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“Paraguayito de mi corazón”

En este “local bailable”, en esta pedorra bailanta de baja estopa del rioba de Constitución,
neoliberal hasta en las etiquetas de la cerveza, menemista hasta en los posters coloridos de sus paredes,
¡vive, existe, nuestro único y falso federalismo! Finalmente la música me aburre, a un pasito, a un boletito
estoy de la muerte, que me levanta la manito y me dice, cóbrese mozo, que nos vamos, ya no hay nada que
hacer, no hay nada que remediar cuando tenés treinta años y parecés de cincuenta, hay que pegarse un tiro,
hay que percutarse con un cajón de mandarina y morir, dulce, sabroso, sabrosón, bananón, jugoso,
enchastrando la veredita pa que fregue manliba, cuando de pronto me entra conversación un lindo
muchachito, de 18 o 20 años, de Paraguay, de Encarnación […]

Paraguayito de mi corazón Lo besé ahí mismo, en el baño popular y peronísimo de la bailanta, lo


único peronacho que queda en este conchudo país de oligarcas y gorilas cagones, o por qué creen que
estamos como estamos y existen las bailantas, las telefónicas españolas, las singaderas dominicanas, los
cartoneros, Carrefour, sí, sí, por los oligarcas gorilas cagones que gobernaron este país siglos y siglos,
hasta que los yanquis les metieron la mano en el bolsillo y salieron a chocar cacerolas, qué papelón, qué
inmundicia, los cagan y ellos tocan cacerolas… Pero los yanquis conmigo y con la cumbia no podrán, no
nos van a tocar ni un pelito, ni un tantitísito así, aprieto los pulgares, porque estoy acá pa pelear, y no
vamos a parar hasta quitarles Panamá, ¡y si es posible Irak!; A mí no me importa nada y a todos les pego si
hay que boxear, cuando me caliento, cuando me enloquece, me gusta, voy al frente, porque soy hijo de
negros, porque sé pelear, y el que diga algo, el que diga otra cosa que no sea un suspiro, un gemido o un
aplauso, que lo piense, porque le bajo los dientes… Besos, besos, con el borreguito, le meto la lengua a
fondo y él también […]
[…] El concerje del telo nos mira y me mira a mí, el pibe cuantos años tiene, me dice. Yo le respondo, señor,
los suficientes y yo tengo el dinero, le digo de mala manera. Acá no va tu dinero y andáte con el niño a otro
lado. No aceptamos gays. ¿Gays? Man, tú no sabes lo que es un gay, ¿gays?, ¿gays?, dónde se ha visto en el
corazón de este puto mundo de la cumbia tropical, man, enfrente tenés al Samber y al Bronco y hablás de
putos, ja, ja, si la cumbia es lo más macho que hay, man, kuera, no seas pelotudo, nosotros somos machos
que vamos a darnos un poco de cariño… No le hagas caso, reyecito de oro, le digo a mi paraguayito divino
y le propongo ir a tomar y fumar algo a la Plaza. Entre los árboles, le hago de todo y él a mí […] Dale que
pateo para todos lados, juego en todas las posiciones y tiro la pelota, dale que voy re al frente, con vos y el
brillo de tus ojos, hijito mío, dulce mariposa mojada por la lluvia. Dale, para mí el amor no tiene machos ni
vencedores, ni culos rotos o pichas marimachas, dale, que pa mí el placer no tiene límites ni
encarcelamientos. Ni devaluaciones, ni corralitos, ni ná de ná, concha sumadres.

Fragmento extraído de “El rey de la cumbia” - Washington Cucurto

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