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MODULO I
ETICA Y BIOETICA
1. DEFINICIONES
1.1. ETICA
Según Vélez Correa, Luís Alfonso (1998): Ética es la ciencia que fundamenta
el comportamiento moral del ser humano, adecua la conducta humana al bien del
universo, la sociedad y el individuo.
- Ciencia. Es necesaria que la ética sea una ciencia por que esto le da validez
racional y universalidad. La ética debe dar argumentos racionales para
sustentar el comportamiento moral humano, de lo contrario se reduciría a una
mera opinión de tipo emocional.
- Comportamiento Moral. La ética se ocupa del comportamiento humano siempre
referido a un valor moral.
- Ser Humano. El único ser en la naturaleza que necesita de ética es el ser
humano.
- Bien. El valor de lo bueno podría definirse diciendo que es lo que ayuda o
promueve el desarrollo del ser.
- Del Universo. La ética indica al hombre como armonizar su comportamiento
moral con el bien del universo. Ejemplo la ecología es una obligación moral.
- Sociedad. Sin ética es imposible tener un ambiente social sano (normas
morales).
- Individuo. La ética no es solo útil para vivir en sociedad, sino también logra que
el individuo adecue su comportamiento para bien de sí mismo.
1.2. MORAL
Se trata pues de una disciplina que tiene que ver con la vida en su conjunto:
La vida humana, la vida de la naturaleza: de la flora, de la fauna.
2. OBJETO DE LA ETICA
Según Malrandi, Ricardo (1991). La ética tal como lo define la filosofía tiene
por objeto la interpretación del hecho de la vida humana, o sea del conocimiento
de lo que esta mal y de lo que esta bien en la conducta humana.
3. IMPORTANCIA DE LA ETICA.
- La primera, por que ella adecua todas las acciones, estas la conducen a su
enriquecimiento.
Un ser humano puede dejarse llevar por el deseo desordenado de fama o dinero,
por ejemplo, destruyendo a si su existencia, buscando un bien particular se aleja
del bien total o existencia; la ética entonces establece prioridades, pone una tabla
de valores que rija la conducta del ser humano o bien de sí mismo.
Quien no tiene unidad en sus propósitos ni en sus actos esta en una mentira
vital; esta es una de las causas de la neurosis del hombre moderno. La ética
entendida como el conjunto de normas del ser mismo da unidad y ordenamiento al
ser humano.
Por esto es necesario introspectar todas las normas éticas así sean ellas
externas e impuestas desde afuera; cuando la ley externa se hace interna, los
actos que ella no matiza no serán ya una imposición sino que brotarán de nuestro
yo. Debemos afirmar que siendo la ética una ciencia que rige el comportamiento
humano es algo positivo, es decir tiene que ver con el que hacer con la acción.
Para algunos por lo contrario, la ética esta fundada por normas negativas, en
prohibiciones y señala lo que no debe hacerse. Esto es sin duda una deformidad,
es mostrar la fase obscura de la moneda
Ante los retos del progreso científico y tecnológico que afectan los cambios
en la práctica profesional, el código de ética orienta sobre los principios que
permiten hacer el análisis y fundamenta la toma de decisiones éticas personales
y de grupo en la atención de salud.
La conducta profesional exige conocer las implicaciones éticas de las
intervenciones de enfermería y responder por los actos de buena práctica así
como por aquellos de negligencia o de mala practica.
Se dice que una persona actúa con autonomía cuando tiene independencia
respecto de controles externos y capacidad para obrar de acuerdo a una elección
propia. Todo ser humano debe ser reconocido por los otros como autónomo. Su
autonomía ontológica brota de su propio ser: auto-nomos y por lo tanto es sujeto
moral. El principio de autonomía significa respetar a las personas como individuos
libres y tener en cuenta sus decisiones que emanan de sus valores y condiciones
personales.
A nivel individual debe reconocerse que cada parte del cuerpo humano tiene un
valor y esta ordenada al bien de todo el cuerpo y ahí radica la razón de su ser, su
bien y por lo tanto su perfección.
A nivel social se debe procurar el mayor bien para todos, el ser humano por sus
características antropológicas, no puede vivir ni desarrollar sus cualidades sin
relacionarse con los demás y por ser parte de una comunidad debe obedecer a la
autoridad social que busque de manera legitima el bien común. Pero a la vez la
persona tiene una razón de ser y un destino particular que debe ser respetado por
la sociedad. El ser humano es una persona con un valor de ser mas grande que la
de ser parte de una sociedad; pertenece a la sociedad como persona entera pero
enteramente. El estado no tiene dominio directo sobre la persona, su cuerpo o las
funciones del mismo, en ese sentido debe tratarle siempre como sujeto principio y
fin de todas las instituciones sociales.
En síntesis la persona debe ser tratada de tal forma que no solo se respete
en sus decisiones sino evitando hacerle daño y haciendo un esfuerzo por asegurar
su bienestar.
6. PRINCIPIO DE JUSTICIA.
El principio de justicia no significa que todos los seres humanos somos
iguales, sino que tenemos como personas humanas, los mismos derechos para
satisfacer nuestras necesidades. Llanos, Roberto (2002) sostiene que el principio
de justicia estipula la igualdad de trato entre los iguales y la diferencia de trato
entre los desiguales, conforme a sus necesidades. Esto significa que las personas
que tienen necesidades iguales en materia de salud deben recibir la misma
cantidad de recursos sanitarios. Hacer hincapié en las necesidades permite una
distribución más equitativa de los recursos disponibles. Este principio exige
conocer los interlocutores reales y los potenciales que han de ser tomados en
cuenta a la hora de decidir, sin perder de vista nunca el reconocimiento de valores
inherentes como el respeto de la dignidad de la persona humana y a los derechos
humanos tales como libertad, igualdad, tolerancia y pluralismo.
Las reglas morales son acerca de cómo vestir, donde y hasta cuánto uno
puede desnudar el cuerpo, que giros de lenguaje son decentes y los que no lo
son, de qué uno debe sentirse avergonzado, lo que es “costumbre” hacer y lo que
no lo es, etc. Los principios éticos son objetivos. Ellos son resultado de la
necesidad real y la racionalidad y están basados en el entendimiento del Camino
de la persona hacia la Perfección. La Moral formula principios generales. Según
estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de
su campo. El fundamento de la Moral es la razón. Indudablemente, los diferentes
sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su fundamento.
Pero, en el fondo de todos ellos se encuentra la razón que busca configurar y
legitimar el respectivo sistema.
Los actos morales, como actos que son, están orientados hacia el exterior, la
realidad, el mundo, los demás. Pero, por ser morales, tienen un aspecto interno,
que es el que hace que sean valorables. No podemos olvidar que somos morales
porque sabemos que podemos elegir, porque sentimos que tenemos posibilidad
de seguir caminos diferentes en nuestra vida, porque nos damos cuenta de que
nuestras acciones tienen consecuencias. La conciencia de estas consecuencias
es la base del aspecto interno de la moral, en ella está el origen de la valoración
de nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida.
Del mismo modo que teoría y práctica interaccionan, los principios éticos
regulan el comportamiento moral pero este comportamiento incide alterando los
mismos principios. A menudo los conflictos de normas morales que aparecen
cuando tenemos que tomar decisiones son el motor que nos impulsa a una
reflexión de nivel ético. Es por ello que Aranguren, reconociendo la vinculación
entre teoría y práctica, llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida
El concepto de valor según Castro, Rita (1998) no es una noción simple, sino
compleja que obedece a una combinación singular en la persona de cada ser
humano de un conjunto variado de factores.
Polaridad. Cada valor tiene su opuesto. Hay valores positivos (ej. Bondad) y
valores negativos (ej. Maldad).
Rango. Cualquier valor se presenta siempre por necesidad como inferior o
superior a otro de su mismo signo (positivo o negativo)
Contenido Propio. Cada valor tiene contenido propio, incluso que lo define y
distingue de los demás y especialmente de su opuesto. Ej. La verdad.
Poder de Solicitud. Es un rango importante de los valores pues, los expresan de
modo singular. Cuando algo es valioso provoca invitar, solicita aceptación o
rechazo.
Un valor según el tipo de preferencia que haya merecido por parte del
hombre (aceptación o rechazo, preferencia positiva o negativa), se integra al ser y
a la vida del mismo hombre. Así comienza la internalización del valor.
Los valores tienen un particular interés para la ética en general, por que se
refieren directamente a la totalidad de la persona. Están orientados al desarrollo
del hombre como ser humano.
Tales valores destacan a las personas en sus relaciones con sus semejantes.
OTROS VALORES DEL NUCLEO. Lealtad con los colegas, los clientes, la
sociedad, respeto por el personal, secreto profesional, derechos humanos,
prestigio, generosidad, espíritu de servicio, responsabilidad, imagen institucional,
intimidad personal, privacidad, bien común, limpieza, Autoestima, relaciones
públicas, moral alta, etc.
Sin embargo hay que tener en cuenta los criterios éticos para determinar las
más justas posibles; necesidad familiar, eficiencia, situación de la empresa y del
país.
Capaz - Incapaz
Valores Útiles Caro - Barato
Abundante - Escaso
Sano - Enfermo
Valores Vitales Selecto - Vulgar
Enérgico - Inerte
Fuerte - Débil
Conocimiento – Error
Exacto – Aproximado
Evidente – Probable.
Pero no solo a las personas se les debe el respeto más profundo sino todo
aquello que nos rodea, a las plantas y animales, a la pequeña hormiga y la gran
ballena, a los ríos, lagos y mares. Todo como parte de la creación se lo merece.
Es aceptar y comprender al humilde y al engreído, al pobre y al rico, al sabio y al
ignorante, es por pequeña o grande que sea, física, moral o intelectualmente
situarla en el mismo lugar de comprensión y comprender su forma de ser pues se
comprende que ese ser humano se merece toda tu atención, no importando su
condición. Si ahora hizo mal o esta mal, respétala y trata de enseñarle el camino
recto, nunca queriendo imponerlo, solo enséñale el camino e invítalo a recorrerlo,
pero siempre, respetando su decisión de recorrerlo o no.
Pero. ¡ Que pobre alma es aquella que no puede respetar, a los animales y a
las plantas, a los ríos y lagos, al más humilde de los hombres, al pequeño que
camina delante de el, a la mujer con la que comparte su vida, a aquellas con las
que se relaciona, al hombre que lo cree menos por tener incapacidades físicas, al
basurero que por sucio y humilde que sea su trabajo, sin el su vida seria un
basurero, al engreído por que gracias a el al conocerlo puedes evitar ser como el,
al colérico, por que puedes comprender la importancia de saberse controlar, al feo
por que te ayuda a comprender que la belleza se encuentra en el alma, al
ignorante por que sabes que es el comienzo de la sabiduría ! .
Pero a veces se pierde el respeto a alguien ya sea por que lastimo a alguien
de cualquier forma o por varias razones, casi se es inevitable, pero en lo que
concierne este comentario, es solo para mencionar que cuando algo así pasa, se
debe mantener ese respeto hasta donde sea prudente conservarlo si se tiene que
actuar de una forma por demás imperiosa para resolver ese asunto aunque sea,
algo reprochable ante los demás, hágalo, si en verdad intentó, varios medios y no
logro esa armonía, haga lo que tenga que hacer, que en nada es reprochable pues
se tiene el derecho de tratar de convivir en paz, y si no hay otra opción, el cielo
sabrá perdonar. Espero este comentario no sea mal interpretado pues es muy
susceptible de entenderse mal, pero espero me entienda.
El respeto, debe ser nuestra relación con los demás, sería una agradable
forma de conducirse por la vida, pero aunque lo parezca, respetar a los demás es
relativamente difícil.
Por la forma en que se nos ha educado a relacionarnos con los demás, que a
veces tritura esta virtud desde sus comienzos, pero trate de cultivar en su corazón
el respeto, poco a poco, aliméntelo con el ejercicio constante de la misma, y vera
lo bien que se sentirá consigo mismo, a veces tambaleara, y pensara que no lo
logra, pero manténgase firme, y al final el cielo sabrá recompensar su esfuerzo,
hay tanto en la palabra de respeto y en su ejercicio, que preferiría lo meditara
usted mismo y saque sus propias conclusiones, pues ellas se merecen toda su
atención
1. EL BIEN COMÚN.
ES OBJETIVO
Es uno de los principios que rigen la vida social que es preciso tener siempre
presente. Es también uno de los conceptos más desgastados y ambiguos, pues se
confunde con bienestar, o calidad de vida -visión ampliada del bienestar-. Pero
estos conceptos centran el fin de la sociedad en el individuo autónomo y nada
tienen que ver con el concepto de Bien Común.
El Bien Común está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el
orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al
contrario’ [...]. Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es
vivificado por el amor”.
“Abarca a todo el hombre, es decir, tanto a las exigencias del cuerpo como
a las del espíritu. De lo cual se sigue que los gobernantes deben procurar dicho
bien por las vías adecuadas y escalonadamente, de tal forma que, respetando el
recto orden de los valores, ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al
mismo tiempo los bienes del espíritu” (PT, n. 57). “Abarca todo un conjunto de
condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno
de su propia perfección”.
OBLIGA AL ESTADO
OBLIGA AL CIUDADANO
3. LA TOLERANCIA
Los que tienen el poder de ser tolerantes no permiten que las vibraciones
negativas externas nublen sus mentes con dudas y descontento. Pueden ver las
cosas realmente como son —no como aparentan ser— y realizar las acciones
necesarias.
5. LA HABILIDAD DE ADAPTARSE.
7. LA SITUACIÓN DE LA FAMILIA
El ideal ético debe servir como el norte hacia donde se desea llegar. Al
respecto, la presencia de una familia estable generadora de valores para enfrentar
con sentido los problemas de la vida sigue siendo una condición indispensable
para la construcción consistente de la persona humana. Sin embargo, el camino
que conduce a este ideal no resulta siempre fácil.
En estas situaciones concretas se plantean, por lo menos, dos tareas: (a)
poner todas las condiciones necesarias para hacer realidad lo éticamente
deseable y (b) tener la capacidad de discernimiento suficiente para hacer realidad
lo éticamente posible. El desafío de la familia en la sociedad moderna no consiste
en negar los ideales en nombre de la realidad sino en redefinir y reconstruir los
ideales a partir de las nuevas condiciones que configuran la realidad actual.
UNIDAD III
Ciertamente, son muchos los autores que se han ocupado de estudiar los
caracteres que ha de reunir una actividad humana para que la consideremos una
profesión.
Pero aquí no nos interesa tanto hacer un recorrido por distintos paradigmas
como intentar esbozar uno que recoja el mayor número posible de características
para entender lo que es hoy una profesión, cuáles son sus rasgos morales y cómo
puede aplicarse el paradigma esbozado a la profesión de enfermería.
4) Los profesionales forman con sus colegas un colectivo que obtiene, o tratan
de obtener el control sobre el ejercicio de la profesión.
2. ETICA PROFESIONAL
2.1. PROFESION.
Vocación.
Habilidades sociales.
Preparación adecuada.
Voluntad de servicio.
Honradez.
Una enfermera no tiene que «inventar» los fines de la enfermería, unos fines
ya dados por una larga historia, que arranca de las sacerdotisas dedicadas a
tareas de cuidado, y llega a nuestros días a través de distintas fases (vocacional,
técnica, profesional). Su tarea consiste en integrarse en esa actividad ya añeja, en
esa larga tradición, en una comunidad de profesionales que comparten la misma
actividad. Ahora bien, esto es cierto, pero sólo en parte. Porque si es verdad que
las distintas profesiones tienen una larga historia. También lo es que han ido
variando sus metas, matizando la forma de ejercerse modificando las relaciones
entre los colegas y también las relaciones con los destinatarios de la actividad
profesional. Y tales variaciones se han debido a razones diversas, como, por
ejemplo, el aumento de la capacidad técnica humana, pero sobre todo al cambio
de conciencia moral social. En efecto, las actividades profesionales se van
desarrollando en el seno de sociedades cuya conciencia moral va evolucionando
en el sentido de que las personas reclaman un mayor respeto a su autonomía,
exigen que se respeten sus derechos, piden que se les deje participar en las
decisiones que les afectan pacientes y consumidores, ciudadanos y lectores,
presentan paulatinamente tales exigencias pero también quienes trabajan en la
profesión: enfermeras, médicos proveedores.
Con ninguno deben realizarse prácticas humillantes, a ninguno debe tratarse
sin respeto. Ello significa que aunque el fin de la profesión, como tal (cuidar con
calidad), sigue siendo el mismo, y quien ingresa en la enfermería lo tiene ya dado,
el tipo de relaciones humanas mediante las cuales se alcanza esa meta, el tipo de
actitudes ha cambiado notablemente, y esto exige que los profesionales
derrochen capacidad creativa, inventiva rigurosa, para alcanzar la meta de su
profesión de una forma acorde a la conciencia moral de su tiempo. Por eso
conviene ir dilucidando qué hábitos concretos han de ir incorporando los
profesionales para alcanzar los fines de la profesión, qué actitudes han de ir
adoptando para practicar el bien interno, habida cuenta de que nos encontramos
en sociedades que han accedido al nivel posconvencional en el desarrollo de su
conciencia moral.
Porque alcanzar los bienes internos propios de una práctica exige a quienes
participan en ella desarrollar determinados hábitos, es decir, adquirir mediante
repetición de actos la predisposición a actuar en un sentido determinado: en este
caso, de practicar los bienes "internos de la profesión. Esos hábitos han recibido
tradicionalmente el nombre de virtudes, expresión que conviene entender en el
sentido que tenía en la Grecia clásica como areté, como excelencia del carácter.
El virtuoso en una profesión como ocurre con un maestro del piano o el violín, es
el que pretende alcanzar en ella la excelencia y huye de la mediocridad de la
medianía. Ello no significa optar por la carrera de una competencia con los demás
profesionales, sino sencillamente, intentar ser competente, alcanzar un grado de
excelencia en aquellas aptitudes que son requeridas para alcanzar el bien interno
de la práctica en cuestión. Precisamente por eso en las actividades humanas se
introduce de nuevo la noción de excelencia, porque no todos los que cooperan
para alcanzar los bienes inmersos tienen la misma predisposición, el mismo grado
de virtud. La virtud es graduable y un mínimo sentido de la justicia exige reconocer
que en cada actividad unas personas son más «virtuosas que otras. Esas
personas son las más capacitadas para encarnar los valores de esa actividad que
permiten alcanzar sus bienes internos. De ahí que el profesional tenga que
desarrollar dos tipos de aptitudes: las habilidades técnicas; que resulten
indispensables, pero también la capacidad de tomar decisiones desde unos
valores propios de la profesión que son valores morales. La conjunción de
habilidad y capacidad de optar por los valores preferibles compone al buen
profesional.
Con las distintas actividades se consiguen también otro tipo de bienes a los
que llamamos externos porque no son aquellos que les dan sentido, pero que
también se obtienen al llevarlas a cabo Estos bienes son comunes a la mayor
parte de las actividades, y no sirven, por tanto, para especificarlas, para distinguir
unas de otras. De este orden son bienes como el dinero, el prestigio o el poder,
que se consiguen con la política y la sanidad, con el deporte o la investigación,
con la docencia o la jurisprudencia, pero no son el tipo de bienes internos por el
que cada una de ellas se distingue de las demás, dándole un sentido:
Por ejemplo la actividad docente o la sanitaria pueden proporcionar dinero,
prestigio y poder y, sin embargo, su bien interno es, respectivamente, transmitir
enseñanzas formando personas autónomas y críticas, y lograr el bien de los
pacientes.
Para lograr la «perfección legal» exigida por el hecho burocrático, basta con
cubrir unos mínimos de permanencia en el centro y de atención al paciente, en
nuestro caso. Si a ello se añade el tradicional corporativismo que reina en las
profesiones, esa inconfesada complicidad entre los profesionales que les lleva a
defenderse mutuamente ante las denuncias que vienen de los pacientes. Aunque
sólo fuera por poder obtener la misma ayuda de los colegas en caso de recibir una
denuncia es claro que con cubrir unos mínimos el profesional queda bien
resguardado frente a cualquier problema legal. Sin embargo, es preciso distinguir
aquí de nuevo entre la legalidad y la ética. Las leyes exigen un mínimo
indispensable que, en el caso de las profesiones, resulta insuficiente para
ejercerlas como exige el servicio que han de prestar a la sociedad. De ahí que la
ética de la profesión pida siempre mucho más que el cumplimiento de los mínimos
legales que exija a los profesionales aspirar a la excelencia. Es verdad que en el
ámbito ético suele hacerse una distinción entre los deberes que son
universalizables, que pueden exigirse a cualquier persona, y las acciones
supererogatorias, que son las que ciertas personas llevan a cabo porque
consideran que forman parte de su proyecto de felicidad, pero no pueden pedirse
a todos (por ejemplo, permanecer en un hospital en Irak cuando se ha
desencadenado una guerra, por no abandonar a los pacientes, y las autoridades
han dado orden expresa de que los extranjeros abandonen el país). Esto no puede
pedirse a cualquier enfermera o a cualquier médico, porque es una acción
supererogatoria. Sin embargo, una distinción semejante no puede confundirse con
la diferencia entre cubrir los mínimos legales o ejercer la profesión de modo
excelente. Entre los mínimos legales, la excelencia en el ejercicio de una profesión
y las acciones supererogatorias existe una diferencia. El ethos burocrático solo
pide cumplir el horario, seguir una conducta que no pueda acusarse de
negligente; la ética de una profesión pide ejercerla con entrega y diligencia
desarrollando las habilidades necesarias y poniéndola plenamente al servicio de
la población desde aquellas actitudes que caracterizan el ethos de esa profesión.
Las conductas supererogatorias llegan a la entrega de la propia vida, de ahí
que no puedan exigirse universalmente. Regresando al ámbito sanitario, que es el
que ahora nos importa, legislación exige unos mínimos, realmente insuficientes
para llevar cabo la tarea de hacer bien a las personas enfermas. El bien de esa
persona exige de los profesionales que desarrollen esa actividad aspirando a la
excelencia, entre otras razones porque su compromiso fundamental no es el que
les liga a la burocracia sino a las personas concretas, a los pacientes necesitados
de atención.
Como comenta Guy Durand, "la reflexión bioética se basa en los hechos y en
principios y reglas. La bioética no quiere principios determinados de forma
abstracta y que se impongan a la realidad de forma autoritaria. Tampoco quiere un
sistema de principios que funcionaran como prohibiciones incuestionables... quiere
concluir en los hechos, pero necesita sin embargo de principios y reglas.
4. EL AMBITO DE LA BIOETICA
4.1. ETICA UNIVERSAL Y PLURALISMO MORAL.
1.- Determinar claramente el fin específico, el bien interno por el que esta actividad
cobra sentido y legitimidad social.
2.- Averiguar cuales son los medios adecuados para producir ese bien en una
sociedad moderna.
5.- Los valores de la moral cívica de la sociedad en las que se inscribe y los
derechos que esa sociedad reconoce a las personas.
6.- Los principios y valores de justicia que exige realizar en ese ámbito el principio
de la ética del discurso, propio de una moral crítica universal que permite poner en
cuestión normas vigentes.
La bioética cuenta ya con unos principios éticos específicos, que van siendo
poco a poco reconocidos universalmente y, que han sido enunciados desde el
propio mundo sanitario como un reconocimiento expreso de las directrices por las
que quieren orientarse. No representan estos principios normas concretas de
acción, sino unas orientaciones generales que ayudan a tomar decisiones en los
casos concretos. Tales principios son los ya célebres principios formulados por
primera vez en el Informe Belmont en 1978 (Belmont Report), elaborado por la
Comisión Nacional para la protección de las personas objeto de experimentación
biomédica. Los principios que nacieron con el objetivo de orientar la investigación,
ha pasado a convertirse en principios de la bioética. Según expresa la comisión, el
objetivo de su formulación consiste en proporcionar unos principios éticos amplios,
que ofrezcan las bases sobre las que puedan formularse, criticarse e interpretarse
reglas más específicas cuando entran en conflicto en el caso de la investigación
con seres humanos. La comisión pretende, pues, proporcionar unos principios
generales, meramente orientadoras para la toma de decisiones cuando entran en
conflicto reglas morales concretas. Los principios de la bioética son tres, pero el
segundo de ellos puede desdoblarse en dos:
1.- El Respeto por las Personas. Que incorpora por lo menos dos convicciones
éticas: primero que los individuos deberían ser tratados como seres autónomos y
segundos, que las personas cuya autonomía esta disminuida deben ser objeto de
protección.
2.- El principio de beneficencia, según el cual las personas son tratadas de una
forma ética, no solo respetando sus decisiones y protegiéndolas del daño, sino
también haciendo un esfuerzo por asegurar su bienestar. Este principio de
beneficencia se explica a su vez en dos reglas:
De ahí que una sociedad no debe permitir que ninguno de sus miembros
carezca de semejante atención, exigencia que, en buena ley, debe extenderse
universalmente. Evidentemente aquí se plantea el problema de definir qué es la
salud, y hasta donde en la protección de la salud de plantean las exigencias de
justicia, pero existe al menos un amplio acuerdo en la obligación de cubrir
socialmente un mínimo razonable.
La enfermería nace como un oficio, más que como una profesión, y como
un oficio que requiere ante todo vocación, El cuidado de las personas debilitada y
vulnerable exige de quien lo lleva a cabo una actitud de desprendimiento y
altruismo, que solo se explica por vocación, por una llamada especial, religiosa
más de las veces. Por otra parte aunque existen órdenes religiosas masculinas
dedicadas al cuidado de enfermos, la enfermería se liga habitualmente a la
condición femenina, lo cual conlleva una cantidad en consecuencias sociales. En
principio la clara subordinación, al médico, que además monopoliza un saber en el
que se incluye el de la enfermera y es el responsable de las decisiones en la
práctica cotidiana. Los médicos ostentan por lo tanto, la hegemonía del mundo
sanitario, y la actitud moralmente correcta de la enfermera es la subordinación y
caridad.
Sin compasión, sin capacidad para situarse en el lugar del que sufre, del que
teme ante lo desconocido para él, del que se siente débil y vulnerable, necesitado
de ayuda, es imposible desarrollar la actividad propia de la enfermería. Por que
aquí no podemos distinguir entre unos mínimos de cualquier profesional debe
cumplir y unos máximos que cada uno debe exigirse a sí mismos; entre los
mínimos universalmente exigibles y el ámbito de lo “Supererogatorio” que solo
graciosamente puede darse. El mínimo ente la persona enferma es tratar de
comprenderla, poniéndose en su lugar y, cuidarla atendiendo a su ser único e
irrepetible. No tendiendo en cuenta todos sus deseos, pero si todas sus
necesidades, por difícil que pueda resultar distinguir entre unas y otros. La
capacidad de ponerse en el lugar del que sufre, comprendiendo, sintiendo sus
necesidades, experimentando que esa persona concreta es única e irrepetible y,
por eso precisa una atención única e irrepetible, es una virtud sin la cual resulta
radicalmente imposible la buena práctica de enfermería.
Y, sin embargo, es imposible vivir bien con una profesión sin una actitud
vocacionada, sobre todo, si la profesión exige un trato continuo con otras personas
y, especialmente si son débiles.
3.- Responsabilidad.
7.- Autoestima.
Buen concepto que solo puede lograrse tomando conciencia que esa
profesión lleva a cabo una tarea indispensable para la humanidad, cosa que es
evidente para la enfermería, y concientizando a la sociedad de que así es. Ya que
los seres humanos acabamos valorándonos a nosotros mismos, al menos en
parte, atendiendo a la medida en que los demás nos valoran. Realizar esta tarea
es, pues imprescindible, empezando desde dentro, como siempre desde los
profesionales mismos. Y esto se logra dignificando la profesión desde su ejercicio
cotidiano, mostrando su relevancia social al ejercerla con la mayor calidad.