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UNIVERSIDAD DE HUANUCO

FACULTAD CIENCIAS DE LA SALUD


ESCUELA ACADEMICO PROFESIONAL DE ENFERMERÍA

MODULO I
ETICA Y BIOETICA

DOCENTE: LIC. ENF. DANTE AGUSTIN PRINCIPE

Tingo María 2013


UNIDAD I

ASPECTOS GENERALES DE ETICA Y BIOETICA

1. DEFINICIONES
1.1. ETICA

El término Ética, etimológicamente, deriva de la palabra griega ethos, que


significa "costumbre". (Del griego ethika, de ethos, ‘comportamiento’,
‘costumbre’)El término Moral, etimológicamente, proviene de la palabra latina
mores, que significa costumbres.

Antes de ir en busca de una definición de la Ética o la Moral, detengámonos


sobre el objeto material y formal de la moral.

Según Vélez Correa, Luís Alfonso (1998): Ética es la ciencia que fundamenta
el comportamiento moral del ser humano, adecua la conducta humana al bien del
universo, la sociedad y el individuo.

Analicemos algunos componentes de esta definición:

- Ciencia. Es necesaria que la ética sea una ciencia por que esto le da validez
racional y universalidad. La ética debe dar argumentos racionales para
sustentar el comportamiento moral humano, de lo contrario se reduciría a una
mera opinión de tipo emocional.
- Comportamiento Moral. La ética se ocupa del comportamiento humano siempre
referido a un valor moral.
- Ser Humano. El único ser en la naturaleza que necesita de ética es el ser
humano.
- Bien. El valor de lo bueno podría definirse diciendo que es lo que ayuda o
promueve el desarrollo del ser.
- Del Universo. La ética indica al hombre como armonizar su comportamiento
moral con el bien del universo. Ejemplo la ecología es una obligación moral.
- Sociedad. Sin ética es imposible tener un ambiente social sano (normas
morales).
- Individuo. La ética no es solo útil para vivir en sociedad, sino también logra que
el individuo adecue su comportamiento para bien de sí mismo.

1.2. MORAL

Propuesto por Saveter Fernando (1991). La moral es el conjunto de normas


que regulan la conducta humana. Acciones que se llevan a cabo como códigos en
la relación con la sociedad.
1.3. BIOETICA UNA NECESIDAD Y UN ESFUERZO MULTITUDINARIO

Literalmente bioética, es un neologismo que significa ética de la vida. Y surge


en la década del 70.

Van Reusseber Potter. Oncólogo norteamericano fue el primero en utilizar el


término bioética en 1970-71 en el libro público con este título para proponer una
que alcanzara la biología de las humanidades en una “ciencia de sobrevivencia”
empezando a difundirse especialmente en los EE.UU. Nace pues como una
disciplina contingente, es decir requeridas por dilemas concretos que demandan
análisis y solución. En los 80 ocurre una progresiva institucionalización en Europa.

Y en los 90 se aprecia una progresiva expansión de la bioética en las


diversas regiones del mundo a través de la Asociación Internacional de Bioética
(Pessine 1996). En la enciclopedia sobre la Bioética se define como el estudio
sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias biológicas y de la
atención de la salud, en la medida en que esta conducta sea examinada a la luz y
valores de los principios morales. Un aspecto muy importante de la bioética es la
ética médica, mas no se reduce a ella.

El eticista David Roy, señala que la bioética es un instrumento de reflexión


para orientar el saber biomédico y tecnológico en función de una protección cada
vez más responsable de la vida humana.

Se trata pues de una disciplina que tiene que ver con la vida en su conjunto:
La vida humana, la vida de la naturaleza: de la flora, de la fauna.

Esta joven disciplina tiene un amplio espectro de acción, abarca cuatro


aspectos importantes:

 Problemas relacionados a valores que surgen de todas las profesiones de salud


y afines.
 Las investigaciones biomédicas y las de comportamiento.
 Una amplia gamma de cuestiones sociales que se relacionan con la salud.
 Cuestiones relacionados con la vida de los animales y las plantas.

Presentamos ahora algunas de las características de la bioética a que hacen


referencia notables eticistas:

 Es una actividad interdisciplinaria donde la persona humana es considerada en


relación a la vida en su conjunto.
 Tiene como criterios la beneficencia, la autonomía y la justicia consideradas
como la triada bioética.
 Es protectora de la vida frente a la exacerbación técnico científica.
 Esta abierta a los problemas emergentes.
 Propicia el dialogo con todas las ciencias que tratan sobre la vida, desde la
ecología hasta la filosofía y corrientes religiosas.
 Pretender humanizar y personalizar los servicios de salud y promover los
derechos del paciente.
 Trata de integrar la ética con las ciencias biomédicas, a fin de convencer a los
profesionales de la salud acerca de la necesidad de tener en cuenta la
dimensión humana de los pacientes y de incluir en todo juicio y decisión la
dimensión ética de los problemas de salud.
 Surge de un esfuerzo interdisciplinario.

2. OBJETO DE LA ETICA

El objeto de la ética es la conducta humana, o sea aquellos actos que el


individuo ejerce en forma voluntaria y de los que resulta por ello responsable.
Desde el punto de vista de la cual la ética estudia la conducta humana es el bien y
el mal, de lo que debe hacer. El verdadero verbo de la ética es “debe” A la ética
le interesa todo aquello que “debe o debería ser” A pesar de las opiniones
diversas en torno a la ética, hay algo en los que todos coinciden y es el “deber
ser”, característico de la esfera de la ética.

Según Malrandi, Ricardo (1991). La ética tal como lo define la filosofía tiene
por objeto la interpretación del hecho de la vida humana, o sea del conocimiento
de lo que esta mal y de lo que esta bien en la conducta humana.

El ser humano ha establecido que hay 3 clases de actos:

 Aquellos que el hombre hace, “son los actos del hombre”


 Aquellos que el hombre debería hacer o no hacer “son los actos humanos y que
probablemente forman los actos éticos.
 Aquellos que el hombre puede hacer o no hacer “son actos indiferentes”.

La ética normaliza la conducta humana en bien del ser humano mismo y de


todo el universo, es parte de la filosofía que trata de determinar el fin de la vida
humana y los medios para alcanzarlos. En el ámbito de la salud y en el desarrollo
social los contenidos de la bioética como parte de la ética nos aporta los
argumentos para hacer lo correcto, en cuanto a respeto, a la libertad, solidaridad,
derechos individuales y colectivos, entre otros principios que van en beneficio de
la salud y bienestar de las personas y que deben ser el centro de las actividades
de salud.

3. IMPORTANCIA DE LA ETICA.

Debemos preguntarnos si es necesario la ética para los individuos y la


sociedad. La respuesta es obviamente afirmativa.

3.1. NECESIDAD PARA EL INDIVIDUO.


El individuo necesita la ética por dos razones principales:

- La primera, por que ella adecua todas las acciones, estas la conducen a su
enriquecimiento.

Un ser humano puede dejarse llevar por el deseo desordenado de fama o dinero,
por ejemplo, destruyendo a si su existencia, buscando un bien particular se aleja
del bien total o existencia; la ética entonces establece prioridades, pone una tabla
de valores que rija la conducta del ser humano o bien de sí mismo.

- La segunda, por la cual la ética es necesaria para cualquier persona es la de


darle unidad existencial. Es imprescindible para el ser humano que todos sus
actos sean centrífugos, es decir salgan del interior de un núcleo que no esta no
dividido ni en contradicción.

Quien no tiene unidad en sus propósitos ni en sus actos esta en una mentira
vital; esta es una de las causas de la neurosis del hombre moderno. La ética
entendida como el conjunto de normas del ser mismo da unidad y ordenamiento al
ser humano.

Para Balderas, María (1998). La ética no es una ciencia solamente social, es


algo personal que debe practicarse en la sociedad igual que en la muchedumbre.
Es más difícil ser ético en la intimidad que en la vida social. Mentir a los demás no
es difícil, mentirnos a nosotros mismos es imposible. Muchos actos pueden
parecer éticos a los demás pero nosotros sabemos que no lo son y esto causa la
desarmonía que a veces experimentamos. Lo contrario también puede darse: un
acto nuestro que los otros juzgan no ético, nosotros lo percibimos en nuestro
interior como ético y nos produce armonía interior.

Por esto es necesario introspectar todas las normas éticas así sean ellas
externas e impuestas desde afuera; cuando la ley externa se hace interna, los
actos que ella no matiza no serán ya una imposición sino que brotarán de nuestro
yo. Debemos afirmar que siendo la ética una ciencia que rige el comportamiento
humano es algo positivo, es decir tiene que ver con el que hacer con la acción.
Para algunos por lo contrario, la ética esta fundada por normas negativas, en
prohibiciones y señala lo que no debe hacerse. Esto es sin duda una deformidad,
es mostrar la fase obscura de la moneda

Por mucho tiempo se ha enseñado la ética como un conjunto de


prohibiciones, de restricciones, distinto a la concepción griega, para ellos la ética
era una ciencia positiva que deba unidad al ser humano y lo hacía desarrollar
plena y armónicamente. Debemos retomar a la concepción griega de la ética
entendida como la ciencia del que hacer, del obrar, que promueve el desarrollo del
ser humano y que se confundía con la belleza. Para los griegos lo bueno era lo
bello y viceversa, con razón dicen: panta kalakagatos (todo es bello-bueno).

3.2. NECESIDAD PARA LA SOCIEDAD.


La ética también es necesaria para la sociedad. Esta es un conglomerado de
personas que se unen para vivir en comunidad con unos fines comunes,
inalcanzables si no hay una ética. Es condición fundamental que todos los
miembros de una sociedad confíen entre sí para que haya el concepto verdadero
de sociedad. Esta confianza se manifiesta en el acto simple de dar la mano al
saludarnos; con esto queremos mostrarle al otro que no tenemos un arma, que
puede confiar en nosotros.

De aquí el ambiente moral de una sociedad debe cuidarse como el ambiente


físico: el agua, el aire, etc. Pero para la sociedad actual la honestidad, parece
estar pasando de moda. Asistimos a una desmoralización social que se manifiesta
de muchas maneras: por actos que a veces nos parecen triviales o por otros que
no lo son tanto. Vemos que con tanta facilidad se violan las leyes y normas
sociales con perjuicios de la misma sociedad. Arrojamos basuras y desechos en
cualquier parte, violamos las leyes de tránsito, evadimos impuestos, fumamos en
recintos cerrados, hacemos ruidos molestando a los demás. Y de estos pasamos
a actos mas graves como el no respetar los derechos del otro y ni aún su vida.

Esta falta de ética en una sociedad se va volviendo cotidiana, termina por no


conmovernos ni por darnos cuenta de ellos. Según Thompson, Joyce (1995). Otra
razón social ética es con relación a las profesiones. Toda profesión es un servicio
a los otros miembros de la sociedad. Quien ejerce una profesión cualquiera debe
ejercerla con honestidad y prestar el servicio que se espera de él. Si yo busco a la
enfermera debo saber que ella cuidará de mi vida y salud; si solicito al mecánico
debo saber que arreglará bien los frenos de mi carro, y así todas las profesiones y
oficios.

Pero a veces vemos como la enfermera hace intervenciones que no son


necesarias; el ingeniero construye puentes sin las especificaciones requeridas, el
que vende el producto o brinda un servicio lo hace sin honestidad. Todo esto no
son sino signos y síntomas de una patología social: falta de ética y esto mismo es
la causa de que muchas veces la sociedad pierda la confianza en los
profesionales, técnicos y artesanos. La ética es pues una necesidad para el
individuo y la sociedad.

Es un clima sin el cual sus miembros terminan desconfiando entre sí y


destruyéndose.

4. PRINCIPIOS ETICOS O BIOETICOS.

Ante los retos del progreso científico y tecnológico que afectan los cambios
en la práctica profesional, el código de ética orienta sobre los principios que
permiten hacer el análisis y fundamenta la toma de decisiones éticas personales
y de grupo en la atención de salud.
La conducta profesional exige conocer las implicaciones éticas de las
intervenciones de enfermería y responder por los actos de buena práctica así
como por aquellos de negligencia o de mala practica.

Para el estudio de los aspectos éticos de situaciones de la práctica


profesional se deben tener en cuenta la ética de principios, la ética de virtudes,
(que son conductas habituales buenas con las que la persona se hace así misma
más buena y ayuda a los demás), la ética de normas, la ética del cuidado y la
valoración del acto, la intensión o fin con que se realiza y las circunstancias en que
se da, tales como: cuándo, cómo, con quién, a quién, quién actúa, los fines
secundarios v con los que se realiza la acción, la cantidad y el modo como se
hace.

Un principio es la base, el origen, la razón fundamental sobre la cual se


procede en cualquier materia. Es también una norma o idea fundamental que rige
el pensamiento o la conducta. Un principio en ética es la norma o criterio moral
que sirve como punto de referencia con lo ya mencionado, para determinar si un
acto es bueno o malo y fundamentar la toma de decisiones éticas.

En ética, aunque los principios sean válidos, hay aparentes contradicciones a


la hora de aplicarlos en una sociedad pluralista a causa de las diferentes
jerarquías de valores.

Sin embargo un primer principio que orienta la buena conducta es el de la


razón práctica: “haz el bien y evita el mal”.

Los principios generales de la ética son los mismos para la ética de


enfermería, la ética médica y la de otras profesiones de la salud, pero su
aplicación varía en las diferentes situaciones socioculturales y las áreas de
competencia propias de cada profesión.

Los principios de ética propuestos por Llanos Roberto (2002) tuvieron su


origen en 1978, conocidos también como los principios de la bioética son:
beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia. Otros principios en ética
son el de integridad o totalidad, el del voluntario directo o del doble efecto; la
confiabilidad, solidaridad, tolerancia, privacidad y según Lolas (1998), la veracidad
y la fidelidad.

5. ¿CUALES SON LOS PRINCIPIOS BIOETICOS?


5.1. PRINCIPIO DE AUTONOMIA.

Se dice que una persona actúa con autonomía cuando tiene independencia
respecto de controles externos y capacidad para obrar de acuerdo a una elección
propia. Todo ser humano debe ser reconocido por los otros como autónomo. Su
autonomía ontológica brota de su propio ser: auto-nomos y por lo tanto es sujeto
moral. El principio de autonomía significa respetar a las personas como individuos
libres y tener en cuenta sus decisiones que emanan de sus valores y condiciones
personales.

Según Lolas, Fernando (1998), con este principio se reconoce el deber de


respetar la libertad individual que tiene cada persona para determinar sus propias
acciones. Es la capacidad de las personas para autogobernarse y para decidir
libres de influencias.

La defensa y expresión de la autonomía humana que posibilita la ética


discursiva hace posible asumir una autonomía solidaria con la participación de las
personas en el proceso de la toma de decisiones y su influencia en la decisión
final a través de diálogos auténticos. Se debe entender la solidaridad en dos
sentidos, como una actitud personal dirigida a potenciar la trama de relaciones que
une a los miembros de una comunidad, no con afán instrumental sino con afán de
lograr un entendimiento, como una actitud social dirigida a potenciar a los mas
vulnerables. En este sentido todas las personas con competencia comunicativa se
reconocerán como interlocutores válidos en la discusión para la toma de
decisiones, dentro de un ambiente de respeto a los demás miembros de la
comunidad.

El principio del respeto a la autonomía se fundamenta en:

 El derecho a información buena, clara, completa, comprensible sobre salud.


 El derecho a ser respetado en su decisión de dar o no su consentimiento para
tratamientos, pruebas, investigaciones luego de haber sido bien informado.

El reconocimiento de la autonomía del paciente se da ética y jurídicamente,


con el respeto a la integridad de la persona, a los derechos del paciente y con el
consentimiento informado que consta preferiblemente por escrito si el paciente
esta consciente, comprende la información y esta debidamente enterado en el
momento de aceptar o rechazar los cuidados o tratamientos que se le propone.

A través del consentimiento informado se protege y hace efectiva la


autonomía del paciente. El consentimiento voluntario del sujeto humano es
absolutamente esencial en el cuidado de enfermería, supera el paternalismo.

5.2. PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA.

Esencialmente, la obligación corporizada en este principio es la de no dañar


intencionalmente. Algunos autores lo consideran el más básico y fundamental de
la ética en salud. No hacer daño parece estar más próximo a hacer el bien. Por lo
tanto la beneficencia como la maleficencia sería un aspecto de la beneficencia
como sugiere Llanos, Roberto para quien no infligir daño o mal es la primera de
cuatro obligaciones beneficientes.
Es evidente que el peso de la argumentación reside en un concepto
apropiado de daño o mal, que ciertamente cubre muchas esferas de la vida y
alude a diversos cuerpos de creencia y doctrina. Por ejemplo para la medicina era
malo todo lo que fuera contra el orden de la naturaleza.

En tradiciones impregnadas de juridicidad como la romana antigua, malo era


lo contrario a la ley. Otros ejemplos amplios, son matar, no ofender, no causar
sufrimientos a otros.

5.3. PRINCIPIO DE BENEFICENCIA.

El principio de benevolencia es la obligación moral que tiene todo ser


humano de hacer el bien a los otros. Se entiende como la obligación de hacer el
bien y evitar el mal. Se rige por los siguientes deberes universales: hacer o
promover el bien y prevenir, apartar y no infringir daño o maldad a nadie.

Si al aplicar el principio de beneficencia – no maleficencia no se tienen las


condiciones, medios o conocimientos para hacer el bien, se debe elegir el menor
mal evitando transgredir los derechos fundamentales de las personas, los cuales
están por encima de la legislación de los países y de las normas institucionales.
Para la aplicación del principio de beneficencia - no maleficencia se debe buscar
el mayor bien para la totalidad, esto tiene una aplicación individual y social.

A nivel individual debe reconocerse que cada parte del cuerpo humano tiene un
valor y esta ordenada al bien de todo el cuerpo y ahí radica la razón de su ser, su
bien y por lo tanto su perfección.

A nivel social se debe procurar el mayor bien para todos, el ser humano por sus
características antropológicas, no puede vivir ni desarrollar sus cualidades sin
relacionarse con los demás y por ser parte de una comunidad debe obedecer a la
autoridad social que busque de manera legitima el bien común. Pero a la vez la
persona tiene una razón de ser y un destino particular que debe ser respetado por
la sociedad. El ser humano es una persona con un valor de ser mas grande que la
de ser parte de una sociedad; pertenece a la sociedad como persona entera pero
enteramente. El estado no tiene dominio directo sobre la persona, su cuerpo o las
funciones del mismo, en ese sentido debe tratarle siempre como sujeto principio y
fin de todas las instituciones sociales.

En síntesis la persona debe ser tratada de tal forma que no solo se respete
en sus decisiones sino evitando hacerle daño y haciendo un esfuerzo por asegurar
su bienestar.

6. PRINCIPIO DE JUSTICIA.
El principio de justicia no significa que todos los seres humanos somos
iguales, sino que tenemos como personas humanas, los mismos derechos para
satisfacer nuestras necesidades. Llanos, Roberto (2002) sostiene que el principio
de justicia estipula la igualdad de trato entre los iguales y la diferencia de trato
entre los desiguales, conforme a sus necesidades. Esto significa que las personas
que tienen necesidades iguales en materia de salud deben recibir la misma
cantidad de recursos sanitarios. Hacer hincapié en las necesidades permite una
distribución más equitativa de los recursos disponibles. Este principio exige
conocer los interlocutores reales y los potenciales que han de ser tomados en
cuenta a la hora de decidir, sin perder de vista nunca el reconocimiento de valores
inherentes como el respeto de la dignidad de la persona humana y a los derechos
humanos tales como libertad, igualdad, tolerancia y pluralismo.

El principio de justicia debe ocupar una posición prioritaria en una sociedad


como la nuestra que se debaten en asimetrías gigantescas en sus sistemas de
cobertura de servicios sociales y que viven en situaciones económicas
crónicamente deficitarias, si se aspira a mantener niveles mínimos de convivencia
social. Según Nuñez, Magda (2001) La justicia en la atención de enfermería no se
refiere solamente a la disponibilidad y utilización de recursos físicos y biológicos,
sino a la satisfacción de sus necesidades básicas de la persona, en su orden
biológico, social y psicológico, que se traducen en un trato humano.

7. MORAL. NORMAS MORALES.


7.1. MORAL

Es el conjunto de normas aceptadas libre y concientemente, que regula la


conducta individual y social de los hombres. Es el conjunto de principios, normas o
ideas, moral de una época a una sociedad dada. El objetivo que le corresponde a
la Ética en cuanto disciplina filosófica es esclarecer, reflexionar, fundamentar esta
experiencia humana que es la moral. Para una definición adecuada de la moral
hay que tener presente los objetos constitutivos de la moral. Ellos son: su carácter
psicológico y su carácter práctico.

Tomando en cuenta ambos elementos podemos definir la Moral como la


"Ciencia de las leyes ideales y de la actividad libre del hombre"(Jolivet). Paul
Faulquié define la Moral: "...como la teoría razonada del bien y del mal".
Detengámonos sobre ésta definición.

La Moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que


es el bien y lo que es el mal. En otras palabras, la Moral establece lo que se debe
y lo que no se debe hacer. Lo que se permite y lo que se prohíbe. La ética y la
moral no son la misma cosa. La moral es las ideas de lo que es “bueno” y lo que
es “malo”, y cómo uno debe comportarse según estas ideas, que fueron formadas
y llegaron a ser una tradición en una cierta sociedad en un cierto período de
tiempo.
Las reglas morales pueden ser muy diferentes en países diferentes o incluso
en el mismo país en épocas diferentes. La moral es un fenómeno subjetivo, pues
la mayoría de sus reglas no son un resultado de la necesidad objetiva y la
racionalidad.

Las reglas morales son acerca de cómo vestir, donde y hasta cuánto uno
puede desnudar el cuerpo, que giros de lenguaje son decentes y los que no lo
son, de qué uno debe sentirse avergonzado, lo que es “costumbre” hacer y lo que
no lo es, etc. Los principios éticos son objetivos. Ellos son resultado de la
necesidad real y la racionalidad y están basados en el entendimiento del Camino
de la persona hacia la Perfección. La Moral formula principios generales. Según
estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de
su campo. El fundamento de la Moral es la razón. Indudablemente, los diferentes
sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su fundamento.
Pero, en el fondo de todos ellos se encuentra la razón que busca configurar y
legitimar el respectivo sistema.

La moral no es simplemente un conjunto de reglas para guiar nuestra


conducta. Es eso, pero es mucho más que eso. Lamentablemente mucha gente
cree que la moral es una serie de impedimentos arbitrarios al disfrute de la vida,
una serie de "no's" que Dios se inventó para fastidiarnos. Trata sobre los deberes
y derechos del hombre que se pueden descubrir en la ley natural.

7.2. ESTRUCTURA DE LA MORAL.

La estructura de la moral esta dada:

 Motivo. Es aquella que impulsa a ejercer o perseguir un determinado fin.


 Conciencia. Toda acción específicamente humana exige cierta conciencia de un
fin o anticipación real del resultado que se pretende alcanzar.
 Los medios. Para alcanzar un fin escogido se emplean los medios adecuados.
 Resultado. La realización o plasmación del fin perseguido.

7.3. MORAL E HISTORIA

La moral es un hecho histórico, por lo tanto la ética como ciencia de la moral


considera como aspecto de la realidad humana que cambia con el tiempo.
Pero la moral es histórico por que precisamente es un modo de
comportamiento de un ser.

7.4. ORIGEN DE LA MORAL

Hay tres concepciones de origen de la moral:

1. Dios como fuente y origen de la moral. La raíz de la moral no estaría en el


hombre mismo, sino fuera por encima de él, es decir que una potencia sobre
humana debe guiar, cuyos mandamientos constituyen los principios y normas
morales fundamentales.
2. La Naturaleza como origen y fuente de la moral. Considerando la conducta
moral como aspecto de la conducta material biológica ej. las cualidades
morales, ayudas mutuas, disciplinas, solidaridad, etc. Tendrían su origen en los
instintos y podrían encontrarse en los animales.
Darwin opina y afirma que los animales conocen casi todos los sentimientos
de los hombres, amor, respeto, felicidad, lealtad, etc.

3. El Hombre como origen y fuente de la moral. El hombre como ser o todo de


una ciencia eterna, inherente a todo cualquiera que sea la situación social, de
este modo permanece y dura a lo largo de los cambios históricos y sociales. Si
bien es cierto que el comportamiento moral se da en el hombre desde que
existe como tal o sea desde las sociedades más primitivas, la moral cambia y
se desarrolla en las diferentes sociedades concretas, así lo demuestra el
desplazamiento de unos principios y normas por otros, de unos valores
morales por otros. La moral surge cuando el hombre deja atrás su naturaleza
puramente instintiva, natural y tiene una naturaleza social, es decir cuando
forma parte de una colectividad.

7.5. CONCIENCIA MORAL

Los actos morales, como actos que son, están orientados hacia el exterior, la
realidad, el mundo, los demás. Pero, por ser morales, tienen un aspecto interno,
que es el que hace que sean valorables. No podemos olvidar que somos morales
porque sabemos que podemos elegir, porque sentimos que tenemos posibilidad
de seguir caminos diferentes en nuestra vida, porque nos damos cuenta de que
nuestras acciones tienen consecuencias. La conciencia de estas consecuencias
es la base del aspecto interno de la moral, en ella está el origen de la valoración
de nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida.

Pero la conciencia moral es también conciencia de la libertad, conciencia


de que no todas las posibilidades de elección son igualmente valiosas. Por eso es
especialmente importante plantearnos qué es y como funciona. La misma palabra
que usamos para referirnos a ella ya nos da una pista: estar consciente significa
darse cuenta de lo que ocurre alrededor. La conciencia es una forma de
conocimiento o de percepción. La conciencia moral es con lo que nos damos
cuenta de lo que vale, de lo que merece la pena para la vida, de lo que es bueno -
o bien, de lo que no merece la pena, de lo malo, de lo que hay que evitar.

7.6. PROGRESO DE LA MORAL.

Tan antiguo como la misma humanidad es el interés por regular, mediante


normas o códigos, las acciones concretas de los humanos; en todas las
comunidades, en todos los pueblos, sociedades o culturas encuentran
prescripciones y prohibiciones que definen su moral. Ahora bien, junto al
nacimiento de la filosofía apareció otro tipo de interés, el de reflexionar sobre las
normas o códigos ya existentes, comparándolos o buscando su fundamento.

Estos dos diferenciados niveles de interés o de actividad humana constituyen


lo que conocemos hoy, respectivamente, por moral y ética. Veamos

La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal, destinados a


dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se concretan en normas de
comportamiento que, adquiridas por cada individuo, regulan sus actos, su práctica
diaria.

Ahora bien, ni las normas o códigos morales se proclaman como el código de


circulación, ni cada persona asume o incorpora automáticamente el conjunto de
prescripciones y prohibiciones de su sociedad, ni cada sociedad o cultura formulan
los mismos juicios sobre el bien y el mal. Es por todo eso que la moral a menudo
es un conjunto de preguntas y respuestas sobre qué debemos hacer si queremos
vivir una vida humana, es a decir, una vida no con imposiciones sino con libertad y
responsabilidad. La moral da pautas para la vida cotidiana, la ética es un estudio o
reflexión sobre qué origina y justifica estas pautas. Pero las dos, si bien son
distinguibles, son complementarias.

Del mismo modo que teoría y práctica interaccionan, los principios éticos
regulan el comportamiento moral pero este comportamiento incide alterando los
mismos principios. A menudo los conflictos de normas morales que aparecen
cuando tenemos que tomar decisiones son el motor que nos impulsa a una
reflexión de nivel ético. Es por ello que Aranguren, reconociendo la vinculación
entre teoría y práctica, llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida

Cuatrocientos años antes de Cristo, que es la época de Sócrates y Platón, la


mayor parte de la humanidad todavía se encontraba en la condición que llamamos
salvaje, en que regía la ley del más fuerte, aunque existía cultura en limitadas
zonas de Occidente, en el Cercano Oriente, Egipto, China y la India. Influía sobre
el concepto de la estructura moral y ética del hombre la creencia de que el hombre
fue creado tal como es y que su conducta debía regirse por mandato divino. Y se
podía medir la conducta buena o mala con una vara incondicional, invariable y
absoluta.

Aquí no cabe duda de que la humanidad ha progresado de manera material


durante los dos milenios de que hablamos, pero moral y éticamente es otra cosa.
Creemos que el Siglo XX será clasificado por los futuros historiadores como una
de las más inhumanas y sangrientas épocas de la historia, y que algunos
mantendrán que fue el peor de todos los posibles tiempos. Creemos que, más de
un historiador dirá que la humanidad tocó fondo en el Siglo XX, y que de forma
sorpresiva comenzó a reaccionar en el sentido contrario, buscando la paz, la
bondad, la caridad. Por un lado, tenemos el Holocausto de Hitler, las bombas
atómicas de Hiroshima y Nagasaki, los Gulags de Stalin, los horrores de Vietnam,
el ataque a las Torres Gemelas, las guerras interminables entre Israel y los
palestinos. Por otro lado, tenemos la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, la fundación del Banco Mundial y la caridad
internacional practicada por Estados Unidos, Japón, Alemania, y los otros estados
desarrollados.

Agreguemos a esta lista las docenas de organizaciones privadas dedicadas


a prestar servicio médico a los pobres, o trabajan para educar a los que carecen
de escuelas y aliviar el sufrimiento de los desafortunados. Cuando se compara el
mundo y El Perú de hoy con los de ayer, tenemos que admitir que en algunas
cosas hemos mejorado. Por ejemplo, la esclavitud ha desaparecido y las
esperanzas de vida casi han doblado. Donde el promedio era de 60 años para los
hombres y 65 para las mujeres, ahora los actuarios basan sus cálculos para los
hombres en 75 años y para las mujeres en 80.

Esto varía según el lugar pero el promedio ha subido el 25% en apenas un


cuarto de siglo. Pero enfoquemos el poco espacio que queda a El Perú.

Sí es cierto que en algunas cosas el país han mejorado: La calles y


carreteras y centros comerciales, por ejemplo, pero si hablamos del agua, la
energía, los hospitales, la atención médica, el servicio telefónico y la ética y la
moral es otra cosa. Los servicios se han deteriorado y el costo casi se ha
duplicado. La criminalidad ha aumentado y el respeto al matrimonio casi ha
desaparecido. Hay más profesionales, pero ¿quién se atreve a decir que los de
hoy son mejor preparados y más competentes que los de ayer?

Concluimos que es imposible medir el progreso ético y moral de un país


comparando el presente con el pasado. Hubo fallas en el pasado, hay fallas en el
presente y habrá fallas en el futuro. No puede haber una sociedad perfecta cuando
los seres que la conforman son imperfectos.

En El Perú, como en todos los países de la tierra, hay ciudadanos nobles y


buenos, pero también hay malos, mezquinos y egoístas. Estamos viviendo una
época de transición y los grandes cambios suceden con increíble rapidez. El
problema es adaptarnos y tratar evitar aplicar los remedios de ayer a los
problemas de hoy, comenzando con la idea errada de que el dinero resuelve todo.

8. VALORES HUMANOS Y PROFESIONALES


8.1. CONCEPTO DE VALOR

Según el Instituto de salud Cristoforis Danaka (2002) “Los seres humanos


somos seres dotados de la capacidad de crear valores y de valorar en cuanto que
nuestra conducta, desde la más simple a la más compleja siempre obedece a
criterios de interés, a razones, a motivos y a deseos que nos impulsan a la acción
y son precisamente estos intereses y motivos los que constituyen lo que
comúnmente se conoce con el nombre de “valores”.
Los valores configuran nuestra personalidad, guían nuestra conducta,
articulan el devenir de nuestra existencia, orientan nuestras decisiones y modelan
nuestro carácter.

Podrían definirse también como preferenciales que se consideran justificadas


moral, racional o estéticamente. Son como un conjunto interiorizado de principios
que ayudan a los seres humanos a actuar de una forma previsible y mas o menos
duradera, por lo cual se hace posible conociéndolos , anunciar y prevenir nuestra
conducta así como las consecuencias de la misma.

El concepto de valor según Castro, Rita (1998) no es una noción simple, sino
compleja que obedece a una combinación singular en la persona de cada ser
humano de un conjunto variado de factores.

En cada valor o en cada acto de valoración intervienen al menos tres


factores:

 Aquello que se prefiere o aquello que se rechaza.


 Una persona que toma decisiones y elige.
 Un contexto en el que tiene lugar la actividad y que influye, modela e incluso
determina nuestro comportamiento.

8.2. CARACTERISTICA DE LOS VALORES.

En general los valores están caracterizados por:

 Ser percibidos y estimados a través de operaciones sentimentales.


 Posee bipolaridad. Preferir o rechazar un valor supone la existencia de polos
opuestos con grados más o menos diferenciados.
 Producen reacciones en las personas. Ante ellos es imposible adoptar
posiciones de neutralidad y en el proceso mediante el cual se opta por ellos, se
originan modos concretos de reaccionar ante los mismos como podría ser la
sublimación o la encarnación.
 Se presentan en jerarquías, mediante las cuales unos son preferidos a otros y
caracterizan de un modo especial a cada individuo; valores materiales,
intelectuales, éticos, estéticos, religiosos, etc.
 Pueden ser realizados o conseguidos, descubiertos o incorporados
permanentemente a nuestras actitudes.
 Forman parte de nuestras actitudes junto al componente afectivo de las
mismas.

En suma los valores están ligados indisolublemente a la existencia humana y


poseen una doble dimensión objetiva y subjetiva al mismo tiempo. Objetiva en
cuanto a que los valores son fines, metas y objetivos que generan una conducta
puntual o permanente del individuo hacia su realización. Y Subjetiva por que los
valores son creadores de afectos, sentimientos, deseos y motivos, o si se prefiere
de una singular energía emocional que impulsa nuestras acciones.

8.3. CUALIDADES DE LOS VALORES.

 Polaridad. Cada valor tiene su opuesto. Hay valores positivos (ej. Bondad) y
valores negativos (ej. Maldad).
 Rango. Cualquier valor se presenta siempre por necesidad como inferior o
superior a otro de su mismo signo (positivo o negativo)
 Contenido Propio. Cada valor tiene contenido propio, incluso que lo define y
distingue de los demás y especialmente de su opuesto. Ej. La verdad.
 Poder de Solicitud. Es un rango importante de los valores pues, los expresan de
modo singular. Cuando algo es valioso provoca invitar, solicita aceptación o
rechazo.

8.4. LA PERCEPCION DE LOS VALORES.

Un valor según el tipo de preferencia que haya merecido por parte del
hombre (aceptación o rechazo, preferencia positiva o negativa), se integra al ser y
a la vida del mismo hombre. Así comienza la internalización del valor.

Entonces el valor se convierte en criterio de comportamiento, en orientador,


motivador e impulsor de los actos humanos.

En la medida en que un valor se integre y se compenetra con el ser del


hombre lejos de mantenerse como externo y extraño a él, se torna familiar, intimo
y cada vez más personal y deseable.

Pudiera decirse entonces que afecta no solo al pensamiento, la voluntad sino


también los sentimientos. En tal caso genera en el hombre un compromiso
consigo mismo, como realizador, destinatario y sujeto de valores.

8.5. VALORES HUMANOS


8.5.1. LA PERSONA HUMANA COMO VALOR.

El mismo hombre es sujeto de valores, los valores según lo dicho, existen


para el hombre, en el hombre y para el hombre.

8.5.2. DIVERSIDAD DE VALORES HUMANOS.

Los más resaltantes son los siguientes:

 VALORES VITALES: Son los valores internamente relacionados con las


necesidades corporales del hombre y que responden a las necesidades
corporales primarios. Ejemplo: la salud.
 VALORES CULTURALES: Valores que responden a las necesidades y
posibilidades creadores del hombre situado en su medio. Abarcan los valores
del mundo de la cultura como las artes, las ciencias, los juegos, la filosofía, la
tecnología, los técnicos, los artesanos, etc.

8.5.3. VALORES MORALES.

Los valores tienen un particular interés para la ética en general, por que se
refieren directamente a la totalidad de la persona. Están orientados al desarrollo
del hombre como ser humano.

Más que los otros valores contribuyen al enriquecimiento efectivo de su ser,


es decir son los que realmente humanizan al hombre. Simplemente hacen bueno
al hombre.

Podemos distinguir dentro del Código de Ética y Deontología del Colegio de


Enfermeros del Perú los siguientes valores:

 Los valores relativos a la existencia propia. Estos valores se refieren a la


identidad propia, a la vida y a la muerte, desataca el valor de la vida, de la
libertad personal, de la salud por ejemplo.
 Los valores relacionados con la verdad. Son los valores relacionados con el
encuentro y la búsqueda de la verdad, teórica y práctica del pensamiento, de la
palabra y de la conducta. Entre ellos destacan como valores la verdad, la
honestidad, la sinceridad, la autenticidad, etc.
 Los valores referidos a las relaciones personales. Destacan en consecuencia la
dimensión social de la persona humana.

Tales valores destacan a las personas en sus relaciones con sus semejantes.

Destacan como valores éticos el amor, la amistad, la benevolencia, la


solidaridad, la comprensión, la tolerancia, el respeto por el otro, la justicia, la
libertad, etc.

8.6. VALORES NUCLEARES DE LA PROFESION.


8.6.1. LA VALORACION UN LLAMADO AL DESARROLLO COMO PERSONA.
(Sentido personal)

Significa elección LIBRE de la profesión sin presiones de los padres u otras


circunstancias ajenas a la VOCACION.

Es un enamorarse por cierta actividad honesta que gozosos queremos


ofrecer a la sociedad de que somos parte. No es simple ilusión, pues debe estar
respaldada por los dones o cualidades cuyo desarrollo nos hace crecer. Sin
vocación no hay profesión. La vocación automática es la base de la ética. Pues la
ética es la expresión coherente de la persona que nos llama por la vocación y se
manifiesta en la propia vocación.

OTROS VALORES RELACIONADOS CON EL VALOR NUCLEAR SON:


Desarrollo persona, honestidad, transparencia, sinceridad, transparencia, libertad,
autonomía, ética, moral, autenticidad, prestigio personal, dignidad, honor,
veracidad, honradez, conciencia moral, coherencia consigo mismo, identidad
personal, autoestima, optimismo, relaciones personales, etc.

ANTIVALORES. Hipocresía, liberalismo, deshonestidad, conformismo,


arbitrariedad, baja autoestima, pesimismo, prepotencia, engaño, etc.

8.6.2. EL SERVICIO DE LA COMUNIDAD (Sentido Social).

La profesión tiene sentido social, si se orienta al servicio de los demás,


especialmente hacia los que más nos necesitan. Por que somos SOCIALES por
naturaleza. Una profesión ejercida con individualismo egoísta es un absurdo.
Somos para los demás o no somos nada. La actividad profesional ha nacido y se
desarrolla por el bien común, que es lo que otros necesitan de mi y lo que yo
necesito de los demás para crecer y vivir. PROFESION significa manifestación de
lo que somos en PRO de la sociedad. Por eso profesión es sinónimo de servicio
en el sentido noble del término.

OTROS VALORES DEL NUCLEO. Lealtad con los colegas, los clientes, la
sociedad, respeto por el personal, secreto profesional, derechos humanos,
prestigio, generosidad, espíritu de servicio, responsabilidad, imagen institucional,
intimidad personal, privacidad, bien común, limpieza, Autoestima, relaciones
públicas, moral alta, etc.

ANTIVALORES. Individualismo, egoísmo de grupos, difamación desleal,


desánimo, etc.

8.6.3. PREPARACION SERIA Y PERMANENTE (Aspecto Técnico).

No nacemos profesionales hechos. Nos tenemos que capacitar y terminar la


carrera, los estudios, tenemos que continuar actualizándonos, por que la vida es
un proceso de perfeccionamiento que nunca termina.

La calidad de nuestro trabajo depende de la preparación que hemos


asimilado, del alma que pongamos en la obra que nos encomiendan nuestros
clientes. “O RENOVARSE O MORIR” tal es el lema de todo profesional que busca
calidad total.

OTROS VALORES. En torno al valor nuclear que lo complementa:


Especialización, técnica, capacitación, inteligencia, docencia, espíritu de
superación, estabilidad, constancia, investigación científica, creatividad, orden,
actualización, etc.

ANTIVALORES. Incompetencia, empirismo, rutina, subempleo, inestabilidad,


vulgaridad, improvisación, etc.

8.6.4. REMUNERACION JUSTA Y DIGNA (Aspecto de Justicia


Bilateral)

El trabajo es el medio natural con que conservamos y desarrollamos nuestra


vida. Por eso el trabajo es un derecho pero también una obligación que se traduce
en una remuneración justa que debe percibir el profesional digno y eficiente.

Aunque su nombre mas adecuado sería HONORARIOS como expresión del


HONOR que se debe al profesional, pues sus servicios auténticos no hay
remuneración que los pueda pagar.

Sin embargo hay que tener en cuenta los criterios éticos para determinar las
más justas posibles; necesidad familiar, eficiencia, situación de la empresa y del
país.

OTROS VALORES RELACIONADOS. Eficiencia, propiedad intelectual,


puntualidad, fijación de honorarios, administración económica, comisiones de
trabajo, derechos del autor, justicia, dedicación, diligencia, trabajo bien hecho,
interés, ahorro, amor por el trabajo, inversión, cooperación, participación, seguro
social, etc.

ANTIVALORES. Afán de lucro, coima, ineficiencia, ineptitud, robo material e


intelectual, pluriempleo, soborno, negligencia, descuido, huelga injusta,
politiquería, gastos injustificados, tardanzas, juergas, corrupción, ociosidad, etc.

8.6.5. GARANTIA LEGAL. (Dimensión Cívica).

El Diploma del Título a nombre de la Nación es una garantía para el cliente,


la preparación seria del profesional que le brinda sus servicios. La corrupción en
este campo, merece una atención especial.

El aspecto legal de la profesión, para no perder la confianza de la sociedad,


es necesaria aunque no es una garantía plena total.

OTROS VALORES RELACIONADOS: Título, Colegiatura, Firma del trabajo


propio, respeto a las normas, actualización legal, Elecciones limpias, transparencia
en concursos, reglamentos, Cotización al día, conocimientos de Ética, de los
Estatutos, Normas, Derecho, Autoridad legítima, Ley, Honorabilidad, Credibilidad,
etc.
ANTIVALORES. No cumplir sentencia. No cotizar, Compra del Título, Falsificar
firmas, Nepotismo, Ignorancia culpable, Legalismo, Desconfianza, etc.

JERARQUIA DE LOS VALORES

Según José Ortega y Gasset.

Capaz - Incapaz
Valores Útiles Caro - Barato
Abundante - Escaso

Sano - Enfermo
Valores Vitales Selecto - Vulgar
Enérgico - Inerte
Fuerte - Débil

Valores Espirituales Intelectuales:

Conocimiento – Error
Exacto – Aproximado
Evidente – Probable.

Morales : Bueno – Malo


Bondadoso – malvado
Justo – injusto
Escrupuloso – relajado.
Leal – desleal.

Estéticos : Bello – feo


Gracioso – tosco.
Elegante – inelegante.
Armonioso – inarmonioso

Valores Religiosos : Santo – profano.


Divino – demoníaco.
Milagroso – mecánico

8.7. VALORES PROFESIONALES:

Amor – Ciencia y conocimiento – Honestidad – Sinceridad – Respeto a la Dignidad


Humana,
Vocación – Autoestima – Alegría – Verdad – Justicia – Solidaridad – Respeto a la
vida.
UNIDAD II

EL RESPETO- EL SEXO- LA FAMILIA

El Respeto es una de las bases sobre la cual se sustenta la ética y la moral


en cualquier campo y en cualquier época. Tratar de explicar que es respeto, es por
demás difícil, pero podemos ver donde se encuentra. El respeto es aceptar y
comprender tal y como son los demás, aceptar y comprender su forma de pensar
aunque no sea igual que la nuestra, aunque según nosotros esta equivocado, pero
quien puede asegurarlo por que para nosotros; esta bien los que están de acuerdo
con nosotros, sino lo están; creemos que ellos están mal, en su forma de pensar,
pero quien asegura que nosotros somos los portadores de la verdad, hay que
aprender a Respetar y aceptar la forma de ser y pensar de los demás.

Pero no solo a las personas se les debe el respeto más profundo sino todo
aquello que nos rodea, a las plantas y animales, a la pequeña hormiga y la gran
ballena, a los ríos, lagos y mares. Todo como parte de la creación se lo merece.
Es aceptar y comprender al humilde y al engreído, al pobre y al rico, al sabio y al
ignorante, es por pequeña o grande que sea, física, moral o intelectualmente
situarla en el mismo lugar de comprensión y comprender su forma de ser pues se
comprende que ese ser humano se merece toda tu atención, no importando su
condición. Si ahora hizo mal o esta mal, respétala y trata de enseñarle el camino
recto, nunca queriendo imponerlo, solo enséñale el camino e invítalo a recorrerlo,
pero siempre, respetando su decisión de recorrerlo o no.

Pero. ¡ Que pobre alma es aquella que no puede respetar, a los animales y a
las plantas, a los ríos y lagos, al más humilde de los hombres, al pequeño que
camina delante de el, a la mujer con la que comparte su vida, a aquellas con las
que se relaciona, al hombre que lo cree menos por tener incapacidades físicas, al
basurero que por sucio y humilde que sea su trabajo, sin el su vida seria un
basurero, al engreído por que gracias a el al conocerlo puedes evitar ser como el,
al colérico, por que puedes comprender la importancia de saberse controlar, al feo
por que te ayuda a comprender que la belleza se encuentra en el alma, al
ignorante por que sabes que es el comienzo de la sabiduría ! .

Pero a veces se pierde el respeto a alguien ya sea por que lastimo a alguien
de cualquier forma o por varias razones, casi se es inevitable, pero en lo que
concierne este comentario, es solo para mencionar que cuando algo así pasa, se
debe mantener ese respeto hasta donde sea prudente conservarlo si se tiene que
actuar de una forma por demás imperiosa para resolver ese asunto aunque sea,
algo reprochable ante los demás, hágalo, si en verdad intentó, varios medios y no
logro esa armonía, haga lo que tenga que hacer, que en nada es reprochable pues
se tiene el derecho de tratar de convivir en paz, y si no hay otra opción, el cielo
sabrá perdonar. Espero este comentario no sea mal interpretado pues es muy
susceptible de entenderse mal, pero espero me entienda.

El respeto, debe ser nuestra relación con los demás, sería una agradable
forma de conducirse por la vida, pero aunque lo parezca, respetar a los demás es
relativamente difícil.

Por la forma en que se nos ha educado a relacionarnos con los demás, que a
veces tritura esta virtud desde sus comienzos, pero trate de cultivar en su corazón
el respeto, poco a poco, aliméntelo con el ejercicio constante de la misma, y vera
lo bien que se sentirá consigo mismo, a veces tambaleara, y pensara que no lo
logra, pero manténgase firme, y al final el cielo sabrá recompensar su esfuerzo,
hay tanto en la palabra de respeto y en su ejercicio, que preferiría lo meditara
usted mismo y saque sus propias conclusiones, pues ellas se merecen toda su
atención

1. EL BIEN COMÚN.

Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las


asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la
propia perfección. […] No consiste en la simple suma de los bienes particulares de
cada sujeto del cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece
común, porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo,
acrecentarlo y custodiarlo, también en vistas del futuro. [1] Afecta a la vida de
todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que
ejercen la autoridad

2. CARACTERÍSTICAS DEL BIEN COMÚN

 ES OBJETIVO

Es uno de los principios que rigen la vida social que es preciso tener siempre
presente. Es también uno de los conceptos más desgastados y ambiguos, pues se
confunde con bienestar, o calidad de vida -visión ampliada del bienestar-. Pero
estos conceptos centran el fin de la sociedad en el individuo autónomo y nada
tienen que ver con el concepto de Bien Común.

 DERIVA DE LA NATURALEZA HUMANA

El concepto de Bien Común “está íntimamente ligado a la naturaleza


humana. Por ello no se puede mantener su total integridad más que en el
supuesto de que, atendiendo a la íntima naturaleza y efectividad del mismo, se
tenga siempre en cuenta el concepto de la persona humana”. No es la suma de
los bienes individuales, tampoco la sociedad es la mera suma de los individuos. La
sociedad es necesaria para que la persona se realice como tal, y debe presentar
una serie de condiciones que hagan posible el desarrollo simultáneo de la persona
y de ella misma, hacia la perfección que se dará histórica y culturalmente.

No hablamos aquí de unas condiciones mínimas de desarrollo, ni de algo


necesariamente material (aunque lo material forma parte de la “integridad” del
desarrollo humano). Hablamos de condiciones de posibilidad.

 REDUNDA EN PROVECHO DE TODOS

El Bien Común está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el
orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al
contrario’ [...]. Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es
vivificado por el amor”.

En cuanto a la subordinación a las exigencias del Bien Común, las personas


“deben proceder necesariamente sin quebranto alguno del orden moral y del
derecho establecido, procurando armonizar sus derechos y sus intereses con los
derechos y los intereses de las demás categorías económicas profesionales, y
subordinar los unos y los otros a las exigencias del Bien Común” (MM, n. 147),
“aunque en grados diversos, según las categorías, méritos y condiciones de cada
ciudadano. Por este motivo, los gobernantes han de orientar sus esfuerzos a que
el Bien Común redunde en provecho de todos, sin preferencia alguna por persona
o grupo social determinado. No se puede permitir en modo alguno que la autoridad
civil sirva al interés de unos pocos, porque está constituida para el Bien Común de
todos. Sin embargo, razones de justicia y de equidad pueden exigir, a veces, que
los hombres de gobierno tengan especial cuidado de los ciudadanos más débiles,
que pueden hallarse en condiciones de inferioridad, para defender sus propios
derechos y asegurar sus legítimos intereses”. “Todo grupo social debe tener en
cuenta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los demás grupos”.

“La persona se ordena al Bien Común, porque la sociedad, a su vez, está


ordenada a la persona y a su bien, estando ambas subordinadas al bien supremo,
que es Dios” (IBÁÑEZ LANGLOIS, JOSÉ MIGUEL, p. 86). La sociedad se ordena
a la persona, “en consecuencia, el bien de la persona está por encima (es la razón
de ser) del Bien Común. Pero el hombre, como individuo, se ordena al Bien
Común: el Bien Común está por encima del bien individual. El bien de la persona
no se alcanza sino en su trascenderse en la búsqueda del Bien Común”.

Sencillamente, no pueden oponerse Bien Común y bien de la persona: la


persona que se cierra en su individualidad frustra su propio bien, a la par que
frustra la posibilidad de la consecución del bien de los demás. “El Bien Común de
un grupo social es pues el fin común por el cual los integrantes de una sociedad
se han constituido y relacionado en ella.
Ese Bien Común tiene como característica distintiva el hecho de que por su
propia naturaleza es esencialmente participable y comunicable a los integrantes
del grupo social” (ZANOTTI GABRIEL, Economía de Mercado y Doctrina Social de
la Iglesia).

 ABARCA A TODO EL HOMBRE

“Abarca a todo el hombre, es decir, tanto a las exigencias del cuerpo como
a las del espíritu. De lo cual se sigue que los gobernantes deben procurar dicho
bien por las vías adecuadas y escalonadamente, de tal forma que, respetando el
recto orden de los valores, ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al
mismo tiempo los bienes del espíritu” (PT, n. 57). “Abarca todo un conjunto de
condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno
de su propia perfección”.

El hombre, por tener un cuerpo y un alma inmortal, no puede satisfacer sus


necesidades de un modo absoluto ni conseguir en esta vida mortal su perfecta
felicidad. Esta es la razón por la cual el Bien Común debe procurarse por tales
vías y con tales medios, que no sólo no pongan obstáculos a la salvación eterna
del hombre, sino que, por el contrario, le ayuden a conseguirla.

 OBLIGA AL ESTADO

“La razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en el Bien


Común. De donde se deduce claramente que todo gobernante debe buscarlo,
respetando la naturaleza del propio Bien Común y ajustando al mismo tiempo sus
normas jurídicas a la situación real de las circunstancias”. Siendo superior al
interés privado, es inseparable del bien de la persona humana, comprometiendo a
los poderes públicos a reconocer, respetar, acomodar, tutelar y promover los
derechos humanos y a hacer más fácil el cumplimiento de las respectivas
obligaciones. Por consiguiente, la realización del Bien Común puede considerarse
la razón misma de ser de los poderes públicos, los que están obligados a llevarlo a
cabo en provecho de todos los ciudadanos y de todo hombre -considerado en su
dimensión terrena-temporal y trascendente- respetando una justa jerarquía de
valores, y los postulados de las circunstancias históricas. “Si toda comunidad
humana posee un Bien Común que la configura en cuanto tal, la realización más
completa de este Bien Común se verifica en la comunidad política.

Corresponde al Estado defender y promover el Bien Común de la sociedad


civil, de los ciudadanos y de las instituciones intermedias” Ha de ser considerado
como un valor de servicio y de organización de la vida social, del nuevo orden de
la convivencia humana. Pero no sólo el Estado debe aportar las condiciones, es
tarea de todos.

Caben dos extremos:


- El Estado “providencia” que se encarga de todo, peca por exceso. Se busca el
perfeccionamiento del hombre, pero éste ha de poner de su parte. Si el Estado
impone las condiciones coarta la libertad individual.
- El Estado liberal en el que cada uno se ocupa de sí mismo, peca por defecto.

 OBLIGA AL CIUDADANO

“Todos los individuos y grupos intermedios tienen el deber de prestar su


colaboración personal al Bien Común. De donde se sigue la conclusión
fundamental de que todos ellos han de acomodar sus intereses a las necesidades
de los demás, y deben enderezar sus prestaciones en bienes o servicios al fin que
los gobernantes han establecido, según normas de justicia y respetando los
procedimientos y límites fijados por el gobierno” (PT, n. 53). Actualmente al no
afrontarse con frecuencia los problemas sociales “según criterios de justicia y
moralidad”, sino de acuerdo con criterios económicos e ideológicos, “se está
perdiendo en la sociedad la capacidad de decidir según el Bien Común; y esto
está provocando, en el individuo, una creciente incapacidad para encuadrar los
intereses particulares en una visión coherente del Bien Común”. Tolerancia no es
hacer concesiones, pero tampoco es indiferencia. Tolerancia es conocer al otro.
Es el respeto mutuo mediante el entendimiento mutuo. Debemos abandonar los
viejos mitos y aplicar el resultado de los estudios realizados recientemente: el
hombre no es violento por naturaleza. La intolerancia no es parte de ‘nuestros
genes’.

El miedo y la ignorancia son las raíces que causan la intolerancia y sus


patrones pueden imprimirse en la psique humana desde muy temprana edad”.

3. LA TOLERANCIA

Saber respetar a las demás personas en su entorno, es decir en su forma de


pensar, de ver las cosas, de sentir y es también saber discernir en forma cordial
en lo que uno no está de acuerdo. La tolerancia es el respeto con igualdad sin
distinciones de ningún tipo. La tolerancia es aceptarse unos a otros, debemos
aceptarnos a nosotros mismos y luego aceptar y respetar a todos los demás.
Aceptar a los demás como son, sin peros y sin reparos. La tolerancia es la virtud
moral y cívica que consiste en permitir la realización de acciones, preferencias y
creencias que aunque no sean consideradas como lícitas, sin embargo, no son
impedidas por la autoridad con poder de impedir. La innegable actitud de soportar
los actos ajenos, respetando su forma de pensar, quedando en la situación de
recibir lo dado.

El mundo —nuestra extensa familia— puede describirse como un gran árbol


con muchas ramas, ramificaciones y brotes. Cada nación —representada por una
rama— es un hermano o una hermana que tienen su propia familia. Estas familias
— representadas por ramificaciones— son las diferentes regiones y comunidades
compuestas por todas las religiones y grupos étnicos. Cuando se ven las raíces de
la historia al colocar a los miembros de la familia en un árbol genealógico, esta
perspectiva muestra la complementariedad entre todas las personas y demuestra
que es posible la coexistencia. Como el árbol, que se nutre de las raíces comunes
originales que brotan de una semilla, el árbol de la familia humana no puede ser
diferente. ¡La coexistencia también emerge de la misma semilla de la que brotó la
vida! Y la tolerancia, que también crece a partir de esa semilla única, no sólo tiene
raíces profundas que la sostienen, sino que también se expresa de diversas
maneras, como enriqueciendo el suelo y proporcionando lluvias de aceptación y
apoyo

El propósito de la tolerancia es la coexistencia pacífica. Cuando la tolerancia


reconoce la individualidad y la diversidad, se eliminan las máscaras que crean
desacuerdos y diluye la tensión creada por la ignorancia.

La tolerancia ofrece la oportunidad de descubrir y eliminar estereotipos y


estigmas asociados con personas a las que se las ve diferentes debido a su
nacionalidad, a su religión o a su patrimonio cultural. Así como el jardinero
reconoce las características de cada variedad de semilla y prepara el suelo de
forma adecuada para cada una, una persona tolerante respeta la singularidad de
cada persona. Una persona tolerante atrae a otra diferente mediante el
entendimiento y una mentalidad abierta; y aceptándola y acomodándola de
manera genuina, muestra su tolerancia de una forma práctica. En consecuencia,
las relaciones florecen. La semilla de la tolerancia, el amor, se planta con
compasión y cuidado. Cuanto más afectuoso se vuelve uno y más comparte ese
amor, mayor es la fuerza en ese amor. Cuando hay carencia de amor, hay falta de
tolerancia. Por ejemplo, el caso de una madre: cuando el hijo experimenta un
obstáculo, ella está preparada y es capaz de tolerar cualquier cosa. En ese
momento no se preocupa por su propio bienestar, sino que, con amor, afronta
todas las circunstancias. El amor hace que todo sea más fácil de tolerar. La familia
es la primera escuela en la que se aprende la tolerancia, debido a que siempre
hay que hacer reajustes para acomodar a los demás. El colegio es la segunda.

Sin embargo, los exámenes de tolerancia se presentan todos y cada uno de


los días de nuestra vida. Los que los aprueban tienen a menudo la conciencia de
apreciar lo bueno de las personas y de las situaciones. Los que reciben las notas
más bajas son los que normalmente tienen una actitud de desaprobación y
censura. Los que aprueban con muy buena nota usan el poder de la tolerancia
como un escudo de protección, de forma que su serenidad interna permanece
intacta.

4. DISCERNIR AL TOMAR DECISIONES

La tolerancia es una fortaleza interna que le permite a la persona afrontar


dificultades y disipar malentendidos. El método para hacer esto es primero usar el
discernimiento al tomar decisiones. Al ahondar en la conciencia, puede determinar
qué está bien o mal, qué proporcionará beneficio o pérdida y qué traerá logros a
corto o a largo plazo. Las decisiones perspicaces tienen éxito. El poder de tomar
decisiones elimina trastornos mentales e intelectuales, así como entre las
emociones y la razón. No hay conflictos ni con uno mismo ni con los demás, ya
que la tolerancia cultiva la habilidad de calmar los sentimientos fuertes y
encendidos de las personas. Aunque se reciban insultos no habrá la menor
muestra visible de amilanamiento en el rostro. El conocimiento y la perspicacia
automáticamente levantan el escudo protector de la tolerancia, de manera que el
individuo permanece íntegro y contento y además, no se siente amenazado ni por
la gente ni por las circunstancias. Una persona tolerante es como un árbol cargado
de frutas. Incluso cuando se le agrede con palos y piedras, ofrece sus frutas en
retorno. En el ambiente profesional y oficial, el fruto de las propias intenciones y
acciones puede dañarse si al interactuar con los colegas, no se alza sobre el árbol
el toldo protector de la tolerancia.

Los que tienen el poder de ser tolerantes no permiten que las vibraciones
negativas externas nublen sus mentes con dudas y descontento. Pueden ver las
cosas realmente como son —no como aparentan ser— y realizar las acciones
necesarias.

5. LA HABILIDAD DE ADAPTARSE.

Ciertas circunstancias requieren tolerancia. Por ejemplo, los extremos en las


estaciones y los diversos niveles de dolor corporal. El trabajo de los artesanos de
la ciencia y la tecnología ha sido inestimable al ayudar a los seres humanos a
adaptarse al calor y al frío extremos y los tratamientos médicos avanzados han
hecho milagros en ayudar a las personas a tolerar el dolor. Aun así, tales
beneficios no significan que se hayan eliminado las incomodidades por completo.
En ciertos niveles para todos, y para unos más que para otros, la tolerancia se
convierte en el poder indispensable para sobrellevar las situaciones.

La tolerancia desarrolla la habilidad de adaptarse a los problemas de la vida


diaria. Los cientos de personas que corren a la estación de tren después de un día
de duro trabajo, posiblemente están cansados y fastidiados. El arte de adaptarse a
las circunstancias se pone a prueba cuando se escucha el anuncio: “Se han
cancelado todos los trenes debido a dificultades técnicas. Se pide a los pasajeros
que usen otras alternativas”. Tolerar los inconvenientes de la vida es liberarse de
ellos, ser liviano, hacer livianos a los demás, y avanzar hacia delante. ¡Las
montañas se transforman en montones de arena y éstos en semillas de mostaza!

“Tolerancia no es hacer concesiones, pero tampoco es indiferencia.


Tolerancia es conocer al otro. Es el respeto mutuo mediante el entendimiento
mutuo. Debemos abandonar los viejos mitos y aplicar el resultado de los estudios
realizados recientemente: el hombre no es violento por naturaleza. La intolerancia
no es parte de ‘nuestros genes’. El miedo y la ignorancia son las raíces que
causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana
desde muy temprana edad”.

6. LA TOLERANCIA. RESPETA LA PAZ


La tolerancia es la capacidad de conceder la misma importancia a la forma
de ser, de pensar y de vivir de los demás que a nuestra propia manera de ser, de
pensar y de vivir. Si comprendemos que nuestras creencias y costumbres no son
ni mejores ni peores que las de otras personas, sino simplemente distintas,
estaremos respetando a los demás. No es preciso compartir una opinión para ser
capaz de considerarla tan válida como cualquier otra. Lo que hace falta es tratar
de ponerse en el lugar de los demás. Desde cada perspectiva, las cosas se
perciben de una manera distinta. Por eso, analizar en grupo una situación,
escuchando la opinión de cada miembro del mismo, nos permite valorarla mejor.

Compartir las diferencias nos enriquece. Algunas veces, a lo largo de la


historia se pueden ver ejemplos de personas cuyas formas de actuar nacen
precisamente de la falta de respeto hacia los demás. Dejar pasar actitudes
desconsideradas e injustas es una manera indirecta de no respetar a quien las
sufre. Por eso, ser tolerante es también definirse, dar un paso al frente, hacer una
opción por la justicia y la paz.

7. LA SITUACIÓN DE LA FAMILIA

La familia latinoamericana está sujeta a profundos cambios. No se trata de


una crisis de la familia porque por crisis se entiende justamente un proceso de
ajuste y de reasignación de sentido. Por lo tanto, la palabra crisis no denota
necesariamente una realidad disolvente sino más bien un dinamismo transformador
y potenciador. Entre otras causas, los procesos de industrialización y,
consecuentemente, de urbanización implican un cambio de perspectiva sobre la
familia y desde hace décadas se ha entrado en un proceso masivo que en estos
últimos años se ha acelerado.

El proceso de industrialización ha traído, por lo menos, dos cambios


fundamentales:

a) la delimitación de la familia a la pareja y a sus hijos, y


b) la desaparición del enraizamiento al suelo, otorgado anteriormente por la
antigua propiedad familiar de la tierra.

Así, antes la situación de la familia estaba configurada por lo grande (en


tamaño) y lo jerarquizado (en roles). Bajo la autoridad de su jefe, se unía a los
hijos casados, sus mujeres y los hijos de estos hijos.

El centro estaba puesto en los lazos de parentesco y en la transmisión de


bienes (herencia) y tradiciones.
De allí la importancia, hasta ahora, de los apellidos de familia (la raíz en el
pasado). Ahora, la familia tiende a reducirse a una pareja de cara al futuro: el
encuentro de un hombre y una mujer que deciden hacer de a dos una historia, su
propia historia. Pareja e hijos forman la llamada familia nuclear por oposición a la
familia extendida de raigambre rural. Los lazos de sangre ceden ante los lazos de
amor. El simbolismo de la casa paterna, receptáculo de tradiciones, lugar sagrado
donde se renuevan y refuerzan los lazos de parentesco es cada vez más invisible
en el tejido de la sociedad urbana. Más que la casa de la niñez, la pareja de hoy
sueña con la casa propia que van a construir en un lugar elegido por ellos. La
familia tradicional, centrada en la agricultura y en la artesanía que se nutría de
ella, tenía una estructura consagrada. Al igual que la familia, la sociedad también
aparece como una gran familia. En América Latina la hacienda fue la figura por
antonomasia de este pasado; la hacienda era familia y ciudad al mismo tiempo.
Pero, la industrialización produjo varios cambios. El mundo del trabajo ya no es a
escala familiar. La familia ya no es unidad de producción ni unidad de consumo.
Los equipamientos colectivos relativizan esta función familiar. El angostamiento
del protagonismo económico relativiza también el rol de la propiedad familiar y la
función cultural del círculo familiar. El tejido urbano se generaliza. Al comienzo la
ciudad se asemejaba al campo y se organizaba en barrios tejidos por los lazos de
vecindario y de proximidad. Luego es el campo el que comienza a imitar a la
ciudad.

La red de relaciones se amplía en la ciudad y se diversifican más allá de la


familia. Esto hace que la gran familia que antiguamente era factor de seguridad,
hoy se ve desplazada por un buen número de seguridades colectivas sin que
intervengan los lazos afectivos. Una red diversificada de comunicaciones permite
a organismos especializados (hospitales, hogares de ancianos, salas cunas, etc.)
asumir funciones de la familia tradicional. El rol de la mujer se modifica
profundamente. Antes su vida se inscribía en una doble dependencia: la
naturaleza y el varón; dependencia de la naturaleza en función de la reproducción
y dependencia del varón en función de la obediencia al padre y luego al marido. El
desarrollo tecno biológico y tecnológico en general hace posible que la mujer
pueda ahorrar energías que antes no le permitían desarrollar un proyecto de
realización personal. Hoy la esperanza de vida se alarga, se incorpora al mundo
del trabajo, las tareas domésticas y de reproducción se aligeran, etc. La técnica
entra al hogar y hace menos pesado el trabajo y, por tanto, permite una mayor
disposición de tiempo para sí misma.

La familia se hace móvil. A nivel geográfico, la familia queda liberada del


enraizamiento local y deja de percibir los beneficios humanizantes de la
pertenencia a un círculo pequeño; a nivel profesional, se da una reconversión
permanente; a nivel social, se insiste en la calidad de las relaciones, se amplían
las responsabilidades y crece la importancia de la formación personal permanente.
La forma de asumir la sexualidad, por parte de la familia, también cambia. En el
sistema parental, el matrimonio es considerado como una institución que agrega
una célula a una realidad social ya existente y preexistente. Se enfatiza, por ello,
la dimensión procreativa de la sexualidad humana. En la perspectiva conyugal, el
matrimonio es, primeramente, relación interpersonal, encuentro de un hombre y
una mujer para una historia común. Es el otro, la pareja y los hijos, los que
adquieren centralidad, más que el colectivo social. Esto hace que la mujer ya no
pueda reducirse sólo a tareas domésticas y educativas.
La familia hoy busca asegurar su autonomía. Antes el apoyo y la seguridad
estaban en los círculos concéntricos de la parentela. Hoy el acento está puesto en
la inevitable separación respecto de la familia de origen: asegurar la
independencia de la pareja.

Consiguientemente, si la pareja busca su autonomía y si la mujer busca el


poder desarrollarse en su vida personal, el encuentro entre el hombre y la mujer
se vuelve fuertemente individualizado. Antes la experiencia matrimonial era una de
un grupo más que una experiencia personal; por ello mismo, los valores eran
objetivables y definidos como bien común de la sociedad. Hoy, en cambio, los
valores del encuentro entre un hombre y una mujer, en el tejido urbano, resultan
más frágiles. Hoy, la pérdida de seguridad que daba anteriormente el
enraizamiento parental y la estabilidad de las instituciones, necesita ser
compensado por una valoración e intensificación de la intimidad familiar. En este
contexto, la cultura moderna tiende a separar, primero, y a subordinar, después, la
dimensión sustantiva o personal a la dimensión funcional. Por consiguiente, se
siente cada vez más la necesidad de resignificar a la familia desde su núcleo
personal y personalizante, dentro del contexto de la racionalidad urbana.

Más que nunca se percibe la necesidad de la experiencia de comunidad


porque el individuo, que es base de la sociabilidad humana, es un sujeto personal
necesitado de reconocimiento. Justamente, es en la familia donde se recupera
esta experiencia única e irrepetible de ser persona perteneciente a una
comunidad. En la familia se experimenta la vida como gratuidad sea en la
dimensión amorosa como en el nacimiento de los hijos.
De esta realidad nacen las experiencias que no son propias del orden
funcional y que, por el contrario, apuntan a su debilidad para asegurar una vida
plenamente humana.

Esto resulta de particular importancia en el contexto de la tendencia actual


(matrimonio a prueba, divorcio) cuando se puede estimar que en la historia de
cada persona existirán entre tres a cuatro relaciones de parejas estables y
consecutivas: (a) una relación de pareja estable durante la adolescencia e inicio
de la adultez (matrimonio a prueba); (b) una relación estable durante el período del
desarrollo personal, laboral y profesional; (c) el establecimiento de una relación
estable para la reproducción y crianza de los hijos; y (d) una relación de pareja
durante la vejez.

Como consecuencia de las parejas sucesivas será la formación de familias


con hijos de diferentes parejas: serán familias formadas por los hijos tuyos, míos,
nuestros. Esto significa la existencia de hermanos sin ninguna vinculación de
consanguinidad entre ellos.

Por último, crece la tendencia de la fecundidad y transmisión de la vida sin


recurso a la relación sexual dentro de la pareja: las mujeres fecundadas con
espermios de bancos, los hombres que donan gametos para fecundar mujeres, las
parejas que encargan embarazos, las parejas que adoptan embriones, la
fecundación de mujeres en edad no reproductiva (posmenopáusicas), y las
parejas de homosexuales y lesbianas que acceden a la paternidad-maternidad vía
la fecundación asistida.

8. LA COMPRENSIÓN ÉTICA DE LA FAMILIA

La familia es el lugar privilegiado para vivir la sexualidad como lugar de


nacimiento, de realización y de proyección de toda persona humana. La familia es
la primera instancia donde uno nace, descubre y vive su sexualidad; pero también
llega a ser el proyecto privilegiado para realizar esa sexualidad en la construcción
de una familia propia. En este sentido, se puede hablar de la familia como un lugar
de auto encuentro y de hetero-encuentro de la sexualidad humana.

En la exhortación apostólica Familiaris Consortio (22 de noviembre de 1981),


Juan Pablo II proclama que "el futuro de la humanidad se fragua en la familia".
Esta importancia decisiva de la familia para el futuro de la humanidad no se limita
al hecho biológico de la prolongación de la especie, sino más importante aún tiene
un sentido cualitativo de la formación de la persona, siendo la familia la primera
escuela y el primero modelo de sociedad para el individuo. No es cierto que la
familia sea "la tumba de la revolución" sino, por el contrario, la familia es el "rumbo
de la revolución". Si por revolución entendemos la transformación de la sociedad
hacia cuotas más altas de humanización y de justicia, entonces es en la familia
donde el individuo capta la importancia de estos valores y la necesidad de
reproducir en la sociedad lo que ha descubierto en su propia familia.

8.1. El sentido cristiano de la familia

La familia es la primera iglesia del cristiano en cuanto que descubre en la


familia los primeros pasos de la fe mediante el testimonio de los padres y los
hermanos. La familia es la iglesia doméstica en su doble vertiente de acogedora y
misionera. La familia es un lugar de encuentro de las cuatro relaciones básicas del
ser humano.

* El encuentro entre esposo y esposa. La dimensión conyugal es clave para la


realización de la familia. Esta afirmación no necesita ulterior justificación.

Esta relación se realiza en la comunicación, la aceptación, la entrega, el


respeto, la creatividad, la intimidad, la ternura, la comprensión. La buena relación
conyugal es condición indispensable para vivir la paternidad y la maternidad con
los propios hijos, como también en la preparación para la vejez conyugal cuando
se vuelve a la vida de pareja sin la presencia de los hijos en el hogar.

* El encuentro entre padres e hijos. Este encuentro presenta sus complejidades


porque los hijos son "otros" y no una mera "prolongación" de los padres. La
preferencia injusta y discriminatoria por razones de salud, belleza o inteligencia
destruye la unidad familiar. En la misma medida en que los padres aprenden a
respetar la libertad responsable de sus hijos, también los hijos tienen que saber
respetar y crear los espacios de libertad para sus padres.
A veces se tienden a hablar tan sólo de la responsabilidad de los padres
hacia los hijos, olvidándose de la responsabilidad que los hijos también tienen
hacia los padres.

* El Encuentro entre familia y sociedad. Muchas veces el individuo se encuentra


enfrentado con dos realidades totalmente opuestas: el ambiente familiar y la
realidad de la sociedad. Demasiadas veces el individuo se encuentra en una
sociedad que contradice lo que ha aprendido en el seno de su propia familia. Pero
la solución no es la construcción de una familia al margen de la sociedad, como un
refugio contra la agresión de la sociedad, sino más bien la formación de una
familia capaz de preparar al individuo para vivir en la sociedad como agente de
cambio social. No se puede evadir la sociedad porque su influencia penetra la
familia. Es precisa una pedagogía familiar que desarrolle el sentido crítico de sus
miembros, junto con un amor profundo a la humanidad. La familia es la base de la
sociedad, porque la sociedad es el conjunto de los grupos familiares. El
robustecimiento de las familias tiende a lo largo a la transformación de la misma
sociedad. En la medida en que la familia es un testimonio vivencial de una
pequeña sociedad justa y fraternal, entonces la familia asume su responsabilidad
de aportar futuros ciudadanos responsables porque lo aprendido en la familia se
convierte en programa de proyección social para el país.

* El encuentro entre familia e Iglesia. La familia es la primera comunidad de


creyentes, la primera comunidad de base donde el individuo encuentra el espacio
para compartir y crecer en la fe. El rol protagónico de la familia en ser centro de
evangelización para sus miembros se extiende hacia fuera para ser luz en el
mundo. La presencia de todos los miembros de la familia es imprescindible para la
misión de la Iglesia. Pero es también imprescindible que la Iglesia, en cuanto
jerarquía, esté siempre abierta a los aportes, las preocupaciones, los problemas y
los desafíos que se presentan a la familia.

8.2. La familia como proyecto de vida

La familia se construye día tras día. La familia no constituye un hecho


estático sino se va construyendo paulatinamente. El ideal de la familia tiende hacia
la de ser un centro de comunión y participación, ya que la familia se construye
entre todos sus miembros y es tarea de todos sin excepción. En la sociedad
moderna, la familia tiene la responsabilidad ética de vivir el ser por sobre del tener,
la solidaridad frente al individualismo, el compartir frente a la mera acumulación de
bienes, la participación frente a la competitividad, la creatividad frente a la
pasividad y la apatía, la responsabilidad frente a la manipulación, la opción frente
a la indecisión y el capricho, el sentido de la alegría, de la fiesta y de la esperanza
frente al desencanto deprimente que hunde al ser humano. ¡Si el hijo no aprende
estos valores dentro del seno de la propia familia, cabe preguntarse dónde y
cuándo tendrá otra oportunidad! Juan Pablo II escribe en Familiaris Consortio
(1981): "Aun en medio de las dificultades, hoy a menudo agravadas, de la acción
educativa, los padres deben formar a los hijos con confianza y valentía en los
valores esenciales de la vida humana. Los hijos deben crecer en una justa libertad
ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero,
convencidos de que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. En una
sociedad sacudida y disgregada por tensiones y conflictos a causa del choque
entre los diversos individualismos y egoísmos, los hijos deben enriquecerse no
sólo con el sentido de la verdadera justicia, que lleva al respeto de la dignidad
personal de cada uno, sino también y más aún del sentido del verdadero amor,
como solicitud sincera y servicio desinteresado hacia los demás, especialmente a
los más pobres y necesitados".
En toda y cada familia se gesta el futuro de la sociedad; en toda y cada
familia se hace presente el pasado y el futuro de un país; en toda y cada familia se
forman las personas humanas, los ciudadanos concretos; en toda y cada familia
se plantea el desafío urgente de encarnar el mañana de una sociedad más
humana y más justa. La sociedad civil que no protege la familia y que no busca las
soluciones concretas para su crecimiento y su desenvolvimiento, simplemente
marcha hacia su autodestrucción. Esta responsabilidad del Estado incluye una
adecuada política educacional, una siempre más justa distribución de los ingresos,
una eficiente política de viviendas, y el asegurar unos salarios justos y suficientes
para el trabajador y su familia. Todo gasto social a favor de la familia no es un
costo sino una inversión para el país.

8.3. La responsabilidad social de la familia

La familia constituye una comunidad de vida y de amor. La familia tiene


cuatro cometidos principales:

8.3.1. La formación de una comunidad de personas

En el amor, la familia vive, crece y se perfecciona como comunidad de


personas. La primera comunidad corresponde a los cónyuges, compartiendo todo
su proyecto de vida, lo que tienen y lo que son. Esta unión es elevada a la
dignidad de sacramento porque es llamado a ser signo de la fidelidad de Dios con
la humanidad; por tanto, se caracteriza por la indisolubilidad y la fidelidad de esta
donación mutua de dos personas. En esta comunidad familiar es preciso resaltar
la igual dignidad y responsabilidad de la mujer, la misión del hombre como padre y
esposo, el respeto por los derechos del niño, y la valoración de los ancianos.

8.3.2. El servicio a la vida

Este servicio comporta la transmisión de la vida como fruto del amor y la


responsabilidad formativa para con los hijos. La Iglesia se declara como decidida
defensora de la vida humana, en cualquier condición o fase de desarrollo en que
se encuentre, rechazando enérgicamente toda agresividad ejercida por los
gobiernos u otras autoridades públicas al respecto.

8.3.3. La participación en el desarrollo de la sociedad


La familia, en virtud de su naturaleza y vocación, lejos de encerrarse en sí
misma, se abre a las demás familias y a la sociedad, asumiendo su función y
responsabilidad social. El primer y fundamental aporte de la familia a la sociedad
es su misma experiencia de comunión y participación. La familia cristiana está
llamada a ofrecer a todos el testimonio de una entrega generosa y desinteresada a
los problemas sociales, mediante la opción preferencial por los pobres y los
marginados.

La familia también está llamada a cooperar a establecer un nuevo orden


internacional, porque sólo con la solidaridad se pueden afrontar y resolver los
enormes problemas de la justicia en el mundo, de la libertad de los pueblos y de la
paz internacional.

8.3.4. La participación en la vida y la misión de la Iglesia

La familia tiene un cometido eclesial asumido por los cónyuges el día de su


matrimonio en la Iglesia. Ella está al servicio de la edificación del Reinado de Dios
en la historia. La familia de creyentes no tan sólo se convierte en una comunidad
"salvada" sino se hace también comunidad "salvadora". La participación de la
familia en la misión de la Iglesia ha de realizarse según una modalidad
comunitaria, juntos, pues, los cónyuges en cuanto pareja, y los padres e hijos en
cuanto familia, han de vivir su servicio a la Iglesia y al mundo. Como la misma
Iglesia, la familia cristiana tiene la responsabilidad de ser comunidad en diálogo
con Dios al servicio de la sociedad.

8.4. El testimonio cristiano de la familia

Mucho se habla de la crisis de la familia en la sociedad moderna, pero es


preciso reflexionar más profundamente sobre el contenido de esta crisis, ya que
conviene preguntarse si es la familia o el matrimonio lo que se encuentra en crisis.
La familia no está cuestionada porque tiene una aceptación social y jurídica en
cuanta institución que refleja la condición antropológica de la persona que necesita
de una comunidad para su identidad, realización y desarrollo. Sin embargo, es la
institución del matrimonio que está en crisis, no tanto como fundamento de la
familia, es decir, instancia que permite construir la familia, sino en cuanto a
aquellas condiciones sociales, religiosas y jurídicas que hoy la definen. Así, surgen
preguntas sobre la aceptación del error y su expresión jurídica, la capacidad
psicológica del compromiso, la mayor valoración del sexo por encima de la
sexualidad, la búsqueda de la auto-realización sin referencia a la alteridad en su
dimensión humana y trascendente, la validez de lo jurídico como compromiso
personal e interpersonal. Además también se puede señalar, por lo menos, dos
hechos que dificultan la construcción de la familia:

1. La presencia de una sociedad pluralista donde coexisten distintas


valoraciones y visiones de una misma realidad. Así, el referente cristiano dejó de
ser un polo convergente.
2. El proceso de cambio cultural que ha significado una redefinición en la
comprensión de la misma realidad. Así, se cuestiona lo que anteriormente se daba
por supuesto: por ejemplo, la relación entre familia y matrimonio, el rol de la mujer
en la familia, la relación sexual como expresión de un compromiso estable en el
tiempo. Estas convierten el discurso ético en un desafío que para algunos es
considerado como un pensamiento irrelevante porque se aleja de la realidad
concreta; para otros, la solución se encuentra en una aproximación legalista,
elaborando normas que definen con toda claridad la situación moral e inmoral sin
ninguna referencia a los matices que va introduciendo la realidad concreta.

El ideal ético debe servir como el norte hacia donde se desea llegar. Al
respecto, la presencia de una familia estable generadora de valores para enfrentar
con sentido los problemas de la vida sigue siendo una condición indispensable
para la construcción consistente de la persona humana. Sin embargo, el camino
que conduce a este ideal no resulta siempre fácil.
En estas situaciones concretas se plantean, por lo menos, dos tareas: (a)
poner todas las condiciones necesarias para hacer realidad lo éticamente
deseable y (b) tener la capacidad de discernimiento suficiente para hacer realidad
lo éticamente posible. El desafío de la familia en la sociedad moderna no consiste
en negar los ideales en nombre de la realidad sino en redefinir y reconstruir los
ideales a partir de las nuevas condiciones que configuran la realidad actual.

9. ETICA Y DIGNIDAD DE LAS PERSONAS

La dignidad es la necesidad emocional que todos tenemos de


reconocimiento público por la autoridad, personal, amigos, familiares, círculo
social, etc. de haber hecho bien las cosas.

La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona como ser digno


de respeto. Toda persona tiene que reconocer las diferencias de cada persona
además de tolerarlas para que así la persona digna se sienta libre, entiende las
bases que le permiten actuar consecuentemente y por lo tanto se considera capaz
de desarrollar cualquier trabajo bien fundamentado. Demuestra su dignidad por su
capacidad de ser virtuoso en sus actos. La dignidad es el resultado del buen
equilibrio emocional. A su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las
consecuencias de sus actos y de quienes se han visto afectados por ellos. Un
exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la sensación
al individuo de tener derechos inexistentes.

La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud y


satisfacción. Es el valor intrínseco y supremo que tiene cada ser humano,
independientemente de su situación económica, social y cultural, así como de sus
creencias o formas de pensar. El ser humano posee dignidad por sí mismo, nadie
se lo da, lo tiene desde el mismo instante de su concepción, nadie se lo puede
quitar bajo ningún pretexto, pero esto no es otro pretexto para querer transgredir
las normas dadas. A lo largo de la historia encontramos reflexiones, incluso
antagónicas sobre la dignidad humana. Sin embargo un denominador común entre
pensadores y personas que lucharon por mejorar las situaciones de vida de la
humanidad ha sido el reconocimiento de la dignidad humana. A la misma mujer, a
pesar de los logros obtenidos en sus derechos, todavía en muchos lugares se le
sigue considerando de rango inferior con respecto al hombre y por lo tanto con
menor dignidad, por ejemplo, las mujeres musulmanas. En el fondo de todos estos
sistemas opresivos, en justificar la explotación del hombre por el hombre,
recordemos que para justificar la esclavitud se decía que el esclavo no era
persona humana, si no un objeto. También debemos recordar en la época de la
colonia española, se decía lo mismo del indio, que no tenía alma y por lo tanto no
poseía dignidad humana.

En la actualidad, todavía se dan muchos casos de no reconocer o respetar la


dignidad de las personas. Es el fundamento de los derechos que se le dan al ser
humano, ya que las personas no tienen precio, sino dignidad, ya que de la
dignidad de la persona como valor central, emanan la justicia, la vida, la libertad, la
igualdad, la seguridad y la solidaridad, que son dimensiones básicas de la
persona, que en cuanto tales se convierten en valores y determinan la existencia y
legitimidad de todos los Derechos reconocidos en los acuerdos internacionales
sobre derechos humanos.

UNIDAD III

El NACIMIENTO DE LAS PROFESIONES

El concepto de profesión tal como ha ido acuñándose a lo largo de la historia


tiene claros orígenes religiosos. Como bien muestra uno de los principales teóricos
de las profesiones. Max veber, las palabras alemana (BerIlf) e inglesa (callin?) que
nosotros traducimos por profesión tienen a la vez el sentido de vocación y de
misión y reciben el significado que ahora les damos sobre todo a partir de la
Reforma protestante. Son los reformadores los que sin pretenderlo, sientan las
bases para que pueda entenderse que la propia conducta moral consiste en sentir
como un deber el cumplimiento de la tarea profesional en el mundo y es esta
convicción la que genera el concepto a la vez religioso y ético de profesión: el
único modo de agradar verdaderamente a Dios consiste en el cumplimiento en el
mundo de los propios deberes profesionales. Por eso el profesional se entregará
en alma y cuerpo a realizar su vocación. Ahora bien, la conciencia de que es un
deber moral ejercer la propia profesión con pleno rendimiento va separándose
paulatinamente de la conciencia de que es un deber religioso y cobrando
autonomía. De suerte que es este deber moral el que va inspirando el espíritu
ético del capitalismo. Por que tanto quienes desempeñan profesiones liberales
como los que tienen por profesión aumentar el capital interpretan sus tareas como
la misión que deben cumplir en el mundo, como la vocación a la que han de
responder. De ahí que dediquen todo su esfuerzo a trabajar en ese doble sentido.
y no buscando el interés egoísta. Como suele creerse al hablar de los orígenes del
capitalismo: tanto el que ejerce una profesión liberal como el que pretende
producir riqueza sienten su tarea como una misión que deben cumplir al servicio
de un interés que les trasciende.

El profesional -como afirma Diego Gracia es siempre «un consagrado a una


causa de una gran trascendencia social y humana. De ahí que el ejercicio de una
profesión exija hasta nuestros días ir más allá del propio interés egoísta y
emplearse seriamente en esa causa social (sanidad. docencia, comunicación. etc.)
que trasciende a quien la sirve. Ciertamente en el nacimiento de lo que hoy
llamamos profesiones sólo tres se reconocían como tales: la de los sacerdotes,
Los médicos y los juristas. Estas tres profesiones exigían vocación ya que no
todas las personas eran llamadas a ejercerlas sino únicamente las escogidas.
Pero además de los nuevos miembros se exigía en los tres casos que
pronunciaran un juramento al ingresar porque la actividad a la que pretendían
dedicarse ya venía configurada por unas regla, valores morales que el neófito
debía aceptar si pretendía ejercerla. Y por último, las tres profesiones tenían de
algún modo un carácter sagrado, en la medida en que se dedicaban a intereses
tan elevados como el cuidado del alma, del cuerpo o de la cosa pública. Más tarde
también se consideró como profesionales a los militares y los marinos: pero, en
cualquier caso, es en la Modernidad, como hemos dicho cuando las profesiones
empiezan a emanciparse de la esfera religiosa y a fundamentarse en una ética
autónoma.

1. CARACTERES DE UNA ACTIVIDAD PROFESIONAL

Ciertamente, son muchos los autores que se han ocupado de estudiar los
caracteres que ha de reunir una actividad humana para que la consideremos una
profesión.
Pero aquí no nos interesa tanto hacer un recorrido por distintos paradigmas
como intentar esbozar uno que recoja el mayor número posible de características
para entender lo que es hoy una profesión, cuáles son sus rasgos morales y cómo
puede aplicarse el paradigma esbozado a la profesión de enfermería.

Podríamos decir hoy en día que profesiones son aquellas actividades


ocupacionales en las que encontramos los siguientes rasgos:

1) Una profesión es una actividad mediante la cual se presta un servicio


específico a la sociedad de forma institucionalizada. Importa recordar desde el
comienzo –que una profesión es una actividad humana social. Un producto de la
acción de personas concretas. Por que frecuentemente se '"olvida que la
enfermería, la docencia o la política son en primer lugar actividades realizadas por
personas.

El nivel institucional. Indispensable también en el caso de las profesiones


cobra, sin embargo, todo su sentido de dar cuerpo a las actividades. En lo que
respecta al tipo de servicio que presta el profesional tiene que reunir las siguientes
características:
a) El servicio ha de ser único en la medida en que los profesionales reclaman el
derecho de prestarlo a la sociedad en exclusiva considerando como «intruso» a
cualquiera que desee ejercerlo desde fuera de la profesión.

b) Las prestaciones que de él puedan obtenerse han de estar claramente


definidas de modo que el público sepa a qué atenerse con respecto a esos
profesionales, es decir, qué puede esperar recibir y qué puede exigir de ellos.

c) Pero también ha de tratarse de una tarea indispensable, es decir, de un tipo


de servicio del que una sociedad no puede prescindir sin perder una dosis
irrenunciable de salud (actividad sanitaria). Formación (actividad docente),
organización de la convivencia (actividades jurídicas) o información (Actividad
informativa). Esta es la razón por la que hoy en día se exige que buena parte de
los servicios profesionales puedan llegar a todos los ciudadanos sobre todo desde
los inicios del llamado Estado de bienestar, por ejemplo. Servicios como la
asistencia sanitaria o la educación.

2) La profesión se considerara como una suerte de vocación y de misión: por


eso se espera del profesional que se encargue de ella y que ocupe parte de su
tiempo de ocio preparándose para cumplir bien esa tarea que le ha sido
encomendada.

3) Ejercen la profesión un conjunto determinado de personas a los que se


denomina profesionales. Los profesionales ejercen la profesión de forma estable
obtienen a través ella sus medios de vida y se consideran colegas.

4) Los profesionales forman con sus colegas un colectivo que obtiene, o tratan
de obtener el control sobre el ejercicio de la profesión.

5) En este sentido en el que se tacha de intrusos a los que carecen de las


certificaciones académicas correspondientes y se les prohíbe oficialmente ejercer
la profesión.
6) Se accede al ejercicio de la profesión a través de un largo proceso de
capacitación teórica y práctica, es decir a través de unos estudios claramente
reglados de los que depende la acreditación o licencia para ejercer la profesión.
Estos estudios deben ser específicos, recibir a su término un documento oficial
acreditativo, diploma, licenciatura y ser solo dominados por los miembros de esa
profesión determinada. Este es uno de los grandes problemas en profesiones
como el periodismo en las que resulta sumamente discutible que quien ha
estudiado la carrera de Ciencias de la Información esté más preparado para
informar y opinar que algunas personas cultas, dotadas de una pluma ágil, y
también en el ámbito de la enfermería ha sido uno de los grandes problemas el de
determinar el cuerpo de saber técnico que sus profesionales poseen en exclusiva
siendo así que el cuidado parece ser cosa de sentido común y de entrega. O
parece que el médico posee ese tipo de saber en mayor grado.
7) Los profesionales reclaman un ámbito de autonomía en el ejercicio de su
profesión. Obviamente, el público tiene todo el derecho a elevar sus protestas y
debe ser atendido. Pero no es menos cierto que el profesional se presenta en la
sociedad como el experto en el saber correspondiente y por lo tanto exige ser el
juez a la hora de determinar qué forma de ejercer su profesión es la correcta y
qué forma de ejercerla son desviadas. Esta doble peculiaridad de cualquier
profesión el hecho de que el consumidor tenga todo el derecho a exigir y el
profesional el de enjuiciar sobre su correcto ejercicio, hace necesario establecer
un difícil equilibrio entre ambas partes, evitando caer en dos extremos igualmente
desafortunados: creer que las demandas del público han de atenderse siguiendo
los procedimientos que el público exige como si para ello no fuera necesario el
juicio de los expertos, o bien establecer la regulación de las actividades
profesionales atendiendo sólo a los expertos.

Tener en cuenta ambas partes es a todas luces, esencial. Por ejemplo en


cualquier juicio sobre una presunta negligencia profesional, se hace cada vez más
necesario que el juez esté también especializado en la profesión correspondiente
para poder tener un criterio a la hora de juzgar en caso contrario juzgará por
apariencias, y los profesionales se verán obligados a tomar medidas a menudo
superfluas pero aparentemente necesario. Fenómenos como éste explican en
buena medida el éxito de la «medicina defensiva», que exige un extraordinario
derroche de dinero y energías, pero parece en ocasiones la única forma de
cubrirse las espaldas frente a posibles denuncias y frente al fallo de un juez
inexperto en sanidad. Por eso, tradicionalmente, los colegios profesionales
promulgan códigos de la profesión con la intención de autorregularse y resolver los
posibles conflictos antes de tener que acudir al juzgado. Obviamente, este modo
de proceder puede tener una lectura gremial, corporativista en la medida en que el
cuerpo profesional pretenda cerrar filas e impedir cualquier juicio externo; pero
también tiene una base en la realidad que no conviene olvidar: la de que es
positivo que los profesionales tomen conciencia de las exigencias de su profesión
y sean los primeros en desear dignificarla.

Para ello, sin embargo no basta con asumir códigos deontológicos, es


necesario incorporar también un código ético. Más adelante comentaremos las
diferencias entre ambos.

8) Lógicamente al afán de autonomía corresponde el deber de asumir la


responsabilidad por los actos y técnicas de la profesión y éste es uno de los
puntos en los que conviene insistir en todo tiempo pero todavía más en nuestros
días cuando va resultando urgente complementar el tiempo de los derechos con el
de las responsabilidades. Justo es que los profesionales reclamen sus derechos
pero igualmente justo es que asuman la responsabilidad por el correcto ejercicio
de su profesión, ya que son sujetos morales.

9) De los profesionales se espera que no ejerzan su profesión por afán de lucro


ya que se trata de un tipo de actividad que trasciende el interés egoísta y exige
cierto altruismo una orientación básica encaminada a favorecer a la colectividad.
En este sentido, conviene distinguir muy claramente entre el fin de una profesión
por el cual cobra su sentido y los intereses que persiguen las personas que la
ejercen.

Evidentemente el interés de una enfermera a la hora de ejercer su profesión


puede consistir exclusivamente en ganar un dinero pero el fin de la enfermería no
es ése; de ahí que no tenga más remedio que asumir el fin y los hábitos que la
actividad de la enfermería exige, relegando a un segundo plano su interés
originario. Para aclarar bien este extremo del fin de una profesión y de los hábitos
indispensables para ejercerla conviene que pasemos a un tercer punto.

2. ETICA PROFESIONAL
2.1. PROFESION.

Para Rita Castro, “La profesión es una actividad humana habitualmente


dirigida a un que hacer concreto, útil y exigido, por el que el individuo debidamente
preparado, colabora al bien común de la sociedad en la que vive, al propio tiempo
que encuentra en ella los medios de subsistencia adecuados, siempre bajo el
control de la ley o los controles propios de su trabajo específico”.

Esta definición es la más extensa y completa, destaca en la profesión, lo


social y lo individual, sirve al individuo que lo lleva a cabo y también a la
colectividad.

2.2. CARACTERISTICAS DE LAS PROFESIONES.

Las profesiones tienen dos tipos de características. Una es común de toda


profesión. Otras propias de cada una.

Desde la perspectiva de la ética profesional, ambas son importantes, aunque


las primeras son las bases de las otras y son:

 Un modo de organizar y ejercer el trabajo.


 Saber especializado.
 Propio marco teórico.
 Relación con el bien común de la sociedad.
 Cumplimiento de la ética y deontología de la profesión.
 Medio de supervivencia económica.
 Autonomía de gobierno.

2.3. CUALIDADES DEL PROFESIONAL.

La Asociación Peruana de Facultades y/o Escuelas de Enfermería del Perú


(1999) reflexionó sobre las cualidades del profesional y determinó lo siguiente:

 Vocación.
 Habilidades sociales.
 Preparación adecuada.
 Voluntad de servicio.
 Honradez.

2.4. EL PROFESIONAL SUJETO DE LA ETICA PROFESIONAL.

El auténtico profesional, es aquella persona que elige libremente una


profesión como una forma de desarrollo de su ser, compromete con ella su libertad
y dedicación. El profesional cuanto mas profesional sea tanto más se siente y
actúa como un ser humano. El trabajo específico que realiza, amplia sus
posibilidades humanas, las enriquece y multiplica. La profesión es entonces una
oportunidad para afirmarse en la condición de persona.

Detrás de cualquier profesión hay siempre un ser humano. Lo que la


profesión sea depende lo que el hombre haga con ella: identificarse cada vez más
con la profesión es, para el profesional una vía de humanización de sí mismo. No
es la profesión lo que hace al hombre, es más bien el hombre el que hace a la
profesión. Para la ética profesional, es en la persona determinada en quien se
concretan las condiciones morales del ejercicio profesional. Ella es, en última
instancia, el gestor, el responsable, el autor y el destinatario inicial de la profesión.
Detrás del profesional hay un hombre que a pesar de sus limitaciones da vida,
orientación y sentido a la misma profesión. En una obra sobre ética en enfermería
es necesario precisar cual es la naturaleza de la profesión de enfermería. Según la
ASPEFEEN (1999) Enfermería es una profesión que se ocupa del diagnóstico y
tratamiento integral de las reacciones humanas individuales, familiares y
colectivas, frente a los problemas reales de salud y/o potenciales contribuyendo al
bienestar de la población y el desarrollo social.

Susana Espino (2000) Enfermería es un servicio que las enfermeras ofrecen


a las personas, grupos humanos, para conservar la vida desde el nacimiento hasta
la muerte, incluyendo los periodos de salud-enfermedad. La entrega de servicio es
de persona a persona y el proceso de entrega se basa en el Método Científico
relacionado con el ciclo diagnóstico, evaluación y resultados. Para brindar el
cuidado de enfermería es imprescindible entablar una interacción humana positiva
que genere confianza y empatía que permita a la enfermera conocer a la persona
que ayuda y que la persona ayudada acepte y participe de un saber que le permita
cuidarse así mismo o colaborar en el cuidado de su salud. El Colegio de
Enfermeros del Perú en la Ley del Trabajo del enfermero Peruano (2002) dice el
ámbito del ejercicio profesional de enfermería comprende a la persona en su ciclo
vital. Así mismo a la familia y a la comunidad durante el proceso salud-enfermedad
ya sea en los servicios intrahospitalarios, ambulatorios y comunitarios de los
establecimientos de salud públicos y privados y fuerzas armadas y policiales.

Son cuatro las áreas funcionales del profesional de enfermería: técnico,


administrativo, docencia e investigación. El profesional de enfermería ha visto en
la actualidad amenazado su propia identidad en el cuidado de la salud que no solo
se limita al otro, sino se relaciona el otro con la familia, ciudad y país; y
encontramos problemas que debemos reflexionar:

 Primer Problema. El individuo llega con carencia, minusvalencia a una


institución de salud y el personal de enfermería pone sus condiciones, lo acoge
para satisfacer su derecho a la salud.
 Segundo Problema. El mercado regula el acceso a los servicios de salud, esta
relación, esta relación cliente-capacidad adquisitiva determinará que mejor será
el cuidado de enfermería para el que tenga mayor dinero.

Podemos decir, que el profesional de enfermería desconecta su actividad


con el bien público, sin considerar que el bienestar del individuo es también de su
familia y comunidad. Por lo expuesto es importante recordar al personal en
enfermería su responsabilidad ética, al servicio de la salud humana en su sentido
más amplio en busca de humanizar al mundo, país y comunidad, para contribuir a
la calidad de vida, no solo como categoría socioeconómica sino como acceso y
derecho al bienestar, para contribuir a una sociedad mas humana con relaciones
mas justas equitativas y gran responsabilidad social. Debemos darnos cuenta que
la ética profesional no solo depende del otro, sino de la decisión de cambio, de
aportar a los cambios, reconociendo mas sujeto de derecho y respeto unos a
otros, construyendo un país fraterno.

2.5. CONCIENCIA PROFESIONAL


2.5.1. CONCEPTO

La conciencia que un profesional tiene y vive cerca de los compromisos


personales con el ejercicio correcto de su profesión (responsabilidad, libertad y
motivación adecuada). Es la percepción que el profesional tiene sobre las
responsabilidades que le son propias de acuerdo con la naturaleza de la profesión
que tiene. (Actuar, decidir y responder por sus actos).

Es el conjunto de valores y actitudes, que el profesional asume


personalmente en concordancia con los requerimientos de su profesión.
Conciencia moral del profesional = enfocar, valorar, juzgar y decidir sobre las
situaciones propias de su ejercicio profesional.

2.5.2. ESTRUCTURA DE UNA ACTIVIDAD PROFESIONAL

Como comentamos en el capítulo dedicado a la ética aplicada una actividad


profesional es, en principio, una actividad social en la que cooperan personas que
desempeñan distintos papeles: los profesionales, los beneficiarios directos de la
actividad social (clientes, consumidores, pacientes, alumnos, etc.), otros
estamentos implicados (proveedores de un hospital, competidores en el caso de
una empresa, etc.) y, por supuesto, la sociedad en su conjunto que ha de
dictaminar si considera necesaria esa actividad o al menos beneficiosa.

Y si considera que se está ejerciendo de modo satisfactorio para ello,


Puesto que de una actividad social se trata utilizaremos un principio para analizar
su estructura, el modelo que el filósofo anglosajón Alasdair Maclnryre expone en
su libro “Tras la virtud”. En él sugiere aprovechar un muy fecundo concepto
aristotélico el de praxis para comprender mejor determinadas actividades sociales
cooperativas. Nosotros lo emplearemos para interpretar más adecuadamente ese
tipo de actividades sociales que son las profesiones modificándolo para adaptarlo
a lo que precisamos. En la filosofía de Aristóteles se entiende por praxis (acción),
a diferencia de prótesis (producción). Aquel tipo de acción que no se realiza para
obtener un resultado distinto de ella misma sino que tiene incluido en ella misma
su propio fin. Práctica es una actividad social cooperativa que se caracteriza por
tender a alcanzar unos bienes que son internos a ella misma y que ninguna otra
puede proporcionar. Estos bienes son precisamente los que le dan sentido,
constituyen la racionalidad que le es propia y a la vez le prestan legitimidad social.
Porque cualquier actividad humana cobra su sentido de perseguir un fin que le es
propio y además cualquier actividad social necesita ser aceptada en la sociedad
en la que se desarrolla necesita estar socialmente legitimada. Trasladando esta
caracterización a las actividades sociales podríamos decir que el bien interno de la
sanidad es el bien del paciente, el de la empresa, la satisfacción de las
necesidades humanas con calidad, el de la política es el bien común de los
ciudadanos; el de docencia la transmisión de la cultura y la formación de personas
críticas; el de las biotecnologías la investigación en pro de una humanidad más
libre y feliz. Quien ingresa en una de estas actividades no puede proponerse una
meta cualquiera, sino que ya le viene dada y es la que presta a su acción, sentido
y legitimidad social. De donde se infiere que dentro de ese ámbito como afirma
Aristóteles, «deliberamos sobre los medios», no sobre los fines o bienes últimos,
porque éstos ya vienen dados. No podemos inventar los fines de las actividades
profesionales porque ya proceden de una tradición que conviene conocer a fondo
estudiando su historia. La tarea de quien ingresa en una profesión no consiste
pues, en idear nuevas metas, nuevos fines, sino en incorporarse a una tarea de
siglos a una tradición profesional y en integrarse en una comunidad de colegas
que persiguen idénticas metas.

Una enfermera no tiene que «inventar» los fines de la enfermería, unos fines
ya dados por una larga historia, que arranca de las sacerdotisas dedicadas a
tareas de cuidado, y llega a nuestros días a través de distintas fases (vocacional,
técnica, profesional). Su tarea consiste en integrarse en esa actividad ya añeja, en
esa larga tradición, en una comunidad de profesionales que comparten la misma
actividad. Ahora bien, esto es cierto, pero sólo en parte. Porque si es verdad que
las distintas profesiones tienen una larga historia. También lo es que han ido
variando sus metas, matizando la forma de ejercerse modificando las relaciones
entre los colegas y también las relaciones con los destinatarios de la actividad
profesional. Y tales variaciones se han debido a razones diversas, como, por
ejemplo, el aumento de la capacidad técnica humana, pero sobre todo al cambio
de conciencia moral social. En efecto, las actividades profesionales se van
desarrollando en el seno de sociedades cuya conciencia moral va evolucionando
en el sentido de que las personas reclaman un mayor respeto a su autonomía,
exigen que se respeten sus derechos, piden que se les deje participar en las
decisiones que les afectan pacientes y consumidores, ciudadanos y lectores,
presentan paulatinamente tales exigencias pero también quienes trabajan en la
profesión: enfermeras, médicos proveedores.
Con ninguno deben realizarse prácticas humillantes, a ninguno debe tratarse
sin respeto. Ello significa que aunque el fin de la profesión, como tal (cuidar con
calidad), sigue siendo el mismo, y quien ingresa en la enfermería lo tiene ya dado,
el tipo de relaciones humanas mediante las cuales se alcanza esa meta, el tipo de
actitudes ha cambiado notablemente, y esto exige que los profesionales
derrochen capacidad creativa, inventiva rigurosa, para alcanzar la meta de su
profesión de una forma acorde a la conciencia moral de su tiempo. Por eso
conviene ir dilucidando qué hábitos concretos han de ir incorporando los
profesionales para alcanzar los fines de la profesión, qué actitudes han de ir
adoptando para practicar el bien interno, habida cuenta de que nos encontramos
en sociedades que han accedido al nivel posconvencional en el desarrollo de su
conciencia moral.

Porque alcanzar los bienes internos propios de una práctica exige a quienes
participan en ella desarrollar determinados hábitos, es decir, adquirir mediante
repetición de actos la predisposición a actuar en un sentido determinado: en este
caso, de practicar los bienes "internos de la profesión. Esos hábitos han recibido
tradicionalmente el nombre de virtudes, expresión que conviene entender en el
sentido que tenía en la Grecia clásica como areté, como excelencia del carácter.
El virtuoso en una profesión como ocurre con un maestro del piano o el violín, es
el que pretende alcanzar en ella la excelencia y huye de la mediocridad de la
medianía. Ello no significa optar por la carrera de una competencia con los demás
profesionales, sino sencillamente, intentar ser competente, alcanzar un grado de
excelencia en aquellas aptitudes que son requeridas para alcanzar el bien interno
de la práctica en cuestión. Precisamente por eso en las actividades humanas se
introduce de nuevo la noción de excelencia, porque no todos los que cooperan
para alcanzar los bienes inmersos tienen la misma predisposición, el mismo grado
de virtud. La virtud es graduable y un mínimo sentido de la justicia exige reconocer
que en cada actividad unas personas son más «virtuosas que otras. Esas
personas son las más capacitadas para encarnar los valores de esa actividad que
permiten alcanzar sus bienes internos. De ahí que el profesional tenga que
desarrollar dos tipos de aptitudes: las habilidades técnicas; que resulten
indispensables, pero también la capacidad de tomar decisiones desde unos
valores propios de la profesión que son valores morales. La conjunción de
habilidad y capacidad de optar por los valores preferibles compone al buen
profesional.

Las distintas actividades sociales, y muy concretamente las profesionales se


caracterizan pues, por los bienes internos que sólo a través de ellas se consiguen,
por los valores que en la persecución de esos fines se descubren y por las
virtudes cuyo cultivo exigen.

2.5.3 LA CORRUPCION DE LAS ACTIVIDADES PROFESIONALES

Con las distintas actividades se consiguen también otro tipo de bienes a los
que llamamos externos porque no son aquellos que les dan sentido, pero que
también se obtienen al llevarlas a cabo Estos bienes son comunes a la mayor
parte de las actividades, y no sirven, por tanto, para especificarlas, para distinguir
unas de otras. De este orden son bienes como el dinero, el prestigio o el poder,
que se consiguen con la política y la sanidad, con el deporte o la investigación,
con la docencia o la jurisprudencia, pero no son el tipo de bienes internos por el
que cada una de ellas se distingue de las demás, dándole un sentido:
Por ejemplo la actividad docente o la sanitaria pueden proporcionar dinero,
prestigio y poder y, sin embargo, su bien interno es, respectivamente, transmitir
enseñanzas formando personas autónomas y críticas, y lograr el bien de los
pacientes.

Obviamente, no existe ningún problema en que un profesional, además de


intentar alcanzar los bienes internos que dan sentido a su profesión, perciba a
través de ella unos ingresos, logre un cierto poder social en el buen sentido de la
palabra y se gane un prestigio, una reputación si es «excelente»o lo que, en
cambio, desvirtúa cualquier profesión es el hecho de que quienes la ejercen
cambien los bienes internos por los bienes externos olviden la meta por la que la
profesión cobra sentido y legitimidad social, y busquen únicamente dinero,
prestigio o poder.

En ese caso las profesiones se corrompen de forma inevitable. Corrupción,


en el más amplio sentido de la palabra, significa «cambiar la naturaleza de una
cosa volviéndola mala», privarle de la naturaleza que le es propia pervirtiéndola.
Es decir, que cuando una sustancia o una actividad humana" se corrompen,
pierden su naturaleza se convierten en otra cosa distinta y acaban oliendo mal.
La corrupción de las distintas actividades se produce, en principio, cuando
aquellos que participan en ellas no las aprecian en sí mismas porque no valoran el
bien interno que con ellas se persigue, que es el que les da sentido, especificidad
y legitimidad social las llevan a cabo entonces exclusivamente por los bienes
externos que por medio de ellas pueden conseguirse: las ventajas económicas las
ventajas sociales el poder. Con lo cual esa actividad y quienes en ella cooperan
acaban perdiendo su legitimidad social y con ella, toda credibilidad, por que
cuando una actividad deja de perseguir el fin por el que está socialmente
legitimada, le desnaturaliza, se corrompe y. obviamente se deslegitima. Y en este
sentido, conviene recordar que la corrupción no es sólo ilegal sino inmoral. Ahora
bien la raíz última de la corrupción reside en estos casos en la pérdida de
vocación, en la renuncia a la excelencia.

2.54 EN BUSCA DE LA EXCELENCIA


En el año 1983 los norteamericanos Peters y Waterman publicaron un libro
que hizo fortuna en el ámbito empresarial. Su atractivo título -En busca de la
excelencia- era suficientemente expresivo de las aspiraciones de todo un mundo,
el empresarial, preocupado por superar la mediocridad por situarse entre los
mejores.

Y. en efecto el texto recogía las experiencias de empresas «excelentes», que


son -a fin de cuentas- las que obtienen una abultada cuenta de resultados muy
superior sin duda a la media.

El éxito del libro se debió a que un buen número de empresarios deseosos


de aumentar su competitividad intentaron tomar como ejemplo estas empresas
excelentes para obtener ganancias sustanciosas. Porque en el mundo empresarial
una empresa debe ser competitiva, debe ofrecer una relación calidad-precio tal
que sus productos puedan permanecer en el mercado a largo plazo retribuyendo
suficientemente al capital y al trabajo, y logrando además generar nuevos clientes:
competitividad significa permanencia en el mercado, y esto exige a la empresa no
sólo ser aceptable, sino también ser excelente.
El término empleado por Peters y Waterman -excelencia- venía a recordar el
concepto griego de virtud en la medida en que el virtuoso era quien sobresalía
quien superaba la media en alguna actividad. Parecía pues que en el mundo de
las profesiones liberales en general algo semejante debería ocurrir porque es
exigencia de una profesión la de ejercerla de la forma mejor posible aspirando a la
excelencia. Y. sin embargo esta terminología parecía extinguida en buena parte
del mundo profesional un mundo conforme con cumplir unos mínimos
indispensables pero rara vez dispuesto a llegar a los niveles más elevados. ¿Qué
había ocurrido? Como bien sugiere Diego Gracián al profesional le es inherente
ejercer la virtud física que consiste en ser competente en las habilidades propias
de la profesión y la virtud moral que le predispone a emplear siempre esas
habilidades en un sentido bueno en el sentido que exige la profesión para prestar
su servicio a la sociedad. El profesional por tanto, debe aspirar tanto a la
excelencia física como a la excelencia moral ya que una profesión no es un oficio
ni una simple ocupación. Sin embargo, la burocratización de buena parte de las
profesiones ha destruido en muy buena medida la aspiración a la excelencia,
porque, desde una perspectiva burocrática el buen profesional es simplemente el
que cumple las normas legales vigentes, de forma que no se le pueda acusar de
incurrir en conductas negligentes; el buen profesional es el que logra ser
irreprochable desde el punto de vista Legal.

Para lograr la «perfección legal» exigida por el hecho burocrático, basta con
cubrir unos mínimos de permanencia en el centro y de atención al paciente, en
nuestro caso. Si a ello se añade el tradicional corporativismo que reina en las
profesiones, esa inconfesada complicidad entre los profesionales que les lleva a
defenderse mutuamente ante las denuncias que vienen de los pacientes. Aunque
sólo fuera por poder obtener la misma ayuda de los colegas en caso de recibir una
denuncia es claro que con cubrir unos mínimos el profesional queda bien
resguardado frente a cualquier problema legal. Sin embargo, es preciso distinguir
aquí de nuevo entre la legalidad y la ética. Las leyes exigen un mínimo
indispensable que, en el caso de las profesiones, resulta insuficiente para
ejercerlas como exige el servicio que han de prestar a la sociedad. De ahí que la
ética de la profesión pida siempre mucho más que el cumplimiento de los mínimos
legales que exija a los profesionales aspirar a la excelencia. Es verdad que en el
ámbito ético suele hacerse una distinción entre los deberes que son
universalizables, que pueden exigirse a cualquier persona, y las acciones
supererogatorias, que son las que ciertas personas llevan a cabo porque
consideran que forman parte de su proyecto de felicidad, pero no pueden pedirse
a todos (por ejemplo, permanecer en un hospital en Irak cuando se ha
desencadenado una guerra, por no abandonar a los pacientes, y las autoridades
han dado orden expresa de que los extranjeros abandonen el país). Esto no puede
pedirse a cualquier enfermera o a cualquier médico, porque es una acción
supererogatoria. Sin embargo, una distinción semejante no puede confundirse con
la diferencia entre cubrir los mínimos legales o ejercer la profesión de modo
excelente. Entre los mínimos legales, la excelencia en el ejercicio de una profesión
y las acciones supererogatorias existe una diferencia. El ethos burocrático solo
pide cumplir el horario, seguir una conducta que no pueda acusarse de
negligente; la ética de una profesión pide ejercerla con entrega y diligencia
desarrollando las habilidades necesarias y poniéndola plenamente al servicio de
la población desde aquellas actitudes que caracterizan el ethos de esa profesión.
Las conductas supererogatorias llegan a la entrega de la propia vida, de ahí
que no puedan exigirse universalmente. Regresando al ámbito sanitario, que es el
que ahora nos importa, legislación exige unos mínimos, realmente insuficientes
para llevar cabo la tarea de hacer bien a las personas enfermas. El bien de esa
persona exige de los profesionales que desarrollen esa actividad aspirando a la
excelencia, entre otras razones porque su compromiso fundamental no es el que
les liga a la burocracia sino a las personas concretas, a los pacientes necesitados
de atención.

3. PRINCIPIOS, REGLAS Y VALORES

Como comenta Guy Durand, "la reflexión bioética se basa en los hechos y en
principios y reglas. La bioética no quiere principios determinados de forma
abstracta y que se impongan a la realidad de forma autoritaria. Tampoco quiere un
sistema de principios que funcionaran como prohibiciones incuestionables... quiere
concluir en los hechos, pero necesita sin embargo de principios y reglas.

Existen dos principios fundamentales, unánimemente reconocidos, que son


complementarios:

a) El respeto a la vida humana, que pertenece al orden de la objetividad y debe


servir de finalidad a la actuación ética; y

b) El principio de la autodeterminación de la persona, que remite al dominio de la


subjetividad y es esencial en la ética. Estos dos grandes principios no suprimen
las reglas y normas más concretas y específicas: el precepto de no matar, la
noción de medios proporcionados, el principio de totalidad, el acto de doble efecto,
el consentimiento libre e informado, etc.

Hay que tener en cuenta asimismo las reglas clásicas específicas de la


deontología médica, como el principio de beneficencia, el principio de
benevolencia y la confidencialidad; y también principios más recientes que influyen
en la consideración bioética: el principio utilitarista de buscar el mayor bien para el
mayor número de personas; el principio de universalización que propone siempre
a la persona como fin y nunca como un medio; el principio de igualdad en dignidad
y valor de todas las personas humanas; el principio de justicia y equidad, que
puede compensar el utilitarismo primando la ayuda a los menos favorecidos. Estos
principios designan, por tanto, una orientación fundamental, inspiradora de la
acción. Las reglas están en cambio más cerca de la misma acción, la determinan y
enmarcan, y en definitiva, permiten la aplicación concreta de los principios.

La palabra valor incluye dos aspectos, la significación y la orientación a la


acción, por lo que también puede utilizarse en relación con los principios, aunque
en su acepción filosófica una moral de valores se opone a una moral de principios.
Los valores pertenecen al orden del bien o del ser, como el valor de la vida, la
dignidad de la persona o la autonomía del hombre como ser libre. El respeto a
esos valores funda los principios éticos de respeto a la vida, prohibición de matar,
autodeterminación, etc. Los principios y reglas -las normas- deben estar al servicio
de los valores y traducirlos en términos operativos. Como puede verse, el
equilibrio entre todos estos principios y valores no es siempre fácil. En el ámbito
de la bioética nos encontramos frecuentemente con conflictos de principios y
valores que es necesario jerarquizar o regular, en los casos concretos y a nivel
teórico. De cualquier manera, está claro que toda reflexión bioética de la persona
está condicionada por sus propios valores, por sus opciones y creencias, por la
manera de entender al hombre, la vida y la medicina. Son decisivas las opciones
fundamentales sobre el sentido de la vida humana y su definición, el sentido de la
persona, del sufrimiento, de la vejez y de la muerte, el sentido de la procreación y
de la sexualidad, y por supuesto, el sentido de la misma ética. En este sentido, es
de enorme interés la actual discusión, especialmente en los Estados Unidos, sobre
si la bioética debe basarse en los principios o en la virtud: en un sistema normativo
basado en principios o en una ética de la virtud personal. Según esta
postura,"frente a una ética científica, que antepone el conocimiento, y la ética
profesional que dicta los límites deontológico sin establecer el contenido humano
como único fundamento del acto médico, hay que levantar la ética del médico:
hacer cuanto pueda y sepa para el bien del enfermo... supeditando el método
científico al acto médico... entendido como compromiso interpersonal". También se
está poniendo de relieve, en definitiva, la importancia de la actitud ética del médico
y la formación de su propia conciencia, que puede llevar a su realización como
persona y como científico, o a su destrucción desde el punto de vista moral.
Ambas posiciones no son excluyentes y depende también su relación del modelo
ético que se tenga.

4. EL AMBITO DE LA BIOETICA
4.1. ETICA UNIVERSAL Y PLURALISMO MORAL.

Según la declaración de Helsinki de la Asociación Medica Mundial,


pronunciada por primera vez en 1964 y revisada en Tokio en 1975, Venecia en
1983 y Hong Kong en 1989; y que recoge las orientaciones éticas mundiales para
la experimentación con seres humanos a las que debe someterse a cualquier
ensayo clínico, Los Comités Nacionales de Ética (CN) tienen una función
conciliativa con respecto a los Comités Asistenciales de Ética pero a la ves son
testigos de: “Una Ética Universal, es decir, de una visión general aceptada de la
dignidad de la vida humana y de los límites que no pueden ser franqueados si no
se quiere violar esa dignidad”. Precisamente para expresar esa ética universal
pueden los Comités Nacionales hacer gala de un auténtico pluralismo moral. De
esta declaración, sumamente valioso para el mundo sanitario, cabe extraer, entre
otras cosas, que la Asociación Medica Mundial reconoce expresamente la
existencia de esa ética universal, llamado ética crítica filosófica, basada en el
reconocimiento de la dignidad humana.

Una ética semejante como hemos mencionado, articula el pluralismo moral


de las sociedades de modo que las propuestas de máximos, de ideales de vida
buena o, por decirlo con Jhon Rawls las doctrinas comprehensivas del bien, puede
vivir y organizar sus vidas juntas por compartir los mínimos de esa ética que se
convierte en ética cívica. Sin esas convicciones y valoraciones comunes, no
podrían tomar decisión alguna los comités de ética, compuestos por personas que
se adhieren a éticas de máximos diversos. Un refrendo de esas afirmaciones
puede encontrarse en distintos documentos pero basta este como ejemplo.

La cuestión ahora es cómo este tipo de ética se articula en el mundo


sanitario y para ello recurrimos a la matriz de la ética aplicada, la cual menciona:

1.- Determinar claramente el fin específico, el bien interno por el que esta actividad
cobra sentido y legitimidad social.

2.- Averiguar cuales son los medios adecuados para producir ese bien en una
sociedad moderna.

3.- Indagar que principios de alcance medio, virtudes, y valores es preciso


incorporar para alcanzar el bien interno.

4.- Atender a la legislación vigente en esa materia. El descubrimiento de estos


elementos constituyen en definitiva, la modulación para esa actividad concreta de
los marcos éticos que hemos indicado.

5.- Los valores de la moral cívica de la sociedad en las que se inscribe y los
derechos que esa sociedad reconoce a las personas.
6.- Los principios y valores de justicia que exige realizar en ese ámbito el principio
de la ética del discurso, propio de una moral crítica universal que permite poner en
cuestión normas vigentes.

4.2. EL AMBITO DE LA BIOETICA.

La bioética desde un punto de vista etimológico, se refiere a la reflexión y


acción ética sobre la vida en sus diversas manifestaciones. Por eso, en principio,
tiene por objeto no solo la vida humana, sino también la vida animal y vegetal y el
discurso ecológico en su conjunto. En ese orden de cosas es que se describe en
la bioética los fenómenos referidos muy expresamente a la vida biológica, y de ahí
que deba enfrentarse con problemas tan graves como los planteados por la
ingeniería genética, las técnicas de reproducción asistida, al eugenesia, el aborto,
el suicidio y la huelga de hambre, la eutanasia, el cuidado de las enfermedades
incurables, la experimentación con seres humanos, los trasplantes de órganos, la
relación personal sanitario-paciente, incluido el derecho a la verdad por parte del
enfermo Terminal, los derechos de los afectados en el caso de enfermedades
transmisibles, los problemas de confidencialidad, o los derechos de las futuras
generaciones, planteados por el reto ecológico. Incluso problemas como el de la
guerra o la pena de muerte son considerados por algunos autores como propios
del ámbito de la bioética. Sin embargo también es verdad, que el auge cobrado
por la ética aplicada ha obligado a la ética que se ocupa de la vida en sus diversas
manifestaciones a ir diferenciándose internamente. En este sentido pueden
hablarse, en principio de una macrobioética y de una microbioética. La primera
coincide con la ética ecológica y se ocupa por tanto, del conjunto de la vida
amenazada, sea de las actuales o de las futuras generaciones, sea de los seres
vivos. La microbioética por su parte tiene a su cargo aquellos fenómenos que
despiertan un especial interés por serlo, ante todo de la vida humana. Incluso en
este mismo ámbito existe también un reparto de papeles entre la ética de atención
sanitaria y la relacionada con el mundo de la genética, que ha venido a llamarse
“Genética”. Aquí nos referimos fundamentalmente a la ética relacionada con la
investigación, la curación y el cuidado.

ETICA DE LA ATENCION SANITARIA.

En principio, el bien interno de la sociedad es el bien del paciente,


entendiendo este bien como prevención de la enfermedad, curación o cuidado. En
estos casos se trata de la meta por la que la actividad sanitaria – médica o de
enfermería – cobra su sentido y su legitimidad social.

Evidentemente en una sociedad moderna el medio para prestar ese servicio


a la sociedad esta ligado a la existencia de clínicas, hospitales y centros de
atención, que deben someterse a la legislación vigente. La cuestión ahora
consistiría en preguntarse que principios de alcance medio y que virtudes es
preciso desarrollar para tratar de alanzar ese bien interno, dentro del marco de
una ética cívica, que descansa en la idea de dignidad humana y tiene como
trasfondo la convicción de que cada persona es un interlocutor válido.
5. LOS PRINCIPIOS DE LA BIOETICA.

La bioética cuenta ya con unos principios éticos específicos, que van siendo
poco a poco reconocidos universalmente y, que han sido enunciados desde el
propio mundo sanitario como un reconocimiento expreso de las directrices por las
que quieren orientarse. No representan estos principios normas concretas de
acción, sino unas orientaciones generales que ayudan a tomar decisiones en los
casos concretos. Tales principios son los ya célebres principios formulados por
primera vez en el Informe Belmont en 1978 (Belmont Report), elaborado por la
Comisión Nacional para la protección de las personas objeto de experimentación
biomédica. Los principios que nacieron con el objetivo de orientar la investigación,
ha pasado a convertirse en principios de la bioética. Según expresa la comisión, el
objetivo de su formulación consiste en proporcionar unos principios éticos amplios,
que ofrezcan las bases sobre las que puedan formularse, criticarse e interpretarse
reglas más específicas cuando entran en conflicto en el caso de la investigación
con seres humanos. La comisión pretende, pues, proporcionar unos principios
generales, meramente orientadoras para la toma de decisiones cuando entran en
conflicto reglas morales concretas. Los principios de la bioética son tres, pero el
segundo de ellos puede desdoblarse en dos:

1.- El Respeto por las Personas. Que incorpora por lo menos dos convicciones
éticas: primero que los individuos deberían ser tratados como seres autónomos y
segundos, que las personas cuya autonomía esta disminuida deben ser objeto de
protección.

2.- El principio de beneficencia, según el cual las personas son tratadas de una
forma ética, no solo respetando sus decisiones y protegiéndolas del daño, sino
también haciendo un esfuerzo por asegurar su bienestar. Este principio de
beneficencia se explica a su vez en dos reglas:

a) El principio hipocrático de no maleficencia, que se traducen ese criterio


limitador de la ética al que antes hemos aludido: ninguna actuación puede dañar a
las personas, en este caso, a los pacientes.

b) La obligación de extremar los posibles beneficios y minimizar los posibles


riesgos.

3.- El principio de Justicia, que intenta responder a la pregunta ¿quién debe


recibir los beneficios de la investigación y sufrir sus cargas?

Aunque el Informe Belmont exponga estos tres principios en el orden en que


lo hemos hecho, su aparición histórica en la conciencia sanitaria ha seguido un
orden distinto. El principio de no maleficencia es el mas antiguo y la convicción en
que se debe hacer el bien al enfermo ha constituido ese bien interno a la praxis
médica que inveteradamente le ha dado sentido. Hasta el punto de que la historia
de la medicina es en buena medida la historia de un paternalismo, que ha hecho el
bien al enfermo, aun sin contar con la concepción del bien del enfermo. Las
nociones de justicia y autonomía son posteriores, sobre todo esta última que nace
más tarde, no solo en la conciencia médica, sino en la historia de la conciencia
social. Su aparición en primer lugar en el informe tal vez se deba a que, siendo un
informe que pretende orientar la acción médica en relación con la investigación
con seres humanos, intenta recoger el contenido avanzado por el primero de los
códigos elaborados en este sentido: el Código de Núremberg en 1946. Este
código, redactado para juzgar a los médicos y científicos que realizaron
experimentos biomédicos en los campos nazis de concentración, se inicia con la
siguiente declaración: El consentimiento voluntario del sujeto humano es
absolutamente esencial. La idea de consentimiento voluntario es a raíz del
consentimiento informado que hoy día es requisito indispensable para cualquier
ensayo clínico o cualquier tratamiento con serias repercusiones. De hecho, los
Comités Éticos de Investigación Clínica, que son obligatorios en todos los centros
sanitarios españoles a partir de la Ley del Medicamento en 1990, exige que en los
protocolos de los ensayos clínicos que se someten a su aprobación se incluya
siempre una hoja de consentimiento informado, que deba firmar el paciente. En
caso contrario, el ensayo no puede aprobarse. Igualmente en la práctica
asistencial, cuando el personal sanitario se percata de que es preciso aplicar un
tratamiento drástico, es indispensable que el paciente firme una hoja de
consentimiento informado, o bien que lo haga un familiar, si el paciente es menor,
minusválido o no se encuentra en situación de ejercer su autonomía. En cualquier
caso, conviene recordar que el consentimiento informado, no es solo un requisito
legal que el personal sanitario debe cumplir para evitar posteriormente denuncias
y problemas judiciales. Es sobre todo una exigencia moral, nacida del hecho de
que el paciente sea un interlocutor válido, cuyos intereses deben se tenidos en
cuenta cuando se tomen decisiones que le afectan. En caso contrario estamos
atentando contra su dignidad, por que es “digno de” ser tomado en cuenta.

6. LA DIGNIDAD DE LA PERSONA EN BIOETICA.

En el ámbito de la bioética, el concepto de persona que hemos defendido


arroja en principios los siguientes tipos de obligaciones:

1. Ciertamente, toda persona es un interlocutor válido, que ha de ser tenido en


cuenta a la hora de decidir cuestiones que le afectan. Pero para poder dialogar
acerca de esas cuestiones requiere encontrarse en una situación de salud, no
aquejada por una enfermedad. Ello implica que toda persona “es digna” de que su
vida y su salud sean protegidas, mediante la prevención de la enfermedad, la
curación cuando la enfermedad se presenta y el cuidado en el caso de
enfermedades irreversibles. El derecho a la atención sanitaria es, pues, un
derecho de justicia, y no simple beneficencia.

De ahí que una sociedad no debe permitir que ninguno de sus miembros
carezca de semejante atención, exigencia que, en buena ley, debe extenderse
universalmente. Evidentemente aquí se plantea el problema de definir qué es la
salud, y hasta donde en la protección de la salud de plantean las exigencias de
justicia, pero existe al menos un amplio acuerdo en la obligación de cubrir
socialmente un mínimo razonable.

El marco de justicia en bioética es, pues, el de la universalización de la


atención sanitaria como una exigencia básica. Cómo se organice esa atención es
cuestión secundaria: la primaria es que un bien como la salud no puede quedar a
los vaivenes del mercado, si es que una sociedad quiere presentarse como justa.

2. Una vez ingresado en un centro sanitario, el paciente es digno de un trato


igual, sin acepción de personas ni discriminación por razones de posición social,
tipo de enfermedad o edad.

3. Como interlocutor válido, el paciente tiene derecho a ser escuchado en la


toma de decisiones que la afectan, lo cual comporta un buen número de
implicancias en el caso de tratamientos drásticos, conocimiento de la propia
situación, etc.

4. Es una exigencia la creación de comités éticos en sus diferentes modalidades:


Comités Éticos de Investigación Clínica, Comités Éticos Asistenciales, en centros
sanitarios o Comités Nacionales de Ética, comités Éticos de Investigación
Biotecnológico. La noción de autonomía moral según la cual es moralmente
correcta una norma solo cuando defiende intereses univerzables, hace
especialmente urgente la creación de este tipo de comités, en los que participen
personal sanitario (médicos y enfermeras) pero también miembros no científicos
(lay members) y representantes de los pacientes.

Por que las decisiones acerca de qué normas satisfacen intereses


univerzables no pueden tomarlos solo los expertos, ni tampoco los políticos, sino
que han de ser los afectados, con el asesoramiento de los expertos, quienes
deciden qué tiene por univerzable.

Y en esta caso debemos recordar que afectados no son solo los


directamente implicados en cada decisión concreta, sino aquellos miembros de la
sociedad a los que la decisión también afecta de una manera indirecta y que son
igualmente interlocutores válidos.

7. CUIDAR CON CALIDAD

Este libro se dirige fundamentalmente a personas interesadas por la


actividad de enfermería, sea esto interés fruto de la vocación, de la necesidad o de
la curiosidad. La curiosidad, el deseo de saber, ha originado todos los saberes, y
la vocación lo refuerza al darle una dirección de aplicación muy determinada.
Como decía Aristóteles: algunos creen que con el simple saber, con la simple
teoría salvan su alma, cuando lo bien cierto es que para salvarla (para ser persona
en plenitud) importa vivir con coherencia aquello que se sabe. En este sentido en
el que nos interesa la ética de la enfermería: como una reflexión sobre los valores,
las actitudes y virtudes y las normas que orientan una determinada actividad
profesional. Recordando que la ética de una actividad semejante implica al menos
a tres tipos de personas: Los profesionales, los pacientes y sus familiares y la
sociedad en su conjunto. Y que les afecta en su doble perspectiva que toda
persona posee: en cuanto a su autonomía, y en relación con sus proyectos de
autorrealización. Naturalmente, como en toda ética propia de una actividad
profesional, la primera cuestión que conviene plantear es la siguiente: ¿cuál es el
bien interno por el que cobra todo su sentido y su legitimidad social?

La respuesta podría formularse del siguiente modo: El bien interno de la


enfermería consiste en el cuidado de las personas, sea previniendo algún tipo de
enfermedad, sea atendiendo a las que se encuentran ya enfermas. Teniendo en
cuenta que cuidado es toda acción que contribuye a promover y desarrollar
aquello que hace vivir a las personas y los grupos. Es cuidado todo aquello que
contribuye a promover y fomentar la vida y la salud. Naturalmente, para alcanzar
este bien interno del cuidado de la persona débil es preciso dominar un conjunto
de técnicas, de habilidades y saber hacer uso de ellas desde unas actitudes y
virtudes morales que permitan enfocarlas en la mejor decisión. En este sentido es
conveniente recordar que la buena profesional intenta dominar al máximo los
conocimientos técnicos disponibles y, a la vez orientarlos en el sentido del bien
interno de su profesión, que es el bien del paciente.

En los dos aspectos se esfuerza por ser excelentes, en el sentido más


solidario del término: en el que quien optimiza sus capacidades con el fin de
prestar el mejor servicio posible. Más allá de la negligencia y también de la
mediocridad se trata de ejercer lo que en el medio empresarial se denomina
“solidaridad al alza”: la solidaridad que consiste en optimizar la propia competencia
dentro de una actividad cooperativa, dirigida a un valor tan preciado para las
personas como es la salud y la promoción de la vida. Por eso, el bien interno de
enfermería consiste entre todo en cuidar con calidad desarrollando para ello al
máximo los hábitos, las actitudes y las virtudes que resulten necesarias. Para
discernir cuáles son esas actitudes y virtudes resultará de utilidad asumir como
propia de la enfermera aquella “Ética del cuidado” de la que nos habla Carol
Gilligan, pero situándonos claramente en la última de las fases, en la fase superior
en madurez. Por que podríamos decir, recordando la teoría de la evolución social
de Habermans, que la conciencia moral de la enfermería, partiendo de la labor de
“las mujeres cuidadoras ha ido recorriendo también unas etapas a través de las
cuales ha ido madurando. Desde cada una de ellas entendemos el modo de juzgar
y actuar de las anteriores, pero nos parece insuficiente, por eso es importante
superarlas situándonos en la última.

8. TEORIA DE LA EVOLUCION DE LA MORAL EN ENFERMERIA

En la historia de la enfermería suelen distinguirse al menos tres fases, que


coinciden con tres de los estadíos que Guilligan describe. Para recorrerlos es
necesario introducir al comienzo algunas precisiones. En principio, carecemos
aquí de la fase pre convencional por que las profesiones nacen para prestar un
servicio y, por lo tanto, la primera fase es la convencional, es decir, la dirigida a
mantener y potenciar la propia sociedad. La Segunda fase es una etapa de crisis
de la primera, en la medida en que los profesionales se percatan de las
insuficiencias de la primera y tratan de paliarlas.

La fase última (la posconvencional) supone una superación de las dos


anteriores, en el sentido en que Egel utilizaba la palabra “Aufhebung”
conservando lo mejor de cada una de ellas y llevándolas a un nivel superior.

1) Nivel Convencional. Enfermería como Oficio.

La enfermería nace como un oficio, más que como una profesión, y como
un oficio que requiere ante todo vocación, El cuidado de las personas debilitada y
vulnerable exige de quien lo lleva a cabo una actitud de desprendimiento y
altruismo, que solo se explica por vocación, por una llamada especial, religiosa
más de las veces. Por otra parte aunque existen órdenes religiosas masculinas
dedicadas al cuidado de enfermos, la enfermería se liga habitualmente a la
condición femenina, lo cual conlleva una cantidad en consecuencias sociales. En
principio la clara subordinación, al médico, que además monopoliza un saber en el
que se incluye el de la enfermera y es el responsable de las decisiones en la
práctica cotidiana. Los médicos ostentan por lo tanto, la hegemonía del mundo
sanitario, y la actitud moralmente correcta de la enfermera es la subordinación y
caridad.

Esta fase coincide claramente con el nivel convencional de la “voz femenina”,


tal como Gilligan lo describe. Aquí el ejercicio de la enfermería es indispensable
para mantener la sociedad, pero precisamente a través del modo de cooperación
habitual en las mujeres, que es el de la compasión por el débil, la responsabilidad
y el cuidado. Actitudes que debe asumir desde el autosacrificio, la propia
negación, la propia renuncia y el altruismo. La vocación como dijimos, implica
siempre una trascendencia, en el sentido de realizar una actividad que va más
allá de los propios intereses, que implica un cierto olvido por sí mismo. Pero si
esto es así habitualmente en el caso de cualquier vocación, todavía se exige con
mayor claridad en el caso de oficios realizados por mujeres, y además en el
ejercicio de las actividades que parecen propias de la condición femenina:
cuidado, responsabilidad por el débil, que en este caso es el paciente, en vez de
ser el marido, el hermano, el padre, el hijo. En esta fase la enfermería siente que
la sociedad solo le acepta cuando atiende a los débiles con total renuncia de sí
misma, cuando abandona cualquier consideración de sí misma y se emplea
exclusivamente en atender al otro.

2) Estadío Crítico. Enfermería como Técnica.

A partir de la década de los 50 el personal de enfermería comienza a poner


en cuestión este modelo vocacional y a plantearse seriamente la necesidad de
adquirir competencias técnicas, para gozar de una cierta autonomía relativa. El
número de enfermos al que a de atender, se multiplica y la especialización
técnica se hace necesaria. El perfil de la enfermería como profesión va
diseñándose pero todavía sin adquirir la personalidad que le es propia. Las nuevas
actitudes de esta fase son la autonomía y la competencia técnica, pero se va
perdiendo intuición psicológica, capacidad de ponerse en su lugar de llegada, por
que el descubrimiento de la propia autonomía no se ha situado adecuadamente
dentro de las exigencias de la profesión

3) Nivel posconvencional. Enfermería como Profesión.

Actualmente la enfermería trabaja para articularse como profesión, con un


cuerpo de conocimiento, un método y un lenguaje propios y rigurosos.

La enfermería considera necesario constituirse como profesión, con las


características que a las profesiones hemos adjudicado. Y, precisamente por eso,
debe dilucidar que actitudes ha de adoptar un/una profesional de enfermería para
alcanzar la meta propia de esta actividad, que consiste en cuidar con calidad.
Tales actitudes no pueden ser ya las propias de estadíos anteriores en la
evolución de la consciencia moral de la enfermería, sino que debemos conservar
de ellas, superándolas.

9. ACTITUDES DE UNA ENFERMERA MADURA.

El bien interno de la enfermería consiste en el cuidado de las personas


aquejadas de algún tipo de enfermedad o en la prevención de la enfermedad.
Ciertamente este bien interno han de alcanzarlo profesionales que, teniendo
también sus derechos ingresan a la profesión por muy diversos motivos, a menudo
por percibir un salario. Pero, en la enfermería, igual que en las demás
profesiones, no importan tanto por que ingresa a esta profesión esa persona
concreta, como qué actividades exige la actividad misma para alcanzar su bien
propio; por que sea cual fuere el móvil individual por el que una persona ingresa
a una profesión, el hecho mismo de introducirse en ella le exige perseguir el bien
propio de la profesión y asumir las actitudes que permiten alcanzarlo. En lo que
respecta a una enfermería madura; exige actitudes como las siguientes:

1.- Compasión por el sufrimiento de la persona cercana que depende de mí.

Sin compasión, sin capacidad para situarse en el lugar del que sufre, del que
teme ante lo desconocido para él, del que se siente débil y vulnerable, necesitado
de ayuda, es imposible desarrollar la actividad propia de la enfermería. Por que
aquí no podemos distinguir entre unos mínimos de cualquier profesional debe
cumplir y unos máximos que cada uno debe exigirse a sí mismos; entre los
mínimos universalmente exigibles y el ámbito de lo “Supererogatorio” que solo
graciosamente puede darse. El mínimo ente la persona enferma es tratar de
comprenderla, poniéndose en su lugar y, cuidarla atendiendo a su ser único e
irrepetible. No tendiendo en cuenta todos sus deseos, pero si todas sus
necesidades, por difícil que pueda resultar distinguir entre unas y otros. La
capacidad de ponerse en el lugar del que sufre, comprendiendo, sintiendo sus
necesidades, experimentando que esa persona concreta es única e irrepetible y,
por eso precisa una atención única e irrepetible, es una virtud sin la cual resulta
radicalmente imposible la buena práctica de enfermería.

2.- Actitud Vocacionada.

La vocación no es necesariamente una llamada interior que alguien escucha


desde su infancia. Sí así fuera, en las profesiones solo podrían ingresar quienes
hayan sentido esa llamada, cosa que ocurre en alguna ocasión, pero no en
muchas otras.

Y, sin embargo, es imposible vivir bien con una profesión sin una actitud
vocacionada, sobre todo, si la profesión exige un trato continuo con otras personas
y, especialmente si son débiles.

Lo que ocurre entonces es que por “vocación” no hemos de entender ya


únicamente “llamado irresistible”, que algunos oirán, pero no todos, sino
sensibilidad suficiente como para dejarse impactar por ese bien interno y sentirse
responsable de él, en este caso por el sufrimiento concreto, por el dolor único e
irrepetible del que esta a mi cargo. No todos los que se dedican a la docencia
desearon ser profesores desde niños, pero si se dedican a la enseñanza y son
incapaces de poder sentir lo que esos alumnos necesitan de ellos, si son
incapaces de sentirse responsables de su aprendizaje, entonces deberían dejar la
profesión. Por que no pueden pedirse a todas los profesionales que hayan sentido
una llamada desde chiquitos, pero si que tengan la sensibilidad suficiente como
para sentirse afectados por la concreta necesidad humana que viene a remediar
una profesión; si la sensibilidad suficiente como para sentirse responsables de
remediarla cuando ingresan en ella. Y cuando más próxima esté esa necesidad a
las personas concretas, más vocación es necesaria, de suerte que aquí no hay
medias tintas. Para comprender todo esto basta con realizar un experimento muy
simple: ser paciente en un hospital y aprender en carne propia lo que se siente,
como ser débil y necesitado, ante la indiferencia de un personal que trata a las
personas como objetos, que solo esta preocupado por los turnos y el horario. Una
persona madura tiene que saber compaginar sus derechos con la compasión y el
cuidado, que es el bien interno de la actividad profesional.

3.- Responsabilidad.

Un buen número de autores nos recuerdan hoy que el lenguaje de los


derechos, las denuncias, las impugnaciones, es totalmente insuficiente en el
mundo moral. Más allá del derecho y el contrato, se encuentran el sentimiento de
responsabilidad ante el que me ha sido encomendado. Aquella “información”, dada
por el zorro al principio en la extraordinaria obra de Saint-Exupery, sigue siendo
insuperable: “eres responsable de tu rosa”. Sencillamente por que tú lo has
domesticado, lo has hecho de algún modo tuyo.

Hans Jonas extiende esta exigencia de responsabilidad a la naturaleza en su


conjunto: en virtud del crecimiento del poder técnico, la naturaleza es ya un ser
débil en nuestras manos, un ser vulnerable; si no nos hacemos responsables de
ella, corremos el riesgo de destruirla.

Todavía con mayor frecuencia podrá decirse esto de la persona vulnerable


que ingresa en un centro. Es mucho más que una cuestión de derechos y de
haberes de contratos y de pactos, de denuncias y exigencias: es cuestión de
saberse y sentirse responsable por la salud y bienestar de quien me ha sido
encomendado. Y en este sentido, lo que Guilligan llama esa voz diferente a la que
habitualmente escuchan los psicólogos célebres, esta especialmente facultada
para asumir la responsabilidad.

Recordemos como la lógica del cuidado tiende a la unión, no a la separación;


a proteger lo vulnerable, a tener en cuenta los contextos concretos, las personas
concretas con sus historias concretas, más que los principios abstractos
universalistas tomados en forma desencarnada, a ser parcial, en el buen sentido
de la palabra, por que cuando alguien sufre es algo de justicia y de corazón tomar
partido por él.

4.- Capacidad de comunicación.

El paciente, es un interlocutor válido, con el que es preciso entablar una


comunicación, si es que queremos atender como se debe a su aspiración a la
autonomía y a su afán de autorrealización concreta e irrepetible. Este aspecto de
la comunicación, que a de extenderse a sus allegados, es hoy indispensable para
llevar a cabo una asistencia sanitaria acorde con los cuatro principios básicos de
la bioética. Y sucede que el personal de enfermería es el más indicado en un
centro sanitario para realizar esta tarea, que requiere tanto el aprendizaje de
técnicas especiales, como la sensibilidad suficiente como para saber situarlas en
los casos concretos. En principio, el paciente debería recibir un conjunto de
informaciones que solo pueden dárselas adecuadamente conociéndole a través
del diálogo continuo desde que ingresa en el centro. Por ejemplo, en el caso de
una enfermedad irreversible, de rápido desenlace, necesitamos conocerle para
saber si desearía estar informado o, por el contrario, una información semejante
rebajará la calidad de sus últimos días. Ante la aplicación de un tratamiento
agresivo, y en caso de que el paciente no se encuentre en situación de dar su
consentimiento o negarlo, es importante, no solo la relación con los familiares, sino
conocer cual es su ideal de autorrealización, que valores aprecia en mayor grado.
Como también es importante conocer su contexto familiar, en que medida su
situación afecta a terceros.

5.- Capacidad para promover el auto-cuidado, la autonomía del enfermo.

Que los pacientes se vayan haciendo en lo posible dueños de sí mismos y


no se encuentre siempre en su situación de dependencia. La situación en la que
una persona depende de otras no es deseable humanamente, por que la
autonomía a los distintos niveles es un valor positivo. De ahí que la
responsabilidad por la persona enferma no consista tanto en realizar por ella
todas las tareas, ni en sustituirle sistemáticamente en la toma de decisiones, sino
en asumir esas tareas y sustituirle en la toma de decisiones cuando no puede
hacerlo por sí misma. Importa, pues ayudar a las personas a vivir su autonomía en
la medida de lo posible, tanto en el nivel de la prevención de la enfermedad como
el de la autocuración. Trabajar al lado de los pacientes y de la comunidad es,
pues imprescindible para mejorar la salud de las personas.

6.- Competencia técnica.

El buen profesional intenta ser “excelente” en el ejercicio de las habilidades


específicas de su profesión, que son esenciales para llevarla a cabo de forma
adecuada. El desinterés por la formación técnica es expresivo del desinterés por el
objetivo de la profesión, por que solo puede alcanzarse mediante un conjunto de
técnicas que es preciso dominar al máximo. La sola técnica no basta, pero
tampoco la sola buena voluntad: los imperativos categóricos resultan
imprescindibles, pero también los imperativos hipotéticos de la habilidad.

7.- Autoestima.

En su obra teoría de la Justicia el filósofo norteamericano John Rawis, al


elaborar una relación de aquellos bienes de los que nadie querría prescindir a la
hora de diseñar su proyecto de vida feliz, señala como uno de ellos la autoestima.
Estimarse así mismo, tener una razonable confianza en las propias capacidades,
es indispensable para llevar a cabo proyectos vitales. Sin una autoestima, las
personas no pueden realizar tareas que les ilusionen. Y lo que decimos de las
personas podemos decirlo igualmente de las profesiones, por que los
profesionales necesitan tener un buen concepto de su profesión para desarrollar
con entusiasmo.

Buen concepto que solo puede lograrse tomando conciencia que esa
profesión lleva a cabo una tarea indispensable para la humanidad, cosa que es
evidente para la enfermería, y concientizando a la sociedad de que así es. Ya que
los seres humanos acabamos valorándonos a nosotros mismos, al menos en
parte, atendiendo a la medida en que los demás nos valoran. Realizar esta tarea
es, pues imprescindible, empezando desde dentro, como siempre desde los
profesionales mismos. Y esto se logra dignificando la profesión desde su ejercicio
cotidiano, mostrando su relevancia social al ejercerla con la mayor calidad.

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