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Vivir de Martillazos
Vivir de Martillazos
Desde entonces se inició la feroz lucha por la supervivencia. A como diera lugar. El
universo vino a parecérsenos como una fuente inagotable, y de hecho lo es, donde todo
lo que es materia, y hasta lo que no, debía y debe ser absolutamente susceptible de
pertenecer a alguien. En algún momento apropiado. Entra la interrogante de ¿Y si
dejásemos que algo simplemente fuese, sin dueño?
Eso me recuerda a la famosísima canción del ex-Beatle Paul McCartney “Let it be”
(Deja que sea). Una expresión que llama a la conciencia. Y ser consciente no es hoy una
práctica muy extendida. Más bien se mira la conciencia con pánico. De ahí que
paradójicamente podríamos afirmar que se está dando un “let it be” a la consciencia.
Claro, cuando nos conviene. Pero no usamos ese “let it be” con los elementos naturales
mismos; con los ingredientes que originan la vida; con los atributos que facilitan un
desarrollo del individuo.
Luis Eduardo Lora –Huchi–, a quien he bautizado como “El Periodista de la Patria”, sin
perjuicio de otros de nuestro país de semejante calidad, habló una vez de cómo se dieron
sus inicios en el oficio de escribir. Su pasión le vino siendo un niño, cuando fundó un
periódico llamado “El Martillazo”. El nombre vino a raíz que su máquina de escribir, ya
apaleada por el tiempo, y supongo por que el fructífero uso que le daban, al presionar
las teclas parecía encestar un martillazo. En esa dinámica se convirtió en un auténtico
martillero. De los mejores que ha tenido nuestra patria.
En cierto sentido, es aceptable decir que la modernidad trajo nuevo martillo. Sin
embargo, el nuevo martillo no vino con instrucciones incluidas, porque las instrucciones
son las mismas del viejo martillo. Vienen añadidas al martillero. Entonces no nos
quedaría otra salida que admitir que quizás a los martilleros se les olvidó dejar
descendencia. Esta es una afirmación radicalmente absurda. Los martilleros pueden
concebir seres estériles para las ideas. Yo diría que la misma sociedad los ha hecho
perder la bendición de dar nueva vida. Así como si les arrancaran con cuidado la
facultad de concepción.
No quisiera que este artículo se viera idéntico a “Escribir por moda”. Hoy me puse
teleológico. Es decir, vine a filosofar, a dar razones del ocaso de vivir de martillazos.
Sumido de lleno en estas letras vi la necesidad de concatenar todo.
Finalmente, quiero decir que hoy he puesto muchos clavos. Ustedes, deberían hacer lo
mismo. Y como dar consejos a veces es parcialmente bueno, les lanzo este. Escribir
1002 palabras nunca me había resultado tan fácil. Puse todos esos clavos yo solo.
Martillé como el gran Huchi aun lo hace. Vamos, sin miedo, vivamos de martillazos. El
dinero, si no lo tenemos, vendrá cuando estemos alineados con el universo. Mientras
tanto, que retumbe el dulce sonido de los martillos al estilo Lora.