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Con la edad
va creciendo su capacidad para hacer frente a los problemas morales, recurriendo
progresivamente a criterios morales más adecuados de solución. En como
interpretan e interaccionan las personas con las situaciones interfiere
definitivamente la formación de las mismas.
6.3.4 El desarrollo de la solidaridad afectiva o empatía
La inclinación o aprecio del bien es lo que
llamamos amor. Cuando ese amor se refiere a
las persona, las ciencias humanas utilizan hoy el
termino empatía. Se llega a afirmar incluso que
el fundamento afectivo dela moralidad es la
tendencia empatía de la persona. Es este un
concepto estrictamente relacional, según el cual
el sujeto moral tiende a identificarse con el otro,
considerándolo alguien como él. La empatía es un proceso afectivo que crea
vinculaciones interpersonales en razón justamente de la igualdad que se supone
entre el otro y yo.
El hombre, como realidad moral, tiene una concreción social e histórica. El hombre
al nacer en una determinada sociedad, se encuentra con una moral hecha, con una
moral recibida (moral como contenido); pero, la moral no solo supone una
concreción social e histórica, son también un elemento universal. La sociedad no es
la fuente de los deberes, sino también un elemento universal. La sociedad no es la
fuente de los deberes, si al hombre se le puede imponer deberes es precisamente
porque el hombre es previamente una “realidad debitaría”, una “realidad moral”
(moral como estructura). Por otra parte, las distintas morales responden, en el
fondo, a distintas ideas de hombre, o de lo que se conciba como perfección humana.
Al cambiar o evolucionar esas ideas, “cambian” los sistemas morales, hay también
una evolución interna de la moral.
El hombre puede ir haciendo, deshaciendo o rehaciendo su personalidad moral
mientras cuenta con el tiempo. El hombre, para tomar decisiones, tiene que contar
necesariamente con el tiempo, de ahí que el tiempo sea una “realidad”
profundamente moral, pues nos jugamos la construcción de nuestra propia
personalidad y nuestra propia felicidad, o nuestro destino eterno. Mientras el hombre
cuente todavía con tiempo tiene la posibilidad de cambiar su vida, de “arrepentirse”.
El tiempo tiene un límite para el hombre, es decir: el hombre es una realidad finita,
limitada, no es eterno.
6.4 Educandidad del ser humano
Un primer aspecto que hemos de señalar es que
educabilidad y educandidad, siendo
conceptualmente distintas, coinciden en ser
propiedades exclusivas del ser humano. La
posibilidad/necesidad puede agruparse de tres
modos que caracterizan su vivir.
El hombre no es un animal de instintos
puros.
El hombre es un “ser de realidades”
El hombre, también puede ser caracterizado como un “ser de irrealidades”
6.4.1 ¿Qué es la Educandidad?
La educandidad es una posibilidad y una
categoría humana. Una posibilidad, porque
significa la vialidad del proceso educativo y la
información de que la educación es factible; una
categoría humana, por cuanto se predica del
hombre esta cualidad. Del hombre se dice que
es sociable, histórico, perfectible y educable. La
educandidad es la conclusión primordial del
proceso educativo y en ocasiones recibe el
nombre de normativa.
6.4.2 la no-instintividad pura
Las tendencias instintivas del hombre
En el hombre no se puede hablar propiamente de instintos debido a la enorme
complejidad de la mayoría de sus conductas. Lo propio de los instintos es dar lugar
a comportamiento fijos, a reacciones estereotipadas que se verifican siempre la
misma manera. El hombre, no pude reducirse a lo que del sabemos gracias a los
conocimientos de la Biología ya que lo más sustantivos en él no es lo que viene
dado sino lo que él se da a sí mismo. El modo que tiene el hombre de conducirse
en la vida no es explicable en función de pauta de comportamiento fijo, ya que,
aunque muchos individuos tienden a realizar conductos semejantes, estas nunca
son iguales (se ven influenciados por la reflexión, la autodeterminación, la referencia
a un sentido, la libertad...). Esta no-instintividad pura es la que permite la presencia
de hábitos, actitudes y aptitudes.
El hombre se puede considerar un animal-racional, de manera que los aspectos
más animales en él se ven trascendidos por su índole racional, al tiempo que lo más
espiritual en el hombre tiene trasuntos neurovegetativos.
La palabra “instinto” procede de “instancia”, una
fuerza que no insta o urge a dirigirnos hacia algo
que se nos antoja bueno, con un tipo de bondad
que es propia de lo que de alguna manera
satisface una necesidad que experimentamos.
Una tendencia instintiva es un dinamismo interno
que nos hace entrar en movimiento. Un
movimiento que, además, conlleva un esfuerzo
orientado a alcanzar algo que nos produce placer,
o que al menos elimina el displacer. El hombre
comparte con los animales algunas instancias
como son el hambre, la sed, el apetito sexual, la
tendencia a huir de las amenazas, etc. El primerísimo de los instintos que comparte
con la escala zoológica el comúnmente denominado “instinto de conservación”, la
tendencia a la supervivencia. Es importante determinar que el instinto solo está
presente en los animales, es decir, en los seres vivos con vida sensitiva. La
diferencia fundamental existente entre el hombre y los animales es la racionalidad
pues mientras que los animales no pueden “enfrentarse” a sus instintos, el hombre
posee una determinada capacidad de elección.