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Universidad Nacional de Entre Ríos

Facultad de Ciencias de la Educación

Licenciatura en Comunicación Social

Cátedra: Comunicación y Cultura

Parcial Domiciliario

Cuerpo Docente: Ana Laura Alonso; Gabriela Alvarez

Integrantes: María Elena Catalán; Nicolás Zuttión

Fecha de entrega: 6/11/2017


Índice

1. Introducción…………………….Pág.
 Fuente de información

2. Cuerpo de trabajo……………...Pág.

3. Conclusiones…………………….Pág.

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Introducción:

El Festival de Jineteada y Folklore de Diamante más colorido y alabado por la prensa local
y aledaña, según lo registró El Diario de la ciudad de Paraná, fue aquel inaugural realizado en
enero de 1972. Pensado al calor de la idea de recaudar fondos para llevar a cabo la
construcción de un anfiteatro, la actividad cultural diamantina tomó una magnitud estelar para
el suelo entrerriano.

Con el impulso de autoridades municipales de aquella época, ciudadanos y personalidades


destacadas como el Director Provincial de Cultura y reconocido folklorista, Miguel Codaglio,
es que se llevó adelante este ambicioso proyecto. El predio elegido para realizar la primera
edición del festival fue el Campo Martín Fierro, ubicado al sudoeste de la ciudad. Los
preparativos contaron con la colaboración tanto de los ciudadanos de a pie, como de empresas
que brindaron sus servicios, como lo fue el caso de la empresa Philips Argentina S.A, que
ofreció gratuitamente la iluminación y el sonido. Por su parte, los diamantinos ofrecieron sus
hogares como albergue para los cientos de turistas que se anunciaba, iban a llegar a la ciudad;
sintiendo propia dicha actividad, los ciudadanos aportaron lo que tuvieron a su alcance, con tal
de ver realizado el festival.

Desde un primer momento se destacó que la base de un buen festival sería una organización
que estuviera a la altura de tan anhelada actividad. El compromiso fue tal, que se puede decir
que la ciudad entrerriana terminó funcionando como un reloj fabricado en tierras de Ginebra.
Las sensaciones que dejó el festival estuvieron a la altura de las pretensiones de la Comisión
Organizadora; las repercusiones se hicieron eco de la magnitud y la belleza de las cuales se
adueñó Diamante, llegando a comparar al festival de Jineteada y Folkore con el de Jesús María
y Cosquín. Los resultados desprendidos de las dos grandiosas noches, urgieron extender las
jornadas festivas incluyendo en 1973 una noche más de espectáculo.

45 años son los que separan a aquellas dos noches de verano de 1972 con la última edición
del festival en enero de 2017. Muchas personas no entenderán el significado producido por el
suceso estudiado. Hoy, en la época donde los flujos de la información agobian, no se entiende
qué tanta algarabía produjo el pocho del gaucho y las espuelas de los potros indomables.

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Fuente de información:

Los tipos de documentos recabados son públicos. Para el trabajo se contó con registros
gráficos, más específicamente con documentos de El Diario, visitados y fotografiados
oportunamente, en el Archivo General de la Provincia «Antonio Saraví». Por otra parte, como
fuente secundaria, se utilizó el Blog http://festival-diamante.blogspot.com.ar.

Cuerpo de trabajo

Durante 1972, en la ciudad entrerriana de Diamante, nace una nueva actividad que, según
lo relatado por El Diario de Paraná, trajo significaciones culturales de corte criollo, como se
expresó en el primer párrafo de la nota titulada Éxito del Festival y folklore en Diamante. Hoy
culminará publicada el 23 de enero de 1972 “Un retumbar de cascos de potros bravíos y una
sentida copla con sabor a patria y tradición desgarraron el silencio de la noche diamantina
transformándola en multicolor diadema al quedar inaugurado el Festival de Jineteada y
Folklore”. (El Diario, 1972 : 7)

Historiadores argentinos, con diferentes posturas políticas, han discutido acerca de la


formación del Estado-Nación argentino. Las riñas intelectuales dadas por distintos estudiosos
de la materia, han traído a colación la construcción en el imaginario del ciudadano tipo del
siglo XX, las nociones de tradicionalismo, criollismo y patriotismo. La primera impresión que
probablemente se le ocurra a la generación denominada milenial y a aquella parte de la
sociedad abocada, en el presente, a la defensa de los derechos de los animales, es que los
diamantinos de aquella época vivieron en la “barbarie” por tomar como diversión montar un
caballo y resonarle sus cuartos con una fusta.

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La ciudad litoraleña fue sede de las prácticas denominadas costumbristas y de género
tradicionalista que eran hegemónicas para mediados del siglo XX en nuestro país.

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