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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Comunicación
Carrera de comunicación social
Seminario: Comunicación y cultura
Ana Carolina Tapias
María José Gonzáles
Silvia Herrera
Nicolás Ulloa
18 de Noviembre de 2013

La televisión y la construcción de la realidad social de las élites


bogotanas en relación con la serie Gossip Girl

Primera parte
Objetivo general:

Determinar los rasgos semejantes en los estilos de vida y las relaciones afectivas de la población
femenina de la ciudad de Bogotá, de los estratos 5 y 6 entre los 20 y los 23 años de edad, en relación
con aquellos representados en la serie Gossip girl.

Objetivos específicos:

 Analizar, desde una perspectiva psicoanalítica, las relaciones interpersonales de Serena y de


Blair (protagonistas de la serie) y compararlas con las relaciones interpersonales de los casos
específicos de las jóvenes entre los 20 y 23 años.
 Determinar las pautas, costumbres y representaciones socioculturales que se observan en la
serie Gossip girl y contrastarlas frente a aquellas que se pueden observar en las familias de
estratos 5 y 6 de Bogotá.

Justificación:
Este estudio es relevante para comprender la relación y su dinámica entre la globalización, la
televisión, las representaciones sociales que ésta produce, y el efecto en sus audiencias que, en este
caso, son las elites bogotanas. No obstante, no solo se busca mostrar si hay un fenómeno cultural
masivo (cuantitativo) y globalizador, sino también, analizar su efecto cualitativo en la vida psíquica y
emocional humana. El porqué del estudio hacia las élites y no hacia las clases sociales populares es,
principalmente, porque hoy en día una gran mayoría de estudios se enfocan en las clases populares,
sus formas de representación social, sus costumbres y sus formas de ver el mundo. Asimismo, este
tipo de estudios, además de ser tan típicos y mayoritarios, buscan la integración, el control, dilucidar
la función y el papel que juegan las clases populares en la estructura social, o el cambio social, y
aunque muchos se inclinen hacia esta última opción, a nuestro juicio, para lograr una integración y
una brecha aún menor entre clases sociales se necesita un entendimiento y una reflexión por ambas
partes. Así, es en este punto donde toma relevancia nuestro estudio, porque intenta descifrar las
costumbres de las élites, sus representaciones sociales y su manera de relacionarse entre sí, lo que
nos lleva a un paso más cerca de un diálogo constructivo y comprensivo entre clases sociales.
Marco Teórico

“People expect that what they are watching


on television is a genuine reflection of their culture”.
Meghan Peirce, 2011, P.2

El presente estudio está compuesto por dos variables principales que vendrían siendo el estilo de
vida y las relaciones afectivas de las mujeres de los estratos 5 y 6, entre los 20 y 23 años de edad de
la ciudad de Bogotá en relación con el estilo de vida y las relaciones afectivas que viven las dos
protagonistas de la serie norteamericana Gossip girl. Al encontrar la semejanza de ambas variables
en los dos conceptos vamos a poder determinar qué tanta influencia tiene la televisión extranjera en
el estilo de vida y las relaciones afectivas de las mujeres de las élites bogotanas, esto es, en su
manera de pensarse a sí mismas, de actuar y de existir en su vida cotidiana. Para encontrar el
impacto de dichas variables en la población definida es necesario delimitar los conceptos que
constituyen dicha población, conceptos tales como: feminidad y juventud. De igual manera, es
imprescindible definir, bajo un marco pertinente, los conceptos de las variables: estilo de vida y
relaciones afectivas. Tal como se indica, el estudio está enmarcado bajo el análisis televisivo de una
serie norteamericana y su efecto cualitativo en una determinada audiencia. En este orden de ideas,
es necesario comprender y abarcar desde ciertas teorías la relación entre medios y audiencia, como
lo expondremos más adelante.

Como se va a hablar de relaciones afectivas desde un paradigma predominantemente psicoanalítico,


es pertinente definir la feminidad desde este mismo esquema de conocimiento. Tanto el niño como la
niña en su primera etapa infantil (de los 0 a los 6 años) están en constante exploración de su
sexualidad (Freud, 1935) cuyo medio de placer no es exactamente el órgano sexual en sí sino otras
zonas erógenas. Asimismo, no diferencian el sexo de su objeto sexual por lo que es normal que todo
niño, en dicho periodo, presente tendencias homosexuales.

Luego, -en el caso del varón- el instinto sexual es dirigido hacia la madre, la cual le impone -a nivel
inconsciente y consciente- unas pautas para comprender el afecto hacia el sexo opuesto. Por el
contrario, el padre del chico, que en un principio fue el ejemplo a seguir, ahora se convierte en el rival
sexual que se interpone entre él y la madre. Así, el niño comienza a estimularse sexualmente como
una manera de satisfacer su instinto sexual hacia la madre. Más tarde esta conducta que es
reprobada socialmente, sobre todo por los padres, se convierte en lo que Freud (1935) denomina el
miedo a la castración, que es el miedo del niño a que su padre le quite su órgano sexual a causa de
su constante masturbación. Por ello, el objeto sexual se retrae a sí mismo y ahora el niño,
embriagado por su poder, hace de su órgano su objeto de placer, esto es, el narcisismo, el cual en un
caso normal es pasajero. Más tarde estos sentimientos son reprimidos y los lazos que se establecen
con los padres son coartados en su fin, es decir, no sexuales y el antes niño ahora adolescente
proyecta su objeto de placer en el sexo femenino de su edad.

En el caso de la niña pasa de otra manera. La niña toma como objeto sexual a su padre y ve como
rival a la madre. De igual manera, siente una gran curiosidad por el órgano sexual del padre –o del
hermano si es el caso- y al ver el gran falo que se erige entre sus piernas, la niña experimenta la
envidia del pene (Freud, 1935). En otras palabras, cuando la niña empieza el ejercicio de la
masturbación, después de descubierto el pene del sexo opuesto, no logra concebir por qué ella
carece de él. Asimismo, se siente sexualmente insatisfecha con la masturbación, razón por la cual
deja de hacerlo rápidamente, -a diferencia del varón-, y más tarde convierte el amor al pene en el
amor al portador del mismo (Freud, 1984).
Claramente esta teoría presenta varias objeciones, la primera y más obvia es que dicha teoría parte
de la premisa de que todas las niñas han visto el sexo de su padre en su infancia, cosa que no puede
ser del todo verificable, y la segunda es que concluye una idea bastante machista, donde la mujer es
definida desde los atributos sexuales del hombre, es decir, el otro (la mujer) es definido desde lo que
carece en comparación al marco de referencia por excelencia (el hombre), pero no se es capaz de
entender la sexualidad de la mujer desde sí misma. No obstante, sí esclarece ciertas conductas
sexuales normales de género, al igual que explica otras anormales, como por ejemplo la ninfomanía,
que ocurre cuando dicha insatisfacción sexual de la mujer no para su necesidad de autosatisfacerse,
sino que la intensifica, factor que tiene una estrecha relación con la manera en que la niña se
relaciona con el padre desde su más temprana infancia. En fin, aunque dicha teoría presente
objeciones de talante feminista, y algunas acerca de la imposibilidad de verificar completamente la
hipótesis, es la única que se ha acercado a realmente explicar de manera, más o menos profunda,
ciertas patologías femeninas y la vida sexual desde la infancia de las mujeres. Es por ello que la
incluiremos en nuestro análisis.

En esta misma línea, el psicoanalista Carl Gustav Jung (1983) nos brinda el concepto de ánima y
ánimus, dice que todos somos seres compuestos por representaciones y complejos psíquicos de
ambos géneros. Todos tenemos ciertas características que se pueden identificar dentro de un género
o el otro. Jung decía que el ánima es la representación del afecto, la constancia y la tranquilidad, es el
lado femenino que se construye en el hombre respecto a la relación con la madre. Mientras que el
ánimus es la representación de la severidad, la constancia, la dureza y la fuerza en la mujer, la cual
se construye a partir de la relación que ella tenga con el padre. De igual manera, Freud (1935)
describe lo femenino como lo pasivo, y lo masculino como lo activo -esta instancia de lo activo y lo
pasivo lo explicaremos más adelante-. Bajo este esquema comprenderemos la idea de feminidad, es
decir, como un sujeto complejo, desde un plano psicológico, con una constitución y un desarrollo
determinado de la mente –desde la infancia- y unos deseos sexuales que se configuran a partir de
sus relaciones paternales (ambos padres), las cuales van a repercutir más tarde en las relaciones
afectivas de pareja. Todo este entramado complejo que se esconde detrás del acto verbal, las
relaciones interpersonales y la personalidad del sujeto se descifran gracias al acto psicoanalítico.

Ahora, pasando a definir el concepto de juventud tenemos a Mario Margulis. Él dice que la juventud
es un concepto que se resiste a la conceptualización técnica pero que finalmente es una identidad,
una identidad que depende de un marco de referencia, (como la cultura, la familia, un estatuto
jurídico, un partido político, etc.). “El concepto "juventud" forma parte del sistema de significaciones
con que, en cada marco institucional, se definen identidades” (Margulis; 2001, P.42.). Así lo explica
Margulis, luego dice que no se puede hablar de juventud sino de juventudes, y que dentro de este
mismo término se engloban 3 variables: la diferenciación social, el género y la generación. En este
orden de ideas, las juventudes hacen referencia a un grupo heterogéneo de personas que no se
pueden reducir a un rango de edad pero que dependen de él, no son de una clase social específica
pero sí varían según ella. Todo esto trata de comprender a las juventudes como un fenómeno social y
no un rango biológico de diferenciación de edades (Margulis, 2001).

En esta instancia, tenemos nuestras tres variables que componen la juventud y su marco de
referencia. En primer lugar, la diferenciación social o clase social vendría siendo los estratos 5 y 6
antes mencionados, el género sería el femenino con sus características como se delimitaron
anteriormente desde el psicoanálisis, y finalmente la generación, o en este caso rango de edad, que
es entre los 20 y 23 años. En cuanto al marco de referencia, como ya se dijo en un principio, se va a
abordar desde la familia pero no solo como institución social en donde se dilucidan la interacción
entre géneros y generaciones y sus relaciones de poder sino también la familia como generadora de
lazos afectivos, estructuradora de la personalidad, de los procesos mentales y de la relación dinámica
entre los sistemas consciente e inconsciente. Por último, se busca analizar aquellos elementos que
construyen los signos y representaciones de la vida social de aquellas juventudes y el formato y
entramado cultural que los componen como grupo social.

Volviendo a Margulis (2001), durante el siglo XVIII se originó un término conocido como moratoria
social, el cual explica la noción de juventud como ese rango generacional de clases sociales altas y
medio-altas de jóvenes que deciden extender sus estudios a la Universidad y que aun no se
independizan económicamente de sus padres. Solo al finalizar sus estudios, conseguir un trabajo e
independizarse económicamente de ellos superarían la etapa de la llamada “juventud de la moratoria
social”. Sin embargo, esta idea de juventud delimita el término a una parte de la población que se
puede denominar joven, es una idea clasista –dice Margulis- pero que en nuestro caso específico nos
sirve para delimitar el término, tanto para el análisis de la serie como para el análisis de la población
femenina bogotana. Es claro que las clases populares tienen distintos sistemas de significación, de
apropiación y costumbres, no buscamos destituirlos de ello ni desmeritarlo simplemente en el caso de
este estudio en particular es mucho más pertinente delimitar nuestro concepto de “juventud” al
establecido por la moratoria social.

Ya delimitados los conceptos de feminidad y juventud para el caso pertinente se tiene un marco más
o menos definido desde el cual se puede definir el concepto de estilo de vida y relación afectiva. El
señor Giddens (1997) define el estilo de vida como el modo en el que el “yo reflexivo” se relaciona y
se representa socialmente en su vida diaria. En otras palabras, el estilo de vida es un fenómeno de la
modernidad. Anteriormente en las culturas ágrafas y en el medioevo, se nacía predestinado a
pertenecer a cierto grupo social, y no había otra manera de forzar la situación social de una persona,
porque así funcionaban las pautas y las estructuras socioculturales. El guerrero nunca se iba a
convertir en campesino y viceversa, el chamán era chamán y no podía decidir convertirse en cazador,
y así sucesivamente.

Ahora en tiempos modernos y en la explosión de manifestaciones culturales gracias a los medios


masivos y la globalización es posible escoger si se es mafioso, pandillero, miembro de una
comunidad cristiana o budista, etc. Si se es miembro de cualquiera de estos grupos se está afiliado a
un determinado código cultural e ideología de referencia y se está haciendo parte de un grupo social
(Giddens, 1997), esta es la manera en que el “yo reflexivo” se auto-representa y construye sus
relaciones y su realidad social a su libre albedrío. Claramente si se pertenece a cierta clase social y el
círculo social más próximo del sujeto frecuenta cierto tipo de prácticas culturales, se es más propenso
a caer en esos mismos esquemas ante que terminar adscribiéndose a otro diferente. Asimismo,
también se está supeditado a ciertas circunstancias. Por ejemplo, una persona que vive de un salario
mínimo, que carece de una vivienda propia y de prestaciones sociales probablemente no va a poder
ser miembro de un distinguido club de golf de clase alta, porque no va a tener plata para pagar su
membresía (Giddens, 1997). Es así como abordaremos el esquema general del concepto de estilo de
vida.

Una vez más volviendo al psicoanálisis, Freud (1984) define relación afectiva como la relación que el
sujeto establece con el objeto deseado gracias al instinto sexual, es decir, la libido objetal. La libido es
la energía sexual cuantificable que produce el sujeto, esta energía tiene una magnitud, una dirección
y una trayectoria. Todos estos factores son manejados por el denominado sistema inconsciente o
segunda instancia generadora de ideas – siendo el sistema consciente la primera instancia- . La
trayectoria de la libido solo tiene dos estadios: afuera (activa, objetal, sadista) o adentro (pasiva,
narcisista, masoquista). En cuanto a la dirección, se puede mover: hacia adelante (trayectoria natural)
o retroceder (regresión libidinosa). A pesar de que la dirección natural de la libido es hacia adelante y
su trayectoria hacia afuera, hay ciertos procesos mentales en el desarrollo del niño que incluyen la
introyección y la regresión libidinal. Por ejemplo, la etapa narcisista en la que, fascinado por su propia
omnipotencia, el niño vuelve su propio órgano el objeto y el medio del placer, más tarde durante la
pubertad esto cambia y el niño empieza a dirigir su instinto sexual hacia las niñas de su misma edad
desviando los deseos sexuales que alguna vez tuvo hacia la madre y coartándolos en su fin. Lo
mismo pasa en el caso de la niña (Freud, 1984), solo que ella en vez de abandonar la auto-
erotización por miedo a la castración la abandona –más rápido que el niño- debido a su impotencia
por carecer de un pene y poder satisfacerse como lo hace el niño con su órgano sexual.

En última instancia, es imprescindible especificar desde qué paradigma se piensa abordar el objeto
de estudio, esto es, el efecto psicológico (cualitativo) de la serie televisiva –gossip girl- sobre las
audiencias (femeninas de las élites bogotanas). El antropólogo Lorenzo Vilches (1997) explica que
desde siempre la academia ha criticado y visto la televisión como generadora de efectos
perjudiciales. No obstante, no se ha hecho el intento de evaluar la capacidad de la televisión para
generar cultura ni su impacto cualitativo en las audiencias (Peirce, 2011) y en las representaciones
sociales, para, de esta manera, construir contenidos más ricos y plurales.
“La población se ha convertido en audiencia de televisión y sobre ella se sustenta la población
suburbana” (Vilches, 1997, P. 6).
Además de construir masas abstractas Vilches se pregunta si la televisión tiene la capacidad de crear
un público interactivo y no únicamente generar receptores pasivos, por lo que se debe entrar a
explicar el origen del público interactivo. Según Vilches (1997) la audiencia activa es un mito
inventado por la industria de la cultura no un concepto […] en el mercado “ya no se habla de targets
fijos ni de preferencias demográficas sino de gustos y preferencias flexibles” (Vilches, 1997, P. 7). En
la era contemporánea todo cambia y revoluciona de manera constante y los dueños de los programas
televisivos lo vieron venir. De igual manera, la sobre producción de la imagen y la sobredosis de
información (Vilches, 1997) llevó al público a caracterizarse por su cambio espontáneo de
comportamiento y de gustos, por lo que los grupos tipológicos del consumidor que construían los
sociólogos dejaron de ser útiles a la hora de evaluar si el contenido de un programa iba a tener éxito
o no. Así que se pensó que debía empezar a haber una audiencia mejor formada semióticamente
para empezar a crear nuevos contenidos competentes en el mercado (Vilches, 1997) y ahí nace el
mito de la audiencia activa.

Si lo miramos desde el psicoanálisis comprenderemos la lógica del mito de la audiencia activa. El


sujeto es pasivo a medida que recibe estímulos del mundo externo y es activo a medida que
reacciona ante ellos (Freud, 1935). Es lógico que cada acción desata una reacción o que cada causa
tiene un efecto, en el caso de la televisión el sujeto está recibiendo imágenes que cuentan historias a
partir de personajes, y -tal como en el teatro melodramático o la tragedia griega- estos relatos y los
personajes dentro de ellos generan un estímulo sobre el sujeto, esto es, desatan una serie de ideas
en las dos instancias del pensamiento -consciente e inconsciente- y generan representaciones e
identificaciones. Es por eso que ahora los estudios semióticos aplicados a la televisión buscan
dilucidar qué tipo de audiencia crean los programas y no al contrario como anteriormente se hacía
(Vilches, 1997). Eso sí, cabe aclarar, la actitud activa del receptor no quiere decir que haya una
actitud crítica frente al programa, simplemente la impresión que tiene a nivel inconsciente y cómo el
contenido televisivo hace que el usuario actúe frente a ciertas situaciones sociales y se replantee
ciertas ideas de sí mismo.

Sin embargo, la teoría situacional en su análisis de audiencias (Muñoz, 1995) plantea que el grado de
influencia que tenga el programa televisivo sobre la audiencia depende del nivel de inteligencia, de
fantasía y el nivel de pertinencia y afectividad que tenga el receptor en relación al tema que está
siendo tratado por el programa. Es por eso que ciertos programas afectan más a ciertas audiencias
con ciertas características psicológicas. No obstante, como ya se dijo anteriormente, dichas
categorías teóricas han sido obsoletas a la hora de aplicarlas a las audiencias, ya que por la
sobredosis de información y el carácter efímero de la nueva modernidad, ésta ha creado una
audiencia dinámica en sus gustos. Al mismo tiempo, esta dinámica ha gestado una heterogeneidad
tanto en los contenidos como en los consumidores que refleja la verdadera naturaleza caótica de su
eje principal, en el cual se dilucida el complejo entramado cultural de lo social (Vilches, 1997).
Aterrizando ya el estudio en el análisis como tal de la serie televisiva “Gossip girl”, la cual fue
escogida por el glamour, su contenido sexual y su imaginario elitista que presenta a través de sus
personajes y sus estilos de vida tan típicos en el mundo popular (por popular nos referimos al mundo
no académico, no a clases sociales) en general. Tal como lo dice Muñoz (1995), el líder de opinión en
los medios masivos de comunicación es la clave para la credibilidad de una noticia o un punto de
vista, en este caso se podría plantear lo mismo. En otras palabras, el solo hecho de que la serie haya
sido financiada por “Warner Brothers” ya está garantizando un éxito, porque la CW tiene una
audiencia más o menos determinada y no se espera que produzca series de baja calidad, que es la
misma lógica del líder de opinión la audiencia nunca se esperará una calumnia o una noticia
inventada por parte de un líder de opinión, ya sea cadena o persona específica. Asimismo, esta serie
fue la número uno en Norte América entre los adolescentes de 12 a 18 años (Fitzgerald, 2007).

De la misma manera, su historia tiene una estructura que combina el drama con la realidad,
claramente no la realidad de un joven promedio norteamericano pero sí la realidad que le gustaría
vivir (Pierce, 2011). En un estudio, Cascajosa Virino (2007) explica cómo la telerrealidad innovó los
contenidos de las series norteamericanas, en el caso de “Gossip Girl” se podría decir que el factor de
la realidad no está en el dinero, el glamour y la belleza de los personajes sino en el drama de las
relaciones filiales y amorosas de las protagonistas y la exposición de la juventud al constante uso de
drogas (incluyendo el alcohol) y de excesos -tal vez guardadas ciertas proporciones-. Por ello, es en
este marco que se enfoca nuestro proyecto, no solo en esta serie sino también en las relaciones
filiales y amorosas de las protagonistas.
Al final, el estudio esclarecerá esas instancias que son propias de la realidad y de la ficción, y también
su repercusión en las audiencias de la élite bogotana bajo los marcos estipulados anteriormente.

Bibliografía

 Cascajosa Virino, Concepción; “Reality bites”. De cómo la telerrealidad ayudó a salvar la


ficción en: Trípodos, Vol. 21, 2007, Barcelona.
 Freud, Sigmund (1984); Esquema del psicoanálisis y otros escritos; Trad. López Ballesteros,
Luis, Alianza editorial, Madrid.
 Freud, Sigmund (1935); Psicología de las masas y análisis del yo; Ercilla; Santiago de Chile
 Giddens, Anthony (1997); Modernidad e identidad del yo; Traducción: Gil Aristu, Jorge Luis;
Segunda edición; Ediciones Península, Barcelona.
 Jung, Carl Gustav (1983); Teoría del psicoanálisis; Editora Virgen de Guadalupe; Barcelona.
 Margulis, Mario; Juventud. Una aproximación conceptual en: Adolescencia y juventud en
América Latina, editor: Donas, Solum; Libro universitario regional, 2001, Cartago.
 Muñoz, Blanca (1995). Teoría de la Pseudocultura. Estudios de Sociología de la Cultura y de
la Comunicación de Masas; Fundamentos, Madrid.
 Pierce, L. Meghan; Sexual representations in Gossip girl and One tree hill: a textual analysis
en: Journal of media and communication studies, Vol. 3, 2011, Ohio. P. 1 - 6.
 Vilches, Lorenzo; De la audiencia de los medios al usuario interactivo en: Revista
Pensamiento educativo Vol. 21; 1997, Barcelona. P.126 – 150.
Segunda parte

Valores sociales, procesos afectivos y construcción de la realidad social


en la serie Gossip Girl
Percepción, mediación y realidad social

Cuando hablamos de la realidad social hablamos de todos aquellos elementos que problematizan y
constituyen un conjunto de vidas humanas dentro de un espacio determinado. En otras palabras, la
realidad social es como la estructura, los pilares de un edificio a partir de los que se construyen las
distintas subdivisiones dentro del mismo, es decir, los cuartos, los apartamentos, las escaleras y
pasillos para llegar a ellos. Así como no se puede pensar en un cuarto aislado del apartamento del
que hace parte ni de las columnas de concreto que sostienen el edificio entero, no se puede pensar
un sujeto fuera de sus relaciones personales (familia, amigos, pareja) ni de su contexto social y
cultural.

El lector ya intuirá que la diferencia entre la analogía del edificio y la realidad social es que la primera
es un objeto concreto fácilmente identificable mientras que la última se construye a partir de hechos
que generan reacciones y dinámicas complejas no del todo concretas, lo que las hace más difíciles
de percibir la estructura y la forma del edificio. La diferencia principal no es únicamente esa, además
de ello, la realidad social se construye a partir de mediaciones abstractas, las cuales afectan la
manera en que los seres humanos comprenden la realidad. Por lo tanto, la estructura de la realidad
social se forma en una dimensión abstracta pero que afecta la realidad concreta.

De aquí surgen muchas preguntas –muchas que el lector mismo tal vez ya ha anticipado- como por
ejemplo: ¿Cómo se articulan ambas dimensiones? ¿Cómo las mediaciones abstractas resultan en
realidades concretas? O la más importante que deberíamos hacernos ¿Qué son las mediaciones
abstractas?

Las mediaciones abstractas son aquellos dispositivos que construyen realidades paralelas mas no
son tangibles en sí mismas (Martín Barbero, 1987; McLuhan, 1996). El primero de estos dispositivos
vendría siendo el lenguaje, este ayudó al ser humano a construir esquemas cognitivos, a abstraer la
realidad a partir de la equivalencia de signos y significantes (por ejemplo: “vaca” y su equivalencia
con aquellos seres que poseen un conjunto de características determinadas que los constituyen como
“vacas”), a comunicarse e intentar comprenderse unos a otros y, lo más importante, a subjetivar la
experiencia humana y darle sentido a su existencia. Gracias a la subjetivación de la experiencia a
través del lenguaje, surge el “yo” o el “ego” (Freud, 1984) -que más tarde será investigado por el
psicoanálisis-, este construye mundos imaginarios y califica las experiencias. Es a partir de estos dos
elementos que el ego forma su expectativa acerca de la realidad. En otras palabras, el ego construye
su percepción de la realidad a partir de sus sensaciones –que conoce gracias a la experiencia-, por
medio de ellas crea experiencias imaginadas que son su marco de referencia y su relación con la
realidad (Freud, 1984).

Paradójicamente es también gracias al lenguaje que surge la comunicación, el entendimiento de las


emociones ajenas y una manera de intercambiar experiencias sin necesidad de vivirlas. Estos
factores llevaron a la asociación de grupos humanos que más tarde terminaron convirtiéndose en la
consolidación del estado nacional moderno. He aquí nuestro tercer dispositivo mediador de la
realidad: no el estado nacional en sí sino la constitución que lo consolida como tal, es a partir de los
estatutos escritos en la constitución que los seres humanos son finalmente capaces de formar
verdaderas macro estructuras sociales coordinadas y organizadas entre sí. En otras palabras, lo que
se logra es la construcción de la realidad social por medio de una serie de pautas escritas (también
conocido como el contrato social) que tienen que ser cumplidas por todo aquel que quiera ser parte
de dicha sociedad humana.

Por último, tenemos los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías. Las nuevas
tecnologías alteran la percepción que el ego tiene de la realidad social, son extensiones de sus
sentidos (McLuhan, 1996). Desde las teorías de McLuhan (1996) -el medio es el mensaje-, pasando
por la de Martín Barbero (1987) –los medios son dispositivos que median la cultura y la realidad
social- y la de Castells (2006) –la sociedad red sitúa la socialización, las luchas sociales y los
mecanismos de organización de una sociedad en un espacio abstracto-, explican y conceptualizan el
impacto que los medios y las nuevas tecnologías han tenido tanto en la percepción que el ego tiene
de la realidad como su impacto en la construcción colectiva de la realidad social. En última instancia,
lo más importante y el factor que cohesiona estos cuatro dispositivos es la capacidad que tienen para
construir realidades y crear sentidos. En otros términos, de modificar y reinventar el constructo
ontológico: la manera de ser y estar en el mundo de una sociedad, y el constructo epistemológico: la
manera de construir conocimiento y establecer verdades.

La serie televisiva Gossip Girl y su influencia en la realidad

Ahora retomaremos una de las preguntas que anteriormente nos hicimos: ¿Cómo las mediaciones
abstractas resultan en realidades concretas? Mi propósito es responder a dicha pregunta a partir de
un caso específico, el de la serie norteamericana Gossip Girl y su influencia en las mujeres de los
estratos 5 y 6 entre los 20 y los 23 años de edad de la ciudad de Bogotá.

La trama de la serie ocurre en el Upper East side un barrio de clase alta en Nueva York. Los
protagonistas: Blair, Serena, Dan, Nate y Chuck son un grupo de niños adinerados –a excepción de
Dan- cuyas vidas se desarrollan alrededor del dinero, el sexo, el drama, las drogas y la popularidad.
Todos ellos estudian en la misma escuela privada de Manhattan, lugar donde se desarrolla buena
parte de la serie. A partir de sus relaciones familiares, de pareja y sus amistades ocurren una serie de
situaciones que son capturadas por una serie de anónimos y publicadas en un blog.

En la primera parte del estudio, me propongo analizar –desde el psicoanálisis, la semiótica y la


sociología- las relaciones familiares, conyugales y las amistades que construyen Serena y Blair, y
cómo estas afectan y reflejan sus valores éticos, sus estilos de vida y sus identidades como mujeres.

En primera instancia, lo que constituye a un sujeto es: (1) su historia personal, (2) el espacio en el
que se desenvuelve, (3) su relación con los “otros” con que interactúa y (4) los códigos por medio de
los que construye el sentido de su mundo. Por consiguiente, hay que comprender esos cuatro
factores cómo se desarrollan y entrelazan en las vidas de Blair y Serena. Para ello es imprescindible
descifrar, por medio del acto psicoanalítico, las relaciones que Blair y Serena tienen y tuvieron con
sus padres, porque al dilucidar dichas relaciones podremos comprender por qué actúan y se
relacionan de la manera en que lo hacen con sus parejas y amigos. Después de haber comprendido
estas relaciones podremos proseguir a analizar la relación que ambas mujeres tienen con su hábitat
social y cómo este cumple un papel importantísimo a la hora de descifrar los códigos por medio de los
que construyen su sentido de ser en el mundo y se relacionan con el otro.

Psicoanálisis de Serena y Blair

Serena van der Woodsen es hija de Lily van der Woodsen, su padre, David van der Woodsen, la
abandonó cuando era pequeña. Este primer dato que tenemos es fundamental para comprender la
construcción del personaje de Serena. Cuando una niña es abandonada por su padre a temprana
edad pierde su objeto sexual. Asimismo, pierda otra serie de elementos esenciales en su formación
como el modelo de relación que la niña va a establecer en su madurez con otros hombres y el
horizonte de moralidad a partir del que se regirá toda su vida, esto es, los valores éticos.

Como consecuencia, la niña que ha perdido a su objeto sexual retrae la carga libidinosa -que debería
estar proyectada hacia el padre- y la proyecta hacia sí misma, es decir, la carga de la libido objetal
pasa a la del yo. Esto lleva a la niña ahora adolescente a tener relaciones de pareja efímeras, puesto
que la mayor parte de la carga libidinosa se encuentra en la libido del yo (Freud, 1935). En cuanto al
padre como modelo de autoridad, se me objetará que la madre también puede ser un modelo de
autoridad. Sí, claramente pero en el caso de Serena vemos que su madre nunca lo fue. En uno de los
primeros capítulos de la primera temporada Lily le dice a Dan –el entonces novio de Serena-: “Te
confieso que al principio no me agradaste, pero desde que mi hija está contigo llega antes de las
doce y sin una gota de alcohol en su cuerpo, sus notas han subido y parece estar concentrada en lo
que quiere”. Esto demuestra la imposibilidad que Lily tiene para imponer un modelo de autoridad, lo
que nos lleva a la siguiente consecuencia del abandono del padre de Serena.

La falta de un modelo de autoridad se hace más clara si analizamos el perfil de Serena y la vida que
llevaba antes de conocer a Dan. Ella llevaba una vida llena de excesos: droga, fiesta y sexo. Este es
el signo típico de la falta de un modelo de autoridad. Como de niña no tuvo una noción clara de “qué
está bien y qué está mal”, y a causa también de su pronunciado narcicismo, Serena construye una
filosofía de vida basada en el hedonismo y la autosatisfacción (Freud, 1935), es decir, pierde el norte
por completo, lo que finalmente la lleva a una especie de angustia existencial.

Esta angustia existencial proviene del “no saber quién soy porque no tengo valores que me anclen y
den sentido a mi vida”. En otras palabras, el “anclarse” es el no haber tenido un modelo y unas pautas
a seguir, el no haber tenido un modelo para relacionarse con el otro del sexo opuesto y tener una
relación significativa (con un significado más complejo que el mero placer del coito). Esta angustia
existencial se ve reflejada en la razón por la que Serena se va a Connecticut -que se revela en los
últimos capítulos de la primera temporada-. Resulta que Serena, después de haberse acostado con
Nate (el entonces novio de su mejor amiga Blair), se va a la casa de un chico donde la espera su
amiga Georgina, allí consumen cocaína y el adolescente, dueño de la casa, muere de un paro
respiratorio. Luego, Georgina la persuade de no decir nada a las autoridades ni a sus padres y
Serena huye a Connecticut para escapar de su pasado.

Por su parte, Blair Waldorf es hija de Harold Waldorf, abogado, y Eleanor Waldorf, diseñadora de
modas. Su padre se declara homosexual y se va a Paris a vivir junto a su nuevo compañero, esto
crea una serie de repercusiones negativas en el comportamiento de Blair. Según la información que
aporta la serie, Blair creció en un ambiente aparentemente normal excepto por una cosa: Eleanor
desde un principio sabía de la orientación sexual de su esposo. Sin embargo, por el bien de Blair
mantiene el matrimonio con Harold hasta que lo obvio no puede permanecer escondido.

Basándonos en esta evidencia, Blair fue criada en un matrimonio donde su madre amaba
profundamente a su padre pero él no sentía lo mismo por ella, este hecho va a ser un factor
determinante en su personalidad. Los niños en su primera infancia copian lo que ven con el fin de
construir un modelo ético para relacionarse con el mundo, este modelo lleva a la escisión del yo, es
decir, tienden a binarizar todo (Jung, 1983): “la niña hizo esto, por lo tanto la niña es mala”; “la niña
hizo lo otro, por lo tanto la niña es buena”. Si la niña, en la etapa que está construyendo dicho
modelo, observa constantemente que su padre no ama a su madre y su madre ama a su padre pero
lo resiente, porque este no le ama de vuelta va a introyectar tal modelo como el correcto. En otros
términos, la niña va a entender el afecto como el “no afecto”, esto quiere decir que cuando la niña
crezca va a buscar reproducir un modelo donde ella –interpretando el papel de su madre- va a
enamorarse de un hombre que no la ama.

Este tipo de modelos se ven claramente en los neuróticos que inconscientemente se resisten a dejar
al padre o la madre -dependiendo del caso- como objeto sexual. A causa de ello, desarrollan un súper
ego excesivamente severo contra el yo que es movido por la culpa, cree merecerse aquel castigo y,
por ende, sigue reproduciendo dicho modelo. Obviamente el neurótico nunca va a aceptar tal juicio
conscientemente, esa es la maldición del neurótico (Freud, 1935; 1984). En el caso de Blair este
signo se ve reflejado en sus relaciones, primero se enamora de Nate que le es infiel con Serena, y
luego de Chuck que la deja por querer estar con otras mujeres sin compromiso alguno.

Al mismo tiempo, además de tener dichos rasgos tan marcados de neurosis, Blair muestra un alto
grado de narcisismo que se manifiesta de un modo distinto que el de su amiga Serena. Blair, a
diferencia de Serena, piensa que su vida es documentada por una especie de panóptico que en vez
de verlo todo ve todo lo relacionado con ella o como lo explica Bauman: ahora en vez del panóptico
de Bentham y Foucault hay una cámara que sigue la vida de unos pocos y es mirada por la gran
mayoría (Bauman, 2006). En la vida de Blair, esta idea se cumple pero ella es una de las pocas
personas que es seguida por la cámara y es observada por la gran mayoría. Esto es un claro signo
del narcisismo encarnado en una fantasía infantil, es decir, el exhibicionismo (Freud, 1966). En el
capítulo trece de la primera temporada (7’25’’) Serena sostiene un diálogo con Blair donde Blair cree
que su vida es observada por la comunidad entera de Manhattan y Serena le dice: “relájate, el mundo
no gira alrededor tuyo como te imaginas”. Es así como se desarrolla la historia de la serie, donde
Blair, Serena, Nate, Chuck y Dan son seguidos por una cámara anónima –que es el ojo de toda la
comunidad de Manhattan- que construye su mundo narcisista. Literalmente es como la fantasía de
todo narcisista hecha realidad.

Las relaciones humanas, el otro y los espacios de interacción social

Asimismo, hay una fuerte tendencia a hacer de la tecnología un fetiche. Empezando por el blog de
Gossip girl que se dedica a seguir la vida de los chicos ricos y populares. Todo el mundo está inscrito
al blog y a todos les llegan notificaciones de las últimas novedades que han subido en él. Esto
dilucida un factor fundamental de la era contemporánea que es que todo está en constante
movimiento y ante tal incertidumbre el ser humano tiende a buscar un sedimento estable del que
aferrarse (Bauman, 2005). Como el único elemento es la tecnología en sí –ni siquiera los dispositivos
que la materializan- el individuo se ve obligado a idealizar y fetichizar la tecnología y junto a esta a sí
mismo.

Adentrándonos en las relaciones que construyen los personajes en la serie y su similitud con la
realidad, nos encontramos con la noción de movilidad y con el concepto de individualidad. Tal como
lo dice Bauman: el celular es para gente móvil (Bauman, 2003), afirmación que tiene dos efectos
claros. En primer lugar, que la tecnología siempre está en movimiento y las novedades son algo
efímero; y el segundo -que se desprende del primero- si la tecnología tienen un efecto en las
relaciones humanas, entonces ellas las están transformando en algo nuevo, esto es, en algo efímero.
He ahí la esencia de las relaciones contemporáneas descritas por Bauman y reflejadas claramente en
el núcleo bajo el cual se desarrolla la serie.

Las relaciones humanas son efímeras, buscamos mantener al otro alejado ¿Cómo? Con las nuevas
tecnologías. Bauman las denomina relaciones de bolsillo que dependen únicamente del individuo,
una vez alguna de las dos partes no encuentre conveniente mantenerla la relación se acaba, no hay
compromiso, ni lealtad, ni honestidad, ni incondicionalidad son instantáneas y están diseñadas para
durar un muy corto plazo (Bauman, 2005). Tal como la amistad entre Serena y Blair, que cae en
constantes altibajos. Para empezar, Serena se acostó con el novio de Blair -por las razones que ya
expusimos en el psicoanálisis de Serena-, luego Blair intentó vengarse inventándose que Serena era
drogadicta, después de eso se reconcilian. Sin embargo, su amistad sufre constantes peleas debido a
la fragilidad del vínculo entre ambas y la falta de compromiso y honestidad.

Exactamente lo mismo ocurre con las relaciones que se establecen en la escuela secundaria. Blair
tiene un grupo de seguidoras, ella es considerada la líder por su belleza, sensualidad y pureza. Más
tarde es destituida por la hermanita menor de Dan, Jenny. La razón por la cual Blair es destituida es
porque las amigas descubren que se acostó con Chuck y después con Nate, lo que destruye la
idealización de los valores que sus amigas creían que identificaba a Blair. No obstante, esto muestra
una idea de los valores sociales un tanto hipócrita, puesto que cuando Blair aún era la más popular
salía con las amigas a bares y aunque no estaba el acto sexual en sí explícito sí había insinuaciones
y actos, por parte de todas las niñas, que incitaban al sexo. Asimismo, aunque no se diga
explícitamente, gran parte de la idealización de Blair era por su atractivo, por ser deseable para los
hombres.

Así, vemos como las relaciones entre amigos, en la serie, se construyen con base en unos valores
hipócritas que todos incumplen bajo la mesa pero cuando sale a la luz pública todos se sienten
indignados contra aquel que los infringió. De igual manera, estas relaciones llevan la marca de la
conveniencia de las relaciones de bolsillo y de la movilidad constante.

Bauman explica que los vínculos humanos están cambiando, porque la manera en que concebimos
las relaciones de parentesco han cambiado. Ahora –explica Bauman- los dictámenes del mercado
dominan todas las instancias de lo humano, incluso el formar una familia y tener un hijo constituye un
objeto de consumo (Bauman, 2005). El fin del objeto de consumo es satisfacer un deseo, una
necesidad o las ganas del consumidor, cuando se tiene un hijo, hoy en día, se desea por el placer
que produce vivir la experiencia de ser padre. No obstante, como cualquier otro bien de consumo, el
comprar el objeto produce una satisfacción efímera, es por ello – nos dice Bauman- que las crisis
maritales posparto son fenómenos que se han empezado a dar en nuestra era contemporánea.
Sin embargo, cuando se compra un producto, este se mide a partir del nivel de expectativa que se
tiene del mismo y su costo –esto es, el esfuerzo que hizo el consumidor para pagar el bien adquirido-.
En el caso de los hijos, se cumple la misma lógica, se espera que el hijo responda frente a sus
responsabilidades, es decir, si se le paga una buena educación se espera que el hijo consiga un buen
empleo y sea alguien distinguido. En la serie observamos exactamente la misma lógica incluso más
marcada. Al principio de la primera temporada, el padre de Nate le exige a él que se comprometa con
Blair para poder cerrar un negocio muy prometedor con los padres de Blair, esto es, que el producto
cumpla con las expectativas que tiene el consumidor sobre el mismo. “He sacrificado mucho por esta
familia” le dice su padre a Nate, “y tú ¿Qué has hecho por esta familia además de sacar malas
calificaciones y tener un bajo rendimiento escolar?”. Aquí se dilucida aún más claro la anterior
afirmación que es, en otras palabras: ¿Qué has hecho como producto para cumplir mi expectativa
como consumidor?

Si observamos detenidamente en el mundo perfecto narcisista de la serie nunca encontraremos un


“otro” amenazando romper la calma del lugar. Lo más parecido al “otro” que aparece en la serie son
Dan Humphrey y su hermana Jenny, ambos viven en Brooklyn con su padre en un barrio de clase
media, no llevan la vida glamurosa de los demás personajes y son gente sencilla. No obstante, Dan y
Jenny representan algo más importante que eso en la serie, porque al ser los únicos extranjeros del
Upper East side son los únicos que no construyen su mundo con base en los mismos códigos y
valores que el resto, y es su lucha por apropiarse de esos códigos manteniendo sus viejos valores
que le otorga cierta dinámica distinta a la historia.

La figura de Dan y de Jenny es el símbolo de lo otro, los valores tradicionales que han sido olvidados
y dejados atrás. Dan y Jenny buscan encajar, sin necesidad de olvidar su identidad, en la sofisticada
y glamurosa comunidad de Manhattan. Tal es el dilema que sufre Jenny en la primera temporada
cuando es consumida por el estilo de vida de las chicas de la alta sociedad de Manhattan. Jenny
empieza una guerra de poder contra Blair, esta la ciega hasta tal punto que empieza a olvidar
aquellos valores con los que se identificaba y a perder el respeto de su padre, estos sucesos la llevan
a recapacitar y a dejar atrás la compañía de Blair y sus amigas. Este juego de poder es, de alguna
manera, el juego de: “que tan bajo puede caer el ser humano”. En otras palabras, el juego muestra la
naturaleza más oscura del ser humano de la que hablaba Freud y –como expone Bauman (2005)-
el límite entre el principio de realidad y el principio del placer se está desdibujando en nuestra
sociedad contemporánea, ahora las formas perversas de sexualidad no se distinguen de las sanas.

De igual manera, Dan le devuelve el norte y la estabilidad a Serena, al menos temporalmente. Es


como el Fausto de Goethe (Berman, 1988): al Dan llegar a la comunidad del Upper East side
transforma ciertas pautas y actitudes insanas pero al transformar su entorno, él también es
transformado por este mismo. Así, se construye una relación donde se juega la reintroducción de
ciertos valores tradicionales al mundo contemporáneo y la transformación de los mismos para lograr
sobrevivir dentro de la postmodernidad. Entonces el lector se preguntará: ¿Hasta qué punto pueden
ser transformados aquellos valores sin que se distorsionen y pierdan sentido?

Asimismo, la figura de Dan y de Jenny es la representación de la diferencia. Son los únicos que no
son como el resto de los habitantes de Manhattan y por ello son discriminados y humillados.
Claramente lo que la serie muestra es que no hay un reconocimiento del otro, las élites, padeciendo
su complejo de narciso, son incapaces de sensibilizarse ante el otro. Es aquí donde se ve la función
de los lugares émicos. Todos los sitios que frecuentan en la serie son émicos, excluyen la diferencia,
todo aquel que aparece es semejante y viste igual que los protagonistas –a excepción de los
choferes, meseros, empleadas, etc. Que son despojados de su humanidad y tratados como meras
herramientas-.

Feminidad, sexualidad e identidad

Más allá del debate acerca de la igualdad de género y el constructo cultural que se le otorga a la
condición biológica de la sexualidad (Bauman, 2005), lo relevante es determinar cómo los individuos
construyen su identidad sexual a partir de la multiplicidad de identidades sexuales disponibles. En un
mundo donde todo es efímero la sexualidad no puede permearse de dicha característica, ahora la
sexualidad es algo transitorio. Gracias a los avances científicos y médicos un hombre puede quitarse
el pene y hacerse una operación para ponerse una vagina o puede simplemente vestirse como una
mujer sin necesidad de cambiar de preferencia sexual ni alterar su naturaleza sexual. En otras
palabras, la sexualidad es un producto más en el mercado que depende del libre albedrío del
consumidor.

Este tipo de tema no es tan tratado en “Gossip Girl”. Durante la primera temporada el hermano de
Serena se declara homosexual y causa una gran conmoción dentro de la comunidad pero además de
eso no se suele tratar con la transexualidad o el travestismo. No obstante, la idea de feminidad y
sexualidad es, en su mayor parte, un factor esencial en la serie. La manera en que aparecen las
mujeres son explícitamente sexuales.

Por ejemplo: tenemos a Chuck Bass, el estereotipo del mujeriego que en casi todos los capítulos de
la primera temporada -que no está en busca de Blair- está con una, dos o tres mujeres distintas. Esto
es la objetivación del placer encarnado en la mujer, es decir, la mujer ya no es sujeto que siente,
piensa y obra según su voluntad sino un objeto de placer. Tal como lo mencionamos anteriormente, el
principio de realidad se entremezcla con el principio de placer y cada vez es más difícil reconocer la
diferencia (Bauman, 2005).

De esta manera, podemos dilucidar la forma en que se objetiva el sexo como un producto más en la
cultura del consumo. Bauman cita al sexólogo Segusch:

“Cuando el sexo significa un evento fisiológico del cuerpo y la sensualidad no evoca más que una
sensación corporal placentera, el sexo no se libera de sus cargas supernumerarias, superfluas,
inútiles y agobiantes. Muy por el contrario, se sobre carga” (Bauman, 2005, P.69).

En otras palabras, cuando el instinto sexual se desliga del instinto del yo y la sexualidad se
fundamenta únicamente en el placer del orgasmo el instinto sexual queda sin riendas y el yo sigue
buscando la satisfacción, que normalmente obtendría en la convivencia de una relación, en la
sexualidad. Esto lo lleva a un círculo vicioso que solo alimenta más y más la sexualidad hasta el
punto en el que el yo pierde el sentido de ser y existir, fenómeno común en la ninfomanía y otras
patologías semejantes. En este orden de ideas, la construcción de la identidad sexual de la mujer en
“Gossip Girl” se forma, en cierta medida, en una patología, esto es, una desviación de la sexualidad.

El concepto de moda en la serie expone, de igual manera, la objetivación de la identidad sexual de la


mujer. Sin embargo, también delata el deseo cumplido del narcisismo femenino, donde, al igual que
en el sadismo, el sujeto se convierte en objeto pasivo. En otros términos, desea ser observado, desea
ser objeto de deseo del otro y, asimismo, le resulta placentero el someterse a las fantasías sexuales
del otro. Esto se pone en evidencia en el capítulo en que Eleanor escoge a su hija como la nueva
cara de su nueva línea de ropa, Blair se siente halagada y complacida al saber que va a salir en las
portadas de las revistas de moda más importantes de Nueva York.

De igual manera, vemos que además de tener toda esta carga sexual, la moda es un símbolo de
apropiación y distinción de las clases altas. De hecho, es la razón por la que Jenny y Dan suelen ser
discriminados. Como en la primera temporada cuando Jenny roba un vestido para poder ir a un
evento social de la comunidad del Upper East side.

En última instancia, vemos como en la serie se reflejan ciertas construcciones de la realidad social y
sus problemáticas más profundas. Como se mostró hasta este punto, los problemas sociales tienen
un origen, en su mayoría de casos, de talante psicológico. Estos se cuelan en las estructuras
profundas del entramado sociocultural y van invadiendo poco a poco desde las instancias micro
sociales hasta llegar a las macro sociales. Por ende, nuestra hipótesis es que, si se comenzara a
trabajar desde los problemas psicológicos subjetivos se lograría un verdadero cambio social
duradero. Claramente, las problemáticas sociales son mucho más profundas y hay que entender que
el andar de la libido está supeditado a los dictámenes sociales, las necesidades biológicas, los
entramados culturales y otras instancias de la vida humana hasta llegar al debate de si la ontogenia
reproduce a la filogenia, el cual termina cayendo en un argumento circular, en fin. Todo esto no es
una solución hipotética únicamente para la serie de la WB sino también para las problemáticas de la
realidad social –tal como se analizará en la última parte del trabajo-.

Bibliografía

 Freud, Sigmund (1984); Esquema del psicoanálisis y otros escritos; Trad. López Ballesteros, Luis,
Alianza editorial, Madrid.
 Freud, Sigmund (1935); Psicología de las masas y análisis del yo; Ercilla; Santiago de Chile.
 Freud, Sigmund (1966); La interpretación de los sueños; Círculo de lectores, Barcelona.
 Jung, Carl Gustav (1983); Teoría del psicoanálisis; Editora Virgen de Guadalupe; Barcelona.
 Bauman, Zygmunt (2005); Amor líquido; Fondo de cultura económica; México.
 Berman, Marshall (1988); Todo lo sólido se desvanece en el aire; Siglo veintiuno editores, Madrid.
 McLuhan, Marshall (1994); Comprender los medios de comunicación; Paidós, Barcelona.
 Martín Barbero, Jesús (1987); De los medios a las mediaciones; Editorial Gustavo Gili S.A, Barcelona.
Tercera parte

Análisis de datos y comparación con la serie Gossip Girl


Lo observado y la conducta:
¿Puede la televisión producir nuevas realidades sociales?

Como explicamos anteriormente, la realidad social está mediada y es construida a través de cuatro
dispositivos –el lenguaje, el ego, las instituciones y los medios-. Cada uno de estos dispositivos jugó
un papel fundamental en la evolución del ser humano a lo largo de la historia. Por lo tanto, decir que
alguno de ellos no es capaz de construir realidades sociales es negar el poder de la técnica sobre el
ser humano.

En otras palabras, a medida que el ser humano ha implementado nuevas técnicas estas lo han ido
transformando (Stiegler, 1994). Algo similar plantea McLuhan (1994) cuando afirma que las
tecnologías son una extensión cognitiva del ser humano, el problema es que este no es consciente de
ello lo que le causa un constante aturdimiento mental. No obstante, es importante recordar la teoría
situacional de análisis de audiencias que dice que un programa afecta a un sujeto dependiendo de la
relación que él tenga con la situación emitida por el programa. En este orden de ideas, debemos
preguntarnos si la televisión produce o no nuevas realidades sociales sino si las produce o las
reproduce, cómo las produce o reproduce a partir de las susceptibilidades y vulnerabilidades de la
gente y qué repercusiones tiene en ellos.

En relación con la serie analizada –Gossip Girl-, establecimos -por medio del psicoanálisis, la
semiótica y las teorías de Bauman- la historia personal de Serena y Blair, las representaciones
sexuales de la mujer, la relación entre las relaciones filiales y la relación del consumidor con el
producto y, por último, las desviaciones y patologías sexuales que se presentan en la serie. Ahora el
objetivo es analizar si este contenido es propenso y compagina con las susceptibilidades de la
audiencia femenina –entre los 20 y 23 años- de las élites bogotanas.

La identificación y la identidad:
¿Por qué una mujer bogotana sigue la serie Gossip Girl?

“Me encantan las historias de amor que aparecen en la serie y las relaciones entre el grupo de
amigos de los protagonistas”. Dice una mujer bogotana de la Universidad Javeriana. Siete de las diez
mujeres entrevistadas tuvieron una respuesta similar a esta. Hasta ahora, podemos inferir que la
razón que las mujeres ven la serie es por la dinámica de la historia y su trama. No obstante, con el
descubrimiento de las neuronas espejo (Olson, 2008) vemos que el ver la acción activa las mismas
zonas del cerebro que el hacer la acción. Esto quiere decir que hay una identificación con los
personajes de una serie y que sus acciones y las situaciones en las que se ven envueltos los mismos,
el observador las vive como propias (Olson, 2008). Por consiguiente, el ver la serie implica un juego
dinámico de identificaciones y de experiencias mediadas para el televidente, por lo que debe de
haber un goce al vivir estas historias para estas mujeres.

Al contestar a la pregunta ¿Con cuál personaje de la serie te sientes más identificada? Cuatro de las
diez mujeres respondieron que con Blair, una con Serena y las otras cinco con ninguna. Sin embargo,
cuando se les preguntó cuál era su pareja favorita y qué representaba para ellas ocho de las diez
contestaron que Chuck y Blair, porque representaban el amor real.

“Para mi, representa el amor real, complicado y no feliz como los cuentos de hadas. Muestra como a
veces somos egoístas y orgullosos y anteponemos esto frente a nuestra felicidad”.

“Como a todo el mundo me encantaban Blair y Chuck, porque es una de esas parejas que son meant
to be y que aunque no puedan estar juntos saben que en algún momento lo estarán. Además, con el
tiempo Chuck se va dando cuenta de lo mucho que quiere a Blair y que no puede vivir sin ella. Es de
esas parejas que comienza por accidente, bajo circunstancias que harían creer que no durarían nada
y terminan estando juntas sin importar qué pase”.

Claramente estas respuestas se refieren a toda la serie en general, no únicamente a la primera


temporada como en el caso de nuestro análisis. No obstante, estas afirmaciones dilucidan elementos
importantes. Primero, la afirmación de “amor real, complicado y no feliz como los cuentos de hadas”
está diciendo evidentemente que el amor no es feliz y no es mágico. Por ende, el amor es triste,
amargo, es sufrimiento. Esta idea, más allá de lo que la serie plantea, es lo que la entrevistada afirma
de sí misma y su interpretación del amor. En otras palabras, es su código de referencia y el modelo a
partir del que ha construido su noción de afecto, que básicamente es: “para amar hay que sufrir”. Lo
que ocurre con esta noción del afecto es que no es particular ni un caso específico y el hecho de que
ocho mujeres de diez piensen de manera similar nos está dando una cifra bastante alta de esta
noción de afecto.

Se nos objetará que es solo una razón expuesta de siete restantes y basándonos en ello no podemos
sacar conclusiones generales. Entonces pasemos a la siguiente afirmación: “Como a todo el mundo
me encantaban Blair y Chuck, porque es una de esas parejas que son meant to be y que aunque no
puedan estar juntos saben que en algún momento lo estarán”. En primera instancia, la entrevistada
afirma: “como a todo el mundo me encantaban Blair y Chuck”, de esto se puede inferir que de las
personas con las que ha hablado y el círculo social que frecuenta una gran mayoría piensan de
manera similar mas no es una afirmación verificable a ciencia cierta.

En segunda instancia, la entrevistada explica el porqué: “porque es una de esas parejas que son
meant to be y que aunque no puedan estar juntos saben que en algún momento lo estarán”. La
expresión meant to be quiere decir que no importa lo que hagan están destinados a estar juntos, es
decir, pueden maltratarse, traicionarse, decirse mentiras, humillarse públicamente, jugar con los
sentimientos del otro y, de una u otra manera, van a estar juntos. Se parece mucho a la afirmación de
la anterior entrevistada de “para amar hay que sufrir”, tal vez un poco más aterradora.

Luego dice: “y que aunque no puedan estar juntos saben que en algún momento lo estarán”. Lo que
llama la atención es la expresión “aunque no puedan estar juntos”, porque cualquiera que se haya
visto la serie sabe que no es que no puedan estar juntos sino que simplemente se resisten a estarlo.
Al final de la primera temporada, Chuck finalmente enamora a Blair y justo antes de irse de
vacaciones a París con ella se da cuenta que no es un hombre de una sola mujer y decide quedarse
acostándose con quien quiera. En otras palabras, la serie juega con el estereotipo del mujeriego que
es incapaz de tener una relación duradera. El estereotipo del mujeriego es la naturalización de un
estilo de vida hedonista, misógino y machista, es decir, el mujeriego es un neurótico que busca en el
sexo insignificante el amor que nunca le profesó su madre (Jung, 1994). Volviendo a la afirmación
“que no puedan estar juntos” es precisamente la naturalización del hombre mujeriego, esto es,
“Chuck no puede estar con Blair porque no está en su naturaleza tener una relación estable con una
mujer”. Por consiguiente, el hecho de que a estas mujeres les guste esa pareja específica y definan
su concepto de amor desde esa instancia, confirma la reproducción social de la neurosis como algo
normal y que una relación sin drama no es relación.

De igual manera, en una muestra de sesenta y siete personas –todas mujeres- el 47% no a tenido
una relación estable (por estable nos referimos a una relación de seis meses o más) en el último año,
mientras que el otro 47% dice haber tenido una y el 6% dos. Asimismo, veinticinco de las sesenta y
siete dice durar, en promedio, en una relación de uno a tres meses, seis de un día a quince, once de
un año a dos y otros once de dos años en adelante. Estas cifras muestran una polarización y
muestran la complejidad de la realidad y las dinámicas sociales. Por lo tanto, se puede hablar de una
aceptación por el estilo neurótico de vida en una parte de la población, mientras que en la otra se
mantiene cierta estabilidad y durabilidad en las relaciones conyugales. No obstante, para saber qué
tan estables y saludables son las relaciones que los encuestados establecen en realidad, sería
necesario entrar a evaluar qué tan felices están, cuál es el nivel de entendimiento, qué nivel de
confianza hay entre ambos y ese tipo de factores.

Claramente no se puede culpar a la serie de los problemas emocionales de la gente, estos ya existían
antes de que las jóvenes la vieran. Sin embargo, el estudio sí dilucida porque este tipo de series
tienen tanto éxito. En este orden de ideas, podemos afirmar que la televisión en este tipo de
audiencias no produce una realidad social simplemente es un mero reflejo de ella, esto es, la
reproduce.

En cuanto a la relación con los padres no se obtuvo tanta afinidad en las entrevistas. Ninguna
manifestó tener una relación parecida con sus padres, claro que hay que tener en cuenta que son
aspectos privados de la vida de ellas y no cualquiera es capaz de hablar del tema. En las encuestas,
veintiún personas dijeron que sus padres le dedicaban más tiempo a su trabajo que a ellos y las otras
cuarenta y siete manifestaron lo contrario. Estas cifras no dan datos determinantes ni muestran si hay
o no una relación saludable con los padres. Sin embargo, no se trata únicamente de la relación actual
con los padres sino de la relación que tuvieron con ellos en su infancia, factor que es aun más difícil
de establecer. Por lo tanto, no es posible sacar conclusiones fructíferas y determinantes.

Por otra parte, las amistades parecen mostrar resultados más concretos. De los sesenta y siete
encuestados, doce dicen haber peleado con un amigo por traición o porque este se vio involucrado
sentimentalmente con su novio, por mentiras cuarenta, por chismes veintiséis y el resto dice no
haber peleado nunca por estas razones. Asimismo, dieciocho dicen sentirse inferiores a sus amigos
por no vestirse con la misma marca de ropa que ellos, cinco por el celular que poseen, seis por la
marca del carro o por no poseerlo y el resto dice no haber experimentado tal sentimiento en relación
con sus amigos.

En este orden de ideas, tenemos que tanto el carro, el celular y la ropa son símbolos de apropiación y
de diferenciación entre clases sociales. Tal vez en nuestra sociedad no se hace tan evidente como en
la serie norteamericana pero sí existe esa carga simbólica intrínseca en los objetos. Que más allá de
la superficialidad está expresando una forma de representarse y, como ya lo analizamos en Gossip
Girl, tiene una carga sexual y psicológica que juega con la dinámica de mirar y ser mirado.

El narcisista es pasivo, le gusta ser objeto de deseo, le gusta ser observado. En otras palabras, el
proceso de diferenciación por medio de objetos simbólicos como los carros o la ropa son procesos
que cumplen su fin cuando el sujeto –como objeto pasivo- logra ser distinguido y captar la atención de
los otros por encima de los demás sujetos. He ahí la fantasía de todo ser humano inmerso en la
dinámica del mercado neoliberal, querer “ser alguien” para poder diferenciarse de los demás, es
decir, cumplir la fantasía narcisista. Por consiguiente, las demandas del consumo sí producen este
tipo de patologías. ¿Podemos afirmar que la serie también las produce o más bien las reproduce?

No es posible que la serie las produzca porque ya establecimos que es el consumo el que las
produce. Por lo tanto, la serie televisiva solo tiene la facultad de reproducirla. Esto se puede ver en
las entrevistas:

“La moda fue una de las mayores influencias del programa hacia la sociedad.”

“Sí, algunos de los accesorios se empezaron a usar y la gente imitaba la moda al vestir.”

“Sí, personalmente quería vestirme como Blair todo el tiempo. Empecé a utilizar vestidos y cintillos.
Mis amigas también. Creo que la moda de Gossip Girl renovó la moda de las jóvenes de mi circulo
social”.

“En el momento que salió la serie muchas niñas de mi edad empezaron a usar lazos parecidos a los
que usaba Blair y otros accesorios”.

De las diez mujeres entrevistadas seis afirmaron que la moda y el estilo de la serie habían afectado a
aquellos que la veían, una dijo que acá no veía ese cambio pero que tal vez en Estados Unidos sí y
las otras lo negaron. Estos testimonios dilucidan que las series televisivas sí pueden modificar cierto
tipos de conducta. Sin embargo, no se puede hablar de un verdadero cambio de conducta sino de un
cambio de deseo y anhelo.

En otras palabras, sería un cambio de conducta si la serie hiciera apología a la violencia, y que más
tarde los seguidores de la serie pasaran de ser personas pacíficas a personas violentas. Realmente
lo que se ve aquí es un cambio de identificación, un giro de atención, es decir, parte de los rasgos del
perfil general de los seguidores de Gossip Girl es que les gusta la moda. En este orden de ideas, la
serie solo cambió la tendencia de la moda mas no los intereses de los seguidores. Por lo tanto,
concluimos una vez más que la serie televisiva no es productora de realidades sociales sino
reproductora, es decir, este cambio de tendencia hubiera sido imposible si los seguidores de la serie
no tuvieran ya un gusto por la moda. Entonces nos preguntamos: ¿Es la televisión productora o
reproductora de realidades sociales?

En última instancia, vemos cómo la televisión se articula con mecanismos más complejos como el
mercado neoliberal y reproduce los discursos por medio de los que reconstruye realidades sociales
complejas. En este caso específico vimos el caso de la sexualidad, la neurosis y la naturalización de
ciertas patologías en el seno de la vida social. En ninguno de esos casos podemos asegurar que fue
la televisión la autora de dichas realidades sociales pero sí que es la reproductora y que al enganchar
y aprovechar las vulnerabilidades del público que la observa es capaz de modificar un deseo o un
anhelo. Por consiguiente, la televisión es un engranaje del complejo constructo ontológico que
cohesiona la sociedad.

Asimismo, en cuanto a la hipótesis anteriormente planteada –que los problemas sociales tienen
origen en los complejos psicológicos- observamos que lo social dicta una pauta y normaliza o
patologiza la conducta de la gente. De igual manera, el consumo construye socialmente una ansiedad
por alcanzar la felicidad a través del hedonismo. Sin embargo, esto ocurre por las inseguridades y
vulnerabilidades del ser humano y sus problemas psicológicos sin resolver. Por lo tanto, si se
empezara a trabajar los problemas psicológicos de cada sujeto en el mundo y todos lograran
superarlos, nos daríamos cuenta que la felicidad no se construye por medio del consumo y
construiríamos un mundo diferente.

Bibliografía

 Olson, Gary; De las neuronas espejo a la neuropolítica moral en: Revista Polis, Vol.07, No.20;
Editorial de la Universidad Bolivariana de Chile, Santiago de Chile, 2008, PP. 313 – 334.
 Steglier, Bernard (1994); La técnica y el tiempo I; Trad. Beatriz Morales; Argitaletxe Hiru;
Barcelona.
 McLuhan, Marshall (1994); Comprender los medios de comunicación; Paidós, Barcelona.

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