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El Discurso

El discurso (del latín discursus) es un término que refiere a tendencias de


elaboración de un mensaje mediante recursos expresivos y diversas
estrategias. Para comprender el discurso es necesario tener en cuenta el
contenido presentado (tema), el contexto donde es producido, y los elementos
expresivos, que pueden tener diversas funciones. Referencial, si está dirigido
hacia el contexto; persuasivo o connotativo, si el propósito es influir en el
receptor; metalingüístico, si está en función del código; de contacto, si está
centrado en establecer comunicación con el receptor; y poético, si el mensaje
se representa como signo artístico.

El análisis del discurso es


una praxis que se desarrolló en
los años 1960 en
la antropología, la lingüística,
la sociología, la filosofía, y la
psicología. Más tarde, también
lo hizo en otras disciplinas
como la historia, el estudio de
la comunicación y
el psicoanálisis. A partir de esto, algunos autores han logrado definir el
concepto discurso de distintas formas; por ejemplo, para Foucault, los
discursos son un material del que parte el análisis de lo social y de lo histórico.
El sujeto hablante queda excluido, no es este quien dota al discurso de realidad
y sentido, sino que son las prácticas discursivas que crean los objetos y
sujetos; mientras que para Ricoeur, el discurso se concibe como
una dialéctica de proposiciones y referente. Él piensa que en un texto existen
varios sentidos, y estos dependen de la subjetividad del sujeto, quien asumen
un papel de intérprete frente al texto. Por otra parte, Benveniste define al
discurso como la aplicación concreta del sistema lingüístico, cuando este
queda a cargo o es asumido, incluso transformado, por el locutor en su acto de
habla; el discurso para él es un modelo de comunicación.
Tipos de Discurso

 Científico-tecnológico: su función radica en el conocimiento de la


realidad y su transformación en beneficio de la humanidad. De este
discurso se reconocen dos enfoques: el científico, que utiliza un lenguaje
específico, y el de divulgación, que se encarga de difundir expresiones
que sean accesibles para todas las personas.

 Estético: se preocupa, principalmente, por la forma trabajada del


lenguaje y el contenido del mensaje, todo con el fin de alcanzar el grado
máximo de profundidad en su transmisión.

 Religioso: tiende a darse a través de relatos y comparaciones que


manifiestan experiencias y se establece, por un lado, a partir de la
teología, y por otro, mediante elementos rituales fundamentados
principalmente en la palabra.

 Retórico: su función principal es persuadir, es decir, convencer de


aceptar ciertas posturas o ideologías a conveniencia; la palabra
acompañada de gestos es la principal herramienta.

 Educativo: se centra en la transmisión de conocimientos, este tipo de


discurso tiende a volverse autoritario.

 Histórico: se preocupa por dar a conocer eventos ocurridos a través del


tiempo (pasados o recientes), y generalmente en este tipo de discurso
existe algún personaje al cual se reconoce (héroe histórico).

 Político: Este tipo de discurso se da, comúnmente, para asumir algún


cargo de poder. Su función es argumentar puntos de vista ante un
público determinado, todo con el fin de intervenir en ellos y convencer.

 Lenguaje hablado: Discurso codificado por el hablante: conversación.

 Lenguaje escrito: Discurso codificado por el que escribe: carta.


 Lenguaje oralizado: Discurso escrito que es hablado: lectura en voz
alta.

 Lenguaje transcrito: Discurso hablado que es escrito: toma de nota.

Formas del discurso

Las formas del discurso son las estrategias puntuales que permiten al emisor
transmitir el mensaje de manera más efectiva o apropiada para la situación.

 Narración. Recuento de sucesos ocurridos ya sea reales o imaginarios.

 Descripción. Presentación de los rasgos característicos de un objeto,


persona o situación a fin de
brindar la mayor cantidad de
detalle posible.

 Diálogo.
Reproducción de los
pensamientos o de los
comentarios de dos o más
personas, respetando los
turnos de habla en que se produjo la conversación real o ficcional.

 Exposición. Consiste en referir de manera objetiva, clara y directa el


mensaje que se desea transmitir.

 Argumentación. Consiste en exponer de manera subjetiva, mediante


opiniones, razonamientos y conclusiones, el mensaje que se desea
transmitir para influir en el o los receptores del momento.

Contextos

En el estudio de los discursos, se toma muy en cuenta la serie de factores meta


y extra discursivos que lo acompañan, es decir, el contexto en que la
comunicación se produce. Las gestualidades, la información previa, la situación
comunicativa propiamente, todo influye en la elaboración de un discurso, dado
que todo esto brinda al receptor información.

Especialización

Los discursos pueden ser más o menos especializados, lo cual significa que
pueden ser decodificados por personas más o menos informadas, estudiadas o
preparadas de algún modo para el abordaje del tema que se está
comunicando. Por ejemplo, una conferencia sobre matemáticas probablemente
requiera de un público medianamente especializado, mientras que la lectura de
un noticiero apunta a un público masivo y diversificado.

Verificabilidad

No todos los discursos son verificables, ni han de serlo. Los discursos


religiosos y estéticos no aspiran a ser verificados, es decir, a que se
compruebe la verdad de lo que exponen. Otro tipo de discursos, como el
científico, el histórico o en educativo, en cambio, sustentan su capacidad de
convencimiento y de información en la verificabilidad total de sus contenidos.

Análisis del discurso

El análisis del discurso como práctica surgió durante los años 60 como una
forma transdisciplinaria de abordar la comunicación y sus características, lo
cual permitió a la vez una verdadera explosión de formas de entender el
discurso o lo discursivo, y un mayor entendimiento de la transmisión de
mensajes por parte del ser humano.

Estudiosos del discurso

Los aportes teóricos y académicos de pensadores como Michel de Foucault,


Tzvetan Todorov, Emile Benveniste, Paul de Ricoeur, Teun Van Dijk y muchos
otros han sido fundamentales en el desarrollo de las disciplinas del análisis
discursivo.
Un tema específico

Los discursos que valen la pena comienzan con preparación diligente, y eso
exige tiempo y esfuerzo. ¡Pero qué galardonador es! Que usted aumente su
fondo de conocimiento y tiene algo verdaderamente provechoso para
compartirlo con su auditorio. Más bien que hablar en generalidades, usted tiene
detalles que ofrecer, y sabe que lo que dice es correcto. Esto edifica el aprecio
del auditorio a lo que usted enseña.

Un discurso que exprese solo generalidades carece de peso y autoridad. Es


cosa vaga. Deja al auditorio en incertidumbre. Si se quiere que las ideas se
recuerden, éstas tienen que ser específicas, exactas. Esto da evidencia de
investigación y conocimiento del asunto.

Esta cualidad se puede adquirir en la preparación por medio de preguntar: ¿Por


qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? y así por el estilo. Generalmente no basta con decir
que algo pasó. Dé nombres de lugares, fechas, quizás razones. No basta con
declarar ciertas verdades. Muestre por qué son ciertas; muestre por qué es
valioso conocerlas. Si está dando instrucción, explique cómo se ha de hacer
algo.

Lo que determinará cuánta de esta elaboración es esencial es lo que ya sabe el


auditorio sobre el asunto. Por lo tanto, considere al auditorio para asegurarse
de los detalles que se necesitan.

Informativo a su auditorio.

Lo que pudiera serle informativo a un auditorio quizás no añadiría nada al


conocimiento de otro grupo, o hasta pudiera dejarlo en total oscuridad. Es
obvio, entonces, que el material debe ser apropiado para un auditorio particular
El material que se presenta en
cualquier discurso asignado
debe considerarse según lo que
sea el auditorio, el marco de
circunstancias y el propósito del
discurso. Estos factores serán
determinados por la clase de
discurso que haya arreglado el
orador… Otros discursos quizás
varíen, siendo identificados el auditorio y el propósito por el marco de
circunstancias. En todos los casos, el orador debe preguntarse: ¿Está el
material adaptado al auditorio particular envuelto en la presentación? ¿Recibirá
por él información e instrucción el auditorio?

En la preparación, pregúntese: ¿Qué quiero lograr con este discurso? ¿Cuánto


de lo que quiero decir sabe ya esta persona o grupo? ¿Qué base o fundamento
debo colocar antes de que estos puntos puedan hacerse claros? ¿Cómo lo
diría de manera diferente a un grupo totalmente diferente? Las comparaciones
muchas veces clarifican nuestros puntos de vista.

Trate diferentes maneras de tratar los asuntos ante diferentes grupos en su


preparación aunque sea solo para darse cuenta de la diferencia al considerar el
auditorio y hacer el material informativo al auditorio particular al que usted va
a dirigir la palabra.

Material de valor práctico.

Mucho se puede aprender, pero no todo ello es práctico. Para nosotros, el


material informativo tiene que ver con las cosas que tenemos que saber, o para
la acción que uno se propone. Queremos saber cómo usar esta información
que hemos adquirido.

El orador, al prepararse, pudieran considerar este punto preguntando: ¿Qué


principios guiadores deben hallarse en el discurso? ¿Pudiera usarse el material
al tomar decisiones? Pocos discursos pueden contribuir toda esta información,
pero para ser práctico, el material que se presenta debe ser utilizable de algún
modo al auditorio.

Exactitud en las declaraciones.


Declaraciones equivocadas pronunciadas ante un auditorio quizás se repitan y
el error se magnifique. Las inexactitudes que un auditorio reconoce hacen
surgir preguntas en cuanto a la autoridad del discursante en cuanto a otros
puntos, y quizás hasta hagan que se ponga en tela de juicio la verdad del
mensaje mismo.

Material esclarecedor adicional.


Pensamientos presentados como
resultado de la meditación o que se
puedan obtener por investigación
adicional sobre un asunto pueden
contribuir mucho a un discurso y a
veces pueden evitar una repetición
no instructiva de información que el
auditorio ya conoce. Añade frescura a
la presentación, aviva el interés del
auditorio, y puede hacer
verdaderamente deleitable un asunto
con que se está muy familiarizado. Además, da confianza al orador. Él se
apresta a dar su discurso con un entusiasmo que nace de saber que tiene algo
un poco diferente que presentar.

Un peligro que debe evitarse es la especulación privada. Se debe investigar a


fondo el tema y tener parte de esa investigación como apoyo. Asegúrese de
que lo que usted diga sea esclarecedor, no una falsa representación.
Características del discurso

A continuación vamos a ver brevemente algunas de las características


que ha de cumplir el discurso para que resulte claro para el lector:
Totalidad: hay que tener en cuenta que cada palabra, cada frase, cada
párrafo de un texto va a estar en función del resto y, así como no podemos
hacer gran cosa con un solo ladrillo si no lo juntamos con otros para construir
una casa, un párrafo dentro de un escrito (por muy afortunado que sea) sólo
nos dirá algo en función de los demás. Esto quiere decir que quien escribe, a la
hora de incluir o desechar una palabra o una expresión ha de tener en cuenta
las anteriores, pues no se pueden entender de forma aislada, sino que es
precisamente la red de conexiones entre ellas la que aportará el significado al
texto.

Comprensibilidad: otra de las características que marca al discurso es


que va dirigido a un lector, por lo que forma parte de un acto de comunicación.
Y eso debe reflejarse en la forma del texto. El que redacta desea plasmar por
escrito aquello en lo que quiere hacerse entender. El discurso ha de ser, por su
misma esencia, comprensible. Tener en la mente que aquello que estamos
escribiendo tiene un destinatario (sea del tipo que sea) siempre ayudará a
poner los ladrillos del discurso. Y tener al otro lado de nuestras líneas a alguien
con capacidad de análisis y comprensión (limitadas, eso sí: ningún lector es
adivino) pondrá frenos a nuestro discurso, pero también le ofrecerá múltiples
posibilidades.

Lenguaje escrito: no es lo mismo contarle algo a alguien en una


cafetería que escribir. Otra de las características de las que no se escapará el
discurso es su calidad de lenguaje escrito. Hay que saber utilizar, sin embargo,
las estrategias que sólo la escritura ofrece, y que llevarán a que un texto pueda
resultar más claro y convincente aún que si se tratara el tema en charla
espontánea.

Hay que tener también en cuenta que el tiempo siempre actúa en favor
del escritor. Cuanto más tiempo se le dedique a ordenar y clarificar un escrito,
más éxito tendrá cuando sea leído. El lector no sabe que uno se ha pasado
horas y horas tachando y rescribiendo, sino que aquello le parece salido de la
chistera de un mago, porque el tiempo que él tarda en leerlo no es proporcional
al tiempo que uno puede dedicar a pulirlo.

Continuidad: la última característica del discurso que me interesa


señalar aquí es su forma continua. Así como un cuadro lo podemos abarcar en
un solo golpe de vista, y el pintor tiene eso en cuenta a la hora de utilizar los
recursos pictóricos, un texto exige un avance. En un escrito, sin embargo, el
avance es desde la primera línea hasta la última. Por tanto, el escritor ha de
tener en cuenta, a la hora de construir su discurso, que el lector sólo tendrá la
concepción final de totalidad cuando haya terminado de leer el texto, y que
hasta ese momento ha de ser guiado y motivado a lo largo de los párrafos, de
forma que en cualquier momento tenga una idea más o menos clara de lo que
ha leído hasta ese instante y a la vez esté interesado en continuar.
Bibliografía
https://es.wikipedia.org/wiki/Discurso

https://www.caracteristicas.co/discurso/

https://www.laoratoria.com/caracteristicas-de-un-buen-discurso/

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