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El Hip Hop en Chile suma sabrosos capítulos a diario. Que las generaciones que se
eficaz, no es consecuencia de otra cosa más que del camino que han desmalezado
progresivamente sus cultores en las últimas tres décadas. La instrucción en el Hip Hop llegó
al punto en el que, más allá de ser una herramienta de educación y acción, te dota de
alternativas para discriminar y así discernir tus propios criterios, evitándose entonces ser el
Y con la nueva camada de raperos no me estoy refiriendo a la que hoy los medios
reseñan en sus editoriales o los que esperan el pago por la devolución de sus contenidos
antecesora, esta generación actual también necesitó aquel punto de inflexión en el que
encontrarse y descubrirse, mas no así tantos años de escuela antes de bosquejarse como
una revelación. Es una diferencia de contextos que a muchos aún les duele asumir. Si en
punto de no ser necesario cuestionarnos si estaba bien o no que los hiphoppers puedan
ser rostros de marcas; la generación actual llega para producir las nuevas marcas. Y ésa
es sólo una entre tantas analogías que confirman los pasos de ventaja con los que se
vídeos caseros, mientras que otros han atravesado por varias fronteras en giras que te
enseñan más de Hip Hop de lo que podrías aprender en diez años escuchando sólo a los
clásicos. Particularmente, en esta oportunidad les quiero hablar sobre uno entre todo ese
prolífico universo, un compadre que hace rato viene haciéndome ruido en la libreta,
sobre todo por su facultad representativa del Chile que vivimos hoy, del cual nunca
pretendió ser vocero, ni siquiera un reflejo, aunque éste último yo diría que sería una de sus
contextualiza en que para la revolución pingüina del 2006, mientras muchos de nosotros
empezábamos a dejar atrás la enseñanza media, éste recién iniciaba el segundo ciclo de
la básica con su quinto año. Sergio es criado en una época en que la agenda
qué estaba pasando. A pesar de crecer con las ventajas que abre un país movilizado
como el de la última década, no fue hasta los 18 años que dio con el Hip Hop y empezó a
escribir sus primeras canciones de rap, siempre en compañía de su hermano menor, Pablo
Rojas, con quien compartió innumerables recorridos en las micros del sector norte de la
región metropolitana y hasta hoy se acompañan en los escenarios. Las flotas de las líneas
rojas del Transantiago fueron las tablas de este novato emcee oriundo de Quilicura. Ahí se
dio a conocer, y lo quiso hacer de la misma manera en que siempre lo fue en su barrio: él
es simplemente el Shesho. Fue ahí donde en el 2014 conoció a quien luego le permitiría
grabar por primera vez una de sus canciones, experiencia que fue repitiendo hasta
acumular unas cuantas que ese mismo año compiló en una mixtape que ofrecía al
finalizar sus rutinas. Ahí también fue el lugar en el que principalmente habitaron las siete
canciones que dieron argumento a 7 Pecados Capitales, aquel primer y único registro
discográfico que autoeditó el primer semestre del año 2015, no necesitando más que un
Hace poco menos de un año se abrió una fanpage de Facebook bajo el nombre de
Shesho. Desde ahí logró expandir el mensaje de las canciones que hasta entonces eran
del conocimiento único de sus oyentes en las micros y tocatas. La función del Shesho se
la toma fija que se graba desde la cámara frontal de un smartphone, y que, desde una
pieza como cualquier otra de cualquier barrio de cualquier comuna, en pocas semanas
logra alcanzar más de cien mil reproducciones, como el caso del vídeo de “Mi paí$”, que
fue compartido casi dos mil veces desde su enlace original. Y quienes le hacían el eco no
necesitaban precisamente ser otros raperos para empatizar con el fondo y el modo,
Hilfiger y un filtro vintage que los embellezca. “Aquí el mensaje soy yo”, es lo que a mí al
menos me sugiere este joven escritor, que ante todo se muestra como una consecuencia
de la misma realidad que nos advierte, porque sigue siendo un pasajero más de la misma
locomoción, un comprador más del mismo mall, un bebedor más de la misma cerveza o
un consumidor más para las mismas empresas de telecomunicaciones. Shesho “se caga
en la patria, pero le encanta echar comi”. Su incisión social viene desde el interior, quiere
llegar al lugar desde donde nace, pues cambiando nosotros mismos, lo que venga es una
Carta A La Familia, el cual todavía prepara junto a Gals GuerRap y que espera poder
El rap de Sergio Araya se suma al necesario carácter denunciante que debe tener el Hip
Hop dentro de la sociedad, pero lo mueven las ideas más que los discursos, siendo una
promesa que se muestra interesante por descubrirse recién con sus primeros tres años de
ejercicio. Ayer se influenció por los rapeos contestatarios de algunos como Subverso,
Mente Sabia Crú y Salvaje Decibel. En la actualidad puede compartir colaboraciones con
nombres como los de Portavoz, y no ver muy lejana su realidad de la que viven o vivieron
algunos de sus referentes actuales, como Los Aldeanos y Rxnde Akozta. Al Shesho le
compro, porque no me la vende. Tal como el nombre del colectivo desde donde impulsó
cambio de nuevos suscriptores para sus redes. El Hip Hop no ha muerto, se reinventa,
existe mientras existan esas ganas honestas de hacer más humano el vecindario. Y éstas
son las nuevas caras con las que ya debemos estar familiarizados o haber reparado en su
acción. Hace unos días presentó su primer vídeo clip facturado bajo esa idea de formato.
Fue el sencillo “Para algunos”, que sumó más de cinco mil reproducciones en su primer fin
de semana. Para fines de este mes anunció la salida del segundo vídeo, argumentado en
nosotros mismos y la sociedad que hemos ido forjando. Más que merecido entonces ese
aporte voluntario para un ser como todos nosotros que le da sentido a eso de ser
emergente.