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LaVIDA de las IMAGENES Wat rita) 4 WSK aa JAMAS PREMODERNOS Una tradicién hecha de interrupciones y en la que cada ruptura es un comienzo. Octavio Paz La religién pagana es politeista. Ahora bien, la naturaleza es plural. La naturaleza, consecuentemente, no se nos aparece como un conjunto, sino como “muchas cosas”. No podemos afirmar positivamente, sin el auxilio de un racionalismo mediador, sin la intervencién de la inteligencia en la experiencia directa, que exista, de verdad, un conjunto llamado Universo, que haya una unidad, una cosa que sea una, designable por naturaleza. La realidad, para nosotros, nos surge directamente plural. Fernando Pessoa Los huicholes mds alld de los estereotipos Los huicholes 0 wixaritari (wixarika en singular) son uno de los pueblos indigenas de México en torno a los cuales se han construido mas estereotipos. Se ha dicho de ellos que son en su mayoria chamanes-artistas, que conservan costumbres pre- hispanicas, que son una suerte de eslabén perdido entre los antiguos pobladores de Mesoamérica y los grupos actuales y que son los mexicanos mds “auténticos”, entre otras afirmaciones que han contribuido a crear en torno a este pueblo una suerte de aura con la cual ellos han aprendido a moverse. Pero iquiénes integran el pueblo huichol y por qué se han acufiado en torno suyo tantos discursos idealizados? Asentados en el Gran Nayar —regién que comprende porciones de los estados de Nayarit, Jalisco, Durango y Zacatecas y en la que habitan, ademés de los huicholes, coras, tepehuanes del sur y mexicaneros— se trata de un gru- po de gran vitalidad, “descubiertos” por la entonces naciente ciencia antropoldégica a finales del siglo xix. Carl S. Lumholtz, Léon Diguet, Konrad Theodor Preuss y Robert M. Zingg reunieron las primeras colecciones de lo que podria llamarse el estilo cldsico huichol, formadas por bordados y tejidos, ademds de objetos ritua- les entre los que destacan esculturas de madera y piedra, flechas votivas y jfcaras adornadas con chaquira. Estos acervos se encuentran resguardados en los mu- Seos de Nueva York, Chicago, Paris y Berlin. its Aqui comenzé la fama internacional del pueblo huichol, pero fue sobre todo hace poco més de cuarenta arios, con el origen de los movimientos con- traculturales en los Estados Unidos, que el arte wixarika vio los orfgenes de un gran auge, un verdadero boom. Se comenzaron a producir tablas multicolores elaboradas con estambre (yarn-paintings) que representaban chamanes huicho- les y las figuras zoomorfas 0 antropomorfas de un complejo panteén, En estas piezas los personajes cantan y manipulan objetos rituales. De manera similar a muchos sistemas iconograficos prehispanicos amerindios, no siempre es claro si se trata de chamanes o dioses, chamanes identificados con dioses 0 dioses trabajando como chamanes. Lo que hacia al arte huichol especialmente atractivo para los horizontes de la contracultura era que su estética reflejaba experiencias basadas en el uso del hikuri (Lophophora williamsii, peyote), uno de los alucinégenos que atrapé la aten- cién de estos grupos avidos de experiencias que reunieran la busqueda interior con el éxtasis. Asi, los nombres de las divinidades huicholas se convirtieron en parte de la culture générale hippie, lo mismo que algunos de los objetos rituales de este pueblo, Nadie entre Berkeley y Zipolite, Taos y Tepoztlén confunde a Kau- yumari con Tatewari. La palabra mara’akame,' que designa al especialista ritual huichol, suele pronunciarse y pluralizarse de manera equivocada, pero todo el mundo sabe que se trata de un “chaman” que usa hikuri. En este momento algu- nas imagenes del arte huichol comenzaron a reproducirse masivamente y se convirtieron en iconos que aparecieron en portadas de libros sobre teméticas muy variadas, en cubiertas de discos, en disefios de moda, etcétera. Pero para comprender la compleja imagen de los huicholes en el mundo no indigena hay que apuntar a la construccién de otro estereotipo: la clase media mexi- cana indigenista que los considera el grupo “mas mexicano”. Como sefiala Paul Liffman (2003; 2011; 2012), los huicholes han asumido este papel. Saben que son el “otro de su otro” y conocen su imagen al exterior. cY qué decian los antropélogos del surgimiento del arte contempordneo hui- chol? A diferencia de otros muchos pueblos amerindios, la antropologia de las décadas de 1960 y 1970 los consideraba atin libres de contaminacién cultural, sin “influencia” del cristianismo, del capitalismo y dems instituciones de la civili- zacién moderna. Ralph L. Beals (1943), quien calculaba los porcentajes de acul- turacién de los pueblos indigenas de México, afirmaba que los huicholes eran 1 El término mara‘akame (plural mara‘akate) quiere decir “el que sabe sofiar”. En Neurath ae rf discute la posibilidad de traducir esta palabra como “chamén”, siempre y cuando exista un deslin' claro del concepto de Mircea Eliade. 3 prdcticamente prehispanicos, Esta pureza se consideraba una consecuencia del aislamiento geografico de la sierra y planteaba que tarde o temprano también los huicholes perderfan su cultura. Estas ideas explican por qué, por lo menos entre los especialistas, la irrupcién del arte psicodélico de las tablas de estambre causé un gran desconcierto. {Qué eran estas piezas? ;Un arte chamanico tan auténtico como los huicholes, o un sintoma de la destruccién cultural que ya que comen- zaba? (Benitez, 1986: 7; Shelton, 1992: 223-229). Hoy dia las polémicas entre los entusiastas y los detractores de las tablas de estambre pueden entenderse como una pelea entre corrientes que compartian una manera de mirar cifrada sobre paradigmas esencialistas, como si los huicholes fuesen los “tinicos”, los “anti- guos”, los “verdaderos”. Aunque, a decir verdad, en ambos horizontes no existia una busqueda real de comprender la alteridad, sino una necesidad de legitimar la propia cultura en una aparente mirada al exterior. Més adelante se realizaron aproximaciones a la cultura huichola de mayor profundidad, gracias a las cuales sabemos que sus manifestaciones artisticas son indicio de un gran dinamismo cultural. Su tradicién esté viva y, por eso, se trans- forma de forma creativa. La etnogénesis de los huicholes es un proceso continuo. Las tradiciones precarias tienden a petrificarse, pero los huicholes no corren este peligro, porque desarrollan de manera permanente nuevas formas de expresion. Pero sostener, como suele hacerse ahora, que entre los huicholes tradicién y mo- dernidad no se contradicen tampoco es lo mas adecuado. Lo cierto es que los wixaritari han sabido trazar estrategias para explotar su imagen positiva en los mercados mundiales de arte y espiritualidad sin sucumbir totalmente a una 16- gica de la mercantilizacién, y con ello han conseguido proteger ciertos aspectos importantes de su cultura del voyeurismo étnico exotizante. sin embargo, este vinculo entre el ritual tradicional y las nuevas formas de expresién estética sf puede ser problematico. Artistas huicholes como Juan Rios Martinez (1930-1996) o José Benitez Sanchez (1938-2009), y otros con quienes he trabajado, muchas veces mantienen una relacién complicada con la tradicién. En lugar de producir piezas pseudo chaménicas, lo que muchas veces es su inten- cién, terminan produciendo imagenes ritualmente relevantes y, por ende, po- derosas y peligrosas. En ocasiones los artistas se apartan de forma temporal © permanente de la vida comunitaria, para llevar un modus vivendi urbano, pero recrean las tradiciones en su arte. Comercializan con su supuesta “espiritualidad indigena”, y aunque muchas veces se les acusa de “lucrar” con la tradicién, a su manera, participan activamente en ella. De hecho, pintores de estambre como los mencionados, lograron un acercamiento efectivo al chamanismo huichol y participaron, por ejemplo, en peregrinaciones a Wirikuta y a lugares de culto de I. JAMAS PREMODERNOS meweemmm la sierra, como Te’akata. Algunas de estas busquedas de visiones, incluso, fueron organizadas por coleccionistas de sus obras, y no se enfocaban, e Pon ne 'n primer lugar, a la iniciacién chamanica sino, mas bien, a la obtencién de inspiracién artistica, Dos mundos en tensién Mi primera reaccién frente a la masificacién cada vez mayor de discursos exo. 1 tizantes y esencialistas, fue denunciarlos como “representaciones falsas” que - debieran considerarse colonialistas. Desde mis primeras Publicaciones he tra- i tado de contextualizar el uso del peyote en la religién wixarika,y he refutado toda clase de interpretaciones superficiales sobre ellos inspiradas en el hippisimo o el new age; asimismo he cuestionado la idea de ecologistas e indigenistas queen una suerte de paternalismo han querido ver en los huicholes a Un grupo cuya exis- tencia se encuentra “amenazada”, pues en lugar de un “fésil cultural” a punto de desaparecer frente los inevitables avances de la modernizacién, me he topado siempre con un grupo exitoso, cosmopolita y en plena expansién demografica, territorial y cultural. Segtin el censo del INEGI (2010), la lengua wixarika tenia 44788 hablantes. Hace unas décadas los censos no se hacfan tan bien, pero jamés se con- taban mas de 10000. En las etnograffas de mediados del siglo xx se hablaba de entre tres y cinco mil; unas décadas més tarde se hablaba de entre ocho y nueve mil (Weigand, 1992: 37, nota 6). A principios y mediados del siglo xx, los territorios de las comunidades huicholas se limitaban a una parte remota de la Sierra Madre Occidental, donde colindan los estados de Jalisco, Nayarit y Durango (cfr. mapaen Lumholtz, 1902, 2: 16-17). Hoy dia el territorio se ha duplicado y abarca muchas areas fuera de la sierra, en la planicie costera de Nayarit y en los alrededores de Tepic. Territorios mestizos se han vuelto indigenas. Finalmente, la fama nacional e internacional de los huicholes como artistas, muisicos y “chamanes” sigue cre- ciendo. Con todo esto, es claro que los wixaritari no estan a punto de desaparecer. Mas bien, podria sospecharse que se estén convirtiendo en un fenémeno medié- tico, pero aparentemente esto tampoco es el caso. ‘ Cémo un grupo tan famoso evita ser arrollado por la industria cultural y logra reproducir su tradicién o su particular estilo de vida? gCémo hacen frente al acoso de los “etnoturistas”? {Cémo evitan la folclorizacién de sus ceremonias? Los huicholes han desarrollado estrategias que parecen emanar de la mas sofis- ticada mercadotecnia, Pero estas directrices no sdlo les han permitido insertarse en el universo comercial, también han sido eficaces para controlar las miradas las imagenes y los discursos que giran en torno a ellos en el mundo no indigena. ed wixaritari viajan por todo el mundo, pero muchas de sus comunidades se mantie- ines pease se ee nen cerradas a los turistas y prohiben la toma de fotograffas, notablemente en Tuapurie (Santa Catarina Cuexcomatitl4n) y Wautia (San Sebastién Teponahuaxt- lan), ambas en Jalisco, donde existen los centros ceremoniales mas grandes y mds bellos. En cuanto a la comercializacién de conocimientos inicidticos se han recu- rrido a las formas tradicionales de manejar el saber, segtin las cuales solamente ciertos “mitos” se consideran aptos para ofdos no indigenas. Asf, se ha conforma- do un corpus informal de historias comercializables que se distingue de lo que sf se mantiene “secreto” o se reserva para el uso exclusivo de los huicholes. Todo esto no sucede porque ellos se hubieran adaptado exitosamente a la modernidad. En rea- lidad, ellos han estado un paso adelante. Somos nosotros, los occidentales quienes batallamos con la transicién hacia la llamada modernidad. Parafraseando a Bruno Latour (1993) diremos que ellos “nunca han sido premodernos”. El arte huichol, en todas sus vertientes, es una expresién de la modernidad de este pueblo. El estudio del ritual ha aportado importantes apreciaciones al respec- to. La documentacién que realicé sobre las fiestas del centro ceremonial comunal (tukipa) hizo evidente que, en la ritualidad de este grupo, se cifra toda clase de relaciones contradictorias: se puede practicar de forma simultdnea la creacién y la destruccién del mundo; un mismo ritual puede ser de don y de intercambio; se afirman y se cuestionan jerarquias en un mismo acto; se establece la posibilidad de convivencia con los “vecinos” no indigenas blancos o mestizos (teiwarixi), al tiempo que se les combate ritualmente como enemigos (Neurath, 2011a, 2011b). Para poder estudiar las contradicciones que se cifran en el arte huichol, el primer paso seria tratar de descifrar qué quiere decir ser “persona” en el con- texto de este pueblo. Para ello hace falta tomar distancia con respecto a muchas de las nociones que privan en nuestro mundo occidental y que la arrogancia de la razén ilustrada nos ha hecho mirar como las tinicas valiosas. Contraponer a la idea de sujeto que ha marcado el pensamiento europeo una nocién distinta de persona no es nada nuevo. Antropdlogos como Eduardo Viveiros de Castro (1993, 2008), Pedro Pitarch (2003, 2013), Jacques Galinier (2004a) y Pedro Cesari- no (2011), entre otros, ya han planteado posturas similares para diversos pueblos amerindios. Es preciso estudiar ahora a los wixaritari desde este horizonte para descifrar las tensiones singulares de sus expresiones. Pensar la nocién de persona para un grupo indigena asentado en lo que fueran territorios de la antigua Mesoamérica nos lleva de primera instancia a las reflexio- nes en torno al isomorfismo cuerpo-cosmos que se ha estudiado para varios grupos de la misma regién (Lépez Austin, 1980; Galinier, 2004a, 2005; Monaghan, 1995; 98). Seguin esta concepcién el cuerpo es un microcosmos y el mundo es un ma- Crocuerpo. La reflexién nos obliga a profundizar en la geografia de la regién y en Ss I. JAMAS PREMODERNOS tos relatos cosmogénicos que ofrecen los huicholes para dar cuenta deel Sepin su mitologia la vida se inicié en el Poniente, en el Océano, desde donde or a ses comenzaron a caminar hacia el Desierto del Amanecer en el Oriente. on ke pasos de esta caminata primordial crearon el mundo. Pues bien, lafétl planes en lacosta del Océano Pacifico, ala que los huicholes denominan “abajo” corres onde al émbito de lo primordial, al tiempo-espacio del origen, aunque también se asocia, como veremos mis adelante, con el inframundo habitado por deidade, ‘ominosas y por los mestizos quienes, segiin el mismo relato, a diferencia de los Primeros huicholes, fracasaron en su peregrinacién rumbo al sitio donde saldra el sol. En el Este se ubica el semidesierto llamado Wirikuta, a quienes los wixart tari denominan “arriba” y que se asocia con la luz y con la buisqueda inicistica, Elterritorio de las comunidades huicholas se ubica al centro, en la Sierra Madre Occidental. Ahora, si volvemos al asunto de la correspondencia cuerpo-cosmos, Podriamos plantear que Wirikuta corresponde a la cabera, la costa a los érganos sexuales, y que el ombligo del mundo se ubica en una barranca de la sierra. Asi mismo, Wirikuta corresponde al dia y a la temporada de las secas, mientras que a, Costa guarda relacién con la noche y las lluvias; el otofio, que supone el intervalo entre estos dos periodos, es “cuando amanece”. Fste sistema muy elaborado de analogias muestra asimetrias importantes. Gnicamente el ambito de la noche —e! ‘Océano— siempre ha existido y existiré. La luz del amanecer, en cambio, debe encontrarse. Esta transicién articula la rela Clones espaciales y temporales en las que se desenvuelven los huicholes;es decir, ue entre ambos mundos se establece su cronotopo.’ La iniciacién wixarika es fundamental para este cronotopo, pues sirve de enlace entre los dos Ambitos que {0 integran. proceso comienza con una peregrinacién donde los participates Gxukuri‘ikate, jicareros, 0 hikuritamete, peyoteros) se convierten en sus propios an tepasados miticos. Para encontrar el amanecer uno debe abstenerseo alejarse de todo lo que tiene que ver con el mar y la oscuridad: no se ingiere sal, se camina gn la estepas dridas del Oriente, se debe uno abstener del sexo extramarital Se trata de dormir lo menos posible. Después de dias de purificacin el peyote s¢ aparece alos peregrinos como un venado que se deja cazar. El efecto del alucin’= Beno es la luz del amanecer, El dia (0 la luz del dia) es, por ende, una vision ¥ existe independientemente de la accién ritual Esta misma asimetria también s palpable en la arquitectura de los templos hucholes. Existen dos tipos, uty xi: ambos deben renovarecada cinco aS Pero solamente se vuelven a hacer los techos de zacate, los muros permanece” 7 etic : ton guceas too able ij Bain (198) yalude alas conexionestemporlesyepacle ee iguales. Los techos corresponden a Wirikuta, al cielo diurno y al Cerro del Amane- cer cerca de Real de Catorce (en el estado de San Luis Potosi), también conocida como Paritekia 0 Xeu'unari. E] oscuro interior corresponde al mar y el inframun- do. Las fogatas centrales son réplicas del ombligo del mundo. El cuerpo-cosmos wixarika muestra que solamente una parte del tiempo- espacio —la del “abajo"— esta, por decir, “naturalmente dada”, la mitad solar es artificial y efimera. Periédicamente debe volverse a crear. Como sefiala Roy Wag- ner, en culturas no occidentales, la relacién entre lo dado y lo no dado puede ser muy diferente que la que nos rige a nosotros. Lo artificial entre ellos no necesaria- mente es menos cierto, menos prestigiado o menos importante que lo natural. jAl contrario! (Wagner, 1981 [1975]). La mitad de abajo es un mundo antiguo, paleo-ontolégico o prehistérico, pero al mismo tiempo es el mundo contempordneo. Habitado por gigantes canibales y monstruos marinos, también es el Ambito de las poblaciones no indigenas urbanas. Los huicholes no se definen como indigenas, sino como los “hermanos menores”, “los que Ilegaron al ultimo”, pero se consideran mds “evolucionados” que los mestizos. Como descendientes de los monstruos cani- bales, los mestizos tienen un comportamiento torpe y asocial. Han perdido “el costumbre” o, segtin otras variantes, nunca lo tuvieron. No conocen lo que los antropélogos llamamos la ley de la reciprocidad: como confian en sutecnologiay desconocen el origen de las cosas, piensan, por ejemplo, que la electricidad puede tomarse del enchufe sin dar nada a carr’ 10 al dios del fuego. Por el contra- Tio, los hermanos menores, los wixaritari, deben crear su mundo luminoso a través de la iniciacién, practicando yeiyari, “el costumbre”, es decir “caminando sobre las huellas de los ancestros” (cfr. Kantor, 2012). El universo de los mestizos flojos e irresponsables es asunto del pasado, mien- tras que el mundo huichol es practicamente inalcanzable. Es un mundo cuasi uté~ pico. Para practicar “el costumbre”, el iniciado casi debe morir, participar en una caceria de venado que lo lleva hasta el limite entre la vida y la muerte. Pero, mas alla del esfuerzo fisico, durante el proceso ritual, como hemos visto, el venado se transforma en peyote para dejarse cazar. Después los peregrinos ingieren el cac- tus y con sus visiones se convierten en él. Asi, “el costumbre” supone un proceso en el que el sacrificador se identifica con su victima y experimenta con ella la muerte sacrificial. En este momento el iniciante logra obtener la visién del Ama- necer, el despertar, el conocimiento. Sin embargo, hay muchos que jamds logran la iniciacién, se pierden, se desvian, se quedan dormidos, sucumben a las tentaciones. Esto es, precisamente, lo que sucedié a los mestizos y a otros pueblos indigenas, como los coras y tepehuanes, y también a las diferentes especies de animales. 1. JAMAS PREMODERNOS Es importante no subestimar el contraste entre el mundo Solar de los grinos de peyote y el mundo acuatico y oscuro del Océano, E} Primero es resul de una transformacién, El segundo funciona segtin la logien det intercamy incluye a las poblaciones no indigenas. En antropologia se ha Planteado que v1 e dindmicas son incompatibles y excluyentes. Sin embargo, en lo que hemos a blecide como el cronotopo huichol hay un ir y venir entre ambos Universes. ¥ en este constante transito entre contrastes se encuentra uno de sus mas interesan. tes puntos de tensién. De hecho, en cada ritual se repite este flujo entre sacrificio transfor intercambio. Los cantos enunciados en este contexto suelen tratar de gares lejanos y de regreso al lugar de la fiesta. El mara‘akame se los puntos donde habitan los dioses ancestrales y los invita « cién. Cuando todos estan reunidos hombres ¥ dioses— El chamén debe convencerlos de dejarse matar, de maner, resulta ser una autoinmolacion por parte de los animal la primera condicién de la articulacién que plantea: TMativo ¢ Viajes aly. desplaza hacia Visitar la celebra. ‘S€ sacrifican animales, 4 que este acto siempre les. Con esto se cumple imos: los rituales huicholes —— lugares sagrados. Al retomar el Peregrinar entre centros c del paisaje, se recuperan los ritos de intercambio. Esta es sélo una mis de las expresiones de la complejidad del mundo ode x tpundos huicholes. Yes que es importante insistir que, para estudiar un cas ‘eremoniales y lugares Susertos €n una sola cosmovision seriz negamnos la posibudad Sea TerneT wild que emana des racsarecre don mend tm Sintos que chocan en los momentos cruciales de los ros. Aplica la frase Ge Bruno cua Latour: “La tarea del conocimiento deja de ser la de unificar lo diverso bajo la representacién y pasa a ser la de ‘multiplicar’ el numero de agentes que pueblan el mundo” (citado en Eduardo Viveiros de Castro, 2010: 96), La ontologfa wixarika es inestable y esté sometida a cambios permanentes. Los huicholes desafian también nuestra concepcién del tiempo y de la histo- ria. Como hemos visto, en el Poniente de su geografia se encuentra el Océano que corresponde al sitio del origen de la vida, donde los dioses decidieron comenzar a caminar, De forma paraddjica este mismo dmbito, de acuerdo con su cosmogonia, corresponde al inframundo y se encuentra habitado por los mestizos quienes, desde la mirada de los huicholes, tienen una voracidad por la tecnologia que marca su entorno de manera decisiva. Asi, el estado primordial y la modernidad urbana son asimilados en una sola categoria que, como se opone al mundo de los iniciados huicholes en el Oriente, se entiende como una suerte de alteridad. De esta manera, lo que para nosotros son los extremos de una dicotomia —pasado mitico e integracién en el mundo globalizado-—, para ellos es una misma cosa. Los huicholes se relacionan con esta alteridad por medio de un par contradictorio de relaciones rituales: a través de violencia sacrificial, lo “arcaico / moderno” es conquistado y controlado; pero también existe un tipo de alianza matrimonial metaférica, por medio de la cual los wixaritari se involucran con los mismos otros sobre una base de relaciones de intercambio. Otra de las particularidades de los huicholes es que no aceptan la dicotomia “resistencia” o “aculturacién” (cfr. Navarrete, 2012). Es decir, ellos han encon- trado que existen posibilidades que van mas alld de mantener una identidad propia o modernizarse. La légica del chamanismo y sus multiples transforma- ciones ha marcado su cultura en Ambitos que van ms all de lo ritual, asi que su proyecto implicito es tener la habilidad de jugar, simultaneamente, pape- les contradictorios: ser indfgenas y, al mismo tiempo, mestizos. La tradicién chaménica de desarrollar la capacidad de multiplicar la persona, de acumular identidades contradictorias, encaja perfectamente con la vida en la sociedad contempordnea, donde se espera que un individuo pueda funcionar en contex- tos multiples, complicados y contradictorios. <4 Faja. N wo I. JAMAS PREMODERNOS 24 4 Tepari del Abuelo Fuego, cara superior. La vida de las imagenes Antes de indagar en torno al arte contempordaneo huichol vale la pena pregun- tarnos por qué se produce arte ritual. Esto no es algo obvio. Sabemos que en muchas sociedades amerindias, por ejemplo en el Amazonas, existe poco interés por fijar las imagenes rituales, asf que se produce muy poco arte visual, aunque sf se plasman muchas imagenes poéticas en los textos rituales (Taylor, 2003, 2010; Lagrou, 2007; Cesarino, 2011). En Mesoamérica, en cambio, la produccién plastica es enorme. Incluso, se habla de un horror vacui que impulsa al artista a Ilenar las superficies con figuraciones de todo tipo. El hecho es que en algunas sociedades el arte es ritualmente necesario y en otras no. Por alguna razén, en esta regién es importante expresar procesos rituales y captar o congelar aquellos momentos que son la culminacién de los rituales, El arte amerindio es una parte fundamental de los esfuerzos que realiza cada pueblo para crear el mundo de nueva cuenta. La cosmogonia requiere un esfuer- zo ritual continuo, sobre todo en cuanto a la practica de sacrificios y la busqueda de visiones. Pero la creacién del mundo que se consigue, por ejemplo, a través de las visiones, jams es definitiva. Pese a que alcanzarla es complicado, toda creacién es inestable y efimera. Es, como dirfa Octavio Paz de la poesia, “vida y muerte en un solo instante de incandescencia” (1994: 164). Asi, el ritual pareciera estar inserto en la paradoja de querer otorgar una cierta duracién al instante: deseo inutil, pues cualquier intento de estabilizar las visiones es relativo y, de fondo, esta con- denado al fracaso, Como cocreadores, el artista y el especialista ceremonial participan en la cos- mogonia, pero jamas producen obras acabadas, ni definitivas. Lo estable, lo fijo, la obra terminada no son posibles, y siempre es mas importante el devenir que el ser. El arte mesoamericano es, por ello, un arte de transformaciones. En su ensayo sobre el tema, Octavio Paz dice del mundo prehispdnico que tiene “un panteén religioso regido por el principio de la metamorfosis: el universo es tiempo, el tiempo es movimiento y el movimiento es cambio, ballet de dioses enmascarados que danzan la pantomima terrible de la creacién y destruccién de los mundos y los hombres” (2006 [1977]: 81). La estética del arte mesoamericano no evita la paradoja: la busca. El contex- to ritual es la clave para entender esta situacién, pues permite comprender la coexistencia de intenciones contradictorias. El arte huichol, como veremos a lo largo de este libro, participa de esta condicién paraddjica; por ejemplo, las figu- ras —flechas, jicaras, estatuas de piedra o de otros materiales— expresan el deseo de estabilizar las experiencias de los buscadores de visién. Ademés: las piezas que se producen en un contexto ritual no son objetos inertes sobre los que el creador pueda decidir a voluntad. De hecho, ni siquiera son objetos. Detras de las flechas, las jicaras, las tablas de estambre y otras obras de arte ritual se encuen- tran casi invariablemente los alter egos de los especialistas rituales, con quienes el mara’kame puede interactuar y relacionarse de multiples maneras. Estos dobles ostentan a menudo la jerarquia de deidades, entendidas como seres iniciados de maximo rango. As{ que las imagenes tienen vida y poder. Por eso el arte ritual supone también otra intencién: obligar a las imagenes a mantenerse quietas, ta- rea que suele resultar complicada, asi que muchas veces éstas terminan por ser encerradas y escondidas. La sociedad huichola produce una enorme cantidad de imagenes rituales y comerciales. Hay una marea pictérica (Bilderflut) wixarika: en su mayoria portan morrales con imagenes y visten ropa con bordados multicolores; muchos de ellos se dedican a la venta de arte y artesania con disefios repletos de simbolos, y todo esto tiende a ser masificado por los medios de comunicacién modernos. Philipe Descola (2005, 2010) ha explicado que el horror vacui puede ser un tasgo de las expresiones de las sociedades de ontologia analogista, que se distin- guen por su voluntad de ordenamiento y clasificacién. Sus cosmogonifas se suelen Caracterizar por un mundo fractalizado, poblado por un sinfin de entidades, que deriva en un afan a veces desesperado de parte del hombre de producir conexio- nes entre los seres, Asegura Descola que se hace un esfuerzo por dar orden y Coherencia al cosmos, pero éste siempre resulta mds complejo. El cosmos analo- Bista es excesivo y la sintesis resulta imposible. Esto tendria implicaciones para “ae » a I, JAMAS PREMODERNOS ¥ | arte. iendo este pensamiento, lo que se buscaria al fijar a los seres en una pieza seria frenar y controlar su proliferacién, asi que la produccién de imagenes expresaria un intento inevitablemente fallido de conjurar el mundo, Sin embar- £0, las representaciones siempre son insuficientes, asi que se multiplican hasta wolverse carentes de significacién. La marea pictorica de este “pueblo de artistas” es tal que muchos viven de la eleboracién de imgenes tradicionales. Pero, dado que el arte implica un cierto vinculo con e] conocimiento iniciatico, su produccién se considera sumamente problematica “Ustedes estan vendiendo su costumbre” es una acusacién que los artistas huicholes reciben de otros comuneros. “Los de San Andrés ya vendieron todo a los turistas, antropdlogos y gringos”: esto se escucha en una comunidad mas conservadora, como Tuapurie (Santa Catarina), cuando se refieren a un pue- blo donde habitan muchos artesanos. A veces el artista se siente mal y piensa; “shora se hacen cuadros en lugar de participar en los rituales tradicionales”, £1 discurso ritual —reivindicado por el artista— implica un eae que hacer un esfuerzo por hacer lo que hacian los antepasados”. De esta mrunera, el artista indigena evoca y recupera el arte ritual. Es notable que muchas de las imagenes producidas para el mercado de arte més bien esconden los conocimientos rituales. Obras de mayor inspiracién ar- tistica sf resultan ser una “ventana” al cosmos huichol (cfr. Negrin, 1986). Pero a menudo lo son sin querer. Hay un ir y venir entre el deseo de crear y la necesidad de platicar algo a los clientes, por un lado, y la obligacién ritual de ocultar el co- nocimiento, por el otro. Para sortear los problemas que suscita su produccién artistica, los huicho- les han creado distintas vertientes de expresién plastica, que pueden llamarse arte, artesania y arte ritual. Aunque estos géneros tienen diferencias, hay algo que comparten: siempre hay un problema con la imagen. Esta vive demasiado 0 vive demasiado poco. Un término medio, una imagen con la cantidad adecuada de vida, es dificil de lograr. Esto es palpable en el antiguo arte mesoamericano, donde abundan los ejem- plos de objetos hechos por el hombre, como artefactos y utensilios, que son per sonificados 0, incluso, deificados: ollas y metates, cuchillos y flechas, braseros y sahumerios, equipo del juego de pelota, vestimenta, casas y templos no son ac- cesorios, sino protagonistas de la religién y del ritual. Tléloc es la olla, Itztli es el cuchillo, Xiuhtecuhtli es el brasero, Tezcatlipoca es el espejo, C hicomecéatl es la casa. En el arte huichol, el Hermano Mayor Tamatsi es la flecha, Nuestra Madre Tatei es la jfcara. En todos los casos no se trata de seres animados de Ja natura leza, sino de productos del poder ritual: se trata de actividades personificadas y dobles de los especialistas rituales. Pero no se trata de seres cuya existencia See a Eh acct en el ritual son demandantes, petua y sus creadores deben hacerse cargo de ello. Leopoldo Trejo y sus colaboradores reportan que, por ejemplo, en el Sur de la Huasteca, las figuras de deidades hechas de papel recortado son solamente formas que necesitan ser alimentadas para obtener Cuerpo o sustancia. Darles sangre sa- crificial y otras ofrendas hace que los mufiecos no ataquen a los humanos. En el caso de los huicholes, los hombres cazan a los dioses con flechas, pero los dioses también atacan a los seres humanos, sobre todo cuando faltan a cierto compromiso ritual. Flechar a los dioses implica lograr que se mantengan quietos, que no se muevan de manera no controlada, y lo mismo aplicarfa en las numero- sas escenas rituales en que se les invita a acostarse en camas (itarite) 0 a sentarse en pequefias sillas ceremoniales. A las estatuas y a algunas piedras en cualquier momento les pueden crecer alas, porque lo que desean es atacar y devorar a los humanos, Los rituales sirven para mantener a estos seres peligrosos en estado pétreo. Se dice que, cuando a una roca le comienzan a crecer alas, el dios Xurawe Temai, la Joven Estrella, la mata con una flecha o con una estrella fugaz. El gran problema no parece ser lograr que las piezas tengan vida, sino como evitar que vivan demasiado, que el acto de darles vida no se revierta a sus crea- dores y que les complique la vida en exceso, porque es cierto que estas imagenes también desean interactuar con los hombres, por eso les hablan en los suefios, como sucede a menudo a los pintores de estambre. ris SRG i A Bordado en un morral de manta. 27 I. JAMAS PREMODERNOS

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