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EDUARDO ZEPEDA-HENRÍQUEZ
MITOLOGÍA
..
NICARAGUENSE
Managua
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua
Octubre, 2003
N
860
Z57 Zepeda Henríquez, Eduardo
Mitología nicaragüense / Eduardo Zepeda-Enrí-
quez. -la. ed.- Managua: Academia de Geografía e
Historia de Nicaragua, 2003.
216p.,Il.
ISBN: 99924-846-0-8
l. ZEPEDA HENRÍQUEZ, EDUARDO-ENSAYOS
2. NICARAGUA-VIDA SOCIAL Y COSTUMBRES 3.
MITOLOGÍA INDÍGENA 4. LITERATURA NICARA-
GÜENSE-CRÍTICA E INTERPRETACIÓN.
Mitología nicaragüense
Segunda edición
18 • ed.: Managua, Editorial Manolo Morales, 1989.
Autor: Eduardo Zepeda-Henriquez
© Eduardo Zepeda-Henríquez
® Academia de Geografía e Historia de Nicaragua
® Todos los derechos reservados
a la memoria de María de la Concepción;
a mis hijas Enriqueta y Esperanza
Eduardo Zepeda-Henríquez.
Retrato a plumilla del pintor guatemalteco Ramón Banús, 1964.
ÍNDICE
Bibliografía..................................... 207
Nota sobre el autor ............................... 216
Índice de nombres citados ......................... 217
Índice de obras citadas ............................ 222
OBRA PIONERA...
(A manera de prólogo)
E. Z.- H.
En Burgos de Osma, septiembre, 1978 - Madrid, marzo, 1981
1. MITOS PUROS O ESCATOLÓGICOS
1. TAMAGASTAD, "PADRE y MAESTRO
MÁGICO" DE LA MITOLOGÍA NICARAGÜENSE
pintura: "es una carreta desvencijada y floja, más grande que las
corrientes, cubierta con una sábana blanca a manera de tolda.
Va conducida por una Muerte Quirina (véase nuestro capítulo
sobre el Cadejo), envuelta en un sudario blanco, con una guada-
ña sobre el hombro izquierdo." Hay que destacar, en principio,
la frase: "más grande que las corrientes", porque encierra el
carácter insólito del hecho mágico y, a la vez, su gigantismo o
desmesura, como imagen característica del miedo y de la propia
imaginación suelta. Por lo que respecta a la figura de la muerte,
con el oficio de conductora, acaso pueda vincularse a un atavis-
mo sacrifical, que implicaba la inmolación hasta del destino
indígena; ya que el resto de los pom1enores de la descripción
responde al simbolismo universal, pues la "guadaña" peculiar
de nuestro pueblo es el machete, y no aquella consabida de las
viejas estampas de la muerte. Por añadidura, en las ilustraciones
del Tarot -popularizadas en Nicaragua a través del juego de
naipes que llamamos "chalupa"-, la Muerte, que pertenece al
arcano decimotercero, lleva asimismo la guadaña al lado iz-
quierdo, tal como corresponde a una "siniestra" guadaña. Pero,
en los pintorescos detalles de la cita, llama también nuestra
atención la insistencia en el color blanco, que, sin duda, es el
plata heráldico y lunar.
Un paso más, y Peña Hemández se refiere al tiro de la
Carretanagua y a ciertas particularidades de su ruta macabra:
"Va tirada por dos bueyes encanijados y flacos, con las costi-
llas casi defuera; uno color negro y el otro overo ... No da vuel-
tas en las esquinas. Pues si al llegara una tiene que doblar,
desaparece; y luego se la oye caminando sobre la otra calle."
Empecemos, pues, por el aspecto de la yunta de bueyes. El texto
que reproducimos coincide casi con la versión adoptada por
Pablo Antonio Cuadra, en El Nicaragüense, al precisar que
estamos ante una carreta "conducida por esqueletos de bueyes"
(p. 36). Sin embargo, Peña Hemández hace luego una curiosa
advertencia, a saber: "No son pocos los indios que aseguran que
la Carretanagua no va tirada por bueyes, ni por ningún otro ani-
mal. Dicen que camina sola, es decir, por su propia virtud."
Esta última frase, subrayada por el mismo autor, nos da la medi-
38 MITOLOGÍA NICARAGÜENSE
Ahí está, por ejemplo, esa nostalgia mítica que los nicaragüen-
ses llaman "cacaste".
El Cacaste de la leyenda, sin duda alguna, es mucho más
que una leyenda negra del nombre mismo: se trata de un esque-
leto de toro o vaca, pero de un esqueleto redivivo que embiste
por las noches a nuestros campesinos, pues ya su propio nombre
dice "esqueleto", y también lo aplicamos, por extensión, a toda
persona o cosa con aspecto de tal. En la mente de aquel pueblo,
la palabra "cacaste" tiene, por tanto, estrecha conexión con los
mitos de la muerte, y así, en Nicaragua, "dejar el cacaste" signi-
fica morir. Ese Cacaste mítico, en una sociedad sin tauroma-
quia, es la nostalgia nuestra del ruedo ibérico, del arte de esco-
ger o, mejor dicho, de alternar en la suerte, porque "tomar la
alternativa", precisamente, se llama la iniciación del torero en la
plaza. Y el Cacaste, además, es la propia armadura de la razón
de la fuerza que nunca hemos tenido, o al revés, el hueco mismo
de esa nostalgia que seguimos siendo. Pues los mitos de anima-
les son recíprocamente atributivos, esto es, que los hombres
traspasan a los mismos sus maneras de ser y, a la vez, toman de
ellos los caracteres míticos: esos poderes extraordinarios de la
imaginación en que consisten las criaturas simbólicas con vida.
Hay, pues, en el Cacaste, como hubiese apuntado Lévy-Bruhl,
una indudable "base de antropomorfismo"; ya que los animales
de los mitos y también aquellos otros de los cuentos folklóricos
--que por algo se conocen como "fábulas"- no son del todo
animales, porque son hombres a medias. De ahí que el antropó-
logo francés haya observado lo siguiente: "Esos gamos, esos
leones, esos buitres, etcétera, cuya naturaleza es originalmente
doble, al mismo tiempo humana y animal, nunca han sido ani-
males puros y simples, tales como nosotros los concebimos, a
los que se les pudiera haber vestido con unos atributos huma-
nos. Su naturaleza propia, muy distinta de lo que nosotros
denominamos animalidad, no tenía ninguna necesidad de ser
recubierta por un barniz de humanidad" (La Mitología Primiti-
va, c. VIII-9, p. 267).
Hay quienes todavía, sin embargo, ponen en duda el mesti-
zaje de la cultura hispánica en los pueblos de América; un mes-
1. MITOS PUROS O ESCATOLÓGICOS 69
.... -
II. MITOS DE LA HISTORIA
6. EL MITO MERCURIAL Y AFORTUNADO
DEL CANAL POR NICARAGUA
bucanero Walker con quien tendrán que luchar, sino con los
canalizadores yankees de Nicaragua ..." ("El Triunfo de Cali-
bán"). Estamos, pues, dentro de una dinámica de la ambición
comercial.
El Comercio, con mayúscula, pertenece al mundo psíqui-
co, y tiene un objeto propio que es la mercancía, la cual da razón
de todas sus características. Por eso el Comercio se ha objetiva-
do "fisicamente" en tantos símbolos que le son habituales,
como la bolsa (de las ganancias) de Mercurio o el propio cadu-
ceo, a modo de varita mágica que convierte en oro lo que toca Y
tampoco es dificil adjudicarle símbolos como las pesas de la
balanza, como la vía férrea o como el Estrecho Dudoso. Ade-
más, están asociados al Comercio otros objetos generales del
tipo de la Abundancia y la Prosperidad, con sus respectivas
series simbólicas, como serían la cornucopia o nuestro mito del
Canal; mito que parece también inspirado en el clásico de la
Edad de Oro o "tempus aureum", que dice Horacio, en su Epodo
XVI, siguiendo la tradición hesiodea del mito de las razas, en
Los Trabajos y los Días: "Fue de oro la primera raza de hom-
bres perecederos ... Tenian a su alrededor todos los bienes ...".
(Vv. 105-119). Sólo que el mito nicaragüense de la prosperidad
y la abundancia no se conjuga en pretérito, como en Hesíodo, o
en la Poesía 64 de Catulo ("Presentes namque ante domos inui-
sere castas ... "), o en el libro 1 de las Metamorfosis, de Ovidio
("Aurea prima sata est aetas ... "); sino que aguardamos esos
tiempos felices como un futuro próximo, al estilo de Virgilio, en
la Egloga 1V ("magnus ab integro saeclorum nascitur ordo"), y
acaso como el "dulce retorno" horaciano ("haec et quae pote-
runt reditus abscindere dulcis ... "). Prueba de ello es que en
nuestras modernas Constituciones Políticas, a partir de la de
1939, se contempla la apertura de un Canal por Nicaragua, con
éstas o parecidas palabras: "podrán celebrarse tratados ... que
tengan por objeto la construcción, saneamiento, operación y
defensa de un canal interoceánico a través del territorio nacio-
nal" (Arto. 4°).
La Universalidad, por el contrario, es, uno de los objetos
morales menos "objetivos" y más "irrepresentables", porque da
88 MITOLOGÍA NICARAGÜENSE
alumbravan todas las casas, que non avie camara nin logar por
apartado que fuese, que tan lumbroso non fuese, comon sy esto-
viese lleno de candelas" (Historia del Cavallero Cifar, la. par-
te, cap. CXIl, p. 160). Sin embargo, es la leyenda nórdica de
Staverne -ciudad hundida en el mar y supuestamente localiza-
da en la región de Frisia-la que, en detalle, se asemeja más a la
versión que ha dado Cardenal del mito de León Viejo. Porque en
el Mar del Norte, cuando se hace la calma, se escuchan asimis-
mo las campanas de la ciudad fantasmagórica; pero tales cam-
panas no suenan en virtud del vaivén de las olas, sino que son
tocadas por quienes aún pueblan esa misma ciudad, transforma-
dos en peces.
León Viejo es casi mítico de nacimiento. El más autorizado
y reciente estudio sobre su fundación, debido al costarricense
Carlos Meléndez, deja aún nebulosa la fecha en que Hernández
de Córdoba fundó aquella ciudad: "De ser cierta esta afirma-
ción (la de que Granada de Nicaragua se fundó, a su vez, el8 de
diciembre de 1524), tendríamos necesariamente que conside-
rar ya a León como fundada y establecida, por el hecho de
haber sido la primera. El argumento nos lleva forzosamente a
una sola conclusión, la de que en el mes de noviembre responde
a las mayores posibilidades para que haya correspondido al
mes del año de 1524 en que sefundó la ciudad de León." Y el
historiador añade, como deteniéndose peligrosamente al borde
del mito: "Hasta aquí debemos llegar en nuestras considera-
ciones; la documentación que hasta ahora nos es conocida, no
nos permite sobrepasar esta línea, de modo que debemos resig-
narnos a la idea de que, sin otros elementos de juicio, resultará
imposible una mayor determinación cronológica que la que
hemos intentado aquz'" (Hernández de Córdoba, Capitán de
Conquista en Nicaragua, c. IV, pp. 137 y 138).
Pero no es sólo cuestión de fechas --o es eso también-,
sino un problema, igualmente, de lugares nada comunes o,
mejor dicho, de localización. Se sabe documentalmente que
Pedrarias Dávila, primer Gobernador y Capitán General, de la
Provincia de Nicaragua, habiendo fallecido el 6 de marzo de
1531, fue enterrado en la iglesia de La Merced de aquella primi-
94 MITOLOGÍA NICARAGÜENSE
nías: "¡No más, señor, no más!" Pero ese tormento acabó sólo
para dar comienzo a otro nuevo, pues ahora, agarrándolo por
las manos con la fuerza de un titán, se las guiñó tan reciamente
que estuvo a punto de desgajarle el hombro. Somoza, entre tan-
to, entonaba un fogoso discurso, ininteligible por demás para
su oyente, quien sólo se atrevía a decir, silabeando: " ¡Sí,
señor, sí, sí, señor!" Terminada su alocución, quitóse Somoza
del dedo un rico anillo, insistiendo en dejárselo a nuestro ami-
go ... (que, por supuesto, no lo aceptó). Vio a Somoza por última
vez en la popa de su barco, destacándose entre sus semidesnu-
dos hombres por su capa y su pluma al viento llevadas a la
manera de aquellos legendarios conquistadores de yelmo y
cota de malla" (pp. 110-112).
Lo cierto es que Bemabé Somoza era cortés en la vida real,
y hasta en el campo de batalla mismo. Así lo afirma Ortega
Arancibia, sin temor de que sus frases adquieran brillos míticos:
"Su fuerte era la lanza; y montado, fascinaba a la tropa por su
apuesto continente y lo bien manejado de su armafavorita. Era
bondadoso y sagaz con el soldado; se captó las simpatías de
todos y lo seguían con entusiasmo cuando iba a batirse saliendo
siempre ileso de los combates, por lo cual lo creía el vulgo un
hombre sobrehumano. Iban con él al peligro porque peleando a
su lado se creían los hombres inmortales" (Ob. cit., c. VIII, pp.
96 Y97). Según ese texto, el mito de buena ley de nuestro perso-
naje hacía reconocible, en alguna medida, su propia figura his-
tórica. Pero si ahora se preguntase al típico nicaragüense qué
opina acerca de Bemabé Somoza, empezaría respondiendo con
esta inevitable exclamación: ¡Ah, "Siete Pañuelos"!
10. SANDINO EN VIDA Y SU MITO
no" que corona la obra artística o, en nuestro caso, las figuras y los
pasos de la danza. A su vez, el otro intérprete dejó intactos los
"remates", pero también el barbarismo "corcobios", que el prime-
ro, en cambio, puso en cristiano ("corcovos").
El no traducir oportunamente y, sobre todo, el hacerlo con
ocasión o sin ella puede ser la causa de que algún nahualista nues-
tro, haya querido ver indigenismos en el subtítulo de "Macho-ra-
tón" que ostenta la comedieta de "El GÜegüense". Y, aunque reco-
nozcamos que los andamios etimológicos al respecto resultan
admirables por su ingenio, el hecho en sí de buscar origen náhuatl a
dos palabras españolísimas como "macho-ratón" es, desde luego,
una simpleza. Porque, en este caso, "macho" es una metáfora de
origen ladino aplicada al indio o, si se prefiere, un disfraz del mis-
mo; pues no debe olvidarse que, para ese ladino en todo sentido
que es el Güegüense, el indio tenía que ser un "macho de carga",
conforme lo que apunta Alfonso Valle. Así se explican los grose-
ros menosprecios y burlas que hace el Güegüense a costa de los
Machos. Precisamente, es característica la idea despectiva que el
nicaragüense se ha formado de ese animal híbrido, como lo prueba
hasta la saciedad nuestro refranero. Por su parte, "ratón" es otro
insulto, ya que, en germanía, significa "ladrón cobarde"; lo cual es
natural en boca del Güegüense, por aquello de que "el que las usa,
se las imagina". Y tal acepción casi coincide con la que había dado
Juan Hidalgo, en su Vocabulario Latino, a saber: "furunculus seg-
nes" (literalmente, "ladronzuelo perezoso o cansado"). Además, el
Güegüense dice con claridad que sus machos "están algo mata-
dos", "desde la cruz hasta el rabo", como consecuencia de mis
energías ... " Pero, casualmente, uno de los mismos tiene una espe-
cie de "furúnculo" -que "furta" la savia vital-, una tumoración
"muy hinchada" ("Reviéntala, muchacho.") y producida por la
"baticola", o sea, en el tronco del rabo. Pues bien, en Nicaragua lla-
mamos "ratonera" a la enfermedad que consiste en un tumor en la
cruz de las bestias caballares y, analógicamente, conocemos como
"ratón" al bíceps contraído o abultado. De ahí que, si imitásemos a
los referidos traductores, "macho-ratón" sería también "mulo
enfermo" o "tumefacto" de la cruz al rabo.
En una ocasión hablé de la danza como "rito del ritmo", y
148 MITOLOGÍA. NICARAGÜENSE
del más allá, como si fuese tabú. Ese silencio se debe, probable-
mente, a su conciencia mágica, que así, con el pretexto del puro
más acá, pretende disimular hasta su propia agonía: "Sólo te he
hablado del mundo que vaya deja. Del otro mundo te hablaré
cuando llegues acompañarme." No dijo más el Hombre-Sím-
bolo. Pero su testamento -oral, como la sola tradición- es una
burla sucia, con riesgo de su símbolo; una burla semejante a la
del pájaro del cuento. Porque aquel Hombre-Símbolo, agoni-
zante, había hecho prometer a su ahijado que éste divulgaría el
secreto del mito del padrino, es decir, la verdad de su engaño:
"No creo una palabra de todas mis doctrinas políticas y socia-
les. No creo en el Partido de la Gente Honrada, que es un parti-
do de fariseos. No creo en la honradez de los que se hacen lla-
mar la gente honrada. No creo en la virtud republicana que he
predicado, porque no es más que un traje de ceremonias. No
creo en la democracia que he difundido porque es la peor de las
opresiones: la opresión de las masas ignorantes. No creo en las
campañas moralizadoras ... Enfin, hijo mío, no creo en nada de
lo que he defendido."
Pero el mito sigue en pie -fénix o pájaro que resucita de su
asqueroso juego-, en perjuicio del ahijado, que resulta ser la
víctima de esa burla sangrienta del padrino: "Yd. puede caer a la
cárcel por calumniar la sagrada memoria del Prócer", le amena-
zan los dirigentes del partido. El miserable cae en desgracia,
obligado a retractarse en aras del hombre mítico. Y las mismas
letras suyas de rectificación traslucen el espíritu de un pueblo
que se escuda en la burla cuando ha sido burlado: "Por broma
únicamente me permití atribuirle ciertas frases absurdas, in-
compatibles con su carácter, en la seguridad de que no serían
tomadas en serio por los que conocieron a aquel grande hom-
bre." No basta, sin embargo la sola humillación del sacrificio,
sino que se le impone también el exilio, que es como el sacrifi-
cio de a humillación. Y menos mal que el nicaragüense suele ver
el exilio como una forma creadora de aislarse o la pura de ensi-
mismarse y hasta de cultivar su típico narcisismo: "En mis ratos
de ocio, leo los clásicos -más no los clásicos de mi padrino
sino los verdaderos."
III. MITOS LITERARIOS 165
"El niño
que yo fui
no ha muerto
queda
en elpecho
toma el corazón
como suyo
y navega dentro ... "
(c. de c., "El Niño")
De ahí que Cifar sea un rebelde, pero rebelde a su mane-
ra. Porque no es que se tome las cosas a pecho; es que se las
toma a juego, es decir, a la suerte. El cumple su destino a 10
que salga, sintiendo como el que más; a corazón abierto; pero
rondando la fatalidad de vivir en la mera supervivencia de la
aventura:
"Cifar espera
la señal en las lejanas
serranías. Antes del alba
encenderán sus fogatas
los rebeldes.
Les lleva peces
y armas. "
(c. de c., "El Rebelde")
Es el suyo un destino lúdico y trágico, al mismo tiempo,
que le hace ver fantasmas, como dando la cara a la muerte: islas
encantadas, que "son tumbas de mujeres"; viejas sirenas; An-
selmos aparecidos, que se le meten en su propio lecho; cantos
ciegos de Marcela, con ojos devorados por las sardinas, y hasta
una mendiga solitaria -símbolo del hambre en común- que
puede ser lo mismo una "figura desgreñada y trémula", que una
alucinación que toma cuerpo en la "hermosa muchacha de ojos
dorados". Son los fantasmas de la sangre, porque, a Cifar, el
mestizaje mismo se le vuelve un espectro, un "barco negro",
que hace siglos navega, sin hallar tierra firme, por el sueño de
nuestro pueblo:
196 MITOLOGÍA NICARAGÜENSE
"-Si la luna
ilumina sus rostros
cenizas y barbudos.
Si te dicen
-Marinero dónde vamos?
Si te imploran:
-¡Marinero, enséñanos
el puerto!
dobla el timón
y huye!"
(c. de c., "El Barco Negro")
Al ordenar el caos del misterio, el poeta crea un silencio
misterioso, entre vivencial y legendario, que es el caldo de culti-
vo de nuestro mito. "Todo parece griego", declara el mismo
poeta; pero la realidad es que aquellos signos resultan familia-
res a los nicaragüenses, o sea, que Cifar está en su elemento,
porque no se decide a ser del todo cotidiano, ni a ser heroico del
todo. Es, sin embargo, "todo un hombre" y, por lo mismo, nunca
un semidiós helénico. El es el típico nicaragüense --o, si se
quiere, arquetípico-, que saca hombría de la superstición; epo-
peya, de su fondo sentimental y su voz lírica; trascendencia, del
"vivir al día"; riesgo, de la añoranza, y fuerzas, de flaquezas.
Que nadie se quede, pues, en las vinculaciones universales o en
las alusiones culturalistas del mito de Cifar de Nicaragua. Por-
que lo peculiar de este mito literario no es la clásica aventura de
liberación de un hombre, ni su retomo a los orígenes, sino el
arraigo en el antiguo mito que ha protagonizado todo un pueblo:
el de nuestra independencia en la originalidad y por renovación
del entrañable solar nicaragüense.
EPÍLOGO PARA UNA GENEALOGÍA
DE LA VOCACIÓN NICARAGÜENSE
(N arcisismo Literario)
HIZE: 81,83
HUIZINGA: Johan: 155
INCER, Jaime: 91,211
JESI, Furio: 10,46,53, 164,211
JUNG, Carl Gustav: 24,49,211
LACAYO SACASA, Benjamín: 104
LA ORDEN MlRACLE, Ernesto: 99,211
LARREYNAGA, Miguel: 14,211
LEÓN-PORTILLA, Miguel: 25, 175,211
LIFAR, Sergio: 145 _
LEVI-STRAUSS, Claude: 10,211
LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco: 26, 43, 79, 81, 82, 211
LÓPEZ ESTRADA, Francisco: 157,212
LÓPEZ PORTILLO, José: 173
LOTHROPH, Samuel Kirtland: 25, 175,212
LOZOY A, Marqués de: 96
LLULL, Ramón: 66
MACAULAY, Neill: 134,212
MAETZU, Ramiro de: 15,55,212
MALINOWSKY, Bronistán: 212
MARASSO, Arturo: 154, 158
MARÍAS, Julián: 110,212
MARlNET, Jeanne: 88,212
MARTÍNEZ RlVAS, Carlos: 166,204
MEJÍA SÁNCHEZ, Ernesto: 129, 167,212
MELÉNDEZ, Carlos: 93,212
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: 144
MENIER, Mario: 178,212
MENDOZA, Vicente T.: 144
MOLINA ARGÜELLO, Carlos: 212
MOREL DE SANTA CRUZ, Pedro Agustín: 174
MOREL, Héctor: 212
OCAMPO, Maestre Juan de: 26
ORDÓÑEZ ARGÜELLO, Alberto: 134, 178, 180, 181,212
ORTEGA ARANCIBIA, Francisco: 114, 116, 123,212
ORTEGA Y GASSET, José: 16,57,212
OVIDIO: 203,213
OVIEDO, Gonzalo Fernández de: 26,27,50,56,57,80,91, 149
PAC [Pablo Antonio Cuadra]: 10
PALAFOX Y MENDOZA, Juan de: 62, 213
220 MITOLOGÍA NICARAGÜENSE
URTECHO, Álvaro: 9
URTECHO, Isidro: 118
USCATESCU, George: 10,214
Valdivieso, Antonio de: 96, 97
Valle, Alfonso: 38,43, 147,200,214
VALLE, Alfonso: 38,43,147,200,214
VALLE, José María: 114, 119
VALLE, Pompeyo del: 59
VILLEGAS, Juan: 214
W ALKER, William: 87, 177
WEBER, Max: 101, 102,214
YEATS, William Butler: 215
YCAZA TIGERINO, Julio: 169,203,213,214
ZAP ATA, Fray Nemesio de la Concepción: 26, 27
ZEPEDA-HENRÍQUEZ, Eduardo: 9, 10, 11, 125
ZIELINSKY, Th.: 215
ÍNDICE DE OBRAS CITADAS
Alabanza de Honduras: 59
Autobiografía: 119
Bernabé Somoza: 117
Biografía del general Pedro Joaquín Chamorro: 105
Cantos de vida y esperanza: 167, 197, 203
Claves para la mitología: 88
Catálogo provisional del patrimonio histórico-artístico de Nicara-
gua: 99
Claves para la mitología: 88
Constituciones de Nicaragua: 85
Críticas a la Atlántida: 174
De tierra yagua: 186
Diccionario del habla nicaragüense: 43, 202
Diccionario de símbolos y mitos: 168, 213
Diccionario de autoridades: 213
Don Quijote, don Juan y la Celestina: 15
El clan familiar en la Edad Media: 111
El cultivo de la tierra y los ritos agrícolas en las islas Trobriand: 193
El estrecho dudoso: 92,95,98,99
El mito de la metáfora: 153
El mundo de los aztecas: 176,213
El nicaragüense: 37, 201, 202, 204
Enigma y esfínge: 167
Ensalmos y conjuros: 167
El pez y la serpiente: 168
Este que habla: 203
Estructuras del poder: 101
Folklore de Nicaragua: 35,213
Filosofía de las formas simbólicas: 126
Fruto Chamorro: 114
Hernández de Córdoba, Capitán de conquista de Nicaragua: 93
Historia crítica del pensamiento español: 14
Historia de las Indias: 77
Historia del cavallero Cifar: 92, 188
Historia de León Viejo: 94, 207
Historia general de las Indias: 79
ÍNDICE DE OBRAS CITADAS 223