . y asimismo nos hizo sentar."
Consideremos primeramente lo que implica esta palabra
"sentar".
Como ya hemos dicho, revela el secreto de una vida
celestial. La vida cristiana no empieza con caminar;
empieza con sentarse. La era cristiana comenzó con
Cristo, de quien leemos que, "habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo,
se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (He.
1:3). Con igual acierto, podemos decir que la vida
individual cristiana comienza cuando el hombre se ve "en
Cristo", es decir, cuando, por fe, nos vemos sentados con
Él en lugares celestiales.
La mayoría de los creyentes yerran, procurando
andar a fin de poder sentarse y descansar, pero eso es
invertir el orden. El raciocinio humano nos dice que si no
andamos no alcanzaremos nuestro objetivo. ¿Qué
podemos lograr sin esfuerzo? ¿Cómo es posible avanzar
si no nos movemos? Pero la vida de fe es una cosa
extraña. Si al comienzo nos esforzamos por hacer, nada
logramos. Si nos afligimos por obtener, perdemos todo.
La razón está en que el cristianismo se inicia no con
mucho hacer, sino con un gran: "Consumado es". Así
vemos que la carta a los Efesios comienza declarando
que Dios nos "ha bendecido con toda bendición espiritual
en lugares celestiales en Cristo" (1:3) y, desde un
principio, se nos convida a que nos sentemos para
disfrutar lo que Dios nos ha dado, y no a que hagamos
algo nosotros mismos.
El andar implica esfuerzo, mientras que Dios dice
que somos salvos "no por obras" —no por nuestro

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