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CAPÍTULO 3
MARGINACIÓN MUNICIPAL
La estimación del índice de marginación de los 2 442 municipios confirma que nuestro
país se encuentra lacerado por una profunda desigualdad de oportunidades de
participación en el proceso de desarrollo y el disfrute de sus beneficios, La comparación
de las condiciones que prevalecen en el interior de
En el otro extremo, la delegación Benito Juárez, enclavada en el área central del Distrito
Federal, es la unidad territorial con menor marginación del país, donde viven más de 360
mil personas. La formacion de capital humano derivada de sus logros educativos
determina que uno por ciento de la población de 15 o más años de edad sea analfabeta y
cinco por ciento no haya terminado la primaria.
La brecha de desarrollo social entre los municipios con grado de marginación muy alto y
muy bajo representa un reto verdaderamente desafiante para los esfuerzos de desarrollo
regional y la planeación económica y social del país
Vazquez Cardenas Roman Royer
CAPÍTULO 4
La marginación es una medida resumen que permite diferenciar a los municipios según la
intensidad de las privaciones que padece la población. Uno de los indicadores incluidos
en su estimación es la proporción de la población ocupada que gana hasta dos salarios
mínimos, la marginación es algo que va muy ligado a la pobreza desgraciadamente por la
falta de oportunidades que surgen en condiciones desfavorables, la marginación y la
pobreza constituyen dos expresiones de una misma realidad social, cuyos impactos
territoriales confinan en microrregiones a millones de personas, donde el rezago
productivo y educativo, la residencia en viviendas inadecuadas, la carencia de
infraestructura y equipamiento urbano, conforman una precaria estructura de
oportunidades sociales que limitan poderosamente las capacidades y opciones de las
personas para realizar el proyecto de vida que tiene razones para valorar.
Vazquez Cardenas Roman Royer
LA MARGINACIÓN INDÍGENA
Los indígenas conforman una población históricamente excluida de los beneficios del
desarrollo nacional. En el comienzo del nuevo siglo, los indígenas siguen padeciendo con
mayor intensidad las desventajas y vulnerabilidades relacionadas con la explotación de
tierras de bajo rendimiento y la práctica artesano-manufacturera mal retribuida por la
sociedad, así como la menor cobertura de servicios esenciales en sus lugares de
residencia
Vazquez Cardenas Roman Royer
Las personas de la tercera edad (65 años o más) son quienes crecen de manera más
rápida desde hace quince años. Su monto actual es de casi cinco millones de personas y,
aunque sólo abarca 4.9 por ciento del total, aumenta a un ritmo anual de 3.75 por ciento,
que es una tasa con el potencial para duplicar el tamaño inicial de esta población cada
18.7 años. El envejecimiento demográfico provocará en el largo plazo un creciente
desbalance entre la población trabajadora y la de edades avanzadas, lo que impondrá
fuertes presiones a los sistemas de jubilación; implicará una cuantiosa reasignación de
recursos hacia los servicios de salud y seguridad social; demandará importantes
transformaciones en los arreglos, organización y estructura interna de las familias, ya que
muchos de los problemas que acompañan el envejecimiento serán trasladados a este
ámbito como única salida para su solución. Todos estos aspectos sugieren la necesidad
de explorar las consecuencias e implicaciones del envejecimiento demográfico, reconocer
Vazquez Cardenas Roman Royer
los costos y beneficios sociales que le acompañan y preparar propuestas legislativas, así
como planes y programas institucionales para hacerle frente a sus manifestaciones de
corto, mediano y largo plazos para atenuar sus consecuencias.
En 1930, 178 de cada mil recién nacidos fallecía antes de su primer aniversario; en 2001,
esta proporción fue de sólo 24 por mil. El nivel actual de la mortalidad infantil significa que,
de cada cien defunciones infantiles, que tendrían lugar de prevalecer la mortalidad de
1930, se evitan 87. La pobreza y la emergencia de diversas vulnerabilidades sociales esta
acompañada de barreras de diversa índole que obstaculizan el uso regular de los
servicios de salud públicos y conlleva mayores niveles de mortalidad y morbilidad. La
edad de la madre al nacimiento del hijo y el intervalo intergestacional son dos factores
Vazquez Cardenas Roman Royer
En 2000, el sistema nacional de ciudades estaba conformado por 364 ciudades1 de más
de 15 mil habitantes, donde residen un poco más de 63.2 millones de personas, quienes
representan 65 por ciento de la población nacional. El ritmo de crecimiento de la población
urbana muestra un descenso en la segunda mitad del decenio anterior, al pasar de 2.6
por ciento promedio anual en 1990-1995 a 1.9 por ciento en 1995-2000; así, la población
de las 364 ciudades aumentó de 50.6 millones en 1990 a 63.2 en 2000.
Vazquez Cardenas Roman Royer
Zonas metropolitanas
Entre las zonas metropolitanas, sobresalen 19 con una tasa de crecimiento intercensal
mayor que la del promedio de ese conjunto (2.1%), situándose en los extremos Tijuana
con 5.5 por ciento y Veracruz con 2.3 por ciento. En 1990, 66 por ciento de la población
urbana vivía en cuatro zonas metropolitanas de más de un millón de habitantes; en 1995
habitaban en seis un total de 70.1 por ciento de la población urbana del país; y en 2000,
75 por ciento de los residentes urbanos residían en ocho metrópolis de más de un millón
de habitantes. Las zonas metropolitanas de México, Guadalajara, Monterrey y Puebla,
han perdido capacidad de atracción de los flujos migratorios y su ritmo de crecimiento es
menos dinámico que el de las ciudades medias. Sin embargo, durante 1990-2000, éstas
contribuyeron en términos absolutos con más de la tercera parte (36%) del incremento
poblacional del sistema urbano nacional. Las zonas metropolitanas de Puebla, Monterrey
y Guadalajara muestran un mayor ritmo de crecimiento: 2.5, 2.4 y 2.1 por ciento anual,
respectivamente. Estas zonas presentan situaciones similares en cuanto al
desplazamiento de población de los municipios centrales hacia la periferia. Dentro de
este grupo de ciudades, destacan, por la mayor diversificación de su base económica, las
zonas metropolitanas de la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, las cuales
orientan más sus economías hacia los servicios de alto nivel jerárquico, como son los
financieros, profesionales, información en medios masivos y de apoyo a negocios, y que
las posiciona como las ciudades de mayor jerarquía y principales nodos que vinculan al
resto del sistema urbano con el exterior.
Ciudades medias
Ciudades pequeñas
as ciudades pequeñas, definidas como aquéllas cuya población total se ubica en el rango
de 15 mil a 99.9 mil habitantes, se caracterizan por ser las que en conjunto aportan el
mayor número de ciudades al sistema urbano nacional, al mismo tiempo que concentran
la menor proporción de la población urbana del país. Al interior de este grupo de ciudades
se advierte un marcado desequilibrio entre los núcleos urbanos de 50 mil a 99.9 mil
habitantes y los de 15 mil a 49.9 mil, en lo que a su número y participación demográfica
se refiere. El papel desempeñado por la migración en el crecimiento de estas ciudades
ha sido fundamental. Debido a su gran número, la situación de las ciudades pequeñas es
aún más heterogénea en cuanto a especialización económica se refiere. El mayor número
de ciudades (84) ofrece servicios educativos, seguido por las manufacturas (69) y los
servicios de hoteles y restaurantes (43 ciudades).
Las oportunidades de las personas para tener un nivel de vida digno están determinadas
por una diversidad de factores. De ellos, destacan la posesión de activos, el acceso a los
satisfactores esenciales relacionados con el gasto social del Estado (como la educación,
la salud y la vivienda), así como las posibilidades de lograr una participación competitiva
en el mercado laboral.
Aun cuando existen estimaciones y opiniones diversas, puede decirse que la desigualdad
ha sido una tendencia en la distribución del ingreso de los hogares.
El tamaño, estructura y etapa del ciclo de vida de las unidades domésticas constituyen
factores sociodemográficos cruciales en la determinación de su estructura de
oportunidades y las vulnerabilidades a que están expuestos ante situaciones económicas
adversas, cuya eventualidad escapa a su ámbito de competencia. La mayor presencia de
menores de edad entre los hogares de bajos ingresos describe mayores
responsabilidades. A su vez, el promedio de 1.6 menores de doce años de edad de los
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hogares de bajos ingresos sugiere una fecundidad más alta. Los hogares con los menores
recursos tienen más responsabilidad con relación a la manutención, alimentación,
educación y cuidados de los menores de edad y de los adultos mayores. Cabe destacar la
notable diferencia de los hogares con relación a la condición de actividad económica. Así,
los que tienen los ingresos más bajos alcanzan un promedio de 1.2 miembros
económicamente activos; los hogares en posición intermedia, 1.6 miembros; y los hogares
con el ingreso más alto, 1.8 miembros. En cambio, la tasa promedio de inactividad es
notablemente adversa para los hogares con los ingresos más bajos (un promedio de 1.9
miembros frente a 1.2 miembros, respectivamente), así como la tasa neta de participación
de los mayores de doce años de edad.
Las condiciones económicas adversas influyen y limitan la capacidad de los hogares para
mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, la índole e implicaciones presentes y
futuras de las privaciones, así como las opciones de las personas, dependen en buena
medida del ciclo de vida de sus hogares. Los hogares en etapa de expansión, por su
parte, también muestran fuertes discrepancias según su nivel de ingreso y revelan
vulnerabilidades de gran trascendencia. Los hogares en la etapa de fisión, es decir la
época en que los hijos empiezan a abandonar el hogar nuclear para formar los propios,
tienen razones de dependencia total y juvenil semejantes, aun cuando en la razón de
dependencia de la tercera edad se observa una ligera diferencia a favor de los hogares
con menos recursos. Asimismo, la razón de dependencia de la tercera edad es mayor
entre los hogares con menos recursos, lo que denota una mayor vulnerabilidad de la
población de la tercera edad, dado lo limitado de los recursos de que dispone y sus
necesidades de alimentación y cuidado de la salud.