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En virtud de haber surgido durante el periodo colonial, por cédula real del 21 de
septiembre de 1551, al concretarse la independencia de México, la Real y Pontificia
Universidad fue objeto de innumerables ataques, habiendo sido suprimida por
primera vez en el año de 1833 por Valentín Gómez Farías, el gran reformador
liberal, “quien buscando la formación de nuevas generaciones que tuvieran
conciencia de lo que México era como nación y no como colonia y de su condición
de ciudadanos y no de súbditos, con derechos y obligaciones.
Relata el Abogado de la UNAM, Luis Raúl González Pérez que “la supresión
determinada por Gómez Farías no fue definitiva, ya que quedó sin efectos cuando
dejó el poder en 1834, siendo restablecida por Antonio López de Santa Anna quien
la organizó en 1854, pero ante el intento de la estructura universitaria por preservar
sus privilegios, ritos y métodos que eran propios del periodo colonial, vuelve a ser
suprimida en forma temporal en los años de 1857 y 1861 por las administraciones de
Ignacio Comonfort y de Benito Juárez”.
En esa fecha se concreta la tarea del maestro Justo Sierra, quien en ese entonces se
desempeñaba como Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, y en cuyas ideas,
como la señalado Jesús Silva Herzog, se encuentran todos los antecedentes de la
obra educativa que posteriormente emprenderían los gobiernos emanados de la
Revolución.
Para Sierra, la educación era el medio para consolidar el desarrollo y la defensa del
país, al constituir la vía para crear el mexicano moral e intelectual y encender en su
pecho el amor par la tierra en que nació. La función esencial del universitario
estribaría en servir con lealtad y sin descanso a la sociedad de la que forma parte,
con la finalidad concreta de mejorarla más cada día en provecho de todos sus
componentes.
Al decir del rector José Narro, “la UNAM es parte de toda la historia, de manera
muy importante parte de la historia del siglo XX. Y yo la veo muy comprometida
con la sociedad mexicana del siglo XXI, manteniendo su responsabilidad y, sobre
todo, los valores que ha defendido la comunidad universitaria a lo largo de su
existencia”.