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Dos principios de explicacion en “El Capital”* 1. Para estudiar la complejidad propia del sistema capitalista Marx utiliza dos modelos 0 enfoques, cada uno de Jos cuales se ocupa de su comportamiento desde un nivel de abstraccién distinto y que, grossa modo son el macro-social y el mricro-social. Cada uno de estos ni- veles se caracteriza por rasgos, variables y principios de comporta- miento diferentes y exige la utilizacién de conceptos, términos y len- guajes, también diversos. En el micro-anilisis se trata de estudiar las preferencias, actitudes yacciones de pequefias unidades tales como los capitalistas o los obre- ros individuales. En el macro-andlisis se trata, por el contrario, de fendmenos 0 procesos, como por ejemplo, las estructuras sociales, que no pueden ser distribuidas entre individuos 0 que nos aparecen como valores promedios 0 agregados para grupos de individuos! (la utilizacion simultinea de ambas perspectivas es la razon de la indeci- sién de algunos autores para calificar E/ Capital como obra de macro o de micro-economia). En términos muy generales, los fendmenos del nivel macro cons- tituyen, en las ciencias sociales, el campo de lo que Durkheim llamo Trabajo inédito. Se publica aqui por vee primera. 1. Sobre lis relaciones entre macro anilisis y micro anilisis, en Sociologia sigo a G. Hermes, “Structural Change in Social Processes”, American Journal of Sociology, vol. 82, N°3, 1976, especialmente pp. 514-518. 99 “hechos sociales”, que son externos a los individuos y que, o bien tienen un poder de coercién sobre éstos y se les imponen, o bien se caracterizan por frecuencias 0 ratas de ocurrencia que son distintas de sus manifestaciones individuales; suclen estudiarse desde la perspec~ tiva de los “determinismos sociales” y con modelos semejantes a los utilizados para las formas de determinacion (causales o no causales) propias del mundo natural. En cambio los fenémenos del nivel micro se analizan, mds bien, en tanto que acciones intencionales y raciona- les. Uno y otro exigen, por consiguiente, conceptos, términos y len- guajes diferentes. Marx en E/ Capital, no solo utiliza las los variedades de andlisis — aunque en forma no siempre consciente y mezclando, a veces, inade- cuadamente, los principios pertinentes de cada uno de ellos— sino que trata de establecer conexiones entre ambos niveles y deducir, de uno de ellos, las leyes del otro. Asi, por un lado, intenta demostrar c6mo las macro-variables afectan o determinan los motivos y elecciones individuales, condicionan las posibilidades de cleecién y, por otra par- te, sefiala como de la agregaci6n de decisiones individuales resultan efectos estructurales no previstos ni queridos por los decisores y que, por tanto, no pueden ser comprendidos como acciones intencionales. La introduccién de la nocién de “clase sovial” intenta cumplir, como se tratard de mostrar més adelante, la funciOn teérica de servir de nexo entre ambos tipos de anilisis. 2. En lo que se refiere al micro-nivel, Marx parte de la existencia de actores individuales e intencionales, que actiian racionalmente de acuerdo a fines y propdsitos conscientes. Con ello no hace sino aplicar un principio metodolégico que considera fundamental en el estudio de la actividad humana (El Capital I: 130, 131)’. Los dos actores fun- damentales son, de un lado los capitalistas, y del otro los obreros (al final del libro IIT introduce a los terratenientes que junto a los ante- riores forman “las tres grandes clases de la sociedad moderna”). Las propiedades que se atribuyen a tales actores y los supuestos de su comportamiento son, basicamente, las siguientes: tienen un conjunto 2. Todas las citas entre paréntesis se refiere tres tomos, publicados por el Fondo de C Hd Capital, en la traduccion de W. Roces, en ltura Feonomica, México, 4 edicion, 1966. 100 de preferencias y buscan la mejor manera —o al menos una satisfac- toria— de realizar sus objetivos; esto lo hacen bajo el supuesto de una racionalidad limitada pues actian bajo expectativas inciertas y con un conocimiento incompleto; finalmente son capaces de corregir su accién o conducta en funcidn de la lejania o proximidad del resultado de su accién con respecto al objetivo que se proponian. En el anélisis que hace Marx, las preferencias de los actores estan totalmente determinadas por la estructura social, la cual determina, asimismo, los medios y capacidad de que disponen para el logro de sus objetivos. Esas determinaciones las expresa en la presentacién de los “actores” como personificaciones de categorias econdmicas. “En esta obra, las figuras del capitalista y del terrateniente no aparecen pintadas, ni mucho menos, de color de rosa. Pero adviértase que aqui sdlo nos referiremos a las personas, en cuanto personificaciin de categorias econdmicas, como representante de determinados mtereses y relaciones de clase” (1:XV). “En el transcurso de nuestra investigacién, hemos de ver constantemente que los papeles econémicos represen- tados por los hombres no son mds que otras tantas personificaciones de las relaciones econémicas en representacién de las cuales se en- frentan los unos a los otros” (I: 48). El capitalista ~y lo mismo podria decirse de los otros actores— “no es, en realidad mas que el capital personificado, dotado de conciencia y voluntad propia” (LLL: 283). Con ello no se prescinde del principio de racionalidad en la expli- cacién de las conductas de los actores, pero se entiende como el re- flejo, al nivel psicoldgico individual, de una necesidad o ley natural. El motivo propulsor maximo que mueve al capitalista, la acumulacion de plusvalia, es la ley basica del sistema capitalista que se cumple “a través del instinto natural” de los actores (I: 50) 0, en otras palabras, las ley: propias del sistema capitalista “se revelan a la conciencia del capita- lista individual como motivos propulsores” (I: 253, 254). Resulta, pues, que el poseedor de dinero se convierte en capitalista en tanto que media “como agente consciente” en el constante movimiento de valorizaci6n del capital. “El contenido objetivo de este proceso de circu- lacion [la valorizacion del valor] es su fin subjettvo, y sdlo acttia como capitalista, como capital personificado, dotado de conciencia y de 101 voluntad, en la medida en que sus operaciones no tienen mas motivo propulsor que las apropiacién progresiva de riqueza abstracta. El va- Jor de uso no puede pues, considerarse como fin directo del capitalista. ‘Tampoco la ganancia aislada, sino el apetito insaciable de ganar. Este afan absoluto de enriquecimiento, esta carrera desenfrenada en pos del valor, hermana al capitalismo y al atesorador; pero mientras que éste no es mas que el capitalista trastornado, el capitalista es el ateso- rador racional. El incremento insaciable de valor que el atesorador persigue pugnando por salvar a su dinero de la circulacién lo consi- gue, con mas inteligencia el capitalista, lanzindolo una y otra vez, incesantemente, al torrente circulatorio” (1:109). Para Marx el sistema capitalista sélo pucde funcionar, producir y reproducirse en la medida que la constante acumulacion de plusvalia funcione como principio propulsor o animador de los agentes (capi- talistas) del sistema, tal es su “ley hasica”. l’sto significa que a partir de tal “ley” se puede construir un modclo explicativo y predictivo de la conducta del capitalista individual, cuya validez es susceptible de con- trastacién empirica. J hecho de que las investigaciones empiricas hayan mostrado que la conducta del empresario capitalista no res- ponde efectivamente a tal principio sino a otros como el aumento del poder, o la seguridad, etc.~ obliga, ciertamente, a abandonar el mode- lo concreto propuesto por Marx, pero no el principio de racionalidad para la construccién de otros modelos. En cuanto a su forma, la acci6n racional del capitalismo, consiste en una serie de actos en las esferas de circulacién a través de las cuales desembolsa un capital, para recuperarlo mas tarde con un incremento o plusvalia. Se trata pues —en cuanto a la forma- de actos de simple compra y venta de mercancfa, pero que, en cuanto a su contenido, en cuanto que incorporan como una de sus fases un proceso de produc- cion, es un acto de valorizaci6n o incremento de valor. El éxito depen- derd de la capacidad del capitalismo para actuar racionalmente tanto en el intercambio de mercancia, como en el proceso de la organiza- cién de la produccién. En tanto que comprador y vendedor, el capitalista deberd ser ca- paz de adaptarse a la legalidad propia de! mundo del intercambio de 102 mercancia y a las peculiaridades que reviste dentro de la sociedad capitalista. En el Libro I de EL Capital, Marx estudia tal legalidad, afirma que la ley del valor o el intercambio de equivalentes es el prin- cipio que rige la compra y venta de las mercancias y descubre a la plusvalia (fuente de la explotacién capitalista) como Ja diferencia exis- tente entre el valor de la mercancia fuerza de trabajo, vendida por el obrero y el valor de las mercancias producidas por la fuerza de trabajo consumida productivamente por el capitalista. Son conocidas las cri- ticas demoledoras que se han formulado contra la teorfa ricardiana- marxista del valor y la nocién de plusvalia de ella derivada. Dejémosla de lado, pues de momento no interesan a nuestro propésito y fijémo- nos solamente en la funci6n teérica que las nociones de ley del valor y plusvalfa pretenden cumplir para Marx. Con ellas trata de captar la- “esencia” o el “nucleo interno” de los fendmenos que ocurren bajo la superficie de la sociedad capitalista; trata de lograr una explicacion cientifica, que vaya més alld de las apariencias de la practica econémi- ca cotidiana y de la forma en que ésta se refleja en la cabeza de sus agentes y representantes tedricos (los “economistas vulgares”) (III: 210). Como queda dicho, esa tarea de descubrimiento de la esencia 0 “ley interior” del mundo capitalista se lleva a cabo en el Libro I: alli encuentran su lugar los conceptos de valor, ley del valor, plusvalfa, ete. En el Libro III la exposicién de Marx se aproxima mas a la practica cotidiana, a la superficie de los fenémenos y a la forma en que se refleja esta practica en la concienc (III: 45). Marx muestra que tal practica rea/ es api saria (III: 48); que no es una pura alucin: ino realidad —aunque limitarse a ella no satisface los cdnones de la explicacién cientifica. Ahora bien, en este mundo de la préctica real, el capitalista no opera, ni puede operar, ni tiene ninguna necesidad de operar para lograr éxito en sus empresas, con las categorias “cientificas” tales como “va- lor”, “plusvalia”, etc. sino con las formas “transfiguradas” de éstas como son los precios, los salarios y la ganancia. Todo el calculo del capitalista y toda la racionalidad que necesita para sus propésitos practicos se satisface con estas categorias que, no obstante, pertene- cen al mundo de los “fendmenos”. En sus actos cotidianos los distin- tos actores no saben -ni pueden saberlo, ni tienen necesidad de saber- lo- que estén intercambiando valores iguales; no saben que al “equi- ade los agentes de la produccién iencia, pero nece- aon, 103 parar unos con otros en el cambio, como valores, sus diversos produc- tos, lo que hacen equiparar entre sf sus diversos trabajos, como valo- res, sus diversos productos, lo que hacen es equiparar entre sf sus diversos trabajos, como modalidades de trabajo humano. No lo sa- ben, pero lo hacen”, dice Marx (I: 39). El calculo efectivo del valor seria una tarea de extraordinaria complejidad técnica que quizd seria posible de realizar en una sociedad de productores simples de mer- cancfas, pero no en una sociedad compleja capitalista. Un modelo de actor capitalista que dispusiera de una informacién completa y actua- ra con plena racionalidad en funcidn de calculos acabados basados en el valor real de las mercaneias, no sdlo seria irreal, sino, -lo que es mas importante—innecesario para explicar el comportamiento de los capi- talistas reales. Pero Marx no por ello renuncia a la ley del valor que no sdlo cumple una funcién en su modelo de explicaci6n cientifica, sino que, ademés, es un elemento real que coordina, aunque actuando como “ley natural” ciega (vid. infra) los intercambios de mercancias. Asi por ejemplo, a través del ciclo en que el capital se valoriza: “El valor recorre aqui distintas formas, diversos movimientos en los que « incrementa... Los cen como actos (lel capitalismo indus- trial individual, en el sentido de que es éste quien acttia como com- se conserva y, al mismo tiempo se valoriza, movimientos del capital ape prador de mereancias y de trabajo, como vendedor de mercancias y capitalista productivo haciendo posible, por tanto, mediante sus ac- tos, la realizacion del ciclo. Si el capital social experimenta una revolucién de valor, puede ocurrit que su capital individual sea afec- tado por ella, y sucumba, por no poder hacer frente a las condiciones de esta conmocién de valor. Cuando mis agudas y frecuentes son las revoluciones de valor, mas se impone la accién automatica del va- lor sustantivo con la violencia de un proceso elemental de la natu- raleza, frente a la presién y los calculos del capitalista indivi- dual...” (II, 94, 95). Seguin Marx, en el interior de la sociedad capitalista coexisten, condiciondndose mutuamente dos modelos de organizacién social y dos formas de racionalidad: por un lado la anarquia de la divisién social del trabajo; por otro lado el despotismno de la divisién del trabajo en el interior de la manufactura. 104 La divisién social del trabajo supone el fraccionamiento del poder de decisin en una pluralidad de centros, constituidos por los distin- tos poseedores de mercancias que, actuando de acuerdo a criterios de racionalidad individual, se enfrentan entre sf a través del mercado. El resultado final, que escapa a las intenciones individuales, en un cierto orden o cohesién, consecuencia del funcionamiento de la ley del valor que se impone a posteriori como una ley natural omnipotente y ciega y como la resultante inconsciente 0 efecto de composicion, de los distintos actos individuales. Por el contrario la division manufactu- rera del trabajo supone la concentracién del poder de decision bajo la autoridad suprema e incondicional de un capitalista, segtin una es- tricta jerarquia y de acuerdo a un plan racional establecido a priori (1: 288-290; IJ: 812-813). Asi, se trata de lograr y se obtiene la maxima eficacia en funcién de la ley de animacién propia del capitalismo; “se cuida que el obrero ejecute su trabajo puntualmente y en el grado exigible de intensidad”, “se obliga a la clase obrera a ejecutar més trabajo del que exige el estrecho circulo de sus necesidades elementa- les”, de modo que “como productor de laboriosidad ajena, extractor de plusvalia y extractor de fuerza de trabajo, el capital sobrepuja en energia, en desenfreno y en eficacia a todos los sistemas de produc- cién basados directamente en los trabajos forzados que le prece- dieron” (I: 248) La manera en que, bajo el capitalismo, se arrebata el trabajo ex- cedente al obrero, lo diferencia de otros regimmenes anteriores en lo que respecta a la funcién que en aquellos cumplia la coaccién extrae- conémica. En cuanto a su forma, la relacion del obrero con el capi- talista es semejante a la de cualquier otro poscedor de mereancias: “La Orbita de la circulacion o del cambio de mercuncias, dentro de cuya 6rbita se desarrolla la compra y la venta de la fuerza de trabajo, era en reali- dad, el verdadero paraiso de los derechos del hombre. Dentro de estos linderos, solo reinan la Jibertad, la igualdad, la propiedad y Bentham. La libertad, pues el comprador y el vendedor de una mercancia v.g. de la fuerza de trabajo no obedecen a mas ley que la de su /ibre voluntad. Contratan como hombres libres e iguales ante la ley. El contrato es el resultado final en que sus voluntades cobran una expresion juridica comtin. La igualdad, pues compradores y vendedores sdlo contratan 105 como poseedores de mercancias, cambiando equivalente por equi- valente. La propiedad, pues cada cual dispone y solamente puede dis- poner de lo que es suyo. Y Bentham, pues a cuantos intervienen en los actos solo los mueve su interés. La tinica fuerza que los une y los pone en relaci6n es la fuerza de su egoismo, dle su provecho personal, de su interés privado” (I: 128-129). Aparentemente se trata de una simple compra y venta regida por la oferta y la demanda, pero éstas suponen ya la existencia de clases y de sus relaciones (III: 185, 186, 197), de determinadas condiciones institucionales que obligan al obrero a vender su fuerza de trabajo. Suponen la existencia de las condiciones iniciales del capitalismo: es decir, de un lado propietarios de medios de produccién, de otro obre- ros libres en el doble sentido de libertad personal y de haber sido separados de los medios de produccid6n; suponen por tanto, el divor- cio entre los obreros y las condiciones de realizacion de su trabajo (I: 608). Es, ciertamente una compra da por supuesta la relacion de clase entre capitilista y obrero asalari do. Es ésta una relacién de compra y venta, de dinero; pero una com- pra y venta en la que el comprador actua ya como capitalista y el vendedor como obrero asalariado y que tiene como premisas el hecho de que las condiciones necesarias para la realizacion de la fuerza de y venta, pero en la que “existe ya trabajo -los medios de vida y los medios de produccién— aparecen se- parados, como propiedad ajena, del poscedor de aquélla” (II: 32, 33). Estas condiciones iniciales, crean, segun Marx una situacién, en la cual de un lado, el obrero no tiene mn de trabajo y, de otro lado, los terininos en los que se realiza la transac- cidn, son los mas favorables a los intereses capitalistas, Resulta asi que el obrero, aunque libre, se halla sometido a las leyes naturales de la produccién capitalista (I: 627, 655) que actuan como fuertes cons- tricciones 0 coerciones sobre la capacidad de eleccion del obrero (por ejemplo: “La superpoblacién relativa cs, por tanto, el fondo sobre el cual se mueve la ley de la oferta y la demanda del trabajo. Gracias a ella, el radio de accién de esta ley se encicrra dentro de los limites que convienen en absoluto a la codicia y al despotismo del capital” (I: 541). s remedio que vender su fuerza 106

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