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A 2015, los historiadores del período prefieren matizar esta ruptura entre Antigüedad y
Edad Media de manera que entre los siglos III y VIIIse suele hablar de Antigüedad Tardía,
que habría sido una gran etapa de transición en todos los ámbitos: en lo económico, para
la sustitución del modo de producción esclavista por el modo de producción feudal; en lo
social, para la desaparición del concepto deciudadanía romana y la definición de
los estamentos medievales, en lo político para la descomposición de las estructuras
centralizadas del Imperio romano que dio paso a una dispersión del poder; y en lo
ideológico y cultural para la absorción y sustitución de la cultura clásica por
las teocéntricas culturas cristiana o islámica (cada una en su espacio).2
Suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (ss. V-X, sin una
clara diferenciación con la Antigüedad Tardía); yBaja Edad Media (ss. XI-XV), que a su vez
puede dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (ss. XI-XIII), y los dos
últimos siglos que presenciaron la crisis del siglo XIV.
Aunque hay algunos ejemplos de utilización previa,Nota 1 el concepto de Edad Media nació
como la segunda edad de la división tradicional del tiempo histórico debida a Cristóbal
Cellarius (Historia Medii Aevi a temporibus Constantini Magni ad Constaninopolim a Turcis
captam deducta, Jena, 1688),3 quien la consideraba un tiempo intermedio, sin apenas
valor por sí mismo, entre la Edad Antiguaidentificada con el arte y la cultura de
la civilización grecorromana de la Antigüedad clásica y la renovación cultural de la Edad
Moderna—en la que él se sitúa— que comienza con el Renacimiento y el Humanismo. La
popularización de este esquema ha perpetuado unpreconcepto erróneo: el de considerar a
la Edad Media como una época oscura, sumida en el retroceso intelectual y cultural, y un
aletargamiento social y económico secular (que a su vez se asocia con el feudalismo en
sus rasgos más oscurantistas, tal como se definió por los revolucionarios que combatieron
el Antiguo Régimen). Sería un periodo dominado por el aislamiento, la ignorancia,
lateocracia, la superstición y el miedo milenarista alimentado por la inseguridad endémica,
la violencia y la brutalidad de guerras e invasiones constantes y epidemias
apocalípticas.Nota 2
Sin embargo, en este largo período de mil años hubo todo tipo de hechos y procesos muy
diferentes entre sí, diferenciados temporal y geográficamente, respondiendo tanto a
influencias mutuas con otras civilizaciones y espacios como a dinámicas internas. Muchos
de ellos tuvieron una gran proyección hacia el futuro, entre otros los que sentaron las
bases del desarrollo de la posterior expansión europea, y el desarrollo de los agentes
sociales que desarrollaron una sociedad estamental de base predominantemente rural
pero que presenció el nacimiento de una incipiente vida urbana y una burguesía que con el
tiempo desarrollarán el capitalismo.4 Lejos de ser una época inmovilista, la Edad Media,
que había comenzado con migraciones de pueblos enteros, y continuado con grandes
procesos repobladores (Repoblación en la Península Ibérica, Ostsiedlung en Europa
Oriental) vio cómo en sus últimos siglos los antiguos caminos (muchos de ellos vías
romanas decaídas) se reparaban y modernizaban con airosos puentes, y se llenaban de
toda clase de viajeros (guerreros, peregrinos, mercaderes, estudiantes, goliardos, etc.)
encarnando la metáfora espiritual de la vida como un viaje (homo viator).5
También surgieron en la Edad Media formas políticas nuevas, que van desde
el califato islámico a los poderes universales de lacristiandad latina (Pontificado e Imperio)
o el Imperio bizantino y los reinos eslavos integrados en la cristiandad
oriental (aculturación yevangelización de Cirilo y Metodio); y en menor escala, todo tipo
de ciudades estado, desde las pequeñas ciudades episcopales
alemanas hasta repúblicas que mantuvieron imperios marítimos como Venecia; dejando en
la mitad de la escala a la que tuvo mayor proyección futura: las monarquías feudales, que
transformadas en monarquías autoritarias prefiguran el estado moderno.
Esa misma Europa Occidental produjo una impresionante sucesión de estilos artísticos
(prerrománico, románico y gótico), que en las zonas fronterizas se mestizaron también con
el arte islámico (mudéjar, arte andalusí, arte árabe-normando) o con el arte bizantino.
Mapa TO, con Jerusalén en el centro, y las tres partes simplificadas del mundo recordado, más que
conocido en la Edad Media.
La Historia de Japón (que durante este periodo estaba en formación como civilización,
adaptando las influencias chinas a la cultura autóctona y expandiéndose desde las islas
meridionales a las septentrionales), a pesar de su mayor lejanía y aislamiento, suele ser
paradójicamente más asociada al término medieval; aunque tal denominación es acotada
por la historiografía, significativamente, a unperiodo medieval que se localiza entre los
años 1000 y 1868, para adecuarse al denominado feudalismo japonés anterior a la era
Meiji(véase también shogunato, han y castillo japonés).13
La Historia de la India o la del África negra a partir del siglo VII contaron con una mayor o
menor influencia musulmana, pero se atuvieron a dinámicas propias bien diferentes
(Sultanato de Delhi, Sultanato de Bahmani, Imperio Vijayanagara —en la India—, Imperio
de Malí, Imperio Songhay —en África negra—). Incluso llegó a producirse una destacada
intervención sahariana en el mundo mediterráneo occidental: el Imperio Almorávide.
Lo que sí ocurrió, y puede considerarse como una constante del periodo medieval, fue la
periódica repetición de puntuales interferencias centroasiáticas en Europa y el Próximo
Oriente en forma de invasiones de pueblos del Asia Central, destacadamente
los turcos (köktürks, jázaros, otomanos) y los mongoles (unificados por Gengis Kan) y
cuya Horda de Oro estuvo presente en Europa Oriental y conformó la personalidad de los
estados cristianos que se crearon, a veces vasallos y a veces resistentes, en las estepas
rusas y ucranianas. Incluso en una rara ocasión, la primitiva diplomacia de los reinos
europeos bajomedievales vio la posibilidad de utilizar a los segundos como contrapeso a
los primeros: la frustrada embajada de Ruy González de Clavijo a la corte
de Tamerlán en Samarcanda, en el contexto del asedio mongol de Damasco, un momento
muy delicado (1401-1406) en el que también intervino como diplomático Ibn Jaldún. Los
mongoles ya habían saqueado Bagdad en una incursión de 1258.14
Sueño de Constantino antes de labatalla del Puente Milvio. In hoc signo vinces (Con este signo
vencerás). Ilustración de las Homilías de sanGregorio Nacianceno, siglo IX.
El papa Silvestre I bendice aConstantino, del que recibe con la tiara(símbolo del pontificado romano
clásico, similar a otros tocados político-religiosos, como la doble corona de los faraones) el poder
temporal sobre Roma. Fresco del siglo XIII, capilla de San Silvestre, monasterio de los Cuatro
Santos Coronados.
Encuentro de León Magno con Atila, fresco de Rafael Sanzio en lasestancias del Vaticano (1514).
Aunque se han propuesto varias fechas para el inicio de la Edad Media, de las cuales la
más extendida es la del año 476, lo cierto es que no podemos ubicar el inicio de una
manera tan exacta ya que la Edad Media no nace, sino que "se hace" a consecuencia de
todo un largo y lento proceso que se extiende por espacio de cinco siglos y que provoca
cambios enormes a todos los niveles de una forma muy profunda que incluso repercutirán
hasta nuestros días. Podemos considerar que ese proceso empieza con la crisis del siglo
III, vinculada a los problemas de reproducción inherentes al modo de producción
esclavista, que necesitaba una expansión imperial continua que ya no se producía tras la
fijación del limes romano. Posiblemente también confluyeran factores climáticos para la
sucesión de malas cosechas y epidemias; y de un modo mucho más evidente las
primeras invasiones germánicas y sublevaciones campesinas (bagaudas), en un periodo
en que se suceden muchos breves y trágicos mandatos imperiales.
Desde Caracalla la ciudadanía romana estaba extendida a todos los hombres libres del
Imperio, muestra de que tal condición, antes tan codiciada, había dejado de ser atractiva.
ElBajo Imperio adquiere un aspecto cada vez más medieval desde principios del siglo
IV con las reformas de Diocleciano: difuminación de las diferencias entre los esclavos,
cada vez más escasos, y los colonos, campesinos libres, pero sujetos a condiciones cada
vez mayores de servidumbre, que pierden la libertad de cambiar de domicilio, teniendo que
trabajar siempre la misma tierra; herencia obligatoria de cargos públicos —antes
disputados en reñidas elecciones— y oficios artesanales, sometidos a colegiación —
precedente de los gremios—, todo para evitar la evasión fiscal y la despoblación de las
ciudades, cuyo papel de centro de consumo y de comercio y de articulación de las zonas
rurales cada vez es menos importante. Al menos, las reformas consiguen mantener el
edificio institucional romano, aunque no sin intensificar la ruralización y aristocratización
(pasos claros hacia el feudalismo), sobre todo en Occidente, que queda desvinculado de
Oriente con la partición del Imperio. Otro cambio decisivo fue la implantación
del cristianismo como nueva religión oficial por el Edicto de Tesalónica de Teodosio I el
Grande (380) precedido por el Edicto de Milán (313) con el que Constantino I el
Grande recompensó a los hasta entonces subversivos por su providencialista ayuda en
la batalla del Puente Milvio (312), junto con otras presuntas cesiones más temporales cuya
fraudulenta reclamación (Pseudo-donación de Constantino) fue una constante de
los Estados Pontificios durante toda la Edad Media, incluso tras la evidencia de su
refutación por el humanista Lorenzo Valla (1440).
Véanse también: Caída del Imperio romano de Occidente, Invasiones bárbaras y Pueblos
germánicos.
¿Bárbaros?
Los bárbaros se desparraman furiosos... y el azote de la peste no causa menos estragos, el tiránico
exactor roba y el soldado saquea las riquezas y las vituallas escondidas en las ciudades; reina un
hambre tan espantosa, que obligado por ella, el género humano devora carne humana, y hasta las
madres matan a sus hijos y cuecen sus cuerpos para alimentarse con ellos. Las fieras aficionadas a
los cadáveres de los muertos por la espada, por el hambre y por la peste, destrozan hasta a los
hombres más fuertes, y cebándose en sus miembros, se encarnizan cada vez más para destrucción
del género humano. De esta suerte, exacerbadas en todo el orbe las cuatro plagas: el hierro, el
hambre, la peste y las fieras, cúmplense las predicciones que hizo el Señor por boca de sus
Profetas.
Asoladas las provincias... por el referido encruelecimiento de las plagas, los bárbaros, resueltos por
la misericordia del Señor a hacer la paz, se reparten a suertes las regiones de las provincias para
establecerse en ellas.
Hidacio, Chronicon (hacia 468).15
El texto se refiere concretamente a Hispania y sus provincias, y los bárbaros citados son
específicamente los suevos, vándalos y alanos, que en el 406 habían cruzado
el limesdel Rin (inhabitualmente helado) a la altura de Maguncia y en torno al 409 habían
llegado a la península ibérica; pero la imagen es equivalente en otros momentos y lugares
que el mismo autor narra, del periodo entre 379 y 468.
Los pueblos germánicos procedentes de la Europa del Norte y del Este, se encontraban en
un estadio de desarrollo económico, social y cultural obviamente inferior al del Imperio
romano, al que ellos mismos percibían admirativamente. A su vez eran percibidos con una
mezcla de desprecio, temor y esperanza (retrospectivamente plasmados en el influyente
poema Esperando a los bárbaros de Constantino Cavafis),16 e incluso se les atribuyó un
papel justiciero (aunque involuntario) desde un punto de vistaprovidencialista por parte de
los autores cristianos romanos (Orosio, Salviano de Marsella y San Agustín de
Hipona).17 La denominación de bárbaros (βάρβαρος) proviene de la onomatopeya bar-
bar con la que los griegos se burlaban de los extranjeros no helénicos, y que los romanos -
bárbaros ellos mismos, aunque helenizados- utilizaron desde su propia perspectiva. La
denominación invasiones bárbaras fue rechazada por los historiadores alemanes del siglo
XIX, momento en el que el término barbarie designaba para las nacientes ciencias sociales
un estadio de desarrollo cultural inferior a la civilización y superior al salvajismo. Prefirieron
acuñar un nuevo término: Völkerwanderung ("Migración de Pueblos"),18 menos violento
que invasiones, al sugerir el desplazamiento completo de un pueblo con sus instituciones y
cultura, y más general incluso que invasiones germánicas, al incluir a hunos, eslavos y
otros.
El Imperio romano había pasado por invasiones externas y guerras civiles terribles en el
pasado, pero a finales del siglo IV, aparentemente, la situación estaba bajo control. Hacía
escaso tiempo que Teodosio había logrado nuevamente unificar bajo un solo centro ambas
mitades del Imperio (392) y establecido una nueva religión de Estado, el Cristianismo
niceno (Edicto de Tesalónica -380), con la consiguiente persecución de los tradicionales
cultos paganos y las heterodoxias cristianas. El clero cristiano, convertido en una jerarquía
de poder, justificaba ideológicamente a un Imperium Romanum Christianum (Imperio
Romano Cristiano) y a la dinastía Teodosiana como había comenzado a hacer ya con
la Constantiniana desde el Edicto de Milán (313).
Se habían encauzado los afanes de protagonismo político de los más ricos e influyentes
senadores romanos y de las provincias occidentales. Además, la dinastía había sabido
encauzar acuerdos con la poderosa aristocracia militar, en la que se enrolaban nobles
germanos que acudían al servicio del Imperio al frente de soldados unidos por lazos de
fidelidad hacia ellos. Al morir en 395, Teodosio confió el gobierno de Occidente y la
protección de su joven heredero Honorio al general Estilicón, primogénito de un noble
oficial vándalo que había contraído matrimonio con Flavia Serena, sobrina del propio
Teodosio. Pero cuando en el 455 murió asesinado Valentiniano III, nieto de Teodosio, una
buena parte de los descendientes de aquellos nobles occidentales (nobilissimus,
clarissimus) que tanto habían confiado en los destinos del Imperio parecieron ya
desconfiar del mismo, sobre todo cuando en el curso de dos decenios se habían podido
dar cuenta de que el gobierno imperial recluido en Rávena era cada vez más presa de los
exclusivos intereses e intrigas de un pequeño grupo de altos oficiales del ejército itálico.
Muchos de éstos eran de origen germánico y cada vez confiaban más en las fuerzas de
sus séquitos armados de soldados convencionales y en los pactos y alianzas familiares
que pudieran tener con otros jefes germánicos instalados en suelo imperial junto con sus
propios pueblos, que desarrollaban cada vez más una política autónoma. La necesidad de
acomodarse a la nueva situación quedó evidenciada con el destino de Gala Placidia,
princesa imperial rehén de los propios saqueadores de Roma (el visigodo Alarico I y su
primo Ataúlfo, con quien finalmente se casó); o con el de Honoria, hija de la anterior (en
segundas nupcias con el emperador Constancio III) que optó por ofrecerse como esposa al
propio Atila enfrentándose a su propio hermano Valentiniano.
Batalla de Vouillé (507), entre francos y visigodos, representada en un manuscrito del siglo XIV.
Fueron los visigodos, primero como Reino de Tolosa y luego como Reino de Toledo, los
primeros en efectuar esa institucionalización, valiéndose de su condición de federados,
con la obtención de un foedus con el Imperio, que les encargó la pacificación de las
provincias de Galia e Hispania, cuyo control estaba perdido en la práctica tras las
invasiones del 410 por suevos, vándalos y alanos. De los tres, solo los suevos lograron el
asentamiento definitivo en una zona: el Reino de Braga, mientras que los vándalos se
establecieron en el norte de África y las islas del Mediterráneo Occidental, pero fueron al
siglo siguiente eliminados por los bizantinos durante la gran expansión territorial
de Justiniano I (campañas de los generales Belisario, del 533 al 544, y Narsés, hasta
el 554). Simultáneamente losostrogodos consiguieron instalarse en Italia expulsando a
los hérulos, que habían expulsado a su vez de Roma al último emperador de Occidente.
El Reino Ostrogodo desapareció también frente a la presión bizantina de Justiniano I.
En Gran Bretaña se instalarán los anglos, sajones y jutos, que crearán una serie de reinos
rivales que serán unificados por los daneses (un pueblo nórdico) en lo que terminará por
ser el reino de Inglaterra.
Las instituciones
Los problemas de convivencia entre las minorías germanas y las mayorías locales
(hispano-romanas, galo-romanas, etc.) fueron solucionados con más eficacia por los reinos
con más proyección en el tiempo (visigodos y francos) a través de la fusión, permitiendo
los matrimonios mixtos, unificando la legislación y realizando la conversión
al catolicismofrente a la religión originaria, que en muchos casos ya no era
el paganismo tradicional germánico, sino el cristianismo arriano adquirido en su paso por el
Imperio Oriental.
El cristianismo fue llevado a Irlanda por San Patricio a principios del siglo V, y desde allí se
extendió a Escocia, desde donde un siglo más tarde regresó por la zona norte a una
Inglaterra abandonada por los cristianos britones a los paganos pictos y escotos
(procedentes del norte de Gran Bretaña) y a los también paganos germanos procedentes
del continente (anglos, sajones y jutos). A finales del siglo VI, con el Papa Gregorio Magno,
también Roma envió misioneros a Inglaterra desde el sur, con lo que se consiguió que en
el transcurso de un siglo Inglaterra volviera a ser cristiana.
A su vez, los britones habían iniciado una emigración por vía marítima hacia la península
de Bretaña, llegando incluso hasta lugares tan lejanos como la costa cantábrica entre
Galicia y Asturias, donde fundaron la diócesis de Britonia. Esta tradición cristiana se
distinguía por el uso de la tonsura céltica o escocesa, que rapaba la parte frontal del pelo
en vez de la coronilla.
Por su parte, la extensión del cristianismo entre los búlgaros y la mayor parte de
los pueblos eslavos (serbios, moravos y los pueblos deCrimea y
estepas ucranianas y rusas -Vladimiro I de Kiev, año 988-) fue muy posterior, y a cargo del
Imperio bizantino, con lo que se hizo con el credo ortodoxo (predicaciones de Cirilo y
Metodio, siglo IX); mientras que la evangelización de otros pueblos de Europa Oriental (el
resto de los eslavos -polacos, eslovenos y croatas-, bálticos y húngaros -San Esteban I de
Hungría, hacia el año 1000-) y de los pueblos nórdicos (vikingos escandinavos) se hizo por
el cristianismo latino partiendo de Europa Central, en un periodo todavía más tardío (hasta
los siglos XI y XII); permitiendo (especialmente la conversión de Hungría) las
primeras peregrinaciones por vía terrestre a Tierra Santa.22
Es una locura creer en los dioses.
Saga de Hrafnkell, sacerdote de Frey (Islandia, compuesta a finales del siglo XIII, pero ambientada
en época precristiana).23
Los jázaros eran un pueblo turco procedente del Asia central (donde se había formado
desde el siglo VI el imperio de los Köktürks) que en su parte occidental había dado origen
a un importante estado que dominaba el Cáucaso y las estepas rusas y ucranianas
hastaCrimea en el siglo VII. Su clase dirigente se convirtió mayoritariamente al judaísmo,
peculiaridad religiosa que lo convertía en un vecino excepcional entre el califato islámico
de Damasco y el imperio cristiano de Bizancio.
La división entre Oriente y Occidente fue, además de una estrategia política (inicialmente
de Diocleciano -286- y hecha definitiva con Teodosio -395-), un reconocimiento de la
diferencia esencial entre ambas mitades del Imperio. Oriente, en sí mismo muy diverso
(Tracia -Península Balcánica-, Asia -Anatolia, Cáucaso, Siria, Palestina y la frontera
mesopotámica con los persas- y Egipto), era la parte más urbanizada y con economía más
dinámica y comercial, frente a un Occidente en vías de feudalización, ruralizado, con una
vida urbana en decadencia, mano de obra esclava cada vez más escasa y la aristocracia
cada vez más ajena a las estructuras del poder imperial y recluida en sus
lujosas villae autosuficientes, cultivadas por colonos en régimen similar a la servidumbre.
La lingua franca en Oriente era el griego, frente al latín de Occidente. En la implantación
de la jerarquía cristiana, Oriente disponía de todos los patriarcados de laPentarquía menos
el de Roma (Alejandría, Antioquía y Constantinopla, a los que se añadió Jerusalén tras
el concilio de Calcedonia de 451); incluso la primacía romana (sede pontificia o cátedra de
San Pedro) era un hecho discutido.
Justiniano I consolidó la frontera del Danubio y, desde 532 logró un equilibrio en la frontera
con la Persia sasánida, lo que le permitió desplazar los esfuerzos bizantinos hacia el
Mediterráneo, reconstruyendo la unidad del Mare Nostrum: En 533, una expedición del
general Belisario aniquila a los vándalos (batalla de Ad Decimum y batalla de Tricamarum)
incorporando la provincia de África y las islas del Mediterráneo Occidental
(Cerdeña, Córcega y las Baleares). En 535 Mundus ocupó Dalmacia y
Belisario Sicilia. Narsés elimina a losostrogodos de Italia en 554-555. Rávena volvió a ser
una ciudad imperial, donde se conservarán los fastuosos mosaicos de San
Vital.Liberio solo consiguió desplazar a los visigodos de la costa sureste de la península
ibérica y de la provincia Bética.
Los siglos VII y VIII representaron para Bizancio una edad oscura similar a la de occidente,
que incluyó también una fuerte ruralización y feudalización en lo social y económico y una
pérdida de prestigio y control efectivo del poder central. A las causas internas se sumó la
renovación de la guerra con los persas, nada decisiva pero especialmente extenuante, a la
que siguió la invasión musulmana, que privó al Imperio de las provincias más ricas: Egipto
y Siria. No obstante, en el caso bizantino, la disminución de la producción intelectual y
artística respondía además a los efectos particulares de la querella iconoclasta, que no fue
un simple debate teológico entre iconoclastas e iconódulos, sino un enfrentamiento interno
desatado por el patriarcado de Constantinopla, apoyado por el emperador León III, que
pretendía acabar con la concentración de poder e influencia política y religiosa de los
poderosos monasterios y sus apoyos territoriales (puede imaginarse su importancia viendo
cómo ha sobrevivido hasta la actualidad el Monte Athos, fundado más de un siglo
después, en 963).
Basilio II Bulgaróctono Βασίλειος Β΄ Βουλγαροκτόνος, que quiere decir: «matador de búlgaros»; el
nombreBasilio, Basileus significa rey en griego, y era el título que se daba al emperador.
El periodo entre 867 y 1056, bajo la dinastía macedonia, se conoce con el nombre
deRenacimiento Macedónico, en que Bizancio vuelve a ser una potencia mediterránea y
se proyecta hacia los pueblos eslavos de los Balcanes y hacia el norte del mar
Negro. Basilio II Bulgaróctonoque ocupó el trono en el período 976-1025 llevó al Imperio a
su máxima extensión territorial desde la invasión musulmana, ocupando parte
de Siria, Crimea y los Balcanes hasta el Danubio. La evangelización de Cirilo y
Metodio obtendrá una esfera de influencia bizantina en Europa Oriental que cultural y
religiosamente tendrá una gran proyección futura mediante la difusión del alfabeto
cirílico (adaptación del alfabeto griego para la representación de los fonemas eslavos, que
se sigue utilizando en la actualidad); así como la del cristianismo ortodoxo(predominante
desde Serbia hasta Rusia).
Sin embargo, la segunda mitad del siglo XI presenciará un nuevo desafío islámico, esta
vez protagonizado por los turcos selyúcidas y la intervención del Papado y de los europeos
occidentales, mediante la intervención militar de las Cruzadas, la actividad comercial de los
mercaderes italianos (genoveses, amalfitanos, pisanos y sobre todo venecianos)25 y las
polémicas teológicas del denominado Cisma de Oriente o Gran Cisma de Oriente y
Occidente, con lo que la teórica ayuda cristiana se demostró tan negativa o más para el
Imperio Oriental que la amenaza musulmana. El proceso de feudalización se acentuó al
verse forzados los emperadores Comneno a realizar cesiones territoriales
(denominadas pronoia) a la aristocracia y a miembros su propia familia.26