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“Cuidaniños”, intruso, mandadero:

representaciones de la práctica de formación profesional


A R T Í C U LO D E I N V E S T I G A C I Ó N

“Babysitter”, Intruder, Office Boy:


Representations of the Professional Formation Practice

Recibido: 1.º de agosto de 2012


Pedro Baquero M.*1 Aceptado: 22 de septiembre de 2012
Wilmer Villa A.**2

Resumen
El presente artículo es producto de la investigación “Representaciones de la práctica de formación profesional”.
La investigación se ocupa del análisis de las representaciones sobre la práctica pedagógica o práctica docente,
a partir del estudio de caso múltiple en cuatro programas de formación de licenciados en Educación, de la Uni-
versidad Distrital. El corpus analizado corresponde a formularios de encuesta, entrevistas semiestructuradas,
narrativas y artefactos recogidos entre practicantes y profesores de práctica. Los datos se procesaron mediante
técnicas de análisis de contenido y matrices semánticas.

El cometido es, de una parte, hacer visible lo que sienten y piensan los profesores en formación y sus asesores
respecto de ese momento crucial de su trayectoria formativa que constituyen las prácticas docentes o prácticas
pedagógicas; y de otra, volver la mirada sobre el orden institucional y político de los discursos y acciones que
movilizan desde la universidad y la escuela las pretensiones formativas de los programas académicos.

Palabras clave: formación docente, práctica pedagógica, practicante, representación.

Abstract
The following paper is based on the research “Representations of the professional training practice. The focus
of the study is the representations about the teaching praxis analysis. A Multiple case study was conducted in
four programs of teaching formation at the Universidad Distrital. The analyzed corpus comes from interviews
forms, semistructred interviews, narratives, artifacts, which were collected among internship teachers and their
professors. Data was processed using content analysis and semantic matrix techniques. The main topics are, on
one hand, making visible what student teachers and their professors feel and think about that crucial stage in
their forming career, which later on will conform the teaching praxis. On the other hand, the study addresses the
insight into the institutional and political order of the discourses and actions that are being promoted from the
university, and moreover, what are the formative pretentions from the academic programs.

Key words: teaching formation, teaching praxis, professional training practice, representations.

* Magíster en Educación. Docente investigador de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Correo electrónico:
baquerorama@gmail.com
** Magister en Investigación Social Interdisciplinaria, docente investigador de la Universidad Distrital Francisco José de Cal-
das. Correo electrónico: villaw@hotmail.com

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Introducción cuestionarios y entrevistas, como documentos ins-


titucionales, relatos de practicantes y producciones
El estudio de las representaciones de la práctica de académicas de estos sobre el tópico de las prácticas.
formación profesional, constituye una perspectiva La pretensión es alcanzar tres objetivos específicos,
de indagación sobre formación docente que, de ma- a saber: 1) develar las representaciones sobre las
nera específica, sitúa la pregunta por las prácticas o prácticas pedagógicas de formación entre los profe-
residencias como un momento crucial de la forma- sores practicantes; 2) analizar las relaciones-tensio-
ción de maestros y maestras. Así mismo, este estu- nes (grado de coherencia) que operan entre dichas
dio apuesta por develar las dimensiones simbólicas y representaciones en relación con las finalidades que
subjetivas del proceso, en el entendido de que dichas persiguen los programas; y 3) producir una teoría de
representaciones son factores determinantes para rango sustantivo sobre las prácticas de formación do-
transformar las representaciones que pudiéramos cente en los programas de licenciatura. Siendo este
denominar “hegemónicas de las prácticas docentes” último objetivo, la materia central de este informe.
y las propias representaciones de la profesión, elabo-
radas por los practicantes a partir de las cuales cons- Las representaciones en la formación docente
truyen sus identidades profesionales.
El problema de las representaciones, que parece atra-
Con la pretensión de develar los aspectos simbólicos vesar todas las preocupaciones de la investigación
de la vida escolar, los estudios de las representacio- social contemporánea, no es ajeno al campo de la
nes contribuyen a la comprensión más integral de educación, y particularmente a las propuestas de for-
las problemáticas de la formación, no solo porque mación del profesorado. En cierto sentido, todas las
sirven como mecanismos de evaluación de las accio- propuestas de formación de profesores sustentadas o
nes y discursos que forman a los maestros, y como no en investigación, devienen representaciones sobre
dispositivos mismos de formación (Baillauquès, el oficio y sobre el proceso formativo que debe satis-
2005), sino que tienen además un innegable valor facer las condiciones de un “modelo” de maestro y de
político, por cuanto hacen visibles las voces muchas habilidades o competencias inherentes a este. Aunque
veces silenciadas de quienes se forman: su universo en nuestro medio pueden considerarse aún escasas
subjetivo y simbólico, sus sentimientos, imaginarios, las investigaciones que de manera explícita se inte-
expectativas, reclamos, satisfacciones y frustraciones rroguen por las formas como cada apuesta formativa
con respecto a los componentes macrosociales e ins- se representa el oficio y la formación de los profe-
titucionales de la formación. sores, es cierto que toda propuesta de formación de
docentes parte de unas representaciones o esquemas
Dado el carácter abstracto y aún no consciente de mentales que actúan como pautas para la organiza-
las representaciones, es necesario considerar en ción de los currículos, y para el desarrollo y legitima-
términos de discurso las relaciones y pulsiones que ción de acciones encaminadas a su formación.
se “encuentran entre lo íntimo del individuo y los
datos externos —imagen personal y socializada—” Existe una especie de distanciamiento crítico entre
(Baillauquès, 2005, p. 62). En estas, con frecuencia, las representaciones formales e institucionales que
se debate el “yo” que intenta representarse, máxime se construyen en torno al “deber ser” del proceso
cuando sus producciones discursivas son inducidas. formativo y de la profesión, agenciadas en los pro-
De allí que, para efectos del estudio, se consideren gramas institucionales (la selección de contenidos
discursivamente tanto los datos que emergen de disciplinares y pedagógicos, las maneras de concebir

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y proyectar la formación investigativa de los prac- En ese sentido, el enfoque de las representaciones
ticantes, las formas de entender y proyectar los co- en la formación docente no es solo cuestión de in-
nocimientos disciplinares, la incorporación de los vestigación y evaluación curricular o un dispositivo
“nuevos saberes” que se demandan a los profesores de formación para hacer “maestros reflexivos”, como
en las instituciones escolares, etc.) y las representa- lo propondrían Gilles Ferry (1998), Donald Schön
ciones derivadas de la experiencia de quien se forma (1992), Simone Baillauquès (2005), entre otros múl-
cuando proyecta, en los escenarios de la práctica, los tiples autores que podríamos considerar seguidores
saberes constituidos en la tradición académica. de la propuesta de Stenhouse (1987). También lo
podemos considerar un poderoso dispositivo para
La cultura institucional de las escuelas parece deter- poner en perspectiva política, situada en el sentido
minar gran parte del comportamiento docente de los común de los actores sociales (maestros en ejercicio
maestros practicantes (Davini, 1995, p. 79). Al apa- y en formación), la emergencia de representacio-
rato discursivo y a las prácticas pedagógicas univer- nes de la formación y del oficio que resignifiquen el
sitarias parece contraponerse, de manera recurrente, componente ético-político de la “acción educativa”.
el ambiente organizacional de la escuela. Algunas re- Desde este habría que situar el problema de la re-
presentaciones del practicante como intruso, trans- flexividad docente, más allá de la preocupación por
gresor, “cuidaniños”, o de la práctica como ruptura, la enseñanza eficaz y la excelencia académica, en el
“servicio militar”, requisito, lo real de lo imaginado cuestionamiento profundo de la política educativa
o lo pensado en la academia, están asociadas a ese para la formación docente, en la que se instalan y
momento de encuentro entre el proceso formativo producen los factores condicionantes de las prácti-
inicial y el ejercicio profesional, y, además, hacen cas: esos discursos que hacen hacer las prácticas de
visible que la formación del profesor, como señala una manera determinada y que son fuente de las
Marta Souto (2009), no se reduce al tiempo de la tensiones ya descritas.
universidad, no culmina en el momento del ejercicio
profesional, no es una “trayectoria mecánica prede- Así entendidos, los estudios de las representaciones
terminada”, sino un trayecto que implica, entonces, de la práctica docente como parte sustancial de la
el devenir, “el acontecimiento, como algo inédito, formación de profesores pueden contribuir a elimi-
imprevisible, inesperado pero que sucede en el tiem- nar el malestar “de las culpas mutuas” entre univer-
po” (p. 18). sidad y escuela, cuando reducen el problema de la
formación a la superación de las representaciones
Eso que sucede en las prácticas hace posible la emer- negativas del proceso, mediante la revisión de prác-
gencia de representaciones que forman al nuevo ticas y contenidos declarativos que apuestan por una
maestro, más allá de los dispositivos académicos, y idea de profesionalización basada en la racionaliza-
quizá configura comportamientos y actitudes do- ción de conocimientos y por unas prácticas eficaces
centes más duraderos que aquellos estructurados y para satisfacer “demandas” de aprendizaje o forma-
adquiridos en la trayectoria del currículo universi- ción de la escuela y de los maestros. Además, tales
tario. De allí que las prácticas pedagógicas de forma- estudios permiten reposicionar la formación política
ción y del ejercicio profesional propiamente dicho de estos actores sociales, al hacerlos conscientes de
aparezcan, entonces, como el escenario privilegiado que el factor que más determina la producción de re-
para el análisis de las representaciones sobre la for- presentaciones de la formación y de la profesión ope-
mación y la carrera docente. ra por fuera del aparato discursivo de la universidad

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y de la escuela, en los marcos legales y de política pú- son los ya clásicos trabajos de Achilli, La práctica do-
blica que determinan, modifican e instauran discur- cente: una interpretación desde los saberes del maestro
sos (Angenot, 2010) y prácticas que luego, el aparato (1986), y de Edelstein y Coria, Imágenes e imaginación
escolar como campo de distribución y reproducción (1995), en el que las autoras sientan importantes bases
(véase Bernstein, 1993) debe legitimar, aun en con- teóricas para los posteriores estudios sobre las prác-
tradicción con sus tradiciones formativas (discursos ticas docentes de formación desde el enfoque de las
y prácticas) propias. representaciones. El punto de partida lo constituyen,
por una parte, la pregunta por el sujeto de las prác-
Los estudios de la práctica desde el enfoque ticas: los practicantes y formadores frente al proceso
las representaciones institucionalizado de la práctica como ritual de ini-
ciación; y por otra, el análisis de la condición estruc-
Los estudios sobre las prácticas constituyen una par-
turante de las prácticas en las identidades docentes.
te importante de la investigación sobre formación
docente. Aunque esta se ocupe de un amplio abanico En la reconstrucción crítica de las prácticas que pro-
de problemáticas que van desde los aspectos de or- ponen Edelstein y Coria, aparecen tres característi-
den curricular pedagógico y didáctico de la forma- cas dominantes que hoy, a veinticinco años de pu-
ción inicial y en ejercicio, hasta las políticas públicas blicación de su obra, parecen vigentes. Se trata de
para el sector, la pregunta por las prácticas es recu- los fenómenos de escisión, mimetización e impronta
rrente en las investigaciones sobre la formación de formal que caracterizan aún las manifestaciones de
los maestros. De hecho, muchos de los interrogantes las prácticas y que llevan a producir cierto tipo de
que se plantean sobre la formación docente se refie- representaciones asociadas tanto a la “historia peda-
ren, en realidad, a las prácticas que la constituyen. gógica” (el pasado escolar) del practicante, como al
peso de los habitus (Bourdieu, 1997) en la trayecto-
¿Cuáles son los supuestos teóricos y los marcos de
ria de la práctica misma.
referencia para la formación de los docentes? ¿Cómo
se diseñan, organizan y desarrollan dichos procesos La escisión es un fenómeno que no solo afecta los
y cómo se manifiestan en los currículos? ¿Quiénes contenidos, el tiempo y la organización pedagógica
son los sujetos de los procesos de formación docen- de la formación, sino que compromete también cier-
te y qué tipo de subjetividades se construyen con ta especialización del trabajo docente, entre quienes
dichos procesos? ¿Quiénes son formadores y des- “enseñan” las disciplinas y quienes “enseñan a ense-
de qué prácticas pedagógicas realizan esta labor? ñarlas”. La escisión no es solo entre teoría y práctica,
¿Cómo construyen saber pedagógico? ¿Qué tipo de sino también entre actores pedagógicos. La sola di-
racionalidades orientan las prácticas formadoras de visión del trabajo docente haría pensar que hay algo
docentes? ¿A qué noción de escuela y de sujeto edu- que cada especialista “ignora” de lo que hace el otro,
cativo responden dichas prácticas? Las anteriores, con lo que se evidencia la inquietante paradoja de
entre otras, son preguntas sobre formación docente que entre quienes forman maestros unos saben en-
que tocan la problemática de las prácticas, y parti- señar “cosas”, pero no saben cómo enseñar a ense-
cularmente las representaciones que las movilizan. ñarlas, y otros quizá ignoren la naturaleza específica
de esas cosas, pero tengan claves para “enseñar a en-
Un punto de partida y referencia obligada de los estu-
señarlas”. Quizá quepan otras interpretaciones posi-
dios de las representaciones de la práctica de forma-
bles, por ejemplo, que a unos docentes universitarios
ción de profesores, en el contexto latinoamericano,

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encargados de la formación de los profesores para lo mismo, un asunto de pedagogía. La escisión está,
el sistema les cuesta más que otros, por razones de entonces, en el centro de las construcciones teóricas
gusto, de formación o de imagen personal, acercarse disciplinares, a las que no escapa la teoría pedagógi-
a las escuelas, donde ocurren mayoritariamente las ca, y mucho menos lo que intenta hacerse con ella en
prácticas de formación. Lo que no puede descono- los centros de formación de profesores.
cerse es que, cualquiera que sea la justificación, hay,
en efecto, una fuerte disociación entre el trabajo en La mimetización e impronta formal, por su parte,
las aulas universitarias y el de las aulas de las escuelas pueden describirse grosso modo como las manifes-
y colegios, adonde acuden los practicantes a “poner- taciones de la didactización de las aulas según el ni-
se en juego” como profesores. vel de desempeño de la práctica (educación infantil,
básica primaria o básica secundaria), para el caso de
Lo que podríamos inferir es que la universidad re- la mimetización; y como la instrumentación de las
produce, desde la división misma del trabajo do- prácticas y la delimitación burocrática de la expe-
cente, las escisiones entre teoría y práctica que han riencia, sin superar la formalidad del “contrato pe-
caracterizado históricamente la formación del pro- dagógico” entre institución formadora e institución
fesorado. Además, al establecer la dicotomía entre la de práctica, o entre practicante y profesor titular.
formación teórica y la práctica, reproduce también
un orden discursivo que ha actuado como dispositi- Resulta interesante analizar el fenómeno de la mi-
vo pedagógico de formación: por un lado, las habi- metización, porque desde nuestro punto de vista no
lidades y dominios declarativos y por otro lado, los se reduce al efecto que tiene la “didactización” de la
dominios operativos. En el primero, las gramáticas clase en el tratamiento de los contenidos, particular-
disciplinares; y en el segundo, las destrezas operati- mente en escenarios de práctica (por ejemplo el uso
vas. Al primero corresponde la idea del trabajo inte- de carteleras, gráficos, definiciones, explicaciones,
lectual; al segundo, la experticia basada en el domi- dibujos, consignas y, más recientemente, los recur-
nio del método. No hay que olvidar que en la historia sos visuales electrónicos y multimedia, etc.), sino
de la formación de los maestros la preeminencia de que también toca dimensiones más amplias que sue-
una u otra de estas macrovisiones de formación ha len arraigarse en los propios docentes.
surtido efectos performativos, tanto en la construc-
La mimetización no solo opera en lo que Bernstein
ción de identidades docentes como en los posicio-
(1993) denominará exceso de producción significante
namientos socioculturales de estos actores sociales
sobre el significado, como característica básica de la
(Zuloaga, 1999).
recontextualización que sufre el discurso pedagó-
En cierto sentido, lo que se pone de manifiesto es la gico, sino que además genera representaciones del
supervivencia de una idea de pedagogía reducida a saber disciplinar de los docentes, situadas en cier-
la instrumentalización de la enseñanza y escindida to reduccionismo definicionista instrumental, en el
de sus componentes políticos y sociohistóricos. Esto que queda atrapada la conceptualización de los fenó-
hace posible explicar-se la producción y distribución menos tratados en el aula, y que tiene, como correla-
de los conocimientos (cualquiera que sea la disci- tos las visiones que desvalorizan el trabajo docente,
plina) desde cierta asepsia ideológica, como si estos tan acentuadas en el imaginario social, y aun en los
bienes simbólicos no constituyeran también formas propios docentes, y los efectos de los principios de
específicas de saber-poder (Bernstein, 1993) y, por clasificación y enmarcación en las formas de control,

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tanto del conocimiento como de los actores educa- de 45 practicantes adscritos a cuatro programas aca-
tivos. démicos de licenciatura de la Universidad Distrital;
seis entrevistas semiestructuradas; datos de conver-
Desde la misma perspectiva, la denominada impron- saciones informales con practicantes y asesores; do-
ta formal hace que los acuerdos que rigen la llegada cumentos sobre las prácticas existentes en cada pro-
de practicantes a las instituciones escolares se re- grama estudiado; y ponencias, relatos, documentos
duzcan a “puntualizaciones de corte reglamentario académicos y grupos de discusión recogidos durante
[…] desde lo formal burocrático sin abrir instancias el tercer encuentro de prácticas docentes, organiza-
reales de encuentro entre instituciones y sujetos do por el equipo de investigadores en el programa
comprometidos en la experiencia; sin permitir el de Licenciatura en Educación Básica con énfasis en
crecimiento mutuo por la socialización de los sabe- humanidades y lengua castellana.
res analizados, discutidos y elaborados” (Edelstein y
Coria, 1995, p. 14). Para el análisis se utilizaron diversas herramientas,
como el análisis de contenido (Sandoval, 1996); pro-
La impronta formal, pudiera decirse, es una suerte cedimientos de codificación, a partir de expresiones
de reduccionismo de la pretensión pedagógica de relevantes tomadas de las matrices semánticas cons-
la práctica al cumplimiento de las formalidades que truidas a partir de los datos; y elaboración de catego-
establecen los convenios entre institución formado- rías apelando tanto a la tradición teórica constituida
ra e institución receptora de practicantes. Dentro de como a la emergencia de conceptos apoyada en los
estas se encuentran la distribución de actividades a datos. No obstante el volumen de datos de diversa
realizar, el número de horas dedicadas, la elabora- naturaleza, el tratamiento de estos se hizo a partir
ción de diagnósticos e intervenciones en las aulas, de la identificación de referencias y rasgos comu-
el apoyo a las actividades extraacadémicas, etc. Lo nes (Sandoval, 1996), asociados a los conceptos de
que parece regir el desarrollo de la experiencia de práctica y practicante como categorías básicas.
la práctica es el cumplimiento burocrático de las Alrededor de estas giran los conceptos de dispo-
acciones acordadas, sin ningún interés real en que sitivos de formación, institución, normas, interac-
la experiencia cumpla la función de dispositivo de ciones, etc.
formación.
Resultados
Metodología
El análisis del corpus recogido para efectos de esta
Para la realización del estudio se analizaron datos investigación permite la identificación de represen-
recogidos en cuatro programas de formación de li- taciones que pueden sintetizarse como sigue.
cenciados de la Facultad de Ciencias y Educación de
la Universidad Distrital de Bogotá. No hubo ningún La práctica es un espacio
criterio particular para la elección de estos, salvo la
idea de ampliar el espectro de estudio de caso (Stake, En un primer momento se identifica, por su recu-
1998), hasta donde las posibilidades logísticas y de rrencia, una representación de la práctica como es-
gestión de la investigación nos lo permitieran. pacio físico y temporal, cuya demarcación no es sin
embargo espacial sino predicativa, en el sentido de
En relación con los datos se analizaron: un cuestio- que es lugar de prueba, confrontación, experimen-
nario con preguntas abiertas, aplicado a un grupo tación, enfrentamiento, reconstrucción, vivencia,

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aprendizaje etc. Estas acciones se matizan median- y las formas de trabajo pedagógico y de administra-
te atributos que las evalúan desde distintos órdenes ción de estas. En el mismo orden discursivo, caben
discursivos: empíricos, epistemológicos, axiológi- las referencias a la práctica como exploración, apro-
cos, etc. (plana, complicada, fácil, conductista, trau- piación, búsqueda, espacio de acercamiento, acciones
mática, lineal, difícil, necesaria, enriquecedora). que suponen una actitud abierta para el aprendizaje
y, en todo caso, una valoración positiva y constructi-
El espacio de la práctica predicado como prueba, va de la experiencia.
enfrentamiento o experimentación reproduce, por
ejemplo, una representación dominante que mues- Las representaciones en las que la práctica aparece
tra la distancia entre el proceso de formación inicial como espacio de sometimiento son más comunes en-
(el de las aulas universitarias) y el de la llegada al aula tre los practicantes que la llevan a cabo solo al final
de clase escolar para “hacerse cargo de la enseñan- de la carrera y durante dos breves periodos acadé-
za”. Este último momento aparece entonces como el micos. Y aunque en este caso resulte muy difícil es-
verdadero, lo real de la formación. Frente al espacio tablecer correlaciones directas entre tiempo de du-
imaginado de la formación teórica, la práctica pa- ración de la práctica y formación de una consciencia
rece desdibujar todo el bagaje conceptual sobre el reflexiva, es interesante señalar que quienes viven
aula: “un espacio en constante reconstrucción que se durante más tiempo la experiencia de la práctica en
presta para probar metodologías distintas según las el proceso formativo suelen cuestionar menos este
exigencias de cada contexto, a tal punto que incluso espacio de formación. Haría falta en este sentido una
las exigencias puedan superar y revaluar la teoría”. nueva investigación que pudiera desentrañar si esas
representaciones “menos conflictivas” son resultado
Afirmaciones como esta, que son recurrentes en los de comprensiones más profundas de la práctica y su
datos recogidos con instrumentos diversos, visibili- relación con la academia y con la profesión, o si, por
zan una representación de la práctica semejante al el contrario, revelarían procesos de acomodación-
laboratorio al cual se va a experimentar una teoría. interiorización del universo escolar y sus lógicas tan
cuestionadas de burocratización, isomorfismo e im-
Por el contrario, cuando el diseño curricular del pronta formal, ya explicitadas en este documento.
programa incorpora la práctica desde el comienzo
del proceso formativo, las representaciones que sur- La práctica es un requisito
gen entre los practicantes predican tipos de acciones
asociadas con la vivencia, el aprendizaje, la recons- Otra representación que aparece sobre la práctica,
trucción y la transformación de saberes y prácticas. aunque no con la misma fuerza que la anterior, es
la que la señala como requisito. En este caso se hace
La práctica pensada como vivencia, intercambio, manifiesta la percepción burocrática de la formación
aprendizaje y espacio para la reflexión sugiere esce- y el peso de las determinaciones normativas sobre el
narios y posibilidades de representación distintos de interés y la vivencia. Se trata de una representación
las lógicas del experimento, la prueba y la confronta- que predica el cumplimiento, el sinsentido y la rapidez
ción. La búsqueda de correlaciones entre representa- (burocratización de la práctica) como condiciones
ciones y enfoques teórico-metodológicos, así como dominantes sin que se revele ningún valor formati-
de los criterios de administración en cada proyecto, vo. Excepto en el enunciado que la reconoce como
terminó por mostrarnos relaciones estrechas entre un requisito necesario, es decir, no impuesto sino
lo que se predica de la práctica entre los practicantes como condición para asegurar los vínculos entre

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teoría y práctica, esta traduce viejas representaciones el universo conceptual y actitudinal de quien así se
asociadas al peso de la burocratización y la formali- representa la práctica. Por el contrario, en el segun-
dad que, según se indicaba, persisten en el imagina- do orden discursivo quizá sea constante el reforza-
rio individual y colectivo de los practicantes, a pesar miento de actitudes e imaginarios negativos, que
de las transformaciones discursivas que se movilizan fácilmente pueden desplazarse hacia la burocratiza-
en los programas de formación sobre los enfoques y ción, la mimetización y la asimilación temprana de
finalidades de la práctica. la cultura institucional en su rostro desfavorable: el
“shock de la práctica”, e incluso el abandono definiti-
La práctica es un choque vo de la profesión; o, lo que resulta más grave aún, la
asimilación del trabajo docente con una mentalidad
Otra de las referencias comunes a la práctica es la
de funcionario.
que la considera como un choque. Esta representa-
ción reúne una gran variedad de predicados sobre Enunciados como “hay un choque entre las teorías
la práctica y el practicante, que manifiestan las ten- que nosotras vemos porque obviamente nosotras no
siones entre subjetivo / objetivo, teoría / práctica, tenemos los contextos que, digamos, tenía Piaget;
sujeto / poder, etc. (véase Davini, 1995). Es la ima- nosotras no trabajamos con los hijos de ningún bri-
gen mediante la cual el practicante se representa el llante” permiten suponer —y allí radica la apuesta
enfrentamiento consigo mismo, con la autoridad del interpretativa de estos datos— que la carga de cono-
currículo, del maestro titular, de los asesores, nor- cimientos declarativos está puesta en la gran teoría
mas, dispositivos y demás agentes de poder. El cho- pedagógica y didáctica, y no en la lectura particular
que como metáfora despliega una amplia gama de de los contextos educativos en los que el practicante
sentidos que se abren tanto en valoraciones positivas desarrollará luego su ejercicio profesional. Esa caren-
como negativas de la experiencia. cia de formación sociopolítica es la que, justamente,
provoca la imagen de choque o ruptura. Además,
Para quienes entienden la práctica en su valor for-
pone de relieve que las teorías pedagógicas y didác-
mativo, el choque es, sobre todo, acontecimiento.
ticas no pueden formularse como una gran teoría ig-
Tiene un valor epistemológico y existencial. Es el
norando los contextos sociopolíticos, económicos y
enfrentamiento del sujeto consigo mismo, antes que
culturales en los que se producen. Aplicarlas en con-
con el orden establecido. En este orden discursivo, la
textos fuertemente diferenciados por estos factores
imagen del choque con la práctica es oportunidad,
no solo constituye una forma de colonialismo epis-
aprendizaje, experimentación, reflexión y transfor-
témico, sino que también produce representaciones
mación. En sentido contrario, el choque es conflicto
deficitarias sobre cognición, aprendizaje, desarrollo,
de poder, es lucha por el posicionamiento propio en
etc., que perpetuán la dependencia y las formas de
relación con “lo otro” (discursos, sujetos e institu-
dominación simbólica.
ciones), por lo cual es ruptura, dominación, someti-
miento y falacia. En otro sentido leemos los enunciados que se refie-
ren directamente a la experimentación metodológi-
En la primera configuración de sentidos, el choque
ca en el aula, como el siguiente:
de la práctica, en tanto representación positiva, puede
hacer posibles las transformaciones del habitus, pues […] cuando uno hace un proyecto, cuando uno
“provoca” una actitud reflexiva que modifica conduc- piensa un proyecto, uno idealiza muchas cosas, los
objetivos son simples ideales. Entonces, cuando tú
tas y comportamientos naturalizados al descentrar

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lo pones en la práctica con ellos, cuando tú te das Los avatares del practicante
cuenta que, digamos, […] no, no son los que uno
creía, que tu actividad no es tan potente como tú la Las manifestaciones discursivas que los practicantes
consideras. expresan de sí abren un amplio abanico de represen-
taciones que recogen distintos tipos de prácticas, re-
Lo que parece ponerse en escena es una dimensión
laciones e interacciones. Muchas de estas correspon-
reflexiva, un tipo de reflexividad situada en la ex-
den a imágenes ya constituidas y analizadas en las
perimentación para hacer funcionar la enseñanza,
investigaciones precedentes (Achilli, 1986; Batallan,
que no necesariamente está interesada en la lectura
1983; Devalle, 2009; Jiménez y Perales, 2007), que
del contexto socioeducativo, sino en la efectividad
ponen de manifiesto las tramas del sujeto en relación
del método a la manera del profesional reflexivo de
consigo mismo, con las instituciones y con los otros.
Schön (1992), Perrenoud (2005), entre otros. Si bien
En el fondo se trata de los desplazamientos y reubi-
esta dimensión es necesaria para asegurar la calidad
caciones de sí frente a las relaciones de poder que
de la enseñanza, corre el riesgo, como ya lo han ad-
instauran los distintos tipos de interacciones, actores
vertido sus críticos (Duarte, 2003; Lozano, 2011), de
y prácticas.
instrumentalizar la reflexión solo para el dominio
técnico. En este caso, la idea de choque corresponde El análisis de las representaciones sobre la figura de
más a la lógica del desequilibrio cognitivo propio de sí, en tanto que practicante, muestra de manera re-
los constructivismos psicológicos que a la percep- currente una identidad fraccionada entre la figura
ción del choque como asunto de distribución y en- del aprendiz de maestro, el secretario del profesor ti-
marcación, es decir, como un asunto de poder. tular, el “cuidaniños”, el intruso, el profesor en forma-
ción y una amplia gama de atributos que tanto dicen
Los otros enunciados asociados para este análisis a
de los quiebres del practicante en sus relaciones con
la idea de choque remiten a las relaciones de poder: la
los otros (sujetos e instituciones), como de sus pro-
lucha por el reconocimiento de sí, en tanto sujeto do-
pias imágenes del proceso formativo. Lo que se lee
cente frente a la autoridad y dominio del profesor
en los datos revela las tensiones que vive entre los
titular; la confrontación consigo mismo, en cuanto
conocimientos declarativos con los que llega al aula
construcción de proyecto de vida; y la confrontación
de clase (la formación teórica) y su eventual esceni-
entre perspectivas críticas de la formación y la cultura
ficación (la práctica), así como con el tipo y natura-
institucional de los espacios de práctica. Estos tres
leza de la interacción que teje con los otros (sujetos
órdenes de discurso, aunque referidos a la práctica
e instituciones). En este contexto descubre o se ha-
como choque, revelan mejor los fenómenos de sub-
cen evidentes para él las lógicas del sometimiento,
jetivación del practicante. Ya no se refieren tanto al
la instrumentalización de su figura, sus limitaciones
espacio pedagógico y didáctico de la práctica, como
de saber y hacer en el aula, pero también las con-
estructura y parte del currículo, sino a los efectos
diciones de posibilidad, las responsabilidades y las
que esta produce en la construcción de sí del practi-
oportunidades de la experiencia.
cante, en interacción con los “otros” y “lo otro” que
deviene, indiscutiblemente, en relaciones de poder. La sistematización del cuestionario predica aspectos
Por esta razón, integramos el análisis de esta repre- que tocan de manera tangencial la figura del prac-
sentación a la de la figura del practicante, que se ticante y que muestran dos órdenes de discurso. El
muestra en el siguiente apartado. primero remite a las acciones propias de la experien-
cia y que suponen la conjunción de voluntad y deseo:

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encontrar-se, actuar, acercar-se, empezar a conocer, etc., como determinadores de las imágenes que
aprender del contexto, mostrar-se, poner a prueba, construye el practicante.
vencer miedos, evaluar-se, acompañar. El segundo
indica sometimiento, obligación, aspectos enfatiza- Vivir la práctica docente constituye para muchos
dos mediante una amplia gama de atributos, como estudiantes de licenciatura en educación una situa-
los que revelan los datos obtenidos del cuestionario: ción de discordancia con la experiencia construida
observador ajeno, secretario, mandadero, etc. Estos durante el proceso formativo, tanto porque las teo-
constituyen apenas el abrebocas de unas imágenes de rías sobre la escuela, la enseñanza, la educación, las
sí capturadas con instrumentos más abiertos, como disciplinas etc. no encajan con las “realidades de la
los conversatorios, las narrativas y las producciones práctica”, como porque las imágenes de sí como es-
académicas de los practicantes, que revelan que esa tudiante universitario (autónomo, crítico, libre, es-
identidad del yo practicante se ordena y reordena pontáneo) se confrontan con las del mundo laboral.
“sobre el trasfondo de las experiencias cambiantes Este resulta fuertemente jerarquizado. diferenciado
de la vida diaria y de las tendencias fragmentado- y enmarcado en relaciones de poder y subordina-
ras de las instituciones modernas” (Giddens, 1997, ción, sustancialmente distintas a las de la vida en
p. 236) en las que se debate el sujeto. De acuerdo con las aulas universitarias, en las que en muchos casos
este autor, dichas tendencias implican además las parecen diluirse las “ensoñaciones discursivas” de la
tensiones entre unificación frente a fragmentación, formación teórica.
impotencia frente a apropiación, autoridad frente a
Las construcciones discursivas del practicante como
incertidumbre, experiencia personalizada frente a ex-
sujeto que se representa, leídas desde las tensiones
periencia mercantilizada. Esta lectura, situada en el
del yo (Giddens, 1997), a las que acudimos para ana-
discurso que estudiamos, nos resulta, si no exacta,
lizar en detalle las representaciones del practicante
particularmente sugerente para analizar las repre-
y que desarrollamos ampliamente en el informe ge-
sentaciones de sí de los practicantes de maestros.
neral de esta investigación, permiten mostrar que lo
Podemos advertir, por ejemplo, qué aspectos causan tensional-contradictorio de cada relación dialéctica
una u otra representación de sí, de la práctica y del (unidad / fragmentación, impotencia / apropiación,
proceso formativo, de manera que no solo resulta autoridad / incertidumbre, etc.), parece resolverse,
posible identificar los atributos con los que se repre- justamente, en la vía de la aceptación del orden de las
senta (“cuidaniños”, mensajero, secretario, etc.), sino prácticas. No advertimos, en efecto, en las manifes-
también las circunstancias y factores particulares en taciones discursivas de los practicantes tendencias
las que dichas representaciones emergen. Esto pone que pudiéramos denominar patologizantes o desle-
de relieve aspectos quizá invisibles como las interac- gitimadoras de las propuestas de práctica. En efecto,
ciones, las normas y la cultura escolar, los enfoques como lo muestra la tabla 1, son más dominantes los
metodológico-didácticos, los vacíos conceptuales, factores que integran que aquellos que fragmentan
la experiencia.

Tabla 1

Factores que fragmentan Factores que integran

La Percepción de “sometimiento a la autoridad” del titular Relaciones horizontales. Responsabilidad y dinamismo


(autoritarismo). Falta de compromiso del titular. del titular en el aula de clase.

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18 Pedro Baquero M., Wilmer Villa A.

Factores que fragmentan Factores que integran

Ausencia de acompañamiento del asesor de prácticas.


Presencia permanente y acompañamiento del asesor.
Actitud de subordinación y sometimiento ante la institu-
Capacidad de negociación y defensa de los practicantes.
ción escolar.

Discontinuidad y ruptura entre el discurso de la universi-


Acercamiento de la universidad a la escuela.
dad y el mundo escolar.

Prácticas burocratizadas de la escuela. Rigidez del Compromiso escolar, apertura y trabajo responsable con
currículo. los estudiantes.

Imposibilidad de acción frente a las prescripciones de la Incorporación del contexto sociocultural del estudiante
norma (planes, contenidos, pautas de disciplina). Rigidez al trabajo pedagógico del aula: currículo y programación
y formalismo. flexibles.

Fortalecimiento de la conciencia política y social de la ac-


Predominio de discursos y prácticas mercantilizadas.
ción educativa .

Pérdida de sentido, deslegitimación de la experiencia. Recuperación de la conciencia reflexiva de base


Burocratización. ético-política.

Características etarias de estudiantes y practicantes: per-


cepción de cercanía.

Fuente: elaboración propia

Esto tiene para nosotros un valor muy importante, Davini (1995), Edelstein (2003) y Messina (1999),
porque pone de relieve el peso de lo institucional, referidos al peso de la cultura escolar en la construc-
la autoridad de la práctica como referente, que aun ción y consolidación de representaciones sobre la for-
con las contradicciones descritas genera confianza e mación y el oficio de profesor. Los datos analizados
identidad. No obstante, se encuentran siempre laten- permiten corroborar, como señala Messina y reiteran
tes la pérdida de sentido, el riesgo de la acomodación Edelstein y Davini desde otros conceptos, como los
oportunista, las simples lógicas de sobrevivencia, de impronta formal y burocratización, que el currícu-
para mantenerse dentro de los límites impuestos por lo oculto es más fuerte que los contenidos. También,
el orden establecido, lo cual sería desastroso en una que contra las pretensiones transformadoras del dis-
institución que forma educadores. Si las represen- curso universitario, la escuela y la cultura escolar
taciones de la experiencia se desplazan progresiva- guardan aún profundas resistencias que difícilmente
mente hacia la pérdida de sentido, las conductas de puede romper o transformar el profesor practican-
quienes allí se forman no pueden ser distintas a las de te, máxime cuando el asesor se pliega, presionado
la burocratización, la mimetización, la instrumenta- por las relaciones de poder que se instalan en la es-
lización y la falsa conciencia de sí y del trabajo docen- cuela, a las decisiones y actitudes de profesores titula-
te. Ello supondría un quiebre profundo del proyecto res de curso, coordinadores y administrativos.
político de formación de educadores.
En el mismo sentido y siguiendo muy de cerca a estas
Discusión de resultados y conclusiones autoras, quizá deba destacarse también que resulta
imposible pretender la uniformidad de las prácticas,
Merecen destacarse algunos aspectos identificados toda vez que se trata de un fenómeno complejo sig-
en los trabajos pioneros de Edelstein y Coria (1995), nado por los contextos de realización y atravesado

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por distintos órdenes discursivos y de poder, que La universidad ha abandonado progresivamente la


acusan tensiones y contradicciones profundas. formación política de sus estudiantes de profesora-
Frente a estas, sin embargo, se requieren esfuerzos do. Hay una gran ignorancia entre los practicantes
comprensivos y organizadores muy grandes que, sobre los temas de políticas públicas educativas. Ha-
sin pretensiones homogeneizadoras ni totalizantes, bría que preguntarse cuál es el lugar que ocupa en
permitan rescatar los horizontes de sentido de la la formación de los docentes la formación política
formación docente en sus dimensiones cognitivas, frente a la sobredeterminación de los discursos de
volitivas, actitudinales y políticas. pretensión didáctica o disciplinares, concebidos de
manera aséptica y totalmente desideologizados.
La cultura institucional de las escuelas parece deter-
minar gran parte del comportamiento docente de Existe, en muchos de los aspectos de la práctica,
los maestros practicantes. Al aparato discursivo y a tanto de alcance teórico como de realización en
las prácticas pedagógicas universitarias parece con- los escenarios escolares, una excesiva idealización
traponerse, de manera recurrente, el ambiente or- que sustenta una suerte de equilibrio eufórico. Esto
ganizacional de la escuela. Esto, quizá, no fuese tan hace pensar a los practicantes que “transformaran el
grave si la universidad como institución formadora mundo escolar para siempre”, hasta que la llegada al
contara con una política clara para el desarrollo de aula los devuelve a la realidad. Entonces se redescu-
estos espacios de formación; pero la ausencia de una bren como sujetos sujetados, restringidos y contro-
política de prácticas de la universidad —en particu- lados en muchas de sus iniciativas de “invención” de
lar de la Facultad de Ciencias y Educación—, que la escuela, por el universo fuertemente regulado y
trace los lineamientos básicos para su organización, controlado de la cultura escolar.
administración y desarrollo en cada proyecto acadé-
mico, deja al garete la experiencia de las prácticas en Es posible, como señalan como Rockwel y Ezpe-
las instituciones escolares. leta (1983), revalorizar en perspectiva positiva las
inevitables tensiones entre teoría y práctica que,
La lectura y el análisis de los datos recogidos para articuladas al “trabajo de campo” que suponen las
esta investigación ponen en evidencia que este im- prácticas, permiten relaciones diferentes entre lo
portante espacio de formación se organiza de ma- micro y lo macrosocial, y jalonan el pluralismo y
nera independiente y aislada, sin responder a un la reflexividad como condiciones para la compren-
horizonte de sentido distinto al que cada programa sión abierta y dinámica de la escuela y de la prác-
se traza para el efecto. No hay, en consecuencia, fun- tica docente.
damentos epistemológicos, de diseño curricular y
de administración de este espacio que respondan de Reconocimientos
manera consistente a un proyecto político de forma-
ción de maestros, desde el cual se hagan visibles las La investigación “Representaciones de la práctica de
relaciones entre la teoría y la práctica (dominios dis- formación profesional”, de la cual se deriva el pre-
ciplinares vs. saberes para la enseñanza), la naturale- sente artículo fue desarrollada con el auspicio del
za de las relaciones entre universidad y escuela, y el Centro de Investigaciones y Desarrollo Científico de
sentido de las prácticas de enseñanza en poblaciones la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en
escolarizadas, como parte sustantiva de la práctica el periodo 2010-2012.
docente, para lo cual se supone que forman los dis-
tintos programas de licenciatura de la universidad.

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