Estil�sticamente, y m�s all� de esa querencia por el rompimiento y la
experimentaci�n, todas las autoras de Sombra roja presentan acentos propios y
perfiles bien definidos: el lenguaje arisco, de relumbres met�licos, de Cristina Rivera Garza; la plasticidad tel�rica de Natalia Toledo; la entereza acumulativa de Carla Faesler; el discurso plural, despedazado, de Ana Franco Ortu�o, y su investigaci�n del cuerpo y la feminidad; la carnalidad atormentada de Mercedes Luna Fuentes; el simbolismo, de acentos incluso neoparnasianos, con el que M�nica Nepote practica la cr�tica social; la diversidad formal y la riqueza expresiva de Roc�o Cer�n; la complejidad de la mirada y los juegos l�xicos de Amaranta Caballero Prado; el enclavamiento en la tierra y el erotismo elegante de Irma Pineda; el esp�ritu c�smico de Ren�e Acosta; la sensualidad y la condensaci�n elocutiva de Maricela Guerrero; el onirismo, la diversidad tem�tica �de la Biblia al boxeo� y el gusto por el poema largo de Sara Uribe; la reflexi�n existencial entreverada de mensajes publicitarios de Minerva Reynosa; la robustez y policrom�a del lenguaje de Paula Abramo, y su feroz cr�tica pol�tica; el desafuero, el llamear de Claudina Domingo; la presencia del cine y del agua �met�fora del nacimiento y la muerte� en Xitlalitl Rodr�guez Mendoza; y el irracionalismo zarandeador de Karen Villeda. Rodrigo Castillo, el ant�logo, cierra la muestra con un ce�ido ep�logo, cuya afirmaci�n final resume el sentido del libro: �Se privilegia el trabajo con el lenguaje.� ~