El síndrome urémico hemolítico (SUH) es una entidad caracterizada por la
asociación de compromiso renal agudo de grado variable (hematuria y proteinuria con o sin insuficiencia renal aguda), anemia hemolítica microangiopática y trombocitopenia. Se produce por la presencia de microangiopatía trombótica con localización preferentemente renal pero que puede involucrar a cualquier órgano. Se clasifica en dos grandes grupos: SUH D (+), típico, clásico o endemo- epidémico, que es el de mayor prevalencia (90%) y se encuentra asociado a pródromo diarreico; y SUH D (-) o atípico, no asociado a diarrea previa.
Epidemiología El SUH típico ocurre luego de la infección por Escherichia coli
productora de verotoxina (VT), especialmente la cepa O157:H7. Esta bacteria produce, en la mayoría de los casos, un pródromo de diarrea sanguinolenta. Ocurre generalmente en menores de 3 años, con una media de 22 meses y una dispersión de 2 meses a 10 años de edad. La incidencia anual en la Argentina es la más alta del mundo (17 casos/100.000 niños menores de 5 años). Existe una incidencia estacional, con picos en verano debido a la ingestión de carnes contaminadas poco cocidas, verduras mal higienizadas, lácteos no pasteurizados y agua contaminada. También ha sido demostrada la transmisión interhumana intrafamiliar y entre niños que concurren a centros de cuidado diurno. Patogenia: La Escherichia colise une a receptores específicos de la mucosa colónica produciendo muerte celular con la consecuente diarrea acuosa. Luego, la liberación de VT a nivel intestinal genera daño microvascular (expresado por diarrea sanguinolenta) con pasaje de la toxina a la circulación sistémica y daño endotelial a distancia. La exposición de la membrana basal capilar produce activación plaquetaria y trombosis intravascular determinando la presencia de plaquetopenia. Los glóbulos rojos se fragmentan debido al pasaje y colaboradores a través de la microvasculatura alterada por los depósitos de fibrina y por la acción de citoquinas (factor de necrosis tumoral, interleuquina 1) y radicales libres. La hemólisis es más temprana e intensa en pacientes del grupo sanguíneo P1 dado que estos tienen en los hematíes receptores para la verotoxina. La histología renal del período agudo muestra tres patrones diferentes: • Microangiopatía trombótica glomerular (SUH típico). • Necrosis cortical en parche o difusa (SUH típico con anuria prolongada y mayor riesgo de insuficiencia renal crónica). • Microangiopatía trombótica arterial (SUH atípico, responsable de hipertensión arterial severa). Diagnóstico A. ANAMNESIS: Se pesquisará el antecedente de diarrea (presente en 92% de los niños) o infección respiratoria alta (presente en 25% de los casos). También se investigará el antecedente de ingesta de carne mal cocida (hamburguesas), lácteos no pasteurizados, verduras mal lavadas y contacto con otro niño con diarrea. B. CLÍNICA: Las principales manifestaciones son: • Oliguria u oligoanuria (55% de los casos). • Diarrea (92% de los casos, en 70% es sanguinolenta). • Náuseas y vómitos (50% de los casos). • Fiebre (30%). • Palidez cutáneo-mucosa (por anemia aguda). Las crisis hemolíticas pueden acompañarse de hipertemia. • Hemorragias cutáneas (por plaquetopenia). Pueden hallarse equimosis (más frecuente en rebordes óseos por microtraumatismos), petequias y hematomas en sitios de punción. • Hematemesis y melena (inconstante). Las manifestaciones gastrointestinales más graves incluyen colitis hemorrágica, invaginación, necrosis y perforación intestinal. • Ictericia y soplos funcionales (por anemia aguda). • Edemas leves o moderados de acuerdo a la intensidad de la oliguria, pérdidas concurrentes y al ingreso de líquidos. • Manifestaciones neurológicas: pueden ser menores (irritabilidad o somnolencia) o mayores (convulsiones, estupor o coma). Las manifestaciones neurológicas pueden ser provocadas por trastornos metabólicos (intoxicación hídrica, disnatremias, hipocalcemia, acidosis metabólica, uremia), daño parenquimatoso microvascular, hemorragia parenquimatosa o hipertensión arterial. • Hipertensión arterial: presente en 20% de los pacientes, puede deberse a intoxicación hídrica o a mecanismo renovascular. • De acuerdo a la gravedad de los signos clínicos, el síndrome urémico hemolí- tico se puede clasificar en leve, moderado o grave (Tabla III.6.1). CAPÍTULO III. PATOLOGÍA RENAL 85 SÍNTOMAS DEL SISTEMA NERVIOSO -/+ -/+++ +/++++ HIPERTENSIÓN ARTERIAL -/+ -/++ -/+++ DIÁTESIS HEMORRÁGICA -/+ +/++ ++/+++ ANEMIA (DÍAS) - < 7 > 7 OLIGURIA (DÍAS) < 7 7 - 14 > 14 FORMA Leve Moderada Grave TABLA III.6.1. Clasificación del síndrome urémico-hemolítico según la gravedad renal aguda C. EXÁMENES COMPLEMENTARIOS: 1. Hemograma: anemia y plaquetopenia. Puede haber leucocitosis moderada o intensa (asociada en algunas series de pacientes a peor pronóstico). 2. Frotis de sangre periférica: búsqueda de eritrocitos fragmentados (esquistocitos). 3. Uremia y creatininemia: generalmente elevada. 4. Ionograma: podrá evidenciar hiponatremia por hemodilución e hiperkalemia por fallo renal. 5. Estado ácido- base: mostrará acidosis metabólica por acumulación de ácidos inorgánicos. 6. Orina: sedimento nefrítico con hemoglobinuria, hematíes, cilindros hemáticos y proteinuria que ocasionalmente puede llegar a ser masiva configurando un síndrome nefrótico. Rara vez puede observarse glucosuria como expresión de lesión tubular. Debido a que el compromiso renal está presente en todos los pacientes, las alteraciones del sedimento urinario son indispensables para el diagnóstico de esta patología. Sin embargo, en algunos casos, las manifestaciones pueden ser mínimas lo que dificulta el diagnóstico, esto ocurre cuando la infección no es masiva y el paciente es del grupo sanguíneo P1 en los que predomina la hemólisis acompañándose de escasos hematíes en la orina. 7. Radiografía de tórax: evaluar silueta cardíaca y signos de edema agudo de pulmón. 8. Electrocardiograma: para descartar sobrecarga ventricular y evaluar efectos de los desequilibrios electrolíticos a nivel miocárdico. 9. Exámenes complementarios electivos para completar el estudio: • LDH: elevada por ruptura celular. • Haptoglobina: disminuida. • Hepatograma: puede haber aumento de transaminasas. • Ácido úrico: elevado. • Calcio: suele estar disminuido. • Fósforo: suele estar aumentado. • Albúmina: disminuida por hipercatabolismo. • Glucemia: 10% de los pacientes pueden tener hiperglucemia por daño pancreático endógeno. • Prueba de Coombs directa: negativa. • Estudio de coagulación para realizar diagnóstico diferencial con coagulación intravascular diseminada. • Clearance de creatinina: para evaluar filtrado glomerular. • Coprocultivo, búsqueda de VT libre en materia fecal. Sangre para búsqueda de anticuerpos anti-VT. • Ecografía renal: riñones normales o hiperecogénicos. • Tomografía axial computada o resonancia magnética nuclear: en caso de compromiso neurológico severo. • Ecografía abdominal, colon por enema: en caso de compromiso intestinal grave. • Biopsia renal: no tiene indicación; podría considerarse ante duda diagnóstica o ante insuficiencia renal prolongada (más de 30 días) para definir ingreso a tratamiento sustitutivo cró- nico de la función renal. Tratamiento A. Tratamiento de la insuficiencia renal aguda: (ver Insuficiencia Renal Aguda) En este caso la diálisis peritoneal debe ser realizada precozmente, con 24 a 48 horas de anuria, sin esperar que los parámetros metabólicos estén francamente alterados. B. Tratamiento de la anemia aguda: en caso de hematocrito menor de 21% o hemoglobina inferior a 7 g/dl se indicará transfusión de glóbulos rojos desplasmatizados 86 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores (10 ml/kg en goteo lento, a pasar en 2 a 3 horas). C. Tratamiento de la hipertensión arterial: (ver Hipertensión Arterial) Cuando la hipertensión arterial se deba a hipervolemia se realizará diálisis peritoneal hipertónica. D. Tratamiento de las convulsiones: (ver Convulsiones) Cuando se deban a hipervolemia o uremia se realizará diálisis peritoneal asociada a lorazepam (0,1 mg/kg/ dosis endovenoso) y/o difenilhidantoína (15 mg/kg/dosis endovenoso). E. Tratamiento de la trombocitopenia: las transfusiones de plaquetas están contraindicadas, excepto en caso de sangrado activo importante o ante la necesidad de realizar procedimientos quirúrgicos. F. Otros: no tratar la diarrea con antibióticos ni con antiperistálticos. Criterio de internación Todo paciente con síndrome urémico hemolítico deberá internarse. Controles durante la internación Se realizará estricto control clínico y de diuresis, con estricto balance hídrico mediante control de peso, ingresos y egresos. Además, diariamente se controlará hematocrito, urea, ionograma y estado ácido-base. En casos graves también se controlará la glucemia. Criterios de alta • Diuresis normal (1-3 ml/kg/día). • Uremia menor de 100 mg/dl y en descenso. Creatinina en descenso. • Ionograma sérico normal. • Inexistencia de hemólisis. • Presión arterial normal o controlada con medicación. Pronóstico: La mayoría de los pacientes se recupera tras una a dos semanas. La mortalidad de la etapa aguda es 2 a 5%, casi siempre relacionada a manifestaciones extrarrenales graves (SNC o intestino). De los sobrevivientes, el 5% nunca recupera la función renal y un 30-50% presenta hipertensión arterial, proteinuria moderada y caída del filtrado glomerular en períodos variables de tiempo. En Argentina representa una causa importante de insuficiencia renal crónica, sólo superada por la uropatía obstructiva y la nefropatía por reflujo vesicoureteral. El factor que mejor predice la posibilidad de desarrollar nefropatía evolutiva es la duración del período oligoanúrico, sin embargo pacientes con diuresis conservada no están exentos de presentar secuela, por lo que todos los pacientes requieren seguimiento a largo plazo. Seguimiento a largo plazo Clínico: deberá ser semanal el primer mes, bimestral el primer semestre y luego anual si la evolución es favorable. Laboratorio: se realizará urea, creatinina, estado ácido-base, ionograma, hemograma y orina para evaluar proteinuria y microalbuminuria entre los 7 y 15 días del alta, luego al mes y cada 2 meses el primer semestre. Al año se repetirán todos los estudios. Si son normales podrá controlarse con proteinuria semestralmente y demás estudios anualmente. En cada visita se controlará la tensión arterial. Aquellos pacientes con hallazgos patológicos deberán controlarse más frecuentemente. Aquellos pacientes con filtrado glomerular normal que presentan disminución de la reserva funcional requieren un seguimiento particularmente cuidadoso. Esta situación generalmente se asocia a microalbuminuria y se detecta al estudiar el filtrado glomerular luego de una carga proteica. Duración del seguimiento: de por vida. CAPÍTULO III. PATOLOGÍA RENAL 87 Tratamiento de la nefropatía evolutiva Se indicará dieta hiposódica con aporte de proteínas ajustadas a las recomendaciones dietéticas (RDA) según edad, y en caso de proteinuria que no remite con el control proteico y/o de hipertensión arterial se administrarán bloqueantes de la angiotensina (enalapril y/o losartan). Prevención del SUH • Cocinar los alimentos de manera homogénea y uniforme (lograr una temperatura >70º C en su interior), especialmente de la carne picada. • Limpiar los cubiertos, tablas, y/o mesadas utilizados para cocinar. No utilizar los mismos utensilios (cuchillo, tenedor, cuchara, etc.) para los alimentos crudos y los cocidos. • Lavar bien frutas y verduras con agua segura. • No ingerir lácteos o jugos de fruta que no estén correctamente pasteurizados. Mantener la cadena de frío. • Es importante la rápida refrigeración de los alimentos cocidos (no mantenerlos a temperatura ambiente). • Beber y cocinar siempre con agua potable. • Higiene de manos después de evacuar y/o del cambio de pañales, antes de alimentarse y después de tocar carnes y verduras crudas. • Evitar consumir productos expendidos en la vía pública o de fabricación casera; jugos, lácteos y bebidas no pasteurizados; embutidos y quesos no debidamente controlados por la autoridad regulatoria. • Tomar precauciones en la contaminación a través del calzado con excrementos de perro ya que se ha detectado infección en estos animales. Síndrome Urémico Hemolítico Atípico: Carece de pródromo diarreico (aunque en ocasiones el factor desencadenante es un cuadro infeccioso incluyendo a la diarrea). Puede tener antecedentes familiares y presentarse en niños fuera de las edades típicas del SUH D+. Suele presentar hipertensión arterial severa y no tiene predilección estacional. Se puede acompañar de un curso prolongado o de recurrencias. El pronóstico es peor que para la forma típica (mortalidad 65%). Su etiología es muy variada, incluyendo causas infecciosas (neumococo, VIH), genéticas (deficiencia o mutación de Factor H, déficit de ADAMTS 13, alteración del metabolismo de la vitamina B12, idiopático autosómico recesivo y autosómico dominante, deficiencia de proteína cofactor de membrana, niveles bajos de C3), autoinmunitarias (síndrome antifosfolipídico, lupus eritematoso sistémico), medicamentosas (ciclosporina, tacrolimus, bleomicina, mitomicina, cisplatino, quinina) y otras (trasplantes, hipertensión arterial maligna, neoplasias). No existe un tratamiento específico. Las transfusiones con plasma fresco o plasmaféresis pueden ser beneficiosas. Puede recurrir en el transplantado renal. CONVULSIONES Definición Alteración clínica o subclínica de la función cortical secundaria a una descarga repentina, anormal y/o desorganizada de células cerebrales. Puede incluir manifestaciones clínicas motoras, sensoriales y/o fenómenos psíquicos. Las convulsiones repetidas habitualmente son referidas como epilepsia. Un análisis detallado de todas las variantes que pueden darse en este encuadre escapa al objetivo de esta publicación, por lo que nos referiremos a las cuatro entidades más importantes que el pediatra debe conocer: convulsiones febriles, convulsiones neonatales, espasmos infantiles (síndrome de West) y estado de mal epiléptico. Convulsiones febriles El National Institute of Health las define como un “evento” de la infancia o niñez que generalmente ocurre entre los tres meses y los cinco años de edad asociado a fiebre pero sin evidencia de infección intracraneal o causa definida para la convulsión. La International League Against Epilepsy considera como límite una edad de un mes a cinco años, y agrega como criterio que no debe haber padecido convulsiones neonatales. La mayoría de este tipo de convulsiones ocurre entre los seis meses y los tres años de vida con un pico de incidencia a los dieciocho meses. No hay consenso para determinar cual es la temperatura que desencadena las convulsiones, sin embargo, habitualmente ocurren entre 37,8 y 38,9 °C, siendo importante el ritmo de ascenso. Las convulsiones febriles se clasifican en “simples” y “complejas”. La convulsión febril simple se caracteriza por una actividad generalizada tónico-clónica sin formas focales, de menos de diez minutos de duración, sin recurrencia en las veinticuatro horas siguientes y que resuelve en forma espontánea. La convulsión febril compleja se caracteriza por presentar una o más de las siguientes características: convulsión focal, duración prolongada mayor de diez o quince minutos y/o recurrencia dentro de las primeras veinticuatro horas o durante el mismo cuadro infeccioso. El antecedente familiar de primer grado con convulsiones febriles constituye el factor Capítulo VI 171 Patología del sistema nervioso de riesgo más importante para la ocurrencia de convulsiones febriles. Otros factores estudiados (antecedentes neonatales, infecciones por herpes virus, desordenes neurológicos) son considerados provocadores y no de riesgo. Un tercio de los niños con convulsiones febriles repiten el episodio. La edad es el factor de riesgo más importante para la recurrencia de las mismas. Más de la mitad de los que tuvieron su primer episodio antes del año recurren dentro de los dos años siguientes. Otros factores de riesgo conocidos para la recurrencia son: antecedentes familiares, primer convulsión febril con relativa poca fiebre y múltiples convulsiones durante el mismo cuadro infeccioso. Las convulsiones febriles constituyen el antecedente más común en pacientes con epilepsia, sin embargo el riesgo de desarrollar epilepsia luego de una convulsión febril es poco claro. Los factores asociados al desarrollo posterior de epilepsia incluyen: historia familiar de epilepsia, formas complejas de convulsión febril y alteraciones tempranas del neurodesarrollo. Hasta el momento no hay estudios que demuestren un menor desarrollo intelectual de los pacientes con convulsiones febriles. Evaluación del niño con convulsión febril Debe incluir antecedentes de embarazo y perinatológicos, todo tipo de antecedentes familiares de convulsión febril y de epilepsia. Se realizará examen físico minucioso buscando signos clínicos de meningitis, déficit de foco neurológico, signos de enfermedad neurocutánea o neurometabólica, medición de perímetro cefálico. La punción lumbar, el EEG y la obtención de neuroimá- genes para el estudio de pacientes con un primer episodio de convulsión febril no está justificada. La punción lumbar deberá realizarse en pacientes con signos de irritación meníngea o mal estado general, pacientes sin foco infeccioso demostrable y en menores de 6 meses. También debe ser considerada en casos de historia de irritabilidad y letargo, convulsión prolongada focal o múltiples convulsiones en el mismo episodio febril, pacientes con tratamiento antibiótico previo, y pacientes con período post-ictal prolongado o déficit neurológico focal. Siempre se deberá realizar el diagnóstico diferencial con meningitis y encefalitis herpética. Previo a la realización de una punción lumbar se efectuará ecografía cerebral o tomografía de cerebro para descartar hipertensión endocraneana. En todos los casos deberá valorarse internación del paciente. Tratamiento Existen dos situaciones distintas según se trate de un niño que consulta en curso de una convulsión febril o que consulte inmediatamente después de haberla sufrido. En el primer caso, se mantendrá vía aérea permeable, y se administrará oxígeno 100% por máscara, diazepam (0,1-0,5 mg/kg/dosis) o lorazepam (0,1-0,25 mg/kg/dosis) intravenoso o intra-rectal, en forma lenta, hasta que cese la convulsión. Se reducirá la temperatura por medios físicos y farmacológicos. En el segundo caso, se cumplirán los pasos a partir del examen clínico y de acuerdo a ello se decidirá la conducta terapéutica a seguir. Se derivará al neurólogo a aquellos pacientes con edad menor de 6 meses o mayor de 6 años, con convulsiones febriles complejas y/o mala respuesta terapéutica. Diagnóstico diferencial y valor del EEG en la urgencia Nos referiremos a las convulsiones febriles complejas. Un 25% de los casos de estado de mal epiléptico comienzan como una convulsión febril compleja. La aparición de una hemiparesia residual puede corresponder a 172 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores un síndrome de hemiconvulsión-hemiparesia que ocurre luego de un estado de mal epiléptico, en estos casos el electroencéfalograma muestra una asimetría en las ondas cerebrales del hemisferio contralateral a la hemiparesia. Está indicada la administración de corticoides para reducir el edema cerebral, con el objeto de evitar la evolución hacia una atrofia y organización de un foco epileptógeno definitivo (hemiconvulsiónhemiparesia). En un grado menor, puede observarse un foco de ondas lentas en áreas posteriores del hemisferio contralateral que merece control de su evolución ya que puede derivar en un futuro foco de espigas. Por último, debe descartarse también mediante EEG la presencia de paroxismos eléctricos focales con características periódicas o seudoperió- dicas que hagan sospechar el diagnóstico de encefalitis herpética. Tratamiento preventivo de las convulsiones febriles La Academia Americana de Pediatría recomienda el uso de diazepam intrarectal en dos situaciones: en pacientes febriles previo al comienzo de la convulsión y tan pronto como esta comience. Otra alternativa posible es indicar diazepam vía oral a 0,5 mg/kg/día durante tres días corridos a partir del inicio de la fiebre, conjuntamente con el tratamiento antipirético. Sin embargo no existe evidencia que el tratamiento intermitente con diazepam sea efectivo para la prevención de convulsiones febriles recurrentes. Por otra parte, el uso de esta droga puede producir modificaciones neurológicas (ataxia y somnolencia) que interfieren con el examen físico del paciente. Es recomendable entrenar a los padres en el manejo de la fiebre y la indicación de antitérmicos con temperatura axilar superior a 37,5 °C, aunque esta medida tampoco disminuye la recurrencia de las convulsiones febriles mejora el bienestar del paciente. Aunque algunos estudios mostraron reducción en la tasa de recurrencia de convulsiones febriles mediante el uso de drogas antiepilépticas (fenobarbital, primidona, ácido valproico), no existe suficiente evidencia que avale su uso rutinario. Síndrome de “convulsión febril plus” Este síndrome comprende un espectro de fenotipos de convulsiones febriles, el más común son niños con convulsiones febriles múltiples en niños mayores de 6 años. Otros fenotipos incluyen convulsiones febriles con ausencias y convulsiones febriles con crisis mioclónicas. Este síndrome epiléptico tiene una base genética y se hereda en forma autosómica dominante. Convulsiones neonatales En Estados Unidos de América se estima que la incidencia de convulsiones neonatales es aproximadamente 0,15 % en recién nacidos en los primeros cuatro días de vida y 0,3 % en el primer mes de vida. Es la manifestación más frecuente, y habitualmente la única, de una enfermedad neurológica grave en el recién nacido. Su pronóstico es reservado en la mayoría de los casos, sobre todo si fueron secundarias a asfixia perinatal, que es la causa más frecuente. Justamente, la causa de las convulsiones es el principal factor pronóstico en cuanto al desarrollo neurológico. Puede originarse por el efecto directo de la hipoxia o del edema cerebral asociado, también puede ser resultado de hipertensión endocraneana causada por el aumento del flujo sanguíneo cerebral secundario a hipercapnea. Todo esto también puede originar hemorragia intracraneana, especialmente en los prematuros, la cual también puede ser causa de nuevas convulsiones. CAPÍTULO VI. PATOLOGÍA DEL SISTEMA NERVIOSO 173 Otras causas incluyen alteraciones metabó- licas (hipoglucemia, hipocalcemia, hipomagnesemia, hiperamoniemia, déficit de piridoxina) e infecciones. Una rápida terapéutica es imprescindible para evitar un mayor daño cerebral no sólo por la causa de orígen sino por el círculo vicioso “hipoxia-convulsión-hipoxia” que puede perpetuar una crisis aumentando el efecto deletéreo de la primera. El diagnóstico diferencial debe incluir electroencefalograma en las primeras horas y, si fuera posible, estudio poligráfico de sueño y ecografía cerebral. La punción lumbar debe ser rutinaria. Se extraerá muestra sanguínea para estudio del medio interno y en caso de duda diagnóstica para estudio neurometabólico (aminoácidos orgánicos, biotinidasa, amonio, ácido láctico, entre otros). Descartadas las causas metabólicas, el tratamiento de elección es el fenobarbital (10-20 mg/kg/dosis) intravenoso, disminuyendo luego de 36 horas a una dosis de mantenimiento de 5 mg/kg/día, en una o dos dosis diarias. Si las crisis no ceden, la difenilhidantoína es la droga más utilizada (10-20 mg/kg/dosis). En crisis clónicas prolongadas que no responden al tratamiento habitual debe considerarse la administración de piridoxina (50 mg por vía intravenosa); en caso de obtener una respuesta favorable se deberá 174 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores Focales Multifocales (fragmentarias o anárquicas) Hemiconvulsivas Generalizadas o focales Movimientos oculares anormales. Desviación tónica de los ojos con o sin movimientos nistagmoideos. Movimientos faciales anormales. Parpadeos rápidos. Movimientos masticatorios y bucolinguales. Automatismos (natatorio, "pedaleo", "chupeteo"). Temblores leves en los miembros. Apneas. Salivación excesiva. Cambios autonómicos. Movimientos clónicos irregulares que afectan uno o los dos miembros del mismo lado del cuerpo. Cuando son rítmicas tienen una fase rápida seguida de una corta. No son estímulo-sensibles Afectan tanto los miembros como la cara. Cambian rápidamente de lugar sin seguir ninguna regla establecida; no jacksoniana (por eso el nombre de anárquicas) Las convulsiones envuelven un solo lado de cuerpo Consisten en extensiones de los 4 miembros pero pueden simular la posición de decorticación con los miembros superiores flexionados y los inferiores en extensión. A veces interrumpidas por movimientos clónicos o temblores. Puede haber desviación tónica de los ojos, apnea y cianosis. Contracciones breves, masivas, únicas o múltiples. En general en flexión. Más comunes en los miembros superiores. Raras en el recién nacido Sutiles o Mínimas Clónicas Tónicas Mioclónicas Tonicoclónicas Tipo de convulsión Signos clínicos TABLA VI.1.1. Formas más frecuentes de las crisis convulsivas del recién nacido (Tomado de: Fejerman N, Medina C. Convulsiones en la infancia, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1986) diferenciar si se trata de deficiencia o dependencia de piridoxina. Si se dispone de asistencia respiratoria mecánica podrá utilizarse tiopental (10 mg/kg/dosis) intravenoso, pudiéndose intentar previamente lorazepam (0,05-0,1 mg/kg/dosis). • SÍNDROME DE WEST El síndrome de West comprende 1 a 10 % de los casos de epilepsia en niños entre 0 y 15 años de edad, con una incidencia estimada de 1:4000 a 1:6000 nacidos vivos. Si se excluyen las convulsiones neonatales y febriles es la forma más frecuente y grave de encefalopatía epiléptica. Aparece generalmente antes de los 2 años de edad con un pico entre los 4 y 6 meses. Ha sido clasificado de acuerdo al conocimiento de su causa como sintomático en el 68% de los casos, no sintomático (con causa, pero ésta no es conocida) en el 24% e idiopático en el 8% de los casos. Entre las formas secundarias del síndrome se encuentran: • Genéticas: síndromes neurocutáneos como la esclerosis tuberosa, ligadas al cromosoma X, etc. • Cromosómicas: distintas cromosopatías entre ellas el síndrome de Down • Metabólicas: déficit de piridoxina, enfermedad de Menkes, enfermedades mitocondriales, fenilcetonuria, déficit de biotinidasa, acidemia propiónica, enfermedad de Hurler, entre otras enfermedades metabólicas • Malformaciones del sistema nervioso central, trastornos de la migración neuronal, displasias corticales • Adquiridas: posterior a infecciones del sistema nervioso central, hipoxia cerebral, tumores del sistema nervioso central • Infecciones prenatales: citomegalovirus, rubéola, toxoplasmosis Clínicamente se caracteriza por la tríada de espasmos infantiles, hipsarritmia y deterioro del desarrollo psicomotor a partir del comienzo de las convulsiones. Otras manifestaciones incluyen irritabilidad, llanto y desinterés por los alimentos. Los espasmos se presentan como “salvas” de contracciones tónicas breves, generalmente en flexión del tronco y cabeza y extensión de extremidades. Los episodios suelen ser más manifiestos en las horas de la mañana o cuando el niño se adormece. Es frecuentemente confundido con “cólicos abdominales”. El electroencefalograma muestra una severa anormalidad conocida como hipsarritmia, con atenuaciones del voltaje durante el sueño. Debe considerarse que al inicio de la enfermedad el electroencefalograma en vigilia puede ser normal, por lo cual se aconseja realizarlo siempre bajo sueño con distintos estímulos para modificar la profundidad del mismo con el fin de favorecer la aparición de hipsarritmia. El plan de estudios debe incluir, además, una adecuada descripción de las crisis y de la evolución del niño desde que comenzaron los espasmos, examen neurológico completo, investigar infecciones perinatales, examen de piel con lámpara de Wood, fondo de ojo, estudio neurometabólico y resonancia magnética nuclear. Se debe diferenciar del síndrome de Fejerman y Lombroso (1977) conocido como “Mioclonías benignas de la infancia temprana”, que tiene episodios similares pero el electroencefalograma es normal y el desarrollo psicomotor es normal en todos los casos. Existe falta de consenso sobre el manejo inicial del síndrome de West. Una alternativa es el tratamiento inicial con piridoxina, evaluando su respuesta clínica y de electroencefalograma a las 72 hs. De no obtener respuesta favorable, el tratamiento de elección es vigabatrin (100-150 mg/kg/día); de no responder al mismo, una alternativa es ACTH CAPÍTULO VI. PATOLOGÍA DEL SISTEMA NERVIOSO 175 3-5 UI/kg/día durante 15 días, pudiendo asociarse cualquier droga anticonvulsionante mayor y una benzodiazepina. La respuesta terapéutica y la evolución clínica del paciente con síndrome de West depende de su causa, siendo en general más favorable en las formas idiopáticas. Sin embargo, se ha observado en algunas causas de síndrome de West secundario una rápida respuesta a la medicación con buen pronóstico epiléptico y neurológico. Otras alternativas terapéuticas incluyen el topiramato, usado con buenos resultados tanto solo como asociado a vigabatrin. En algunos casos de resistencia terapéutica y con identificación de una alteración estructural del sistema nervioso correlacionable se puede optar por una alternativa quirúrgica. Los niños tratados con ACTH no deben recibir vacuna antipoliomielítica a virus vivos y se sugiere la utilización de cuádruple bacteriana acelular (DPTa+Hib). • ESTADO DE MAL EPILÉPTICO Se denomina así a la convulsión prolongada o al estado con convulsiones repetitivas, sin recuperación de la conciencia entre cada una, durante un período de 30 minutos o más. La formas clínicas más frecuentes son las convulsiones tónico-clónicas generalizadas; otras formas descriptas son las ausencias y convulsiones parciales complejas. Se denomina estado de mal epiléptico refractario a aquel que no responde al tratamiento luego de 30-90 minutos de tratamiento, según el algoritmo terapéutico que se utilice. Su implicancia clínica radica en el consumo metabólico, la hipoxia y el edema cerebral secundario. También se observa el compromiso de las funciones vitales y riesgo de muerte. 176 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores Control signos vitales, asegurar vía aérea, oxigeno 100%, examen físico breve, medir glucemia, guardar muestra de sangre para estudio, colocar hidratación parenteral Si no cede Lorazepam 0,05 a 0,1 mg/kg/dosis o diazepam 0,5 mg/kg/dosis IV. En caso de no contar con acceso IV se puede utilizar midazolam 0,1 a 0,2 mg/kg/dosis o diazepam 0,5 a 0,75 mg/kg/dosis intrarrectal Si no cede Repetir la benzodiazepina elegida en igual dosis. Piridoxina 200 mg IV en menores de 2 años Si no cede Difenilhidantoína 20 mg/kg/dosis IV Valorar internación en Terapia intensiva pediátrica Si no cede Dexametasona 0,5 mg/kg/dosis IV Si no cede 0 5 10 15 20 TABLA VI.1.2.Guía para el tratamiento del Mal Epiléptico * Tiempo desde el inicio Conducta (en minutos) Lorazepam: una revisión sistemática reciente determinó que el lorezepam endovenoso presenta la misma eficacia que el diazepam administrado por la misma vía, y además tendría menor incidencia de efectos adversos. Difenilhidantoína: Dosis 20 mg/kg IV. El ritmo de infusión no debe superar 1 mg/kg/minuto por el riesgo de hipotensión, bradicardia y arritmias. Se diluye en solución fisiológica 10-20 mg/ml. Midazolam: Dosis 0,5 mg/kg IV lento. Si persiste la convulsión se utiliza en infusión continua a razón de 1-18 µg/kg/minuto. Además, en caso de no contar con una vía venosa, existe la posibilidad de la administración bucal durante la crisis. Fenobarbital: Dosis 20 mg/kg IV lento, sin superar los 100 mg por minuto. VI.2. COMAS El coma o pérdida de la conciencia, es el estado en que el paciente “no obedece órdenes, no pronuncia palabra y no abre los ojos” (Jennett-Teasdale). La utilización en la práctica diaria de la palabra “coma” con cierta ligereza, y aún ampliar su alcance mediante adjetivos como “coma superficial”, “coma profundo”, etc., llevará indefectiblemente a error. Por otra parte, estas calificaciones impiden comparar gravedad entre distintos pacientes. El coma es un diagnóstico funcional que implica la pérdida de la conciencia y sus manifestaciones clínicas. Por ello deben evaluarse también otras anormalidades en las funciones del sistema nervioso central como reacción pupilar, movimientos oculares y reflejos oculares, respuestas motoras y ritmo respiratorio. Estas funciones proporcionan información útil sobre lesiones subyacentes, pero no siempre existe correlación entre estas anormalidades y la profundidad del coma. Alteraciones parciales de la conciencia Existen estados en los cuales la afectación de la conciencia no es completa. Se los denomina alteraciones parciales de la conciencia o estados de respuesta reducida (obnubilación, confusión y estupor). La conciencia es el completo reconocimiento que posee un individuo de sí mismo y de lo que lo rodea. Tiene dos componentes clínicos explorables: el contenido y la reactividad. El primero se refiere al contenido psíquico e intelectual, o sea la capacidad de relación e interacción con el medio ambiente. La reactividad que se vincula con la capacidad de “despertar” o “ponerse alerta” es CAPÍTULO VI. PATOLOGÍA DEL SISTEMA NERVIOSO 177 Traslado a Terapia intensiva, intubación endotraqueal y asistencia respiratoria mecánica. Fenobarbital 20 mg/kg IV Si no cede Midazolam 0,15 a 0,3 mg/kg dosis en bolo IV, seguido de infusión IV de 1 a 2 µg/kg/minuto Si no cede Anestesia general con barbitúricos o halotano y bloqueadores de la unión mioneural 30 40 60 * Tomado de Caraballo H y Fejerman N. Estado de mal epiléptico o status epilepticus. En Fejerman, Fernandez Alvarez. Neurología pediátrica. Buenos Aires, Ed. Panamericana; 2007: 649-53 llamada inespecífica. La reactividad específica es la que se traduce en respuestas motoras y vegetativas ante los estímulos externos. La distinta intensidad en que se afecta uno u otro componente repercutirá en el restante, progresando hasta la ausencia de ambos o coma. Aunque pueden afectarse ambos simultáneamente, si la patología causante es progresiva desde cortical a subcortical (formación reticular activadora del tronco del encéfalo), el primero en afectarse será el contenido, hasta finalmente afectar la reactividad. Evaluación Se debe precisar la duración del coma, ya que éste es un elemento importante para elaborar un pronóstico de morbimortalidad. La evaluación inicial del paciente en coma implica el control de signos vitales y establecer el grado de compromiso de la conciencia. El nivel de conciencia no sólo es importante como índice de gravedad de la lesión cerebral, sino que, las determinaciones repetidas del estado de conciencia son la base del control del paciente. El control del paciente debe ser continuo, por lo cual es necesario contar con un sistema de evaluación estandarizado, pasible de ser utilizado por distintos observadores. Esto permite no sólo reconocer inmediatamente el estado del paciente en un momento dado, sino también como éste se relaciona con su situación previa en las últimas horas o días. Para esto fue diseñada, en el Institute of Neurological Sciences de Glasgow (Jennett y Teasdale, 1974), una escala de evaluación de la conciencia que hoy en día es utilizada en la mayoría de los centros de atención de pacientes críticos de origen traumático (para los cuales originalmente fue pensada) y no traumático. Teniendo en cuenta las diferencias existentes entre adultos y niños, se realizaron adaptaciones de esta escala para ser utilizadas en pacientes pediátricos. Una de ellas, propuesta por Simpson y Reilly del Hospital de Niños de Adelaida (Australia), es a nuestro juicio la más simple y confiable. Esta escala tiene una puntuación que va de un mínimo de 3 a un máximo de 15, según la edad. Según dicen los autores “en el intervalo de 3 a 15 no existe punto alguno que permita discernir en forma absoluta entre los pacientes en coma y los que tienen una capacidad de respuesta mayor”. Sin embargo la suma de todas las combinaciones que alcancen 8 o menos, y ninguna de aquellas que superen 9, definen al coma. 178 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores Obnubilación (afectación parcial leve) Confusión (afectación parcial moderada) Estupor (afectación parcial máxima) Reducida + Somnolencia que alterna con irritabilidad Reducida ++ Somnolencia muy acentuada Cumple ordenes con dificultad Reducida +++ Solo respuesta a estímulos dolorosos intensos Vigilia Respuesta reducida Coma TABLA VI.2.1.Alteraciones parciales de la conciencia Estado Contenido Reactividad Reducido + Habla orientada o confusa Pensamiento lento Percepción levemente alterada Reducido ++ Desorientación temporoespacial Palabras inapropiadas Reducido +++ Ausencia de sonidos o contenidos incomprensibles Por otra parte esta escala orienta sobre la necesidad de tratamiento más o menos intensivo, aunque no sustituye una completa exploración neurológica. Etiología Los estados de coma pueden dividirse, según sea la causa, en estructurales y no estructurales. Al mismo tiempo, los estructurales pueden dividirse en traumáticos y no traumáticos. Estas divisiones sólo tienen un sentido orientador, ya que sabemos que las causas orgánicas pueden involucrar en algunos momentos trastornos metabólicos aunque sólo sea a nivel celular, y que cualquier coma “metabólico” es pasible de transformarse en estructural si la noxa supera los distintos mecanismos homeostáticos del sistema nervioso central. No obstante, existe una situación patológica que acompaña a casi todas las causas, sean traumáticas o no, que es el edema cerebral. Referirnos detalladamente a él escapa a las finalidades de este texto, pero deberá ser siempre tenido en cuenta. CAPÍTULO VI. PATOLOGÍA DEL SISTEMA NERVIOSO 179 (5 años) (mayor de 12 meses) (6-12 meses) (menor de 6 meses) (mayor de 2 años) (6 meses-2 años) (menor de 6 meses) 0-6 meses 6-12 meses 1-2 años 2-5 años > 15 años 4 3 2 1 5 4 3 2 1 6 5 4 3 2 1 9 11 12 13 15 Respuesta de apertura ocular Espontánea A la voz Al dolor Nula Respuesta verbal Orientada Palabras Vocaliza Llanto Nula Respuesta motora Obedece órdenes Localiza el dolor Defensa al dolor Flexión al dolor (decorticación) Extiende al dolor (descerebración) Nula Mejor puntaje esperado según la edad TABLA VI.2.2. Escala de evaluación de la conciencia adaptada a pacientes pediátricos (Jennett y Teasdale, modificado por Simpson y Reilly, 1982) Condición Puntuación Diagnóstico A. ANAMNESIS: Debe considerarse circunstancias de aparición (sin causa aparente, posttraumatismo), forma de comienzo (brusca, gradual), signos y síntomas acompañantes (especialmente aquellos que sugieren hipertensión endocraneana), antecedentes de enfermedades previas y su tratamiento, antecedentes recientes de cefaleas, debilidad focal o pérdida de conciencia. B. EXAMEN FÍSICO: Incluye la evaluación del estado de conciencia, ritmo respiratorio, ritmo y frecuencia cardiaca, tensión arterial, tamaño y reactividad pupilar, movimientos oculares y función motora. Es importante buscar signos de traumatismo, de uso de drogas y de infección del sistema nervioso central. 180 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores Traumáticas (accidentales o no) Abscesos; empiemas Hemorragias; trombosis; vasculitis Tumores Hidrocefalias Encefalopatía hipóxico-isquémica Infecciones del sistema nervioso central Encefalopatía hipertensiva Alteraciones metabólicas Sindrome urémico- hemolítico Intoxicaciones Convulsiones y estado postictal ESTRUCTURALES NO ESTRUCTURALES TABLA VI.2.3. Etiología del coma Manifestaciones clínicas posibles Cefaleas Afectación estado de la conciencia Afectación signos vitales Afectación función respiratoria Alteración pupilar Focalización neurológica Papiledema Rigidez espinal Convulsiones Etiología-patogenia Vasogénico Citotóxico Intersticial TABLA VI.2.4. Tipos de edema cerebral Trauma craneal Proceso expansivo Infección sistema nervioso central Patología vascular cerebral Hipoxia Hipoxia-isquemia Metabólico Hidrocefalia Pseudotumor CAPÍTULO VI. PATOLOGÍA DEL SISTEMA NERVIOSO 181 Cerebro anterior-diencéfalo (bilateral) Mesencéfalo (techo) Protuberancia (cara anterior) Protuberancia (inferior) Bulbo Respiración periódica de Cheyne- Stokes Hiperventilación central Apneica En salvas Atáxica TABLA VI.2.5. Evaluación del ritmo respiratorio en el paciente en coma. Modificado de Plum y Posner, 1973 Tipo Respiratorio Características Nivel lesional Reactividad a la luz + + +/- - - - Otros Ptosis Hippus Ptosis Parálisis VI par Tamaño Miosis unilateral Miosis bilateral Miosis puntiforme Intermedias (4-5 mm) Midriasis unilateral Midriasis bilateral TABLA VI.2.6. Evaluación del tamaño y reactividad pupilar. Modificado de Plum y Posner, 1973 Nivel lesional Hipotálamo o bulbo homolateral Diencéfalo Protuberancia Mesencéfalo III par periférico III par central (extranuclear) (+) Normal esperada (-) Ausente Diencéfalo Afectación Mesencéfalo Protuberancia alta TABLA VI.2.7. Evaluación de la motilidad ocular Respuesta clínica Nivel anatómico REFLEJOS OCULOCEFÁLICOS C. EXÁMENES COMPLEMENTARIOS: Se solicitarán en forma inmediata glucemia, uremia, hemograma, hepatograma, ionograma, estado ácido-base, dosaje de drogas en orina, electrocardiograma y tomografía computada. En forma programada se requerirán estudio de coagulación, amoniemia, lactacidemia, examen de líquido cefalorraquídeo (según la sospecha clínica), monitoreo de presión intracraneana, electroencefalograma, resonancia magnética nuclear, angiorresonancia y potenciales evocados. El examen de líquido cefalorraquídeo deberá realizarse luego de descartarse hipertensión endocraneana. Tratamiento Se tomarán medidas iniciales, orientadas a impedir una mayor agresión del sistema nervioso central. • Asegurar vía aérea permeable. Garantizar oxigenación adecuada, por medio de máscara, bolsa o incluso intubación endotraqueal. • Asegurar vía venosa tanto para la administración de drogas como para medir presión venosa central. • Mantener adecuado estado hemodiná- mico que asegure un flujo plasmático cerebral y renal eficiente. • Monitorear signos vitales y tensión arterial (en casos necesarios vía arterial para medir tensión arterial media) • Sonda nasogástrica • Sonda vesical • Administrar glucosa para mantener una glucemia que asegure un aporte adecuado al sistema nervioso central. Si es necesario corregir los trastornos electrolíticos. • Mantener temperatura corporal dentro de límites fisiológicos. 182 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores (+) Normal esperada (-) Ausente Diencéfalo Afectación Mesencéfalo Protuberancia alta Afectación Protuberancia baja Bulbo alto REFLEJOS ÓCULOVESTIBULARES Agua fría Agua fría Agua caliente Agua fría LOCALIZACION DE LA LESION Supratentorial y/o diencefálica poco severas Supratentorial diencefálica severa Protuberancial Ponto-bulbar RESPUESTA MOTORA Flexión de brazos con o sin extensión de piernas (postura de decorticación) Extensión de brazos y piernas (postura de descerebración) Extensión de brazos con flexión de piernas Flaccidez difusa con respuesta leve o sin ella TABLA VI.5.1. Evaluación de la función motora • Colocar la cabeza en la línea media y elevar 30° con respecto al plano de la cama (para disminuir la posible hipertensión endocraneana). • Si la hipertensión endocraneana no es significativa, la utilización de los corticoides continúa siendo de elección. Se administrará dexametasona (0,3-1 mg/kg/día en tres dosis intravenosas, durante no más de 72 horas). Si la evolución marca un empeoramiento rápido y la hipertensión endocraneana se incrementa en forma severa, se utilizará manitol (0,25-1 g/kg/dosis en goteo durante media hora, cada 6 horas). Si se cuenta con una unidad de cuidados intensivos que PÚRPURA TROMBOCITOPÉNICA INMUNITARIA Definición La púrpura trombocitopénica inmunitaria (PTI) es un trastorno hemorragíparo adquirido por importante disminución del número plaquetario (menos de 100.000/ mm3 ) debida a excesiva destrucción en la circulación, y en ausencia de otras causas o desórdenes que puedan asociarse con trombocitopenia. Es la principal causa de trombocitopenia aguda en niños de ambos sexos, manifestándose a cualquier edad con un pico de incidencia entre los 2 y 5 años. Etiopatogenia Se considera PTI primaria ante la ausencia de causa inicial o subyacente obvia, y PTI secundaria a todas las formas de trombocitopenia mediadas por un mecanismo inmune asociado a alguna patología reconocible (incluye trombocitopenias secundarias a enfermedad subyacente, exposición a drogas, enfermedades autoinmunes, etc.). Aunque su patogenia no es bien conocida, la PTI aguda sería consecuencia de una alteración en la respuesta inmunitaria que induciría la formación de autoanticuerpos dirigidos contra antígenos de la membrana plaquetaria. La PTI crónica seria secundaria a la formación de autoanticuerpos antiplaquetarios contra la glicoproteina IIb-IIIa. Con frecuencia existe el antecedente de enfermedad viral o inmunización con virus vivos atenuados en las 4-6 semanas precedentes. La PTI aguda (70-80% de los casos) es autolimitada, y la crónica puede presentarse en forma recidivante. CAPÍTULO XI. PATOLOGÍA HEMATO-ONCOLÓGICA 361 Clasificación Actualmente se reconocen las siguientes formas de evolución de la enfermedad: 1. PTI de reciente diagnóstico (50% de los casos): presenta remisión completa (3 recuentos mayores a 100.000/mm3 ) antes de los 3 meses de evolución. 2. PTI prolongada (30% de los casos): persiste un recuento plaquetario menor a 100.000/mm3 durante 3 a 12 meses. 3. PTI crónica (20% de los casos): recuentos plaquetarios menores a 100.000/ mm3 luego de 12 meses de evolución (20- 50% de estos pacientes alcanza remisión completa luego de años de evolución). 4. PTI recidivante (2-4% de los casos): disminución del recuento plaquetario a menos de 100.000/mm3 luego de haber alcanzado remisión completa sostenida durante meses o años. 5. Muerte (0,2% de los casos): por sangrado de órganos vitales, casi excluyentemente hemorragia intracraneana. Diagnóstico A. ANAMNESIS: Se deberá investigar antecedentes de infecciones recientes (catarro de vías aéreas superiores, rubéola, sarampión, varicela, mononucleosis infecciosa, parotiditis, etc.), inmunodeficiencias congénitas o adquiridas (HIV), inmunizaciones previas con vacunas a virus vivos atenuados, e ingesta de fármacos. Se interrogará acerca del comienzo brusco o insidioso de las manifestaciones purpúricas, si fueron espontáneas o secundarias a traumatismo, y síntomas acompañantes. Habitualmente no existen antecedentes familiares de patología hematológica. B. EXAMEN FÍSICO: El cuadro clínico se caracteriza por la aparición brusca de manifestaciones hemorrágicas en un niño previamente sano. Los hallazgos físicos incluyen petequias y lesiones purpúricas que suelen presentarse en tórax, cara anterior de miembros inferiores, nalgas y prominencias óseas. También puede presentar sangrado por mucosas, epistaxis, gingivorragia, enantema, hemorragia digestiva o intracraneana, hematuria y metrorragia. El examen físico no revela otros datos positivos, a excepción de esplenomegalia leve en 10% de los casos. C. EXÁMENES COMPLEMENTARIOS: 1. Hemograma: trombocitopenia de grado variable (menor a 100.000 plaquetas/mm3 con una media de 15.000/mm³). Puede aparecer anemia normocrómica con reticulocitosis si hubo hemorragia visceral. Tambien se solicitará, de considerarse necesario, extendido de sangre para evaluar características plaquetarias, coagulograma básico y prueba de Coombs directa. 2. Serología viral: las determinaciones mínimas a realizar serán pesquisa de virus Epstein Barr y HIV. 3. Punción de médula ósea: Suele ser de resultado normal, con megacariocitos en cantidad normal o aumentada, y predominio de formas inmaduras. Puede obviarse si el hemograma es normal y el paciente no recibe tratamiento con corticoesteroides. Debe realizarse si a los 15 días el recuento plaquetario se mantiene en valores similares a los del momento del diagnóstico. 4. Estudio de colagenopatías: debe realizarse en forma rutinaria en todo paciente mayor de 10 años. 5. Otros: De ser necesario se podrán realizar otros estudios especializados valorando la ultraestructura y función plaquetaria, IgG antiplaquetaria y complementemia. 362 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores Diagnósticos diferenciales Trombocitopenia con anemia o leucopenia: descartar fundamentalmente leucemia aguda y aplasia medular. Trombocitopenia aislada: descartar enfermedades de base, principalmente lupus, HIV, mononucleosis infecciosa, linfoma no Hodgkin. También considerar los síndromes de insuficiencia medular (trombocitopenia amegacariocitica congénita, trombocitopenia con ausencia de radio, anemia de Fanconi, aplasias medulares adquiridas o constitucionales) y las trombocitopenias hereditarias. Evolución y pronóstico La edad es el principal factor pronóstico. En menores de 1 año la enfermedad suele breve y con muy elevada proporción de remisión (aproximadamente 90%), mientras que en mayores de 9 años la enfermedad se vuelve crónica en más del 50% de los casos. Tratamiento PTI de reciente diagnóstico: El tratamiento inicial consiste en medidas generales tendientes a disminuir el riesgo de hemorragias severas. Recibirán tratamiento activo aquellos pacientes con recuento plaquetario ≤ 20.000/mm³ y sangrado activo, debido a mayor riesgo de complicaciones. Las opciones terapeúticas incluyen: • Inmunoglobulina IV (IgG IV): 0,8 g/kg dosis única, o 1 g/kg/día por 2 días consecutivos. • Corticoides (previa punción de médula ósea): - Prednisona oral: 1-2 mg/kg/día por 2 a 3 semanas, o 4mg/kg/día por 4 días consecutivos. - Metilprednisolona IV: 30 mg/kg/día por 2 o 3 días consecutivos. • Inmunoglobulina anti-D IV: 50-70 µg/kg dosis única (preferentemente en adolescentes de sexo femenino, en niños con HIV y exclusivamente en pacientes Rh positivos). PTI prolongada y crónica: Serán pasibles de tratamiento los pacientes cuyos recuentos plaquetarios se mantengan sostenidamente por debajo de 30.000/mm3 . El mismo podrá incluir: • Esplenectomía: es el tratamiento de elección, que deberá realizarse en lo posible después de los 5 años de edad (idealmente después de los 10 años de edad) y luego de evaluar riesgos y beneficios del procedimiento. • Rituximab: 375 mg/m2 /dosis, una vez por semana durante 4 semanas. En pacientes con alto riesgo de esplenectomía (menores de 6 años), cuando ésta no fue efectiva o en caso de considerarse conveniente posponerla o no realizarla. Si los tratamientos previos están contraindicados o fracasaron, y persisten recuentos plaquetarios menores a 15.000/mm3 o CAPÍTULO XI. PATOLOGÍA HEMATO-ONCOLÓGICA 363 TABLA XI.4.1. Criterios diagnósticos de Púrpura Trombocitopénica Inmunitaria Síndrome purpúrico con trombocitopenia (recuento plaquetario menor de 100.000/mm³). Ausencia de enfermedad infecciosa aguda concomitante. Ausencia de patología sistémica de base. Megacariocitos normales o aumentados en médula ósea (o remisión completa espontánea o inducida por el tratamiento con inmunoglobulina G endovenosa, en aquellos en los que no se realizó punción de médula ósea). hemorragias graves, pueden intentarse las siguientes medidas terapéuticas: • Inmunoglobulina anti-D intravenosa: 50-75 µg/kg, dosis única (sólo en pacientes Rh positivos). • IgG-IV: 0,8 g/kg dosis única, o 1g/kg/día, por 2 días consecutivos. • Pulsos periódicos de corticosteroides: - Metilprednisolona IV: 30 mg/kg/día, por 2-3 días consecutivos. - Prednisona oral: 4 mg/kg/día, por 4 días consecutivos. - Dexametasona oral: 20-40mg/m2 /día, por 4 días consecutivos. Tratamientos alternativos incluyen el uso de vincristina, vinblastina, danazol, azatioprina, ciclosporina A, ciclofosfamida y alfa interferón, que será decidido por el especialista. Tratamiento de emergencia: Frente a hemorragias con riesgo inmediato de vida (sangrado intracraneal, abdominal, etc.) deben tomarse las siguientes medidas en forma simultánea: • IgG-IV: 1g/kg/día, por 1- 2 días consecutivos. • Metilprednisolona: 30 mg/kg/día IV, por 2-3 días consecutivos. • Transfusión continua de concentrado plaquetario a razón de 1 unidad/hora. • Esplenectomía de urgencia. • Cirugía en el sitio de sangrado, si es necesaria y factible. Complicaciones La hemorragia intracraneana es la complicación más severa de la PTI, con una incidencia del 0,2 %. Su prevención es uno de los motivos principales para adoptar alguna conducta terapéutica activa.disponga de monitor de la presión intracraneana, el manitol será administrado sólo en el momento en que aumente la presión intracraneana. Otras medidas para controlar la hipertensión endocraneana incluyen hiperventilación e hipotermia. QUEMADURAS Son lesiones que producen alteración en la estructura tisular. Pueden ser ocasionadas por agentes físicos (calor, frío, electricidad, radiaciones), químicos (ácidos, álcalis) o biológicos (insectos, plantas, moluscos). Como consecuencia de la injuria se produce aumento de la permeabilidad vascular que genera pérdida de proteínas, agua y electrolitos en el sitio de lesión, generando edema local. Si la pérdida de líquido intravascular es importante se produce hipovolemia que genera alteraciones hemodinámicas, metabó- licas y del medio interno, pudiendo generar fallo renal, hepático, pulmonar o cardíaco, siendo el fallo multiorgánico una de las principales causas de muerte en estos pacientes. Clasificación Se clasifican de acuerdo a la profundidad y a la extensión, y en base a ambas se determina la gravedad y el manejo. A. SEGÚN LA PROFUNDIDAD (BENAIM) Tipo A(superficial o de primer grado): Hay destrucción de la epidermis, es de color rosado por aumento de la permeabilidad vascular y muy dolorosa. Puede presentar eritema, flictenas y ampollas superficiales. La recuperación habitualmente es total, dentro de 7 a 10 días. Tipo A-B (intermedia o de segundo grado): Compromete dermis y epidermis, es de color rojizo o blanquecino según comprometa dermis superficial o profunda, puede tener aspecto ampollar. Sólo se conservan algunos folículos pilosos y glándulas. Hay hipoestesia. Pueden curar por reepitelización en 14 a 21 días o profundizarse y requerir injerto. Tipo B (profunda o de tercer grado): Destrucción total de la piel, con afectación de músculos, tendones y paquetes vasculonerviosos, es de aspecto acartonado blanco o negro. Hay anestesia. Nunca curan espontáneamente, necesitan ser injertadas. B. SEGÚN LA EXTENSIÓN: Se considera que la palma de la mano y los dedos representan el 1% de la superficie corporal. Esta regla de la palma de la mano puede aplicarse en caso de quemaduras menores. En quemaduras más extensas se puede recurrir a la “regla de los nueves”, aplicable desde los 12 años hasta adultos, en la cual a cada segmento quemado le corresponde un 9% (o múltiplo de 9) de la superficie corporal. Se debe tener en cuenta que, en relación a la superficie de la cabeza, se calcula 1% más por cada año menos de edad por debajo de los 12 años, llegando al 19% en niños de 1 año. El porcentaje agregado a la cabeza se resta del tronco y los miembros inferiores. C. SEGÚN LA GRAVEDAD: La misma se determina de acuerdo a la extensión y la profundidad. CAPÍTULO XII. PATOLOGÍA QUIRÚRGICA 387 FIGURA XII.4.1. Contribución de los diferentes segmentos a la superficie corporal Diagnóstico A. ANAMNESIS: Mediante el interrogatorio se investigará acerca del mecanismo de producción de la lesión que permita sospechar trauma concomitante, inhalación de humo, maltrato, abandono, patología previa e historia inmunitaria. B. EXAMEN FÍSICO: Permitirá establecer la gravedad de la lesión. En piel, conjuntivas y mucosas se puede encontrar eritema, flictenas, ampollas y escaras. También podrá haber lesiones respiratorias producidas por quemadura directa, gases calientes, vapor de agua, humo, etc. Exámenes complementarios Los estudios complementarios se solicitarán luego de la valoración inicial y una vez instalados los primeros cuidados. 1. Estado Ácido- base: puede encontrarse acidosis metabólica especialmente relacionada con inhalación de algunos productos de combustión, o acidosis mixta si hay compromiso respiratorio. 2. Ionograma: alteraciones de la natremia (hipo o hiper) de acuerdo a la magnitud y características de las pérdidas. Suele haber hiperkalemia por destrucción celular e hipovolemia. 3. Proteínas plasmáticas: Puede hallarse hipoproteinemia según la magnitud de las pérdidas. Además deberán determinarse la osmolaridad plasmática y urinaria, parámetros de función renal y calcemia para adecuar la hidratación. 4. Estudios por imágenes: Se solicitarán cuando se sospechen complicaciones pulmonares o lesiones traumáticas asociadas. 5. Estudios bacteriológicos: Se solicitarán hemocultivo, urocultivo o cultivo de las lesiones cuando sea necesario descartar infección. Tratamiento A. FORMAS LEVES Y MODERADAS Se realizará tratamiento local, con cura oclusiva o expuesta. La cura oclusiva consiste en lavado de la zona con agua fría, extracción de material necrótico en quiró- fano y aplicación de antisépticos locales. Se cubrirá con gasas furacinadas para impedir que la curación se adhiera a la lesión y luego se aplicarán vendajes acolchados. Se repite dos veces por semana. La cura expuesta se realiza con antiinflamatorios y antibióticos tópicos, aplicados 4 a 6 veces por día. B. FORMAS GRAVES Y CRÍTICAS Al tratamiento local se agregan las siguientes medidas: • Asegurar vía aérea permeable y respiración efectiva: Aportar oxígeno al 100% con máscara y monitorear con oximetría de pulso. Se procederá a 388 FERNANDO FERRERO | MARÍA FABIANA OSSORIO y colaboradores TABLA XII.4.1.Determinación de la gravedad de las quemaduras en base a extensión y profundidad TIPO A A - B B GRAVEDAD EXTENSIÓN < 10 % < 5 % < 1 % I (leve) 10-30 % 5-15 % 1-5 % II (moderada) 30-60 % 15-40 % 5-20 % III (grave) > 60 % > 40 % > 20 % IV (crítica) intubar al paciente inmediatamente ante quemadura de vía aérea superior documentada por laringoscopía, alteración de la conciencia (score de Glasgow < 7-8), shock, claudicación respiratoria inminente aguda o paro respiratorio. • Estabilizar hemodinámicamente al paciente: Se accederá a vía venosa de buen calibre. Si el paciente presenta signos de shock se debe expandir con 20 ml/kg de solución de Ringer lactato; si la clínica de shock persiste se debe repetir. Si luego de la segunda expansión persiste hipotensión debe considerarse injuria asociada e infundir coloides. • Hidratar adecuadamente: Una vez alcanzada la estabilidad hemodiná- mica, o inicialmente en pacientes sin signos de shock se iniciará la hidratación según fórmulas establecidas. • Colocar sonda vesical para estricto control de la diuresis. Un ritmo diurético de 1 ml/k/hora se considera adecuado durante los dos primeros días y sugiere normohidratación. Al tercero o cuarto día suele aparecer la fase poliúrica por reabsorción de edemas (recuperación del shock inicial). • Colocar sonda naso u orogástrica en pacientes con alteración del sensorio o en aquellos que presenten lesiones faciales. • Se deben administrar protectores gástricos para evitar lesiones por stress. • Analgesia: Debe indicarse reglada, controlando que en los intervalos interdosis el niño se encuentre sin dolor. En pacientes con quemaduras leves o moderadas, puede emplearse nalbufina en dosis de 0,1-0,2 mg/kg cada 4-6 horas IV o SC (una vez superado el shock), asociada con ibuprofeno en CAPÍTULO XII. PATOLOGÍA QUIRÚRGICA 389 Primer día: 2000 ml/m2 de superficie corporal + 5000 ml/m2 de superficie corporal quemada. Se infundirá la mitad del volumen en las primeras 8 hs como Ringer Lactato y el resto en las 16 hs siguientes como Ringer Lactato más 12,5 g/l de albúmina. Segundo día: 1500 ml/m2 de superficie corporal + 3750 ml/m2 de superficie quemada. Se infundirá en 24 hs como Ringer Lactato + 12,5 g/l de albúmina. Durante las primeras 48 hs. no suele ser necesario el aporte de glucosa debido a la hiperglucemia por stress. TABLA XII.4.2. Fórmula de Galveston para hidratación de pacientes quemados Primer día: 3-4 ml/kg/% de superficie corporal quemada. Se infundirá la mitad en las primeras 8 horas y el resto en las restantes 16 horas, como Ringer Lactato. En niños menores de 1 año se deben agregar las necesidades basales. En quemaduras mayores al 50% de la superficie corporal se considerará porcentaje máximo para el cálculo a 50. Si el ritmo diurético es menor a 1 ml/kg/hora o persisten signos de deshidratación se aumentará el volumen de hidratación en un 30%. Si el ritmo diurético es mayor a 1,5 ml/kg/hora durante el primer día se debe disminuir la hidratación en un 30% para evitar el desarrollo de edemas. TABLA XII.4.3. Fórmula de Parkland (o Brooke modificada) para hidratación de pacientes quemados dosis de 10 mg/kg/dosis EV u oral. Puede combinarse morfina por vía oral y paracetamol. En quemaduras graves pueden indicarse opiáceos endovenosos en bolo o goteo continuo. Los procedimientos invasivos deben realizarse bajo anestesia general o analgesia lo suficientemente adecuada para mantener al niño sedado. La vía intramuscular está contraindicada en todo quemado agudo. • Nutrición: Según la recuperación hemodinámica se intentará realimentar a las 24 o 48 horas a través de sonda nasogástrica o transpilórica, descontando el volumen enteral del parenteral. Se progresará a alimentación enteral total según tolerancia. Si la realimentación precoz no fuera posible se evaluará la posibilidad de alimentación parenteral debido al hipercatabolismo que presentan estos pacientes. • Vacunación: En pacientes que presenten esquema de vacunación completo y que no hayan transcurrido más de 5 años desde la última dosis no será necesario realizar profilaxis antitetánica. Si han transcurrido más de 5 años se aplicará refuerzo con DPT en menores de 6 años o DT en mayores. Se administrará gammaglobulina antitetánica en todo niño que haya recibido menos de dos dosis de vacuna. • Antibióticos: Esta contraindicado el empleo de antibióticos en forma empí- rica porque aumenta sustancialmente el riesgo de resistencia bacteriana.