Está en la página 1de 7

La circulación de las representaciones de Santa Rosa de Lima en

la monarquía hispana, 1668-1737

Santa Rosa de Santa María, o más conocida actualmente como santa Rosa
de Lima, fue la primera santa de las Indias. Como es conocido, ella nació y murió
en la ciudad de Lima. Su figura logró un rápido ascenso en los altares católicos. El
12 de febrero de 1668, Clemente IX declaró beata a Rosa. Al año siguiente, ella
obtuvo el título de patrona de Lima y el reino del Perú, y el pontífice Clemente X
extendió el patronazgo a las Indias y Filipinas en 1670. Y su canonización se
realizó el 12 de abril de 1671.1
El culto de Santa Rosa de Lima se desarrolló en el contexto de la monarquía
hispana, la cual como se comentó anteriormente, era compuesta como ha sido
descrita en los estudios de Elliot. En otras palabras, estaba conformada por
numerosos reinos, los cuales mantenían un determinado territorio y jurisdicción
que resguardaron celosamente.2 Las poblaciones que los habitaron
permanentemente trataron de guardar celosamente su margen de autonomía y
defender sus intereses, lo que puede percibirse en las fuentes relacionadas con la
devoción rosariana.
Empero, en los últimos años, la historiografía ha complejizado la noción de
monarquía compuesta yendo más allá de la esquemática comprensión del
funcionamiento del poder imperial en términos de centros dominantes y periferias.
Ante ello, se ha propuesto un modelo en que las monarquías ibéricas desarrollan
múltiples relaciones bilaterales organizando un patrón radial, y adoptan la figura de
monarquías policéntricas, lo cual permitía la existencia de diferentes centros
interconectados que se relacionaban no sólo con el Rey sino también entre ellos
mismos, llegando además a intervenir activamente en la gestión de las políticas.
Este enfoque contempla la necesidad de considerar los contextos de los demás
reinos. Esto no excluye que las constantes interrelaciones no estuvieran exentas
de conflictos.3 Así, las representaciones de Rosa producidas y circuladas en los
diferentes centros del imperio hispano se desenvolvieron en este patrón radial, en
1
HAMPE MARTÍNEZ, Santidad e identidad criolla, pp.19-71.
2
ELLIOTT, “A Europe of Composite Monarchies”, pp. 51-52.
3
CARDIM, Polycentric Monarchies, pp. 3-5.
que los centros eran jerarquizados a nivel local, regional e intercontinental, y,
además, las representaciones estuvieron en constante movimiento por la
movilidad de ideas y de los agentes que las produjeron y difundieron promoviendo
la veneración de la santa indiana.
Desde su beatificación, la veneración en torno a Santa Rosa de Lima se
extendió rápidamente en los demás dominios hispanos que incluyeron diversas
latitudes de Europa, Asia y América. Una prueba de ello, es que el primer
hagiógrafo de Rosa en el espacio europeo fuera un dominico alemán, Leonard
Hansen, quien se basó en el proceso ordinario hecho en Lima para escribir y
publicar la vida de ella en latín, en 1664, cuatro años antes de su beatificación.
Además, la mayor parte de los testigos que declararon sus milagros, en el proceso
final de su canonización, fueron italianos.
Esta ponencia intenta reflexionar algunos temas y nociones principales
relacionados con la circulación de las representaciones de Rosa. Éstos surgen del
estudio de la difusión de las ideas y su materialización que se difundieron a lo
largo de los reinos del imperio hispano. A veces, se nos olvida la
intercomunicación tan dinámica entre los reinos del imperio, y recaemos en los
nacionalismos historiográficos. En este sentido, felizmente la historiografía sobre
la figura de Rosa está dejando de lado este enfoque nacionalista, y de este modo,
Ramón Mujica Pinilla, Luis Miguel Glave y Jorge Bernales Ballesteros han
asociado la devoción rosariana a las ciudades de Lima, México y otras de la
península ibérica.
Antes de proseguir, habría que decir que las representaciones sobre Rosa
fueron plasmadas en escritos (sermones, historias de vida, relaciones de fiesta,
novenas, poesías, etc.), pinturas y esculturas que versaron sobre la vida de la
santa o sus virtudes. Estas manifestaciones del culto rosariano tomaron la forma
de discursos escritos, verbales y visuales dispersos en diferentes ámbitos
europeos, asiáticos y americanos. Fueron hechas por gente de saber,4 quienes
trataron de demostrar que las ciudades en que nacieron o vivieron eran centros de
4
Este conjunto de personas fueron aquellos que tuvieron acceso al saber de la época, y lo usaron
para producir escritos de diversa índole. No se usa el término letrados porque para la época
virreinal significó, generalmente, juristas abogados. MAZÍN, “Gente de saber en los virreinatos de
Hispanoamérica”, pp. 53-54.
saber transcendentes del mundo católico y eran focos de civilización que reunían
los símbolos y autoridades más significativos de los poderes seculares y religioso-
eclesiásticos del orbe católico.
No habría que perder de vista que en el marco de esta civilización se
presentaron numerosas personas con “olor de santidad”, como Rosa, que dotaron
de identidad a la misma ciudad y a los sectores que integraban sus poblaciones,
pues se estableció una relación cercana entre estos personajes y la comunidad
que los albergaba – en este caso la comunidad era representada por la ciudad –.
Y es que lo temporal y lo religioso constituían un todo en el imperio hispano, y
eran las dos caras del poder monárquico español. Santa Rosa de Lima se
convirtió en un símbolo importante pues tuvo una relevancia política, cultural y
social en el desarrollo de la vida urbana del mundo católico. 5
Un elemento interesante a considerar es que los limeños mostraron su
efectividad en los procesos de canonización que promovieron dentro del ámbito
indiano: dos peninsulares que fueron canonizados en el mismo año 1726 (santo
Toribio de Mogrovejo, quien fue arzobispo de Lima beatificado en 1679, y san
Francisco de Solano, beatificado en 1675) y una criolla que fue declarada patrona
de las Indias un año antes que su canonización, 1670. La rápida adopción de la
veneración de Rosa en México fue una señal de la admiración por la efectividad
de Lima en santificar a los sujetos que proponían, a diferencia de México.
Es preciso señalar que en el proceso de la difusión de la veneración
estudiada, los dominicos fueron protagonistas. Y es que Rosa fue una terciaria
dominica. Donde existían provincias y misiones dominicas, la figura de Rosa era
divulgada. De ahí que, no sorprende que ella fuera conocida en Francia, Inglaterra
y hasta Polonia. Es interesante, además, observar que los jesuitas estuvieran
involucrados en esta difusión pues encontramos algunos sermones de jesuitas
sobre Rosa, incluso existió uno que se dio en la misma fiesta de beatificación de
Rosa en Roma. Tal vez se explique porque algunos de los confesores de Rosa
5
Esta importancia es señalada en el siguiente párrafo: «Para la iglesia, los santos eran modelos de
virtudes que los fieles debían imitar; para los individuos se convirtieron en seres que otorgaban
bienes, salud e hijos; las ciudades, además de protectores contra las enfermedades y las
catástrofes, los consideraron sus héroes, los llevaban en sus estandartes de batalla y les ayudaron
a cohesionar a la sociedad y para fortalecer las identidades colectivas» RUBIAL GARCÍA, El paraíso
de los elegidos, p. 29.
pertenecieron a esta orden, y se deseó destacar que la Compañía de Jesús
estuvo presente en la formación de un producto santo en las Indias.
Este protagonismo dominico también se concretizó en el empuje de la
beatificación y canonización de Rosa en la sede pontificia. Convenciendo a los
cardenales y a los mismos papas, de la relevancia de Rosa en el mundo católico.
Claro que esta pretensión también respondía a la búsqueda por parte de la corona
española de seguir legitimando su posición de monarquía católica que estaba
siendo vulnerada por el liderazgo político de Francia en el frente europeo, y es que
se cuestionó cada vez más la visión de España como la monarquía confesional, y
pendón del catolicismo en el Viejo Mundo frente a otras monarquías católicas del
viejo mundo.
Otra cuestión a considerar, es que los discursos relacionados a Rosa
estuvieron inmersos en redes de saberes, en las cuales se producían, circulaban y
difundían los textos escritos y la iconografía. Las redes no se circunscribían al
ámbito local e imperial, sino también a todo el mundo católico motivando el
fortalecimiento de la figura de la santa como símbolo del éxito de la monarquía
española en su tarea de cristianización en el Nuevo Mundo. Estas redes tuvieron
como marco el ejercicio del real patronato que permitió que la Corona ejecutara
derechos sobre la jurisdicción eclesiástica y el funcionamiento de la Iglesia,
además de poseer una relación particular con la Santa Sede. Todas estas
relaciones fueron recreándose en la dinastía borbónica con la paulatina tendencia
reformista.
Estas redes de saber, igualmente, estuvieron imbricadas en el desarrollo de
la retórica. Ésta fue adoptada por la gente de saber de los centros urbanos para
destacar la importancia de su ciudad en las redes urbanas imperiales. La
historiografía en torno a la retórica ha tenido un fuerte desarrollo en España, y en
las últimas décadas en México, no obstante, en Perú todavía faltan hacer avances
significativos. Además, varios estudios han partido desde la literatura, y muchas
veces se la menosprecia en la historiografía al considerarla repetitiva y mecánica.
Aunque, en el análisis de las representaciones de Rosa se observa la complejidad
retorica por los géneros que se identifican: sermones, novenas, historias de vida,
etc. y las imágenes. Cada una requiere una atención metodológica diferenciada.
Un tema asociado a la circulación de las representaciones de Rosa es el
tema de la urbanización, la cual fue un rasgo característico de la dinámica política
y cultural del imperio hispano. Éste implantó una red de ciudades en los territorios
que correspondieron a sus dominios para consolidar el poblamiento y reforzar la
presencia y autoridad de la Corona española en los espacios conquistados o
anexados. En el caso del Viejo Mundo, las ciudades ya existentes fueron incluidas
en el circuito urbano, cuya interacción permitía la circulación de bienes,
documentos, ideas, entre otros. El circuito incluyó las relaciones entre numerosas
ciudades del Viejo y Nuevo Mundo.

Las ciudades en el imperio hispano, como centros de convivencia,


representaron el modelo de la república en el ámbito de la teología política. Ellas
simbolizaron las “comunidades perfectas” por su irradiación de civilización y el
desarrollo de su convivencia política organizada en que los regidores eran quienes
administraban el gobierno de la república, y los alcaldes quienes ejercían la
administración de la justicia en nombre del Rey.6 Los que formaron esta
comunidad fueron “l[os] vecino[s] de una ciudad que goza[ba]n de sus privilegios,
y esta[ba]n obligados a sus cargas, no relevándole[s] de ellas alguna particular
exención”.7 Pues, las ciudades actuaron como republicas en un sentido clásico, es
decir, éstas se desarrollaron como ciudades-estado con sus propios gobiernos, las
cuales se constituían en una referencia de pertenencia para los naturales (los
vecinos o ciudadanos).8
Así, es necesario comprender a las ciudades en sus tres aspectos: “urbs
(entorno físico, opuesto a lo rural), civitas (comunidad institucionalizada) y polis
(entidad política)”.9 En este triple nivel del análisis de las ciudades se expresaron

6
GARRIGA, “Patrias criollas, plazas militares”, p. 48.
7
Diccionario de autoridades, tomo II, 1729.
8
LOCKHART y SCHWARTZ, América Latina en la edad moderna, pp. 11-12. Profundizando en la
concepción de republica se debe indicar que en esta línea, los últimos estudios de Lempérière
ayudan a problematizar el poderío de las ciudades hispanas en América dentro del sistema imperial
y a interrogarse sobre los elementos presentes en la cultura política de la época. LEMPÉRIÈRE,
“Republica y publicidad a finales del Antiguo Régimen (Nueva España)”.
9
LUCENA GIRALDO, A los cuatro vientos, p. 19.
diversas formas del culto de Rosa en numerosas ciudades del circuito urbano
hispano. En el primer nivel, las manifestaciones de la devoción rosariana se
materializaron en iglesias, retablos, imágenes dedicados a ella que se dispersaron
en diferentes espacios. En el segundo, las comunidades urbanas se identificaron
con el culto hacia Rosa a través de la ejecución de fiestas y misas, y en su
agrupamiento desde las cofradías con su advocación. Y, en el tercero, los cabildos
decidían apoyar las fiestas de Rosa y aprobar si la hacían su patrona.
Tal vez un momento clave para este el funcionamiento del circuito urbano
del mundo católico fueron las fiestas celebradas en estas urbes con motivo de la
beatificación de Rosa, en 1668. La primera de ellas se ejecutó en Roma y
posteriormente en las ciudades que cumplieron con la real cedula que ordenaba
festejar este evento: Madrid, Sevilla, México, Lima y otras fueron las que dejaron
huellas de estas celebraciones, siendo las más completas las relaciones de
fiestas. Además se evidenció la producción y circulación de sermones, historias de
vida, poesías, villancicos, pinturas y grabados en honor de Rosa. Se ha señalado
que las imágenes producidas en la fiesta de Roma fueron las que circularon
después en España, México y Lima, aunque en esta última ya existían varias
imágenes de ella.
Por su condición femenina, Rosa recibió numerosos atributos que fueron
ajustados a los discursos sobre las mujeres en la época. Se destacaron virtudes
como la virginidad, la obediencia, el sacrificio, la belleza, la delicadeza, entre otros.
En el caso de Santa Rosa de Lima se resaltó numerosas veces sobre su situación
de esposa de Cristo. A partir de estas categorías se desplegaron diversas formas
retóricas que se expresaron en las fuentes consultadas. Diversos estudios han
resaltado la mística femenina de Rosa, no obstante, no se ha ahondado en el uso
político de su figura femenina.
Entonces, espero haber demostrado la validez y relevancia del estudio de la
veneración de la primera santa indiana en el circuito urbano hispánico
considerando las perspectivas trasatlántica y policéntrica de las monarquías
europeas. Y aunque mi investigación se ciña a las ciudades de Lima y México, en
necesario intentar conocer los contextos del mundo católico y urbano del imperio,
ya que debe explicarse los diferentes desarrollos sincrónicos y diacrónicos del
culto rosariano en ambas ciudades.

También podría gustarte