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DE PASO

El viento rueda arrastrando pesadillas.

A… se encuentra de paso en un pueblo del desierto negro. El pueblo en el


que con sus caseríos de adobe, techos de paja oscurecidos por el sol y el
viento que nunca hace silencio, se convierte en una trampa mortal.

Al despertar, por la ventana, ve al viento arañar el desierto. Aunque Él sabe


que mientras existan los ruidos y que durante el día los recuerdos sean
imágenes silenciosas, el horror de su última función se esfuma. Sin embargo
al salir y le da la cara al desierto se encuentra con el viento que arrastra las
pesadillas de un solo día. Porque eso es, toda su vida reducida a un solo día.

La vida completa de A… incluyendo las noches anteriores había estado


repleta de aplausos, amores y burdeles. Pero al conocerla tal vez
misteriosamente se desencadenó un acto de magia y la vida cambió.

Del burdel era la más linda y más solicitada. Pero a Él no lo hizo esperar. Se
sentaron a la mesa. Ordenó dos tragos y empezó la historia.

-Siempre los magos ejercieron en mí un influjo fascinante-Dijo ella


empalagosamente no sólo con su voz sino también con su cuerpo.

-Es interesante, lleva muchas horas de preparación.-Él bajó la cabeza,


con su mano alisó el cabello y por unos segundos su mirada buscó en el vacío
y en un murmullo dijo- Todo es tan solitario. Tan terriblemente despojado de
gracia.-Levantó el vaso, y de un trago lo desagoto en la boca.

-No entiendo, podés hacer lo que quieras.-Dijo ella con voz dulzona.
-No querida mujercita. La realidad es un mito que inventamos, pero
mis actos de magia no tienen nada de fantásticos. Qué atractivo puede tener
separar en dos a la misma mujer todas las noches.

-Es decir, a ver si entiendo-Fanny acomodó el cuerpo, cruzó las


piernas y mientras con ambas manos acariciaba un mechón de pelo largo y
rojizo uso una de las frases que a través de los años había atesorado. Estaba
convencida que las películas siempre le regalaban frases y que ellas de tanto
repetirlas las había hecho propias. Sin embargo no siempre entendía
exactamente el significado por lo que a veces las deformaba un poco y en
otras oportunidades las deformaba hasta hacerlas irreconocibles. Pero de lo
que sí estaba segura que las palabras entrelazadas dejaban en su boca una
melodía especial, que cuando las pronunciaba era otra. Entonces así,
sintiéndose importante dijo- quieres que tus días sean una verdadera
transición, y que cuando te alcance la noche tu vida quede plasmada en el
escenario.

-Mujer, yo no lo podría haber expresado mejor-Y el quinto vaso


encontró también el final.

Ella lo miraba, extrañada de sí misma, no era su característica tenerle tanta


paciencia a un individuo lloroso y alcoholizado.

A… la miró profundamente y con un suave temblor en los labios que


intentaba disimular, dijo:

-Veo en tus ojos la admiración que sientes por mí.-Tomó otro trago y
continúo- Pero no desesperes chiquita en cualquier momento voy a
conseguir esa transición que busco y te prometo que volveré.

La noche siguiente, al terminar el mago la función caminó las veinte cuadras


que lo separaban del burdel. Entró y las espesas volutas de humo se
desplazaban por el salón raspando gargantas y ojos por igual. La luz era
escasa, pero igual se podía distinguir a los mosquitos revoloteando. Miró una
a una las mesas. Y no la vio. Se acodo en la barra, decidido a esperarla. Ella
estaba sentada a la mesa con un cliente, pero por sobre el hombro del
acompañante, lo vio.

-Viniste pronto-dijo la mujer rozándolo con los labios. Será que


encontraste tu famosa transición.

Consciente que su cara reflejaba que no tenía idea de que le estaba


hablando, buscó salir rápidamente de esa situación embarazosa. Entonces
se acercó más, le sostuvo la cabeza y en contra de todo lo esperado, le dio
un beso.

Ella, respondió sumisa a la presión de los labios. Se sentaron y pidieron dos


tragos.

-Te estaba esperando-Dijo la mujer aunque había abandonado la


dulzura tediosa de su voz-Estuve pensando en tu transición y quiero
proponerte un negocio… Como socios claro está.

Nuestro hombre frunció el entrecejo, se acomodó en la silla, inventó cara de


empresario y su voz lo acompañó.

-Te escucho.

A… Abandona la habitación y camina los doscientos metros hasta el bar


donde trabaja. El viento silba con fuerza y taparse los oídos ya no le sirve
para ahuyentar los recuerdos que están apostados en el mismo aire.

Abre la puerta de un golpe y se dirige a la cocina. Se sienta en un banco


con las piernas recogidas y las manos en sus oídos. Llora en silencio por
espacio de diez minutos. Se levanta y despacio vuelve a la barra. Aunque no
llora, sus hombros vencidos arrastran la certeza que la tortura no ha llegado
a su fin. Y con un trapo en la mano comienza a limpiar.
-Te escucho le había dicho.

-La cosa sería así: tengo una amiga que no es igual pero de lejos es muy
parecida a mí. Tendríamos que alquilar un local cerca y asegurarle a los
dueños y a las chicas docenas de clientes por función. Lógico por lo que
cobraríamos un porcentaje. Más lo que ganaríamos en cada presentación.
Tenés que decirme como es el acto.

Ante la posibilidad de ganar mucho dinero el mago no puso obstáculo para


descubrir el truco.

-La caja donde se acuesta la partener es lo suficientemente profunda


para que ella se oville dentro y deja libre la ranura por donde paso la sierra.
¿Se entiende?

-En el otro extremo donde ella no está me pregunto… ¿Cabe otra


persona?

-Si es pequeña y flexible, si. Sin ningún problema… Pero no entiendo


que tiene que ver el burdel y las chicas y los clientes y las comisiones.

-Ahora te explico. -La mujer miraba el espacio y como si ahí mismo


estuviera un cartel, levanto los brazos y lo remarcó en el aire y continuo-El
cartel debería decir algo así “DOS ÁNGELES LLEGARON” “PARA HOMBRE QUE
QUIERAN VER Y SENTIR LAS MANOS QUE HACEN SOÑAR” “MÁS QUE
SOÑAR” “

Descuento especiales para despedidas de soltero”

Te imaginas si cuando cortas la caja en vez de aparecer una mujer


aparecen dos y que además de lejos se verían parecidas. La capa negra con
la que trabajás- miró por unos segundos sus manos y como al pasar en tono
imperativo dijo-tendrás que cambiarla por una roja. Imaginate: Las dos
saldríamos de la caja. Nos acercamos despacio y nos dejamos caer de
rodillas. Una en cada pierna y empezaríamos a acariciarte-cerró los ojos y
contorsionó levemente el cuerpo y continúo suave como una invitación- y
nuestras manos se deslizarían por todo tu cuerpo, despacio y ondulante sin
detenerse. De arriba abajo sin dejar de mírate nos besaríamos. Llegará el
momento que los hombres enardecidos gritarán que quieren más. En ese
preciso momento como un regalo adicional a la imaginación llevo mi mano,
sin dejar de acariciarte por supuesto, hasta la hebilla de tu cinturón y lento,
muy lentamente empiezo a desprenderla. Elevas tus brazos y con la capa roja
nos cubres y salimos del escenario. Levantó los párpados, se acomodó
derecha contra el respaldo de la silla y con frialdad dijo: Ellos, ya como locos
saldrán de acá y derechito sin dudarlo entraran al burdel que está al lado.
Todo redondo, todo.

Durante tres meses disfrutaron de las extravagantes sumas de dinero que les
dejaba cada función. También vieron los beneficios de vivir juntos y poder
practicar distintas modificaciones para no cansar a los espectadores. Ella
trabajaba sólo con él y no tardó en despertarse el amor. Y al poco tiempo
junto al amor también aparecieron los celos de él.

¿Celos infundados? No lo sabrá nunca.

Ramón, lugareño que en el mismo pueblo había nacido, crecido y heredado


la taberna. Que de tantos años y de tantas veces que los vio podía
distinguirlos y hasta olerlos. Y los dividió en dos grandes grupos: los
desesperados que iban en busca de su destino y llegaban sumisos y sin
dinero. Y los otros, bautizados los “desesperados oscuros”, que aparecían
escapando de su destino y también de la policía. Lo importante es que la
mayoría de las veces llegan con buenas cantidades de dinero. Y Ramón
estaba seguro, que el hombre alto y desgarbado que vestía de negro, con
grandes patillas ya desteñidas, tal vez un poco doblado parecido a un
elegante paréntesis, al que le daba trabajo, pertenecía a los que escapan
absurdamente de su destino. Era cuestión de tiempo para que Ramón,
mediando una botella de ginebra, supiera la historia completa. O al menos la
parte que le interesaba.

Ramón aprovecha el cielo encapotado, la taberna queda opaca y gris. Entra


a la cocina y todo está como lo esperaba: el mago sentado en el banco,
doblado y sollozando. No existe mejor momento para terminar de aflojar a
un hombre, piensa Ramón.

-Oiga amigo, tome una copa.

A… rechazó la invitación con un vaivén de cabeza.

-Vamos hombre, que no existe mal que no se cure con un trago. El


fuego que le quema el guargüero le devuelve la vida.

A…se sonrió y aceptó la copa.

Los volcanes y el desierto le enseñaron a Ramón que la paciencia es parte de


la naturaleza. Y espera. Espera a que el aquejumbrado hombre tome cinco
copas. No hay hombre que en el desierto un día gris se resista a un trago.

-Bueno amigo, no hay problema que no se resuelva ni venganza que no


se disfrute. Pero usted sufre. ¿Será por una pollera? Mire que siempre
vuelven.

A…había dejado de llorar, pero el alcohol le disparó la culpa.

-No podrá volver…nunca. Aunque me persigue y el viento me


atormenta…el cuerpo de ella rasgándose suena tan parecido al siseo del
viento-Lo dice mientras engulle otra copa y mira el fondo vacío y continúa
casi en un murmullo-De qué sirvió tanto dinero.

Unos minutos antes de salir a escena ella, con algo de misterio en su voz, le
dijo

-Sabés, voy a trabajar dos meses más y me retiro.


-Hay otra persona

-Algo así.

En ese preciso momento comenzaron los abucheos y silbidos del público


reclamando el comienzo.

Antes de salir a escena, cambio la capa. Ya en el escenario por más esfuerzo


que hiciera el “algo así” de la mujer no dejaba de retumbarle en la cabeza.
Con dolor y odio se preguntaba: Será cierto que no se puede escapar al
destino. Que no se puede abandonar lo que nos identifica. De la misma
manera que siempre la cabra al monte tira. Ella seguirá siendo mujer de un
burdel. Se puso la capa negra y como antaño recuperó la sensación, que
creía perdida, de ser un verdadero mago. Bajó la tapa y Ella lo miró, serena y
confiada, él hasta podría jurar que le vio una sonrisa. Camino lentamente
alrededor de la caja, aseguró los candados y de frente al público levanto los
brazos desplegando la seda negra como un halcón levantando vuelo en
busca de su presa. Tomó la sierra que no acomodó en la ranura de siempre.
El serrucho se movía desacompasado. Era tanto el odio que cuando ella lanzó
un grito ahogado el igual siguió. El público empezó a gritar, la sangre corría
por el escenario. Él no podía detenerse. Un hombre del público lo derribó
de una trompada. Y como si en ese momento despertara escapó.

A los tres días era noticia en todos los diarios. “Mujer embarazada, partener
del mago, fue partida en dos” Aunque dicen que puede ser que el acto de
magia saliera mal”.

Los ojos codiciosos de Ramón se abren grandes y redondos. Le llena el vaso


por séptima vez, oculta la alegría y con una mano apoyada en el mango del
facón, dice:

-Hombre, me parece que no está en condiciones de trabajar. Mejor lo


acompaño hasta su cama.
El viento helado golpea la cara del mago y la última función llegó
inesperadamente. El líquido rojo que nace en su estómago y se
desparramaba por el escenario, el serrucho que cortaba los huesos y el facón
quiebra las costillas y al llegar al corazón despliega una capa roja.

Por fin, el viento hace silencio y las pesadillas se desvanecen.

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