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Etimología
Ciertos autores (como por ejemplo Guy Rocher)2 consideran que es más adecuado en
español el término mundialización, galicismo derivado de la palabra francesa mondialisation,
en lugar de globalización, anglicismo procedente del inglés globalization, puesto que en
español «global» no equivale a «mundial», como sí ocurre en inglés. Sin embargo,
el Diccionario de la Real Academia Española registra la entrada «globalización», entendida
como la «tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una
dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales» (DRAE 2006, 23ª edición),3
mientras que la entrada «mundialización» no está en el Diccionario.
Concepto
El economista y escritor español José Luis Sampedro, en su libro El mercado y la
globalización (2002), define globalización como
Constelación de centros con fuerte poder económico y fines lucrativos, unidos por intereses paralelos,
cuyas decisiones dominan los mercados mundiales, especialmente los financieros, usando la más
avanzada tecnología y aprovechando la ausencia o debilidad de medidas reguladoras y de controles
públicos.4
Esos poderes son tan fuertes que llegan a acuerdos al margen de todo control político directo
de los seres humanos que afectan al empleo, la salud y la vida cotidiana de grandes sectores
de la Humanidad como CETA, TTIP y TISA, acuerdos que no se han publicado ni conocido ni
sancionado por los que sufren sus consecuencias,5 algo jurídicamente muy discutible.6 Contra
esto (la falta de perfeccionamiento de los procedimientos democráticos de control del gobierno
de los estados nacionales quienes, por ejemplo, son incapaces de concordar o ponerse de
acuerdo para evitar el fraude fiscal global, o de otra forma explicado, solo se ponen de
acuerdo en no ponerse de acuerdo) y la venta del sistema político al capitalismo en general,
ha surgido la llamada globalización del descontento,7 plasmada en movimientos como el 15-
M, Occupy movement o los Indignados y organismos independientes de denuncia
como Wikileaks, o en protestas más desorganizadas y violentas como los disturbios de
Francia de 2005. La globalización afecta a todo el mundo y por tanto exige un derecho global
que la controle, lo que revitaliza el derecho natural inherente a la especie humana y debería
desacreditar definitivamente en esta esfera el demasiado prestigiado derecho positivo que
esgrimen los estados nacionales para no ponerse de acuerdo en medidas beneficiosas para
todos. En ese sentido, afirma Hans Küng en el contexto de la confección de una Declaración
universal de los deberes del hombre:
La globalización de la economía, de la tecnología y de los medios de comunicación lleva también a la
globalización de los problemas, desde los de los mercados financieros y del trabajo hasta a los de la
ecología y de la criminalidad organizada. Esta globalización de los problemas demanda, por tanto,
también, una globalización ética -del ethos-: no un sistema ético uniforme; pero sí un necesario
mínimum de valores éticos comunes, de actitudes fundamentales y criterios, a los que puedan
comprometerse todas las religiones, naciones y grupos de intereses. Por tanto, un ethos fundamental
común de los hombres. Ningún nuevo orden mundial sin un ethos mundial.8
Historia[editar]
Barco británico cargado de mercancías cruza del mar Caribe al océano Pacífico a través del canal de
Panamá. La intensificación del comercio mundial ha llevado al gobierno panameño a lanzar proyectos
de ampliación del Canal.